Un simple y pequeño dibujo atribuido a Miguel Ángel será subastado por u$s10 mil

Fuente: Ámbito – Aunque no tiene la firma del artista, la casa de remates Christie’s asegura que se trata de un «Miguel Ángel al 100%».

Un dibujo atribuido al escultor, pintor y arquitecto Miguel Ángel Buonarroti, que consiste en un simple cuadrado dibujado en un pedazo de papel amarillento, será subastado en Nueva York, EEUU, por la casa de remates Christie’s, que prevé venderlo en abril por u$s10.000.

Los expertos de la casa examinaban un dibujo de otro escultor y pintor del Renacimiento para una subasta de una colección cuando descubrieron un «dibujo y una carta» manuscrita, explicó a la agencia de noticias AFP Stijn Alsteens, jefe internacional del departamento de dibujos de maestros de Christie’s.

Cosimo Buonarroti, último descendiente directo de Miguel Ángel, dice en una carta fechada 3 de noviembre de 1836 que regala «el boceto adjunto» de su «ilustre antepasado Miguel Ángel» a su amigo John Browning, futuro gobernador británico de Hong Kong, cuya firma aparece en la parte inferior de la hoja de papel.

Dibujo atribuido a Miguel Ángel.

Dibujo atribuido a Miguel Ángel.

Christie’s ya había vendido esos objetos en Londres en 1986 y el catálogo informaba de la presencia del simple dibujo, «probablemente de la mano de Miguel Ángel».

El dibujo se expone a partir de este viernes en la sede neoyorquina de la casa de subastas, en el marco de sus ventas consagradas a los maestros antiguos que empiezan la próxima semana.

Miguel Ángel.

Miguel Ángel.

Pintor, escultor y arquitecto, Miguel Ángel (1475-1564) es el autor del techo de la Capilla Sixtina en el Vaticano y, según, Alsteens, realizaba estos pequeños «diagramas» para indicar el tipo de bloque de mármol que necesitaba para sus esculturas.

Aunque no tiene la firma del artista, Christie’s asegura que se trata de un «Miguel Ángel al 100%».

Un dibujo de «El Principito», subastado por casi 380 mil dólares

Fuente: Clarín – Un dibujo de El Principito, una acuarela de Antoine de Saint-Exupéry utilizada en la edición original del famoso cuento, fue vendido el jueves en una subasta en Londres por unos 380 mil dólares, anunció Christie’s. Este dibujo de 1942 se vendió por 302.400 libras (unos 379.550 dólares), un precio diez veces mayor que la estimación que se había hecho, que oscilaba entre 25.000 y 35.000 libras (entre 31.400 y 44.000 dólares).

La acuarela, reproducida en la página 59 de la edición de Nueva York, representa al Principito que dialoga con una serpiente en el desierto del Sahara.

Este dibujo ya había aparecido en una subasta en Sotheby’s en 1989.

«Los dibujos y acuarelas en su versión final o casi completa tal como se reproducen en la primera edición (…) son de gran interés y extremadamente raros», escribió Christie’s en el catálogo

Antoine de Saint Exupéry, aviador y escritor, autor de "El Principito" (1900-1944).Antoine de Saint Exupéry, aviador y escritor, autor de «El Principito» (1900-1944).

Christie’s recordó una venta en Artcurial de París, en junio de 2017, en la que una acuarela del Principito sentado en una silla y contemplando el sol se vendió por 294.000 euros (317.680 dólares).

Otro dibujo, con este personaje tumbado boca abajo en un jardín de rosas, se vendió por 226.000 euros (244.200 dólares).

Un clásico infantil

El Principito, un clásico de la literatura infantil traducido en todo el mundo, es la ficción más leída de la historia.

Según la Fundación Antoine de Saint-Exupéry, el libro ha vendido, en 80 años, más de 150 millones de ejemplares en todo el mundo.

"El Principito", un clásico de Antoine de Saint-Exupéry.«El Principito», un clásico de Antoine de Saint-Exupéry.

El autor, exiliado en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, había respondido a un encargo de su editor norteamericano que quería un cuento de Navidad.

El escritor murió a los mandos de su avión en julio de 1944, poco más de un año después de que se publicaran en Nueva York las versiones francesa e inglesa, y no tuvo tiempo de comprobar el increíble éxito de este libro.

Sus dibujos del héroe rubio, que vaga de planeta en planeta y conoce a múltiples personajes, contribuyeron en gran medida a la popularidad del cuento.

Un retrato de Lio Messi se exhibe en París, justo cuando entregan el Balón de Oro 2023

Fuente: La Nación – El capitán de la selección nacional de fútbol viaja a la capital francesa el lunes 30 para participar de la ceremonia que elige al mejor jugador del año; en la Casa Argentina de París se luce “Lío lunático”, obra del artista Juan Rivière

El fervor mundial por Lionel Messi no para. “Lío lunático”, el retrato del astro del fútbol pintado por el artista Juan Rivière, se exhibe en la Casa Argentina de París hasta el 10 de noviembre. La muestra coincide con la visita del capitán de la sección nacional de fútbol a la capital francesa el lunes 30 para participar de la ceremonia de entrega del Balón de Oro 2023.

Rivière se ha especializado en inmortalizar en pinturas al óleo a personalidades de la cultura argentina. Su icónico retrato del astro rosarino, bautizado “Lío lunático”, forma parte de la muestra colectiva de arte que realiza todos los años la Casa Argentina en la Cité Universitaire de París organizada por +Que2 Gestión Cultural. La pintura, que incluye hojas de oro desde la base hacia arriba fundiéndose con el óleo, también tuvo un lugar protagónico semanas atrás en Art Shopping, una de las principales citas internacionales del arte contemporáneo accesible que se lleva a cabo en el Carrousel del Louvre.

”Es una maravillosa coincidencia”, dijo el artista a Télam sobre la misma pintura que estuvo expuesta durante diciembre de 2022 en Buenos Aires. “Acompañó el momento histórico de la Copa del Mundo y ahora puede acompañar otro momento histórico de nuestro capitán. Personalmente, es una alegría inmensa y ojalá algún día Leo vea a ‘Lio Lunático’”.

El retrato de Messi, mirando sereno al frente, con la camiseta suplente de la Selección, de color violeta, rodeado de un aura de pinceladas de colores que serpentean entre los tonos rosas y lilas nació en octubre de 2022, previo al Mundial de Qatar. El título de la pintura, “Lío lunático”, se debe a que la obra fue pensada inicialmente para una exposición anual organizada por Alfredo Segatori en el Paseo de las Artes de La Boca, llamada “Lunática”.”La exposición coincidía con la fecha del Mundial y previo a la muestra pude llevar el retrato a La Rural para sacarle una foto junto a la copa en la gira Trophy Tour”, relató el artista conocido también por sus pinturas del rostro de Diego Maradona y otros íconos de la cultura argentina.

Para Juan Rivière (Laprida, 1985), su obra significó también una demostración de apoyo luego de tantas críticas a Messi: “Cuando terminó la muestra ya éramos campeones del mundo”. Sobre la dinámica de su trabajo, Rivière contó: “Como en todos mis retratos, parto de una imagen blanco y negro, mirando más los valores y no tanto los colores. En este caso decidí poner hojas de oro desde la base hacia arriba fundiéndose con el óleo”, detalló a Télam.

El 2024 encontrará al artista de nuevo en París, representando al país en el 120º aniversario del histórico Salón de Otoño francés, en la misma ciudad donde el año pasado exhibió una serie de retratos de Maradona. “Mostrarle al mundo a nuestros referentes argentinos y próceres es un honor para mí”, acotó Rivière. El fanatismo que genera Messi en el mundo permitió que réplicas de su obra fueran recibidas por ejemplo, por Florent Torchut, el periodista del semanario que entrega el galardón (France Football), quien dice ser “el más argentino de los franceses” y que entregó el Balón de Oro en 2019.

La exposición de arte colectiva en la que participan casi cien artistas plásticos argentinos forma parte de la agenda cultural de la Casa Argentina ubicada en el límite sur de la capital francesa. Es con entrada libre y gratuita y puede visitarse hasta el 10 de noviembre.

El mundo despide a Botero, un maestro que dejó su inconfundible huella

Fuente: La Nación – Desde presidentes y artistas hasta museos e instituciones compartieron un mensaje para reconocer la trayectoria del colombiano y homenajearlo en la hora del adiós

Tras la muerte de Fernando Botero, a los 91 años, considerado el artista colombiano más grande de todos los tiempos, instituciones culturales y destacadas personalidades de la política expresaron sus condolencias y admiración en las redes sociales.

El presidente de Colombia Gustavo Petro escribió en X: “Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz. De la paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono”. También expresó sus condolencias el expresidente Juan Manuel Santos: “Siempre generoso con su país, un gran amigo, y apasionado constructor de paz”. El alcalde de Medellín, Daniel Quintero, decretó días de luto para rendirle homenaje al artista.

En el sector de la cultura, el Museo de Arte Moderno de Bogotá-MAMBO, que cuenta con varias obras del artista y albergó a lo largo de su historia exhibiciones que contaron con su participación, lamentó “profundamente su partida”. También lo despidió el Museo de Antioquia: “Nuestro gran mecenas, un artista extraordinario que aportó una mirada propia al arte contemporáneo. Su nombre se ganó un lugar en la historia del arte nacional e internacional gracias a esa manera única de ver el mundo”. Por su parte, los cantantes colombianos Juanes, Carlos Vives, Maluma y J Balvin recordaron a Botero a través de las redes sociales.

