Dolores Cáceres: Mi arte no es un panfleto

Fuente: La Voz – Es una de las más reconocidas y polémicas artistas argentinas. Le disparó con escopeta al Cucú de Carlos Paz. Sembró soja frente a la plaza España. Puso a discutir al país con su muestra de tres salas vacías en el museo Caraffa.

– Por qué te gusta tanto hacer lío, Dolores?

–No hago lío. Yo lo que hago es arte. Mi obra es siempre una reflexión. Parece que en la mesa de negociación de época no estoy en los planes de nadie: cuestiono, provoco, salgo de lo dado. Es mi resistencia.

–¿Cómo nació tu vocación callejera, de elegir siempre espacios públicos para tu obra?

–Se llama arte público. Empecé con los túneles de los subterráneos de Buenos Aires. Fue una metáfora del pasaje del final de siglo hacia el siglo 21. Experimenté con la velocidad y el movimiento. Más tarde, se convirtió en una manera de ampliar el público del arte hacia la ciudad entera. Además, el arte público tiene esa gran exposición en los medios que potencian la obra, la desnudan, la vuelven polémica, en algunos casos.

–La leyenda urbana dice que al gobernador Schiaretti casi le da un ACV cuando se enteró de que te dejaron plantar soja en el jardín del museo Caraffa, en 2008. Era como una crítica al campo, que él defendía.

–Mi obra no es un panfleto. Toma posición, no partido. El arte no está para tranquilizar, sino para renovar la inquietud y el asombro del mundo, para impedir que las significaciones sociales se estanquen y se apague la magia del sobresalto, la sorpresa, y aun de la alarma y de la maravilla de lo que no tiene una sola respuesta ni una sola lectura. Lo que se afirma más allá de cualquier dogma. Eso escribió Ticio Escobar cuando sembré soja en Brasil.

–¿Cómo sigue hoy tu vocación agrícola? ¿Dónde seguirás arando?

–Soy artista y no tengo otra vocación. El proyecto Que Soy tiene compromiso social y medioambiental. Sembré y coseché soja en los jardines del Caraffa y en los jardines del museo Oscar Niemeyer, en Curitiba, Brasil. Trasladé las semillas desde el Puerto de Rosario hacia el Gran Canal en Venecia para la tercera Bienal de Performance de Buenos Aires en el marco de la Bienal de Venecia. Ahora voy a seguir el camino de la seda. Dejo Occidente para ingresar a Oriente. El país que sigue es Turquía, y por el mar Rojo iré a Arabia Saudita, India, Singapur hasta llegar a Hong Kong y, finalmente, Shanghái, en China.

–Fuiste la artista “más odiada” de Argentina en 2015. En una exhibición dejaste vacías tres salas del Museo Caraffa.

–Decir que fui la artista más odiada reafirma la intolerancia con la que fui tratada. Soy disidente y Las Salas Vacías fue una obra inmaterial que reflexionó sobre el entorno y sus significados. Fue una obra desafiante, abierta, contextual y transitiva que utilizó el vacío como herramienta y se conectó con el espacio virtual a través del hashtag que permitió que la discusión continuara en las redes, convirtiéndose en un fenómeno de comunicación. Me pregunto si poner de relieve cortocircuitos entre las expectativas de un público anestesiado, enunciar los usos de lo estatal y los espacios de exhibición no son acciones que merecen respeto. Fue una máquina de guerra conceptual, es verdad, pero también generó un enorme debate y fue tapa de todos los medios de comunicación del país. Fue elegida como una de las 10 exposiciones más importantes de 2015, un año electoral y complejo, con campañas políticas muy agresivas. Yo trabajo con la realidad y sus temas. Durante semanas, todos los medios locales y nacionales tomaron la exposición de manera obsesiva. Las actitudes reaccionarias y de tanta hostilidad manifestaron que no terminamos de entender cuándo una acción es arte y cuándo no lo es. Ahí es donde quiero comportarme como un experimentador, un analista o un activista.

–¡Y, además, hubo que pagarte por eso!

–¿Les pagan a los artistas por exponer en Córdoba? ¡Qué novedad me estás dando!

Artista Dolores Cáceres (Facundo Luque / La Voz)
Artista Dolores Cáceres (Facundo Luque / La Voz)

–¿No tenías formas más honestas de ganarte la vida, Dolores?

–Las Salas Vacías como proyecto tuvo impacto nacional e internacional. Nunca una exposición de un museo de provincia llegó tan lejos. Aun hoy, años más tarde, la obra puede ser pensada una y otra vez. Al eliminar certezas, hubo quienes se sintieron incómodos o interpelados. Para hablar sobre la muestra, La Voz utilizó la palabra “escatológico” en un texto de crítica de arte. #SinLimite567 fue un gesto de honestidad y las reacciones tuvieron la misma intensidad e incomprensión que la idea de grado cero.

–A casi 10 años de aquella obra en blanco, te pido un breve mensaje para los miles que te putearon a granel en redes sociales y en los medios.

–Me queda una pregunta. ¿Qué nervio toqué para semejante reacción? Con esa obra, fui capaz de contradecir los aparatos del Estado. El museo y la institución, que son aparatos del Estado, no pueden prescindir de conceptos como colección u obra maestra, y asumen un rol legitimador. Una exposición puede ser un dispositivo que rompe ese poder desde su potencia, y lo hice. Renuncié a todas las expectativas y me atreví a caminar por el borde de un abismo. Fue difícil en lo personal porque hasta llegaron a hackear mis cuentas en las redes. Hoy es obra de investigación. Me escriben desde Chile, España, EE. UU. El catálogo, también vacío, ingresó a los archivos del Moma de Nueva York.

–Ya has puesto neones en el cementerio de Recoleta, hiciste fogatas frente al canal de Beagle, marchaste por La Habana enfundada en un vestido de luto, has desaparecido monumentos en ciudades argentinas, participaste en muestras por todo el mundo… ¿para dónde van tus futuros proyectos?

–Quiero hacer una muestra en el Museo Nacional de Bellas Artes. Quiero escribir y publicar un libro con mis trabajos. Quiero pensar, mirar la sociedad desde una distancia crítica, seguir haciendo obras en el espacio público. Apelar siempre a la participación del que mira. También quiero construir un jardín.

–Me gustó cuando le disparaste con una escopeta al Cucú de Carlos Paz, creo que ese artefacto se lo merece. ¿Tenés planeados más atentados de ese tipo?

–Lo mejor de esa performance fue la participación de la Brigada de Explosivos de la Provincia. Ellos llevaron bombas para que los disparos parecieran verdaderos. Tuve que avisar a la Policía de Carlos Paz que mi acción era un simulacro. Si no, seguramente, terminaba presa.

–Seguís en rebelión. ¿No querés madurar, Dolores?

–Mi trabajo no tiene que ver con caprichos ni ocurrencias. No es pueril. Quien lo ve así tiene un problema grave de comprensión del arte contemporáneo. Y yo te pregunto a vos, ¿rebelión es antónimo de madurez?

–Te autodenominás “Dolores de Argentina”. ¿Sos como la Marianne francesa en versión local?

–Dolores de Argentina es un cuerpo de obra con el que comencé a elaborar la tragedia de terrorismo de Estado que sufrió mi familia durante la dictadura. Ese fue el punto de partida. Yo crecí en uno de los momentos más trágicos del país y, como muchas otras familias, la mía vivió la tragedia de aquellos años. Recién en el 2000, usando mi nombre y mi cuerpo como soporte de obra, pude elaborar mi dolor. Borges sentencia que “sólo una cosa no hay, es el olvido”. En ese desenterrar y recordar, utilicé el lenguaje de la memoria no como instrumento para inspeccionar el pasado, sino como el medio por el que esa inspección acontece. Actualmente estoy tramitando la legalidad del cambio de nombre, utilizando la denominación como un derecho y una acción de arte.

El día que Dolores Cáceres le disparó al Cu-cú de Carlos Paz, para reflexionar sobre la caza de aves en las sierras de Córdoba.
El día que Dolores Cáceres le disparó al Cu-cú de Carlos Paz, para reflexionar sobre la caza de aves en las sierras de Córdoba.

–Leí críticas de arte en la que te llaman “narcisista”.

–Las únicas críticas que me enriquecen son aquellas que refieren a la obra. Las críticas personales ni me interesan.

–¿Por qué un artista cordobés se quedaría en Córdoba, existiendo Turismo City? 🙂

–¿Por qué un artista cordobés tiene que sentir que es expulsado de Córdoba?

–¿Cómo se rompe la lógica de satélite con respecto a Buenos Aires?

–Empieza a gustarme ser periférica y trabajar desde la periferia.

–¿Uno se puede enamorar también de las periferias y los rincones?

–Siempre existe el remordimiento de estar en el error, de ser señalado por no haber hecho lo suficiente.

–Tres palabras que definan quién sos como artista.

–DOLORES DE ARGENTINA.

–Tu biografía dice que naciste en una “familia tradicional de Córdoba”. ¡Qué horror!

–Mi familia está formada por intelectuales: sociólogos, abogados, periodistas, publicistas, fotógrafos. Esa estructura me mostró el lugar desde donde salir y volverme libre hasta donde pude serlo. (Toda mi adolescencia y primera juventud transcurrieron durante la dictadura). Conocí a grandes personalidades del mundo del arte, de la moda, directores de cine, artistas de todo el mundo. Ahora, a la distancia, pienso que no estuvo mal y siento muchísimo orgullo de mi familia.

–No sabía que eras abogada. O sea que ya antes buscabas formas non sanctas de vivir. 🙂

–Fue tan rápido mi paso por la Facultad de Derecho que casi no le di importancia porque simultáneamente estudiaba literatura en la Facultad de Filosofía de la UNC. Todo el día entre una universidad y otra. Nunca me interesó ejercer, solo me demoró en mi verdadera vocación, que es el arte en cualquiera de sus formas. Fue imposible romper el mandato familiar.

Dolores Cáceres, cuando presentó en Córdoba la obra "MONEMENTUM Tus ojos". (Archivo La Voz)
Dolores Cáceres, cuando presentó en Córdoba la obra «MONEMENTUM Tus ojos». (Archivo La Voz)

–Destruiste toda la obra que hiciste mientras estudiaste Artes en la UNC. ¿Qué pasó?

–Era un fracaso. No encontraba mi verdadera imagen y no me alcanzaba la pintura como lenguaje. No me gustó la Academia ni la forma de pensar para impartir nociones de arte.

–Tus obras en las que cubrís monumentos para invisibilizarlos y después volver a mostrarlos. ¿Qué sentido último guardan?

–Todo comenzó con la pregunta: ¿qué hacer con el pasado en un presente como este?, y cubrí las musas de la plaza Colón. Dos meses después, propuse invisibilizar el monumento de la plaza San Martin de Buenos Aires. Bajo la denominación La Estrategia del Eclipse y la curaduría de Guillermo Alonso, volví extraño el monumento que se había naturalizado y quedó cubierto por una tela negra durante tres días. Al descubrirse, recuperó su presencia, y traigo con este gesto la acción de visibilizar los valores simbólicos de heroicidad, libertad, gloria, valor y padre de la patria que buscamos en quienes nos dirigen desde los espacios de poder. La intervención se realizó en homenaje a los 40 años ininterrumpidos de la democracia y funcionó como un señalamiento y una protección al héroe enfrentado a este tiempo. Fue un mapa poético y conceptual de la decadencia, como un grito de malestar de época del año 2023.

