Fuente: Clarín – Tres pinturas del artista argentino Andrés Mariani estaban siendo subastadas este miércoles en Christie’s, la casa de remates más importante del mundo. Las obras del artista plástico rosarino integran la colección de guitarras icónicas del legendario “rockstar” británico Jeff Beck(1944-2023), que también serán subastadas en Londres. Incluyen la firma del propio músico y del popular actor Johnny Depp, quien fuera uno de sus entrañables amigos.
El evento, titulado “Jeff Beck The Guitar Collection”, se llevaba a cabo en la sede de Christie’s, en Londres. El dinero recaudado irá a la fundación Folly Wildlife Rescue, dedicada al rescate y rehabilitación de la fauna salvaje. Esa institución cuenta con el padrinazgo de Beck y Depp.
Las tres obras de Mariani subastadas en Christie´s son: «Homenaje a Jeff y Johnny», «The Best Guitars & Jazz» y «Homenaje a Johnny Depp». Cada una mide 145 centímetros de alto por 145 centímetros de largo y llevan las firmas del fallecido guitarrista y del protagonista del popular film Piratas del Caribe.
Sin embargo, entre las piezas más destacadas de Mariani se encuentra una cuarta obra dedicada a la actriz Hedy Lamarr, un homenaje que cautivó a Johnny Depp por completo y significa la llave de la subasta de las otras tres pinturas de Mariani en la capital inglesa.
¿Cómo llegó a Christie’s?
En julio de 2022, Andrés Mariani fue invitado a una muestra en Perugia, Italia. En ese lugar, más adelante se realizó un evento de jazz que contó con dos leyendas de la música y el cine: el guitarrista Jeff Beck junto a su gran amigo, Johnny Depp.Las pinturas del artista argentino Andrés Mariani, expuestas en Christie’s, la casa de remates más importante del mundo. Foto: gentileza.
Mariani regresó a la Argentina y se centró en un nuevo proceso creativo cuando se sumergió en las biografías y trayectorias de Beck y Depp. Allí encontró una fuente inagotable de inspiración: en cada pincelada logró canalizar la esencia ambos íconos de la música y del cine y poder plasmarla en sus obras fusionando a las figuras legendarias. Son las tres obras de la subasta.
Pero había una cuarta obra que creó Mariani en homenaje a la actriz austriaca Hedy Lamarr (1914-2000), una exestrella del cine en Hollywood. Depp quedó impactado por la pintura del artista argentino.
Mariani, junto su agente Ever Marincioni, intentaron sin éxito ubicar a Johnny Depp y Jeff Beck en las redes sociales para entregarle el lienzo y que fuera firmado por ellos. Pero un inesperado mail de Folly Wildlife Rescue llegó justo a tiempo. Curiosamente, la fundación cuenta con el patrocinio de Beck y Depp. Un productor del actor se puso en contacto con el artista argentino y así dieron con el músico británico y el popular actor estadounidense.
Las obras de Mariani fueron firmadas por Jeff Beck y Johnny Depp pasaron por varios países hasta que finalmente quedaron en poder de su creador, con la promesa de que sus trabajos puedan ser utilizados en una futura acción benéfica. Así, llegó la invitación para participar en “The Guitar Collection”, la colección de 130 guitarras de Jeff Beck que hoy será subastada en Christie’s.
Sobre el artista
Andrés Mariani nació en la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe) en 1970. Desde pequeño, mostró su talento cuando creaba caricaturas de sus compañeros y profesores en el colegio. A los 11, sus padres le regalaron materiales y lo anotaron en una escuela de dibujo. A esa edad ganó un concurso de pintura en Parque Lezama, cuyo logro trazó su carrera artística hacia el futuro.Las pinturas del artista argentino Andrés Mariani, expuestas en Christie’s, la casa de remates más importante del mundo. Foto: gentileza.
Mas tarde, los caminos de Mariani se cruzaron con el célebre escritor, dibujante y humorista rosarino Roberto Fontanarrosa, con quien compartió sus primeros pasos en el dibujo.
Su carrera continuó con 12 años de permanencia en Europa: vivió en Berlín, Dublín y Barcelona, donde instaló su atelier.
Los cuadros de Jean-Marie Basquiat, Gustav Klimt y Pablo Picasso son su fuente de inspiración aunque desarrolló su propio estilo al que denomina “Marinaitis” por su apellido, mezclando pintura con ilustración a través distintas técnicas y materiales, por lo que sus trabajos oscilan entre lo abstracto y lo figurativo: el artista suele trabajar con acrílico y óleo sobre lienzo utilizando espátulas y pinceles para plasmar sus creaciones que generan una conexión emocional con el espectador.
Luego, regresó a la Argentina donde actualmente dirige una galería-atelier en Puerto Madero y posee un estudio en el predio de la AFA, en Ezeiza.
Mariani retrata a estrellas del deporte mundial pero gran parte de sus obras están dedicadas exclusivamente a las figuras de Diego Armando Maradona y Lionel Messi, los dos mayores emblemas del fútbol argentino. También fueron intervenidas por los integrantes de la Selección Argentina.Las pinturas del artista argentino Andrés Mariani, expuestas en Christie’s, la casa de remates más importante del mundo. Foto: gentileza.
Sus obras recorrieron galerías y ferias de arte en todo el mundo: Barcelona, Londres, Nueva York, Buenos Aires y varios países árabes, incluso, en el último mundial de la FIFA en Qatar 2022, donde Argentina se consagró campeón del mundo.
Fuente: Buenos Aires Ciudad – Este 2025 comenzamos el año con una imagen esperanzadora de Benito Quinquela Martín.
Desde el 1º de enero se puede visitar en la Sala Alfredo Lazzari, la obra Imágenes en el crepúsculo de Benito Quinquela Martín. Abrimos, entonces, un nuevo año con esta imagen esperanzadora y con el siguiente testimonio del autor:
La realidad puede ser para mi arte un punto de partida, pero no de llegada. No tengo por qué seguirla en toda mi trayectoria de pintor. (…) La creación no puede estar supeditada a la contingencia de lo exterior. (…) Lo subjetivo y lo objetivo se complementan en el acto de la creación. (ANDRÉS MUÑOZ. Vida novelesca de Quinquela Martín, Buenos Aires, s/d, 1949 (pp.337-339).
Imágenes en el crepúsculo, muestra su tendencia a observar detenidamente las nubes y encontrar en sus brumosos límites la silueta de alguna figura lejana. En ellos, el tratamiento del cielo linda con el universo de lo onírico, sobre todo cuando los rayos de luz de las primeras horas de la mañana se abren paso entre la bruma. Estos aspectos distanciados de lo observable y más cercanos a la fantasía fueron recogidos en la exposición “Raras como encendidas. Las visiones de Quinquela”, realizada en el museo en 2016.
Fuente: Córdoba .gob.ar – Durante el verano, recorrer los museos de la ciudad ofrece a los visitantes una invitación a contemplar su historia, la belleza del arte, la identidad cordobesa y encontrar las obras más visitadas por el público.
Tal es así, que la muestra “Liberado de todo prejuicio” vuelve a convocar al público a una nueva mirada sobre la prestigiosa colección del Museo Genaro Pérez (General Paz 33). Con entrada libre y gratuita.
Las visitas se pueden realizar de martes a domingos de 09:00 a 19:00, con entrada libre y gratuita.
“Liberado de todo prejuicio”
Esta muestra fue ideada, curada y producida en su totalidad por los trabajadores de cultura del equipo del Museo y su Centro de Conservación y Restauración, custodios de esta atractiva colección de arte, patrimonio cultural de todos los cordobeses.
