Quién fue el Almirante Brown: el padre de la patria en el mar que tendrá museo propio

Fuente: Clarín – Al pensar en «Almirante Brown» la mayoría lo relaciona con un distrito del sur, una avenida porteña o un equipo que el fin de semana empató sin goles ante Colón. Pero quien le dio nombre a todo eso es nada menos que el «padre de la Patria en el mar», un Almirante de origen irlandés pero argentino por adopción y héroe indiscutido por la Independencia de nuestro país.

Con el objetivo de elevar aún más su historia de prócer, desde el Municipio que lleva su nombre anunciaron que habrá un museo en Adrogué dedicado íntegramente al Almirante William Brown. O Guillermo Brown, en estas latitudes.

Hace unos pocos días, el Municipio cedió en comodato al Instituto Nacional Browniano línea Fundadora el paseo ubicado entre las calles Amenedo y la Avenida Espora lindante a las vías del ferrocarril Roca, que fue inaugurado en 2014 precisamente en homenaje al Almirante Brown.En este lugar funcionará el museo enfocado en el Almirante William Brown.En este lugar funcionará el museo enfocado en el Almirante William Brown.

A partir de la firma del acuerdo, la institución podrá hacer uso del lugar para la instalación no solo de su nueva sede (oficinas y otras dependencias) sino de un museo. Está previsto que en ese espacio se continúe con la exposición de la vida y la obra del Almirante Brown, junto a la exhibición permanente de maquetas navales, cuadros y estandartes.

De esta forma, el Instituto -que no tiene sede propia y desde hace tres años funciona en el Edificio Histórico la Cucaracha- tendrá un lugar más cómodo para desarrollar su trabajo de investigación y recuperación de estas historias locales tan vinculadas con el nacimiento del país.

La historia de Guillermo Brown parece, sin dudas, salida de una película… pero mucho antes de que surgiera el cine como invento. Nacido la ciudad irlandesa de Foxford en 1777, emigró a los nueve años a Filadelfia junto a su padre, pero rápidamente quedó huérfano y a la deriva. En los primeros años del 1800, el joven probó suerte como marinero y se embarcó a las órdenes de un capitán norteamericano. En alta mar descubrió su pasión por los barcos, pero el contexto histórico lo llevaría a involucrarse, también, en la guerra.

En 1809, Brown desembarcó en las costas rioplatenses y se estableció en Montevideo pocos meses antes de que estallara la Revolución de Mayo en Buenos Aires. Pero pasaría a tener un rol central en 1814, en el proceso previo a la Independencia, cuando fue nombrado Teniente Coronel y Jefe de Escuadra.El intendente Mariano Cascallares en el anuncio del museo. El intendente Mariano Cascallares en el anuncio del museo.

Tuvo un papel clave en varios hitos de ese proceso independentista como la toma de Martín García y los combates de El Buceo, Arroyo de la China y Montevideo. Mientras San Martín llevaba por tierra las ideas independentistas, Brown hizo lo propio por el mar. Navegó por aguas de Chile, Perú, Ecuador y Colombia y habló con todos sobre ese nuevo aire que ya soplaba en el continente.

Defendió las fronteras en batallas como Los Pozos, Sarandí, Quilmes, Juncal y Monte Santiago a lo largo de tres largos años y se distinguió por su ingenio y estrategia.

El carismático Brown, ciertamente, tuvo hazañas que pasaron a la historia, como su primer gran triunfo en 1815, con la toma de la Isla Martín García. Tras un combate naval encabezado por él, las Provincias Unidas pudieron asegurarse el control de los ríos y se consideró uno de los triunfos decisivos a nivel marítimo de cara a la Independencia. Ese mismo año, además, nació una hija de Brown, a la que el prócer llamó Martina, en honor a su notable triunfo.

En menos de 100 días, Brown logró despejar el río de naves realistas y sus logros llegaron a tierra, donde el combate también era feroz. Según el General José de San Martín, quien ya estaba en Cuyo, la victoria de Brown en aguas del Plata fue «lo más importante hecho por la revolución americana hasta el momento”.

Pero además de todos sus honores militares, sin dudas cimentó una simpatía que atraviesa los mares y une a Argentina e Irlanda: la lucha contra los imperios. Y de ese vínculo dio cuenta una canción del mítico grupo irlandés The Wolfe Tones, escrita en 1983, y que les valió ser prohibidos de por vida en las radios inglesas.

En aquel tema, llamado justamente «Admiral William Brown», la banda elevaba la figura del Almirante y se posicionaba del lado argentino en la Guerra de Malvinas, ocurrida apenas un año antes. Y, para redoblar la apuesta, nombraba a las islas por su nombre en español en el estribillo de la canción. Pero no solo en Argentina se recuerda a Brown, sino que en su Irlanda natal es recordado como un héroe. Así lo contó a Clarín el vocalista de The Wolfe Tones, Brian Warfield: «En los viejos tiempos tocamos muchísimas veces en O’Hara’s, en Foxford, en el condado de Mayo, donde William Brown nació y fue criado. Nos enteramos de él por la gente del pueblo, que estaba muy orgullosa de su famoso hijo«.

Por primera vez en Sudamérica una exposición panorámica de John Baldessari, pionero del arte conceptual

Fuente: Perfil – A partir del 16 de julio se pueden ver en el MALBA 45 obras reunidas del californiano. Las piezas pertenecen al coleccionista y responsable del Design District Miami, Craig Robins.

John Baldessari decidió cremar sus obras cuando descubrió que su apuesta era por el arte conceptual. Hubo un antes y un después de Marcel Duchamp y de Jean-Luc Godard del que aseguraba que era más importante que Andy Warhol. Sus amigos lo usaban como referencia en los eventos: “Nos encontramos en Baldessari”, decían porque el artista era un gigante, un faro que se divisaba desde todos lados. También fue un faro para estudiantes que lo tuvieron como profesor y miles que fueron influenciados por sus creaciones.

A partir del 16 de julio se pueden ver 45 de sus obras en el Museo de Arte Latinoamericano Contemporáneo (MALBA) en una exposición denominada “The end of the Line”. Se trata de la primera vez que se exhibe la obra retrospectiva del artista en Sudamérica. Esta propuesta fue posible gracias al diálogo entre el fundador del Museo, Eduardo Costantini y el empresario inmobiliario y coleccionista de arte, CEO y responsable del Design District de Miami, Craig Robins, dueño de las piezas expuestas.

The end of the line John Baldessari en el MALBA 20240715
John Baldessari. Double Vision: Duchamp, 2011

La muestra repasa cincuenta años de la producción del artista y ofrece una lectura en cuatro grupos temáticos organizados por Karen Grimson, curadora de la Colección Craig Robins. 

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Robins, a principios de los noventa, ya poseía obras de arte y fueron alumnos de Baldessari quienes le recomendaron acercarse al artista. Se conocieron en 1993 y fue entonces que le pudo comprar tres obras, entre ellas la pintura titulada Clement Greenberg (1966/68), que consiste en una cita del crítico estampada en letras negras mandadas a hacer, sobre un lienzo verde, jugando con el nombre del citado y el color que se usaba para pintar las casas baratas construidas en serie. 

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John Baldessari. Goodbye to Boats (Sailing In), 1972 – 1973

“Desde que nos conocimos nos hicimos amigos”, contó Robins a PERFIL. A aquella primera compra le siguieron muchas más que hoy integran su extensa colección.

Baldessari tenía un gran sentido del humor volcado en sus obras atravesadas por el cine, la fotografía y la pintura. Una de sus declaraciones más potentes, convertida en obra, es la afirmación “I will not make any boring art” (No haré ninguna obra de arte aburrida). Sin embargo, él hace visible su contradicción o la burla de sí mismo al escribir esa oración en blanco y negro, interminablemente repetitiva. 