–¿A cuáles figuras públicas argentinas cubrirías para que no tengamos que verlas?

–Si Hitler fuera argentino, lo taparía para siempre. Con el resto, puedo sobrevivir civilizadamente. De eso se trata.

–Al ser tu obra principalmente conceptual, no dejás “mercancía artística”,

–Algunos gestos son efímeros, pero los archivos y la documentación son de gran valor para los museos y el coleccionismo internacional. El Malba, por ejemplo, compró las fotografías de la acción en Venecia, de Nicolás García Uriburu. Pero aclaro, no todo el arte conceptual y posconceptual es efímero.

–No habrá obras de Dolores de Argentina para poner en el living y mostrar a las visitas.

–Mi obra forma parte de grandes colecciones y estoy trabajando en este momento en reforzar ese aspecto que nunca me preocupó demasiado. Puse mucha energía en la producción. Ahora estoy buscando ese rumbo.

–Cuando murió tu amigo Antonio Seguí, les agregaste lágrimas a las esculturas de la Familia Urbana. ¿Qué habría que hacer cuando mueras?

–Esa acción fue un homenaje a un querido amigo que provocó que la ciudad se movilizara frente a la muerte de uno de sus mejores artistas. Yo tampoco.

Artista Dolores Cáceres (Facundo Luque / La Voz)
Artista Dolores Cáceres (Facundo Luque / La Voz)

–¿Te interesa “dejar un mensaje”?

–El Arte es un mensaje que se transmite como un secreto entre conspiradores, dijo Marcel Duchamp. El mensaje es mi obra. El arte es hacer, y yo quiero dejar obras.

–Artísticamente hablando, ¿qué es lo mejor y lo peor que tiene Córdoba?

–Los cordobeses y las peleas de todos contra todos. Su aislamiento.

–Te llama el papa Francisco y te pide una obra para el Vaticano. ¿Qué le hacés?

–Le pediría que me regale un Fra Angélico, que es uno de mis pintores preferidos.

–¿Qué gesto hacés cuando te dicen que sos la Marta Minujín cordobesa?

–Nadie me llama así, ¿o si? Si lo hicieran, no haría ningún gesto. La conozco bien a Marta. Viajamos juntas a NYC hace años y me mostró la rama del árbol en la que vivió junto a una comunidad hippie en el Central Park. Ella es de una genialidad irrepetible.

Artista Dolores Cáceres (Facundo Luque / La Voz)
Artista Dolores Cáceres (Facundo Luque / La Voz)

–¿Alguna vez pasaste hambre?

–Seguramente sí. Y sed también.

–¿El arte que no molesta es arte?

–El buen arte nunca molesta.

–¿Qué descubriste en la pandemia?

–Descubrí con certeza que pueden parar el mundo.

–¿Cuál es el sentido de la vida?

–La libertad de vivirla.

–¿Estamos solos en el universo?

–Es difícil pensar que estamos solos.

–¿Qué es lo último que va a sobrevivir en el mundo?

–Una idea.

Custodiada por un perro de raza y 39 cipreses

La artista plástica Dolores Cáceres vive en la ciudad de Villa Allende en compañía de “39 cipreses y un perro de raza” que la cuida. Además, tiene dos hijos “maravillosos” y cinco nietos también “maravillosos”. Dice que su mamá, con alzhéimer, vive “entre lo finito y lo infinito”. Ella y toda su familia son nacidos en Córdoba capital. Actualmente, está leyendo al filósofo surcoreano Byung–Chul Han y cuenta que su director de cine favorito es Sorrentino, pero “después de Godard”.

Luciana Lamothe y su credo no binario

Fuente: Clarín – La artista conceptual que representa al país en la 60° Bienal de Venecia cuenta sobre su instalación: emplea materiales reciclados, que lleva al extremo, y la flexibilidad como principio constructivo.

Ojalá se derrumben las puertas, la obra de Lamothe en un pabellón argentino que creció con la luz. Por primera vez no se tapiaron las ventanas.

La Luciana Lamothe (1975) que allá por 2003 desafiaba al mundo del arte con obras como Meadas, un registro del dibujo que su propia orina trazaba al deslizarse por la vereda, es la misma que hoy representa al país en la 60° Bienal Internacional de Arte de Venecia, sólo que amplificada. Cual cirujana de la materia, para su instalación Ojalá se derrumben las puertas –estructuras construidas con andamios de hierro, cintas de fenólico curvado y maderas descartadas intervenidas– examinó a fondo cada elemento y descubrió así su capacidad de cambio.

Nacida en Mercedes, provincia de Buenos Aires, Lamothe comenzó a mostrar performances nacidas en recorridos callejeros, como parte de una escena que batallaba por sus ilusiones recién llegado el siglo XXI, en un escenario de máxima crisis. Estuvo en el programa de artistas conocido como Beca Kuitca, y fue fichada por Appetite, una de las galerías insignia de aquellos primeros dosmil. Una década después, ya participaba de residencias internacionales, bienales y exposiciones, como Spit on the cement floor (2012), en la Galería Alberta Pane de París, donde invitaba a los visitantes a escupir sobre polvo para convertirlo en cemento. Recibió premios, como el de la Fundación Pollock-Krasner, en Estados Unidos en 2019. Y como representante de su generación, en 2023 fue curadora invitada en la exposición Cien caminos en un solo día, en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, donde se pudo ver una de sus estructuras de maderas industrializadas y andamios que extravían la arquitectura de su función, en un ejercicio de extrañamiento.Luciana Lamothe. Foto: Juano Tesone.Luciana Lamothe. Foto: Juano Tesone.

Hasta el 24 de noviembre, con la curaduría de Sofía Dourron, un pabellón argentino totalmente iluminado exhibe el resultado de un trabajo arduo de construcción que la artista primero ensayó en su taller de Quilmes, y luego montó en la ciudad italiana sobre materiales reciclados de otras bienales y rescatados de un pequeño bosque de Eslovenia. Como consecuencia, en la exposición todo parece posible: elementos como la madera se ondulan, simulando la misma suavidad de una tela –por increíble que suene–, jugando a la vez el papel de pared, techo y piso. El público está invitado a perderse en ese espacio, cuyo adentro y afuera no están claros, y donde se pone a prueba el vínculo del visitante con la fragilidad a su alrededor.

En entrevista con Ñ, Lamothe habla de lo que la inspira e inquieta, del valor de la identidad y la relación entre arte y sociedad; mientras repasa su trayectoria desde la inserción, hasta el trasfondo político de su puesta, que hoy representa al país en la más importante de las bienales.

–¿Era para vos una meta, un hito en tu carrera la Bienal de Venecia?

–Definitivamente, un hito. Para todo artista es un momento importante, no fundamental pero sí es un objetivo muy estimulante. Después, el desafío es que el trabajo esté a la altura, que tenga repercusión y provoque. Tiene que ser muy completo y, al mismo tiempo, sentís un compromiso. Es extraño porque el arte es con nombre propio y acá representás a tu país. Pero logré la profundidad, la contundencia y la potencia que quería.Para su instalación, Luciana Lamothe recicló maderas de otras bienales y recogió troncos en un bosque cercano. Para su instalación, Luciana Lamothe recicló maderas de otras bienales y recogió troncos en un bosque cercano.

–Los materiales que usás son siempre protagónicos. En este caso maderas industriales, tubos para andamios, troncos quemados. ¿Qué historia contienen?

–En los últimos años fui reformulando el objeto andamio para entender su sistema constructivo. Empecé a replantearme qué pasa con una herramienta como es (que es de sostén) cuando pierde su función. A la vez, empecé a preguntarme qué les pasa a los materiales de los que está hecho, supuestamente duros, del mundo de la construcción, y llegué a la conclusión de que no existen materiales duros. Todo material es blando. Lo duro o blando está ligado al punto de vista, una mirada si querés antropocéntrica, y hasta te diría patriarcal, porque lo duro está ligado a lo masculino y lo blando a lo femenino. Desarrollé una idea de la elasticidad de los materiales, la resistencia o tenacidad (la capacidad de un material de administrar la energía externa para no romperse). Me interesa generar estructuras grandes y monumentales pero que planteen esa blandura de la estructura, la posibilidad de movimiento y transformación. A partir de estas ideas, me interesé en las identidades: cómo llega el material a ser lo que es. La madera terciada es madera, pero es más que eso; viene del universo natural y de golpe nos llega de esta manera, cortada, feteada, con aglutinantes industriales para que se pegue una capa con otra. Entonces es un híbrido: es natural e industrial a la vez.

–¿Cómo elegiste los materiales?

-En la previa en Buenos Aires, en el taller de Quilmes, trabajé con guatambú, una madera dura del norte argentino que en Europa no existe. Llevarla era carísimo; tuvimos que adaptarnos, y ese ejercicio se volvió parte del concepto. Allá conseguimos maderas de todo tipo para investigar la vida útil del material: desde el tronco hasta que se convierte en mueble, que luego se vuelve desecho, se pudre o se quema. Quise reflejar esos momentos. Fuimos a un bosque de Eslovenia a buscar ramas, también a los bosques alrededor de Venecia donde hay árboles centenarios y uno justo se estaba muriendo. Además, recuperamos maderas de pabellones de Argentina, Finlandia y Alemania, que habían reciclado madera de bienales anteriores. Y espero que alguien me pida maderas en la próxima Bienal para seguir reciclándolas. Mientras recorrés la instalación vas viendo qué le pasa al material, sus distintas identidades. Esa es mi idea de identidad: no es fija ni estática. La identidad se va transformando, es dinámica.Propone cambios sobre el entorno construido. 
Propone cambios sobre el entorno construido.

–La instalación afirma la flexibilidad de todo, puesta a prueba. Como si dijera: “se puede ser esto y a la vez esto otro”. Y a la vez los materiales exhiben rasguños, imperfecciones, algunos están rotos. ¿Hablas de la humanidad?

–No me gusta decir que mi trabajo es metáfora de determinada cosa, pero son inevitables. Me quiero alejar cada vez más de las ideas antropocéntricas. El discurso tiene que ser más amplio, no solamente hablar de lo que nos pasa como humanidad, mirarnos cada vez menos el ombligo. El material tiene mucho para enseñarnos. Obviamente quiero que cada quien se sienta interpelado con la obra, si te pasa es porque está hablando de vos también. Al principio trabajaba con la idea de que un proceso destructivo también puede ser constructivo y viceversa, se retroalimentan. Luego desarrollé la idea de la transformación porque sale de ese binarismo construcción-destrucción abriéndote mucho más las posibilidades y cambios que le pueden suceder a un material o a su destino. Hay algo en la queeridad de los materiales que me interesa plantear porque si empezamos a ver esas cosas en la naturaleza, es que realmente es así la vida. Y las cosas no son de una manera tan determinante que se resuelve en los opuestos. Cuando trabajo en esta narrativa pienso en el punto medio entre la naturaleza y lo industrial, porque justamente en el punto medio es donde hay mayor tensión, la balanza no se va para un lado ni para el otro.

