Lúcido y creativo, el artista celebra sus 90 años

Fuente: Página 12 – El festejo se hizo en el Museo Nacional de Bellas Artes, con su familia y muchos amigos. Luis Felipe Noé, nacido el 26 de mayo de 1933., en esta entrevista empieza contando cómo surgió su amor por el arte.

¿Cómo empezó tu amor por el arte?

-La formación en pintura que había para los chicos en aquella época, era pésima. Directamente no se pintaba, no había la menor idea de cómo trabajar en pintura con los chicos. Se dibujaba, se hacían caricaturas, pero no se pintaba. Lo que a mí me atraía mucho era ver libros de arte, y después, ver cuadros. Me atraían las figuras. Eso me gustaba más que ponerme a leer. Tenía fascinación por la pintura. Desde chico me gustaba ir al Salón Nacional: era todo un acontecimiento, que sucedía en septiembre en el Palais de Glace. Y así como otros chicos recordaban marcas y modelos de autos, yo iba con mis padres al Salón Nacional y les iba diciendo al pasar de quién era cada cuadro. Reconocía a todos los pintores. Mi amor hacia la pintura fue por vía de la contemplación más que por el hacer.

¿Qué artistas te marcaron de chico?

-Por esos años no era como ahora, que uno tiene acceso inmediato a cualquier información y a ver cualquier cosa. Había que recibir libros, que tardaban mucho en llegar. Y era difícil conseguir libros con buenas reproducciones en color. Así que en el terreno de la pintura, y de los libros de pintura, yo tenía un gran amor por Rembrandt y por Goya. Mi padre había comprado un busto de Goya que estaba en casa, y yo me sacaba fotos. En el catálogo de la Serie Federal estoy en una foto abrazando el busto de Goya. Y también me encantaba Picasso. No entendía por qué a la gente no le gustaba. Yo había hecho unos libritos a mano, con dibujos y pinturas, y uno se titulaba: “Yo defiendo a Picasso”.

¿Cómo era tu juventud en comparación con el período de juventud de las generaciones que te siguieron?

-Para responder eso tengo que empezar por la juventud de mi padre que se remonta a comienzos del siglo pasado. Podría decir que mi propia juventud fue más parecida a la de él -que tenía cuarenta años más que yo-, que la de la los jóvenes de ahora en relación con mi propia juventud. Creo que en ese sentido, entre los jóvenes de mi generación y los de ahora, hay una diferencia enorme. Especialmente en la audacia para enfrentar distintos aspectos de la vida: ahora son más audaces.

¿Y en cuanto al aspecto artístico?

-En el sentido propiamente artístico, mi generación significó una primera ruptura. Ante todo, con la normativa escolástica y de la academia. De la formación académica yo me salvé. En cambio sí pasé por un taller: el de Horacio Butler.

¿Por qué elegiste ir a su taller?

-Lo había elegido porque me gustaba mucho su color. Me parecía que era un moderno. Pero estuve solamente un año y medio en su taller, porque yo estaba en permanente polémica. Quizás hay una constante a lo largo de la generaciones, en la manera de preguntar por parte de los adolescentes, que para los adultos suena casi como una falta de respeto o como una deseo de cuestionar todo. Como Butler había sido alumno de André Lhote y tenía formación cubista, yo no entendía aquello de que nos pusiera una naturaleza muerta adelante y luego interpretar eso haciendo rayas. Yo lo redondo lo veía redondo (risas).

Lo cuestionabas.

-Le hacía preguntas todo el tiempo y parecía estar permanentemente polemizando. Entonces un día él me dijo: “No tengo nada más que enseñarle”. Con esa frase no me estaba dando un título, sino que me estaba señalando dónde estaba la puerta (risas). Simultáneamente yo cursaba Derecho en la facultad, pero también abandoné y entré en el periodismo, en el diario El Mundo, a los veintitrés años. Como vi que no había crítica de arte, tuve la audacia de pedir esa sección. E hice incluso el comentario de alguna exposición de Butler.

¿Te lo volviste a encontrar?

-Cuando llegó el momento de la inauguración de mi primera exposición individual, el 5 de octubre de 1959, iba con un miedo bárbaro a la galería y me sorprendí al encontrármelo en la puerta. Me dice: “Vine más temprano por si no me gustaba, y entonces podía irme sin encontrarme con usted. Pero me quedé para poder decirle que me ha dado una lección, porque haciendo exactamente lo contrario de lo que yo le enseñé, ha hecho una serie de pinturas que le dieron buen resultado”. Lo que me dijo me impresionó mucho, me puso muy contento, para mí fue como recibir el premio Nobel. Eso demuestra lo honesto que era Butler, porque no era fácil decir algo así: tenía grandeza de espíritu. A partir de entonces sentí que yo ya era pintor.

¿Y cómo siguió la cosa?

-Cuando entro a la sala de mi exposición me encuentro a Alberto Greco, Rómulo Maccio -sobre quien yo ya había hecho un comentario en el diario- y De la Vega, a quienes apenas conocía. De la Vega, por ejemplo, había sido compañero de mi hermana en la facultad. Por entonces coincidió que mi padre me dijo si quería tener como espacio de taller la fábrica de sombreros de mi abuelo, porque la estaban liquidando. Ahí había espacio de sobra. Y ahí empezó la cosa.

Retomo esta idea del Noé cuestionador. A lo largo de las décadas, con tu obra siempre has ido discutiendo y buscando superar ciertas cuestiones que parecían más o menos fijas. Por eso tu producción puede verse como una síntesis o superación entre la figuración y la abstracción; entre la pintura y el dibujo; entre el plano y el volumen; entre lo estático y lo dinámico.

– A partir de ese razonamiento surge una pregunta que nunca me hecho a mí mismo. Diría que hay en mi un afán por la polémica que no sé de dónde viene. Porque si tengo que pensarlo en términos familiares, mi padre era un hombre muy medido, discreto. Es decir que lo mío no venía por contagio de una actitud paterna. Tampoco era que yo hiciera algo en contra de mi padre. Aunque años después llegué a polemizar con mi padre, sobre todo en lo político. Y eso me dolió porque yo lo adoraba. Hay una cantidad de cosas que no entiendo de mí mismo. Tal vez como yo era enormemente tímido, necesitaba ser lo contrario.

Para mí tus mejores obras son las de los últimos veinte años. Y en la historia del arte hay pintores longevos que pintaron sus obras más interesantes en la vejez.

-Se ha escrito que en la pintura sucede algo que no sucede, por ejemplo, en la música. Suele pasar que los compositores no hacen su mejor obra en la vejez, sino en la juventud. En la pintura, en cambio, están, por ejemplo, los casos de Tiziano, Monet, Matisse o Hokusai. No me comparo con ellos, pero son un ejemplo de haber realizado su mejor pintura en la vejez.

¿Qué desafíos colectivos y personales te tocan en este momento?

-Respecto de lo colectivo y lo social, veo muy mal el mundo, muy loco. No hablo de la Argentina, sino del mundo entero. Y Europa, que siempre ha tenido experiencia y memoria de la guerra, lamentablemente es el escenario de otra guerra. Esto en parte es una gran canallada de Estados Unidos: porque resulta que lo peligroso está fuera de su propio territorio.