“Él seguía trabajando las mismas cosas siempre, pero en nuevas maneras”, destacó Robins. “Fue muy importante como maestro también -recordó- y por eso yo le pregunté cómo creía que debería ser el espacio para una escuela de arte de posgrado, cuando quería armar una en Miami, y me dijo ‘no hagas nada más que las paredes, porque nunca sabés lo que van a hacer los artistas, lo que tenés que darles es un espacio para inventar lo que quieran inventar’”.

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Marita García, Craig Robins y Karen Grimson.

La muestra del MALBA incluye la última obra que realizó meses antes de morir, en 2020, a los 88 años. Allí se recrean las siluetas de dos muebles y una de sus patas sobre la frase: “El espacio entre dos patas de mesa”

El fuego mata todo

Cunado Baldessari decide comprometerse con el arte conceptual, crea el proyecto cremación en el que quema más de 120 pinturas que había realizado entre 1953 y 1966 por considerarlas insignificantes. Baldessari publicó una declaración jurada en el periódico local en la que anunciaba la cremación y guardó los restos en una urna con forma de libro.
 

La relación de Craig Robins con el arte

La colección de arte y diseño de Robin, The Craig Robins Collection, comprende más de 1300 piezas de arte contemporáneo y diseño innovador, y se exhibe en la sede de su empresa Dacra en el Miami Design District de forma rotativa. Entre sus colecciones tiene obra de los argentinos Guillermo Kuitca, Jorge Macchi y Rirkrit Tiravanija.

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John Baldessari. Three Types of Light, 1984

“Cuando pienso en las décadas de amistad que compartí con John Baldessari, lo primero que me viene a la mente es la yuxtaposición tan única de su sabiduría personal y profesional”, detalló Craig Robins. “Alguien puede ser extraordinario en su trabajo, sin por ello ser necesariamente una buena persona. John era un símbolo de ambas cosas: un genio creativo de nuestro tiempo y un buen amigo. Por estos motivos, fui un asiduo coleccionista de su obra por más de treinta años”, aseguró.

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John Baldessari, What Was Seen, 1999.

Su flechazo con el arte plástico fue durante la universidad, en España, donde fue a estudiar. Allí conoció la obra de Goya y quedó “flechado” para siempre. “Después conocí la obra de Dalí, Miró, Picasso y ahí fue cuando ya no hubo vuelta atrás con esa enfermedad y, aunque tenía poco dinero, porque era estudiante, comencé a coleccionar y después a trabajar con artistas y así el arte ya era una parte de mi vida”, repasó Robins.

Actividades vinculadas a Baldessari en el MALBA

El miércoles 17 de julio a las 18, en el marco de la exposición John Baldessari, la artista Analía Saban conversará con Karen Grimson, curadora de la Colección Craig Robins, sobre el legado y la influencia de Baldessari en su obra. Nacida en Buenos Aires y residente en Los Ángeles, Saban fue alumna y amiga del artista californiano, e integra la John Baldessari Family Foundation. Se trata de una actividad gratuita sin inscripción previa.

El jueves 22 a las 18 se presenta “Baldessari para piano”, por Lucas Urdampilleta que interpretará “Throwing a Ball Once to Get Three Melodies and Fifteen Chords” de John Baldessari, junto a obras de John Cage, Christian Wolff y Morton Feldman. Para esta actividad es necesaria la inscripción previa.

Cuándo se puede visitar la obra de Baldessari

John Baldessari «El fin de la línea”, se puede visitar desde el miércoles 17 de julio hasta el 18 de noviembre de 2024, en la Sala 3, nivel 1, del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Av. Figueroa Alcorta 3415).

Las visitas son de Jueves a lunes de 12:00 a 20:00 y miércoles de 11:00 a 20:00. Martes cerrado. Entrada general, $6000; estudiantes, docentes y jubilados con acreditación, $ 3000; menores de 5 años y personas con discapacidad, sin cargo.

Milagros Tejerina en la Bienal con una escultura textil inspirada en la naturaleza

Fuente: Chaco Día por Día – Tejerina es artista y docente de la Facultad de Arquitectura de la UNT (Universidad Nacional de Tucumán). En 2022 recibió uno de los premios más importantes del año a las artes visuales con el Primer Premio del Salón Nacional de Artes Visuales. Como docente de Diseño de Indumentaria y Textil, dicta las materias Materiales Textiles I y II y Laboratorio Textil.

Tejerina manifestó sobre los materiales diversos e innovadores con los que trabaja y sobre su obra inspirada en la exuberancia de la naturaleza. “Yo soy fieltrista, es decir que mis obras las trabajo con fieltro, un textil que – a diferencia de otros similares – no tiene trama ni urdimbre. La mayoría de los textiles tienen estos componentes que son las que le dan el ancho y el largo de la tela, en cambio el fieltro no. Entonces, básicamente, es la aglomeración de fibras que se van poniendo en capas”, explicó.

”En este caso estamos trabajando con lana de oveja y se acomodan las capas de lana y después se moja con agua y jabó; eso se amasa y para hacerlo hay que poner el cuerpo. Con su 90% de fieltro hay otras telas como gasa y descarte textil, pero me interesa trabajar con el descarte, sobre todo de la industria”, agrega la artista.

Describiendo que al ser el fieltro una tela fibrosa, ”las escamas de la lana se van abriendo y atrapan el textil, se unifican hasta quedar una sola tela; pero también tiene pañuelos de seda, medias de hilo, un remanente que queda de los cortes de algunas marcas que me han regalado.. Tambié tendrá colgadas algunas semillas del palo borracho y la base es de metal. La obra que quiero lograr en esta Bienal se llama ‘Ceiba: naturaleza sagrada”’.

Milagros Tejerina apunta que ‘ceiba’ significa árbol de hasta 50 metros de altura, generalmente cubierto de espinas cortas cuando es joven, ramas rojizas, flores rojas tintóreas y frutos que contienen seis semillas envueltas en una especie de algodón blanquecino.

”Me llevó mucho tiempo investigar, porque lo que tiene la ceiba y el fruto es que si no se lo saca a tiempo las fibras se oxidan y no quedan iguales, se pudre el corazón y de ahí se comienza a degradarse o desmigajar. Concluí en que se le marca bien las líneas porque son como cascaritas cuando ya se va a abrir. y lo primero que aparece es esa línea, que se profundiza y se separa. Ése es el momento para cosechar”, reveló la premiada artista.

El interior del palo borracho

Luego señala que dentro de la escultura/árbol también habrá una trama textil, ”porque dice una leyenda de las culturas originales, más precisamente de la etnia chorote, que la panza de un descomunal palo borracho, ubicado en el centro del mundo, contenía las aguas del río Pilcomayo con sus peces hasta que los liberó Kijwelque”. Como consecuencia Renata Kulemeyer se encuentra cociendo peces como el dorado y de diversas especies al mismo momento que Milagros Tejerina avanza en su obra. Con trabajo previo de un año el árbol estará adornado con piedras, peces y las semillas de tela.

Valorable trabajo que hace la artista Milagros de recuperar el trabajo de la lana y de poner en valor con las comunidades de Jujuy, Tucumán y el norte de nuestro país. El sábado al mediodía estimativamente estará finalizada la obra, pero pueden encontrarla trabajando en el Predio de Bienales, más específicamente atrás del Museum, bajo techo.

El museo porteño, como una gran nave con arte

Fuente: Página12 – Un día en la tierra fue el primer programa de exposiciones pospandémico del Museo de Arte Moderno porteño, que publicará un volumen en el que reúne imágenes de aquellas muestras junto a una antología literaria.

Un día en la tierra supuso el primer programa de exposiciones pospandémico para el Museo de Arte Moderno, que incluyó la exhibición de una parte significativa de su colección ‒con importante presencia de adquisiciones recientes‒, combinada con obras contemporáneas de artistas invitados. La articulación en varios ejes estuvo a cargo de elaborados guiones, curadurías y montajes: una enorme red de sentidos ‒casi todos resultado de la traumática experiencia pandémica vivida a partir de 2020‒, trabajados por los equipos del museo para interactuar con la comunidad.