–La posibilidad del derrumbe está en el título, casi en forma de anhelo. También aparecía en otros de tus trabajos. ¿Pensas en la destrucción, o “liberación de la estructura”, como algo a veces tentador? ¿O necesario?

–En la instalación todo cuelga, todo está en tensión. Tiene un peso y está en equilibrio y al mismo tiempo es bastante frágil. El título es una provocación para generar un poco más de tensión en el cuerpo que atraviesa un espacio donde está todo suspendido. Está también el video de una acción en la calle, donde voy quebrando ramas con diferentes puertas del espacio público que uso de palanca. Ese quiebre que se genera contradice todo lo que viene pasando antes en la instalación, con un material muy flexible que estiro pero no se quiebra, y al final te digo: mirá, también se quiebra. Me gusta mostrar las dos opciones: la elasticidad extrema y la no resistencia. Lo siento como una identidad argentina en algún punto, de la tenacidad. Hay un momento en que ya no hay más resistencia y aparece una crisis, un quiebre. El material se trauma y colapsa.Detalle de la instalación, con maderas.  Detalle de la instalación, con maderas.

–En la misma línea, los conceptos de inestabilidad, transformación y límites también están muy presentes en toda tu obra. ¿Cómo se vinculan con el mundo actual?

–Hay un aspecto de la sociedad contemporánea que está ligado a las libertades individuales, que por suerte tienen cada vez más espacio, pero al mismo tiempo la intolerancia avanza con muchísima fuerza. Es un fenómeno dentro del capitalismo global. Nos seguimos peleando pero estamos todos ahí dentro. Además, estamos presos de las redes, una matrix cada vez más claustrofóbica. Parece no haber una salida muy clara, estamos dentro de la misma caja de zapatos discutiendo por la libertad.Otra vista del pabellón argentino. Otra vista del pabellón argentino.

–En este sentido anti jerárquico de que las puertas se derrumben, ¿te inquieta la posibilidad de que el arte contemporáneo no pueda ser leído por todos?

–Me gustaría que mi obra sea leída por un público bien amplio. Hay quienes me dicen que mi trabajo es para entendidos, pero creo que no. Me interesa mucho trabajar con las emociones y sensaciones. No hace falta demasiada especialización para que un espacio te afecte emocionalmente. Todos tienen algo para decir y es lindo cuando el movimiento es de ambas partes, cuando el arte trata de tener más llegada y la gente tiene acceso a la educación para entenderlo.

–Tu trabajo fue y volvió de la escultura a otras manifestaciones, como las acciones vandálicas en la calle, pero sin perder el espíritu provocador. ¿Cómo es el paso de una forma a la otra?

–No es lo mismo trabajar siendo NN en la calle a la noche, haciendo algo que nadie sabe que es arte y que tampoco te interesa que lo vean como arte, que cuando presentás algo en una galería. Lo que vuelve arte a esa acción vandálica es lo que viene después: el registro, la circulación dentro del sistema del arte. En cambio, si muestro en una institución o pienso obra para una galería, ya está mediatizado lo que estoy mostrando.

–¿Cómo te insertaste en la institución del arte, o en el mercado? ¿Qué le dirías a un artista que se quiere insertar?

–Estaba en el proyecto Venus, de Roberto Jacoby, donde pude empezar a relacionarme con artistas y a mostrar mis cosas. Después la galería Appetite; ahí hacíamos de todo, era un espacio de contención y creación. También a través de las clínicas, hice con Pablo Siquier y Ernesto Ballesteros; allí conocí a un montón de artistas y colegas con quienes después fui creciendo a la par. En el certamen Curriculum Cero, que organizaba Ruth Benzacar, me dieron un premio y ahí empezó un recorrido más institucional. Es un camino muy, muy difícil. Y en ese momento, claramente más para las mujeres. Era raro plantearlo pero fue así.

–¿Qué cosas te inspiran actualmente?

–Aunque la ciudad también me inspira, salir a las afueras. Me inspiran las relaciones humanas, su complejidad; es tan difícil relacionarse y comunicarse que ahí veo mucho jugo. Me inspira la arquitectura, el desarrollo tecnológico. La precariedad me genera preguntas. Me inspira preguntarme sobre la comodidad, si es necesaria o lo es más bien escaparle, si es un destino interesante, digamos. ¿Es realmente a lo que todos queremos llegar, la comodidad? ¿No es un poco el comienzo de la muerte? Mi trabajo se hace esa pregunta en las tensiones, en la inestabilidad. En la verdad de los materiales, en su rusticidad. En eso de mostrarlo así, tal cual es.

Las mil maneras de ser Marcia Schvartz

Fuente: Clarín – Una muestra sumerge al visitante en el mundo Marcia Schvartz 360°. Más de 40 años de trayectoria de la artista multipremiada, que representó al país en bienales y exposiciones de todo el mundo.Desde retratos melancólicos, instalaciones rockeras hasta cerámicas y paisajes místicos y archivos de distintas épocas.

Exasperada, en su autorretrato «Déjenme pintar» Marcia Schvartz le grita al mundo que se detenga. Pilas y pilas de facturas de AySA, Edesur o Metrogas, la sofocan a ella y su paleta de colores. La obra, que actualmente cuelga del techo en el piso más alto de W-galería, fue hecha por la artista el año pasado y se exhibe al público por primera vez en contexto de la muestra Soy otras, que abarca más de 40 años de su trayectoria y casi –sino todas– sus facetas artísticas. Hasta el 14 de septiembre, ocupará la totalidad del enorme espacio ubicado en San Telmo.

“Trabajamos con Roberto Amigo y organizamos la exposición por temáticas. Soy otras busca mostrar a todas las Marcia, de distintas épocas y disciplinas”, sugiere el actual co-director de la galería, Federico Curutchet, quien recibe junto a Schvartz a Viva para una recorrida alrededor de la muestra. Piezas de los 80 que la artista hizo al regresar al país, después del exilio en Barcelona durante la dictadura, se intercalan con otras más recientes en las distintas salas.

Un poco más atrás en la misma sala que el mencionado autorretrato está «Boquita, el origen del mal». Fiel al estilo anti establishment de la artista, esta instalación de 2019 parodia al mundo del fútbol, especialmente a los barrabravas como vehículos –o herramientas– de la política en los años 90.Marcia Schvartz, La reina del Bambo, 1982. Carta pesta, guata, tela, lentejuelas, bijuterie y zapatos, 157 x 73 x 90 cm. Foto: gentileza W—galería.Marcia Schvartz, La reina del Bambo, 1982. Carta pesta, guata, tela, lentejuelas, bijuterie y zapatos, 157 x 73 x 90 cm. Foto: gentileza W—galería.

El protagonista de la escena es un barrabrava grotesco que se masturba desnudo dentro de la cama mientras mira revistas con mujeres en tetas y escucha el mismo partido de fútbol una y otra vez desde una televisión rayada que manipula con un palo de escoba. Mauricio Macri, cuyo primer acercamiento al poder político fue la dirección del Club Atlético Boca Juniors, aparece en fotos que este tiene colgadas cual vírgenes en la pared del cuarto. Acumulados alrededor hay rollos de papel higiénico, preservativos usados, cajas con fármacos, una piedra de porro prensado, un cenicero a punto de rebalsar y un gran número de botellas.

Pinceladas desfachatadas

A solo unos pasos está «Preparándose para arteva», donde pintó sobre un cartón a una mujer que se mira en el espejo como gritando, con la cara irritada, quizás por el exceso de productos de desconocida procedencia que unas pinceladas desfachatadas delatan, lleva puestos. Los afiches de modelos de publicidades se intercalan en este baño con billetes.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí,  gentileza W—galería.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí, gentileza W—galería.

A tono con esta sátira del mundo del arte, está «Beauty & Arts», donde otra mujer se hace los pies y las manos en una peluquería mientras lee chismes de figuras de la alta sociedad argentina en revistas que Schvartz tomó del consultorio de su oculista. Así, el personaje espera que un bodoque caótico de decolorantes y pelos se convierta en la anhelada cabellera rubia de tigresa despampanante.

“Esta obra refleja el panorama de la crítica malvada o cierto sector del periodismo cultural convertido en mundo de business y relaciones públicas, que no tiene nada que ver con el mío”, sentencia.Marcia Schvartz. Preparándose para Arteva, 2011, ensamblaje. Caja de madera, impresiones a color de dólares, tarjeta black VIP, artículos de tocador y espejo, 110 x 165 x 60 cm. Foto: gentileza W—galería.Marcia Schvartz. Preparándose para Arteva, 2011, ensamblaje. Caja de madera, impresiones a color de dólares, tarjeta black VIP, artículos de tocador y espejo, 110 x 165 x 60 cm. Foto: gentileza W—galería.

Pese a que ser honesta y arriesgada le haya costado “muchos quilombos”, según cuenta, y que varios espacios artísticos –sobre todo de fines comerciales– en distintos momentos de su carrera hayan rechazado exhibir sus obras, nada alteró, afortunadamente, sus principios. O su forma de convertir a estos en ese arte fresco, descarado y rockero, que se mantiene eternamente joven. Ese que se ríe a carcajadas de los caprichos del poder y que dio, así, la vuelta al mundo, pasando por muchísimas bienales y exposiciones internacionales.

“En mis retratos siempre están melancólicos los personajes, pero no lo manejo yo”, asegura, mientras recorre la planta baja de la exposición que reúne sus retratos de distintas épocas. En los que hizo en el último tiempo, que se muestran acá por primera vez, los pintados son familiares, jóvenes alumnos de sus clases y otros de la Escuela de Arte Manuel Belgrano que hizo al visitar la institución cuando estuvo tomada por los estudiantes.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí,  gentileza W—galería.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí, gentileza W—galería.

La relación afectiva con cada uno de ellos, dice, es lo que la hace pintarlos. “No me gusta trabajar con modelos profesionales, no me pasa nada con eso”, cuenta, “me gusta cuando se crea algo con la persona, cuando hablan de la pintura, cebas un mate o lo ceban ellos y no están indiferentes, sino presentes y súper comprometidos con lo que están haciendo”.

Es una tarde de semana y en lo que va del recorrido ya la frenaron más de tres veces visitantes emocionados para saludarla y preguntarle sobre las piezas. “La gente es tan amorosa”, exclama. En el subsuelo de la sede hay obras que tienen más que ver con la naturaleza. Cerámicas con esmaltados brillantes, que hizo en su época viviendo en Tigre, y otras más opacas y terrosas inspiradas en el paisaje del norte.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí,  gentileza W—galería.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí, gentileza W—galería.

El norte se refleja también en una serie de cactus sedosos que hizo con algodón, por donde unas arañas aterciopeladas caminan y en los cuales mariposas seducidas se introducen y estancan. Los cactus experimentan, incluso en este piso, sus propias historias de amor apasionadas: se besan con lengua bajo la luz de la luna sobre escenarios místicos y abismales donde el tiempo parece detenido.

Los materiales que utilizó desafían la canonicidad: un norte más nocturno es evocado en cuadros hechos con lanas, que tiñó y pegó con poxiran, barro, tierra y troncos que trajo en cajas de estos territorios.