En lo personal, no le tengo miedo a la muerte, pero le tengo pánico a la muerte en vida. Por eso me pone contento saber que estoy lúcido. En el caso de la escritura, creo que el libro que acabo de terminar es un ejemplo de lucidez. Y pienso que lo mismo me pasa respecto de la pintura. Me gustó que dijeras que mi mejor obra es la que hago ahora. En este sentido deseo poder continuar. Lo que más me alienta es tener proyectos. Si no los tuviera, como me siento un poco cansado, diría que la experiencia de haber vivido ya la tuve.

Festejos

La Fundación Luis Felipe Noé inicia los festejos por los noventa años del artista, co con actividades que van desde mayo de 2023 a mayo de 2024.

El día viernes 26 de mayo se hizo un homenaje en la vía pública, en la fachada del Centro Cultural Kirchner y en las pantallas de los teatros de la avenida Corrientes.

Por su parte, el Museo Nacional de Bellas Artes realizó un festejo con el artista la noche del 26 y puso en valor las obras de Noé en su colección.

Al mismo tiempo, la Colección Fortabat también se unió a la propuesta exhibiendo las obras del artista.

Se preparan agendas con distintas instituciones culturales del país, que se irán anunciando oportunamente.

Meninas, violines y pipas: al rescate del arte de Jorge Ludueña, el pintor de memorias pícaras

Fuente: Clarín Cultura by Judith Savloff – Se impuso en los años 60 pero su obra no se exponía desde hace una década. Las claves.

«Mis flores son propias. Una jarra es todas las jarras que he visto en mi vida. Pinto con el modelo de la memoria que se nutre de lo cultural, lo social y lo personal. Todo pasa por mi memoria».

Así definió el pintor y dibujante argentino Jorge Ludueña a su obra, «expresionista» y «controlada» a la vez. Y, hasta el 14 de junio, 19 de sus cuadros se pueden ver en la muestra El universo en un trazo.

En la galería porteña Roldán José María están expuestas algunas de sus infantas y sus meninas, sus toreros y sus naturalezas muertas. Los borrachos. La pipa de Adán. Tanguería. ​Casi 20 de sus últimos trabajos, donde se lucen su destreza de dibujante y su dedicación tanto como su humor, su picardía.

Obra. "Menina musical", de Jorge Ludueña. Obra. «Menina musical», de Jorge Ludueña.

Se trata, en todos los casos, de figuras casi imposibles, a veces con planos superpuestos y rasgos agigantados combinados con líneas precisas. ¿El resultado? Grotesco y simpático. Y algo más: es como si en cada una de esas obras, Ludueña subrayara el gesto vívido que mejor define su mirada sobre el protagonista. 

«Llego al expresionismo por la exaltación conceptual de las formas. No es un hecho puramente gestual sino una posición de mis signos profundos -explicó-. Por la ubicación que tienen, adquieren una característica en cada cuadro. Por eso mi pintura, con sus características expresionistas y los signos, se hace muy reconocible. Cada vez que pinto un cuadro hago mi autorretrato», explicó.

Y el pintor agregó: «Soy un barroco convencido. La cantidad exagerada de elementos se origina en mi horror al vacío. Siento su carencia en espacios que otros pintores llenan con modulaciones de color. Soy un pintor de formas más que del color, un estructuralista que, como tal, equilibra el plano sumando elementos y desde luego no podría ser otro el resultado».

Con la pintura a todas partes

Obra. "Pintor de invierno", de Jorge Ludueña. Obra. «Pintor de invierno», de Jorge Ludueña.

Ludueña fue parte de la escena de la pintura argentina de los años 60, los del brillo de la Nueva Figuración -esa especie de «reconciliación» de la figuración y la abstracción, tras el auge de esta última, en la que se destacaron Luis Felipe «Yuyo» Noé, Ernesto Deira, Jorge de la Vega y Rómulo Macció-,pero sin ser parte activa de esa movida. Las tintas El Matadero y Palabra sostenida ingresaron a la colección del Museo Sívori tras haber sido premiadas en las ediciones de los años 1967 y 1968 del Salón Manuel Belgrano.

Para Carlos Areán, ex director del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, «Ludueña pertenece como expresionistaal mundo de Goya, Eugenio Lucas padre y Solana, pero no al de Munch, Ensor o Nolde. Creo que la diferencia estriba en que en el expresionismo nórdico las figuras, los ritmos sinuosos o cortados, el color intenso y la deformación feroz sirve para que el artista le comunique a gritos al espectador su tragedia íntima, su desgarro, su desacuerdo entre su personalidad angustiada y cuanto lo rodea (…) Los nórdicos no dejan respirar a las cosas, pero Ludueña exige que las cosas respiren, nos hablen y nos pidan respuesta sobre lo que ellas son».
Obra. "Nuestros señores de la silla", de Jorge Ludueña. Obra. «Nuestros señores de la silla», de Jorge Ludueña.

El pintor nació en Buenos Aires en 1927, fue autodidacta y más tarde estudió con el maestro Demetrio Urruchúa -autor, junto con  Berni, Spilimbergo, Castagnino y Colmeiro de los celebérrimos murales de Galerías Pacífico-. También se recibió de kinesiólogo y estudió algunos años arquitectura.

En 1974 Ludueña se radicó en Madrid. Y siguió pintando y exponiendo. En 1999 decidió volver a la Argentina, donde asentaría su taller, pero murió, de golpe, en el aeropuerto de Ezeiza.

Contra el olvido

La obra de Ludueña integra las colecciones del Fondo Nacional de las Artes, Municipal de Buenos Aire; MoMA; De la Asociación Vanviteli, Nápoles, Italia; De Arte Contemporáneo, Madrid, España; De Arte Moderno Ricci Oddi, Italia; Del Dibujo, Castillo de Larres, Sabinánigo; museos Rallye, Uruguay, Chile e Israel, y de las pinacotecas De la Obra Cultural de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, de Córdoba, de Guadalajara y de Extremadura, España.

Pero hacía 10 años, desde la muestra antológica que le dedicó el Sívori, que no se exponía su trabajo en el país. «Las obras son testimonios y evidencias materiales de un tiempo que incubó grandes artistas que al resistir las clasificaciones quedan tapados por el olvido«, decía la presentación a esa muestra,  que se realizó en el marco de un programa para poner en circulación las obras de dibujantes clave, como Lajos Szalay, Osvaldo Attila y Ezequiel Linares.

A través de la exhibición actual se busca, de acuerdo a la esposa y compañera de Ludueña durante los últimos 30 años, Onés, “resguardar y preservar el legado del artista”.

La invitación a la muestra señala que incluye 19 obras, 18 de las cuales están realizadas en óleo y acrílico sobre tela, tabla o corpóreo de madera. También hay algunas piezas en técnica mixta y serigrafías. Todas corresponden a la última etapa de su vida y la mayoría constituyen un conjunto en el que venía trabajando al momento de su muerte.

El universo en un trazo se exhibe en la galería Roldán José María, Libertad 1033, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de lunes a viernes de 11:30 a 19, hasta el 14 de junio. Entrada gratis.

Banco subasta obras de arte en pesos de célebres artistas

Fuente: Cronista – El Banco Ciudad organiza su tradicional subasta aniversario. Habrá cuadros de Quinquela Martín, entre otros artistas.

Banco Ciudad presenta su tradicional subasta aniversario, en el marco de la conmemoración de la creación de la entidad, que cumple 145 años el 23 de mayo. Como todos los años, el evento reúne una serie de obras de arte de gran calidad y de autores consagrados, entre los cuales se encuentran Benito Quinquela Martin, Vicente Forte, Carlos Alonso, Enio Iommi, Osvaldo Imperiale y Mario Mollari. 

