Fuente: Clarín by v – Augusto Turallas pertenece a la generación que revalorizó las paredes de capital provincial cuando se llenó de murales. La pandemia lo encontró de viaje y aprovechó la oportunidad de expandirse profesionalmente.
Augusto Turallas, alias Falopapas, artista de arte urbano perteneciente a la generación que revalorizó las paredes de La Plata cuando la ciudad se llenó de murales, se encuentra en una nueva etapa de su carrera. De la capital provincial había saltado a la Ciudad de Buenos Aires y desde el barrio de Palermo a Miami.
En Estados Unidos, donde reside y trabaja, mantiene su perfil profesional, prolijo en las cuestiones legales, que le permitió, tanto allá como acá, trabajar para empresas como Globant, Universal Music y una decena de locales gastronómicos.
A Estados Unidos llegó semanas antes de que se desatara la pandemia de Covid-19 invitado por una agencia de marketing a unas jornadas de arte. La cuarentena lo confinó allí y no desperdició la oportunidad. Augusto Turallas, alias Falopapas, artista de arte urbano. Gentileza del artista
Consiguió una visa de artista sponsoreado por sus nuevos empleadores, la agencia de marketing que lo había contactado inicialmente, y puso manos a la obra para reconstruir la red de contactos y vínculos necesarios para abrirse camino.
Falopapas comparte por estos días uno de sus últimos proyectos: los murales que pintó para el New Horizons Community Mental Health Center, convocado por otro amigo artista, David Lavernia.
En diálogo con Clarín Cultura afirma que “hay una parte del arte que está ligada a la cuestión humanitaria, cultural, social” y que muchas veces “uno participa por interés, porque te gusta la propuesta”.
–¿Qué temáticas te pidieron que pintes?
–Te invitan y tenés libertad de hacer lo que quieras porque también confían en que vos, como humano, entendés el lugar y el contexto y no vas a hacer un cuchillo volando ni nada raro. Vas a trata de ajustarte al contexto.
Ellos me tiraron ideas, por ejemplo que estaba bueno que aparezca algo vinculado a lo social como enfermeras, bomberos, algo de deporte, algo con relaciones interhumanas. Como yo trabajo mucho la figura, la pintura mía es bastante figurativa, no tan abstracta, me apreció lindo, interesantes para plantear una serie de personajes fuera de proporción, que dieran la vuelta a la pared. El estudio de Falopapas en Miami. Gentileza del artista
–¿Qué otros proyectos tenés en Miami?
–Estoy trabajando con una agencia de marketing en trabajos vinculados a la pintura, al arte. A las chicas (dueñas) las conocí en 2019 en Miami y empezamos a charlar sobre las posibilidades de hacer cosas acá; ellas trabajan con artistas para eventos y estaban interesadas en tener a un artista más adentro, más estable. Fuimos charlando y se fueron dando las cosas de a poco.
En 2020, en febrero, las vengo a ver por unas charlas de marketing y arte y empezó la pandemia. Y me quedé acá. Cuando me quedé las chicas me dijeron ‘si vas a estar, hagamos una visa de artista y te hacemos de sponsor y te quedas trabajado con nosotras’. Me puse en campaña, por suerte tenía toda mi información y currículum bastante organizados, no me fue tan complejo.
No había traído esas cosas, las tenía en Argentina, pero pude recopilar la información, armé la presentación para la visa y me la dieron. Ahí pude ya empezar a trabajar de manera seria, hacer facturas. Si uno se toma en serio el arte como una profesión, como forma de vida, tenés que tratar de tomártelo de manera seria en relación a las cuestiones legales para que te tome en serio un cliente.
Entonces el hecho de poder encarar proyectos donde está todo claro, los valores, los presupuestos, las facturas, se paga en tal día, aliviana mucho la situación y genera una proyección laboral. Manos a la obra. Gentileza del artista
–No era tu primera experiencia con encargos. ¿Qué diferencias encontraste entre trabajar para argentinos y trabajar para estadounidenses?
–En Buenos Aires trabajé muchísimo por encargo entre 2015 y 2017, trabajé muchísimo para empresas. En Buenos Aires tenía todo muy organizado impositivamente. Tenía ART todo el año, seguro, muchas cosas que me abrieron muchas puertas en lo laboral, para poder ir a trabajar para lugares como Globant, Universal Music, lugares que tenías que inscribirte como proveedor.
Estar organizado en ese sentido abrió muchas posibilidades en lo laboral más allá de lo artístico. Te posiciona en un nivel de seriedad que cuando trabajas con marcas más chicas u otras propuestas estas parado en otro lugar más serio a la hora de proponer.
