La investigadora Gabriela Rangel renunció a su cargo como directora del Malba

Fuente: Télam ~ En un comunicado Rangel, la primera mujer en ocupar el puesto de directora del museo renunció a su cargo y dejará la institución en junio, «en el marco de una crisis internacional sin precedentes marcada por la pandemia».

A dos años de su nombramiento como directora artística del Malba, la investigadora y curadora venezolana Gabriela Rangel abandonará su cargo en junio, «en el marco de una crisis internacional sin precedentes marcada por la pandemia», según un comunicado difundido hoy por el espacio fundado por Eduardo Costantini.

“Asumí el cargo de directora artística del Malba en septiembre de 2019, tarea que he venido ejerciendo con dedicación y tenacidad, gran parte durante la cuarentena declarada en el país por el COVID 19. Tomo esta decisión en un momento singular e impredecible», destaca en el comunicado Rangel, la primera mujer en ocupar el puesto de directora del museo.

«He aprendido mucho de esta experiencia, que me ha abierto a otros caminos profesionales. Agradezco al equipo del Malba, a mis colegas y colaboradores de la comunidad artística internacional, a la presidencia y la junta directiva, el Comité de Adquisiciones y la Asociación de Amigos y a la comunidad artística e intelectual de Buenos Aires por su cálida hospitalidad durante mi estadía en esta ciudad. Me voy con una inmensa gratitud hacia la Argentina por esta oportunidad”, agrega.

Durante su gestión, la curadora llevó adelante el desafío de programar el museo presencial y el museo virtual, que se consolidó a través del desarrollo de nuevas iniciativas lanzadas en la plataforma en septiembre 2020: “La historia como rumor” y “Hable con ella” y una serie de conferencias y charlas virtuales con destacados referentes nacionales e internacionales.

En paralelo, Rangel formó parte del núcleo fundador de la Red Argentina de Museos y Espacios de Arte (RAME).

El archivo bilingüe “La historia como rumor” reúne una serie de exhibiciones digitales que documentan y actualizan la lectura de un conjunto de performances contemporáneas realizadas por artistas de América Latina y latinos entre el fin de la Guerra Fría y el comienzo de internet, además de crear una red colaborativa con curadores invitados, expertos e instituciones internacionales.

Por su parte el proyecto “Hable con ella”, realizado junto a un equipo interdisciplinario, pone en diálogo a obras del acervo del museo con la mirada de diferentes artistas argentinos y latinoamericanos.

En relación con el patrimonio, Rangel elaboró junto a curadoras del museo una nueva narrativa de la Colección Malba, “Latinoamérica al Sur del Sur”, concebida desde una perspectiva regional situada en Buenos Aires y a manera de palimpsesto, elaborado sobre otras muestras del acervo.

En este período, Malba recibió donaciones de obras de Donna Conlon, Milagros de la Torre y Karin Idelson y se adquirieron nuevas obras para la colección de artistas como Maris Bustamante, Marcia Schvartz, Martin Chambi, Sharoanawe, Graciela Sacco, Regina José Galindo, Sofia Muriente, entre otros.

También proyectó el programa Paralelo 1//3, con la exhibición “Fuera de serie” de las artistas Alejandra Seeber y Leda Catunda, que comprende una exhibición en dos salas poniéndolas a funcionar en diálogo, resignificando los espacios del museo y proponiendo una participación del público en la construcción espacial del discurso museológico.

En la explanada de Malba, la curadora instaló “Leverage” (Palanca) obra participativa del artista mexicano Pedro Reyes que propone un modelo de escultura social.

Por último, “Terapia” –muestra que Rangel elaboró en su programa junto a Verónica Rossi y Santiago Villanueva– concreta un proyecto de investigación de casi dos años donde se interrogan las condiciones que hicieron del psicoanálisis una disciplina y un discurso apropiados y reelaborados en la Argentina a lo largo del siglo pasado.

Le dijeron que si se dedicaba al arte iba a morir de hambre, viajó a Estados Unidos y hoy lidera el cambio cultural en Nueva York

Fuente: Infobae ~ Solana Chehtman suele contarle a sus nuevos alumnos del máster de Administración de Artes de CUNY, la Universidad de la Ciudad de Nueva York, la parábola de cómo la vocación se impuso en su vida contra todo mandato. A esta argentina que hoy es una de las protagonistas de la transformación de uno de los paisajes culturales más icónicos del mundo, cuando terminó la secundaria en el Nacional Buenos Aires la convencieron de que dedicarse al arte era una mala idea: “¡Te vas a morir de hambre! ¡Elegí una carrera con salida laboral!”.

Y entonces, siguió el manual: se anotó en Relaciones Internacionales, hizo una maestría en Políticas Públicas y entró a trabajar en el área institucional del Grupo Techint. Hasta que, a los 33 años, con todo un recorrido hecho, viajó a Nueva York para estudiar Política Educativa en Columbia, y algo cambió. “Me di cuenta de que la cultura y el arte podían tener un impacto igual o mayor al de la educación en la transformación social”, dice a Infobae en el bar del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, en un alto de una visita para ver familia y amigos junto a su hijo Max Astor, de cuatro años.

Astor es el nombre criollo que negoció con su marido americano porque además de argentino, era totalmente bilingüe y nadie le iba a cambiar la pronunciación. Instalada en el sur de Brooklyn, hace casi una década que vive en los Estados Unidos, donde con el tiempo también se casó y fue madre. Empezó haciendo pasantías en instituciones culturales, hasta que la llamaron para un trabajo temporario en la ONG Amigos del High Line, el parque público construido sobre las vías de un tren que atravesaba la ciudad, a más de diez metros del nivel de la calle. Aunque en los 90 se llegó a pensar en demolerlo, hoy es una de las atracciones del barrio de Chelsea, donde los turistas pasean y se mezclan entre locales que participan de diferentes programas comunitarios, porque se sienten parte.

Chehtman fue parte esencial de esa búsqueda de “conectar con los vecinos a través de proyectos culturales” que ahora continúa desde la dirección de programas cívicos del centro de arte The Shed. Pero tal vez el primer cambio fue personal: “Me animé a empezar de cero en un lugar completamente distinto, y dio sus frutos”.

"En el subte hay un afiche en el que estoy como parte de un equipo de selección de obra virtual", cuenta Solana

«En el subte hay un afiche en el que estoy como parte de un equipo de selección de obra virtual», cuenta Solana

–¿Cómo llega una argentina a ser parte de un proyecto cultural tan emblemático como el del High Line?

–Cuando entré era un proyecto que se había concentrado muchísimo en la reutilización de instalaciones públicas: se presentaba a sí mismo como un lugar lindo, un lugar de flores, un lugar para disfrutar. Pero no tenía mucha conciencia de quién iba o por qué. Y entonces se empiezan a preguntar: “Cambiamos un montón el escenario de la ciudad en esa zona, el área se desarrolló muchísimo, hay edificios de millones de dólares, y todavía tiene vivienda pública subvencionada muy cerca, con población incluso de clase media que no tiene ni donde comprar frutas y verduras porque todo es tan caro”. Se dieron cuenta de que su público había empezado a ser pura y exclusivamente turistas, y que eso era muy criticado. Querían empezar a pensarse como otra cosa. Yo fui parte de la gestión que decidió pensar el High Line como un espacio híbrido y como un espacio público, con todo lo que eso significa. Nuestro trabajo fue pensar cómo hacíamos para conectar con vecinos. ¿Qué cosas les van a atraer a ellos de este espacio? ¿Qué tenemos que traer acá para que sea un espacio donde ellos se sientan representados, interesados, incluidos, para que puedan participar activamente?