“El concepto curatorial parte de la línea de cómo uno interpreta, en el sentido de qué es arte o no, que nos gusta o no, romper con esos bagajes incorporados”, nos explica uno de sus trabajadores.
En esta ocasión, las obras se encuentran divididas por temáticas. En planta alta se encuentran los retratos, los paisajes en planta baja y las esculturas en la sala Precursores, que normalmente exhibe las expresiones artísticas de comienzo de siglo (Genaro Pérez, Emilio Caraffa, Carlos Alonso, Lino Enea Spilimbergo, y otros).
Un concepto curatorial versátil que servirá de guía para acompañar el recorrido con un gusto estético notable y redescubrir las obras más buscadas en el museo, entre ellas:
Manuel Cardeñosa, La Figura (109)
La obra de Manuel Cardeñosa se exhibe en una vidriera que permite ver ambos lados de la tela, que fue reutilizada por el pintor.
Tras bambalinas: existe una leyenda en voz baja, pero que dice mucho más. En el cuadro “La Figura” aparecen pintadas dos mujeres, supuestamente de un lado la esposa del artista. Y del otro del bastidor también se puede apreciar otra mujer, en el reverso de la tela e invertida, dicen que sería su amante. Según cómo sea el montaje de la obra, alguna de las dos mujeres queda cabeza abajo.
Cardeñosa (1860-1923), español radicado en Córdoba, fue colaborador de Emilio Caraffa en la Academia Provincial de Bellas Artes y luego subdirector de esa escuela.
Carlos Alonso, Mujer a punto de llorar (1969)
No puede pensarse la historia del último medio siglo de la Argentina sin la obra de Carlos Alonso (1929). Sus obras se transforman en secuencias que la tensa, la denuncia, la interpela y la enmienda, al tiempo que la sabe irreparable por su propia historia.
Esta obra se llama “Mujer a punto de llorar”, es una obra de1969. Representa la modelo recostada sobre almohadones.
La tonalidad de los pocos colores que tiene un fondo con colores tierra, y el negro de la tinta china, porque es una técnica mixta. Lo más notable es esa incansable y larga línea que tiene para marcar los contornos de la figura.
Retratos de Genaro Pérez, uno de los precursores de la pintura de la Córdoba del siglo XIX
Genaro Pérez (1839) fue potentemente influido por las temáticas religiosas (además de pintor fue un prominente abogado y llegó a ser doctor en Teología) se dedicó a su vez al retrato de las personas de su entorno social y sobrevoló, con gran pericia, motivos costumbristas y paisajísticos, asociados a su terruño.
Antonio Berni, Bataclana (1964)
Ramona Bataclana es un xilocollage de 107 x 61,3 cm, realizado alrededor de 1964. Esta obra forma parte de la serie de Berni que aborda la representación de la mujer.
Antonio Berni (1905) fue un artista comprometido que buscó crear conciencia sobre la vida de los sectores marginados. Sus obras reflejan la crisis económica y social de Argentina, y son una crónica de la vida política del país.
Fuente: La Nación – Con su hija Lily como modelo, el óleo pintado en 1937 ingresó al acervo del museo en 1940 como premio adquisición del Salón Nacional; el público tendrá oportunidad de ver esta “masterpiece” a partir del martes 21 en la muestra “Museo secreto. De la reserva a la sala”, que reúne 300 obras, la mayoría nunca exhibidas
“Lo que recuerdo es que lo pintó en etapas, le llevó bastante tiempo hacerlo. Yo en ese momento tomaba el tranvía para ir a la escuela de danzas y cuando volvía tenía que posar para él, me hacía poner en posiciones distintas que iba probando. No sé si mamá posó para este cuadro, no estoy segura”, había dicho Lily Berni, la voz chiquita, gastada por el cigarrillo en su bunker en la calle Boulogne Sur Mer, primavera de 2004. Al mismo tiempo, su figura como estudiante de danza en la pintura llevaba meses en el departamento de conservación del Museo Nacional de Bellas Artes donde había ingresado en 1940 como premio adquisición del Salón Nacional. Su destino inminente era la exposición Berni y sus contemporáneos con la que el Malba celebró los cien años del maestro rosarino en 2005.
Primeros pasos, la obra que abre la puerta al mundo íntimo de Berni, tendrá una nueva oportunidad ante el ojo público cuando el martes 21 se abra Museo Secreto. De la reserva a la sala, una exposición de 300 obras (muchas nunca antes exhibidas) entre las que se cuenta esta masterpiece que llevaba seis años sin colgarse. Una limpieza superficial alcanzó esta vez para que una obra clave de la iconografía de Berni ejecutada en 1937 vuelva a deslumbrar con su cruce de arte clásico y vanguardia, interior urbano y paisaje rural, historia social y álbum familiar en casi cuatro metros cuadrados.
Si bien Primeros pasos marca la salida del Berni más consustanciado con la militancia de izquierda a través de sus arpilleras de aspiración muralista (Manifestación, Desocupados o Desocupación) y su consagración en el sistema del arte argentino a los 35 años, en esa escena de resonancias metafísicas el entrevero entre lo doméstico y lo social está exacerbado por la ausencia del contexto. Como si la suspensión hierática de su mujer Paule Cazenave y su hija Lily en ese limbo entre un interior urbano teatralizado y un fondo rural que es siempre la memoria de la chacra familar en Roldán, Santa Fe, representase al fin las vicisitudes del pintor desde su regreso a la Argentina tras la beca que lo había premiado como adolescente prodigio con un viaje a Europa en 1925. Enviado para perfeccionarse en las beaux arts, Berni volvió modernísimo: surrealista, freudiano y marxista. En pareja con una mujer francesa que fumaba y usaba pantalones y a la que había conocido como secretaria de Henri Barbusse en la revista Clarté en la que había firmado nada menos que Lenin. Nada que el régimen conservador, el sistema del arte y hasta su familia hubieran deseado.
Con su impronta neoclásica, conocida en Europa como retorno al orden tras el sacudón vanguardista de los años 20, Primeros pasos marca el fin de la pulseada entre Berni y el establishment de las bellas artes. Tras su colaboración con el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros en Ejercicio Plástico, Berni presenta Desocupados en el Salón Nacional de 1935 donde es rechazada tanto por su temática como por su materialidad de arpillera y temple que aleja la obra de los materiales nobles.
Un año después insiste con Chacareros, otra obra de grandes dimensiones pero que se adapta a la convención del óleo y la composición clásica. La obra inspirada en el Grito de Alcorta de 1912, una disputa rural entre inmigrantes y terratenientes, terminará como escenografía del discurso encendido de Elisa Carrió frente al Sívori en el marco del conflicto entre el campo y la administración de Cristina Fernández de Kirchner en 2009. Así, el cuadro arrastraba una disputa ideológica profunda tal como lo registró en setiembre de 1943 el diario socialista La Vanguardia. “Ha bastado que Berni llevara a sus telas algunos motivos sociales (…) para que se lo acusara lisa y llanamente de elemento subversivo, de peligroso enemigo del orden constituido. Y las consecuencias no han tardado en hacerse sentir. En el Salón Nacional el óleo Chacareros mereció el segundo premio municipal y fue adquirido con destino al museo Municipal. Allí se encontraba hasta hace algunas semanas, en que fue retirado por orden de las autoridades, con el pretexto de que el asunto es extremista, izquierdista o comunista. Todos los que han visto el cuadro sonreirán ante semejante acusación”.