La antología de textos incluidos en este libro, que tuve el placer de haber seleccionado por invitación del museo, se compone, en parte, de citas de libros leídos o releídos durante la pandemia y se relaciona tanto con los temas y las obras de los núcleos expositivos como con otra serie de ideas, sentidos, preguntas y reflexiones que consideré profundamente ligados al conjunto de las exhibiciones. La primera metáfora abarcadora que pensé a partir de este despliegue del museo fue la de una gran nave madre que aterriza en el corazón histórico de Buenos Aires para ofrecernos arte.

Para explicar estas derivaciones de sentidos, retrocedo un poco hasta la segunda semana de enero de 2020, cuando los medios de comunicación del mundo informaban que el contagio de una nueva enfermedad, el covid 19, se transmitía a través del aire y por la cercanía relativamente estrecha con personas infectadas. Nos enteramos también de que el paciente cero estaba en la ciudad china de Wuhan, provincia de Hubei, donde se estaba produciendo un exponencial efecto contagio, por entonces epidémico.

En esos días, junto con mi pareja, Cecilia Ivanchevich, estábamos recién aterrizados en Beijing, provenientes de una larga estadía en Chongqing y Dazhou, provincia de Sichuán, por cuestiones de trabajo. También habíamos recorrido, entre otras, la ciudades de Lijiang y Kunming, en la provincia de Yunnan. Difundida la noticia del modo de contagio de la enfermedad, nuestros anfitriones en Beijing nos recibieron en el aeropuerto con paquetes de barbijos y frascos de alcohol en gel que a partir de entonces deberíamos llevar siempre con nosotros.

Los días iniciales de la epidemia ‒aún no había sido caracterizada como pandemia‒ resultaron fantasmales, porque la ciudad de Beijing estaba desierta. Eran días límbicos, dado que el gobierno chino aún no había decidido tomar medidas drásticas sino sólo dar recomendaciones que la gran mayoría de la población cumplía. Pudimos recorrer, con barbijos y alcohol a cuestas, el impactante sector imperial de la ciudad. Tomamos subtes y ómnibus vacíos, visitando lugares que en nuestros viajes de años anteriores a esa ciudad no habíamos podido recorrer, debido a las interminables multitudes que intentaban hacer lo mismo: la ciudad prohibida o el palacio y parque de verano, por ejemplo, estaban casi desiertos por aquellos días de enero de 2020. Nuestra temporada en China se estaba terminando: teníamos tickets áreos de vuelta para fin de mes y los días avanzaban cada vez más enrarecidos, porque se iba imponiendo un paisaje de patrullas policiales y paramédicos, enfundados de pies a cabeza en sus respectivas vestimentas de protección sanitaria. El paisaje se completaba, por una parte, con enormes máquinas rociadoras que, a marcha lenta, avanzaban esparciendo desinfectante en las calles. Y por la otra, con puestos de control callejeros en ubicaciones estratégicas, para la revisión de documentos y la formulación de breves interrogatorios respecto de los motivos de los transeúntes para estar en la calle. Un paisaje y un conjunto de circunstancias que serían frecuentes en el futuro inmediato, en todo el mundo, pero que nosotros estábamos experimentando avant la lettre, a modo de intenso prólogo. Ese prólogo, entre otras cosas, anticipaba la sensación de extrañeza del contexto pandémico que se venía. La sensación de otro mundo, la condensación y fugacidad del tiempo que nos imponía la condición viajera; el estatuto de precariedad que caracteriza a todo visitante, eso era China para nosotros, a lo que se sumó que el mundo propio se convirtió en ajeno. Bajo tales circunstancias emergieron preguntas que tenían un horizonte común: la radicalidad. Cuestionamientos de todo lo que nos rodeaba, de nosotros mismos, del mundo en general, nuestras prioridades e intereses particulares. En esa lista de preguntas, por supuesto, también surgían las que nos hacíamos respecto del lugar del arte, los museos, las exposiciones.

A su modo, el programa de exposiciones Un día en la tierra concentró también esas ideas, esas cuestiones: los efectos problemáticos de la pandemia, que marcaron un antes y un después; la hipótesis viajera, la formulación de preguntas fundamentales sobre el mundo, sobre la nave/museo cargada de arte, la sensación de distancia (¿real?, ¿ficcional?) que permite ver todo como por primera vez.

Es por esto que la antología de este libro busca suscitar lecturas y miradas al mismo tiempo amplias y profundas. Ninguno de los textos aquí incluidos son resultado de ‘sugerencias’ estadísticas aportadas por los algoritmos de los buscadores de internet, sino que surgen de la experiencia continua de la lectura y la observación.

Hay heterogeneidad de materiales, de registros, aunque siempre literarios: zonas de ficción, núcleos poéticos, escritura ensayística, citas teóricas.

Como sucede con la música, si a una lectura se le cambia la clave, el texto muestra nuevos tonos, tesituras, aspectos, relaciones. Pone en primer plano cuestiones que tal vez no habíamos notado antes. Los efectos de lectura pueden ser sorprendentes. No se busca que las imágenes funcionen como ilustración, ni los textos como explicación: entonces aparecen nuevas conexiones aportadas por las imágenes y los textos. Una nueva aproximación puede tomar la forma de un (re)descubrimiento. Esto es en parte lo que subyace en la selección.

No se trata de armar un continuo de citas, sino un montaje de escenas textuales, de collages literarios, de recorridos y mapas posibles, en los que el punto de partida fue la exposición y sus capítulos. Efectos de lectura, incitaciones en torno de imágenes y textos. No hay un hilo conductor, sino más bien una trama, un armado de fragmentos muy propio de la lectura contemporánea.

Esto es así, porque las exposiciones y sus núcleos lo pedían, dada su vastedad y multiplicidad de lecturas. Por supuesto, hay textos en relación directa con las imágenes, pero los hay también tangenciales: citas que apuntan al centro, otras que funcionan como aproximaciones desde el margen. Tanto se incluyen textos que buscan la nitidez del foco en las obras, como citas que eligen rodear las piezas.

Así como una gran exposición puede ser una guía para profundizar en las obras de determinados artistas, una buena antología de textos puede convertirse en una guía de acceso a una biblioteca.

* Introducción del libro Un día en la tierra, de próxima aparición, que contiene una antología literaria seleccionada por F.L., para acompañar las imágenes de las obras del programa de exposiciones homónimo, que llevó a cabo el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, en su primer programa pospandémico (2022-2023).

Oscar Bony fue un pionero en el arte sobre la violencia

Fuente: Ámbito – En la muestra «El pensamiento es productor de materia» se vuelve sobre las obras «baleadas» que realizaba hace más de 30 años, y que hoy en EE.UU. se «descubren» como novedad en artistas como Cattelan o James.

Hace poco, la revista The New Yorker se refería a Mauricio Cattelan (Padua, 1960), a propósito de en una muestra individual en la neoyorkina galería Gagosian. Allí presentó paneles de acero inoxidable bañado en oro 24 K agujereados por alrededor de 20.000 balas: la obra se titulaba “Sunday”, y él explicó que quería demostrar lo que era la violencia.

Ese mismo día, en otra galería de Nueva York, el británico-estadounidense Anthony James inauguraba “Shots fired”, disparos, en acero pulido con marcas de balas.

Es posible que ninguno de los dos haya oído hablar del argentino Oscar Bony, que hace más de 30 años hacía lo mismo sobre planchas de plomo y vidrios.

Oscar Bony (Posadas, 1941- Buenos Aires, 2002) siempre se consideró autodidacta pero también frecuentó los talleres de Urruchúa, Castagnino y fue ayudante de Berni. En las épocas doradas de la calle Florida se lo podía encontrar en el Bar Moderno junto a Santantonín, Pablo Suárez, Emilio Renart, Ricardo Carreira, flor y nata de los vanguardistas.