Hay obras en cada rincón de la galería, incluso en los entrepisos y camufladas con las plantas que hay en el patio. Atravesando este, una sala más pequeña con archivo exhibe, entre otros registros, un video donde ella y su hermana juegan con una de sus esculturas en la unidad básica del Abasto en el 83.

Allí se ve cómo se metían dentro de la muñeca llamada «La reina del Bambo» para bailar y cantar con la gente a la hora de la merienda, como hicieron también con la recordada «Doña Concha»; que pertenece ahora a la colección del Museo Reina Sofía de Madrid.

La semana más importante del arte local tuvo un cierre por todo lo alto

Fuente: Clarín – arteba, Affair y BADA fueron multitudinarias, pese a la tormenta del sábado y las nubes del domingo.Hubo público joven, primerizos y coleccionistas expertos y ventas para todos los presupuestos.Una recorrida bajo la lluvia para trazar un análisis de un fin de semana vertiginoso.

¿Sudestada anunció el Sistema Meteorológico Nacional? Pues para los visitantes de BADA, Affair y arteba no hubo frío helado, lluvia intensa ni ráfagas fuertes de viento que los detuvieran. Desde temprano en la tarde, el anteúltimo día, las tres ferias de arte en La Rural, Galerías Larreta y Costa Salguero, estuvieron atiborradas de públicos. Así en plural. Si algo predominó en los tres eventos fue un deseo de disfrute de la belleza y el color, de conocer más a los artistas y la oferta de arte que existe hoy en el país.

Personas reaccionan dentro de una instalación exhibida durante la 33 edición de feria de arte contemporáneo "arteba" en el predio ferial Costa Salguero, en la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina, el 29 de agosto de 2024. (Xinhua/Martín Zabala) Personas reaccionan dentro de una instalación exhibida durante la 33 edición de feria de arte contemporáneo «arteba» en el predio ferial Costa Salguero, en la ciudad de Buenos Aires, capital de Argentina, el 29 de agosto de 2024. (Xinhua/Martín Zabala)

Llegar a arteba requirió de paciencia. El embotellamiento de autos y transportes especiales fue fenomenal. La cosa mejoraba por avenida Sarmiento para arribar a BADA, no tanto por Plaza Italia, y el tránsito fue igualmente lento hacia el centro donde están las Galerías Larreta, nueva sede de la segunda edición de Affair. Todo empeorado por la tormenta.

BADA en La Rural se colmó de gente, mayoritariamente joven, en el Pabellón Verde. Feria de artistas que vende directamente al púbico, ¡aguanten las mujeres! que fueron más que los hombres entre los 300 seleccionados de 8.000 postulantes que aplicaron para la Feria. Increíble la creatividad que grita por tener un lugar donde exhibirse.

Clarín Cultura conversó con varios artistas y este sábado muchos celebraban con familia y amigos los circulitos rojos pegados en cada stand. Las pegatinas significan “obras vendidas”.

Vale una línea: a BADA se ingresaba por el espacio de la marca Dove que propuso el hashtag #Enfrentemoslairritación. Y no precisamente de la piel femenina, sino de la piel “social”. Se exponían fotos de mujeres extraídas de sus cuentas de Instagram y al costado una tablet mostraba los mensajes de “odio” de sus seguidores.

La propuesta invitaba a los visitantes a dejar un mensaje positivo. Nota al pie: la encargada del espacio contó que hubo mensajes que omitieron por irreproducibles. Verlos todos juntos en una muestra resulta impresionante porque nos habla de la sociedad “glocal” que nos acoge.la artista Ana Monjeau, de Lago Puelo, en la Patagonia andina, provincia de Chubut. Su arte se mueve entre lo simbólico, lo sagrado y el realismo mágico, aquí en BADA. Foto: Clarín.la artista Ana Monjeau, de Lago Puelo, en la Patagonia andina, provincia de Chubut. Su arte se mueve entre lo simbólico, lo sagrado y el realismo mágico, aquí en BADA. Foto: Clarín.

De inmediato nos sumergimos en la Feria y la primera observación arrojó que predominaba el público joven, que había obras muy buenas a precios increíbles, y que se percibía una energía revitalizante. Nos acercamos a un primer stand y encontramos a la artista Ana Monjeau, de Lago Puelo, en la Patagonia andina, provincia de Chubut. Su arte se mueve entre lo simbólico, lo sagrado y el realismo mágico. Contó a Clarín Cultura que es una de las seis artistas (todas mujeres) que ganó el concurso del último MICA (Mercado de Industrias Culturales Argentinas), dependiente del gobierno nacional.

Precisamente compartió el stand con otras dos concursadas, una de ellas, Agustina Gear, de Córdoba, cuyas pinturas son tan hiperrealistas que parecen fotografías. El valor promedio de las obras de ambas está entre los 100 y los 400 dólares (las de mayor tamaño).

Ambas tuvieron que costearse traslados y hoteles. “El concurso nos cubría el costo del stand y estamos agradecidas”, subrayaron. El costo de un stand en BADA estuvo este año entre los 900 y los 2.000 dólares dependiendo de su dimensión. Cuesta creer que el Estado no pudiera pagarle a artistas ganadoras del interior un pasaje en colectivo y un hotel por cuatro días. El MICA debería mejorar las condiciones de sus concursos en artes visuales si quiere que el interior también exista.Sofi Wiñazki día vendió ocho obras el primer día. Foto: Clarín.Sofi Wiñazki día vendió ocho obras el primer día. Foto: Clarín.

Seguimos recorriendo y dimos con dos artistas conocidas por la difusión de su obra en redes. En un caso, Sofi Wiñazki, hija del filósofo Miguel y hermana del periodista Nicolás. Sus árboles de estilo naif, en colores o en blanco y negro oscilan en torno a los 400 mil pesos. La artista que el primer día vendió ocho obras en un abrir y cerrar de ojos tiene vasta difusión de su trabajo en Instagram.Ceci Brook interviene con rostros descubiertos de mujeres las alfombras iraníes que compró en Jordania. Foto: Clarín.Ceci Brook interviene con rostros descubiertos de mujeres las alfombras iraníes que compró en Jordania. Foto: Clarín.

En otro stand, Ceci Brook interviene con rostros descubiertos de mujeres las alfombras iraníes que compró en Jordania. Vendió obra con precios ìncreíbles entre los 400 y los 1800 dólares. Mañana lunes parte a exponer a Nueva York.

Con pintura asfáltica y acrílico metalizado, Carolina Filice realiza en bastidor de tela unas obras bellísimas que toman la flor del cerezo japonés (sakura) desde arriba. El efecto y los formatos son tan sorprendentes como sus precios. Entre 200 y 700 dólares. “El mensaje de estas obras es comprender lo efímero de la vida y disfrutar los momentos”, nos dijo.

En otro de los pasillos, recorridos de forma incesante por muchos visitantes, nos encontramos con Micaela Mendelevich, que cada tarde conduce un programa por Radio Ciudad. “Me divorcié y empecé a dibujar sin parar. Yo soy ilustradora, pero creo que la pintura me cooptó por completo. No sé si habrá sido para llenar un vacío existencial”, dijo mientras se reía. Tuvo stand propio y se notaba que es una artista prolífica. Su maestra es Verónica Gómez. Precisamente el Malba adquirió una obra de Gómez en esta edición de arteba.

Una Feria inabarcable

Entre stand y stand fuimos observando la diversidad de estilos, técnicas, materiales, soportes, así como la calidad artística de muchos trabajos y el entusiasmo de quienes venían por primera vez a BADA que ya lleva 12 ediciones, tanto como de quienes ya acumulan experiencia. Había mucha pintura, menos escultura, mucho arte textil, trabajos más originales en papel y técnicas mixtas, y observamos que eran numerosos los visitantes que salían con su obra bajo el brazo.Soledad González y su obra textil expuesta en BADA. Foto: Clarín.Soledad González y su obra textil expuesta en BADA. Foto: Clarín.

Otro dato por resaltar: el trabajo de meses que llevan muchas de las obras expuestas para la venta. Por ejemplo, Soledad González aceptó posar junto a una obra textil de su autoría, trabajada parte por parte. No solo es arte, es también diseño, dijo la artista en el stand 178. El trabajo que realiza es impresionante. Con un proceso de “tufting” crea estas bellezas artesanales con ilustraciones digitales que lleva al arte textil.Romina Hereñú y su técnica crafts para reflejar su entorno litoraleño en BADA. Foto: Clarín.Romina Hereñú y su técnica crafts para reflejar su entorno litoraleño en BADA. Foto: Clarín.

Llegamos al espacio de Romina Hereñú, de Santa Fe, quien declaró que su obra aborda su entorno “litoraleño, la naturaleza y lo sagrado”. Dijo que se siente una artista-artesana y que ha creado su propia técnica que llama “crafts”. Sobre fibrofácil con distintas texturas da forma a sus piezas. Las ventas no han colmado sus expectativas, dice, pero sí los puente tendidos. “Hice muchísimos contactos con galeristas, escritores (es ilustradora) y biólogos interesados en la naturaleza que refleja mi trabajo”, expresó.

A las 19 en BADA crecía el bullicio y los stands comenzaban a llenarse de circulitos rojos que registraban las obras vendidas. Así encontramos a la artista de Palermo Indiana Kohen Lumar envolviendo una pieza recién vendida. Sus trabajos oscilan entre 70 y 700 dólares. Y llevaba 10 trabajos vendidos.La obra de Wanda Matulionis, de Adrogué, también gozó de buena suerte en BADA. Foto: Clarín.La obra de Wanda Matulionis, de Adrogué, también gozó de buena suerte en BADA. Foto: Clarín.

La obra de Wanda Matulionis, de Adrogué, también gozó de buena suerte. Trabajada en papel y collage en fibrofácil, la artista llevaba ocho ventas cuando visitamos su stand. Hay que decir que son trabajos muy originales que oscilan entre los 200 y los 2000 dólares.

Nos fuimos de BADA, camino a Affair en Galerías Larreta, con la certeza que esta Feria directa de los artistas al público ha tenido una edición vibrante en el contexto de la recesión económica nacional.

Affair, la Feria que crece con fuerza

El transporte que el Gobierno de la Ciudad puso para trasladar a los visitantes desde arteba a Affair y viceversa fue bendito en la jornada lluviosa y fría del fin de semana. “Estamos muy sorprendidos por la cantidad de gente que nos visitó”, dijo Saha Davila a Clarín Cultura. El galerista cordobés y co-organizador de Affair, que abrió ya su segunda galería en Buenos Aires, es un gestor esencial en la Feria de Arte Contemporáneo de Córdoba que tendrá lugar entre el 7 y el 10 de noviembre de este año en la Docta.En las Galerías Larreta cierra hoy la nueva edición e Affair. Foto: Clarín.En las Galerías Larreta cierra hoy la nueva edición e Affair. Foto: Clarín.

Se concretaron más de 90 operaciones en Affair, según nos dijo Sasha. Se trata de una Feria que reúne este año a 17 galerías. La repercusión de consultas y de público creció en relación con la primera edición realizada el año pasado en Polo Saldías, a 10 minutos de caminata de Costa Salguero.

Los rangos de precios de las obras vendidas en esta Feria estuvo entre los 200 dólares hasta los 7000 dólares, “valores con los cuales nos hemos manejado”, dijo Dávila.