En esta secuencia, Primeros pasos resulta una de las habituales negociaciones de Berni con el sistema del arte y la política, aunque para nada una claudicación. La presencia melancólica de Paule frente a la máquina de coser expone su desarraigo europeo, pero ella es la fuerza por detrás del ojo-máquina de Berni. No solo por introducirlo en los cenáculos del Partido Comunista francés sino por haber sido la responsable de zurcir las bolsas de arpillera que llegaban de Tucumán a Rosario para facilitarle el soporte artístico e ideológico en el que se sostuvieron por 90 años Manifestación y Desocupados.
Poder verla en el primer plano una vez más es una reivindicación en toda la línea. Ya en 1999, durante la gestión de Jorge Glusberg, la escena que el historiador rosarino Guillermo Fantoni asocia a una annunziacione del Quattrocento había ganado la tapa del libro Obras Maestras del Museo Nacional de Bellas Artes. Tan icónica como Manifestación, la escena familiar de Berni anticipa el empoderamiento de las mujeres.
El archivo de Lily Berni daba cuenta de que la obra se realizó en la casa donde los tres vivieron al llegar de París, con una larguísima escala en Rosario, en 1936 y hasta poco antes de 1950. El departamento 2 del pasaje Bernasconi, Rivadavia 4893, frente al Parque Lezica, una fila de casas de alquiler que sería demolida hacia 1957. En 2004, Lily era también la voz por detrás de la máquina (de coser): “Ella estaba un poco al margen de la moda y si hubiera querido tampoco tenía guita para hacerlo. Entonces muchas veces se hacía ella misma la ropa y todo lo que tenía era el juego de cama de hilo que vino todo para la Argentina. Durante años, ella se vistió y me vistió a mí con las sábanas de hilo. También recuerdo que se había traído del campo una piel de vaca, blanca y negra, y como tenía un tapado viejo con las mangas gastadas, se las sacó y le armó unas nuevas con el cuero de vaca. También se hizo un sombrero de alas anchas, con ese mismo cuero”.
Mientras tanto, el mundo hervía. Primeros pasos se hizo en el advenimiento de la Guerra Civil Española y el departamento 2 del pasaje Bernasconi no era ajeno al cimbronazo. Lily recordaba en 2004 que en esa casa donde el rosarino también tenía su taller se había dispuesto un mapa donde el artista marcaba con chinches de distinto color las posiciones republicanas y fascistas. Ella lo seguía como una mezcla de TEG y radioteatro distópico. Al punto de recordarse con ocho años llorando con Paule con el diario Crítica desplegado en una mesa y el título catástrofe: “Cayó Teruel”. De esos materiales, además del óleo consagratorio, estaban hechas la costurera y la pequeña bailarina. Desde su ingreso a Bellas Artes pasarían veinticinco años para que Berni tuviera su primera muestra retrospectiva. Se inauguró el 19 de junio de 1965, en el Instituto Di Tella, el mismo día que Paule murió.
Fernando García es autor de Los ojos. Vida y pasión de Antonio Berni (Paidós), entre otros libros
Fuente: Infobae -Son siete tapices “cinematográficos” que cuentan una batalla fundamental para el balance de poder en el siglo XVI. Ahora se exponen en Estados Unidos.
Solo duró unas pocas horas. Fue realmente una derrota aplastante. Pero la Batalla de Pavía, que cambió el equilibrio de poder en Europa, fue un evento de acción arrolladora y complejidad desbordante que tal vez solo un Stendhal o un Tolstói podrían haber narrado.
Lamentablemente, esos grandes novelistas del siglo XIX no estaban presentes durante el Renacimiento. Así que le correspondió a otro tipo de artista conmemorar la batalla. Les correspondió a los tejedores de tapices.
Después de ver su trabajo, estoy agradecido de que así fuera. Nunca había visto una exposición como Arte y guerra en el Renacimiento: los tapices de la Batalla de Pavía. Los siete tapices que componen la muestra son cinematográficos en su alcance, dinámicos en su composición y ricos en detalles que son a veces exquisitos, a veces violentos de manera repugnante. Seguramente están entre las obras de arte más notables jamás creadas por manos humanas.
Detalle del «Duelo entre Francisco I y el marqués Civita Santangelo», diseñado por Bernard van Orley y tejido en Bruselas en el siglo XVI. (Randy Dodson/Museo e Real Bosco di Capodimonte)
Cada uno de los siete tapices mide unos 8,5 metros de ancho y 4,2 metros de alto (28 pies por 14 pies). Fueron tejidos con lana, seda e hilos de oro y plata por maestros artesanos en un taller de Bruselas. Los tejedores trabajaron a partir de dibujos preparados según diseños del artista flamenco de la corte Bernard van Orley (circa 1488-1541).
Los tapices representan vastas escenas delirantemente agitadas de una batalla crucial del siglo XVI entre las fuerzas de Francisco I, el rey de Francia, y Carlos V, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Ver los siete juntos se siente casi indecente: como devorar algo a lo que uno no puede resistirse.
Los tapices han sido prestados a Estados Unidos por el Museo y Real Bosco de Capodimonte en Nápoles. La exposición está en el Museo de Young en San Francisco tras haber sido exhibida en el Museo de Arte Kimbell de Fort Worth. Después de San Francisco, viajarán al Museo de Bellas Artes de Houston. Puedes imaginar, quizás, la logística involucrada y por qué es poco probable que una muestra como esta suceda de nuevo en mucho tiempo.«La invasión del campamento francés y la huida de las damas y sirvientas». (Museo e Real Bosco di Capodimonte)
La geopolítica renacentista era notoriamente compleja, pero la historia básica puede contarse de manera sucinta: en 1524, Francisco I de Francia llevó a sus fuerzas hacia Italia. El Sacro Imperio Romano Germánico y Francia eran las dos potencias más importantes en Europa. Inevitablemente, estaban enfrentadas.
El Sacro Imperio Romano Germánico consistía en España, Nápoles, Sicilia y Cerdeña en el sur y, en el norte y este, los Países Bajos, el Franco Condado y los territorios austriacos de los Habsburgo. Carlos V, que tenía 19 años cuando asumió el papel de emperador, era el hombre más poderoso del mundo, y quería rodear a Francia. Para lograrlo, necesitaba impedir la invasión de Italia por parte de Francisco I.
Francisco I tomó Milán, la “llave de Italia”, y luego sitió Pavía, una ciudad no muy al sur. Después de más de cuatro meses, las fuerzas imperiales de Carlos V, bajo el mando de Carlos de Lannoy, llegaron para ayudar a los defensores de Pavía.«La invasión del campamento francés y la huida de las damas y sirvientas», un cuadro con historia. (Museo e Real Bosco di Capodimonte)
En la mañana del 24 de febrero de 1525, las tropas imperiales irrumpieron en un parque cerrado donde dormían las fuerzas francesas. El ejército francés logró un contraataque. Pero estaban desordenados. Muchos de los soldados imperiales de Carlos contaban con nuevos mosquetes con balas perforadoras de armaduras, una ventaja tecnológica que fue determinante para que la batalla terminara al mediodía. Francisco I fue capturado y llevado a España, viendo acabado su deseo de controlar el norte de Italia.
Durante el Renacimiento, los tapices eran más prestigiosos que las pinturas. Eran increíblemente caros de producir. Favoritos de las cortes itinerantes porque eran portátiles (bastaba con enrollarlos), por su textura calentaban los interiores de los castillos y palacios donde se colgaban. También proporcionaban algunas de las imágenes más grandes y elaboradas en una época en que las imágenes eran escasas.