Casi siempre se lo recuerda por “La familia obrera”, que marcaría un conceptualismo político, que exhibió en vivo con motivo de la muestra “Experiencias 68”, criticada, censurada; un momento de gran crisis social y económica con la que se despidió del Di Tella, junto a otros artistas que destruyeron sus obras arrojándolas a la calle Florida.

Bony abandonó el arte por un largo período y se dedicó a la fotografía para grupos de rock, entre ellos, Almendra, Arco Iris, Manal. Al volver al arte realizó cielos con nubes, sufrió acoso policial por sus fotografías eróticas y desnudos explícitos, y entre 1977 y 1989 se exilió en Italia.

Actualmente se exhibe en Galería Cosmocosa “El pensamiento es productor de materia” con obras poco conocidas o nunca expuestas realizadas entre 1993 y poco antes de su fallecimiento.

La primera vez que mostró su serie de trabajos baleados, “Obras de amor y violencia”, fue en 1993 en el subsuelo de Filo, galería dirigida por Alvaro Castagnino. Utilizó soportes diversos: vidrios, papeles, placas de plomo, algunas con marcos de madera, molduras de yeso y patinados.

A propósito de los balazos, es en sus palabras: “la manifestación de un juicio. Y ese juicio es necesario para entender la realidad. Es decir, en una sociedad que se descompone, en un fin de siglo que llega demasiado rápido, me parece necesario terminar con lo posmoderno, terminar con lo light” (de una entrevista con Federico Klemm, cuando expuso en su espacio “Fusilamientos y suicidios”.

Bony desnuda su mirada sobre el arte y el presente, “con toda la violencia que ha generado este país, tiene que ver con lo que hago”.

Admiraba a Lucio Fontana y sus tajos, que Bony vinculaba con el horizonte pampeano pero vertical. Un acto disruptivo de Fontana, un gesto destructivo así como las balas de Bony sobre el vidrio.

También admiraba a Alberto Greco con su desacralización del arte, al utilizar orina como si fuera el efecto de lluvia sobre chapas o madera, una suerte de comunión con el informalismo.

Esto se evidencia en las obras ovaladas cuyos vidrios también fueron baleados. Entre las rarezas hay una mariposa pinchada con un alfiler que tituló “El pensamiento”. Están también cielos con nubes y una obra de 1993, una pequeña ventana, baleada y quemada. Recordamos sus obras baleadas exhibidas en Smart Gallery, ahora “Tramo”, en el marco de una muestra “La casa invita” en la que también había una inmensa flor a la manera de Georgia O’Keefe.

Su obra ha sido exhibida internacionalmente, no solamente en Nueva York sino en Zurich, Frankfurt, Milán, San Pablo, Porto Alegre, y también la inolvidable muestra bajo la curaduría de Marcelo Pacheco en el MALBA “Oscar Bony, el mago: obras 1965-2001”.

El texto curatorial de Amparo Díscoli comienza con una suerte de credo de Bony de 1999: “Yo creo que el arte tiene que ver con la filosofía/ Yo creo que el arte tiene que ver con la religión/Yo creo que el arte tiene que ver con la política/Yo creo que el arte tiene que ser transparente/Eso es lo que yo creo”.

(Cosmocosa: Montevideo 1430 Planta baja.)

Comenzó la Bienal del Chaco 2024 con un sembradío de esculturas

Fuente: ClarínResistencia vive una semana a pleno festejo. Pese al intenso frio, con una máxima que no llega a los 20 grados –algo inusual en esta calurosa provincia de Chaco–, miles de personas se acercaron este fin de semana al Parque 2 de febrero, en Avenida de los Inmigrantes 1001, a la vera del río Negro, para disfrutar de un encuentro ineludible entre la naturaleza y las esculturas que hay junto con diversas actividades culturales que se celebran a cielo abierto.

Es que la escultura también es cultura, en Resistencia, donde brillan esculturas por todas partes: hay unas 668 obras contemporáneas realizadas en cualquier tipo de materiales.

De alguna manera, estas obras van “vistiendo” a la ciudad. Aquí no existen las esculturas vandalizadas sino todo lo contrario: son veneradas, como si fueran un ciudadano más. Por algo será que desde hace tiempo Resistencia ha sido nombrada “Capital Nacional de las Esculturas”.Bienal de Chaco 2024. Fotos: Gustavo Torres. Gentileza Prensa Fundación UrundayBienal de Chaco 2024. Fotos: Gustavo Torres. Gentileza Prensa Fundación Urunday

Un clásico de la provincia

Por eso, como cada dos años, esta tradición ya es un clásico que se celebra con mucho entusiasmo cuando comienza la Bienal del Chaco. Del 13 al 21 de julio, el evento más convocante de toda la provincia cumple su 36° aniversario: atrapa a grandes y chicos, a turistas locales y extranjeros por igual, siendo un verdadero orgullo de la capital, organizada por la Fundación Urunday y el gobierno provincial.

Los números hablan por sí solos: según datos de la Policía de la provincia del Chaco, alrededor de 800.000 personas visitaron la edición previa de la bienal, en 2022, y más de 23 millones de personas pudieron disfrutarla en todo el mundo a través de las redes sociales. Este año, podría haber un nuevo récord en su flamante edición.Bienal de Chaco 2024. Fotos: Gustavo Torres. Gentileza Prensa Fundación UrundayBienal de Chaco 2024. Fotos: Gustavo Torres. Gentileza Prensa Fundación Urunday

Sin dudas, la gran atracción es el Concurso Internacional de Escultura en el que diez escultores realizarán sus obras a cielo abierto y podrán conversar con el público presente que los verá en acción, desde el nacimiento de sus obras (el acero ha sido el material elegido), hasta su finalización. En esta ocasión, hubo 157 postulaciones de artistas de 55 países, de los cuales, fueron elegidos solamente diez escultores de renombre mundial mediante tres procesos de selección.

Los diez escultores elegidos son Luis Bernardi (Argentina), Alejandro Mardones Guillen (Chile), Carlos Iglesias Faura (España), Billy Lee (Estados Unidos), Butrint Morina (Kosovo), Solveiga Vasiljeva (Letonia), Anna Korver (Nueva Zelanda), Percy Raúl Zorrilla Soto (Perú), Bogdan Adrian Lefter (Rumania) y Emrah Önal (Turquia). En tanto, habrá un jurado de lujo, integrado por Carlos Monge (México), Piotr Twardowski (Polonia) y Ramón Morales Rossi (Venezuela).

La obra ganadora será emplazada en el Parque 2 de febrero, ahora con el David “Chaqueño”, la copia de la majestuosa estatua de Miguel Ángel Buonarotti (1475-1564), confeccionada con escáner e impresión 3D en tamaño real (mide 5,17 metros, como el original y está instalado sobre una base de hormigón de otros dos metros de alto). Como si fuera el patrono del parque.Bienal de Chaco 2024. Fotos: Gustavo Torres. Gentileza Prensa Fundación UrundayBienal de Chaco 2024. Fotos: Gustavo Torres. Gentileza Prensa Fundación Urunday

El “David” es el gran sueño que tenía Fabriciano Gómez, un reconocido escultor chaqueño, creador y alma mater de la Fundación Urunday (falleció durante la pandemia, en 2021) e impulsor en 1989 de este evento, que se hará realidad a partir de esta edición.

Un espacio de disfrute

“Por amor al arte” es el lema del Bienal del Chaco. “Para mí, es un espacio de disfrute y de realización en la posibilidad de continuar y de honrar un legado que fue construido por ‘Fabri’ y por aquella comisión directiva fundadora que se ha terminado constituyendo en una plataforma de desarrollo cultural colaborativo que tiene como virtud principal articular esfuerzos, unir voluntades”, explicó a Clarín Cultura José Sebastián Eidman, actual presidente de Fundación Urunday.