“El público contribuye mucho a que la Feria se haya posicionado dentro del mercado y eso nos da mucho empuje para seguir”, dijo otro de los galeristas consultados.

Explicó Dávila que el público ha sido de una enorme diversidad. Desde muy jóvenes a coleccionistas con el ojo habituado a detectar buenas obras en la oferta enorme que se presentó esta semana. “Vinieron otros galeristas, curadores, críticos de arte, artistas, nos visitaron muchas personas. Y eso también nos gratifica porque significa que la comunicación fue muy buena y nos da mayor entusiasmo”, dijo el co-organizador.Recorrida durante la inauguración de la segunda edición de Affair. Foto: Gentileza Affair.Recorrida durante la inauguración de la segunda edición de Affair. Foto: Gentileza Affair.

Todas las galerías están satisfechos con el desarrollo de esta edición sobre todo porque al mudar de sede había inquietudes sobre la respuesta del público. Más allá de las dudas, Affair fluyó con propuestas bien diferenciadas y ahora continuará con Central Affair en la post-Feria con actividades que hagan crecer esta comunidad de galerías que, no obstante ser parte de Meridiano, entidad que agrupa a las galerías de arte de todo el país, eligen un modo diferente de exhibir su obra, con otros costos y, sobre todo, potenciando a artistas con muy buen nivel artístico.

“El transporte gratuito de la Ciudad de Buenos Aires fue maravilloso. Más de 200 personas lo han utilizado y creo que ha sido un punto muy importante para el traslado puerta a puerta entre arteba y Affair”, subrayó Sasha.

La coparticipación entre galerías y el trabajo colectivo son dos de los puntos que se destacan desde la organización. Como dice la curadora Analía Solomonoff: compartir además de competir es la clave.

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Arteba se superó a sí misma

Algunos datos para el estribo, de esos que nos dejan pensando mientras vamos guardando las postales de las tres ferias de arte que han colmado las expectativas de distintos públicos.

Mientras recorrimos arteba, un curador reconocido, de los que integran jurados, nos dijo que algo lo había sorprendido en esta edición: “arteba se ha convertido en un mercado secundario. Antes existía una tensión entre las galerías, que son además casas de subasta, (N. de la R.: no lo dijo pero se refería quizá a Roldán que vendió mucho en esta Feria) y las que venden obra de artistas propios. Lo que veo hoy es que en la mayoría hay obras de coleccionistas que no pertenecen a los artistas de esas galerías”.

Con el ojo puesto en ese dato fuimos recorriendo aquí y allá, y en efecto varias confirmaron que algunas obras de las más caras eran “consignaciones” de coleccionistas que prefirieron la vidriera de arteba para vender.

Otro dato que recogimos en la caminata por varias galerías fue que hubo compradores “de primera vez”. “Siento que arteba le habilita a la gente darse un gusto y que muchos se reservan para este momento”, dijo María Casado a Clarín Cultura. No es menor en un país cuyos índices de pobreza no disminuyen, el transporte aumenta y salvo el ministerio de Cultura porteño, el Estado nacional está ausente.

Seguimos el derrotero y dimos con el curador y coleccionista Joaquín Rodriguez, a quien encontramos guiando a un grupo de alumnos de Delfina Helguera, directora del Museo Larreta de la Ciudad de Buenos Aires. Rodríguez reflexionó que en esta edición pisó “muy fuerte el mercado de los modernos”. Y Helguera destacó que el Premio a la Obra fue un incentivo muy importante, a la par que ponderó el diseño de la Feria este año.

AMIA tuvo su stand institucional donde puso a a venta serigrafías de Lilia Porter, Pablo Siquier, Nicola Costantino, Eduardo Stupia, Jorge Machi y Guillermo Kuitca con un descuento del 20% sobre su precio de 1500 dólares. Elio Kapszuck, a cargo del Espacio AMIA Arte, ponderó la idea de realizar las tres ferias en la misma fecha por «la tracción de público que se realimenta».

Otras galerías como Piero Atchugarry, de Uruguay, o VigilGonzales de Cusco, Perú, hoy instalada también en Buenos Aires, ponderaron que, más allá de sus ventas, arteba es una Feria que permite tender muchos contactos y que la “post Feria es muy importante”. La semana siguiente a que termina, las compras se siguen sucediendo.

Y un renglón dedicado al público que este fin de semana causó un embotellamiento de tránsito sobre avenida Costanera, camino a Costa Salguero. Según nos dijo el galerista peruano Arístides Vigil Gonzales, “la gente es muy educada, curiosa y culta. Hace preguntas sobre los artistas y sus obras que no hace en otras Ferias del mundo de las que participamos; eso es siempre alentador”.

Contra viento y marea, frente al agorero “no hay plata”, la gente halló siempre sus huecos respiratorios de supervivencia. Siempre.

Helmut Ditsch, el pintor argentino mejor cotizado, presentó su nueva obra

Fuente: Ámbito – La obra está dedicada especialmente al Río de la Plata. Con sus telas monumentales, Ditsch lleva la belleza natural argentina a sus telas.

El pintor argentino Helmut Ditsch, reconocido por sus telas monumentales inspiradas en la naturaleza y por las cifras récords para el arte nacional pagados por ellas, develó su tributo pictórico inspirado en este símbolo natural propio de nuestra geografía empleando la misma técnica con la que asombra pintando glaciares, montañas, desiertos y el mar. “Esta obra simboliza mi gran suerte de haber nacido argentino”, reconoce el artista.

Luego de haber superado dos veces el récord argentino por la venta de una obra de arte, la primera vez en 2010 con la obra inspirada en el océano Atlántico (El Mar II), cuya operación alcanzó los u$s875.000 (superando la marca que tenía Antonio Berni con “Desocupados); y seis años más tarde, revalidando el hito con la monumental Cosmigonón, que recrea al glaciar Perito Moreno (7,30 metros de largo por 2,73 de alto), comprada por otra empresa europea en 1,5 millón de dólares, ahora Helmut Ditsch llevó a la tela el Río de la Plata.

Ditsch realizó los estudios pertinentes a esta obra de acuerdo a su método de trabajo, inmerso en la naturaleza, en este caso sobre la costa del río, durante varias jornadas en las que el ambiente y la atmósfera del lugar le permitieron captar detalles y contrastes del escenario natural. Inclusive, Ditsch logró también llevar al lienzo un arcoíris otorgándole un factor casi mágico a la obra.

«Nunca me había atrevido a pintar un arcoíris. Si bien es el sueño de la mayoría de los pintores desde niño, con el realismo de mi técnica, es muy difícil, algo casi imposible, porque se trata de pintar luz y ese es un don con el que se nace. Por eso representó un máximo desafío lograrlo», revela Ditsch.

El artista superó dos veces el récord argentino por la venta de una obra de arte.

El artista superó dos veces el récord argentino por la venta de una obra de arte.

Nacido en 1962 en el partido de San Martín, provincia de Buenos Aires, en 1988 el joven artista abandonó el país defraudado con el círculo comercial del arte. Emigró a Austria, tierra de sus antepasados, para alimentar su talento en la Academia de Bellas Artes de Viena.

Tras un importante encargo del Banco Nacional de Austria en 1997, se convirtió en el centro de atención de numerosos coleccionistas europeos por sus cuadros de naturaleza en grandes formato, la mayoría de ellos inspirados en escenario de la Argentina. Los años lo llevaron a radicarse a Irlanda y actualmente reside en Vaduz, capital de Liechtenstein, al pie de los Alpes. Frecuentemente viaja a la Argentina para reencontrarse con su padre y sus hermanos.

“Al pintarlo pensé en mis cuatro abuelos adolescentes que llegaron hace un siglo cruzando el Atlántico

“Al pintarlo pensé en mis cuatro abuelos adolescentes que llegaron hace un siglo cruzando el Atlántico», dijo sobre su obra.

La obra del Río de la Plata, un óleo sobre lienzo que mide 86 x 100 cm, representa para el artista un símbolo relacionado a la inmigración europea hacia la Argentina y su propia historia familiar.

“Al pintarlo pensé en mis cuatro abuelos adolescentes que llegaron hace un siglo cruzando el Atlántico, en busca de una mejor vida a la que tenían en Europa. Ese hermoso arcoíris que surgió aquella tarde representa el umbral de la esperanza que iluminaba su camino y mi gran suerte de haber nacido argentino”, concluye Ditsch.

Un pintor de Monte Grande expondrá sus obras en Qatar: “Voy a ver si puedo traer la Copa”

Fuente: El Diario Sur – Las obras de un artista de Monte Grande fueron seleccionadas por las autoridades culturales de Qatar para representar a Argentina en Doha durante el mes de noviembre de este año, en el marco de un festival internacional de arte. Se trata de Camilo Jankovits, quien tiene 32 años y en 2023 expuso su trabajo en Carrusel del Louvre de París.

«La expo trata de abrir las puertas al mundo, poder mostrar lo que hago en un nuevo mercado de arte y estar en la escena de lo que será el futuro de las exposiciones en Medio Oriente», explicó en diálogo con El Diario Sur el vecino, que se dedica a la pintura.

Las obras del vecino estarán expuestas en el marco del festival llamado QIAF (Qatar Internacional Art Festival).

Las obras del vecino estarán expuestas en el marco del festival llamado QIAF (Qatar Internacional Art Festival).

Sus obras fueron seleccionadas por la galería «Artes Reales», que se encuentra en San Telmo, la misma con la que viajó a París el año pasado. Esta vez, estarán expuestas en el marco del festival llamado QIAF (Qatar Internacional Art Festival), que tendrá lugar del 25 al 30 de noviembre.

«En principio llevaré obra grande, mediana y chica para todo el público, aproximadamente unas 7 obras de distintas medidas», detalló el artista. Y agregó: «Esta es una oportunidad sumamente única, estoy feliz de poder representar a mi país una vez más en el exterior».

«Voy a tratar de llevar obras que refieran un poco a la cultura catarí. Ellos le dan mucha importancia a los animales, para ellos son sagrados, por ejemplo el halcón», detalló el vecino.

Una de las obras que el artista expondrá en Qatar.

Una de las obras que el artista expondrá en Qatar.

Además, destacó: «Desde la organización de QIAF van a premiar con un trofeo al mejor artista, mejor disciplina y mejor obra de arte. Estoy expectante para ver si logro traer la copa a Argentina».

«Hubo mucha repercusión, pero siempre con los pies sobre la tierra y entendiendo que esto es una muestra más para poder hacer llegar mi arte a todos lados», subrayó Camilo. Y concluyó: «Estoy agradecido con la gente que me apoya y me ayuda para poder cumplir el sueño de vivir del arte y llevar nuestra bandera a lo mas alto».

Actualmente, el vecino se encuentra preparando su muestra para la feria de arte BADA en La Rural, que tendrá lugar los días 29, 30 y 31 de agosto, y el 1° de septiembre. Posteriormente, en el mes de noviembre viajará a Doha.

Camilo Jankovits tiene 32 años y vive en Monte Grande.

Camilo Jankovits tiene 32 años y vive en Monte Grande.

Camilo y el arte

“El arte estuvo presente desde muy chico. En mi casa se escuchaba música variada y se colgaban reproducciones de obras de arte de Dalí, Diego Rivera y Frida Kahlo”, contó el artista en diálogo con El Diario Sur. Más adelante, en 2016, decidió comenzar un taller de modelado en arcilla.