Buenos Aires también hizo eco de su partida. Su presencia en la ciudad está marcada por el Torso masculino desnudo, que donó en 1994, ubicado en Libertador al 2000, y el óleo El viudo, exhibido en el Malba. El Museo Bellas Artes recordó las tres muestras que el artista presentó en sus salas: en 1994, Botero en Buenos Aires, en 2006 El dolor de Colombia en los ojos de Botero y en 2013, Botero, dibujos en tela y en papel. También el Malba compartió unas palabras como despedida al artista: “La producción de Botero ha sido ampliamente mirada a la luz de sus contemporáneos literatos del boom latinoamericano encabezado por Gabriel García Márquez, con quienes comparte la ironía frente a la idiosincrasia de los países latinoamericanos, la violencia como elemento de la cotidianidad y la religión como arraigo de una sociedad mojigata y machista”. Eduardo Costantini, fundador del Malba recientemente declarado Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, también dio un pésame al artista colombiano en Instagram.

Por otro lado, Nicolás Maduro desde la cumbre G77+China, expresó en X sus condolencias por la muerte de Botero. “Su legado perdurará en cada trazo, en cada volumen, en cada obra que creó. Su creatividad y talento han dejado una huella imborrable en la historia del arte. ¡Descanse en paz, maestro Botero!”.

El entierro

Mi papá quería que sus restos permanecieran en Pietrasanta”, dijo Lina Botero a Radio Blu de Colombia. “Ese lugar que fue tan importante, tanto para él como para Sophia [Vari] y la familia entera. Es un lugar donde él mantuvo una casa y trabajó más de 40 años de su vida y allí eventualmente van a quedar sus restos junto con los de Sofía”. Además, dijo que las únicas palabras de la lápida serán: “Fernando Botero, pintor y escultor” .

Durante el diálogo, Lina Botero relató que su padre pintó hasta sus últimos días y que la muerte de su mujer, la artista griega Sophia Vari, en mayo de este año había sido un golpe muy duro para él.

Liniers recargado: cómo hizo para que Matt Groening escribiera el prólogo de su nuevo cómic

Fuente: Clarín Cultura -Uno de los historietistas argentinos más reconocidos en el mundo vuelve al ruedo con «Macanudo» en nuevo formato. El domingo firma ejemplares en la FED. Y también se supo que dibujará en el film sobre la niñez del Dibu Martínez.

¿Cómo hizo Ricardo Liniers Siri, conocido abreviadamente como Liniers, para que Matt Groening, magistral creador de Los Simpson (consagrada como la mejor de la historia en esta encuesta de Clarín), le escribiera un prólogo a Macanudo. Bienvenidos a otro lado, su última tira cómica de reciente publicación? Lo cuenta el propio inventor de Homero: había venido a Buenos Aires en 2005, se había comido dos porciones de pizza en Güerrín y, en sus propias palabras, llegó «tambaleándose», según contó, a la librería El Ateneo Grand Splendid.

Se metió hasta el fondo del local en busca de los cómics y ahí lo descubrió: “Macanudo, título principal de varias compilaciones de tirar diarias dulcemente alucinógenas de un tal Liniers” (lo escribe así en el prólogo).

La cosa no quedó ahí. Se lo comentó a su pareja, la artista argentina Agustina Picasso, que le respondió: “Claro, Liniers, soy amiga de su hermana”. Esta casualidad –sumada al hecho de que los dos se autorretratan como conejos– hizo que alguna vez se cruzaran en persona."Macanudo. Bienvenidos a otro lado", de Liniers (Reservoir Books, $10.799). «Macanudo. Bienvenidos a otro lado», de Liniers (Reservoir Books, $10.799).

Esa cercanía animó a Liniers a animarse a pedirle algunos años después de estas anécdotas “unas líneas” para esta nueva publicación de Macanudo, la mítica tira surgida en 2002 en la que Enriqueta, Olga, los pingüinos y otros seres fantásticos componen un mundo onírico. Con tanta suerte que terminó en un divertido prólogo en donde Groening define lo que hace el argentino como “el Arte de la línea relajada Virtuoso-Friendly, con colores perfectos que lo potencian todo”.

Ahora, ya mediados de 2023, Liniers, que vive con su familia en Vermont, Estados Unidos, se queda en el país “por unos meses a cargarnos de argentinidad” (se vienen nuevos proyectos y giras con Kevin Johansen) y charla con Clarín Cultura en la librería El Ateneo, el mismo lugar donde hace 18 años Groening hizo su descubrimiento de Macanudo y hoy lo tiene como su prologuista. Además, este domingo a las 15.30, firmará ejemplares en la FED (Feria de Editores), que se desarrolla en el C Complejo Art Media (Corrientes 6271).

Pero además este viernes se supo que producirá junto al escritor Hernán Casciari una serie o largometraje animado sobre la infancia del Dibu Martínez: a estrella de la Selección Argentina, el dibujante y el escritor se conectarán por Zoom para escribir y dibujar la histori de un niño de 12 años que quiere ser el mejor arquero del mundo. Producida por Orsai Audiovisuales tendrá el título Emi On Off.

–¿Cómo fue que Matt Groening hizo el prólogo?

–Son esas cosas que me pasan, que es rarísimo, porque no es solamente que vino acá comprar los libros, sino que él está casado con una amiga de mi hermana, con Agustina (Picasso). Y Agustina es un personaje adorable y yo creo que le dijo ‘si Ricardo te pide algo, lo hacés’. Fue muy divino y generoso. Pensé que me iba a mandar dos o tres frasecitas, pero me escribió ¡un prólogo!

–Muy divertido además.

–Y la belleza. Él es el rey de la ironía. Los Simpson en 2000 años van a ser para la gente que cree en Homero y la gente que no cree. Es lindo tenerlo ahí. Además los dos nos dibujamos como conejos. Le dije que si a mí me cortaba las orejas era Milhouse.

–¿Por qué le decís “etapa nueva” a este Macanudo?

–Llegamos a la publicación 15 y aflojamos con los numeritos. Es una etapa en la que hay un cambio, pequeño cambio, pero para mí fue sustancial. Empecé a publicar la historieta en Estados Unidos y tienen un formato de viñeta diferente, similar a la de acá para los días de semana, pero los domingos tenés otro formato, uno que permite ampliarse para arriba y jugar más. Entonces en el formato se aprovecha más y podemos jugar más con el diseño del cuadrado. Me gusta mucho como quedó.

–Más allá del nuevo diseño, es el Macanudo de siempre.

–Acá aparecieron las brujas, que antes no estaban. Estoy enamorado de estas brujas, cada vez les tengo más cariño. Son lo más, las adoro y me dejan jugar con el mundo del terror, que yo cuando era chiquito era lo que más me gustaba, Drácula y todo eso. Puedo meter todos los monstruitos por ellas. Y después son adorables.

–¿Cómo aparecieron?

–Yo creo que por vivir en el medio del bosque. Tarde o temprano te aparece una bruja. La verdad que la tira, hubo un momento que estaba medio pensando que ya era suficiente y ahora estoy reenganchado. Son 22 años de Macanudo y mientras sigan apareciendo cosas que a mí me tomen de sorpresa, me divierto.Liniers: "Son 22 años de Macanudo y mientras sigan apareciendo cosas que a mí me tomen de sorpresa, me divierto". Foto Ariel Grinberg Liniers: «Son 22 años de Macanudo y mientras sigan apareciendo cosas que a mí me tomen de sorpresa, me divierto». Foto Ariel Grinberg

–Los distintos personajes expresan tus dudas existenciales.

–Es como que me hago preguntas. Me suena raro algo y hago una pregunta. Por eso a mí no me gusta esta nueva dirección del arte que tiene que ser como un eje moral; si vas a hacer una película tenés que poner la representatividad de todo. El arte está para portarse mal. Y cuando te portás mal es porque estás buscando algo, estás buscando inclusive a veces cuál es el límite, es el trabajo del artista. Entonces cuando la gente se enoja con los artistas porque pasaron un límite, bueno, están haciendo su laburo.

–El arte como provocador o disparador de reflexiones.

–O generar una discusión que por ahí vos no tenés. A veces no tenés la respuesta y creo que casi ningún artista va por ahí diciendo que tiene respuestas. El trabajo nuestro es gestionar. La pregunta es encontrar que hay parte de la sociedad, de la vida, que parecen inconclusas o incluso formales, y lo único que hacemos es marcar ‘esto es raro’. Te dicen ‘bueno, ¿y vos como lo resolverías?’. No sé, yo dibujo un pingüino.

Está esa mirada del arte en donde el arte tiene que ser ético y moral. Me parece que hay una incomprensión de qué es el arte y cómo funciona el arte y cómo funciona el artista. Ni siquiera significa que los artistas sean buena gente. Es su función hacer preguntas.Humorista dibujante Liniers ricardo siri foto Ariel Grinberg Humorista dibujante Liniers ricardo siri foto Ariel Grinberg

–Ya que lo mencionás, ¿vivimos una época de hiper corrección política? Cualquier chiste hoy resulta ofensivo.

–Eso empezó a pasar con las redes sociales. Yo también tuve 20 años y creía que porque había leído a Platón y Aristóteles en la universidad había entendido todo. Está buenísimo tener 20 años. El problema es que parece que decidimos que el pibe 20 años entiende cómo funciona la cultura, puede definir qué es la cultura, qué es ser un actor. Ahora si no sos ciego, no podés actuar de ciego más o menos.