“Para la provincia, representa no solo la mayor industria cultural sino una experiencia de arte público, quizá la mayor de arte popular que hoy tiene la Argentina, y quizá en la región por la cantidad de disciplinas, por la cantidad de artistas en escena y visitantes que recibe este acontecimiento de arte contemporáneo que es tan singular”, agregó.

El invierno se sintió durante las primeras dos jornadas, algo esperado para esta época, ya que, en Resistencia, el intenso frío solamente perdura en la segunda y tercera semana de julio. Sin embargo, y aunque el sol se escondía de a ratos entre las nubes, el público desafió las bajas temperaturas, salteó el horario de la sagrada siesta y se volcó masivamente a para celebrar este gran acontecimiento cultural. Ahora, con el comienzo de las vacaciones de invierno, la Bienal del Chaco se convertirá en un “hormiguero” humano.Bienal de Chaco 2024. Fotos: Gustavo Torres. Gentileza Prensa Fundación UrundayBienal de Chaco 2024. Fotos: Gustavo Torres. Gentileza Prensa Fundación Urunday

Con mucho abrigo y mate en mano, grandes y chicos caminaron por las 14 hectáreas del Parque 2 de febrero. Sin dudas, la gran atracción fue la posibilidad de ver en acción a los diez grandes escultores seleccionados, que comenzaron a crear sus obras en intensas jornadas de 8:30 a 19.

“Me gusta el evento, es una de las cosas que nos enorgullece a los que somos de Resistencia. Vienen de otros lugares, de otras culturas. Poder conversar y ver el proceso es muy lindo”, dijo Lorena, resistenciana de ley. “No soy escultora, no tengo nada que ver con el arte. Soy contadora. De arte no conozco nada pero me llama la atención. Lo disfruto muchísimo. La Bienal es el orgullo de la ciudad”, manifestó.

Los escultores trabajan con materiales provistos por los organizadores: dos planchas de acero, máquinas soldadoras, martillos, amoladoras marcadores, reglas y escuadras, anteojos, máscaras, guantes e indumentaria especial. Un taller a cielo abierto, de acceso libre y gratuito, como todas las actividades que hay en el parque.Bienal de Chaco 2024. Fotos: Gustavo Torres. Gentileza Prensa Fundación UrundayBienal de Chaco 2024. Fotos: Gustavo Torres. Gentileza Prensa Fundación Urunday

La Bienal nos representa. Comenzó impulsada por un gran escultor chaqueño, Fabriciano, que ya nos abandonó”, recordó Marisa, una odontóloga que, como cada evento, se acerca a recorrer las actividades que hay en el parque. “Para los resistencianos y para toda la provincia del Chaco es una cuestión importantísima: mostramos la cultura. Nos llaman la ‘Ciudad de las Esculturas’. Para nosotros es una fiesta para recibir con los brazos abiertos a estos artistas, escultores que trabajan en distintos materiales como mármol, madera o ahora con estas chapas de acero”.

Una escultura de arena

Otra de las grandes atracciones es la escultura de arena realizada en otro sector del predio por el escultor argentino invitado y docente Alejandro Arce. Como cada dos años, el artista nacido en Bariloche y que reside en Buenos Aires dice presente en la Bienal. Su obra se denomina “Animalia”, en homenaje a los animales en extinción, y aún se encuentra en proceso, a la vista de todos.

Trabajo con arenilla que hay en el Chaco: tiene un poquito de arcilla, por eso dura un poco más. Cada arena tiene sus cosas”, dijo el autor a Clarín Cultura. Arce utiliza 50 toneladas de arena para plasmar su obra. “Lo primero que hay que hacer es una torre de arena muy grande. Después hay que empezar a quitarla”, comentó.

“A diferencia de la plastilina y la arcilla, esta obra no se moldea: lo que se hace es tallar como si fuera una piedra. Se arma una piedra grande blanda de arena y después se va tallando. O sea, todo lo que está arriba si se rompe no se puede arreglar: si fuera una piedra”, comentó.El escultor argentino invitado y docente Alejandro Arce ante su obra  “Animalia”, en homenaje a los animales en extinción. Foto. Clarín.El escultor argentino invitado y docente Alejandro Arce ante su obra “Animalia”, en homenaje a los animales en extinción. Foto. Clarín.

Para ello, utiliza grandes palas, los sacados y también pequeñas espátulas junto con otras que ha fabricado. La escultura de Arce estará terminada el fin de semana. El público podrá disfrutarla sacándose una selfie junto con la obra.

Iván Vallejos es otro lugareño, un camionero chaqueño que en su días de franco dejó su vehículo para respirar arte con su hija. Primero, visitó a los diez escultores para ver cómo creaban sus obras. “Me gusta ver cómo suelen trabajar con cada material. El que más me llama la atención es ese muchacho (Alejandro Arce) que trabaja con arena. Todos los años el vengo a ver. ¡Está muy bueno!”, exclamó.

Ama Amoedo: cómo compartir un legado entre los artistas

Fuente: Clarín – Amalia Amoedo es mecenas, coleccionista de arte, empresaria y artista. O más sencillamente, “una persona que mira el mundo a través del arte”, según se autodescribe en conversación con Clarín. La elegida del árbol genealógico para llevar el nombre de pila de su abuela, la “dama del cemento”, a modo de honra, y de quien heredó no sólo un legado filantrópico indiscutible sino también el compromiso y la pasión por el arte.

Nació en Buenos Aires, donde se formó en disciplinas como el canto y la danza cuando adolescente, y luego en artes visuales con destacados como Marcia Schwartz, Jorge Gumier Maier, Nicola Costantino y Miguel Harte, entre otros. A su vez, con la curadora Laura Batkis en Historia del Arte.

Coleccionista referente de arte argentino, tanto moderno como contemporáneo, la primera obra que adquirió fue una pintura de Graciela Hasper que le regaló su hermano Alejandro Bengolea cuando tenía 18 años. Expuso sus trabajos como artista visual por primera vez en 1999 en el Centro Cultural Borges, y luego en espacios como el Centro Cultural Recoleta, Palais de Glace, Fundación Proa, Ungallery y el Museo de la Historia del Traje.

Ahora, ¿por qué es actualmente una figura fundamental para el desarrollo, o la subsistencia, del arte visual argentino y sudamericano? Es gracias a su aporte que un gran número de artistas, instituciones y agentes culturales de Argentina y el continente, tienen la oportunidad de producir, exhibir, llevar a cabo sus propuestas y darse a conocer en el mundo. “El arte tiene el poder de unir a las personas”, afirma.

Arte argentino en la mira del mundo

“Uno de los programas dentro de la fundación es el de Apoyo a Exhibiciones. Este año apoyamos la 60° edición de la Bienal de Venecia, titulada Stranieri Ovunque–Foreigners Everywhere (o Extranjeros en Todas Partes), curada por el brasilero Adriano Pedrosa”, cuenta Amoedo. “Esta edición brindó una oportunidad única para promover la presencia de nuestros artistas en la escena internacional”.

Los argentinos que con sus obras integran la mencionada exposición –en la Bienal más antigua e importante del mundo-, tras la selección de Pedrosa –el primer latinoamericano en ocupar este rol en el evento– son: la mendocina Chola Poblete, las salteñas Claudia Alarcón y María Martorell, la santafesina Mariana Telleria, el platense Emilio Pettoruti, la chaqueña Lidy Prati, Juana Elena Diz, Kazuya Sakai y Raquel Forner de Buenos Aires; y los nacionalizados y/o radicados en Argentina Líbero Badíi, Elda Cerrato, Victor Cúnsolo, Juan del Prete, Clorindo Testa, Kim Yun Shin y Bibi Zogbé.

