Fuente: Clarín – Un museo dentro de otro museo, en esa propuesta y de carácter enciclopédico, se enfocó el curador Leandro Martínez Depietri para Vivir sus vidas, en la Colección Amalita, en Puerto Madero. La muestra que celebra las dos décadas de trabajo de Chiachio & Giannone contó con más de mil visitantes solamente en la tarde de la inauguración y se podrá ver hasta febrero del 2025.
Esta vez, el dúo conformado por la pareja de Leo Chiachio y Daniel Giannone se vuelve a mirar, asimismo, en la labor habitual de los tapices bordados y otras piezas textiles donde cuentan diversas historias que los tienen como protagonistas. Aunque en contraste con el imperativo de la época, acá la autorreferencialidad es un elemento central para aportar contenido a cada obra. Su presencia se vuelve clave en los retratos continuos, donde los artistas toman distintos roles en lejanas latitudes.
Ese afán ficcional es el mismo que le proponen al público, tal cual lo anticipan en el título de la muestra, parafraseado de Vivir su vida, el film de Jean-Luc Godard de la década del 60. Referencia cinematográfica que se suma a la del afiche de la exhibición, de indudable estética almodovariana.Ekeko 6. Tríptico, 2009/10. Objeto de porcelana con gorro de hilo al crochet. 27 x 34 cm.
Folletín amoroso del arte
Es mediante el bordado, el patchwork y el quilting, entre otras técnicas, que aparece desplegada la amplia gama de personajes en tonos estridentes, por caso, sus propias mascotas, con un homenaje sostenido en el tiempo a Piolín. El perro Dachshund (o “salchicha”) fallecido este año, que incluso, en diciembre próximo, tendrá su propio museo con un revival.
Por un lado, la exposición puede ser pensada como una novela por entregas, como si se tratara de un folletín, más por cumplir con el requisito de ser contada en partes, que por el melodrama que evoca y la popularidad que revisten las piezas. A su vez, y transversalmente, está organizada de acuerdo con diferentes regiones. Y si bien la decisión taxonómica tiene un anclaje geográfico e histórico, también responde a cuestiones temáticas, técnicas y al antojo, tanto del curador como de los autores, ante el voluminoso caudal de trabajos desarrollados durante estos 20 años de labor. A eso se agrega el monumental montaje diseñado por el arquitecto Leo San Juan que invita a retornar a algunas obras ya vistas, como cuando se vuelve hacia atrás al leer un libro o al mirar una película. “Volvemos a pensarnos de otra manera”, expresan los artistas. “La muestra tiene mucho de ese ida y vuelta”, cuentan.
Lo cierto es que, al andar y desandar la extensa sala de la Colección Amalita, sobresalen “La Conquista”, la obra que representa a Chiachio personificado como un cacique y a Giannone haciendo lo suyo en la piel de un conquistador. Lo mismo, “Sebastianos”, aquella pieza que según los artistas nunca será vendida y que ahora fue reversionada en un retablo hecho con mosaicos textiles inspirados en los de origen pompeyano. También, entre las más emblemáticas, está “Próceres”, que nació cuando se toparon con las fotos del film El Santo de la espada en las marquesinas de una estación de subte, y ahí, in situ, emularon a San Martín y Bolívar.“La famille dans la joyeuse verdure”, 2019. Bordado a mano con hilos de algodón, rayón y lana s/tela.
Tampoco hay que perder de vista las nuevas creaciones, realizadas especialmente para esta exhibición, como el número cinco de la serie Comechiffones (presentada en la galería Ruth Benzacar), donde los artistas ensamblan la tradición comechingona advertida en el rastreo ancestral que llevaron a cabo hace unos años y el oficio del chiffonnier francés enfocado en encontrar descartes de tela para trabajar. Se trata de un inmenso tapiz de cinco metros por cinco, desplegado por primera vez en ocasión de esta muestra.
Y las conexiones surgen entre las obras propias, pero también están las que se asocian a las piezas ajenas. En este grupo se hallan las prendas confeccionadas con manteles y cortinas blancas, transformadas en vestidos danzantes, estampados por sublimación, y que dialogan con “Pericón en la estancia de Pedro Figari”, parte de la Colección Amalita. También el manto bordado expuesto en la sección Belleza y orientalismo, que se vincula con “Los mantones de Manila de Fernando Fader”, obra prestada por el Museo Nacional de Bellas Artes.