El remate se realizará el miércoles 31 de mayo desde las 12h horas, y el catálogo incluye cuadros de diferentes estilos y épocas que, por su calidad y precio base de tasación, asegura una excelente inversión en arte para los compradores. 

En total, son 17 obras que salen a subasta, con bases que van desde $70.000 hasta $2.200.000. 

Claudio Saffirio, subgerente general de Banca Mayorista del Ciudad, enfatizó que «el formato de subastas digitales permite un mayor acceso del público a estas propuestas alternativas de comercialización». «En este sentido, vemos un creciente interés y participación de los jóvenes, algo que no se daba en el mundo de los remates», agregó.

«Nuestras subastas de arte son una excelente opción de inversión para diversos públicos, pudiendo comprar en pesos obras de reconocidos artistas y con bases muy competitivas» concluyó. 

Todas las piezas artísticas que integran la subasta aniversario se encuentran en exhibición de manera online en el sitio de subastas del Banco Ciudad.

Asimismo, para quienes estén interesados en ver de manera presencial las obras o requieran asesoramiento, el Banco Ciudad dispone de un nuevo espacio de arte ubicado en Av. Cabildo 3061, en el barrio de Núñez, donde están expuestas todas las obras que conforman el catálogo, que puede visitarse de lunes a viernes de 10 a 15, y con la posibilidad de coordinar la visita en la página web del banco.

OBRAS DESTACADAS: 

«Amarradero» del maestro Benito Quinquela Martin. El precio base es de $2.200.000.- 

«Barcas», una pintura del reconocido pintor y grabador argentino Vicente Forte. Sale a subasta con una base de $1.200.000.- 

«El Amor», del reconocido artista Carlos Alonso. La base es de $900.000.- 

«Desde la pandemia solo me dedico a pintar»

Fuente: Página12 – Tres series de escenas pictóricas con recorrido narrativo, que invitan a los espectadoras a sumergirse en un clima de misterios y enigmas. Entrevista.

En los cuadros de Carlos Masoch (Buenos Aires, 1953) se rescata una mirada modernista y por lo tanto anacrónica, de narrar a través de lo pictórico. En tales narraciones pintadas flotan misterios y enigmas.

Su exposición, que lleva por título “50/70”, se compone fundamentalmente de tres series de pinturas, desplegadas en tres de las paredes de la sala Colectivo Periferia, en La Boca.

La primera serie se compone de un conjunto de pinturas apaisadas sobre la naturaleza, donde se evocan bosques y agua, en un clima inquietante, recorrido por personajes con linterna

En la segunda serie, en telas también apaisadas, el artista pinta interiores espaciosos, similares entre sí, desde cuya amplitud y luminosidad, a través de grandes ventanales, se observa el cielo y la vegetación.

La tercera serie está conformada por un amplio conjunto de pinturas sobre papel, de pequeño formato, en los que se ve una serie de personajes en medio de paisajes diurnos y crepusculares, reunidos en lo que parecen ser ensoñaciones, o tal vez rituales religiosos, donde aparecen varios libros y se repiten escenas de lectura.

“Hace unos siete u ocho años que no exponía mis trabajos -cuenta Masoch- y las que muestro acá son obras que vengo haciendo desde 2010 y que, alternativamente, fui abandonando y recuperando. No insisto siempre en un mismo cuadro. Me gusta saltar de un cuadro a otro. La idea general es la de ‘Hechos memorables’.”

¿Cómo surgió la serie de los bosques?

– El tema de esa serie es la amenaza. Voy seguido a San Pedro, a la casa de Lalo Mir, que es mi amigo y él tiene una lanchita con la que salimos a navegar a las islas de las Lechiguanas, que tienen mucha vegetación. Ahí surgió esta serie.

En la serie de los interiores el formato muy apaisado acentúa, como en la de los bosques, cierta idea narrativa.

-Los interiores los vengo pintando desde hace mucho. Primero fueron interiores menemistas; después fueron interiores macristas. Son las casas que nunca voy a tener. A mí me gusta trabajar la idea de la cocina del pintor. Yo, por ejemplo, pinto en a cocina de mi casa. Vivo en un departamento muy chico y entonces con esta serie pinto una casa con un taller, que es la casa que nunca tendré.

Serie de interiores apaisados de Carlos Masoch. Abajo: Conjunto de pinturas sobre papel, de Masoch.
Serie de interiores apaisados de Carlos Masoch. Abajo: Conjunto de pinturas sobre papel, de Masoch.

La tercera serie parece evocar situaciones religiosas.

-A esa serie la llamo “La inmaculada concepción” y tiene que ver con el trabajo de la creación pictórica y con poder decir algo a través de eso. Para mí la creación es inmaculada. Y siempre intento pintar cierta repetición. Como si estuviera haciendo el mismo cuadro. Investigo las mismas obsesiones: el rito, la religión, el conflicto espiritual, el preguntarse “para qué”.

¿Para qué todo lo demás, excepto pintar?

– Yo tuve mucha vida social: viví haciendo radio, televisión, trabajé en cine. Y la pandemia me cambió la vida, me permitió dedicarme plenamente a la pintura. Porque ya no quería todo esa vida social, ese estar siempre adelante, hablando mucho. Entonces desde 2020 me enfoqué en pintar, que es lo mejor que sé hacer.

La pandemia funcionó como un repliegue.

-Me permitió “retrotraerme”. El título de la muestra “50/70” tiene que ver con el paso del tiempo. Hace cincuenta años que hice mi primera exposición y tengo setenta años. Fuera de la pintura me retiré de casi todo lo demás. No hago más que pintar. A todo lo que me proponen por fuera de esto, digo que no. Ya no me interesa. Ya no participo de esa runfla.

Hay un clima inquietante en todas las pinturas.

-Mi vida estuvo siempre en la incertidumbre. En mi militancia cuando era adolescente. En los años de la dictadura, en toda la historia que tenemos como argentinos, que te deja un poco en la incertidumbre. Y a eso hay que sumarle la edad. Ya quedan pocos caramelos en el frasco. Además no me gustan las redes sociales, y busco trabajar matando mi ego. Por supuesto siempre está la problemática con el dinero y las cosas materiales, a las que no le doy tanto valor. Finalmente el cajón de madera no tiene bolsillos.

En el texto presentación de la muestra Julio Sánchez asocia algunos aspectos de tu obra con la de ejemplos de la historia del arte: la soledad de Edward Hopper, las narraciones apaisadas de Cándido López y el erotismo de Balthus.

-De Hopper no solo me interesa la soledad sino también para mí es un modelo de artista. Antes de ser un artista soy un hombre y Hopper era un tipo común, sin veleidades. Yo quise ser pintor desde chico, cuando me llevaron al Museo Nacional de Bellas Artes y me impactó mucho la pintura de Cándido López sobre la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay. Entonces llegaba a mi casa y jugaba con los soldaditos como si fueran los cuadros de Cándido López. Empecé a intentar pintar así y todavía lo sigo haciendo.

En la obra de Cándido López la guerra se compone de escenas en miniatur inscripta en el paisaje natural, de la vegetación.

-Mi obra es escenográfica. Durante cuatro años de mi adolescencia fui figurante de escena del Teatro Colón y después hice diez años de teatro. Esa idea escénica se ve en mis cuadros. Lo teatral y lo fílmico tienen que ver con mi obra.