“Me interesan los proyectos que invitan a la reflexión, a la experimentación y presentan un compromiso profundo con la práctica artística”, dice cuando se le pregunta acerca de su criterio de selección.

La Fundación Ama Amoedo –desde la cual en 2021 empezó a oficializar estos apoyos que, según narra, brinda desde hace más de 25 años–, integra un programa de becas que este año, por segundo consecutivo, otorgará 10 de ellas –con $10mil dólares cada una– a artistas, proyectos de arte y compromiso social, publicaciones y organizaciones sin fines de lucro.

Todavía –y hasta el 30 de julio– se puede aplicar a la convocatoria para participar. En 2021, la Fundación le encargó a Edgardo Giménez diseñar su más reciente proyecto: Casa Neptuna. Se trata de un espacio ubicado en medio del bosque y a metros del océano en José Ignacio, Uruguay. De estructura y colores vibrantes que apelan a la paleta pop de Giménez, fue pensado para recibir a artistas de Centro y Sudamérica, el Caribe y la diáspora latinoamericana en FAARA: la emblemática residencia artística de la fundación.

En contraste con la fachada despampanante, el interior de la casa es blanco y minimalista, para “fomentar la concentración”, y funciona como laboratorio de ideas y experimentación. La residencia busca dar tiempo y espacio a los artistas estimulando sus investigaciones, a través también de un plan de actividades y visitas personalizado para cada uno. La fundación cubre los gastos de viaje y otorga a cada artista –de los seis residentes por año– una beca al finalizar el programa. Este año, los elegidos pertenecen a distintos contextos de producción en puntos diversos de las Américas: Alejandro Cesarco (Uruguay), Venuca Evanán (Perú), Dulce Gómez (Venezuela), Nina Kunan (Argentina), Andrés Pereira Paz (Bolivia) y Luiz Roque ( Brasil).

Amoedo fue la primera mujer en presidir la Fundación arteBA en 2020, tras la crisis provocada entre otros factores por la pandemia y, actualmente, integra el Comité Internacional de la feria. Es miembro de la Asociación de Amigos del Moderno del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires y del Consejo de Administración de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat. Colaboró en la gestación de más de 50 exhibiciones en la Colección Amalita, en Puerto Madero, de argentinos como Marcelo Pombo, Nicola Constantino, Marcia Schvartz, Luis Felipe Noé y Rómulo Maccio. Como miembro del Consejo, impulsa el área de Acción Social con donaciones a ONGs y distintas instituciones de salud y educación.

Es además miembro del Comité de Adquisiciones del Círculo Internacional de América Latina del Centre Pompidou, París; del Comité del Fondo de Arte Latinoamericano y del Caribe del MoMA, Nueva York; del Comité Internacional y del Consejo Asesor Internacional del Presidente de la Americas Society, Nueva York; y posee una colección propia con más de 450 obras hechas por artistas argentinos y sudamericanos, que presta a exposiciones en todo el mundo, sumando apoyo económico y divulgación

Mari Carmen Ramírez, la curadora que compró la obra

Fuente: Clarín – “El hombre no ha de terminar en la Tierra“, afirma Gyula Kosice en el único número de la revista Arturo, publicado en 1944. Dos años más tarde él empezaría a diseñar uno de sus principales proyectos anticipatorios: la “Ciudad hidroespacial”. Compuesta por maquetas, constelaciones, dibujos y fotomontajes, la obra ocupa ahora un lugar central en la exhibición Kosice Intergláctico.

Entre 2008 y 2009 fue adquirida por el Museo de Bellas Artes de Houston. Cuatro años antes había integrado la exhibición “Ciudad Are” y “Utopia”, que tuvo lugar en el espacio Subsuelo de la Casa de la Cultura. Allí el propio Kosice la armó parcialmente, acompañada de memorias descriptivas, proyectos y detalles. Y ahora vuelve a Malba con mayor relieve y recursos tecnológicos. Así, la seductora puesta en escena cumple por fin con los deseos del artista de llegar a públicos más amplios.

Sin embargo, esta emblemática obra es vivida también por los argentinos con honda melancolía, como algo perdido que pudo ser adquirida por la país, lo cual no ocurrió. De hecho, antes de que fuera adquirida por el Museo de Houston, hubo discusiones en las cuales la “Ciudad hidroespacial” fue ofrecida a diferentes coleccionistas argentinos. Algo parecido sucedió con la colección de arte brasileño de Adolfo Lerner, también adquirida por el Museo de Houston, recuerda hoy Mari Carmen Ramírez, curadora de arte latinoamericano de ese Museo de Texas y también directora del Centro Internacional de las Artes de las Américas (ICAA-MFAH).

Hábitat hidroespacial, maqueta G, de la Ciudad Hidroespacial, ca. 1969. MFAH Hábitat hidroespacial, maqueta G, de la Ciudad Hidroespacial, ca. 1969. MFAH

Nacida en Puerto Rico en 1955, Ramírez se formó en ese singular “Estado asociado” a EE.UU. en medio del Caribe, y se doctoró más tarde en Chicago. Trabajó luego en la Universidad de Texas en Austin, entre 1989 y 2000. Ha sido por más de dos décadas una figura clave en la valoración del arte latinoamericano en los Estados Unidos.

Factótum de la importante incorporación de fondos patrimoniales latinoamericanos a la institución de Houston, ella destaca que además se conservan todas las cartas enviadas a los diversos museos y coleccionistas ofreciendo la colección y que a nadie le interesó.

De todos modos, Ramírez evalúa hoy que esto no necesariamente debe considerarse en términos de pérdida, porque la “Ciudad de hidroespacial” tiene hoy una galería permanente, especialmente dedicada, en el nuevo edificio de arte del siglo XX y XXI del Museo de Houston.

Desde que fue instalada en ese espacio privilegiado la han visto miles de visitantes al año. Y algo más que Ramírez se encarga de destacar: la cantidad de tráfico de Internet e interesados que no son especialistas, historiadores del arte o eruditos que simplemente han descubierto el atractivo de la “Ciudad Hidroespacial” es sorprendente. Se fascinan con ella, escriben blogs y artículos en portales. El efecto ha sido multiplicador.Gyula Kosice y la ciudad hidroespacial, década del 70. Fotógrafo desconocido. MFAHGyula Kosice y la ciudad hidroespacial, década del 70. Fotógrafo desconocido. MFAH

Dice Mari Carmen: “La Argentina tendría que vernos a nosotros como un satélite o un complemento fundamental. Al mismo tiempo, toda la documentación importante sobre la Ciudad hidroespacial está en la red. Está en la plataforma de los documentos del ICAA, el Centro Internacional de las Artes de las Américas. Hay una enormidad de gente que lo visita. Ahora mismo en el museo hay un código QR donde se puede encontrar toda la información disponible. Bocetos, memorias descriptivas, historias sobre la Ciudad Hidroespacial, fotografías, maquetas y fotomontajes. Es decir, con esta tecnología uno puede llevar en su teléfono toda la información referente a esta obra y sus procesos creativos y conceptuales”.

Por otro lado, Ramírez valora muy especialmente la labor educativa y de promoción del revolucionario proyecto de Kosice que se viene llevando adelante desde que la obra llegó a Houston. “Eso eso es algo que al artista le preocupaba mucho. El quería que la Ciudad Hidroespacial estuviera disponible al público y a la gente.”

Arte wichi, mocoví y qom: ¿Quiénes son los “dueños del monte”?