Tras un accidente que le produjo una rotura de ligamentos, Camilo se vio obligado a dejar el taller: “Mi profesor me insistió en que dibuje sin parar, y eso hice. Comencé a dibujar mientras estaba en cama, en medio de una recuperación post-quirúrgica”.

Una vez recuperado por completo, el vecino tomó la decisión de pintar e indagar en esa rama del arte. “Hoy en día me autodenomino ‘pintor’”, sostuvo y aclaró que trabaja con acrílico en telas de distintos tamaños.

Camilo cosidera a las rosas como “símbolo de amor y de profundidad”.

Camilo cosidera a las rosas como “símbolo de amor y de profundidad”.

Camilo asegura que su trabajo artístico consiste en “una búsqueda constante” y no quiere definirlo porque sostiene que eso es igual a limitarlo. Sin embargo, entre sus obras se destacan las rosas como “símbolo de amor y de profundidad”.

Incluso uno de sus trabajos más conocidos lleva el nombre de «El gitano de la rosa». El vecino contó a El Diario Sur la historia de esta obra: “Hace 20 años, en una tarde de otoño en Temperley, fui a merendar con mi vieja y se nos cruzó en el camino un gitano. Tenía en una mano un vino en cartón, y en la otra una rosa bien roja. Me dijo ‘niño, algún día encontrarás el amor más profundo que el mar’. Siguió su camino y yo recuerdo su frase todos los días de mi vida”.

«Quizás hay sensaciones que no puedo escribirlas porque tampoco hay palabras inventadas para eso. Ahí bueno, surge el arte, la necesidad de poder pintar», explicó Camilo. Y continuó: «Si bien yo empiezo a pintar, no voy con una idea fija. Yo pongo colores, pongo un montón de energía en el bastidor y con el tiempo empiezo a darme cuenta de que empiezan a aparecer figuras».

Otro de los trabajos icónicos del vecino de Monte Grande lleva el nombre “La paloma sin paz”: “Es la una paloma decapitada. Hay guerras, sangre por todos lados. Yo trato de hablar crudamente de la realidad y mis trazos son desprolijos. Hay personas a las que mucho no les gusta, a otras les encanta”. Este cuadro lo vendió a una chica de Corea del Sur.

Quienes quieran conocer más sobre el trabajo de Camilo o contactarse con él, pueden hacerlo ingresando a su Instagram: @camilojkv.

“La paloma sin paz”, una de las obras más icónicas del vecino de Monte Grande.

“La paloma sin paz”, una de las obras más icónicas del vecino de Monte Grande.

Torres García: el mundo es el límite

Fuente: Clarín – A 150 años del nacimiento de Joaquín Torres-García (1874-1949), artista que renovó y globalizó el arte latinoamericano, los homenajes no se hicieron esperar. En su cuna, Uruguay, el acto iniciático tuvo lugar a comienzos de año en el Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA) con El descubrimiento de sí mismo, una muestra que lleva título homónimo de uno de los primeros libros del autor (1917). Las curadores argentinas Aimé Iglesias Lukin y Cecilia Rabossi realizaron una investigación de archivo para reunir las huellas del maestro. Mediante documentos, pinturas, acuarelas, collages, objetos y juguetes de madera revelaron los procesos mentales que derivaron en el sistema pictórico conocido como “universalismo constructivo”, concepción artística y filosófica desarrollada por Torres-García, en la que cifró una importante porción de su legado, a partir de la extraordinaria originalidad de su actitud y de su pintura.

En abril, en el Museo Blanes de Montevideo y bajo la curaduría de María Eugenia Méndez y Cristina Bausero se realizó la exposición Ellas. Mujeres de la Escuela del Sur, que buscó dar visibilidad y destacar la contribución pictórica de 42 mujeres artistas (de las 115 participantes que se estima pasaron por la Escuela del Sur, fundada en 1935), como Raquel Orzuj, María Esther Mendy, Amalia Nieto y María Cantú.La muestra Ellas. Mujeres de la Escuela del Sur, en el Museo Blanes de Montevideo.La muestra Ellas. Mujeres de la Escuela del Sur, en el Museo Blanes de Montevideo.

Anticipándose algunas semanas a la inauguración de la muestra Clásico. Moderno. Universal en el Museo Torres-García (donde se dio a conocer la nueva edición del libro Universalismo constructivo (1944), el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo celebró el aniversario con la exposición El universo como reto, que incluye no solo su intensa labor plástica, sino también la faceta docente, ya que comparecen allí la totalidad de las obras que integran la pinacoteca Torres-García en el MNAV, más una selección de piezas de los alumnos de su Taller. La muestra “trasunta profundas inquietudes filosóficas con componentes neoplatónicos y pitagóricos. Dígase reglas y material sensible que introduce lo aleatorio: el cartel, la ciudad, el movimiento. En suma, una concepción universalista del ser humano”, según indican en el texto curatorial sus responsables Enrique Aguerre, María Eugenia Grau y Fernando Loustaunau.

Finalmente, a este recorrido de celebraciones se suma el estreno del largometraje documental Pax in Lucem, del cineasta Emiliano Mazza de Luca (1970) y del director del Museo Torres-García en Uruguay, bisnieto del artista, Alejandro Díaz Lageard (1969). El plot de la cinta es este: el hallazgo de tres grandes fragmentos del mural Pax in Lucem, obra icónica del autor homenajeado, que se creía perdida en el incendio del Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro (1978) junto con 73 piezas que conformaban el núcleo duro de la obra del pintor, reunidas allí para una retrospectiva, detona en un viaje hacia los entretelones de su peripecia vital y familiar, y tiene como telón de fondo la restauración de los fragmentos quemados por el fuego.Desde el jardín hasta las salas, el Museo Nacional de Artes Visuales exhibe su acervo del artista. Desde el jardín hasta las salas, el Museo Nacional de Artes Visuales exhibe su acervo del artista.

Síntesis que perdura

Juan Carlos Onetti (1909-1994), antes de publicar su primera novela, El pozo, antes de encaminarse a ser el escritor que la mayoría de los lectores hispanohablantes hoy reconoce, había manifestado su admiración por la figura de Torres-García: el cuento “Avenida de Mayo-Diagonal-Avenida de Mayo” (1933) muestra apenas una pátina de esa influencia. Onetti interceptó al pintor para entrevistarlo pocos años después de su retorno a Uruguay, en 1934. Producto de esa charla, en 1939 se publicó un imperdible reportaje en las páginas del Semanario Marcha, que parece haber sentado las bases de una amistad: Conversando de pintura con Joaquín Torres-García. Los dardos que le tiraba Onetti a Torres, haciendo gala de su “habitual pesimismo”, dan muestras de una respetuosa y divertida complicidad. Y lejos de esquivarlos, entre anécdotas y posicionamientos críticos en torno al estado de la cuestión en el provinciano medio artístico rioplatense y, en especial, sobre su presencia en Uruguay, el pintor pasó en limpio una idea crucial que nos ayudó mucho a interpretarlo: “Las valores que forman el arte constructivo no son los valores comunes, actuales, que evolucionan con las costumbres y formas de vida de los pueblos. Son los valores eternos, los inseparables del hombre de todos los tiempos. Nada tiene que ver con las cosas inmediatas, las que hacen correr a la gente aquí y en las antípodas […] si somos individuos, somos también y antes que nada hombres en un sentido universal, cósmico. Y que esto es lo mejor, lo más auténtico y profundo que hay en nosotros.”

Acaso esta eficaz síntesis, esta ética creativa, sigue resonando cuando hablamos de Torres-García, ya que logró trascender al artista y a su tiempo. Así, su trabajo sigue captando el interés de nuevos espectadores a través de viejos símbolos consagrados. Pero no alcanza con entender al universalismo constructivo como concepto, sino que hay que tenderlo como puente tangible, convertirlo en una vía que lo conduzca hacia la realidad cotidiana, que es la suya: botellas, peces, bolsos, casas, personas, soles, números, chimeneas, autos, ciudades, todo el tiempo, en todos lados, vemos la obra de Torres-García, en la calle, donde las acciones del individuo son capaces de adquirir estatuto universal.Paisaje de ciudad, 1918. Óleo sobre cartón, 36 x 51 cm.Paisaje de ciudad, 1918. Óleo sobre cartón, 36 x 51 cm.

Aunque la obra y el pensamiento de Torres estén unidos a la conciencia de la crisis de las vanguardias, en un artículo que cumplió ya veinte años (Joaquín Torres García ahora, 2004), el filósofo uruguayo Juan Fló (1930-2021) señalaba a propósito de la recepción extranjera de la obra del pintor que la crítica internacional recurría a simplificaciones que ponían el acento en el indigenismo de su arte con la finalidad de “latinoamericanizarlo trivialmente”. Siguiendo a Flo, esa lectura, “interesada en una fácil clasificación de su obra, que sirva para captar inocentes coleccionistas de arte latinoamericano”, no toma tanto en cuenta la obra escrita del autor, ese “residuo incómodo” que dejó junto a su producción pictórica, tan o no menos importante que esta: “como la obra parecía defenderse sola, la política adoptada ha sido la de ignorar ese inmanejable subproducto.” Puede que hoy esto no sea diferente.

El universo como reto se exhibe en tres espacios dentro del MNAV. En el jardín se aprecia la robusta escultura Monumento Cósmico (1939), realizada en granito rosado, como una declaración pétrea de los principios filosóficos del pintor. Adentro, en la Sala 2, se ofrece una selección de obras de artistas del Taller Torres-García. Entre ellos, Manuel Aguiar, Julio Alpuy, Elsa Andrada, Gonzalo Fonseca y José Gurvich. Y en la Sala 5, con un efecto de ecosistema aparte, se presentan 37 piezas, a las que se suma la excepcional presencia de una obra de Rafael Barradas (1890-1929) “Naturaleza muerta con carta de Torres-García”, 1919, como testimonio de un fructífero intercambio. Composiciones, figuras, paisajes, pinturas constructivas y retratos de Pasteur (1919), de Velázquez (1940), y tres autorretratos (1892, 1921 y 1940), completan un atractivo recorrido al que se puede asistir hasta octubre de este año.

Si bien la muestra “dialoga al tiempo que confronta con el mero orden cronológico” de las piezas, se resiente la falta de otros insumos interactivos en los que el paseante pueda encontrar sostén, en vez de quedar entregado al encuentro solitario con los cuadros. Tal vez sea ese el verdadero reto.

Ícono argentino del Arte Pop: Marta Minujín deslumbró en la tapa de Vogue México

Fuente: TN – Personaje imprescindible del imaginario cultural de Buenos Aires, mostró en la revista el interior de su estudio.

Vogue México y Latinoamérica está festejando su aniversario número 25. Para celebrar, la icónica revista de moda y tendencias convirtió en mujer de tapa aMarta Minujín, la leyenda argentina del Arte Pop.

No hay titubeo posible: #MartaMinujín es la leyenda viva del arte pop argentino. Y ese podio, sin exagerar, es la traducción más acabada de la labor que lleva adelante desde hace seis décadas; tanto en su propio territorio, la ciudad de Buenos Aires, como en otras geografías”, escribió la revista en su cuenta de Instagram.