Los cuadros apaisados tienen que ver con el desplazamiento.

-Generalmente cuando uno se acerca a un cuadro de proporciones usuales, lo ve todo de una mirada, no lo recorre. En cambio para poder ver los cuadros de Cándido López hay que recorrerlos. El era manco y a mí me falta un ojo. Y con un solo ojo, el tema de acercarme y recorrer los cuadros me permite trabajar en detalles y cosas muy pequeñas. No tengo que alejarme mucho del cuadro porque no veo.

-¿Y la relación con Balthus?

-Me gusta también, tiene un erotismo raro. Y otro pintor que siempre me gustó mucho es Roberto Aizenberg: siempre me fascinó su obra. Quise estudiar con él pero en mi adolescencia yo era muy pobre y no me podía costear el aprendizaje con él. Entonces ingresé becado al taller de Néstor Cruz.

* En Colectivo Periferia, Villafañe 101, La Boca; diariamente, de 14 a 20 hs, hasta el sábado 27 de mayo inclusive. Acordar citas en el whatsapp 1159512419.

Un artista en construcción

Fuente: Diario de Cuyo – La muestra del multifacético sanjuanino inaugura en la galería Artify.

Con una serie de 16 obras -óleos sobre lienzos de medidas varias- creadas para la ocasión, Felipe Lloveras concretará hoy a las 20.30 hs su primera muestra individual. Galería Artify será el escenario de Obra en construcción, como el inquieto artista ha titulado a esta exposición, que llega luego de varias experiencias colectivas.

«Leonardo Siere me propuso exponer. En febrero tuvimos las primeras reuniones y desde ahí estuve produciendo. La mayoría de los cuadros están pensados para esta muestra, son inéditos, no los ha visto nadie. Yo estoy muy agradecido a la galería por la oportunidad de mostrar mis obras y muy contento con el recibimiento», contó a DIARIO DE CUYO Felipe, quien resumió en dos palabras cómo transita este estreno: «¡Unos nervios!».

Sobre la temática elegida para esta oportunidad, comentó que hubo varios factores que incidieron en su decisión. «Siere vio una obra, le gustó mucho y para mí fue una buena oportunidad para explayarme y hacer varias obras sobre lo mismo. He manejado series, pero esta es la más grande que tengo», explicó el ex estudiante de arquitectura, de 29 años, quien decidió entonces ahondar en ese territorio ya bien conocido por él. «He trabajado en obras en construcción y siento que me ha influido bastante en mi modo de pensar el haber experimentado todos los roles que se ven en una obra en construcción. Al principio tenía la idea de enfocarme más en el concepto de recursos humanos, pero después este título me pareció mejor, porque el abanico podía ser más grande», expresó. «Obra en Construcción» refleja lo que él es, la suma de experiencias, el «proceso paulatino» que transitó hasta ahora y que, cree, nunca termina.


«Cuando entré a arquitectura empecé a dibujar más, estuve con los Croquiseros Urbanos, registré algún viaje dibujando y todo eso me fue motivando. Después armamos el colectivo La Parra y me introduje más en la pintura… Desde entonces no he parado de pintar», contó Felipe, quien a la par ha abrevado en otras disciplinas artísticas como la música, la fotografía y el cine. «Como que tengo un vínculo con el arte desde diferentes lugares, por eso también la idea de la muestra tiene que ver con esto que soy, una obra en construcción, una mezcla: tres de cemento y una de arena (risas). Y para mí la actividad pictórica se trata un poco de eso también, de rescatar cositas de aquí y de allá para construir una cosa nueva, o mi propia cosa…», se explayó el joven, que reconoció incluso en su madre un importante influjo. 

«Se llama Ana, estudió arte pero no ejerció, era maestra jardinera, así que en casa había muchos lápices de colores, pinturas… he mamado eso, estar haciendo cositas, pintando, era parte de mi cotidianeidad», rememoró Felipe, quien, si bien siente que esta primera muestra individual puede leerse como «inaugurarme como artista», le quitó lo extraordinario al asunto. 

«No le pongo ese peso conceptual, como ser una persona fuera de la norma… Es como ser plomero o cualquier otra cosa… Y en verdad me considero más pintor que artista. Uno pinta, pinta, pinta y saldrá de vez en cuando una obra de arte, pero las demás son pinturas», reflexionó, no obstante complacido con los logros cosechados hasta el momento: «Para mí es un orgullo que este proyectito vaya creciendo», dijo, agradecido con todos los que han sido parte. «Nadie logra las cosas solo. Independiente es un club de fútbol nomás, todo es gracias a todas las compañías que he tenido, a la gente con la que he estado, desde mi mamá hasta la de Artify», concluyó. 

Descubren dos retratos raros de Rembrandt, ignorados durante casi 200 años

Fuente: La Nación – Aparecieron en la colección de una familia británica durante una tasación de rutina; después de una gira por Nueva York y Ámsterdam en junio, se subastarán en Londres por hasta US$ 10 millones.

Dos retratos de Rembrandt excepcionalmente raros y olvidados hace mucho tiempo por estudiosos del maestro holandés fueron redescubiertos después de casi dos siglos cuando un subastador británico tropezó con las obras durante una tasación de rutina de la colección de arte privada de una familia.

Los óleos, de forma ovalada, firmados y fechados por Rembrandt van Rijn en 1635, representan a una pareja de ancianos ricos en Leiden, Países Bajos que estaban vinculados al pintor a través de su hijo, casado con un miembro de la familia de Rembrandt.

“Las imágenes estaban completamente ausentes de los estudios sobre Rembrandt en los siglos XIX y XX”, dijo Henry Pettifer, experto en old masters de la casa de subastas Christie’s, al anunciar el hallazgo hoy. “Son extraordinarios”.

Las pinturas originales fueron vistas por última vez por el público en 1824, año en que se vendieron a los antepasados de sus actuales dueños.

Una vez que Pettifer desenterró los retratos durante la pandemia, Christie’s los envió para ser examinados y verificados o desacreditados por expertos en Rembrandt del Rijksmuseum de Ámsterdam. Casper van der Kruit, portavoz del museo, dijo en un correo electrónico hoy que “el Rijksmuseum llevó a cabo una investigación material-técnica e histórica-artística y llegó a la misma conclusión”.

Las pinturas tienen una escala relativamente pequeña: menos de 20,32 centímetros de alto y 16,5 de ancho, lo que las convierte en uno de los retratos más pequeños del artista holandés. “Son diferentes de algunos de sus grandiosos retratos formales por encargo, mucho más espontáneos e íntimos. Creo que la razón de esto es que los modelos estaban muy conectados con Rembrandt”, dijo Pettifer. “Eran en gran medida del propio círculo íntimo”, agregó. “Deberíamos considerarlos como documentos personales en lugar de comisiones formales”.

Después de una gira por Nueva York y Ámsterdam en junio, los retratos volverán a Londres para su exhibición y subasta. Pettifer dijo que se espera que por el par se obtengan entre US$ 6,25 millones y US$ 10 millones.

Una pareja en miniatura

Las pinturas representan a Jans Willemsz van der Pluym (1565-1640) y su esposa Jaapgen Carels (1565-1644), cuyo hijo se casó con una prima de Rembrandt. Las dos familias también eran vecinas, informó Christie’s. El mismo año que posó para Rembrandt, la pareja adquirió un jardín junto al de la madre del artista.