–Está pasando en concreto con textos de Roal Dahl, de Agatha Christie, de Ian Fleming, se están cambiando palabras bajo el paraguas de “adaptación” o “evolución”. ¿Qué pensás?

–La obra de arte no tiene una sola función, tiene una segunda función que creo que es la que se está rompiendo. La primera función es vivir esa obra de arte, que te pares frente a la Gioconda y te emocione o lo que sea. La segunda función es que la obra de arte es como una cápsula del tiempo y te explica por contexto cómo era la sociedad en un determinado momento.

Si en la novela de Agatha Christie cambian los comentarios racistas contra los egipcios, es otra cosa. Tenemos que acordarnos que los ingleses en ese momento, ni antes ni después, eran un poquito racistas.

Esa segunda función es importante, es la que necesitamos, porque no es solo la historia de Hamlet, te dice también qué está pasando en 1605. En Estados Unidos está todo el tipo de la discusión de que hay que sacar el “n-word” (un eufemismo para “nigger” en inglés, o “negro” en español) o hay que dejarla. Al final resulta que no hay racistas. Es esta segunda función de la obra de arte que se está rompiendo medio por esta necesidad de sentirse bueno.

Porque al final lo que pasa es que es una movida de esta generación que se quiere sentir que son los que piensan perfecto. Es otro error. Pero no me quiero pelear con toda otra generación, pero hay una cuestión en eso. Y además llegaron con mil batallas resueltas. Hubo 200 años de gente que peleó por los derechos de la mujer y de los homosexuales. Buenísimo lo que pienses, pero agradecele a los que están atrás. No te pongas a criticar.

Es como los abuelos, los papás, los bisabuelos. Decir mi viejo está medio loco pero está menos loco que mi abuelo, bien por mi viejo. Y mi abuelo está medio loco, pero un poco más evolucionado que mi bisabuelo, bien por mis abuelos, pero no va yo a decir che, vieron que mi bisabuelo era mucho más facho que yo. Y sí, si naciste 70 años más tarde, así cualquiera es menos facho que yo. Me voy a meter en unos problemas.

Si se borran esos registros es como si nunca hubieran existido. Es blanquear el pasado y también cómo hacés para ver la evolución del pensamiento. Por eso hay un blanqueamiento en todos los sentidos de la palabra.

–¿Es una época de un exceso de literalidad? ¿Están pagando las figuras retóricas, la ironía, el sarcasmo, las exageraciones, las “maneras de decir”?

–El literalismo es aburrido por definición. Entiendo que es más fácil entender. Yo voy a ver Rambo y es bastante fácil de entender. Qué divertido es ir al cine y no pensar, pero a veces yo quiero ir y que haya ironía y que el director tenga una confianza en el espectador y diga el espacio que yo no lleno y lo va a llenar esa persona con su experiencia de vida. Ahí la obra de arte interesante es la que te deja a vos hacer cosas.

Entonces me parece que les dieron las llaves del auto a un montón de chicos en Twitter que tienen como un problema sentir esta performance de la moral. Porque fijate los que tiraron las latas de pintura a las pinturas. Si hubiesen hecho eso y rajaban, capaz que les creía que no era una performance egocéntrica.

¿Pero qué es lo que hacen inmediatamente después? Mírenme, soy yo, soy mejor que ustedes, soy buena persona. Entonces pierde todo tipo de valor la verdadera crítica. Porque la verdad es que no termino de creer que tienen razón en lo que están diciendo. Me da un poco de rabia que a partir de ahora en todos los museos tengo que ver las pinturas a través de un vidrio. Pero el hecho de que era sobre vos ya no me interesa más. No te creo. Es demasiado ombliguista la situación.

–El humor es víctima de esta literalidad.

–El humor negro obliga a la segunda lectura. El humor negro es nuestro mecanismo de defensa a la muerte. Todos nos vamos a morir y estamos todos asustados. Y tenemos algo en el cerebro que increíblemente nos permite decir ‘no me voy a morir ahora’. Pero en verdad estamos todos asustados.

Y el humor negro es nuestra manera de por un lado mostrarle miedo a la muerte, pero también por otro lado, ir aceptándola e ir haciendo la parte de uno y y aceptándola como algo que no es tan terrorífico, sino que hasta nos podemos reír con la muerte. El humor negro es la ironía, es la manera de releer con un poquitito más de esfuerzo mental. No todo tan literal. Estamos perdiendo riqueza. Es un crimen del pensamiento.

–¿Y lo ubicás en los jóvenes en general?

–En realidad, veo que salió de las redes sociales. Parte igual de esto es una sobrecorrección de años de desastre. Entonces también hay un costado positivo, tuvimos cientos de años de esclavitud, de derechos humanos que no se cumplían, de homosexuales en la cárcel, toda una cantidad de desastres.

Está bien, hay una sobrecorrección. Pero en la sobrecorrección hay algo performático de la gente que quiere decir ojo, que yo soy bueno, ojo que tengo mi arcoíris por todos lados. Entiendo y hasta no me parece negativa, es positiva, pero en la sobrecorrección tiene que haber gente que tire un poco para el otro lado para que no choquemos el auto contra el otro costado.

–¿Es diferente el trabajo como historietista en Estados Unidos? ¿Cómo es tu caso?

–Cuando arranqué en el extranjero con Macanudo, era el momento en que Maitena estaba explotando, me parecía súper lógico, porque era muy gracioso y muy buen dibujo. Y también porque Maitena tenía un tema tan universal que era las mujeres y las relaciones, y ella tenía como un ojo tan clínico para eso y tan bien, con un gran sentido de humor. Creo que era perfecto y tenía sentido que Le Figaro le publicaba cosas a Maitena y yo miraba lo mío… que ni yo entiendo mis chistes a veces.

Y resulta que había algo universal en Macanudo, que yo no me estaba dando cuenta que había. Me sorprende la cantidad de países en donde salieron libros míos. Ahora estoy en Estados Unidos, trabajás para un diario, hay un sindicato, hay dos o tres que tienen 50 o 60 títulos o lo que sea, y ellos los distribuyen a equis cantidad de diarios en Estados Unidos y en el resto del mundo. Y hace un par de años entré en un sindicato que es medio raro, creo que la última tira sindical fue Patoruzú, y me llaman y me preguntan qué significa “Macanudo”.

Por ejemplo, la traductora checa a Enriqueta, le puso “Jin”. Y le digo qué lindo, es la traducción de Henrietta, Enriqueta. Y me dice ‘no, es el nombre de mi abuela’. Así que no sé qué está haciendo con la niña, pero lo que sea que está haciendo lo está haciendo muy bien porque a la gente le gusta, así que se lo agradezco.

–¡Cómo le habrá puesto entonces al gato Fellini…!

–Una vez estuve en un festival en Barcelona y me siento al lado de Milo Manara, dibujante italiano que amo profundamente, muy amigo de Fellini y de hecho habían trabajado juntos. Y yo recién había salido Macanudo 3 y entonces le digo ‘Scusi!’ y me empecé a hacer el italiano y le digo ‘mire, quería mostrarle lo que yo hago en las historietas, pero sobre todo quería pedirle disculpas porque quizás espero que no se enoje, pero el gato se llama Fellini’. Se puso muy contento, me hizo unos dibujitos y todo.

–¿Y a todos tus personajes les tenés el mismo cariño?

–Les tengo cariño de todos, porque sé que me levanto a la mañana y alguno me da el chiste. Pero a Enriqueta le tengo cierta simpatía.

–¿Y cómo es andar por el mundo con siete tapas en The New Yorker?

–Fue muy lindo hacer esas tapas. Hubo una época que mandaba con más frecuencia. Cuando publiqué la primera, estuve a punto de resolver la grieta, me llamaron desde Lanata hasta Víctor Hugo.

Liniers Básico

  • Liniers es el segundo nombre de Ricardo Siri (Buenos Aires, 1973). Empezó haciendo fanzines, publicó la tira Bonjour en el diario Página/12 y desde 2002 publica Macanudo todos los días en La Nación y semanalmente en El País de España.
  • En 2018 Macanudo empezó a publicarse en diarios de los Estados Unidos a través de King Features Syndicate. Muchos de sus 30 libros se han editado en Europa, Latinoamérica, EE.UU., Canadá, Corea del Sur y China.
  • En 2011 junto a su mujer, Angie, fundó la Editorial Común. Actualmente vive en Vermont (EE.UU.) con Angie, tres hijas y un perro.

Liniers, Casciari y el Dibu Martínez harán una película animada sobre la infancia del arquero de la selección

Fuente: La Nación – “Emi On Off” contará la historia de un chico de once años que un día, en la escuela, descubre que tiene un superpoder en el ombligo

Meses después del triunfo de la selección argentina en el Mundial de Fútbol de Qatar, el trío compuesto por el escritor y editor Hernán Casciari, el dibujante y editor Liniers y el arquero Emiliano “Dibu” Martínez anunció que trabajan juntos en la realización de una película animada basada en la infancia del arquero de la selección. “Emi On Off” contará la historia de un chico de once, doce años, que quiere ser el mejor arquero del mundo y un día, en la escuela, descubre que tiene un superpoder.