–¿Cómo te das cuenta de que una experiencia va a ser transformadora y convocante para una comunidad?

–Para mí lo más convocante son los artistas, a quien invites a trabajar con vos. Que sean artistas sean parte de una comunidad en sí misma, que traigan a su comunidad al espacio. Nosotros empezamos a trabajar exclusivamente con artistas locales, que fueran, en general, o emergentes o de mediana carrera, pero reconocidos por sus pares y por comunidades artísticas diferentes, que trajeran una perspectiva particular. Y los invitamos a pensar el espacio público activamente. Hicimos, por ejemplo, una serie de performances que se llamó Out of Line, inspirada por una vecina de High Line, porque cuando estaba en construcción, una de las luces estaba mal enfocada y daba directamente a su balcón. Entonces esta vecina, que había sido una música punk y fotógrafa, se quejó, y como nadie hizo nada, decidió invitar a sus amigos a hacer performances en ese balcón. Duró hasta que el administrador del edificio se lo prohibió. Pero nosotros sabíamos de esta historia, que era medio de culto, y decidimos rendirle homenaje, primero, invitándola, y después, con una serie de encuentros que traían la cultura de las calles de Nueva York y el pasado del High Line, que mientras estuvo cerrado fue un espacio de arte clandestino.

“Me animé a empezar de cero en un lugar completamente distinto, y dio sus frutos”, dice Solana  (Thomas Khazki)

“Me animé a empezar de cero en un lugar completamente distinto, y dio sus frutos”, dice Solana (Thomas Khazki)

–¿Qué pasa al revés, cuando el arte y la cultura no miran a la comunidad?

–Hay dos conceptos que me interesan mucho: uno es el de democracia cultural y el otro es el de resonancia. La idea de resonancia es como una llave que te permite descubrir un significado y un sentido de las cosas. Para mí el arte puede ser un espacio de reflexión y de espejo: poderme ver reflejado o poder descubrir a un otro. Hoy en día, además, me parece que desde estas mal llamadas minorías el contenido que se está produciendo y el cuestionamiento y las ideas son mucho más interesantes. Ya hemos tenido siglos y siglos de artistas hombres blancos. Y me parece que es el momento, desde los espacios culturales, de armar una plataforma de visibilidad para otras cosas. A eso definitivamente me dedico.

–¿Cuál es tu trabajo en The Shed en ese sentido?

–En The Shed el trabajo es similar en un contexto completamente distinto. The Shed es un espacio de artes multidisciplinario y en su misión misma está hacer todo tipo de arte para todo tipo de públicos. El esfuerzo que ellos hicieron desde un principio fue diversificar su staff y diversificar los tipos de proyectos culturales que presentan. Yo entré a trabajar dos semanas después de que abriera el espacio, con todo nuevo. Trabajamos con convocatorias para artistas emergentes, que es un rango que no tiene suficiente apoyo en Nueva York ni en ningún lado, y es donde hay un montón de libertad para imaginar cosas por fuera de todo lo existente. Es un espacio de experimentación y de creatividad alucinante. Ellos ya tenían una idea de descentralizar la mirada cultural, invitando a distintos panelistas y reviewers de todos los sectores a evaluar propuestas. Aprendimos muchísimo de diálogo con los artistas. Vamos por la segunda edición del Open Call y logramos subir casi al doble la cantidad de gente que se presentó, aumentar muchísimo la cantidad de proyectos de artistas que se identifican como latinos y como discapacitados. Realmente hubo mucho trabajo en pensar “¿Quién falta? ¿Quién no está representado? ¿Cómo hacemos para llegar a ellos?”.

–¿Hacen convocatorias pensando específicamente en incluir a determinados públicos que son o fueron habitualmente marginados?

–No. Hacemos una convocatoria abierta, porque es una organización muy mainstream. Pero cuando pensamos a qué colegas vamos a invitar, incluimos a quienes trabajan con artistas que se dedican a eso específicamente, porque son nuestros embajadores. Pensamos, por ejemplo, que nos faltaba gente del Bronx, que es un área de Nueva York que tiene un montón de artistas, pero que en general están subrepresentados; entonces decidimos invitar al Consejo de las Artes del Bronx. Hicimos lo mismo con CUNY, la universidad pública de la ciudad, para que los artistas vinculados a la educación pública también se sintieran invitados. Me parece que la estrategia en el medio es lo que cambia el resultado más que como uno lo presenta. Después, la selección final es definitivamente muy diversa y los proyectos son sumamente diversos en términos de disciplinas en todos los términos.

En el High Line

En el High Line

–¿Cómo cambió la cultura comunitaria con la pandemia y el aislamiento? ¿Qué desafíos impuso?

–El arte y la cultura son una de las principales industrias de Nueva York, y todo se tuvo que reprogramar. En The Shed éramos nuevos. Entonces vimos, en primer lugar, una oportunidad muy grande de apoyar económicamente a los artistas que son en general profesionales independientes que no iban a tener las mismas redes de seguridad que otros profesionales. En segundo lugar, nos interesaba que los artistas, que son personas con una sensibilidad y una capacidad de articular lo que estamos viviendo todos, pudieran crear activamente y ayudarnos a los demás a entender lo que estaba pasando. Y en tercer lugar, era una oportunidad de conectar con estas nuevas audiencias y brindarles un espacio de intercambio en un momento en que estaban aisladas. Veíamos que muchas organizaciones compartían material existente casi como un entretenimiento, y a nosotros nos interesaba algo distinto: generar un lugar de encuentro y reflexión.

–¿Y cuáles fueron los proyectos más interesantes que resultaron hasta ahora de ese espacio?

–Lideré el proyecto Up close, que se propuso invitar a artistas que considerábamos de nuestra familia para hacer proyectos digitales, que muchos no habían hecho nunca. Uno de mis favoritos es el de dos músicos que habían participado en proyectos muy distintos y se reunieron por zoom –cuando la pandemia recién empezaba– para hacer la ceremonia de duelo del abuelo de uno de ellos que acababa de morir y no podían despedir por las restricciones del Covid. Otro muy interesante fue pensando en cómo vivieron la pandemia artistas con discapacidad. Lo hizo un colectivo que se llama Brother Sick, que contó en una pieza documental su experiencia con enfermedades crónicas durante la pandemia, y cómo nunca pudieron realmente aislarse porque tuvieron que seguir yendo a sus citas médicas. Ellos tomaron la accesibilidad como arte en sí mismo, porque son una comunidad que históricamente tuvo que armar sus propias redes de cuidado; las herramientas que nosotros aprendimos a usar ahora, para ellos eran cotidianas hace muchísimo. Y ahí también está lo que te digo de las “mal llamadas minorías”: lo que no suma es ver a estos grupos como necesitados, sino pensar qué pueden aportar, qué traen. Estamos pudiendo ver ahora que hay décadas de arte y pensamiento que no se mostraban. Pero no se trata solo de abrir la puerta, sino de dar lugar para que todos puedan aportar lo suyo.