Los retratos permanecieron en posesión de la familia van der Pluym hasta 1760, cuando pasaron por varias colecciones de arte en Varsovia y París antes de llegar a manos de James Murray, primer barón de Glenlyon. Los puso a la venta el 18 de junio de 1824, simplemente con la leyenda “Rembrandt, muy enérgico y finamente coloreado”.

Rembrandt es uno de los artistas más célebres de todos los tiempos, nacido en Leiden en 1606 y el menor de al menos 10 hijos de un próspero molinero, como lo describe la Galería Nacional de Arte . Después de una educación clásica y de trabajar como aprendiz de otros pintores, el joven artista estableció su propio estudio a la edad de 21 años y rápidamente saltó a la fama. Según el Rijksmuseum, que posee la colección más grande del mundo del maestro holandés, éste perfeccionó su oficio dibujando y pintando retratos de familiares y conocidos. Dominó la escena artística del siglo XVII en Holanda, conocida como su “Edad de Oro”, y alcanzó niveles de estatus y reconocimiento nunca antes vistos entre los artistas. Murió en Ámsterdam en 1669.

Entre el éxtasis y la vida, la pintora Marcia Schvartz vuelve al Museo de Tigre

Fuente: Telam – La muestra «Caraguatá y Esperita» renueva alrededor de 90 obras realizadas por la artista desde los años 1990 hasta fechas más recientes, entre óleos, acuarelas, cerámicas y objetos, con curaduría de Roberto Amigo

La naturaleza y el río como ciclos de vida trocaron no solo en intensidad la paleta de colores de la artista Marcia Schvartz sino su temática entre fines de los 80 y los 90, un cambio que le significó críticas y rechazo ante la nueva obra que luego de tres décadas se instala renovada en la muestra «Caraguatá y Esperita» dedicada a ella en el Museo de Arte Tigre hasta julio.

Alrededor de 90 obras realizadas por Schvartz desde los años 1990 hasta fechas más recientes, entre óleos, acuarelas, grabado cerámicas y objetos, pueblan las salas trayendo reminiscencias del río como ámbito propicio de su experiencia artística íntimamente ligada a lo cotidiano y su vida, con curaduría de Roberto Amigo, conjugando esa proyección propia del museo en su territorio y comunidad.

Obras como Acerca del descubrimiento y ¿Dónde estás ahorita, descansas?, ambas de 1991; Esperita y Pajarito, de 2005; la escultura India de papel maché o su Ondina, de 2016, expuesta en la muestra Inferno en 2020; así como las piezas cerámicas policromas Mbucuruyá (1997) o Flor Zucca (2022) se instalan hasta las vacaciones de invierno invitando a recorrer un imaginario tan exuberante como la vegetación y el río que los inspiraron.

Foto Pepe Mateos
Foto: Pepe Mateos.

El museo se puebla de camalotes, flores, pájaros, cuerpos desnudos y polillas en ese Caraguatá y Esperita, que sintetiza en su nombre el tiempo que la artista vivió en el delta del Tigre, primero alquilando una casa junto a su amiga Liliana Maresca hacia 1987, y luego en su propia casa.

«El encuentro con la naturaleza que viví en el Caraguatá me cambió muchísimo la paleta, incluso la temática porque están todas esas indias en el río»Marcia Schvartz

«La obra de Marcia siempre presenta desafíos y más cuando se hace un recorte preciso porque es un artista muy prolífica», indica Amigo a Télam sobre la exposición monográfica que trabaja obras pensadas por Schvartz en el Delta generadas desde la idea del río «tal vez, sus primeras obras donde sale del tema urbano, para plantear la idea de una pintura americana que cuenta de una belleza propia».

Sobre su estadía en el Tigre, Marcia indica a Télam que iba y venía, «cuatro veces por semana estaba allá y a veces me quedaba 15 días pero tampoco podía, no me daba la plata», dice sobre esa casa grande que habían alquilado con Maresca y compartieron, sin energía eléctrica, «era medio estar en el campo» y el objetivo era «salir un poco de la ciudad».

Una exigencia relacionada a su hijo pequeño y la necesidad del «contacto con la naturaleza» además de una urgencia por salir de la ciudad tan intensa de los ´80, «una necesidad bárbara del verde, de salir de la ciudad y Lili también; ella consiguió la casa y la alquilamos juntas. La casa era enorme, divina, pero no tenía comodidades», cuenta Schvartz.

Foto Pepe Mateos
Foto: Pepe Mateos.

Con el tiempo «cuando Lili se enfermó dejamos la casa, y después me fui a vivir a Córdoba», pero «siempre con la idea de tener una casa propia», algo concretado con la compra de la casa en el arroyo Espirita, «muy chiquita, de madera, con parque», que tuvo durante 15 años.

Fueron tiempos de crear con acuarelas y óleos chicos, mientras las pinturas grandes las trabajó en el taller por la dificultad de trasladar los lienzos, «pero la inspiración venía de ahí» apunta la artista que viene de publicar el libro Marcia Schvartz Dibujos.

«La obra de Marcia siempre presenta desafíos y más cuando se hace un recorte preciso porque es un artista muy prolífica»Roberto Amigo

¿Hay un cambio en las obras en las dos etapas en Tigre? «Pasaron muchos años, yo fui cambiando. El encuentro con la naturaleza que viví en el Caraguatá me cambió muchísimo la paleta, incluso la temática porque están todas esas indias en el río, cambié un montón, incluso me iba muy bien con los retratos grandes como el de Batato Barea, Gustavo Marrone, lo más conocido. Pero cambié la paleta y empecé a trabajar sin modelo», explica.

El rechazo ante esta nueva obra por parte de la galería o la gente que en ese momento le dio la espalda «fue bastante fuerte», pero agrega que «por supuesto» eso nunca le imposibilitó seguir trabajando» aunque la «acusaban de indigenista», sobre lo que sostiene que es «algo que todos chupamos estando en Argentina». Y en esa mirada sobre lo local y lo popular también están como antecedente ese registro realizado de «las viejas en los balcones» que retrató en Barcelona durante su exilio.

Poco amiga a las invitaciones para hablar sobre su obra, en cambio, sí participa en charlas o talleres en las escuelas «porque ahí hablo de pintura» dice diferenciando: «Me parece que la pintura tiene eso inefable que está todo ahí, no te lo puedo describir», y sugiere que «las indias tienen que ver con la pulsión de muerte, sí, pero también tienen que ver con el erotismo, con la vida, el paisaje, es una mezcla».

«Esa es la maravilla de la pintura que pasa por encima del lenguaje, o por el costado», dice riendo.

Foto Pepe Mateos
Foto: Pepe Mateos.

Sobre la interpretación de su obra identificada con la «pulsión de muerte» sostiene que se lo dicen mucho, «y es verdad, porque es un tema que siempre tuve, la muerte» y aquí cita su serie Fondo con «todos esos cuerpos en el mar», pero toma distancia y reflexiona «pero el río es muy filosófico, empezás a mirar el río y ves que las cosas pasan, incluso la naturaleza, como un árbol que se cae y después brota de ese árbol otro, y entendés que hay un continuo de las cosas. Y aparte, el Tigre es un lugar lleno de fantasmas. Voy al Tigre ahora y se me aparece mi papá del que tiramos las cenizas en el río».

«Hay una pintura expuesta que se llama ¿Dónde estás ahorita, descansas?» porque «en el Tigre vi una imagen de mi amiga Hilda que la mataron en la Esma», cuenta.