En diálogo con LA NACION, Casciari indicó que aún no decidieron si harían una serie o una película animada con la historia del Dibu Martínez. “Vamos a saber con el correr del tiempo y con la fuerza de la financiación hasta dónde podemos llegar”, dijo. Cualquiera puede convertirse en “productor asociado” si apoya el proyecto con un bono de cien dólares.

El superpoder del niño marplatense, que le permite saber antes de tiempo dónde arrojarse para atajar un penal, un tiro libre o un pelotazo, se halla en el ombligo. “El chico se pregunta si lo que hace es trampa y deja de hacerlo porque le produce muchos malestares físicos, sobre todo insomnio; años después, vuelve a usarlo en los penales de la final entre la Argentina y Francia del Mundial de Fútbol 2022 y ya no puede dormir más″, contó Casciari esta mañana en Perros de la calle, el programa radial del periodista Andy Kusnetzoff en Urbana Play, en el que participa los viernes.

“Emi se pregunta si vale la pena dar todo por otros”, reflexionó Casciari. La idea del superpoder surgió cuando Martínez le contó a Casciari que después del Mundial tenía problemas para conciliar el sueño.

“En un Mundial donde Messi hizo magia el momento que me quedó fue cuando el Dibu atajaba los penales”, reveló Liniers, que elogió las ilustraciones de Leo Bolzicco en el libro Dibu Martínez. Pasión por el fútbol, lanzado por Penguin Random House en octubre de 2022. Semanas atrás, el Dibu compartió un irónico dibujo en su cuenta de Instagram, criticando una nueva regla de la IFAB, que prohíbe a los arqueros provocar o distraer al pateador, tocar los postes o red del arco. “Caretas”, manifestó el guardameta. A la regla se la bautizó “anti-Dibu”.

Durante cinco meses, el Dibu, Liniers y Casciari se conectarán por Zoom para escribir y dibujar esta historia, a la vista de los socios productores del proyecto, que se extenderá hasta diciembre.

Liniers, que declaró sentirse “emocionado” de trabajar con el arquero de la selección, forma parte del megaproyecto de Casciari “Cinco pelis”, en el que los socios de Orsai Audiovisuales invierten en cinco proyectos cinematográficos simultáneos: una comedia romántica escrita con Tamara Tenenbaum, una “comedia negra delirante” escrita por Pedro Saborido y protagonizada por Diego Capusotto, un drama de época con Felipe Pigna y una serie distópica de Ana García Blaya y Chiri Basilis. García Blaya es directora de La uruguaya, película basada en la novela de Pedro Mairal y producida también por financiamiento colectivo por impulso de Casciari. “Se va a estrenar en sesenta salas la semana que viene”, dijo Casciari.

Los socios pueden comprar un bono (o muchos bonos) de cien dólares, que usarán para apoyar las cinco producciones, algunas de ellas o solo una. Además, los viernes podrán participar de las sesiones virutales donde se debatirán aspectos de los guiones y, en el caso del arquero superpoderoso, se podrá ver en streaming a Liniers dibujando. Aún no hay borradores del proyecto. “Preferimos empezar de cero”, dijo Casciari esta mañana. Los que quieran ver a Liniers en su papel de editor deben visitar el stand de La Editorial Común en la Feria de Editores este domingo.

En el proyecto de “Emi On Off”, Liniers y Casciari asumirán los roles de jefes de guión, y el Dibu, supervisor del guion. Los inversores recuperarán el dinero también en dólares.

Liniers: “Yo estaba bien con ser un bicho raro”

Fuente: La Nación – El estereotipo del dibujante silencioso huye despavorido ante la divertida verborragia de Liniers, un tipo ocurrente al que ninguna Inteligencia Artificial podrá emular jamás, porque no lo entendería. Duendes, monstruos, pingüinos, brujas, Guadalupe el esqueleto, el Hombre de negro, Enriqueta y el gato Fellini se entremezclan sin rumbo aparente en el universo de una tira que sale publicada en LA NACION hace más de 20 años y que va por su decimosexto libro (Bienvenidos a otro lado, Reservoir Books). Viñetas que tocan fibras recónditas de los lectores, que llegan a los imanes de sus heladeras y que han convertido a su autor en el rockstar de la historieta.

¿Dónde quedó aquel chico tímido que salía a los recreos con un muñeco de Han Solo para que lo defendiera de los grandes (los monstruos), que casi no hablaba con sus compañeros de clase y que balbuceaba de adolescente cuando quería encarar a alguna chica? En una oficina del centro porteño, Ricardo Liniers Siri dice que el escenario borró de un plumazo su timidez. Kevin Johansen le propuso en 2008 dibujar durante sus conciertos y todo cambió. “Al principio dibujaba al lado del sonidista, pero Kevin me decía: la fiesta es el escenario. Así que me subí una vez y entendí: es acá. Al mismo tiempo, pasé de usar la computadora a usar pinturas, así que no tenía sentido estar atrás. Ahí apareció en mí un personaje que no conocía. Es una incógnita cómo es uno en un escenario hasta que sube. Tal vez el pibe que hace reír a todos en el colegio sube al escenario y se queda duro. Y el que no habla en el escenario es Dustin Hoffman. Ahora yo soy Dustin Hoffman”.

–¿Tu soltura apareció ahí o en tu vida privada ya existía?

–La descubrí ahí. Ni en mi grupo de amigos soy el bardo. Puedo tener un momento de inspiración, decir algo y que se rían. Pero nunca fui el de “ahí llegó Ricardo, qué alegría”. Soy tan no importante en las fiestas que cuando decía que iba a poner música, todos por lo bajo hacían buuu. Así me quedó el nombre de DJ Boicot. Ponía a Tom Waits y efectivamente la gente dejaba de bailar.

Dice que tener una editorial en la Argentina es “remar, remar y remar. Abrimos en 2008. Imaginate: se cae Lehman Brothers, quiebra la economía mundial, y nosotros: ¿qué te parece Angie si abrimos una editorial? Dale, qué lindo. En ese momento no se publicaba en el país casi nada de novela gráfica argentina, pero sí en Europa. Y me daba rabia ese despilfarro cultural, como si los discos de Charly salieran sólo en Francia y acá nadie los conociera, o como si Les Luthiers tocara únicamente en España. Pero hace poco tuvimos que girar un poco el timón hacia historietas para primeros lectores. ‘¿Historietas para niños? ¡¡¿Qué?!!’. Sí, pasamos años diciendo ‘historietas para grandes, historietas para grandes’, pero… Quisiera publicar más libros en general, pero entre que pagás los derechos para poder imprimir y recibís la plata de las librerías, con cien por ciento de inflación, es muy difícil”.

–¿Sentís que no se toma en serio todavía la “historieta para grandes”?

–Todo el mundo quedó trabado en Astérix o Superman, pero la historieta, al igual que la literatura, es un viaje, un camino. Cuando sos chiquito leés a Mark Twain, a los 15 a Stephen King y a los 50, a Dostoyevski. Hay libros para determinados momentos de tu vida. Si leés On the Road a los 18 años, funciona como una promesa: mirá todas las aventuras que hay por delante, jazz, gente rara que vas a conocer, fiestas, intelectuales por todos lados. Pero si lo leés a los 60, vas a ver toda la aventura que te perdiste, el sexo que no tuviste, los viajes lisérgicos que pasaron de largo. Hay que leer libros en su momento. Con la historieta pasa lo mismo: cuando uno busca, rasca, encuentra material para cada edad. En Francia lo entienden perfectamente: en una comiquería hay gente de todas las edades, el abuelo busca su historieta, el nieto la suya. Es como pensar que el cine es sólo películas de superhéroes.

–¿Nombraste a Dostoyevski porque lo estás leyendo ahora, que cumplís 50?

–Leí ahora Crimen y castigo. Madre de dios. No lo hubiera disfrutado tanto a los 18 años, cuando no tenés pecados de ningún tipo como para identificarte un poco con Raskólnikov… Hay un detalle en ese libro que me vuelve loco, que a la señora no la mata con el filo del hacha, sino con el lado opuesto. Está lleno de esas cosas, es una belleza.

–En tu obra puede haber oscuridad, pero nunca tanta.

–En Macanudo, imposible. Pero cuando hacemos la presentación con Alberto Montt [Stand Up Ilustrado], metemos mucho de eso. También hice un libro muy oscuro con Mario Bellatin [Bola negra, Sexto Piso]. Una revista de comida le había pedido un cuento sobre comer y obviamente él escribió la cosa más truculenta que se le pasó por la cabeza. Adaptarlo era desafiante, porque es un texto corto y lleno de imágenes. Entonces le propuse hacer dos renglones por página, de manera que las palabras tal vez se cortan, a diferencia de los globitos de las historietas. Quedó un efecto propulsivo: las oraciones no terminan en una página, tenés que seguir a la siguiente.

–Contaste que a Borges también le tomaste el gusto hace poco.