En el MAMBA durante su visita a Buenos Aires (Thomas Khazki)

En el MAMBA durante su visita a Buenos Aires (Thomas Khazki)

–Vos misma te presentás como mujer, latina, firmás con tu pronombre She/Her, ¿esa identidad hoy te juega a favor o en contra?

El tema del género fue un descubrimiento generacional, allá se usa hasta cuando llegás a una reunión, para evitar equivocaciones. En cualquiera de los programas públicos que presento, yo arranco por decir “soy mujer, latina, tengo el pelo así…”, incorporamos identificaciones visuales, lenguaje de señas. Como inmigrante, tengo una posición muy privilegiada, porque estoy documentada, tengo un marido americano que me puede ayudar, estoy educada, pero eso no quita que navegar todo el sistema de seguridad social, el sistema médico y la escuela pública, es muy difícil: son todas cosas que te hacen vivir la vida como inmigrante. ¿Si es un beneficio hoy ser mujer y latina para alguien como yo? Sí, pero no: porque una cosa es ingresar, otra que te incluyan en la mesa de toma de decisiones, y una tercera es que te escuchen y que te hagan caso. Sí, ahora ingresamos, pero todas las otras barreras siguen existiendo. Formar parte, que te presten atención y liderar el cambio siendo mujer y latina todavía es muy difícil.

–¿Hace cuanto no venías y cómo encontraste a Buenos Aires?

–No venía hace un año y medio, por la pandemia. Vengo mucho y me encanta Buenos Aires. Tuve la suerte de vivir acá en una época donde la cultura independiente me marcó, desde las fábricas recuperadas, a los sellos de música independiente. Me parece que eso sigue vivo y bien, veo todo lo que pasó con el movimiento feminista y de género, en general; con Justicia Museal, Identidad Marrón, ¡hay muchísimas cosas súper interesantes pasando! En las instituciones culturales también hay cosas muy buenas, aunque me encantaría ver más centralidad de las audiencias y de los públicos como agentes de participación, de cambio y de diálogo. Acá mismo, el MAMBA es un buen ejemplo de una institución que trabaja mayoritariamente con artistas locales contemporáneos y apunta a desarrollar públicos diversos. Estoy siempre fascinada por todo lo que pasa en Buenos Aires, que creo que es lo que hoy me permite hacer mi trabajo allá. Yo no me fui de la Argentina desencantada: si pude hacer este recorrido es también gracias a la formación que tuve en mi país.

Marta Minujín: «El arte está por encima de la política»

Fuente: Cronista ~ Marta Minujín llegó a París con menos de 20 años. Fue a principio de la década del ’60 cuando atravesó el océano gracias a una serie de becas ganadas para instalarse en el que era en ese momento centro neurálgico del arte mundial. Vivió en condiciones lamentables -durante un periodo pernoctó en un piso sin baño y utilizaba los baños públicos de la calle-, con poco dinero, invirtiendo solo en materiales.

Pese a la temprana edad Minujín produjo en Francia obras que sentarían las bases estilísticas de toda su producción hasta el día de hoy. El colchón como material para sus esculturas nació en aquella época. Hoy, a 60 años de esa experiencia, la artista vuelve a presentar una de sus esculturas blandas, tal como las bautizó, en la Fundación Santander.

«Implosión» es una pequeña exhibición compuesta por tres obras site specific de todo lo que es capaz Minujín: la artesanía de manipular colchones para darle formas orgánicas, el manejo de la pintura para confeccionar la estampa de líneas rectas en colores estridentes, el trabajo del hierro y la incorporación de tecnología a sus obras.

Conceptos entrelazados (2021) es una de sus clásicas esculturas herederas de los trabajos con colchones realizada a partir de la superposición de telas rellenas en formas orgánicas. Hay que contemplarla de lejos, rodearla, detenerse en las distintas estampas que forman las composiciones de tiras.

En frente se ubica Arte inmersivo (2021), «una suerte de galería blanda virtual», escribe Rodrigo Alonso en el texto curatorial que acompaña la muestra. En las paredes y el piso de un recinto cerrado se proyectan las franjas de colores de los colchones, giran de un lado para otro mientras de fondo suena una música minimalista.

Lo más interesante de la exhibición se ubica en el patio de la torre que alberga la sede central del banco Santander. Autorretrato mediático (2021) reproduce en caños pintados en dorados la cara de Minujín. Marta deja los colchones y las tiras pintadas para manipular el hierro y conseguir originalidad sin correrse de sus rasgos estilísticos vigentes desde la década del 60. La obra se completa con una activación digital, una especie de aplicación Tinder que ideó la artista que conformará un mapa de almas a medida que los usuarios realizan un cuestionario que determina el color de su alma.

«Siempre me interesó muchísimo el público. Hay artistas a los que no les interesa tanto qué le pasa a la gente, pero la mitad de mi vida siempre traté de meter a la gente dentro de mi obra y que la gente se convirtiese en mi obra», recordó la artista en diálogo con la prensa el día de la inauguración.

Marta busca con sus obras «despejar de su vida cotidiana» a las personas, «que tengan un éxtasis con el arte, por eso siempre pienso que el arte está por encima de la política y de todo. Es un trabajo con el espíritu y con la mente».

Respetando los protocolos vigentes, la exposición podrá ser visitada a partir del 8 de abril reservando lugar a través de la web de la Fundación Santander.

“No pienso alejarme de la pintura, voy a pintar hasta que la vida me lo permita”

Fuente: Norte ~ Schenone es nacido en Corrientes, pero vivió y se desarrolló del otro lado del río. “Sólo permanecí alrededor de ocho años en mi provincia natal de forma alternada cuando era niño” contó en una entrevista, donde abrió las puertas de su taller para que podamos conocer sobre su vida y que hay detrás de los pinceles y lápices de este artista. Si algo no puede faltar en sus obras son los colores, la vida y la impecable determinación en la técnica.

Su última muestra está exhibida en Corrientes, pero asegura que: “No pienso alejarme de la pintura, voy a pintar hasta que la vida me permita”. En la Sala “José Negro” del Museo Provincial de Bellas Artes “Doctor Juan Ramón Vidal”, se habilitó “Mi Tierra profunda, llena de magia y color”; la misma reúne un conjunto de 54 obras que podrán ser visitadas hasta el 25 de abril.

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Rodolfo, nacido en Corrientes y criado en el Chaco, es un artista que dejará un trazo en la cultura chaqueña.

La exhibición estaba programada para el año pasado, sin embargo, la pandemia le impuso nuevos tiempos. “La gente se podrá encontrar con la temática que me caracterizó toda la vida”, señaló y explicó que quienes asistan se encontrarán con paisajes y personajes típicos de Formosa, Santiago del Estero, Chaco y Corrientes que llevó a sus lienzos en los últimos tres años.

“No son copias exactas de la realidad, sino recreaciones de lugares que conozco y luego pinto”, detalló el artista que hasta la fecha sigue produciendo en su taller de Resistencia y resalta que “hay muchos artistas que recrean una fotografía, es una copia de la realidad y no dejan que su talento fluya”.

Sobre su forma de concebir una obra y su técnica, Rodolfo cuenta: “Puedo hacer varias intervenciones y cambios sobre un cuadro antes de terminarlo, y siempre trabajo con uno solo a la vez”. Un cuadro lo puede pintar en cuatro días, dependiendo los detalles y lo grande que sea el tamaño del lienzo. Sobre su estilo artístico indica que es expresionista y que el material con el que se siente mas cómodo es con el óleo.