Fuente: Clarín – A raíz de la pandemia del Covid, como tantos otros indígenas del Chaco argentino, Juana –una artesana, madre de siete hijos, perteneciente al pueblo qom– comenzó la triste tarea de la cirujeada. Al no tener permitido salir de la comunidad, resultaba imposible vender artesanías para conseguir alimentos. El basural más grande de la ciudad de Formosa le dio un sustento inimaginado hasta el presente. Desde entonces, tapada su cara con un barbijo, su pelo cubierto con un pañuelo, sus manos con guantes y sus pies con triples pares de medias, esta mujer indígena emprende el camino hacia “el otro lado”; el basural situado más allá de un río caudaloso. Ese lugar es también llamado por ella “el fin del mundo”; un mundo cubierto de humo por la quemazón de basura, con olores nauseabundos, donde nunca se ve el sol, en el que las persona ganchean entre los deshechos.Los dueños del monte, arte Mocoví, Wichi y Qom.Los dueños del monte, arte Mocoví, Wichi y Qom.

Esta imagen contrasta con aquella otra brindada al comienzo de la nota de Julio Sánchez Baroni titulada “Espíritus del monte con mirada actual” (en Ñ del 29/06/24). En ella, se narra que mujeres mocovi, wichi y qom recorren desde hace décadas las ciudades de Chaco y Formosa y, casa por casa, venden o intercambian artesanías. La nota está dedicada a la muestra de arte indígena contemporáneo, curada por Joaquín Ponzinibbío (en Galería Imaginario), cuyo título Los dueños del monte alude a dos dimensiones claves para entender la realidad actual de los pueblos indígenas chaqueños. Una es la dimensión geopolítica y la otra la cosmológica.

El líder qom, Timoteo Francia, expresa en su libroFilosofía qom (Tola y Francia, Las Cuarenta, 2018) que el balance delicado del universo está en riesgo por las ansias de progreso y desarrollo que los gobiernos y el Estado trasmiten en políticas que involucran los territorios enajenados a los pueblos indígenas. A fuerza de no disponer ni de suficientes tierras ni de trabajo, las mujeres qom deben recurrir al otro lado para encontrar alambres, caños, telas, ropa y zapatillas viejas, restos de cerámicos, recipientes de suero o cables entre los gases que emanan de una tierra sin vida; en los escombros mismos de la civilización.

En Argentina, donde existen muchos otros lados vividos como el fin del mundo, los debates sobre el Antropoceno (nueva era que, a nivel geológico, indicaría la influencia de los procesos humanos en el funcionamiento del Sistema Tierra) requieren prestar atención a la situación territorial de los pueblos indígenas, quienes –tras la conquista militar de finales de 1800– perdieron la soberanía territorial y, más que dueños del monte, pasaron a ser inquilinos de sus propias tierras. Si bien la responsabilidad de los pueblos indígenas en la actual crisis planetaria es ciertamente nula, el Antropoceno llegó para ellos y para todos aquellos colectivos que, sin tierras o con fracciones muy reducidas de sus antiguos territorios, recurren a los rincones más desahuciados de la civilización. Juana –quien recorre la ciudad de Formosa y del basural en busca de su sustento– expresa: “llegó la civilización y destruyó la tierra. Tapa la tierra con cemento y la tierra después tiembla. Llegó la civilización y desaparece la naturaleza, los peces bajan muertos por el río. Llegó la civilización, empezaron los loteos y nuestra comunidad está rodeada. La totora se va agotando porque tiran deshechos en las lagunas, hay fábricas por todos lados y talan los árboles”.

Con la conquista militar y la pérdida de la soberanía territorial, llegaron las misiones y las reducciones de indios. Llegó el cerco, los candados, las vacas y, con ellos, el ingreso clandestino a antiguos territorios de caza y pesca. Desde entonces, se sucedieron cambios ambientales significativos para las comunidades indígenas: la deforestación, la polución, el avance de los frentes de agricultura y ganadería extensiva, la destrucción del ambiente en mano de la industria extractiva y el deterioro de los ecosistemas. Para Timoteo Francia, a este modelo de progreso que promueve la invasión de sus territorios se contraponen alternativas indígenas de progreso que nos conducen a la dimensión cosmológica. En las filosofías sociales indígenas es central la solidaridad entre los diversos seres que habitan el planeta y, el concepto de desarrollo contempla la protección del ambiente, así como la equidad y la justicia.

Cabe preguntarse qué es lo que las acciones indígenas protegen de su territorio. No solo recursos y bienes de subsistencia. Se protege a los dueños del monte; aquellos que en la muestra curada por Ponzinibbío se expresan en las máscaras de seres indiferenciados humanos-animales del pueblo chané o en las esculturas de un cuerpo femenino que bien podrían ser la dueña no-humana de las plantas. Se trata de personas (aunque no-humanas) que cuidan a toda forma de vida que existe según las cosmologías chaqueñas. La no contigüidad con el monte por su privatización no limita, sin embargo, su incidencia en la vida de los qom, incluso urbanos. La relación entre el humano y otros seres –aunque sea a la distancia– se inserta en una cosmología en la que las personas se hallan colectivamente constituidas. Animales, plantas, fenómenos atmosféricos, montañas, muertos, aguadas y dueños no humanos son potencialmente personas con capacidades de comunicación, y todos conforman un entramado denso de relaciones.

En la muestra Los dueños del monte el colibrí de madera es también el espíritu auxiliar del chamán o, incluso, el espíritu del chamán que puede adoptar una forma animal. Con estos seres –que en la muestra están representados en las máscaras del jaguar, en las esculturas de madera o en las figuras zoomorfas de cerámica– es preciso tejer a diario relaciones políticas que garanticen la continuidad de una sociedad plural hecha de múltiples sociedades (humanas y no-humanas).Los dueños del monte, arte Mocoví, Wichi y Qom. En Galería Imaginario.Los dueños del monte, arte Mocoví, Wichi y Qom. En Galería Imaginario.

Llevado a las ciencias sociales, el Antropoceno permite comprender al ser humano en interdependencia con otras formas de vida que, hasta hace poco tiempo, no fueron tomadas en consideración. La naturaleza y el planeta constituyeron para las sociedades modernas recursos a ser explotados por la acción del ser que se sitúa por encima de todas las especies: el humano. Las cosmologías indígenas con la atribución a una diversidad de seres de facultades que en el Occidente moderno solo se piensan como humanas, no sostienen la excepcionalidad del humano ni una relación de explotación con la tierra.Plano de la muestra Los dueños del monte, arte Mocoví, Wichi y Qom. Plano de la muestra Los dueños del monte, arte Mocoví, Wichi y Qom.

No se trata de volvernos indígenas y replicar sus modos de vida. Si consideramos la equidad y la justicia como valores morales, en tanto sociedad deberíamos buscar los medios para evitar la sociabilidad en lugares como el otro lado. Quizás debiéramos dejar de ser alienígenas en nuestro propio mundo, como señala el antropólogo brasileño Eduardo Viveiros de Castro, y evitar pensarnos como los dueños del monte. Detalle de una obra de la muestra Los dueños del monte, arte Mocoví, Wichi y Qom. En Galería Imaginario.Detalle de una obra de la muestra Los dueños del monte, arte Mocoví, Wichi y Qom. En Galería Imaginario.

Florencia Tola es Doctora en Antropología Social y Etnografía por la École des hautes études en sciences sociales (EHESS) y autora de Yo no estoy solo en mi cuerpo, Biblos, 2009.

Los dueños del monte. Dimensión conceptual del arte indígena contemporáneo. Curador y artista: Joaquín Ponzinibbio. Arte Wichi: Familia Mendoza. Fotografías: Rubén Romano. Arte Chané, Mocoví y Qom. Imaginario Galería de Arte.

Alegorías patrióticas, del prócer Moreno a Mama Antula

Fuente: Clarín – Sin miedo al más allá, tal como la tradición mexicana del Día de los Muertos o la idiosincrasia de nuestro NOA que no teme a la parca. Cierta oda a la vida y reflexión del final con tintes locales, en este caso refiere a personalidades míticas tanto nacionales como populares del país. Desde alucinantes obras materializadas como estandartes anticoloniales posados sobre las paredes de un espacio despojado, surgen figuras en casos etéreas como volátiles: una galería con heroínas, próceres o héroes y mártires protagonizan Ama la rosa, muestra de la artista Xil Buffone en el espacio porteño Vitriol.