–Lo intenté a los 18 años, como muchos. A esa edad te agarrás de cosas fascinantes como “Funes, el memorioso”, pero rebotás con la mayoría. Voy a seguir leyendo “Tlön, Uqbar…” toda la vida y seguiré encontrando otros cuentos ahí dentro. Pero hace un par de años lo encaré de nuevo y me di una panzada. Descubrí por ejemplo su sentido del humor, que no le entendía cuando era chico. Es el sentido del humor de cuando hablaba también. Un sentido del humor muy… nerd, muy lindo. No me acuerdo en qué cuento es que hace una llamada larga, donde va narrando que un tipo había decidido que, tal vez, el ajedrez era mejor juego sin las torres. La llamada en el texto hace toda una explicación sobre por qué el ajedrez sería mejor, le da varias vueltas al tema hasta que dice que el señor, al final, se dio cuenta de que era mejor así como está [se ríe]. Es un chistonto, pero hermoso. Borges, además, es nuevo cada vez que lo leés. También es propulsivo, en el sentido de que cada cuento es tan corto, por más que sea muy denso, que te lleva a seguir y seguir, porque es una experiencia rarísima, siempre te da intriga. Otro cuento: ¡“La memoria de Shakespeare”! También es un chiste: un pibe se puede comprar la memoria de Shakespeare y está feliz, pero al final lo que se acuerda es a Shakespeare peleándose con el vecino y esas cosas mundanas. Para Borges, Shakespeare era un artista escribiendo, pero el resto del día se la pasaba cocinando, yendo al baño… A los 18 años se me hubiera pasado de largo ese humor.

–Te criaste en el barrio de Retiro, justamente donde vivía Borges, estaba la Manzana Loca y había mucha movida cultural. ¿Tenés recuerdos de esa época tuya de la ciudad?

–Toda mi vida fui un bicho del centro porteño. Por eso, después, mudarme a Vermont me daba un vértigo importante. Antes de irme, en una entrevista conté que me estaba por mudar y dije que yo era una especie de Woody Allen, en el sentido de que pasé toda mi vida en la ciudad y ahora me iba al otro extremo, al bosque. Titularon la nota: “Liniers: ‘Soy el Woody Allen de Buenos Aires’”. Me odiaron todos al mismo tiempo: las feministas, la comunidad judía, los que aman a Woody Allen, los que no lo soportan. “¿Qué te hacés el gracioso? Bajate del caballo, Liniers”. Pero sí, fue un vértigo mudarme, sobre todo por mis hijas, que eran muy chiquitas. Fue una movida grande.

–Buenos Aires no tiene todavía la estatua de Enriqueta o Fellini. ¿Pensás que falta mucho para eso?

–El larretismo no dictaminó todavía que mi trabajo está al nivel de Gaturro y otros. –Lo pensaba más por tu estilo, por la cantidad de gente que nunca va a llegar a leer tu trabajo, que originalmente parecía más de nicho.Macanudo es una historieta rara. Todavía me sorprende el éxito que tuvo, no me lo esperaba ni en sueños. Imaginaba que, entre los lectores del diario, podía atraer a los más nerds, y listo. “Alguno le encontrará algo”, pensaba. Lo que hace, por ejemplo, alguien genial como Maitena es muy claro. Tiene lógica que le vaya bien, y que los franceses, los italianos o los suecos se enganchen. Analiza a las mujeres o la vida en pareja, y hay mujeres y parejas en todos lados. Yo en cambio dibujo duendes, que no se entiende una goma qué hacen [risas]. Yo estaba bien con ser un bicho raro, pero se ve que hay bichos raros en todas partes, increíblemente. Porque Macanudo salió en no sé cuántos países, y ahí anda dando vueltas. No sé qué entenderán, pero se llama Macanudo en todos los idiomas.

–¿Vos decidiste eso?

–Sí, porque es el nombre. Y existe Google para saber más de la palabra si te genera inquietud. La verdad es que no es tan importante el nombre de las historietas. Es como Los Beatles o Peanuts: son nombres que dejan de tener sentido. Los Beatles es un juego de palabra, entre beat y unos bichos. Y ese nombre absurdo es hoy referencia de la mejor música que se haya hecho. Lo mismo con Peanuts, ¿qué tiene de interesante que se llame maní? A Charles Schulz no le gustó nunca el título, se lo pusieron en el sindicato que lo contrató. Macanudo es una palabra optimista. Los diarios casi por definición, salvo algunas secciones, son pesimistas: esto anda mal, Covid, corrupción, Donald Trump, Milei. Pero al final del diario, alguien te dice: “Pará, mirá alrededor, es viernes, te vas a tomar un vino con un amigo, no está todo tan mal”.

–Además, la inquietud con el nombre permite volver a la historia de por qué lo elegiste, en 2002, cuando el optimismo era muy necesario después de las Torres Gemelas, el estallido social en el país…

–Muchas veces la gente busca eso con la historieta, conocer qué historia tiene detrás. Di unas clases en la Universidad de Dartmouth sobre historieta latinoamericana. Y lo que más les interesaba a los alumnos –que ninguno iba a ser historietista, sino profesional de muchas otras cosas más útiles–, era el contexto. ¿Por qué El Eternauta se hizo en ese momento, cómo salió una historieta así en la Argentina, cómo se resignificó, qué estaba pasando? O te preguntaban: “What is peronism?”. “Eso es otra clase, ¡o todo un doctorado! Acá te puedo contar un poco de Mafalda nomás”. Les genera mucha intriga saber más de Evita o qué pasó con [Héctor] Oesterheld, con sus hijas y la dictadura. Cosas de este país de locos que cuando las contás afuera, todos abren los ojos y te dicen: no puede ser. “¿Ven estas fotos, de ese señor y esas cuatro chiquitas? Bueno, diez años más tarde estaban todos desaparecidos”. O te preguntan quién es Charly García y lo mostrás saltando de un noveno piso, entonces nada parece tener sentido. Yo armé las clases con material argentino como eje, aunque también había una historieta brasileña increíble como Daytripper y algunas otras.

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Liniers está en contra de la cultura de la cancelación. «Tienen todo el derecho a enojarse con J.K. Rowling, pero no me digas que no lea un libro»

–Viviendo ahora en los Estados Unidos, ¿no se plantean si es lo mejor criar a sus hijas lejos de su propia historia?

–Son infancias diametralmente opuestas y cada una tiene su encanto. Cuando yo tenía 12 años, iba todos los fines de semana al cine Metro cuando estrenaron Volver al futuro. No tenía amigos que quisieran ver todos los fines de semana Volver al futuro, entonces iba solo. Ahora no me animaría a que mis hijas anden solas por la ciudad…

–En Vermont eso no es un problema.

–El otro día la noticia en los diarios de allá fue que un perro se había comido dos gallinas. De verdad. Y estaba la comunidad compungida: “¡Este lugar es una locura! ¡Tenemos que mudarnos!”.

–Tienen pensado quedarse, entonces.

–Es un lugar que me encanta y la vida se va armando alrededor de donde estás. El Covid estiró todo. Las chicas hicieron amigos y me gusta que tengan esta otra versión de la infancia, tan diferente de la mía. Yo tuve cero relación con la naturaleza. Si ves los árboles de Macanudo 1, parecen dibujados en el jardín de infantes. Ahora están bien cuidados, repletos de detalles.

–¿Agarrás el hacha cada tanto en Vermont?

–Una vez intenté, pero di una imagen triste. Pin… pin… pin. Estaba con un amigo de allá que agarraba el hacha y PUM, PUM. Partía los troncos como si nada. Ok, vuelvo a los dibujitos y le pago a alguien por la madera.

–Volviendo a Buenos Aires y a eso de no ser el centro de las fiestas: en tu casa organizaban muchas comidas sociales, era punto de encuentro de gente del arte, de la cultura. Eso de ser anfitrión, ¿sí te sale más natural? ¿Es algo que te gusta?

–Esa es Angie. Ella es el motor social de la pareja. Mis viejos siempre me decían lo mismo. Yo no quería ir nunca a ningún lugar y ellos insistían: andá y después vas a ver que te divertís. Me arrastraban y a la vuelta les tenía que dar la razón. Ahora es igual: yo me quiero quedar, dibujar y estar con mis hijas. Pero Angie me insiste, y después me dice: ¿viste que te divertiste, nabo?

–¿En esos encuentros te empezaste a codear con gente que te interesaba mucho o eso viene de antes?

–Una vez les dije a mis hijas: el verdadero talento que yo considero que tengo en serio no es dibujar ni hacer un personaje, sino encontrar gente valiosa. Para mí, por ejemplo, lo de Kevin fue de mucha generosidad; no cualquiera comparte escenario con un dibujante. Porque ver a alguien dibujar es hipnótico: no podés de dejar de mirar, porque querés saber qué va a pasar. Mick Jagger baila así porque quiere que lo miren. O los movimientos de Björk. Todos los rockstars hacen alguna payasada en el escenario porque quieren que lo vean: soy yo el que está haciendo esta música. Kevin me decía: yo quiero que lo mío entre por los oídos.

–En el camino te fuiste encontrando con ídolos de tu adolescencia, desde Andrés Calamaro, que te pidió la tapa de La lengua popular, hasta dibujantes célebres.

–Ni puedo explicar el nivel de héroes que me crucé. Un héroe absoluto para mí es Art Spiegelman, desde mis 18 años, cuando mis viejos me trajeron Maus de un viaje que hicieron. Me afectó, me conmovió, lo terminaba y empezaba a leerlo de nuevo, buscaba otros libros como ese y no encontraba. Tenía El Eternauta y Maus, y me metía en historias viscerales. Después, la mujer de Art [Françoise Mouly] me convocó para el New Yorker y es también la editora de los libros infantiles que hago. A través de Françoise nos hicimos amigos y un par de veces me quedé en su casa, pero no dejo de ver en él a John Lennon.

–Si te quedás en su casa, imagino que en algún momento se rompe el mito.