“Mi temática de siempre fue retratar la región en la que vivimos con sus inmensos montes, campos, ríos o lagunas; y sobre todo al habitante de esta tierra pródiga en recursos espirituales y sociales que nos proporciona un motor de vida y determina nuestro carácter idiosincrásico. Lo siento como si el hombre debería fundirse con la naturaleza de su entorno, para tratar de eternizar su espíritu y así conseguir una realidad transformadora y liberadora a la vez. A veces, en épocas, mi pintura fue más descriptiva, otras más sintética, nunca totalmente abstracta desde la forma, pero sí con un entramado simbólico apoyado en esencialidades”, destacó Rodolfo.

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Los colores, uno de los rasgos más característicos de Schenone.

“En mi largo quehacer como pintor, mis motivaciones existenciales, me permitieron estar diariamente en el quehacer de elaborar mis obras, a través de sus formas y colores, auxiliado por la técnica, y transmitir las esencialidades de la vida de esta nuestra tierra nativa que nos brinda identidad. Me esfuerzo por lograr, con amplia libertad de espíritu, un lenguaje visual que contenga sustancialidad metafísica alimentada por nuestras virtudes, sufrimientos, esperanzas, pasiones, esforzadas ideas o desalientos, motivadas en este caso, por una exaltación de orden telúrico. Con esas herramientas de expresión estilística, fui elaborando recursos en una labor y experiencia de más de 65 años de pintor” relata Rodolfo y reconoce que las frustraciones siempre están presentes, que si bien con el tiempo fueron disminuyendo pero nunca son perfectas sus obras; además contó que una vez quemo 50 cuadros porque no le gustaron como quedaron pero una vez pasada esa crisis continuo pintando y demostrando su arte.

Rodolfo habla de todo abiertamente, desde las nuevas generaciones y su afán de mostrar siempre cuadros libres, sin técnicas por detrás, hasta los grandes nombres que muchas veces no aceptan criticas y que no definen un estilo.

En cada una de sus obras, en los detalles de sus trazos, en la prolijidad y combinación de colores hay vida y un poco de la impronta de Rodolfo que sigue siendo grande entre los grandes, compañero de artistas, docentes de nuevas generaciones y siempre dispuesto a dar un consejo a quienes recorren el camino del dibujo y la pintura con humildad. Con respecto a como le gustaría que le recuerde, Schenone sentencia: “Como buen pintor, pero sobre todo como buena persona” finaliza.

La escultora Carmela Blanco combina la pasión por el fútbol y el amor por el arte

Fuente: Perfil ~ “La fusión del fútbol con el arte es un éxito. A la gente que es apasionada por el fútbol le gusta tener obras identificadas con su equipo”, cuenta la artista plástica Carmela Blanco. Fanática de River, hace ya un tiempo que parte de su obra está relacionada con el club de sus amores y también realiza piezas que le piden personas de otros clubes argentinos. De todas formas, su corazón es blanco y rojo y su vida está impregnada por esos colores. Incluso en su vida personal, ya que desde 2014 está en pareja con Enzo Francescoli, uno de los ídolos más importantes que tiene la institución.  

En estos días, Blanco se enfoca en la inauguración de su muestra Origen. Dentro de las piezas que se expondrán desde el 7 de abril en Anselmo Hotel, algunas están dedicadas a River. Pero una de ellas tiene cierto halo especial porque es un homenaje a Diego Maradona. “No lo conocí personalmente pero todo lo que ocurrió me conmovió y sentí ganas de plasmarlo en una pieza”, explica a PERFIL y da detalles de su trabajo, el arte en pandemia y el paso de Francescoli por su estudio.   

—¿Cómo preparás la muestra?

—Estoy trabajando un montón porque voy a presentar varios trabajos nuevos que estuve haciendo este tiempo. Estoy preparando las bases e intentando que todo esté impecable porque me encanta que cuando se vea esté todo lindo.  

—¿Qué expectativas tenés? 

—La expectativa hoy es un poco complicada. Estoy a la espera de ver si se va a poder hacer o no y de cuánta gente va a poder ir. El año pasado ya me pasó de inaugurar una muestra en el Museo de Arte Popular y a los dos días cerrarla. Esto es un hotel, es abierto y hay un montón de protocolos. Tengo expectativas de poder llevar gente que tiene muchas ganas de ir pero también miedo y es lógico. 

—¿Cómo impactó la pandemia en tu trabajo? 

—Hubo cosas buenas y malas. Lo malo es que me quedé sin poder concurrir a muestras internacionales que me habían convocado y que estuve muy limitada para moverme. Pero me sirvió para trabajar mucho en casa porque tengo la suerte de tener el taller acá. Y por otro lado las redes. Un camino que se abrió que antes no estaba tan disponible para los artistas y de repente por la pandemia hemos hecho muestras, vivos, sorteos, interacción permanente con el público y eso ayudó a crecer también.

—Una de las obras que vas a exponer está dedicada a Maradona. ¿Cómo surgió esa idea?

—Yo soy fanática de River, no de Boca. Pero reconozco que Maradona es un ícono argentino, con cosas que te pueden gustar y otras que no, y que es muy representativo de nuestro pueblo. Cuando pasó esto a mí me conmovió mucho. Tengo alrededor gente que está muy afligida y sentí ganas de plasmar todo eso en un trabajo que fuese un homenaje. Así que trabajé en esta pieza que también incluye a la Selección Argentina porque lo disfruté mucho desde ahí. 

—¿Cómo es la pieza?

—Quería hacer una cosa simbólica y la verdad me entusiasmé mucho. Terminé haciendo una camiseta de adelante y de atrás con una luz adentro que proyecta el diez y las iniciales de él en el techo. Quedó muy linda y la luz se puede cambiar para que sea de colores o blanca.

—¿Qué nombre lleva?

—Le puse Iluminado por siempre. Me lo sugirió alguien y me pareció un título que quedaba bien con esa obra. 

—¿Te llegan comentarios sobre esta obra?

—Todo el mundo me pregunta sobre ella. De hecho todavía no la quise poner a la venta y recién en la muestra la voy a empezar a vender. Me pareció lindo poder tenerla, disfrutarla, mostrarla, hacerla pasear un poco y después ponerla a la venta. Es un trabajo que quedó muy bueno y tuvo mucho éxito. A la gente que la ve le gusta mucho. 

—¿Lo conociste?

—Personalmente no lo conocía. Enzo sí y por eso yo conozco historias de él y cosas que mi pareja me ha contado. El cariño que Enzo le tenía me conmovió mucho. El día que falleció lo vi llorar a él y a mi hijo, que es muy futbolero también. Me sentí conmovida por todo eso y si bien no tenía planeado realmente este trabajo, lo hice con mucho placer y me gustó cómo quedó. 

—¿Cómo entra River en tu obra?

—Fue una idea que surgió hace un par de años y que le propuse a la Fundación River Plata para que a través de eso ingresen fondos para colaborar. Convocamos a grandes artistas de la Argentina que son fanáticos de River y se hizo una muestra que el objetivo era fusionar la pasión del fútbol con el arte. Dio muy buen resultado e incluso lo repetimos el año pasado con la pandemia y también tuvo un éxito bárbaro. Los jugadores, como además es para la fundación, se prestan y son supersolidarios. Poncio, Nacho Fernández, Armani estuvieron al pie del cañón para ayudar. 