Para la tapa, la artista se lució con un maxivestido total black. Se trata de una pieza muy sofisticada, con mangas 3/4, escote cruzado, falda midi y ajuste en la cintura. Icónica y fashionista como ella sola, los complementos hicieron el resto: un par de lentes de sol futuristas blancos y negros, aros colgantes plateados y labios pintados de rojo fuego.

Marta Minujín en la portada de Vogue México. (Foto: Instagram/@voguemexico).
Marta Minujín en la portada de Vogue México. (Foto: Instagram/@voguemexico).

“La icónica artista es el personaje imprescindible del imaginario cultural de Buenos Aires. Nos adentramos al caos creativo de la artista para descubrir de cerca su espacio más íntimo (y lo que viene para ella)”, adelantaron en Vogue.

En una segunda imagen, Minujín se mostró ya dentro de su estudio de arte, plagado de colores neón como verde, naranja y azul. Su vestuario, por supuesto, fue elegido en composé con el ambiente. Llevó un mono estampado con un diseño textil de alto impacto en el que predomina el color naranja shocking, pero también tiene detalles en amarillo, verde y rosa.

Marta Minujín, a puro color. (Foto: Instagram/@voguemexico).
Marta Minujín, a puro color. (Foto: Instagram/@voguemexico).

Elevó la apuesta, como siempre, con los accesorios: pulseras plateadas, aros enormes, collares de cuentas y unos lentes de sol estilo aviador dorados, con vidrio espejado y opaco. Además, llevó pintadas las uñas de celeste pastel y su hairstyle típico no pasó desapercibido. En otra de las fotos, incluso, sumó guantes de cuero negros.

Vogue México se explayó en su presentación: “Desde su primera muestra individual de dibujos hechos en tinta y con un palillo de mimbre en 1959 hasta la actualidad, #MartaMinujín ha sido la artífice de célebres momentos: desde el denominado Kidnappening, conformado por actores que deambularon durante tres días por Nueva York con las caras pintadas como si se tratase de obras de Pablo Picasso, eso sumado a los artefactos comestibles y otras tantas instalaciones que insistieron en, por ejemplo, interpelar el apogeo de los medios de comunicación y por ende de la cultura de masas”.

Marta Minujín abrió las puertas de su estudio. (Foto: Instagram/@voguemexico).
Marta Minujín abrió las puertas de su estudio. (Foto: Instagram/@voguemexico).

“Hoy, la principal hacedora del arte efímero continúa transitando la vorágine diaria con piezas interactivas. Para nuestra edición de aniversario, nos adentramos en su estudio en Buenos Aires para conocer de cerca el universo creativo de la artista”, concluyeron.

Marta Minujín: leyenda del Arte Pop. (Foto: Instagram/@voguemexico).
Marta Minujín: leyenda del Arte Pop. (Foto: Instagram/@voguemexico).

A sus 81 años, Marta Minujín continúa influyendo no solo en los amantes del arte, sino también en los fanáticos de la moda.

Marta Minujín, icónica artista argentina. (Foto: Instagram/@voguemexico).
Marta Minujín, icónica artista argentina. (Foto: Instagram/@voguemexico).

Famoso por sus telas gigantes y precios récord, Helmut Ditsch sorprende con una nueva obra sobre Buenos Aires

Fuente: TN – El Glaciar Perito Moreno, y ahora el Río de la Plata, plasman paisajes de Argentina desde su atelier en Viena. Desde allá, el artista argentino habla del efecto de la distancia en su obra y de una retrospectiva próxima.

Se llama Helmut Ditsch, y aunque es del partido de San Martín, donde nació en 1962, construyó en Austria, tierra de sus ancestros, una obra conocida por su doble monumentalidad: telas y precios gigantescos. Es el artista que plasmó los hielos azules del sur argentino, entre otros paisajes de nuestra tierra. El glaciar Perito Moreno, de 7,30 metros de largo por 2,73 de alto, fue comprada por una empresa europea por 1,5 millones de dólares. Antes, en 2010, El Mar II, inspirada en el Atlántico, había alcanzado los 875 mil dólares.

Su nueva pintura plasma un instante en una geografía muy cercana para los porteños, el Río de la Plata. La noticia es que esta pintura y las demás se podrán ver en la Argentina pronto, en el marco de una retrospectiva sobre su obra.

“La idea de una obra nace siempre por un impacto emocional y la necesidad de expresarlo, sin pensar en las consecuencias, es decir, sin pensar que la obra pueda convertirse en un homenaje, o trascender de una u otra manera. La del Río de la Plata es una obra tardía, teniendo en cuenta que empecé mi carrera pintando los glaciares y montañas que escalé, los desiertos y el océano Atlántico argentino. Al pintar el Río de la Plata pensé en mis cuatro abuelos adolescentes que llegaron hace un siglo cruzando ese mismo Atlántico, en busca de una mejor vida a la que tenían en Europa. Ese hermoso arco iris que surgió aquella tarde representa el umbral de la esperanza que iluminaba sus caminos y mi gran suerte de haber nacido argentino”, dice a TN desde Viena, en cuya Academia de Bellas Artes se formó.

"Al pintar el Río de la Plata pensé en mis cuatro abuelos adolescentes que llegaron hace un siglo cruzando ese mismo Atlántico", dice Helmut Ditsch, el artista argentino criado en Austria. (Foto: gentileza Helmut Ditsch)
«Al pintar el Río de la Plata pensé en mis cuatro abuelos adolescentes que llegaron hace un siglo cruzando ese mismo Atlántico», dice Helmut Ditsch, el artista argentino criado en Austria. (Foto: gentileza Helmut Ditsch)

No es la obra más grande del artista (mide 86 x 100 cm), pero sí acaso una de las que más lo tocan en lo personal. “El formato lo marcó el tópico, la temática que necesité expresar —cuenta—. ¡Cómo podría expresar mi experiencia de escalar durante un mes una montaña de 7000 metros o las épicas travesías de nuestros glaciares patagónicos si no es en un gran formato! Hasta diría que mis grandes formatos son la medida más pequeña que dispongo para poder expresar una pequeña parte de aquella inmensa experiencia en la naturaleza extrema. Los grandes formatos con sus miles de detalles son apenas una síntesis de la esencia que viví en cada punto”.

Lo que se ve en sus obras es resultado de un particular y paciente método de trabajo. “Un largo viaje”, define él, que arranca con la apropiación del motivo. No solo observar el paisaje que tiene enfrente, sino introducirse en él. “Necesito subir esa montaña, apropiarme de esa vivencia en el sentido de apropiación que explica Heidegger: hacer de la vivencia de subir una montaña algo propio, que esa montaña se convierta en algo propio. Esa es la razón por la cual puedo plasmarla en forma tridimensional y sentirla parte de mí: es mi montaña, mi mar, mi glaciar, mi río. La ausencia de la presencia humana en mis obras es para darle el lugar al espectador de introducirse en mi obra y también ser parte de ella”, dice.

Hay muchísimos argentinos viviendo afuera, una suerte de diáspora, y la experiencia de los compatriotas en el exterior forma parte de la crónica diaria. ¿Qué significa Argentina para vos y cuánto influye esta distancia en tu trabajo?

—Significa todo, porque amo Argentina y porque estoy orgulloso de ser argentino. Me crié en el barrio de Villa Ballester, en el seno de una familia fanática de Boca Juniors, soy fanático de la Scaloneta y del genio Messi así como de Charly García, nuestro mayor exponente cultural. ¡Y cómo no mencionar nuestra mayor virtud, la amistad! No existe en el mundo mayor amistad que la del pueblo argentino.

Luego, la lejanía física no hace más que fomentar el eterno deseo de volver, pero también de concientizar a diario mi argentinidad y mi responsabilidad como artista argentino. Desde que me fui no dejé de pintar la maravillosa naturaleza argentina y cuando me refiero a la naturaleza me incluyo como parte. Y a medida que pasan los años y la distancia, que me separan de aquel 1988 en que partí a Europa, eso se agranda: noto que también crece la argentinidad en mi obra.

La obra del glaciar Perito Moreno, de 7.30 metros de largo por 2.73 de alto, fue comprada por una empresa europea por 1.5 millones de dólares. (Foto: gentileza Helmut Ditsch)
La obra del glaciar Perito Moreno, de 7.30 metros de largo por 2.73 de alto, fue comprada por una empresa europea por 1.5 millones de dólares. (Foto: gentileza Helmut Ditsch)

Se te menciona siempre como un artista que cotiza alto, ¿qué implica el mercado del arte para vos y cómo te llevás con esto de lo comercial?

—El mercado de galerías y subastas siempre estuvo fuera de mi percepción y accionar como artista. Nunca pinté por dinero, el dinero jamás fue mi motivación; al contrario, me frustra tener que pintar por dinero y jamás pinté algo que no haya querido pintar. De hecho, no existo en el “mercado”: no hay obras mías circulando por el mercado y eso se debe a que hice mi carrera como artista independiente, al margen del mercado de galerías, el llamado secondary market, que se crea a partir de la venta del galerista a un coleccionista y su reventa en casas de subastas.

"No existe en el mundo mayor amistad que la del pueblo argentino", dice Helmut Ditsch, el artista que nació en Villa Ballester y triunfa en Viena. (Foto: gentileza Helmut Ditsch)
«No existe en el mundo mayor amistad que la del pueblo argentino», dice Helmut Ditsch, el artista que nació en Villa Ballester y triunfa en Viena. (Foto: gentileza Helmut Ditsch)

Yo me moví en el primer market: siempre vendí mi obra directamente al coleccionista, sin intermediarios de por medio. Eso no solo me dio una gran ventaja financiera, sino que me permitió, lo más importante, entablar amistad con mis coleccionistas y mecenas. Por eso puedo decir que muchas de mis obras siguen estando en mi atelier, solo que ese atelier se agrandó y es compartido con otras personas que hoy también siento como familia.

Es paradójico que me hayan pagado sumas tan altas por mis obras cuando la premisa fue pintar para ser feliz, y digo paradójico porque cuando siendo muy joven le comuniqué a mi padre mi decisión de hacer el camino con mi pintura, él me contestó con una cálida sonrisa: ‘mirá, no vas a tener plata, pero vas a ser feliz: ¡hacelo!’. Tal vez haya sido justamente eso: tener objetivos espirituales y no materialistas, mucha disciplina y vocación de sacrificio por el arte, lo que trajo, muchos años después, el éxito económico”.

Chiachio & Giannone, dentro y fuera del bastidor

Fuente: Clarín – Irrumpieron en la escena del arte en los albores de los 2000 con una técnica poco frecuente: el bordado. Más aun siendo hombres, de casi cuarenta años, quienes se presentaban como una familia disidente; conformada por dos papás y un hijo perro, el ya célebre Piolín. Después llegó la primera muestra en Sonoridad Amarilla, luego Belleza y Felicidad y más tarde hicieron lo propio en Ruth Benzacar, la galería de la que forman parte hasta el día de hoy. Esa manera de hacer arte, pero sobre todo de exhibirse ante el mundo, está presente visceralmente en sus creaciones. Es que, si hay algo que define a los artistas Leo Chiachio y Daniel Giannone –más conocidos como Chiachio & Giannone– es que en sus obras se bordan a sí mismos en distintos roles.