–Hubo un momento. Yo estaba en la casa, me había quedado en el cuarto de su hijo, Dash, que no vive más con ellos. Art había ido al cine con unos amigos y volvió a la medianoche, Yo estaba en la cama leyendo y, como era mi última noche, me llamó: “Ey, Ricardo, vamos a brindar”. Entonces fui y nos pusimos a charlar y al rato miro para abajo y me veo en calzoncillos, con las patas peludas al aire, conversando como si nada. Le dije: “Ahora sí crucé la barrera. En calzones en tu casa, ya puedo decir que somos amigos”.

–¿Cómo fue que le pediste ahora a Matt Groening, que también es tu amigo, el prólogo del nuevo libro de Macanudo? [El creador de Los Simpson cuenta en su texto que quedó “totalmente absorbido” por las tiras de Liniers apenas las conoció. “Eran divertidas y fantasiosas y caprichosasy filosóficas en el mejor de los sentidos”]

–Ese encuentro es otra extrañeza que da cuenta de que estamos en The Matrix. Mi hermana me llamó un día, hace como 15 años, para decirme: mi amiga Agustina del colegio sale con el pibe que hizo Los Simpson y él te quiere conocer. Después, cada tanto nos mensajeamos, no somos amigos, pero fuimos a comer un par de veces y lo visité en Los Ángeles. Su oficina es rock and roll, bastante caótica. Me dejó solo ahí 20 minutos porque tenía que salir: “Si querés, dibujá”, me dijo. Quedé rodeado de su micromundo, había de todo. Era el momento de llevarme algo, un lapicito, un Emmy. “No, no, acordate de los valores que te inculcó tu padre”, reflexioné a tiempo.

–¿Reconocés esa timidez del dibujante en figuras como él?

–Sí, sí. Al mismo tiempo, es un momento difícil para estos genios, con toda la revisión del arte que hay ahora, donde todo tiene que ser impoluto. Hay una comediante muy buena, Hannah Gadsby, que se la agarró ahora con Picasso, básicamente porque Picasso era una porquería de novio que, si necesitaba inspirarse para pintar La dama que llora, la hacía llorar en serio. Una porquería de tipo, no quisiera un Picasso para mis hijas. Pero no por eso podés tirar a la basura su obra, o decir que no es importante. Esta comediante ahora hizo una muestra contra él, bastante criticada, porque no tiene densidad y encima cuelga pintura de Picasso para demostrarlo. Hay otro tema: nunca los genios van a ser normales. No me refiero al talentoso, sino al genio, que es un talento con turbo: está impulsado por una desesperación. Y muchas veces la raíz de esa desesperación es traumática. Creo que fue Paul McCartney el que dijo que la historia del rock es la historia de los padres ausentes. ¿Por qué alguien como Janis Joplin agarra un micrófono y empieza a gritar desesperadamente? “¡Mirame papá! ¡Dijiste toda mi vida que soy un desastre y acá estoy!”. Pasa con todos: Lennon, Picasso, Chaplin, Michael Jackson. Si querés que todo el arte de gente moralmente inaceptable desaparezca, ¿con qué nos quedamos? Llenamos el Louvre con Utilísima Satelital. Por eso, para mí separar al hombre del artista es facilísimo. Es como separar el arquitecto del edificio. Tal vez el que construyó estas oficinas era un nazi. O el chef de la comida: no va a estar menos rico el risotto si el cocinero es un acosador.

–¿La obra es intocable?

–Es que no entienden lógicamente qué es un artefacto cultural. Ahora están cambiando textos de los libros, para que no sean ofensivos o no sé qué. Hace poco, Spielberg dijo que lamenta haber sacado digitalmente unas armas de los policías que perseguían a ET, que le parecían entonces muy violentas para los niños. Está arrepentido. Claro, ¡dejá el revólver! Porque la película tiene doble función; por un lado, que lloremos con ET; por otro, es un artefacto que nos cuenta en qué sociedad vivían todos los que realizaron esa película. Si lo trastocás, esa segunda función se deforma. Si en Las aventuras de Huckleberry Finn está la palabra que a los norteamericanos los vuelve locos [nigger] y la reemplazás por n-word [como se hizo en ediciones actuales], diremos: “Oh, qué evolucionados eran en el sur en esa época”. Pero no tiene sentido. Si querés, poné un prólogo o una llamada abajo, pero el texto es sagrado.

–¿Sigue fuerte en los Estados Unidos esta discusión?

–Sí. Antes era la derecha la que te decía no leas a Harry Potter. Pero ahora es la izquierda, porque es TERF [Trans-Exclusionary Radical Feminista, en referencia a “las feministas que excluyen a las mujeres transexuales”]. Se la agarran con J. K. Rowling. Tienen todo el derecho del mundo a enojarse con ella si quieren, pero no me digas que no lea un libro. Si querés pedime que no lea Mein Kampf, pero el libro de un chiquito que hace magia, dejame de joder.

–¿Te molesta que ahora sea la izquierda?

–Me duele, porque es donde mi costadito progresista está siempre apoyado. Porque en la izquierda estábamos los que decíamos: más libros, más información, más libertad de expresión. Porque incluso el Mein Kampf o Leni Riefenstahl están inmediatamente anulados por el arte que sí está anclado en la humanidad. La obra de arte para que atraviese el tiempo tiene que tener adentro algo humano, real, verdadero. Aunque sea ficción hay algo siempre verdadero. Por algo seguimos leyendo Hamlet y el Quijote. Lo que no es verdadero, decanta, porque como especie necesitamos más humanidad.

–Y cuando no hay humanidad, aparece Han Solo.

–No es fácil la infancia. Los grandes siempre decimos que los gigantes no existen. Mentira. En un momento de tu vida existen de verdad, es cuando tenés 6, 7, 8 años. Convivís con ellos. Roald Dahl decía que a los chicos no les gustan los grandes porque, como miran desde abajo, todo el tiempo están viendo los agujeros de la nariz de la gente. En primer grado, los gigantes son tal vez los de tercero. Las maestras te decían: “Andá a disfrutar del recreo”. Y salías y era: “Dame el alfajor”. “No, señor, por favor”. El señor tenía 8 años… En mi infancia, yo creía que todos sabían lo que había que hacer en el mundo, menos yo. Sentía angustia, una ansiedad que te lleva a meterte para adentro. Pero por suerte andaba con Han Solo en el bolsillo.

“El lápiz de grafito es una cosa sublime que no tiene comparación y no hay con qué reemplazarlo”

Fuente: El Litoral – Mario Quinteros, además de artista visual, es periodista. Escribe muy bien y no elude preguntas, contesta de modo muy directo y claro. Las entrevistas de domingo que publicamos hace ya algunos años en El Litoral, tienen varias semanas de charlas telefónicas o intercambio de mensajes posterior a la conversación inicial. La búsqueda periodística en realidad no termina nunca y solo está pautada por la fecha de entrega de cada nota. 

El domingo pasado muy temprano le mandé a Mario lo que consideré mi (provisoria) última pregunta con el objetivo de culminar la escritura: ¿Cómo fue tu infancia y tu vínculo con el río en Esquina?, pregunté, con voz de catacumbas de domingo.https://24f0ffbb398e7130abb1681aa1468b3b.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html?n=0

La respuesta fue inmediata y sentida. No dudé en que este debería ser el comienzo del texto por la claridad y por el tono de la voz de Mario: “El río era omnipresente e inevitable en nuestra infancia en Esquina, en los 70. El ritual de escaparse a la siesta de la casa para ir a la playa era una de las grandes aventuras que todos queríamos hacer de niños y recuerdo muy claramente esa travesía de 6 o 7 cuadras hasta llegar a la orilla por las veredas y las casas viejas del pueblo. Las veredas calientes por el sol y la sombra de algún árbol que ayudaba en el camino a soportar los rayos que caían sobre nosotros. El río tenía que ver con eso, la instancia del juego, la travesura. Recuerdo que con apenas 10 años en un momento la Prefectura me llevó de las pestañas y me tuvo “detenido” (lo digo entrecomillas, no hubo tal cosa, solo llamarme la atención) porque crucé nadando el río, que estaba prohibido. Recuerdo ver la playa por primera vez desde el otro lado, del Pinin que es el barco que estuvo varado en la playa de Esquina durante 50 o 60 años y que a pesar de todos los esfuerzos de muchos esquinenses, no se pudo ni mantener ni recuperar.

Recuerdo también que el río, no era una cuestión urbana solamente. Recuerdo el río Corriente visto desde el campo cuando nos íbamos de vacaciones y podía verlo en la tercera sección. Pero tampoco era solemne el río Corriente, porque muy cerca está el arroyo Vega que fue el escenario de campamentos juveniles, recuerdo las lagunas cristalinas con arena en el fondo. Entrada la adolescencia no quería tener una moto, quería tener una piragua. Mi sueño era ver el atardecer desde una embarcación. Ver como la moneda del sol se caía lentamente con la tarde. Si me tengo que definir de donde soy, digo que soy de la orilla, siempre estuve pegado a los ríos, soy del litoral”.

Lo que viene es el camino de un artista en busca de su destino y de un lenguaje propio.

—¿Hasta qué edad viviste en Esquina y por qué te fuiste de allí?

—Viví, nací y me crié en Esquina hasta que terminé la escuela secundaria. Siempre quise estudiar arquitectura, pero en la escuela secundaria me puse a militar y me pidieron que haga el diario del Centro de Estudiantes. Allí comenzó mi vínculo con el periodismo. Por ello me fui a vivir a Corrientes Capital, en 1988 a estudiar Comunicación Social hasta 1992.https://24f0ffbb398e7130abb1681aa1468b3b.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html?n=0

—Y después, ¿te vas al Chaco?