—Antes mencionaste a Enzo. ¿Él va al taller o te da su mirada sobre las obras?

—Se generó mucho durante la pandemia, que estuvimos acá en casa guardados y ni a la puerta salimos, que él trabajó en el taller. De hecho talló un escudo de River que se subastó en el cóctel de fin de año de la Fundación del club. Él siempre pasa por el taller y le gusta estar ahí. Se interesa por mi trabajo y va a todas mis muestras. Muchas veces, sin meterse en mi trabajo porque es muy respetuoso, aporta desde su lado si le pido opinión.

—¿Cómo es como artista?

—Tiene muy buen criterio y gusto. Además, tiene muy buena motricidad fina, es prolijo y muy detallista. Hizo trabajos muy interesantes durante la pandemia. 

—Qué bueno que tenga ese espacio para sacar su costado artístico…

—Y… estás hablando de un príncipe (risas). Sí, me parece que es buenísimo que todos podamos expresar con música, dibujo, pintura o cualquier expresión artística algo que te sale de adentro que es espontáneo. Es muy bueno para sacar cosas que por ahí cuestan sacar.

El rosarino Norberto Puzzolo recibió el premio nacional a la trayectoria artística

Fuente: La Capital ~ El premio nacional a la Trayectoria Artística reconoce a cuatro mujeres y cuatro varones todos ellos artistas vivos. Cada uno de ellos donará una obra significativa de su producción al Estado nacional, que pasará a integrar el patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes, y serán reconocidos con el mayor galardón y una pensión vitalicia que se les concederá una vez cumplida la edad jubilatoria.

Puzzolo nació en Rosario, en 1948. Se formó, desde los 15 años, con los maestros Juan Grela y Anselmo Piccoli. Su recorrido se inicia en los 60, con una participación activa en el desarrollo de la vanguardia argentina, manifestado en muestras como: «Estructuras Primarias II» (1967), «Rosario 67» (1967), «OPNI» (1967), «El Arte por el Aire» (1968).

Fue el primero de los expositores del «Ciclo de Arte Experimental», organizado por el Grupo de Vanguardia de Rosario con el auspicio del Instituto Di Tella, en 1968. En este marco, protagonizó varias de las manifestaciones colectivas de la vanguardia rosarina y fue uno de los realizadores activos de Tucumán Arde, obra emblemática de 1968 que mereció numerosos comentarios de críticos e historiadores nacionales y extranjeros.

De emplear la cámara como una herramienta de documentación y denuncia, pasó a una producción fotográfica que fue adquiriendo rasgos particulares a lo largo de estos años. Entre sus obras, se destacan los retratos de artistas plásticos, la serie «Nunca más» (1984), sus autorretratos y naturalezas muertas fotografiadas, las fotos con papeles emulsionados y los «Cielos argentinos» presentados en 2003 en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Expuso en forma individual y colectiva en diversas galerías, instituciones y museos del país y el extranjero.

Sus obras figuran en instituciones y colecciones privadas de la Argentina y del exterior. El Museo Nacional de Bellas Artes le otorgó el premio Leonardo 2001 por su trayectoria, en 2002 recibió el Premio Konex diploma al mérito en fotografía y en 2008 el Premio «Ernesto B. Rodríguez» a la trayectoria de un fotógrafo de La Asociación Argentina de Críticos de Arte (AACA).

Por decisión personal, nunca envió sus obras para participar de premios ni salones.

Sus obras figuran en instituciones y colecciones, entre otras: Art Institute of Chicago, Colección Gabriel Cuallado (Valencia), MACBA (Barcelona), Thria Collection (Ginebra), Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires), Castagnino + MACRO y Museo de la Memoria, (Rosario), Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez (Santa Fe).

El premio

El premio nacional a la Trayectoria Artística se otorga cada año a ocho artistas de todo el país seleccionados por un jurado integrado por siete personas entre las que se encuentran dos representantes del Museo Nacional de Bellas Artes; un especialista en arte argentino de reconocida trayectoria, designada por el Ministerio de Cultura de la Nación, cuatro representantes de las asociaciones de promoción artística o cultural de la Argentina, y las escuelas e institutos de formación en artes que reúnan los requisitos legales para su funcionamiento.

De ganar el premio, cada artista deberá elegir la obra que donará y ésta será expuesta en el 109° Salón Nacional de Artes Visuales.

Este año, se premió a las artistas Anahí Cáceres, de Córdoba; Alicia Herrero y Dalila Puzzovio, de Buenos Aires; y Alina Neyman, de Salta. Entre los cuatro hombres premiados, además de Puzzolo, se encuentran Luis Pazos, de La Plata; y Afredo Prior y Leandro Katz, de Buenos Aires.

Lady Gaga y Michael Jordan eligen sus obras, es argentino y deslumbra en el mundo con sus cuadros virtuales

Fuente: Infobae ~ El artista plástico Alejandro Vigilante vive en Estados Unidos pero por estos días se encuentra en Argentina. Estaba de viaje por Buenos Aires cuando se cerraron las fronteras y se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Como les sucedió a muchos, la pandemia del coronavirus afectó su trabajo. Las muestras en Barcelona, Nueva York y Miami que tenía programadas fueron canceladas. Sin embargo, en tiempo de encierro no le impide seguir exponiendo su talento en su espacio preferido: las redes sociales.

Amante de lo multimedia, Vigilante se presenta como “un artista pop» que se desenvuelve en un “mundo mágico”, tal como define a internet. «Pinto pop americano. Estoy muy involucrado en la comunicación y las redes. Tengo una frase que siempre repito, que es que ‘no hay nada más pop que internet’”, dice a Infobae.

Su trabajo arrastra una profunda influencia en el arte de la década del sesenta y refleja el “intercambio instantáneo de información y la dilución de imágenes gracias a la popularidad de las redes sociales”. Referente en la variable artística denominada “i-Pop”, a lo largo de su carrera trazó una comunión entre el arte digital y la pintura tradicional sobre lienzo. Es una experiencia que llama “i-Art movement” e incluye además de las redes sociales, a blogs, e-mails, chats y páginas web. No concibe la creación plástica fuera de la red.

Esta semana, el nombre del artista volvió a trascender en ese “mundo mágico”. Su última obra se viralizó hasta captar la atención de medios de comunicación de Corea del Sur, Arabia Saudita, Brasil y Japón, entre otros. Es un cuadro de uno de los integrantes de la afamada banda surcoreana de K-Pop, BTS.

Desde su perspectiva, reinterpretó una selfie del cantante Jimin haciendo la seña V, símbolo de amor y paz. En la imagen prevalecen tonos violáceos, rosáceos y azulados, que confluyen con el negro. La foto luce como la representación visual de un video de ocho segundos, que de fondo está acompañado por un fragmento de la canción “Serendipity”.El cuadro virtual de Jimin que causó sensación

La pintura repercutió en el mundo digital. Entre sus cuentas de Instagram, donde tiene más de 175 mil seguidores, y Twitter, en la que cuenta con más de 600 mil, el video superó las 85 mil reproducciones. Fanáticos de la banda de todo el mundo se sumaron a compartirlo.