Los tapices se crean tejiendo hilos de colores (la trama) sobre y bajo hilos lisos paralelos y tensos (la urdimbre), que estos ocultan. El diseño es inseparable del material. No está impreso, pintado ni bordado sobre una tela preexistente.
Los dibujos (cartones) que los tejedores copiaban podían colocarse inmediatamente debajo de la urdimbre (si estaba en posición horizontal) o detrás de esta (si estaba en posición vertical), para que los tejedores tuvieran una referencia más directa. Los hilos de urdimbre podían también conectarse a pedales para crear aberturas, o caladas, lo que permitía combinaciones más complejas de urdimbres y tramas.
El mayor desafío pictórico que enfrentaban los tejedores de tapices era crear una ilusión de volumen y profundidad. Dado que las sutiles modulaciones de luz y sombra son muy difíciles de lograr con hilos, los diseños de tapices tendían a ser planos y congestionados. Pero, como señaló Tom Campbell, director de los Museos de Bellas Artes de San Francisco y un estimado experto en tapices, en una reciente charla sobre los tapices de Pavía, el medio fue transformado cuando el papa León X encargó a Rafael diseñar tapices para la Capilla Sixtina en 1514.
Rafael pintó diseños que empleaban espacios vacíos, líneas perspectivas y figuras dinámicas y redondeadas. Los tapices terminados, que fueron entregados al Vaticano en 1520, costaron cinco veces más que las pinturas de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel, e inspiraron a Bernard van Orley, trabajando en Bruselas, entonces el centro de producción de tapices, para crear más espacio y volumen en sus diseños.
Los tapices de la Batalla de Pavía parecen haber sido encargados poco después de la propia batalla. El número de hilos de urdimbre y trama es muy alto. Se han utilizado generosamente hilos de oro y plata en toda la obra.
Aunque todos los tapices de la Batalla de Pavía muestran violencia, esta no parece gratuita ni ajena a los costos reales de la guerra. Los asedios y los intentos de romperlos eran comunes durante el Renacimiento (y, de hecho, en toda la historia humana). Estos tapices contextualizan la violencia al situarla contra la ciudad y en medio del mundo natural.
Es difícil no sentirte involucrado. Las patas delanteras de los caballos heridos se doblan y sangran. Cabezas decapitadas ruedan por el suelo, entre las piernas de hombres que siguen luchando con determinación. Civiles huyen de un campamento invadido, llevando consigo aves de corral, monos domésticos y las ropas y objetos de valor que pueden cargar. Hombres se aferran a ramas o se ahogan tratando de nadar hacia la seguridad. Milagrosamente, los tejedores capturan la translucidez del río que corre tras ellos, burbujeando y chapoteando, segundos antes de que mueran.
En el primer plano, vemos hombres con pantorrillas abultadas, manos venosas y hocicos toscos que salen de trincheras. Empuñan largas espadas que clavan en las cabezas de los combatientes enemigos. Cuando nos acercamos lo suficiente, podemos ver cómo los tejedores deliberadamente hicieron que el propio tapiz se abultara, logrando que sus cejas bulbosas y cuencas oculares hundidas tuvieran un relieve escultórico adicional.
En la distancia media, vemos incendios y edificios en llamas: las torres de Pavía, el castillo de Mirabello. Más lejos y más alto, observamos las tiendas del campamento sitiador y la línea alta del horizonte. En algunos de los pasajes más hermosos de los tapices, también vemos maleza, flores, juncos y pequeños árboles en asombroso detalle y profusión. La magnitud de todo es impresionante.
Fuente: Rio Negro – Guido Ferrari es de La Angostura y, en 10 años de carrera, su obra recorre todo el mundo.
«No me permitía pensar que el arte era mi camino y me costó mucho animarme. Mas que nada por los tabúes personales y culturales: el artista se caga de hambre, es hippie, es bohemio«, afirma Guido Ferrari que nació en Bariloche, se crió en Villa La Angostura y lleva 10 años abocado al oficio de la pintura.
Ya desde pequeño se vio seducido por el dibujo, las acuarelas y la música. Y de grande, trabajó como diseñador, en teatro, en animación de videojuegos y hasta en carpintería. Todo le gustaba, pero nada lo terminaba de satisfacer del todo, como sí ocurría con la pintura.
«Recuerdo que tenía un trabajo ideal, como animador de videojuegos en una gran empresa y no me llenaba. Trabajaba 8 horas, pero volvía y me ponía a pintar. Me salteaba la cena casi siempre para poder pintar. Me ponía como objetivo hacerlo todos los días», recuerda.
En ese momento, tenía tan solo 20 años y llevaba adelante un blog a donde subía algunos de sus pinturas. Un día, recibió un mail con una invitación para exponer en una muestra de artistas latinoamericanos en Estados Unidos. «Largué mi trabajo y tomé la decisión de volcarme a la pintura profesionalmente«, cuenta este hombre que hoy tiene 30 años.
Hasta ese momento, Guido vivía en Buenos Aires, pero regresó a La Angostura para poder pintar paisajes, arrayanes, ciervos de la zona. Siempre al aire libre.
«No fui a ninguna escuela, lo hice por intuición y luego encontré maestros en el camino que me ayudaron. La naturaleza fue mi gran maestra. Me encanta porque no es algo estático«, define, al tiempo que explica que «se generan diversas emociones: se siente el aire fresco, el ruido de los animales o la aventura de subir una montaña. He dormido con tormentas de nieve. Todo eso me aporta la riqueza que necesito para la pintura. Me inspira«.
Guido suele iniciar el trekking en cerros de 2000 metros de altura en la Patagonia para desplegar su trabajo artístico. No es fácil ya que debe caminar entre cuatro a seis horas, con todo su equipo a cuestas. «Tenemos montañas muy salvajes y es bastante forzoso. En los Alpes también me pasó de pintar a 4000 metros de altura. O en Islandia. De reflexionar sobre el lugar a donde estoy. Aislado del mundo. Tengo suerte de hacer lo que tanto me gusta hacer», evalúa.
En 2018 logró exhibir sus cuadros en siete países de Europa. «Viajé todos los años siguientes a Islandia, Bulgaria, Eslovaquia, los Alpes suizos y austríacos, Dinamarca o París», comenta Guido que acaba de llegar del parque nacional Iguazú donde pintó las Cataratas, ante la presencia de los huéspedes de un hotel. Ya lo contactaron de otro establecimiento hotelero del lado brasileño de las Cataratas, para replicar el trabajo.
«Así voy viajando por todo el mundo y estoy agradecido de hacer lo que amo. Aunque hay que trabajar mucho para llegar acá: no es que pinto dos cuadros por mes y me tiro panza arriba», advierte.
Cuando arrancó, asegura, no tenía dinero ni siquiera para comprar materiales ya que «son caros, entonces desarmaba bastidores con lo que encontraba y pintaba con lo que había». «Todo eso el cliente no lo sabía. Desde que elegí este camino, nunca dudé, aunque haya pasado hambre. Pasé momentos en que debía dormir tres horas para llegar a un trabajo que tenía comprometido. Pero sabía lo que quería», dice.
«¿Cuánto se valora el arte en Argentina y cuánto incide el contexto socioeconómico?», se le consulta. «Hay una cuestión lógica -responde-. En Europa, la mayoría de la población no tiene problemas económicos. Tiene auto y casa y, por lo tanto, espacio para ocuparse del arte o de las cosas más espirituales«. Sin embargo, considera que a la población «se le puede inculcar el amor por el arte, más allá de la situación económica».