“El mundo según Chiachio & Giannone”, así con esa expresión, desde el vamos, los autores manifiestan su punto de vista, tributario claro de lo antes dicho, a través de sus obras, tanto por el uruguayo Joaquín Torres García como por el argentino Nicolás García Uriburu.“La conquista”, 2005/6. Bordado a mano con hilos de algodón s/tela panamá.
Y lo suyo no solo consiste en invertir el planisferio y plasmar simbología textil en el territorio, sino que además insisten en que esa sea la forma naturalizada, la del sur global arriba y el norte abajo. Esa impronta, la de subvertir, consiste en traer hacia acá lo foráneo para hacerlo propio, tal como queda demostrado en las obras más recientes de la serie Catedrales.
Al mismo tiempo que reafirman su compromiso inicial, al poner en valor el ámbito doméstico, sobre todo mediante el saber hacer del bordado, antes vilipendiado en favor de las artes canónicas, peor aún, circunscripto como habilidad femenina. Y es además la puntada al unísono, de gesto analógico, la que se superpone con la proliferación de pantallas que ya se ocuparán de capturar y viralizar esas manifestaciones.“Paisaje Pompeyano. Los 4 elementos”, 2018 Mosaico textil. Jarrones de cerámica y pie de metal.
Algo de eso, aunque no tanto por el oficio sino por la austeridad como respuesta al devenir ostentoso, se hace evidente en la disposición de sus primeras obras. Las cortinas de baño blancas, con los retratos en marcador indeleble, ahora expuestas por delante de los ventanales de la Colección, desde donde se divisa Puerto Madero, por ende, la parafernalia urbana que trajo el nuevo milenio.
Esto concatenado a la permanencia de la imagen disidente, de dos papás y un hijo perro, tal como se anunciaron desde el comienzo, cuando se presentaron como dupla de artistas, y como se sostuvieron a través de estos años. Desde un lugar irónico, sin dejar de ser afectivo, en contraposición al más marketinero que en la actualidad abunda en torno a las mascotas. Es que magnificaron esa familia en la genealogía diversa respecto del pasado, con énfasis en el presente y el futuro. Y fue en ese derrotero que, con alusiones más o menos explícitas, procuraron honrar a los protagonistas de la escena porteña de los 90 con referencias a Jorge Gumier Maier, Marcelo Pombo y Omar Schiliro, entre otros. “Siempre nos interesó la historia, para saber qué pasó y dónde estamos parados”, reconocen.
Alcanza con detenerse y contemplar el tramo donde se expone la gran bandera multicolor, “Familia a seis colores”, en sintonía con la que desplegaron en la Marcha del Orgullo en la primavera del 2018 o la que un año antes realizaron en colaboración con el colectivo de Hombres Tejedores de Argentina en el marco de una muestra de la que fueron parte en el CCK. “Hay que seguir diciéndolo, cada uno desde su lugar, nosotros lo hacemos desde el arte”, sintetizan.“Bomberos”, 2011. Bordado a mano con hilos de algodón y efecto joya s/tela Alexander Henry.
MUPI, el regreso
“Si están el Malba, el Met y el MoMA ¿por qué no el MUPI, el Museo Piolín?”, se preguntaron los autores. Esto pasó hace veinte años cuando estaban por montar una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (MACRO). Aunque esa pregunta surgió a partir del perro tejido por Juanjo Rodríguez Velandia, fotógrafo colombiano y amigo del dueto. Luego, otros artistas se sumaron al homenaje al desarrollar objetos y fotografías inspiradas en el ya célebre can de los Chiachio & Giannone. Así, a los doce iniciales, se agregaron nuevos y llegaron a ser más de cien. Participaron Laura Glusman y Alberto Passolini, madrina y padrino, respectivamente, además de Flavia Da Rin, Fernanda Laguna, y Cristina Schiavi, entre otros. Esa iniciativa que tuvo una primera edición en 2005 y una segunda, dos años después, en el Centro Cultural Recoleta, ahora retornará, para ser presentada en diciembre en una sala de la Colección Amalita.
- Vivir sus vidas – Chiachio & Giannone
- Lugar: Colección Amalita, Olga Cossentini 141
- Horario: jue a dom de 12 a 20
- Fecha: hasta febrero 2025
- Entrada: general $4000.