No es la primera vez que el artista argentino retrata a Jimin. “Soy fan de BTS. Hace mucho había elaborado otro retrato suyo que también fue un boom. Él justo había estado como invitado en el programa de Jimmy Fallon (‘The Tonight Show’) y ahí publicaron el cuadro que le había hecho. Este último lo hice inspirado especialmente en el tema Serendipity, que tiene un significado: es el descubrimiento que se da por casualidad, es como una revelación, algo inesperado y afortunado de cosas que no se están buscando ni investigando. La repercusión que tuvo me lleva a mí a seguir adelante en esto que vengo diseñando desde el 2001″.

El autor junto al cuadro de Enzo Ferrari en la muestra que recorrió la historia del Cavallino Rampante

El autor junto al cuadro de Enzo Ferrari en la muestra que recorrió la historia del Cavallino Rampante

Alejandro Vigilante nació en 1964 en el barrio de Palermo, en Buenos Aires. Después de haber estudiado administración de empresas, siguió los pasos de su padre, también pintor. “Fue una decisión de vida”. Comenzó como muralista y trabajó con el cineasta Oliver Stone en la película “Any Given Sunday” (Un domingo cualquiera, de 1999).

Para ese entonces ya estaba radicado en EE.UU. En 1995 se mudó a Nueva York, donde seis años después presenció el atentado a las Torres Gemelas desde el Hotel Marriott, el edificio enfrente del World Trade Center. Fue en esa época donde puso en marcha la iniciativa de expandirse en la red. La idea ya venía rondando por su cabeza: cuenta que avizoraba que “el arte se iba a movilizar a través de internet”.

A partir de allí construyó una carrera notable. Expuso sus colecciones de arte en galerías de todo el mundo: Buenos Aires, Nueva York, Punta del Este, Miami, Barcelona, Los Ángeles, México, Ámsterdam. En 2017, invitado por Cristiano Rattazzi y Julio de Marco, presentó un tributo a Ferrari con motivo del 70 aniversario de la marca de deportivos italianos. En Argentina sus obras están en la galería de Daniel Maman.

Otro trabajo suyo que cobró mucha notoriedad fue en 2016, cuando hizo una pintura de la candidata demócrata Hillary Clinton para instar a los norteamericanos a votarla, antes de las elecciones presidenciales en las que se impuso Donald Trump.

Personalidades como Michael Jordan, Lady Gaga, Gloria Estefan, Halle Berry y Marcelo Tinelli compraron sus cuadros. El ex futbolista alemán Michael Ballack es uno de sus mayores aficionados: tiene más de 25 obras suyas. “La gente por suerte me sigue encargando cuadros”, cuenta y sostiene: “Siempre le di mucha importancia a ser feliz, lo otro viene por añadidura, yo pinto para ser feliz”.

El ex futbolista alemán Michael Ballack tiene más de 25 obras del artista argentino

El ex futbolista alemán Michael Ballack tiene más de 25 obras del artista argentino

Diseñar un cuadro virtual mediante Photoshop le demora entre media hora y 45 minutos. “Y materializarlo me lleva una semana. Uso técnica de trasferencia de imágenes. Empiezo a ponerle color a la obra y queda establecido”. Luego, del formato multimedia pasa a las exposiciones, que hoy están suspendidas.

“Cuando uno habla de los artistas piensa en gente de cine, de teatro, pero en mi caso represento a artistas plásticos. Mucha gente habla y cuenta que perdió su trabajo. Y para los artistas plásticos también es un momento muy complicado”, subraya sobre la actualidad.

En este difícil contexto, Vigilante deja un mensaje a sus colegas: “Les diría que se vuelquen a las redes sociales, que no me dejan de sorprender. Hay que seguir pintando, hay que seguir pensando el futuro. Estos momentos son para crear, todos los días son una nueva oportunidad. Debo ser el único artista activo en las redes sociales que sigo generando. Con el tema de la cuarentena tenemos que reinventarnos”.

De cara a futuro también surge la curiosidad: ¿quién será el próximo retratado? Alejandro prefiere no develarlo y responde a la pregunta invitando a descubrirlo en sus cuentas, que son una galería de arte abierta al público.

Ortiz Mayor: “el dibujo es el sostén de todo, de la figuración y la abstracción”

Fuente: La Gaceta ~ Misterio femenino entre las hojas. Un murmullo de luna se sienta en la desnudez. Se agita entre la prima y la bordona. Un vértigo vegetal siembra colores en el aire. El alma del cerro sueña paisajes en la guitarra. Nervaduras de savia surcan la vida que se detiene un instante en una mirada. En un latido. En el corazón de una mujer. Para desplegar alas de luz. “Siempre estuve dentro de lo figurativo, con la presencia de la naturaleza, el cuerpo y los objetos que aparecen en mi iconografía, pero los elementos abstractos están en mi obra, porque esas imágenes surgen del blanco y el negro, de líneas que recorren el papel o colores sobre la tela”, sostiene María Florencia Ortiz Mayor, pintora que ha hecho de Yerba Buena su patria chica. La artista fue seleccionada por la Embajada argentina en Washington para presentar la muestra individual “Sentir tucumano”, que reúne sus dibujos y pinturas.

– ¿Cómo se fue gestando tu inclinación por el arte?

– Mis pasos en la primaria, en la Escuela Rivadavia, estuvieron relacionados siempre con el dibujo y la pintura, donde la artista Mecha Romero nos introdujo en el arte y dejó en nuestra memoria imborrables anécdotas, como los concursos de pintura en los que participábamos con mis compañeras llevando algún premio para nuestra escuela, o verla dibujar a ella en la plaza, trazar sus líneas frescas con tinta o sus figuras potentes al pastel, que eran momentos mágicos. Mi madre, profesora de francés y lingüista, nos transmitió el amor por la literatura y el arte. Mi padre médico nos inculcó la dedicación al otro, la solidaridad y la entrega. De mis abuelos y abuelas, tíos y tías, tuve amor incondicional. Fueron los interlocutores positivos que me acompañan siempre. Simplemente mi vocación se despertó temprano. Y aunque también me interesaban otras cosas, en esos tiempos de joven (cuando ya cursaba la carrera de arte) trabajé como instrumentista en un sanatorio, amaba la idea de curar y ayudar. También el teatro ejercía en mí una atracción especial. Pero en el momento de decidir no tuve dudas: el dibujo y la pintura eran mi mundo.

– ¿Cómo era el ambiente en la Facultad de Artes?

– En los primeros años de facultad, por 1974, éramos muy pocos alumnos y muy unidos, pasábamos largas horas de taller y de estudio. Luego llegó la dictadura que trajo miedos, incertidumbre, compañeros desaparecidos. No teníamos demasiada conciencia de los riesgos que corríamos. Sobrevivimos, otros no.

– Gatti, Salas y Linares fueron tus principales maestros, ¿qué aprendiste de ellos? ¿Cómo era cada uno en la docencia y en el trato cotidiano?