«En Argentina la gente está acostumbrada a decir que no consume arte, pero está suscripta a Netflix o a Spotifi. Hay que ver otras aristas del consumo de arte. Quizás no podes comprar una pintura, pero aportas yendo a exhibiciones», manifiesta. Recuerda que cuando arrancó con la pintura a nivel profesional en La Angostura, la gente no se sumaba a ningún evento. En el 2000 el grupo La Portuaria, en pleno boom, ofreció un show gratis y «había nueve personas» en el público.
«Yo tuve mucha suerte con el turismo y apunté a ese público que, luego, me abrió las puertas al mundo. Pero no es cuestión de suerte sino de trabajo», considera.
En general, Guido usa acuarelas y óleo con espátulas. «Pinto con espátulas grandes que me aportan una riqueza de las texturas que busco y velocidad para pintar al aire libre«, define. ¿Por qué es tan importante la velocidad en su trabajo? Se refiere a los impresionistas que «pintaban una obra en el exterior donde veían que la luz cambiaba cada siete minutos; en una hora el cielo era distinto. Con un atardecer, pasás del día a la noche en tan solo una hora. Por eso, se requiere cierta velocidad o memoria para pintar ese momento. De modo que la expresión sea lo más sincera posible».
En diez años de trabajo, Guido ya está llegando a los 1000 óleos y dice no tener una obra favorita. Repite, divertido, que «la mejor está por venir».
Fuente: Clarín – «Multiplica/ los motivos/ no argumenta”. Estos versos pertenecen a Ir al Motivo, último libro del poeta hispano-argentino Mariano Mayer. Según el autor, el motivo sería una situación contemplativa adonde llegar de a poco, antes que una causa original que conocer y asunto cerrado.
Además de poeta (o por eso), Mayer es curador de arte. Es el artífice de la mega-muestra Un lento venir viniendo, con obra del coleccionista Alec Oxenford, que hasta el 23 de febrero se puede visitar en la Fundación Iberê de Porto Alegre. Otra vez el título (inspirado en Macedonio Fernández), va no busca conjugar un sentido definitivo. Más bien, señala un proceso que le demanda tiempo y tempo al espectador.“Soy un disfraz de tigre”. De Cecilia Szalkowicz
Con este tercer y último capítulo, termina de exponerse en Brasil una selección de arte contemporáneo argentino de la colección Oxenford, que comenzó en el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói (Rio de Janeiro) en 2022, y continuó en el Instituto Tomie Ohtake paulista el año pasado. Las tres han sido curadas por Mariano Mayer. En las semanas previas a la inauguración, el 6 de diciembre, el emprendedor y coleccionista fue sorpresivamente designado embajador en Washington; esto explica que Oxenford, quien estuvo presente en el montaje, declinara conversar con la prensa.
Si en el primer capítulo, brilló literalmente la “Esfera Blanca” de Julio Le Parc, y en el segundo se destacó “Everything” de Guillermo Kuitca, esta vez la muestra colectiva consta de 49 obras de 39 artistas (sumando las tres escalas, fueron más de 100), de generaciones y escuelas diversas. Las piezas van desde la pintura y la fotografía hasta la escultura, el video, la instalación e incluso la performance (“Soy un disfraz de tigre”, de Cecilia Szalkowicz, una pasarela donde los modelos exhibían fotos).
Entre los artistas, una leyenda de los 60 como Oscar Bony (1941-2002); además, participaron íconos de los eclécticos 90 –Sergio De Loof, Alberto Goldenstein, Jorge Macchi, Karina Peisajovich y otros–, sin contar a los primeros consagrados internacionalmente en este siglo –Diego Bianchi (un must de este ciclo), Faivovich & Goldberg, Luciana Lamothe (envío a la última Bienal de Venecia)– y las firmes promesas, caso Paula Castro, Dudu Quintanilha, Clara Esborraz, Mariana López, Valeria Maggi y el veinteañero Ulises Mazzucca. Es la mayor exposición de arte contemporáneo argentino que se haya concretado en Brasil.“Cuando la casa se quema”. Paula Castro
El futuro de una colección
Así como Mayer recontextualiza frases y versos ajenos en su poemario, al poner las obras de otros en escena parece escribir un gran poema visual propio. Explica: “Pienso la literatura como la base de lo que hago. Aquí quise que la literatura fuera el eje, y apareció un narrador de Porto Alegre, Joao Gilberto Noll, que inventa una forma de descomponer la realidad y de rearmarla en sus novelas. Encontré entre Noll y el arte argentino preguntas similares: Qué hacer con la vida y con el mundo donde estamos. Me basé en su novela A cielo abierto (1996), en cómo ahí los mundos y los vínculos se componen y se descomponen constantemente”.
Erigiendo su blancor brutalista, la Fundación Iberê perfila una excepción en esta Porto Alegre más fluvial que marítima, tan cerca de La Habana como de Miami. Aporta la escenografía ideal para Un Lento Venir Viniendo 3, cuyo objetivo es proteger el arte de cualquier hermeneútica al uso.Oxenford Porto Alegre
“Desde un principio la colección se ha pensado desde una autonomía”, aclara el curador. “Hay un nombre propio (en alusión al coleccionista), pero la colección lo excede. Tiene que ver con un hacer permanente y con el apoyo a los artistas”.
En efecto, Oxenford decidió ceder el control de su Colección al equipo que forman Mayer y Érica Bohm, la coordinadora general. Podríamos decir que en 2024 la base financiera del arte argentino salió del closet y hasta se mediatizó. Eduardo Costantini presentó públicamente su proyecto Malba Puertos, mientras el coleccionista Andrés Buharfue noticia por su inversión en la obra argentina más cara de la historia. A Mayer le interesa que los visitantes den con el motivo desde “la potencia de lo inestable y de la indefinición”. Claro, no resulta nada fácil contagiar ese interés en términos estéticos hoy día. Tal es su desafío.
Fuente: Clarín – Un hombre ya viejo, anciano. Sus rasgos parecen líneas fuertes, por él mismo dibujadas. Su pelo muy blanco irradia, en medio de tantas cabezas jóvenes. Desafiando a su padre, Joaquín Torres García se había negado a aprender un oficio que lo alejase del arte. También había protestado, en sus años mozos, frente a la posibilidad incipiente de la docencia. El final de su vida, sin embargo, lo encontró siendo un maestro con eme mayúscula. Uno de esos que, ceñido en estructuras tan claras como las de su profesado Universalismo Constructivo, era capaz de enseñar la potencia espiritual de un símbolo y, por ende, la del propio ser humano.
La foto que lo muestra junto a sus alumnos jóvenes (algunos de ellos de pantalón corto, como la moda social exigía a los menores de 14 en ese entonces) pertenece al momento en que el maestro Torres volvió a su Montevideo natal, tras una vida de periplos, hallazgos, desilusiones y éxitos en Europa y Estados Unidos. Y forma parte de la muestra Joaquín Torres García. Ensayo y convicción, con que el MNBA rinde homenaje al uruguayo, a 150 años de su nacimiento.Estilo Toulouse Lautrec. Tapa ilustrada, 1899. Colección MNBA. “Catedral constructiva”, 1931. Foto: Mariana Nedelcu.