Retratos que ponen en valor las artes decorativas, antiguamente denostadas, donde el humor se vuelve amoroso al mostrar la fauna perruna ampliada de su casa–taller en el barrio de Congreso y la diversidad de la genealogía queer que construyeron durante estas dos décadas. En esa familia extendida es donde le rinden tributo a los artistas que los precedieron y, al mismo tiempo, anticipan a los que vendrán, asociados todos a la incansable trama del textil cotidiano.

“Crecimos en hogares donde el trabajo era un valor”, manifiestan y reflexionan a propósito de, entre otras cosas, el berretín de utilizar prendas de vestir en desuso para, por ejemplo, confeccionar la bandera que desfiló en una Marcha del Orgullo, lo mismo las cortinas de baño y manteles de voile que transformaron en obras plásticas.

Chiachio, oriundo del conurbano bonaerense, y Giannone de la provincia de Córdoba, no tuvieron pruritos en volver a mirar hacia acá, ya sea la Argentina o Latinoamérica. No se obnubilaron con lo foráneo, por el contrario, se apropiaron subvirtiendo el sentido. A su vez, sus piezas fueron exhibidas en Chile, Francia y Estados Unidos, entre otros países, y este año la firma de relojes Swatch los llevó a exponer en la Bienal de Venecia.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.

Vivir sus vidas es la primera muestra antológica que hasta febrero del 2025 se podrá ver en la Colección Amalita. Curada por Leandro Martínez Depietri, emula un museo enciclopédico, donde cada galería es una invitación a viajar por distintas latitudes. Y por supuesto está el recorrido oriental, lo mismo el americano y el del viejo continente, con obras inéditas y otras realizadas para la ocasión. Por caso el tapiz monumental, de cinco metros por cinco, que corresponde a la serie Comechiffones. Así, se agregan otras expresiones de su singular universo lúdico conocido por la puntada al unísono, la explosión de color y texturas, la diversidad en las formas de bordar, coser y aplicar; con recursos como el patchwork o el quilting, tanto sobre telas ancestrales como retazos domésticos.

–¿Se puede decir que el título es un parafraseo de la película Vivir su vida de Jean–Luc Godard?

–Leo Chiachio: Tiene que ver con eso, pero no hay una relación directa. En el film la protagonista (Anna Karina) se va a París a vivir su vida. Queremos que vengan a hacer eso y también a vivir nuestras vidas.

–Daniel Giannone: Nosotros nos metemos en las pieles de otros. De repente nos transformamos en asiáticos, en criollos o en egipcios. Hacemos ese juego.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.

–¿Como si fueran actores?

–Leo Chiachio: Les proponemos que vengan a jugar, a vivir sus vidas y también las nuestras que son todas estas.

–¿Eso los saca del bronce y los pone en un lugar de artistas de a pie?

–Daniel Giannone: Es como una gran telenovela.

–Leo Chiachio: También hay algo del estereotipo del artista que nosotros lo rompemos. No nos importa.

–Daniel Giannone: Le sacamos toda esa solemnidad para que nadie quede afuera en esta fiesta.

–En esa metáfora de “la novela”, ustedes son los protagónicos, pero a su vez integran a otros artistas…

–Leo Chiachio: Sí y en la muestra hay mucho de lo que hicimos en común, como las banderas con Cecilia Koppmann, los tapices con la gente de San Jacinto en Colombia y los bordados de Guatemala. Es parte de ese universo que es Chiachio & Giannone.

–Daniel Giannone: A mí me pareció fascinante algo que nos pasó por primera vez: abrir los archivos.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.

–¿Los movilizó?

–Daniel Giannone: Si, tomamos noción de lo que hicimos. Tenemos todo guardado, desde el primer dibujo que hicimos juntos.

–¿Lo hicieron a conciencia porque sabían que iban a trascender?

–Leo Chiachio: Nunca tiraría un dibujo, de nadie y tampoco nuestro.

–Daniel Giannone: Otra cosa es que en esa época nos sacábamos fotos para retratarnos y las mandábamos a revelar. No las habíamos vuelto a ver hasta ahora.

–¿Están vestidos en las fotos?

–Leo Chiachio: No, en algunas no…

–Daniel Giannone: Por ejemplo, en la fotografía de la obra «Sebastianos» nos atamos. La hicimos en un caño, en el patio de una casa y uno le sacaba la foto al otro.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.

–Son dos pero a su vez se vuelven uno…

–Daniel Giannone: El otro día cuando llegaron obras de coleccionistas para la muestra me pasó algo raro, me había olvidado que en el primer momento firmábamos como Leo Chiachio y Daniel Giannone, con nombre y apellido.

–¿Valen más las obras que tienen esa firma o las de ahora?

–Leo Chiachio: Depende del tamaño. Porque acá, el tamaño importa.

–¿Dónde les gustaría que esté la última obra que hicieron de la serie Comechiffones?

–Leo Chiachio: En el MoMA de Nueva York o en el nuevo Pompidou que va a estar en la Triple Frontera.

–Daniel Giannone: Nos pasa que la gente no sabe qué obra es importante para nosotros.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.

–¿Y cuáles son importantes?

–Daniel Giannone: Una es «Sebastianos», de la que decimos que siempre va a ser nuestra. Otra es «Próceres» que la van a poder ver en la muestra y también «Nacimiento» que está en Nueva York.

–¿Cómo se les ocurrió meterse con el discurso patrio?

–Leo Chiachio: «Próceres» está en el límite, podría ser irreverente como no. Eso nos encanta

–Daniel Giannone: Hay una tensión. La historia empezó mientras esperábamos el subte en la línea B. Estaba ambientado con las fotos de la película El Santo de la espada, con Alfredo Alcón y Héctor Alterio. Entonces hicimos de ellos. Siempre somos nosotros y vamos siendo otros.

–Leo Chiachio: En la muestra volvemos a vernos, a pensarnos de otra manera. Tiene mucha ida y vuelta. Es muy entretenida para el visitante que necesita ejercitar su mirada.

–Daniel Giannone: Es como un deja vú.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.Chiachio & Giannone, durante el montaje de su muestra Vivir sus vidas, en Colección Amalita. Fotos: Ariel Grinberg.

–¿Como cuando se vuelve hacia atrás al leer un libro o ver una película?

–Leo Chiachio: Sí, es interesante eso, porque tiene muchos guiños al cine que nos gusta. El afiche tiene referencias a (Pedro) Almodóvar. Lo hicimos a propósito. Godard nos encanta.

–Daniel Giannone: Todo lo que hacemos es actuando, poniéndonos en protagonistas. Es como bordar una película.

–¿Tienen algún manual de estilo?

–Leo Chiachio: Técnicamente aprendemos todo el tiempo. Somos de probar. Nos equivocamos, volvemos.

–Daniel Giannone: Es ensayo, prueba y error todo el tiempo. Hay algo que pasa y es que en nuestras muestras nadie queda afuera. Se van a vincular desde el punto o porque tienen un perro. Además, van a poder creer que eso que hacía su abuela puede ser arte. Algo que no es extraño, es lo cotidiano cargado de contenido.

–Leo Chiachio: Es parte de nuestra seducción. Van a venir y van a ver, estará quien pueda llegar a la primera capa o a la segunda, luego quien vaya a la tercera, o a la cuarta y la quinta.

–Esos son los que llegan al nirvana…

–Daniel Giannone: Claro, todos van a poder ver eso. Nunca nos interesa ser herméticos.Obra de Chiachio & Giannone.Obra de Chiachio & Giannone.

–Arrancaron después de la crisis del 2001 con el bordado porque era barato y porque además era una herramienta política…

–Daniel Giannone: Que dos hombres en esa época agarraran un hilo, una tijera o se pusieran atrás de una máquina de coser fue un gesto político muy fuerte del que nosotros no éramos conscientes al principio.

–Leo Chiachio: Jodíamos con Jorge Gumier Maier que era “la señora” que nos daba clase y nosotras “las dos locas” que íbamos a bordar. Siempre jugamos a eso, no tememos problema, nos divierte.

–Esa idea del sentido común que no se vuelve del ridículo no va con ustedes.

–Leo Chiachio: No, nosotros vamos y volvemos.Chiachio & Giannone. Selva Blanca.Chiachio & Giannone. Selva Blanca.

–¿Cómo sostienen la coherencia?

–Leo Chiachio: Por nuestra formación académica y por las maneras de producir. Siempre nos interesó la historia, para saber qué pasó y dónde estamos parados. Para mí hay que hacer un ejercicio constante de la memoria. No podemos hablar de los 90 y no nombrar a Marcelo Pombo o a Omar Schiliro, entre otros. Cuando hablamos de la familia también tiene que ver con eso. Somos en consecuencia.

–Esa es la parte más atractiva de los 90, pero en el reverso estaba la cultura del hiperconsumo, los nuevos ricos, la espectacularización de la política, etc. ¿Lo pueden relacionar con el aquí y ahora?

–Leo Chiachio: Vengo de una familia obrera pobre, entonces lo padecí, cuando ellos viajaban, nosotros no comíamos. Eso está sucediendo. Hay mucha conciencia de nuestro lado de lo que estamos viviendo. También lo simbólico con el cierre de las instituciones y el poco presupuesto. Para nosotros es un lujo estar en la Colección Amalita. Siempre decimos que si nos hubiese tocado en un museo público hoy, no lo podríamos hacer.

–Daniel Giannone: Estaríamos padeciendo.

–Leo Chiachio: Primero porque estamos hablando de una familia homoparental con perros que por lo que hemos escuchado en los discursos del Estado en lugares públicos parece que no está permitido. En cierta manera, nos armamos esta burbuja para decir “vivan nuestras vidas”. Y hacemos un paréntesis en el bodrio de alrededor, no solo en lo local sino también en lo internacional.

–Ahí, a su vez, ¿se dio el lugar de resistencia que puede tener el arte?

–Leo Chiachio: Eso va a suceder siempre porque en Argentina, y en particular Buenos Aires, es muy interesante la producción que hay, a pesar de que haya más o menos presupuesto. Y sobre la coyuntura, yo creó en la democracia y si es lo que se eligió hay que bancársela, pero ojalá que se vayan en cuatro años, que no destruyan tanto una sociedad, que podamos retomar los valores de las instituciones, la educación y la universidad pública. Mi deseo es ese.

–Daniel Giannone: A mí me impacta cómo a pesar de todo hay una pulsión por hacer.

–¿Qué pueden decir ahora que se volvieron a discutir algunos consensos sobre derechos humanos o diversidad?

–Leo Chiachio: Jamás hay que asumirlo como cien por cien seguro, continuamente hay que decirlo porque siempre habrá un hijo de puta que va a querer tirar todo por la borda. ¿Qué tenemos que hacer? Seguimos diciendo que somos una pareja gay, una familia, con nuestros perros. La comunidad LGTB nos dice que somos sus portavoces. Hay que seguir, cada uno desde su lugar. Nosotros desde el arte.

Vivir sus vidas, primera exhibición antológica del dúo Chiachio & Giannone. En Colección Amalita, Olga Cossettini 141, Puerto Madero. Jueves a domingos de 12 a 20.