Las diferencias dependen mucho cliente a cliente. Acá es muy parecido a Buenos AIres. Lo que noté diferente con allá es que participé en muchos festivales y te los guionan un poco más. Queremos que hables del barrio, la comunidad. En Buenos Aires eran libres absolutamente, lo cual me parece espectacular. Falopapas: «Cuando te vas, todo cambia». Gentileza del artista
–Diferentes pedidos.
–En cuanto a los clientes privados y gastronómicos, siempre hay diferencias, pero la gente es igual; hay gente que sabe muy bien lo que quiere; otra que ni idea; otra que te deja hacer cualquier cosa porque le gusta lo que hacés; otra que quiere llevar adelante una idea que tiene en la cabeza que a veces es difícil de entender.
Lo que noto de diferencia es que acá llegué con la agencia y enseguida ya estaba la rueda andando. Por lo menos tener una pata local me permitió estar acá. Ya había conocido a artistas locales, me hice amigos, nos vemos, salimos, voy a muestras, me fui vinculando con gente de acá. Creo que en lo laboral lo que yo tenía en Buenos Aires era, para mí, personalmente, era más lindo.
Yo tenía 40 años viviendo en Buenos Aires, toda mi vida, y conocía a todo el mundo, lo que me permitía tener un poco más de autoridad para proponer. Acá uno como siempre va pagando derecho de piso y arrancando desde abajo y por ahí tiene que ir formando esa autoridad de nuevo y armándola a partir de trabajos bien hechos, responsables. Cuando dejó Buenos Aires Falopapas ya se había consagrado como artista de arte callejero. Gentileza del artista
Ser inmigrante
Cuando dejó Buenos Aires Falopapas ya se había consagrado como artista de arte callejero. Además, era requerido por marcas y locales gastronómicos.
Llegó a trabajar para Hell’s Pizza, Peñon cervecería, Netflix Argentina, Joy Burgers, ilustró para Firpo casa Editora, Esteban Rodríguez Alzueta, Ciudad de Gatos, Viva Elástico, Adicta y en dos ocasiones realizó en vivo murales para el stand de la Revista Ñ en el marco de la Feria del Libro.
En el Miami de la pospandemia fue clave comenzar a vincularse con artistas locales y el respaldo de la agencia de marketing que lo contrató. Ya trabajó para Amerant Bank, Urbanica Hotels, Jolt Radio, Negroni USA, entre otras marcas y espacios gastronómicos. En el Miami de la pospandemia fue clave comenzar a vincularse con artistas locales. Gentileza del artista
–¿Seguís pintando sin permiso en la calle en Miami?
–No. Por lo general son trabajos que me contratan. Al estar acá con visa de artista si a mí me agarra la policía peleándome en la calle, pintando una pared, manejando borracho, no me renuevan la visa. En Buenos Aires pinto lo que quiero, donde quiero, porque es mi ciudad, soy yo, es mi familia, es mi vida, es mío Buenos Aires.
Ser inmigrante no es fácil en ningún lado del mundo y acá no es la excepción. Siento esa cuestión: me siento ajeno muchísimas veces más allá de los amigos, del cariño que encontré acá. Siento muchas veces que cuesta mucho acostumbrarse a otro lugar.
Buenos Aires es increíble en lo cultural. Yo vivía Palermo, todas las noches bandas a amigos tocando en algún teatro, amigos pintando, muestras. Falopapas tiene un pasado como docente universitario. Gentileza del artista
–La Plata se va a poner celosa.
–En La Plata trabajé muchísimo. El tema es que después cuando uno llega a un lugar, a una edad, se tiene que mover un poco porque desde La Plata terminaba trabajando mucho para Buenos Aires. En un momento te encontrás ahí y ¿qué hago? ¿me voy o me quedo?
Y cuando te vas, todo cambia. Porque cuando vas para Buenos Aires empezás a vivirlo, a revincularte con la movida de ahí. Te das cuenta que las posibilidades del arte en Argentina son muchísimas, son mucho más grandes de lo que se puede acceder. La Plata estará siempre a esa media hora de Buenos Aires que no le permite crecer tanto porque, justamente, tenés Buenos Aires a media hora. La Plata te puede atrapar.
Ser artista
Falopapas tiene un pasado como docente universitario. Trabajo durante más de 20 años en los claustros de la Universidad de La Plata hasta que emigró. Admite que puede ser “muy difícil” abandonar la burocracia institucional para los artistas que les asegura el sustento económico.