El “portal” donde nace su serie es “La vida y la muerte, Alegoría de la Muerte o Vanitas” (óleo, 1836) de Juan Visier: representa a una dama rioplatense vestida a la usanza colonial, con peinetón pero según el principio de bipartición –mitad esqueleto, mitad viva y vestida– sosteniendo una guadaña y una rosa respectivamente. Tras ver ese cuadro en la Santa Casa de Ejercicios Espirituales porteña, fundada en 1795 por la primera santa argentina, canonizada recientemente por el Papa; María Antonia de Paz y Figueroa o Mama Antula (1730-1799). Así inicia su “cosmología o constelación”, armada tras ver ese cuadro. “Una aventura, desde la plástica, desde una meditación profunda acerca de nuestra fundación: del surgimiento del alma-pueblo argentino”, describe Buffone a Ñ.Camila O’Gorman y Ladislao Gutiérrez, antes de ser ejecutados por su relación.  Camila O’Gorman y Ladislao Gutiérrez, antes de ser ejecutados por su relación.

De gran relevancia es la manifestación de María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como La santiagueña, quien continuó practicando los Ejercicios Espirituales jesuitas incluso después de la expulsión de la orden en 1767. Culta y políglota, educadora de niños, con su labor se ocupó de mantener la llama espiritual en ciudades argentinas y uruguayas. Su independencia y dedicación son resaltadas en su estandarte.

Xil reversiona lo arcaico en sus personajes, se adueñan del lugar: se ve la entrada a la mortalidad de Belgrano, Moreno y San Martín; la restauración en la memoria de Mariquita Sánchez, Guadalupe Cuenca de Moreno y Manuelita. También hay otros elementos complementarios desde una gran vitrina, como dos abanicos intervenidos por Xil y la réplica del bando con el pedido de captura para Camila O’Gorman y Ladislao Gutiérrez. Todo tiene su fundamentación histórica –basada en revisionismos de historiadores, documentos, daguerrotipos, camafeos, retratos en cuadros de antaño, grabados e incluso filmografía–, después está la parte de fantasía y licencias artísticas.María Antonia de Paz y Figueroa o Mama Antula.María Antonia de Paz y Figueroa o Mama Antula.

Estos referentes parecieran emerger cual presencia, capturando elementos como la rosa que da nombre a la expo (flor con múltiples connotaciones) que acá alude a la de siete pétalos cuya simbología proviene de la alquimia, del grabado Summun Bonumm (Robert Fludd, 1629) con la inscripción Dat rosa mel apibus (la rosa provee de miel a las abejas). E incluye otra referencia: a Juan Manuel de Rosas, quien ordenó fusilar a Camila O’Gorman y al sacerdote jesuita Ladislao Gutiérrez al saberlos fugados para formar una familia.

Cruza historia y misticismo: sus representados tienen guadañas en su mitad esquelética y ese pie sobre una “tumba” pero algunos tienen otros elementos aparte de la rosa, en su parte carnal. El uso de veladuras dan el efecto de fundirse entre sí, buscó que se vean los tapices, logrando así dotarlos de una presencia vibrante y evocadora. Se materializan pintados sobre telas de tapicería, con acrílicos, pinturas para tela; y los santos tienen brillantina y dorado y plateado a la hoja.El estandarte para Manuelita Rosas, por Xil Buffone. El estandarte para Manuelita Rosas, por Xil Buffone.

De héroes, heroínas y (casi) santos

Entre sus heroínas patriotas están Manuelita Rosas y Mariquita Sánchez de Thompson. “Los próceres siempre aparecen como infalibles, inmortales: acá tienen su parte mortal; también es un reconocimiento a estas mujeres que conformaron esa gesta patriótica”. Mariquita, con venas en lugar de huesos “fue una mujer tan intensa en muchas cosas, la sentía muy sanguínea y los huesos me parecieron demasiado secos para ella, apareció la sangre y el tema del leitmotiv de su corazón. A los próceres les ‘quedó’ corazón en sus esqueletos”.

Manuela vuelve junto a la “tremenda, shakespeariana, una vida extrema” con “Rosas ha excedido a Rosas”: aborda el incomprensible fusilamiento de Camila O’Gorman, ladislao Gutiérrez y su bebé en gestación. Ambas eran muy amigas, Manuela intercede vía carta ante su padre: le ruega que no la mate, acaso la encarcele. El nombre de la pieza se debe a un titular de Montevideo contando la historia sobre los unitarios escapados hacia allá, que Buffone retoma.La entrada a la inmortalidad de Manuel Belgrano.La entrada a la inmortalidad de Manuel Belgrano.

Juntos en su estandarte, ambos con la divisa punzó obligatoria, hasta el final: Camila (23 años), el feto –apenas se asoma por sus caderas– y Ladislao (24); todos fusilados por orden de Rosas en el campamento de Santos Lugares. Sin un juicio, hasta el padre de Camila había azuzado a Rosas para que los ejecutara, pues por 1848 era una deshonra pública. Aunque hasta Sarmiento criticó el salvajismo de Juan Manuel.

Llamativo es “Mi Moreno” cuelga por los pies, cabeza abajo, como envuelto sobre una bandera inglesa: es Mariano M. con 31 años, enviado para comprar armas a Londres en un barco inglés donde muere envenenado. Xil advierte sobre su disputa con Saavedra y el impacto emocional de las cartas nunca recibidas por su esposa, Guadalupe Cuenca, quien antes de que él parta recibió un “kit de viuda”. Tras ver el filme Moreno –de Ernesto Ardito y Virna Molina–, Xil señala que lo asesinan en 1811, al año siguiente de la Revolución de Mayo: pleno contexto de complots, conflictos internos, por eso Guadalupe lleva epístolas y atributos –viste un velo negro– recibidos en un “mensaje medio mafioso, le agregué el cuervo e hice la cara de Pizarnik porque también era escritora”, detalla su autora.

El único que es todo humano es el “Negro” Manuel Costa de los Ríos, afroargentino, devoto guardián de la imagen de la Virgen de Luján “elegido” por esa figura de terracota para serlo, símbolo de fe, devoción religiosa y resistencia afrodescendiente.

El abanico de Camila O'Gorman.  El abanico de Camila O’Gorman.

Belgrano ameritó dos lienzos: “Manuel Belgrano” (visto desde 1812) y otro, “Manuel Belgrano militar”, ya por 1814; misma fecha elegida para caracterizar a su “San Martín”.

“Xil es una de las pocas artistas que se interesa e investiga nuestra historia. Como muchos, ella cita la historia del arte argentino, como la pintura de Juan Visier, de 1836, y la ‘La Urpila’ (1946) de Ramón Gómez Cornet, a la vez que plantea una revisión de la historia política del país hecha por pocos”, destaca Julio Sánchez Baroni, curador de la exposición. “Pero además Xil plantea la vanitas o memento mori, un tema poco simpático para el presente pero absolutamente necesario para entender la vida”. Y agrega: “El retrato de Mama Antula y del Negro Manuel con la Virgen de Luján no son caprichosos: Xil es una mujer de fe, otro tema casi tabú en nuestro medio. La serie que presenta engancha fabulosamente con el vecino y patrocinador de Vitriol, el Café de Marco, interesado en recuperar los valores de los próceres de la Revolución de Mayo que aparecen en los estandartes de nuestra artista invitada”. Una puesta convergente a la culminación de un proyecto gestado durante casi tres años.

  • Ama la rosa – Xil Buffone
  • Lugar: Vitriol. Arte en Expansión, Gral. Perón 1253
  • Horario: lun a vie 12 a 20, sáb 12 a 18
  • Fecha: hasta el 2 de agosto
  • Entrada: libre y gratuita