La primera vez que fue al Tigre lo hizo con su amiga Hilda Fernández, desaparecida en 1977, a una fiesta de la JP en el Sindicato de Publicidad: «Y ahí fue la primera vez que estuve en el Tigre, estaba con Hilda», se interrumpe y prosigue: «Uno con las amigas tiene una conexión muy profunda y cuando se mueren es como que se murió un cacho tuyo, por lo menos en mi caso, y creo que a todos nos pasa pero hay gente que no le da bola y otros que nos enrollamos con eso».

«Además de eso hay muchos paisajes hermosos, flores, mariposas y polillas, y la noche. Hay muchos nocturnos, porque en el Tigre podés ver la noche, en la ciudad no la ves, es una noche falsa, en cambio ahí que no teníamos luz todo era ver esos atardeceres, ver como va cambiando el río, el color, y a mi todo eso me volvió loca, me cambió muchísimo la paleta, y después», reflexiona.

Para la artista, fue su encuentro con el libro El agua y los sueños de Gastón Bachelard, un autor que ponía en palabras lo expresado por ella en sus obras: «Habla del agua como la vida, la leche, lo materno, de los juncos como muertos como esos que parecen pelos que crecen en las orillas. Todo eso lo había pintado pero nunca le había puesto palabra», dice.

El río es una síntesis de «vida que pasa, los ciclos, los troncos flotando a la deriva que son cuerpo también, son el cuerpo de un árbol que se va no sabes a donde, se pudre y se transforma en otra cosa. Todo eso me pasó mirando la naturaleza», explica.

Foto Pepe Mateos
Foto: Pepe Mateos.

¿Y la cerámica? «En la muestra hay mucho, y ahí también Bachelard me aclaró mucho porque estás trabajando como si fuera carne, creando del barro, es el mito de la creación, estás ahí con las manos metidas en el barro creando mundo. El barro es algo increíble», afirma Schvartz.

«Siempre me gustó la escultura», agrega y menciona a su India que también expone hecha en cartapesta de tamaño natural sobre una hamaca realizada para la muestra colectiva La Conquista (1991) en el Centro Cultural Recoleta, con foco en el mestizaje, para ese aniversario de los 500 años del gran genocidio americano.

«Incluso hay un cuadro icónico Acerca del descubrimiento expuesto que es del Museo Nacional el Bellas Artes, es una indiecita que descubre su menstruación», una obra que disfruta al verla expuesta después de tanto tiempo.

¿Cambiarías algo de ese tiempo en el Tigre? «Cambiaría todo, por empezar que no se hubiese muerto nadie. A esa casa venía mucha gente que ya no está, venían muchos amigos, había una cosa de grupo, generamos cosas como La Kermesse, La conquista, trabajaba mucho con El Búlgaro, un montón de gente que fue fundamental para mí y que ya no está. Y después te las rebuscás como podés, conocés a otra gente, pero esas conexiones así de joven y habiendo pasado momentos tan fuertes son irrepetibles», dice.

Foto Pepe Mateos
Foto: Pepe Mateos.

También está la serie de pajaritos muertos expresando que «con todos mis amigos que se estaban muriendo de sida», se encontraba un pajarito muerto en el Tigre y lo pintaba, como si fuera «una manera de exorcizar todo eso, los pintaba rodeados de flores, les hacía como un pequeño entierro pictórico».

Y sobre esos cuerpos que pinta metamorfoseando en naturaleza y los cuellos hacia atrás, refiere: «también es el éxtasis, la muerte, pero también es el erotismo y el erotismo está cargado de muerte, no jodamos con esa simplificación» que «la gente vive como cosas totalmente separadas y no lo son, incluso en el lenguaje existen y en la imagen mucho más». Y agrega que la plástica permite esa «metáfora» de los «troncos a la deriva, que también son vidas que ya no están».

Lejos de presentar obras que apelan al humor o el «realismo grotesco», explica Amigo, se expone esa «relación con la naturaleza y con los sujetos, porque cuando representa esos rostros angulosos, vivenciales, empoderados son cuerpos que están subsumidos dentro de la naturaleza», que «no los presenta como tipos del pasado ni de un indigenismo político, sino como una unidad del cosmos a punto de ser perdida».

El curador sostiene que «ciruelos, camalotes, clivias, cañas de ámbar, magnolias, semillas no buscan la precisa fidelidad del botánico, sino la veracidad del contacto sensible con la forma», y destaca que llevados desde lo pictórico, la «naturaleza vegetal integrada al ser se despliega en la intimidad manual de la cerámica».

Caraguatá y Esperita podrá visitarse en Av. Paseo Victorica 972, Tigre, de miércoles a domingos y feriados de 13 a 18, hasta vacaciones de invierno, con una entrada general de $500.

Crece la polémica en Francia tras el ataque a una obra de arte tildada de apología a la pornografía infantil

Fuente: La Nación – El cuadro exhibido en el Palais de Tokyo, que ya había generado controversia, fue manchado por un octogenario de extrema derecha; “Atacar a una obra es atentar contra nuestros valores”, dijo el presidente Macron

La polémica política crece en Francia tras el ataque contra un cuadro tildado de apología de la pornografía infantil, exhibido en el Museo de Arte Moderno, acto realizado por un excargo municipal de extrema derecha. Aunque a primera vista la acción podría confundirse con un nuevo blanco de las agrupaciones de jóvenes ecologistas, nada tiene que ver esta agresión con la saga de actos vandálicos que por meses usaron las obras de arte como gran vidriera para visibilizar un pedido: que se detenga la extracción de petróleo.

En este caso, el agresor es Pierre Chassin, un octogenario que se desempeñó como jefe del Frente Nacional (actualmente Agrupación Nacional) en una localidad en las afueras de París, Mureaux. La identidad fue revelada por el diario Le Monde, y confirmada por fuentes cercanas al caso. La fiscalía de París anunció a la la agencia AFP la apertura de una investigación por degradación de bienes culturales. Chassin no usó puré de tomates ni sopa de verdura, pero dejó el cuadro salpicado de pintura de color morado, y así continúa exhibiéndose en una sala del Palais de Tokyo.

Antes y después del ataque a "Fuck abstraction!". Sobre la imagen, la artista y el museo parisino aseguran que es una reflexión sobre las violaciones que sufren víctimas civiles en conflictos armados
Antes y después del ataque a «Fuck abstraction!». Sobre la imagen, la artista y el museo parisino aseguran que es una reflexión sobre las violaciones que sufren víctimas civiles en conflictos armadoshttps://twitter.com/bernathoustra

La obra que causó polémica se titula Fuck abstraction!, es de la artista suiza Miriam Cahn e integra la muestra Mi pensamiento en serie, que ya visitaron unas 80 mil personas y continuará hasta el próximo domingo. “Nuevas encarnaciones plásticas de lo que nos incomoda, de lo que nos gustaría poder pasar por alto y sin embargo nos mira de frente, en un tumulto del que no podemos escapar. Es probable que algunas obras ofendan la sensibilidad del público”, advierte el texto curatorial sobre el contenido de la exposición. La imagen representa una figura que podría parecer un niño, arrodillado y con las manos atadas a la espalda, haciendo una felación a un hombre de pie. La artista y el museo parisino aseguran que es una reflexión sobre las violaciones que sufren víctimas civiles en conflictos armados.