La exposición cuenta con la curaduría de la investigadora Cristina Rossi, y fue íntegramente desarrollada junto al equipo del Museo. Reúne obras propias de la colección, a las que se suman préstamos especiales de otros museos y colecciones privadas. El resultado no es sólo una mirada exhaustiva sobre la obra del maestro, y un abordaje crítico más allá y más acá del Universalismo Constructivo, la doctrina ética y estética que desarrolló a lo largo de su extensa vida artística, sino también un acercamiento más íntimo a sus cavilaciones, sus contradicciones y sus angustias. El lado B de uno de los artistas latinoamericanos más importantes y más conocidos del siglo XX. La arista oscura que no solo lo vuelve joven en su aniversario número 150, sino también humanamente inspirador.
Pero ¿cómo se hace para seguir encontrando, en la obra de un artista de su talla y su circulación (Torres es conocido ¡y adorado! por todos) aspectos originales, que nos permitan volver a verlo con ojos nuevos? “Hay que hacer lecturas a contrapelo de las que ya se hicieron”, responde Rossi en la sala del Bellas Artes.
Vivan las lecturas a contrapelo
El viejo consejo de Walter Benjamin a los historiadores (“pasar el peine a contrapelo de la historia”) se transformó, para la curadora, en un ejercicio tan riguroso como amoroso en el que, fiel al estilo del maestro uruguayo, supo tejer una red de colaboraciones y aportes. “Para Torres lo colectivo era fundamental”, resume y se hace eco de esa máxima: las extensas charlas con Manuel Aguiar (alumno del Taller Torres García de Montevideo), la mirada del crítico uruguayo Juan Flo y el relevamiento gráfico que el grabador rosarino Emilio Ellena hizo de la obra del maestro son algunos de los aportes de los que se valió la curadora para configurar su mirada sobre el artista. El extenso catálogo de la muestra, que el Museo logró publicar junto con la apertura de la expo, cuenta además con textos de Gonzalo Aguiar y Silvia Dolinko.Documentos de Joaquín Torres García en el Museo Nacional Bellas Artes. Foto: Mariana Nedelcu.
“Muchas veces pensamos en un Torres monolítico y en verdad tenía convicciones oscilantes”, cita Rossi las palabras de Flo, para dar cuenta de algo que suele pasar con todos los artistas de vanguardia. “Queremos encerrarlos en un cajoncito para quedarnos tranquilos, pero lo cierto es que, en el caso de Torres, no se puede. Porque no era un doctrinario”, explica la curadora. “Sí, era muy dogmático en sus textos. Y para él la escritura era muy importante, era el lugar en el que él podía llegar a ver reflejado su propio pensamiento sobre la pintura. Por eso me parecía muy importante poner en contexto su producción teórica. Él escribía, pero después hacía lo que quería”.Joaquín Torres García
Entonces aparecen, junto con las obras constructivas más conocidas del artista, sus otros momentos, estados anímicos y elucubraciones sobre el arte y la pintura: los figurines al estilo Toulouse-Lautrec con que se ganaba la vida ilustrando revistas catalanas; el clasicismo casi adolescente de sus primeros murales; su apología (demasiado demorada y metafísica, para los modernismos europeos) del arte primitivo a finales de los años 20.
Junto a sus paisajes reticulares, en los que cada celda encierra el espacio de un edificio pujante, de un automóvil, una chimenea o un transeúnte, aparecen otros. Unos fuera del tiempo y de los dogmas, en los que las manchas andan sueltas por la tela y parecen obedecer menos a una intención comunicativa cavilada, que al impulso lúdico de pintar por pintar.De colección. “Constructivo 7a Sinfonía Shostakóvich”, 1943. Foto: Mariana Nedelcu.
Para la muestra también ocupan un lugar fundamental los murales, juguetes y otras producciones, como las artes gráficas y los cuadernos caligráficos. “El Torres grabador era desconocido incluso para la familia”, menciona la curadora, que presenta las xilografías y litografías del artista relevadas por Ellena, junto a tintas y dibujos. “Todo lo que Torres hacía le servía para algo”, define Rossi.
Así entonces, los juguetes de madera que realizó en Nueva York, candorosas figuritas de colores que representaban animales y personas le servían, además de para ganar el pan para sus hijos, como forma de enseñar color y forma a sus estudiantes. Es que, paradójicamente, aquel joven que refunfuñaba por dar clases, devino un maestro apasionado. “Tenía una gran ilusión con los juguetes, y fue solo después de que fracasó el proyecto cuando retomó íntegramente la pintura”.
Para el momento en que el maestro volvió a Uruguay ya había vivido en Barcelona, Nueva York, París, Madrid y alguna región de Italia. Había intentado sin mucha suerte entrar en contacto con Picasso, se había acercado y alejado del neoplasticismo, había sido injustamente acusado de tender al separatismo catalán y recibido duras críticas desde varios frentes. En París, sin estar en el epicentro de las galerías, y ya habiendo cumplido 50 años, pudo finalmente comenzar a vivir de la obra que vendía.Montaje de la muestra del artista Joaquín Torres García en Bellas Artes. Foto: Mariana Nedelcu.
Discípulos y detractores
En la sala también puede verse un video sobre los murales constructivos de 1944 junto a varios de sus alumnos, para el pabellón de enfermos de tuberculosis del Hospital Saint Bois de Montevideo. Estoicos como Torres, los murales sobrevivieron las duras críticas que recibieron (que los colores muy brillantes afectarían a los pacientes, era una de las cosas que se les reprochaba).
Una vez que el edificio del hospital cambió de uso, los murales fueron levantados de la pared, considerando que sería mejor para su conservación. Ironías del destino, fueron destruidos junto a un lote de obras del artista, en un incendio que sufrió el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro en 1978.Foto: Mariana Nedelcu.
En el Cono Sur Torres tuvo seguidores y detractores. Fue mentor de los artistas argentinos que dieron vida al arte concreto, hasta que las diferencias entre ellos en relación con la artesanía (a la que Torres aspiraba) y el diseño industrial (que los concretos elevaban con devoción) los alejó. Y tuvo, al parecer, sus resquemores con Pettoruti, vanguardista formado como él en Europa con un espíritu, sin embargo, muy diferente. En Montevideo fundó el Taller Torres García, donde, otra vez, se rodeó de juventud. “Si había algo antiacadémico era Torres”, sintetiza Rossi su contacto casi permanente con los jóvenes, un intercambio que parecía nutrirlo a él tanto como a ellos.
Como el pez esquemático al que dio vida con su línea, y que ubicó reiteradamente en sus retículas constructivas, Torres se escurrió de casi todas las corrientes. Supo ordenar su libertad en celdas prolijas, pero su geometría era sagrada. Su aspiración a una religiosidad laica y un individualismo universal están lejos de ser un solipsismo o un slogan. Lo mismo que su mapa de América invertido. Siguen abriendo, como un koan zen, preguntas en el cielo (y no solo de la pintura).
Fuente: Clarín – Una exposición confronta el fabuloso mundo deAndy Warhol, el artista más fotografiado del mundo, famoso y omnipresente, frente al anónimo Banksy, quien ha transformado su arte en un evento mediático global.
La sensual Kate Moss de Banksy frente a frente con la Marilyn creada por Andy Warhol tras la muerte de la actriz en 1962. También la Reina Isabel, retratada por Warhol con la diadema real, y la versión de Banksy con apariencia de mono («Monkey Queen»).
Además, un desfile de Mao, Lenin y Kennedy de Warhol y la Reina Victoria de Banksy.
Los dos artistas que han cambiado la forma de vivir el arte en los últimos cincuenta años se encuentran frente a frenteen la exposición que por primera vez pone en confrontación directa sus trayectorias.