—Viviendo en Corrientes armé ranchada con los chaqueños. Me parecía muy atractivo, había cierta pulsión en Resistencia que yo no sentía en Corrientes, sobre todo desde lo intelectual. Y ni bien me recibí, lo primero que hice fue irme a vivir a Resistencia como por impulso, primero con un proyecto que teníamos con unos amigos y después a los dos o tres meses entré a trabajar al diario Norte donde estuve 22 años.

—¿Cuándo comienza tu relación con el dibujo o la pintura?

—Nunca me relacioné con nada más que no fuera con el dibujo, desde el dibujo me relaciono con todas las otras disciplinas. El dibujo es mi semilla, mi germen. Siempre me preguntan cuándo empezaste a dibujar y en realidad aun siendo periodista, nunca dejé de dibujar. Desde que entré al preescolar dibujé, nunca dejé de hacerlo. Sí creo que hubo momentos en que tomé contacto profundo con algunas cosas que quedaron como marcas.

—¿Cuáles fueron esos momentos y esas marcas?

—Entré a trabajar al diario Norte y en el año 94-95 me meto a un taller de dibujo, porque siempre dibujaba mucho. Ese taller en 1995/6 estaba a cargo de Rolando Sá Fleitas -quien para mí hoy sigue siendo mi maestro- y del gran pintor, tucumano afincado en Resistencia, Juan José Stegmayer. Curiosamente, o no curiosamente, sino casualmente, de estos maestros yo no solamente adquirí la técnica sino una profunda visión de la cuestión del arte, fue un año de taller, me acuerdo todavía hasta hora que creo que tengo guardado en mi VHS un registro de esa primera muestra de dibujo y bueno, ese fue un momento clave para mí.https://24f0ffbb398e7130abb1681aa1468b3b.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html?n=0

—¿Cómo eran esos dibujos de ese momento?

—Lo que pasa es que en el taller se producen obras de taller, pensemos que hablamos de un momento en el cual no existían en la zona lo que se llaman ahora clínica de obras o talleres libres. Y tuve ahí una formación académica, aprender a bocetar, aprender a plantar el cuerpo, a ocupar el espacio, a definir figura a fondo, a entender el canon de la figura humana. Todo eso fue en un año absolutamente intenso. Todavía tengo algunos dibujos guardados. Por otro lado, está el dibujo libre que es el que uno hace de onda en su casa y ese dibujo estaba muy relacionado con una estética más bien psicodélica, uno lo podría emparentar… a ver con qué… con un lado del cómic de Moebius y la estética de Pink Floyd por unir dos polos que podrían sintetizar aquel momento, pero todo eso siempre fue algo de entrecasa, y nunca lo mostraba.

—Y desde ese momento es solo dibujo con lápiz ¿o con qué?

—Y también se dio que en ese momento pude empezar a hacer ilustraciones, hice muchas ilustraciones sobre todo para el suplemento escolar del diario Norte y mi trabajo siempre estuvo centrado en el lápiz. El lápiz de grafito aún hoy me sigue pareciendo una cosa sublime que no tiene comparación y no hay con qué reemplazarlo: el grafito tiene un trazo que porta valor, es el mismo trazo de grafito que cambia de tono. Esto no ocurre con la carbonilla ni con los rotuladores, ni con la tiza ni con el pastel, con nada. Esta idea de que el mismo trazo va cambiando de valor, va de un valor bajo a un valor alto y eso siempre me pareció sublime.

—¿Nunca tuviste necesidad del color?

—No, no. Nunca, nunca. Yo los hago enojar a veces a los pintores porque les digo que para mí el color es manipulación y demagogia; se enojan muchísimo conmigo. Reconozco que un poco los agito con eso. Pero creo que nunca sentí la necesidad del color y estudiando entendí el por qué: en rigor de verdad, los colores no son más que variaciones de luz y la luz básicamente se define por el juego de luz y oscuridad y la sombra, la no luz sería. Tuve una sola experiencia en color y fue por pedido para la escenografía de un espectáculo en el Centro Experimental del teatro Colón. Un grupo de música me convocó para hacer el trabajo, me pidieron que utilice un color, en ese caso elegí la gama de azules porque me parecía que era el color menos estridente y el que más cerca estaba del problema de la luz.https://24f0ffbb398e7130abb1681aa1468b3b.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html?n=0

—¿Cuál fue el espectáculo?

—En realidad, fue la presentación de un disco que se llamó “Entre líneas”. Pegamos tan buena onda con los chicos que hice la estética del disco que era una obra muy grande que me llevó a realizar la puesta en escena de la presentación. Lo que hice fue recuperar mi primera obra que fue “Tramatrazo” y volver a una cinta de papel. En ese caso, transporté el tiempo al espacio. Le di a una unidad de tiempo, al segundo le di tantos centímetros de papel y lo que fui haciendo fue una partitura en tiempo real de lo que iba escuchando; entonces, de ahí sale una obra que tiene 70 metros de largo donde va siguiendo en tiempo real con dibujos cada clima sonoro que el disco estaba indicando. Pero ese fue el único caso que ocupé color. Después ni antes ni después no pasó nada.

—¿Y cuándo empezás a ver que lo que estás haciendo empieza a construir? 

—Desde que empiezo a hacer este taller con Rolando y con Juanjo, comenzamos a tener una relación de amistad, puedo decir que son mis amigos, y siempre me insistían en que yo tenía que mostrar lo que estaba haciendo, pero nunca quise hacerlo.

Existe la idea de que un artista puede mostrar solo cuando llegue su madurez, cuando puede lograr una imagen que le es propia y yo sentía que esa imagen nunca llegaba. En un momento hago una serie de dibujos y se lo muestro a Rolando, dentro de esa producción había uno que era muy parecido a un dibujo que vos podrás recordar: es la figura del canoero que aparece con una tacuara para impulsarse, que hice para un disco de la Fundación Memoria del Chamamé.https://24f0ffbb398e7130abb1681aa1468b3b.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html?n=0

—Exactamente, me acuerdo.

—Recuerdo que hice el dibujo de la embarcación y el cuerpo humano y me dije que, para que no quede la canoa colgando en el agua, había que incluir algo de vegetación en la orilla. Dibujé en la esquina inferior izquierda unos camalotes, pero no me convencía porque me parecía como muy atildado. Entonces pensé que, de todos modos, la costa del río no es toda tan suave y tan redondeada y tan perfecta. También hay pasto seco, ramas y un montón de cosas. Entonces, sobre ese camalote perfectamente dibujado que yo había hecho siguiendo ese canon figurativo, agarro un lápiz muy blando, hago como unos trazos, pero como brutales, como muy gestuales por arriba de ese dibujo. Esto en una esquina que no tenía más de 10 por 10 cm y Rolando mira el dibujo me dice: “Mirá, el dibujo está, me parece genial, está muy bien la composición, está nivelado, trabajaste muy bien… pero me molesta esto que hiciste acá” y me señala exactamente ese lugar. Fue esa observación lo que realmente me disparó hacia un lugar impensado que me permitió redefinir toda mi obra. Fue esta idea de que ahí lo que estaba ocurriendo era simplemente un acontecimiento del dibujo, lo que había ahí era una mezcla de tramas. Había una trama que era muy pulida, muy redondeada, muy controlada y sobre esa trama había otra trama gestual, casi brutal. Recuerdo que, mirando esa pequeña parte del dibujo, pensé que, en el fondo, todo hecho dibujístico tenía que ver con ese fenómeno: el trazo define la trama y la trama muchas veces definía el trazo y que entre ambos elementos ocurría el dibujo. 

Este concepto lo encuentro luego, desarrollado teóricamente por Luis Felipe Noé que es el que me lleva a exponer a Buenos Aires.

—Al Borges.

—Si, al Centro Cultural Borges, en el ciclo La Línea Piensa. Desde aquella experiencia reveladora con el canoero, en 2001-2002, transcurrieron casi 10 años después de aquel primer y único taller de dibujo. A partir de ahí empiezo a investigar, porque esa fue la premisa, cómo se relaciona el trazo y la trama, o mejor dicho cuáles son todas las posibilidades. Voy a ver hasta dónde puedo encontrar esta relación entre el trazo y la trama o entre gesto y la textura. https://24f0ffbb398e7130abb1681aa1468b3b.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html?n=0

Empecé a dibujar con el papel que tenía a mano, porque era una situación de experimentación. Me decía “voy a probar tal cosa”, probaba y salía algo que me parecía que valía la pena. Terminé con una montaña de dibujos hechos de distintos tamaños, con papeles en su mayoría muy ordinarios. En un momento me dije que se había agotado ese momento de experimentación y tras mirar el conjunto de dibujos vi que todos partían de la misma premisa pero que eran diferentes. Probé alternativas hasta que encontré en una papelera, un rollo de papel de 50 m de largo y hallé la solución: darle una continuidad a esas imágenes y “coserlas” desde el dibujo. Así salió “Tramatrazo”, mi primera muestra individual en el 2004 en el museo René Brusau de Resistencia, curada por Gabriel Romero.

—¿Cuál fue la idea de curaduría?