La ministra de Cultura, Rima Abdul Malak, acusó directamente a la líder de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, en Twitter. ”Un excargo electo del FN ataca la obra de Miriam Cahn después de la campaña de difamación de su partido”, criticó la ministra, que en marzo tuvo que responder a una interpelación parlamentaria del grupo de extrema derecha sobre la polémica, en la Asamblea Nacional.

El propio presidente Emmanuel Macron, que se encuentra en un delicado momento político, reaccionó ayer, cuando Francia festejaba el aniversario del triunfo sobre la Alemania Nazi. ”Este 8 de mayo, día en que celebramos la victoria de la libertad, condeno el acto de vandalismo cometido ayer en el Palacio de Tokio”, tuiteó. ”Atacar a una obra es atentar contra nuestros valores. En Francia, el arte es libre y el respeto a la creación cultural está garantizado”, añadió Macron.

En un comunicado de hace instantes, el presidente del Palais de Tokyo, Guillaume Désanges, lamentó las “consecuencias extremas de esta polémica perjudicial para la obra del artista y el público del arte. Nuestro compromiso es continuar promoviendo a los artistas y la creación, con entusiasmo, conciencia y responsabilidad para todos los públicos”.

El cambio climático, otro tema

Los ataques contra obras de arte crecieron en los últimos meses, pero desde el otro extremo del arco político, no solamente en Francia sino en todo el mundo, al calor del enconado debate sobre el cambio climático.

El 1° de mayo la organización ambientalista radical Extinction Rebellion lanzó pintura contra la fachada de la Fundación Louis Vuitton en París. El grupo afirmó que lo hacía para criticar al grupo de lujo francés LVMH, al que pertenece Louis Vuitton, a causa de sus prácticas de “optimización fiscal”.

Vista de la sala de la exposición de Miriam Cahn en el Palais de Tokyo, donde el domingo se produjo el ataque a una obra de arte tildada de apología a la pornografía infantil
Vista de la sala de la exposición de Miriam Cahn en el Palais de Tokyo, donde el domingo se produjo el ataque a una obra de arte tildada de apología a la pornografía infantilSANDRINE MARTY – HANS LUCAS VIA AFP

El 28 de abril, otros militantes ecologistas mancharon con pintura la caja acrílica que protege la famosa escultura de una niña bailarina del artista francés Edgar Degas en Washington. Los ecologistas dijeron que con esa acción querían protestar simbólicamente por el sufrimiento de “niños muy reales” a causa del cambio climático.

Otras acciones similares se sucedieron durante buena parte de 2022 en los más importantes museos de todo el mundo occidental, contra obras de artistas como Van Gogh, Da Vinci, Monet, Klimt, Warhol y más.

Pero este caso es bien distinto. Asociaciones francesas como Juristas por la Infancia o Inocencia en Peligro habían solicitado ante la justicia que Fuck Abstraction! fuera retirado del museo. Un tribunal administrativo de París rechazó la demanda, y la decisión fue ratificada por la máxima autoridad judicial, el Consejo de Estado. No obstante, Juristas por la Infancia aseguró a la AFP que no tenía constancia previa del ataque del octogenario. ”Nosotros actuamos ante la justicia, escribiendo a los responsables e informando a la opinión” explicó la asociación.

El Museo parisino, por su parte, confirmó que mantendrá colgado el cuadro, manchado, hasta la fecha prevista del fin de la exposición, el 14 de mayo.

El MoMA exhibe obras de la pintora argentina «Yente», pionera del arte abstracto

Fuente: Página 12 – Adquiridas de la galería porteña Roldán Moderno

Las creaciones de la artista visual forman parte de la colección del museo ubicado en la Ciudad de Nueva York, en dos muestras distintas. 

Obras de la artista visual conocida como Yente (Eugenia Crenovich), figura pionera del arte abstracto en Argentina, son expuestas en dos exhibiciones de la colección permanente del Museo de Arte Moderno (MoMA) en Nueva York, como parte de la nueva dinámica de la institución de renovar todos los meses algunas de sus piezas.

Así lo informó la galería porteña Roldán Moderno, de donde fueron adquiridas las obras que pasaron a integrar el acervo del MoMA, el museo neoyorquino que propone una colección dinámica y la posibilidad de conectarse con el arte y las ideas desde geografías y perspectivas diversas.

Junto a los artistas más destacados que trabajaron en la abstracción como Jackson Pollock, Alberto Burri, Lee Krasner, Manolo Millares, Pierre Soulages, Clyfford Still, entre otros, el «Tapiz N6» de Yente perteneciente a la colección del museo se ha incorporado en el nuevo montaje de la colección organizado por Esther Adler y Danielle Johnson.

Según explica el texto de la sala, «la abstracción no era estrictamente una búsqueda estadounidense: los artistas de todo el mundo adoptaron diferentes modos no representativos como una forma de romper definitivamente con una historia occidental de pintura figurativa académica. Para ellos, su trabajo era personal, y tan individual como su herencia cultural y sus experiencias en un mundo de posguerra».

Por otra parte, en la sala dedicada a la abstracción de países por encima y debajo del ecuador, Yente participa con la obra «Objeto» junto a Joaquín Torres-García, Alfredo Hlito, Lygia Clark, Piet Mondrian, Rhod Rothfuss, Georges Vantongerloo, Sophie Taeuber-Arp, Lygia Pape y Marlow Moss, en el quinto piso del museo.

Quién fue «Yente»

Yente, seudónimo artístico de Eugenia Crenovich (Buenos Aires 1905-1990), fue una pionera de la abstracción en la Argentina que se expresó a través de variadas técnicas como pinturas, relieves, esculturas, tapices, collages y libros ilustrados.

Su trayectoria artística va desde sus primeras abstracciones en 1937 hasta sus obras de textil que comenzó en los 50, su etapa de inspiración precolombina emprendida en 1946 y los collages de los años 60, con agudas observaciones sociales sobre el status de la mujer y su reflejo en la moda de la época. 

En los textiles reelaboró aspectos de su pintura a través de composiciones geométricas con planos y líneas coloridas.

Continúa el tironeo y la polémica por el legado de Molina Campos: ¿hay venta ilegal de obras?

Fuente: Infobae – El periodista Gabriel Levinas denunció la maniobra y lo ratificó, consultado por Infobae Cultura. El jueves, la municipalidad de Moreno había comunicado la “recuperación” de trabajos y objetos del artista que estaban en posesión de la Fundación, intervenida por la Inspección General de Justicia

La Fundación Molina Campos está intervenida por la Inspección General de Justicia desde hace un año. El conflicto se desató luego de algunas irregularidades en torno al cuidado del gran patrimonio cultural que dejó Florencio Molina Campos, el artista que pintó como nadie el campo argentino. Sus famosos almanaques de Alpargatas, que narraban con humor las costumbres gauchas, se convirtieron en la “pinacoteca de los pobres”. Nunca imaginó —falleció en 1959— que su obra terminaría en una disputa entre la Fundación que lleva su nombre, sus herederos y el Estado, en este caso el Municipio de Moreno.

Ahí, en Moreno, en el Museo Molina Campos, inaugurado en 1979, estaban sus obras. Ya no. El miércoles fueron trasladadas. Este episodio lógico en el devenir legal generó una relectura de la situación: el periodista Gabriel Levinas, experto del mercado de arte, dijo en el programa radial de Jorge Lanata que hay objetos de Molina Campos que se están vendiendo ilegalmente. No precisó cuáles, aunque dio a entender que no eran obras de arte, acuarelas y pinturas. Infobae Cultura se contactó con él. No dio precisiones. Se limitó a decir: “Nada de lo que digo es falso. Pero no voy a dar detalles. Fueron ofrecidos”.