Titulada Warhol Banksy, está curada por Sabina de Gregori y Giuseppe Stagnitta, y se exhibe en el centro cultural WeGil de Roma del 20 de diciembre al 6 de junio de 2025.
«Es la primera vez que se organiza una exposición de este tipo», explica Giuseppe Stagnitta. «Aunque en 2007 el propio Banksy creó una muestra, comisariada por él mismo, llamada Warhol vs Banksy. Desde el principio quiso comunicar algo sobre su vínculo con Warhol, pero sobre todo con Duchamp».Titulada «Warhol Banksy» y curada por Sabina de Gregori y Giuseppe Stagnitta, la muestra se exhibe en Roma hasta el 6 de junio de 2025. Foto: Ansa.
Patrocinada por la Región de Lazio, en colaboración con LazioCrea, la exposición documenta el camino innovador y revolucionario de ambos artistas, con más de 100 obras provenientes de famosas colecciones privadas de todo el mundo y de importantes galerías de arte.
«Se ha realizado un gran trabajo de investigación y autenticación porque ambos trabajan con la serigrafía», añade Stagnitta.
Ocho toneladas de arte
“Y un esfuerzo considerable: solo los muros que trajimos desde Londres pesan ocho toneladas. La exposición es contextual al modo de hacer arte hoy, que ya no es el objeto-cuadro, sino el arte que se convierte en evento. Esto es una lección del Dadaísmo, una forma de crear desconcierto y provocar al mundo. Warhol ya lo hacía en los años 80, especialmente contextualizado al consumo. Banksy lo hace hoy con citas explícitas, como la ‘Gioconda Smile’ en el Louvre».
Entre la vasta producción del artista británico, se encuentran las ‘Soup’, consideradas una postproducción de una de las obras más icónicas de Warhol.
La muestra continúa con el ‘Self Portrait’ sobre lienzo de 1967 de Warhol, en comparación con el muro de Banksy titulado ‘Computer Boy’, donde algunos ven al niño acurrucado como un pequeño Banksy con su identidad ya oculta.
También se exhibe el famosísimo muro Season’s Greetingsïï, realizado en 2018 en Port Talbot, Gales, que invita a reflexionar sobre las consecuencias de la contaminación atmosférica en nuestra salud.Titulada «Warhol Banksy» y curada por Sabina de Gregori y Giuseppe Stagnitta, la muestra se exhibe en Roma hasta el 6 de junio de 2025.
Entre los temas comunes entre ambos artistas está también la música, con discos y carteles icónicos como la famosa banana de 1967 en la portada de ‘The Velvet Underground & Nico’* de Warhol, dialogando con la obra de Banksy titulada ‘Pulp Fiction’, donde John Travolta sostiene la banana icónica de Warhol en lugar de una pistola. Además, más de 50 vinilos firmados por Warhol y CDs con carátulas creadas por Banksy.
A pesar de tantas afinidades, hay una diferencia llamativa: Warhol hizo del protagonismo su marca, mientras que Banksy ha hecho del anonimato su fortaleza.
«Es cierto», responde Stagnitta, «aunque el propio Warhol era anónimo, con su peluca, su rostro casi plástico y sus gafas oscuras. Nunca respondía preguntas. Solo decía ‘sí’ o ‘no’. Era provocador, irónico. Estaba en todas partes, pero muchas veces enviaba a sus dobles a las inauguraciones. Él estaba, pero en realidad era mucho más. Por lo tanto, nunca conoceremos realmente a su persona, al igual que nunca sabremos quién es Banksy».
Fuente: La Nación – Sus monumentales obras, pinturas aerográficas sobre telones, le dan color a las canchas de fútbol argentino y del mundo.
Las coordenadas para llegar al taller de José “Pepe” Perretta tienen la siguiente indicación: “puerta negra, galpón de dos pisos negros, único en la cuadra”. El lugar está anclado en Villa Celina, localidad correspondiente a La Matanza, y ahí se pintan las banderas y telones de todas las hinchadas del fútbol argentino. E incluso, vale aclarar, también se han mandado a países vecinos y de Europa. La cuenta hasta acá, a lo largo de estos 21 años, dice que son 141 telones, 90 mil banderas y que varias fueron a 33 destinos diferentes del mundo.
Hasta dar con el ambiente del fútbol, pintó todo lo que pedían. En la familia no había mucho quorum para esta actividad porque lo primero que se pensaba era que “con las pinturitas te vas a cagar de hambre”.
A pesar de las suposiciones, insistió con su pasión de pintar y a mediados de los 90 realizó un curso de aerografía, cuando todavía esa técnica no estaba de moda. Lo hizo con el fin de pintar su moto, luego terminó utilizándolo para todo. Primero, en los locales comerciales del barrio y algunos murales, y después en las banderas que hizo para los amigos que le pedían para los clubes de los que eran hinchas. Hasta ese momento, finales de 2001, todo era un boca a boca muy cerrado y los encargos eran de gente allegada.
El salto lo dio a partir de un pedido que le hizo otro amigo para el cumpleaños de 15 de su hija. Todos fanáticos de Boca, le pidieron que pintara varias banderas con el retrato de la cara de ella. Eso se colgó en las paredes del salón, al cual asistieron varios integrantes de La 12 con sus bombos para tocar parte de su repertorio tribunero y la fiesta fue un éxito. Al final, la facción de la hinchada Xeneixe quiso saber más de Pepe y pidieron su contacto. Lo buscaron y nació el primer gran encargo: pintar el telón para decorar la tribuna que comanda Rafael Di Zeo.
“No era cualquier cosa, era un bicho gigante, uno de 20 metros por 20, tamaño que alcanzaría para cubrir, por ejemplo, media cancha de papi. Fue un torbellino, no sabía ni por dónde arrancar: la complejidad no solo era el tamaño, sino que, además, el trapo mismo debía estar encabezado con ‘Jugador N’ y abajo tenía que emerger un ‘12′ gigante, y bordeado por un círculo aún más inmenso”, escribe Pepe en El artista del tablón, el libro que acaba de sacar por intermedio de la editorial Milena Caserola.
Aprovecha para aclarar que esto que hizo no fue el primer telón de La 12, sino que fue el primero con la técnica de la aerografía. “Ahí se pueden lograr efectos más reales, como volúmenes, sombras y brillos. Con un pincel, brocha o rodillo, en esas dimensiones no se logra”, dice en dialogo con La Nacion.
“El día del estreno en la cancha de River, me di cuenta la dimensión que significaba un telón para un hincha y que estábamos haciendo algo distinto, ver a la gente emocionarse al lado nuestro, abrazarse el abuelo, el hijo y el nieto, tres generaciones juntas, por algo que hiciste es algo único y como artista eso es impagable”, revive con emoción.
El boca a boca entre las hinchadas se expandió y todos fueron a buscarlo con el objetivo de encargarle una bandera más grande que la que había hecho antes. La competencia al palo. Llegaron pedidos de Racing, River, San Lorenzo, Huracán, Quilmes, Morón, Almirante Brown, Chacarita y de la mayoría de los clubes del fútbol local. El taller de Villa Celina que empezó con cuatro chapas y piso de piedra se amplió y la gente que comenzó a trabajar también. De ser él solo, llegó a tener 13 personas a cargo para poder cumplir con todos los pedidos.