Juan Bautista Gatti fue mi querido maestro, su talento, generosidad, sencillez y conocimiento del oficio en el dibujo y la pintura me generaban admiración y sorpresa. Sus temas eran variados, todo lo que hacía era novedoso y original, un gran docente. Caminaba por Yerba Buena, con su traje safari y sus anteojos oscuros. Un personaje querido, auténtico. Me dejó como enseñanza el trabajar para encontrar el camino y reforzar mis cualidades personales. De Aurelio Salas, el gran dibujante, recuerdo indicaciones precisas y valiosas. Observaba en silencio nuestros dibujos hasta que el clima de trabajo permitía que se explayara. Ezequiel Linares, con su entusiasmo y calidez, permitía una fluida comunicación. Las entregas de taller tenían humor y compromiso. Artistas como Gatti y Salas y varios de esa generación venían de la formación que por los años 50 dejaron su sello los maestros Lino Enea Spilimbergo y Lajos Szalay. De ahí la enorme trascendencia cultural de la plástica de nuestra provincia.

– ¿Hubo otros profesores que te mostraron un camino? ¿Incursionaste en grabado y escultura?

– En la Facultad de Artes, Raquel van Gelderen fue una artista y docente excepcional, una fortaleza en mi carrera y una gran amiga. La cercanía y amistad de los pintores Luis Lobo de la Vega, con su entrega total al paisaje, y Fued Amin, con sus objetos despojados de cualquier superficialidad, fueron artistas entrañables cuyo lenguaje trascendió, cada uno con su síntesis creadora. En el grabado y la escultura incursioné un tiempo en la Facultad; mi dedicación y profesión se centró en el dibujo y la pintura. Ahora he retomado el grabado de la mano de mi hija María Sol, redescubriéndolo y apasionándome.

– ¿Cuándo decidís “tirarte a la pileta” de la pintura?

– Cuando salí de la Facultad y decidí profundizar en lo mío y forjar un lenguaje a través de muchas horas de trabajo, exposiciones, viajes y encuentros artísticos. En 1992 mi colega y esposo H. Aníbal Fernández estuvo un año en Francia y Holanda con una beca. Yo viajé con mis hijos Matías y María Sol y nos encontramos allá. Ese viaje me dejó fuertes experiencias; el contacto con el arte a cada paso, en museos, galerías, con los artistas europeos y los argentinos radicados en París, enriquecieron mi mirada. Volví a mi tierra con alegría y determinación, con esa sensación de todo lo que tenemos para crear, se fortaleció mi trabajo y mi identidad tucumana.

– Aunque el paisaje está en el ombligo de tu obra, el desnudo y el erotismo tuvieron algún protagonismo en tus telas. ¿Cuál es el rol de la sensualidad en tu producción?

– Siempre estoy metida dentro de mi paisaje, Yerba Buena, desde mi casa veo el cerro y un pedacito de cielo entre los árboles; más allá La Rinconada, San Pablo con sus torres del ingenio, San Javier, Tafí del Valle y todos los paisajes de mi Tucumán, todos los climas, todos los verdes. Mi sentir tucumano está presente desde hace más de 40 años, se entrelaza con una guitarra, una luna, un cerro, una figura de mujer me permite recorrer el papel, la tela o el muro con una línea, un contraste, una textura, una pincelada. La sensualidad está en la forma de, no en el objeto en sí, está en mi relación con el material, es visceral. Ese material que elijo: carbonilla, pastel, tinta, acrílico, óleo o collage me permiten la exaltación de esos “detalles de la vegetación” donde me interesa capitalizar “lo no dicho” del paisaje y su presencia.

– ¿Encontraste en la docencia un modo de llegar también al otro? En el taller que tienes con Aníbal se ha formado gran cantidad de gente y varios han desplegado alas propias, ¿qué te genera eso?

– Desde el 79, la docencia ha sido una constante en nuestras vidas, y una pasión. Con Aníbal hemos profundizado en los procesos creativos para darle a nuestro taller la impronta de formación, aspectos técnicos y teóricos, “aprender a mirar” y principalmente la búsqueda de lo personal. En estos años de docencia han pasado por nuestro taller muchos alumnos y alumnas que hoy transitan su propio camino. Eso gratifica y entusiasma. Porque, en definitiva, el objetivo de un docente es motivar, enseñar y dejar que el alumno transite luego “sus otros pasos” en la creatividad.

 – ¿Qué te dejó la experiencia de haber estado al frente de la Dirección de Cultura en Yerba Buena? ¿Volverías a incursionar en la función pública?

– Fui directora municipal de Cultura de Yerba Buena, de 2008 a 2015. Nuestras actividades comenzaron en lugares como la Casa Cossio y Christie del Solar con festivales de cine, cursos de idiomas, talleres artísticos, festivales de música y narradores, encuentros de escritores, muestras… además de actividades en los barrios, las escuelas o los Caps, como el “teatro comunitario”. Aún Yerba Buena no tenía su propia Casa de la Cultura, hasta que con el apoyo de Nación concretamos la Casa del Bicentenario, inaugurada en 2011. La experiencia me dejó la satisfacción de haberme involucrado con las necesidades de la gente para redescubrir y valorizar nuestra identidad. Respecto a la pregunta si volvería a incursionar en la función pública: me interesa trabajar en proyectos creativos para mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo, en pensar la cultura como herramienta de cambio y desarrollo, y esos cambios vienen de decisiones políticas, y para eso hay que involucrarse y participar.

– ¿Cómo es tu proceso creativo? ¿Cuáles son tus desafíos ante la tela en blanco?

– No espero la inspiración para trabajar. Simplemente me instalo en el taller. Me guío por intuiciones, algo de imaginación y también improvisación. El espacio de juego está presente siempre. El oficio también. Influye mi entorno porque lo llevo cosido. Es lo inevitable. Comienzo por el dibujo. Después llegará el color cuando comience a sentirlo o me tomará de sorpresa. ¿Desafío ante la tela? Creo que siento el papel o la tela como un territorio para expresarme y no me hago películas ni me pongo metas lejanas. Vivo mi trabajo como algo cotidiano e importante para mí. Respecto a las expectativas de qué pasará después, no es mi prioridad, lo importante es ese día de trabajo que me devuelve el entusiasmo. Vengo de una formación donde el dibujo era el sostén de una obra. Por ahí algunos piensan que con las nuevas tecnologías puede pasarse por alto el dibujo. Te aseguro que no. El dibujo es lo que sostiene todo, en la figuración y en la abstracción. Se malinterpreta “dibujo” con “destreza de dibujante”. No hablo de destreza. Hablo del dibujo como tu mirada, tu particular mirada sobre el mundo. Es el recorrido que haces sobre el papel blanco, es la presencia de tus emociones… Es la construcción de la casa para el arquitecto, es la idea para el artista conceptual, es la palabra justa para el escritor, es la melodía para el músico.

Una muestra sobre mujeres artistas burla los cánones y el ideal universalizante masculino

Fuente: Télam ~ Diez años de trabajo y una investigación excepcional, que involucró acervos museísticos, colecciones privadas y archivos familiares dieron por resultado la muestra «El canon accidental. Mujeres artistas de Argentina (1890-1950)», que el jueves inaugurará el Museo de Bellas Artes con más de 80 obras de 44 autoras, unas ignotas y otras reconocidas y premiadas por el circuito del arte nacional, pero excluidas de su historia.

Son pinturas, dibujos, grabados, fotos y esculturas, a veces inéditas, otras exhibidas en mecas artísticas locales de la época pero luego invisibilizadas: no aparecen en los libros, no se enseñan en las universidades, no guían las muestras de los museos.