En un reciente comunicado, el municipio bonaerense celebró “recuperar 132 obras y 1.000 objetos personales de la Fundación que habían sido trasladados al Museo Gauchesco Roberto Güiraldes en San Antonio de Areco”. El título del texto es entusiasta: “¡Recuperamos las obras de la Fundación Molina Campos!” Allí se lee que las obras “quedaron bajo resguardo del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires” y que “se encuentran en buen estado y un equipo técnico del Instituto se encargará de inventariar, catalogar y conservarlas para su exposición”. El objetivo, aseguran, es que “toda la comunidad pueda conocerlas y disfrutarlas”.

Detalle de una de las 132 obras de la Fundación Molina Campos (Foto: Municipio de Moreno)Detalle de una de las 132 obras de la Fundación Molina Campos (Foto: Municipio de Moreno)

En diálogo con Télam, el interventor Denis Turnes contó que 125 obras estaban en el Museo Gauchesco Ricardo Güiraldes y siete en la Universidad Nacional de San Antonio de Areco (Unsada), y que ya fueron trasladadas. El procedimiento comenzó el pasado miércoles por la mañana y terminó a las nueve de la noche. Los especialistas al mando son el director provincial de Patrimonio Cultural Pedro Delheye, la directora del Complejo Museográfico Provincial Enrique Udaondo Viviana Melloni y la titular provincial de Cultura en Territorio Paloma Sánchez. “Fue un litigio complejo de resolver”, aseguró Turnes.

“Yo no puedo hablar en nombre de la fundación, porque soy, como dijo el interventor, un presidente desplazado. Hablo a título personal”. Adolfo C. Güiraldes, quien asumió su cargo en la institución el 11 de noviembre de 2019 y vio interrumpida su tarea el 24 de agosto de 2022, dialogó con Infobae Cultura. Para él, detrás de todo esto hay un acuerdo fallido. “La intervención se hizo porque nosotros teníamos cerrado un acuerdo de venderle el predio a la Universidad de Moreno”. El objetivo, según contó el año pasado, era llevar la Fundación a San Antonio de Areco, ciudad nombrada “Capital de la tradición” con varios museos del estilo.

Antes de que Güiraldes asuma como presidente, la gestión estaba comandada por Federico Pinedo, ex diputado y ex senador. Güiraldes solía ir a dar charlas, a tocar la guitarra, a participar de distintos eventos —su madre fue una de las fundadoras—, pero, según aclara, “no pertenecía a la Fundación porque entendía que no estaban haciendo las cosas bien. Cuando yo me hago cargo renuncian todos los miembros y queda solamente mi hermana (Consuelo Güiraldes), que me viene a pedir ayuda, y yo empiezo a ayudar, primero sin ser parte, hasta que después, bueno, había que armar una nueva comisión, y entonces me dicen que yo sea Presidente”.

Autoridades municipales, autoridades provinciales y el interventor de la Fundación Molina Campos (Foto: Municipio de Moreno)Autoridades municipales, autoridades provinciales y el interventor de la Fundación Molina Campos (Foto: Municipio de Moreno)

¿Cómo empezó todo? En 1969, diez años después de la muerte del artista, se creó la Fundación Molina Campos con sede en Buenos Aires. A partir de entonces, llegó de Estados Unidos una donación de casi cincuenta cuadros; luego se sumaron más. El museo, inaugurado en 1979, se estableció en Moreno porque ahí Molina Campos tenía el rancho Los Estribos, una casa de fin de semana. Pero las autoridades de la Fundación alegaron que estaba muy deteriorado y no tenía las condiciones adecuadas para semejante colección. La opción propuesta fue San Antonio de Areco, donde ya hay un museo dedicado al artista; lo sostiene la Fundación Las Lilas.

En una nota publicada en 2021 en Infobae Cultura, su único nieto, Gonzalo Giménez Molina, quien no pertenece a la Fundación desde 2008, dijo: “Quiero que todos los argentinos y quienes visitan nuestro país puedan disfrutar de su obra. Mi abuelo pintó al hombre de campo en un intento de enaltecer su figura, y que hoy su obra esté mal conservada, que sea inaccesible o que tenga que competir con otros atractivos turísticos es triste y desafortunado para su legado”. Pero Güiraldes insiste en que los problemas obedecen a la gestión anterior. “La pusimos al día”, asegura. ¿Qué pasó entonces?

“Después salió el nieto de Molina Campos —continúa Güiraldes en referencia a Gonzalo Giménez Molina—, que estaba acostumbrado a poner condiciones porque tiene el 65% de los derechos pero no tiene ni el 0,001% del patrimonio de Molina Campos (eso pertenece a la Fundación). Dijo que si nosotros no hacíamos lo que él quería, iba a hacer una denuncia a la IGJ. Y terminó haciéndola: Me dijo: ‘Te voy a denunciar’. Yo le dije: ‘Lo que vas a hacer es que se pierda todo, pero hacé lo que quieras’. A él lo engañaron porque en la Municipalidad de Moreno le dijeron que iba a recuperar todo. Pero de ninguna manera le van a dar las obras”.

Parte de los más de 1.000 objetos personales del patrimonio de Florencio Molina Campos (Foto: Municipio de Moreno)Parte de los más de 1.000 objetos personales del patrimonio de Florencio Molina Campos (Foto: Municipio de Moreno)

Infobae Cultura se comunicó con integrantes del círculo íntimo de Giménez Molina, pero prefirieron no dar ninguna declaración. Güiraldes, en cambio, opinó sobre lo que mencionó Gabriel Levinas: por ley, las obras podrían terminar en el Museo Nacional de Bellas Artes: “A nosotros no nos gusta mucho esa idea”, aunque asegura que es una mejor opción a que “las obras vayan a perderse a Moreno”. Y le viene un recuerdo: “En un momento que estábamos entregando las cosas rompen el diablo de madera de Molina Campos y le digo a la persona de la Municipalidad: ‘Pará, pará. ¡Le acabás de romper la cabeza!’ ‘Pegalo con poxipol’, me contestó. A ese nivel se trabaja”.

Lo que llevó a la intervención, explican desde la Inspección General de Justicia, fue que un día, en plena pandemia, apareció un cartel de “se vende” en el Museo Molina Campos y las obras fueron trasladadas a Areco. A partir de ese momento, como lo contó Infobae Cultura, el Municipio dictó una serie de ordenanzas. Ahí es cuando intervino la Inspección General de Justicia. En la documentación está redactado que la institución “en los últimos veinte años estuvo cerrada por un tiempo equivalente al de 18 años”. Ahora, con el procedimiento en marcha la pendiente no está para nada lista. Las denuncias vuelven a emerger.

El comunicado del Municipio de Moreno, publicado durante la tarde ayer, jueves 4 de mayo, donde celebra “recuperar 132 obras”, concluye así: “Es una gran emoción poder restituir estas obras al patrimonio cultural de Moreno porque son parte de nuestra historia y de nuestra identidad cultural morenense, así como de toda la cultura argentina”. Para Adolfo C. Güiraldes hay algo impostado en esa celebración. “Uno recupera algo que perdió. No se recupera y festeja lo que se está robando”, dice.

Y luego agrega que se trata de un error, de un error insoslayable: “Nosotros le entregamos 142 cuadros., ¿por qué tienen 132?”