Pandemia mediante, la situación económica se complicó y en la actualidad solo quedaron seis artistas. Se muestra agradecido con la vida por hacer lo que ama y recuerda que otro de los momentos emotivos que le regaló su profesión involucran a su padre y el pedido que le hizo River. A Los borrachos del tablón le diseñó la bandera que tiene una damajuana gigante, las Malvinas y el escudo. Fue un trabajo de muchos días porque tuvo que enfrentarse a algunas complejidades del diseño, pero la tarea se culminó y el día del estreno, fue a buscar a su papá, “el tano”, fanático del Millonario, a la verdulería del Mercado Central y lo llevó al Monumental. El partido elegido era un Superclásico.Recientemente publicó un libro en que el cuenta su historia: «El artista del tablón»Ricardo Pristupluk
Su padre, hasta ese momento, no mostraba ninguna reacción, expectativa. Si bien veía en la tribuna algunas de las banderas pequeñas que había pintado su hijo, seguía pensando lo mismo: “con las pinturitas te vas a cagar de hambre”. Llegó el momento de la salida de los equipos y cuando River puso un pie en el césped, estalló el estadio. Bengalas de humo, cánticos, papelitos. Cuando todo se calmó un poco, el telón de Pepe comenzó a desplegarse en la tribuna local y se festejó como un gol. Incluso él mismo por la rección de su papá.
“Solo me mira, no hace más que eso. Se le caen algunas lágrimas, y sigue mirándome, mirándome como cuando me miraba cuando era chico. Hacía años que no me miraba así. Yo también empecé a llorar, y, sin que preguntara algo, le dije ‘sí, sí, lo hice yo’. El viejo seguía sin emitir bocado, solo me miraba. Y de mí, al telón, del telón, a mí, y así varias veces. El tipo estaba en shock”, narra Pepe en su libro el momento de “aprobación”, después de tantas idas y vueltas por la elección de su profesión. “Nunca sentí un orgullo tan grande en mi vida”.
Hace dos años que el taller de Pepe se convirtió en un paseo turístico para personas de todo el mundo. La recorrida consiste en una charla sobre aerografía, además de las mil y una anécdotas con cada barra que le encargó una bandera. Luego, a los visitantes les enseñan a pintar y culminan con algunas actividades que consisten en poner el nombre del club sobre una tela o pintar el escudo. “Es una parada obligatoria para el fanático, para el hincha – dice y revela algunos detalles más–. También tenemos un mini museo en el taller: hay muchos regalos de hinchas, de barras, de jugadores, porque también hemos pintado a muchos jugadores al Kun Agüero, a la familia de Dybala, a Palermo y a la familia de Riquelme”.
Una vez conquistado el territorio de las hinchadas argentinas, Pepe se lanzó a buscar experiencias en las tribunas de países vecinos. Empezó acercándose en partidos de Copa Libertadores que se jugaban acá y con una carpeta debajo del brazo con todos sus diseños. Conoció el color de equipos de Chile, Paraguay, Bolivia, Uruguay y Brasil. “Sacaba mi entrada, iba a la hinchada visitante y ahí fui contactándome con hinchas de Sudamérica. Después con las redes sociales, se hizo algo muy masivo”, explica y se anima a plantear algunas hipótesis que lo llevaron acercarse a hinchadas de otras partes del mundo.
“Calculo que esta locura de estar pintando y mandando banderas a 33 países es porque los hinchas y las hinchadas exportan todo el folclore argentino –analiza– y en este caso también quieren las banderas del que hace la gran mayoría de las banderas acá, a las hinchadas argentinas”.
Después de exportar su trabajo a distintas hinchadas de la región, quiso ir más allá. Agarró su mochila, otra vez la carpeta con los diseños, un aerógrafo y un soplete. Contó los ahorros que tenía, sacó un pasaje en avión y el primer destino fue Italia, más precisamente Nápoles. “Que mejor que ir a Tierra Santa. Yo llevaba un par de banderas, venía hablando con varias hinchadas de allá y venía pintando para la Fiorentina y Torino. Al Napoli le había mandado dos banderitas, pero nunca tuve contacto directo con el jefe de la hinchada –dice con una sonrisa–. Llevaba un par de banderas para vender, para poder costear los pasajes de tren porque son caros , y cuando saqué una obviamente del Napoli que era de 3 x 13, con la cara de Maradona, el tano me abrazó y los 14 días que estuve en Italia, tuve la mano de él en el hombro. Fue una hermosa locura”.
Y agrega: “Fuimos a un partido Napoli-Palermo y habían llevado esa bandera, con la cara de Maradona. En el entretiempo la bandera queda tirada ahí, como todas, y yo la levanto y empiezo a cantar: ‘Oh mamma, mamma, mamma, oh mamma mamma, mamma, Ho visto Maradona, ho visto Maradona’. En un momento era toda la curva VIP cantando esa canción, después eran las plateas y después la curva A, hasta que todo el estadio cantaba esa canción y el único loco con una bandera flameando era yo. Ahí dije ya está, toqué el cielo con las manos”.Uno de los telones de Perretta que realizó para Vélez Sarsfield, el último campeón del fútbol local
–¿Llegaste a conocer a Maradona?
–Sí, lo vi dos veces. Una en Riestra y otra en Gimnasia. En Gimnasia, estaba un día en la oficina con mi señora y digo, tengo que tratar de tener un rato y una buena charla con Diego. Pensé ‘¿qué le podes regalar a este tipo, si ya le regalaron todo, tiene todo’.
–¿Qué le regalaste?
–Una bandera con la cara de él y doña Tota. Me acuerdo que le quería poner una buena frase y se nos ocurrió con mi señora: “María creo a Jesús, Doña Tota a Dios”. Agarré a mi hija y nos fuimos para un entrenamiento, estábamos colgando la bandera en el alambrado en la cancha donde entrenaba, me llama el de Seguridad y le llevamos la bandera. Cuando te encontras con Diego no te salen las palabras, te quedas duro, te tiembla todo, pero en mi caso fue al revés, pude movilizar al Diego. Cuando le abro la bandera, ve la cara de Doña Tota, fue un momento único en el que pude hacer emocionar a Diego con nuestro arte. Fue algo muy gratificante, que ni en mis mejores sueños lo podía imaginar. Para un maradoniano de mi edad, Diego marcó nuestra vida y con mi trabajo también me marcó, porque de la nada él armó un mundo y yo con mi trabajo también, en esas épocas no había aerografía en las banderas, y bueno, de la nada armé un mundo, armé un oficio”.
Pepe se sorprende al revivir todo lo que vivió a partir de pintar banderas. Es como si no lo creyera mientras lo cuenta, pero lo cierto es que su computadora explota de pedidos y los lugares de donde vienen son cada vez más curiosos. Muestra que tiene mensajes de un hincha de Grecia, otro de China, de Australia y de Corea. “Algunos te piden alguna frase, lo que se les ocurra. El de Grecia quería una especie de escultura griega con una frase, porque la escultura es representativa de ese club; el de China los escudos, frases y algunos retratos de jugadores”, repasa, a la vez que repasa los pedidos en la computadora. Se detiene y dice “de Estados Unidos, ya trabajamos con ellos”.
–¿Te queda algún sueño por cumplir con este trabajo?
–Soy un agradecido a la vida por el don que me regaló y le debo demasiado a este trabajo, sueños ya no tengo más, todo lo que venga es de yapa, de regalo. La idea ahora es el año que viene poder meter una sucursal en Estados Unidos, ya que le pintamos a 10 hinchadas de allá, aprovechar los últimos años de Messi y estar en el próximo mundial, porque en todos los mundiales mandamos banderas y siempre hay entre 60, 80 banderas de nuestro taller en cada mundial que juega Argentina, pero nunca pudimos estar. Quizás teniendo la sucursal allá resulte más fácil.
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