El Canon accidental

María Obligado, Leonor Terry, Carlota Stein… todas y cada una -la muestra suma otras 40 trayectorias, producciones y miradas- fueron omitidas de la historia del arte por una idea sexista de lo que en el mundo se puede y no se puede.

Recobradas del desinterés del canon masculino y patriarcal, y de la poca información que se conservó sobre ellas, las obras enriquecen la historia del arte con otras narraciones y con un concepto de pérdida que aún no se logra dimensionar: «Todo lo que materialmente ya no existe también está presente en esta exposición», dice a Télam la curadora, Georgina Gluzman.

El canon accidental. Mujeres artistas de Argentina (1890-1950), en el Museo de Bellas Artes.

El canon accidental. Mujeres artistas de Argentina (1890-1950), en el Museo de Bellas Artes.

La labor fue de hormiga, «implicó desarmar historias heredadas y movilizar fuentes de los más diversas para encontrar datos y ofrecer por primera vez un relato, no ‘el relato’, sino simplemente una historia posible de las actividades creativas de las mujeres en Argentina», remarca Gluzman.

«No creo que el canon pase por incluir dos o tres heroínas como Raquel Forner en la historia del arte. Eso ha fracasado como proyecto político y no ha servido para cuestionar las bases sexogenéricas de la disciplina»”

Georgina Gluzman

Habla de «un canon masculino y patriarcal que «recién comenzó a repensarse en Argentina hace unos 20 años» y que «hoy exige abrirse a las realidades de otres creadores de herencia cultural», ignorados por una unidad de medida que entroniza al varón, preferentemente blanco, heterosexual y de cierta condición social.

«El título de la muestra podría haber sido otro, pero quise hacer entender que este canon ha sido un accidente. La idea de canon está ligada indisolublemente a las jerarquías sociales y culturales, a algo que nos distingue como consumidores culturales, y es un poco lo que impone la agenda política y social de nuestro tiempo, por eso hay que abrir ese campo», asevera.

El canon accidental. Mujeres artistas de Argentina (1890-1950), en el Museo de Bellas Artes.

El canon accidental. Mujeres artistas de Argentina (1890-1950), en el Museo de Bellas Artes.

-Télam: ¿Por qué se eligió el período que va 1890 a 1950?

-Georgina Gluzman: Ese arco temporal es el que menos se había investigado. Durante mucho tiempo consideraron, salvo algunas voces notables, que en ese periodo las mujeres no hicieron mucho en el arte debido a enormes obstáculos que habrían pesado sobre ellas. Pero al investigar descubrimos una realidad totalmente diferente: muchísimas mujeres se integraron al campo del arte, trabajaron y vendieron obra, se profesionalizaron en el sentido más estricto y sumamente masculinista de la disciplina, pero no pasaron el filtro de la historia del arte. 1890 fue un año bisagra en la visibilización de las actividades artísticas femeninas. Fue cuando Josefa Aguirre Vasilicós intentó vender una escultura a la municipalidad de Buenos Aires, primero rechazada y finalmente emplazada en Liniers. A partir de esa fecha las artistas comenzaron a mostrarse como sujetos creadores modernos: querían vender obra y obtener reconocimiento. Y en 1950 cerramos, porque la segunda mitad del siglo XX colocó a las mujeres en la esfera pública de otra manera, mucho más clara, con la obtención de derechos políticos.

-T: ¿Por qué esas mujeres y no otras?

-G.G: Hubo razones prácticas, vinculadas a la conservación y puesta a punto de obra, y razones vinculadas con la marca que esas artistas dejaron en el relato histórico: unas fueron premiadas y otras integraron la cultura visual nacional sin que eso trascendiera, como Lucía Posadas con «El último sueño del General San Martín», una pintura que fue iconografía de texto escolar.

-T:¿Qué convicciones reivindica la leyenda «en el centro de» que se lee en el título de cada núcleo de la muestra?

-G.G: La noción de centro es clave para que les espectadores entiendan que las obras que están viendo no fueron marginales, que sus creadoras no fueron sujetos excéntricos, sino autoras que buscaron integrarse de mil y una maneras al sistema del arte. Muchas eran de medios sociales sumamente privilegiados, otras no, pero todas se situaron frente a la institución arte de una manera diferencial y todas pelearon por ese lugar.

-T: ¿Qué hace que una artista/profesional/obrera sea reconocida por sus pares, pero que ese reconocimiento no alcance los cánones?

-G.G: Si bien cautivaron a la crítica y se corrieron de la idea que la historia del arte ha dado de las mujeres como aficionadas o diletantes (vendieron obra a un valor justo, fueron retratistas, lograron exponerlas en grandes museos) la crítica seguía calificando su trabajo como femenino y esos prejuicios pasaron a la historia del arte, que como disciplina considera que los varones tienen mayor capacidad de crear capital cultural. No en vano el concepto ‘patrimonio cultural’ está basado en la idea del ‘pater’, una figura masculina que da autoridad. Muchas de las obras que veremos estuvieron expuestas en algún momento, pero a medida de que se fue consolidando ese canon hetero patriarcal esas obras fueron borrándose de las exposiciones.

-T: ¿Hay misoginia en esa degradación?

-G.G: Hay misoginia. La historia del arte es una disciplina conservadora, fuertemente atravesada por jerarquías donde el binarismo sexual ha estado siempre presente. Intentaron todo y fracasaron. Admiremos esa capacidad de trabajo ‘a pesar de todo’ porque mucha de esa obra se ha perdido y hay una dimensión de pérdida que no logramos conocer y que está presente en esta investigación. Esta muestra reivindica lo que estas creadoras lograron y lo que no, explora lo que les salió mal o dónde fallaron entre comillas. Es importante recuperar a estas mujeres como sujetos históricos completos y complejos. Hay una dimensión de pérdida que explorará la muestra y quienes la visiten se irán con la sensación cabal de que no saber sobre sus obras es una pérdida para ‘todes’.

«Muchas de estas obras tienen otra visualidad, un otro lugar con respecto a lo hegemónico en el arte, y otras están alineándose cien por ciento con las búsquedas de su tiempo»”

-T: ¿Cómo era la mujer representada por estas artistas?

G.G: Es frecuente encontrar obras de varones con una objetualización de las mujeres no solo sexual, las muestran como sujetos casi vacíos, pero muchas de estas artistas revelarán algo bastante diferente: intentan captar la subjetividad de las retratadas, se acercan al cuerpo femenino con mucha intimidad y fuerte carga erótica. Hay representaciones de mujeres no solo como sujetos reflexivos, en posesión de sí mismas, sino como sujetos profesionales, fotos de artistas mostrando su oficio y su capacidad creadora. Así como exploraciones de mujeres otras, fuera de los límites urbanos, sobre todo en la zona andina, refugio para muchos artistas varones que ahora mostrará su cara femenina. Mujeres que se comprometieron fuertemente en trabajar y exponer con otras mujeres, en estar juntas en el mundo.

-T: ¿Quiénes son hoy esas productoras?

-G.G: En gran medida en la actualidad el arte está negando la idea de que no se da a través de un cuerpo sexuado, de que el sujeto que habla es universal. Cada vez más ‘les’ creadores culturales, sobre todo mujeres y grupos LGBT+, se saben portadores de una diferencia y no buscan el ideal universalizante masculino, están hablando desde su subjetividad y planteando cuestiones políticas, identitarias, vinculadas con los derechos del cuerpo.