—Gabriel me tiró un par de ideas que me parecieron claves y que inclusive después influenciaron el desarrollo posterior. Una es que el papel no tenía que ir pegado a la pared. Luego me dí cuenta es que toda la obra es una línea, una línea que está suspendida en el espacio. A partir de ahí empiezo la investigación de cómo el dibujo se puede desplegar en el espacio. Investigué el dibujo en soporte de planos rectos, luego en planos curvos, trabajo el piso, las paredes, después, el techo.

—Además, hay toda una búsqueda del volumen también.

—Claro, ese avance en el espacio lleva al volumen.

—Y vas a hacer juncos y pájaros en papel. 

—Claro, porque se me cuela el paisaje. Voy de la atracción más profunda al paisaje. El orden es comenzar por la figuración y llegar a la abstracción. Yo entro por la abstracción y termino yendo al paisaje. Esto ocurre cuando empiezo a pensar en esta idea de que el papel ya no necesariamente tiene que seguir un criterio tan aritmético, sino que pueden saltar a una manipulación más extrema como es la papiroflexia, más popularmente conocida con la denominación japonesa de origami. Así es como llego a dibujar sobre superficie que después voy a plegar, rasgar o calar, una manipulación mucho más profunda del soporte del papel y constreñir el dibujo, o mejor dicho concebir un dibujo acorde a qué operación voy a hacer sobre ese soporte.https://24f0ffbb398e7130abb1681aa1468b3b.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.html?n=0

—Después de esta etapa, de esta búsqueda y de desplegar el paisaje.

—Bueno, es que ahí están sintetizado estos 20 años de mi primera muestra individual y siempre está el criterio del dibujo como una expresión que se desarrolla en el plano por lo tanto tienen dos dimensiones. El dibujo es inicialmente una representación bidimensional de una realidad que es tridimensional; entonces, cómo hacer para que el dibujo vuelva a la tridimensionalidad a partir de una serie de operaciones sobre soporte y que esa tridimensionalidad sea una tridimensionalidad nueva, construida desde el mundo estético, plástico.

—Siempre digo que, en la obra de los artistas contemporáneos del Litoral, en algún momento aparece el paisaje. El paisaje tiene una potencia enorme. ¿Cómo es el paisaje tu obra?

—En realidad, lo que te puedo decir es que siempre me jacté de una abstracción radical y me di cuenta en el fondo que el paisaje me estaban entrando por todos lados. Creo que ese paisaje tiene que ver especialmente con haber nacido en Esquina, me crié en el borde del río y por haber absorbido ese contexto desde todos los lugares posibles. Finalmente, en la madurez explota, en mi caso con una fuerte conciencia ecológica, del cuidado del medio ambiente y protección, por eso es que la muestra con la que hago pie en Santa Fe año 2016 se llamó “Humedal”, cuando la palabra humedal era todavía muy técnica, no se usaba tan popularmente. Quizás por eso que en mi última muestra fue casualmente en Esquina en el 2018 donde expongo en un lugar semiabierto, a orillas del río Corriente. Me parece que de alguna manera todo tiene que ver con todo y es cierto que el paisaje siempre va a ser un espejo que uno lleva dentro y que está disponible para reflejarse.

Nueva York: argentinos en los Maestros del Dibujo

Fuente: Ámbito – Las galerías Herlitzka & Co. y Henrique Faría presentaron valiosas obras en la Semana.

Durante la semana de Maestros del Dibujo en Nueva York, diversas instituciones y museos se aúnan para mostrar colecciones de esta disciplina de diferentes épocas y estilos acompañadas de discusiones, simposios y paneles curatoriales. Intervienen Cooper Hewitt, The Hispanic Museum & Library, Sotheby´s, Christie´s, the Metropolitan Museum, Frick Collection, The West Harlem Fund, Frances Lehman Loeb Art Center, Clark Art Institute y 25 galerías privadas.

La galería Herlitzka & Co. y Henrique Faría, con sedes en Buenos Aires y Nueva York, presentaron “Dibujos de maestros de América del Sur”, con obras de Joaquín Torres García (Uruguay, 1874-1949), los brasileños Williys de Castro (1926-1988) y Hércules Barsotti (1914-2010), Marisol Escobar destacada artista pop de ascendencia venezolana nacida en Francia en 1930 y fallecida en EE.UU. en 2016. De la Argentina reunieron obras de Osvaldo Romberg (1930- Israel 2019), inicialmente conocido como grabador, posteriormente definió a su obra como “geometría sucia”, un pionero del arte conceptual, que cruzó la teoría del color con la lingüística y la perspectiva eurocéntrica de la historia del arte. Mirta Dermisache (1940-2012) cuya obra se encuentra en el MOMA (Nueva York), el Reina Sofía (Madrid), Tate Modern (Londres), Getty (Los Angeles), Centro Pompidou (París) y a quien el Malba le dedicó una importante exposición retrospectiva en 2017, es una artista compleja, hermética, cuyos grafismos ilegibles, frases , textos, libros con una escritura que no se corresponde con ningún alfabeto tiene como imagen la escritura en sí misma..En cambio las escrituras realizadas por Susana Rodríguez a fines de los 70 son legibles y descifrables. Dibujos también complejos, orgánicos , con referencias al cuerpo, signos, memorias que se pueden “leer” de manera vertical u horizontal.

Leandro Katz, artista cuya obra está en el MOMA, el Getty, Pérez (Miami), Moderno (Buenos Aires), Blanton (Austin), es también poeta, escritor, versado en cultura maya, su obra es conceptual, no exenta de poesía. Otro artista conceptual reconocido en lo nacional e internacional es el arquitecto Horacio Zabala (Buenos Aires, 1943). Sus series de cárceles, laberintos, cartografías, diarios, dan cuenta de su compromiso contra las dictaduras, la censura, el autoritarismo de fines de los 60. También se hizo eco del cambio climático ya en 1973 con “Un fuego eternamente vivo”. Su obra invita a la reflexión sobre el destino del hombre en una época tan conflictiva como la que atraviesa la humanidad.

Eduardo Santiere es licenciado en Ciencias de la Computación por la UBA. Aplicó durante muchos años conocimientos informáticos. Según reza su abreviada biografía, dejó todo para concentrarse en una obra que oscila entre escalas íntimas y complejidad, microcosmos y macrocosmos. Así lo escribió Lux Lindner , curador de “Contemporáneo 31- Lo contrario de la magia”, muestra que se expuso en el Malba en 2014. Karina Peisajovich (Buenos Aires, 1966) conocida por sus grandes pinturas, retratos y autorretratos, escenografías y vestuarios para el teatro, a partir de los 90 su obra se centra en la investigación de la luz y el color. Obra magnética por el movimiento a través de la modulación del espacio en la que intervienen artefactos de luz.

El guatemalteco Esvin Alarcón (1988) y el mexicano Emilio Chapela (1978) integran también este conjunto de obras que demuestra la importancia del dibujo en el desarrollo de la historia del arte, esencial, que pone en evidencia la diversidad de técnicas y contenidos plasmados sobre el papel, un dibujo revitalizado acorde a los tiempos. La muestra se extiende hasta el 11 de marzo en Herlitzka & Co. – Henrique Faría de Nueva York.

Abre la segunda parte de la muestra del Concurso de Artes Visuales 2022

Fuente: Argentina.gob – El Fondo Nacional de las Artes completa así la exhibición de las obras seleccionadas durante el certamen del pasado año. La muestra está abierta al público desde el 10 de febrero hasta el 5 de marzo.


El Fondo Nacional de las Artes (FNA) anuncia la apertura de la segunda parte de la muestra dedicada a las obras premiadas y seleccionadas en la edición 2022 de su tradicional Concurso de Artes Visuales, para ser exhibidas en la Casa de la Cultura (Rufino de Elizalde 2831, CABA) entre el 10 de febrero y el 5 de marzo.

En esta “Parte II” se exhibe una nueva tanda de obras que, por razones de espacio, habían quedado fuera de la primera parte de la muestra. Provenientes de diferentes provincias argentinas, estos trabajos fueron seleccionados por el jurado integrado por Lara Marmor, Guadalupe Chirotarrab y Carlos Herrera para recibir un Premio Exhibición en las categorías Bidimensional, Tridimensional y Fotografía.

“Reina Azul y gecko enlutado", pintura de Verónica Gómez ganadora del Gran Premio Adquisición. Foto: FNA.
“Reina Azul y gecko enlutado», pintura de Verónica Gómez ganadora del Gran Premio Adquisición. Foto: FNA.

Además de incluir estas 16 obras y artistas, en la sala se podrán apreciar el Gran Premio Adquisición que correspondió a Verónica Gómez por su pintura «Reina azul y gecko enlutado» (óleo sobre lienzo, 2021); el Premio Nacional en la categoría Bidimensional para Chiara Girimonti; el Premio Nacional en la categoría Tridimensional para Mariela Lucrecia Vita y el de Fotografía para Cecilia Estalles y Belén Eva Carlocchia.

Del mismo modo permanecerán en exhibición los cinco Premios Regionales y seis Premios Especiales, un muestrario del estado del arte contemporáneo en toda la Argentina. Para el FNA completar los objetivos federales, inclusivos e innovadores de este concurso es el punto de partida de un 2023 cada vez más cerca de nuestros creadores allí donde lo necesiten.

La muestra está abierta al público desde el 10 de febrero hasta el 5 de marzo, en la Casa de la Cultura del FNA (Rufino de Elizalde 283), de jueves a domingos de 14 a 19hs con entrada gratuita.