“Tengo amigos que han quedado atrapados en las redes institucionales platenses porque enseguida te lo ofrece el trabajo en la universidad, en lo institucional, en el planeamiento, una vez que entras ahí no salís más. Como artista es muy difícil salir de porque eso te plantea una estabilidad en lo económico, te regulariza mucho los tiempos y te saca el hambre y el hambre metafórico, el de producir y hacer”, explica. Falopapas: «Mi obra se empieza a hibridar un poco con algunas cosas de acá». Gentileza del artista
–¿Se mantiene eso que dijiste una vez de que si lo haces en camisa no distinguen que estás haciendo algo ilegal?
–Eso era así. Es así. Pintar de camisa es como ir al banco. Estas haciendo un graffitti en la calle de camisa y mocasines y no pasa nada, sos el dueño de la casa. Estas en remera y ojotas y te para la policía. Me pasaba lo mismo cuando iba al banco. Me miraban el cheque de arriba, abajo y te decían ‘no te lo puedo pagar’. Volvía a mi casa, me bañaba, me ponía la camisa, los mocasines, iba al banco y me lo pagaban.
–Decías en 2019 que considerarte un artista era engreído. ¿Seguís pensando eso?
–Me refería a autoproclamarse artista. Yo tengo un título que dice que soy artista plástico, profesor en artes plásticas y licenciado en artes plásticas. A lo que me refería es que la catalogación de artista tiene que ser hecha por un tercero, como la de obra de arte.
Que una obra de arte es una obra de arte lo tiene que decir un curador, un periodista, un tercero, alguien que va a una muestra y dice ‘esto es una obra’. Una obra puede ser un cuadro, una silla, un auto, una banana pegada con cinta en la pared. A lo que voy con esa idea es que a veces autoproclamarme es como autoproclamarme una divinidad. Soy artista, todo lo que toco es arte.
–Retomando lo que decías de La Plata sobre los límites que la misma ciudad impone, ¿cuánto influyó para que te vuelques al graffitti? ¿Crees que hubiese sido igual si estudiabas Bellas Artes en la UBA y vivías en la Ciudad de Buenos Aires?
–Creo que no. Lo creo por la gente que conozco. Los artistas amigos que estudiaron arte en Buenos Aires son todos artistas más de galería. No conozco artistas formados en lo universitario que hayan incursionado fuerte en el street art, el arte urbano. Esa fue uno de los puntos a favor que creo que tuve al momento que arranqué en La Plata a hacer murales.
Me interesaba la cultura pop, pero se desfasaba con la propuesta de ese momento, 2005. La búsqueda de un formato más grande, obligada por fuera de lo institucional porque no les importaba mucho el arte pop en ese momento. Me gustaba Edgardo Giménez con la Moria Casán, Jorge de la Vega con esas líneas tan marcadas. Mucho después, viviendo en Buenos Aires, conocí al hijo de la Vega y tenía un Jimi Hendrix de su papá divino y me pareció espectacular. Empecé a encontrar muchas cosas del arte pop en artista más grandes.
En La Plata me vi pintando arte urbano, como lo quieras llamar, con un bagaje de estudios universitarios; yo tenía una formación universitaria para la elección de la propuesta estética, cromática, de cómo componer los espacios que venía más pensada. Eso me permitió dentro del arte urbano platense tener una estética que rompía con lo que se veía más..
–¿Existía un factor económico ahí, no? Vos podías pagarte los materiales, mientras que otros no.
–Sí, claro. Incluso pensando algunas diferencias entre el arte urbano de Miami y el argentino noto la diferencia de lo económico en la capacidad de acceder a la herramienta, a los elevadores, a muchas cosas que acá tenés o que es bastante posible tener y que somos pocos los artistas que tenemos ese acceso en Argentina.
Tuvimos que trabajar mucho para poder llegar a eso. Acá cualquier pibe de clase media puede acceder a los materiales. Allá lo tenemos un poco más restringido. Allá tenemos apenas dos marcas de aerosoles con 50 colores. Esa diferencia de herramienta restringe.
Igual con esas diferencias tenemos propuestas espectaculares de arte urbano, es una bomba con todas las trabas, todas, no hay una más y ves la producción y es animal, divina. Encuentro cosas muy conceptuales, originales. La diferencia en lo económico te permite la monumentalidad, la calidad del material o las gamas de colores.
–¿Qué conservas del grafitero, todavía estudiante de la facultad, que empezó en La Plata?
–Conservo todo, muchísimo de lo mío. Siempre la propuesta mía tuvo que ver con el arte pop y esa propuesta de colores, con lo figurativo, con la cultura pop. Tengo pinturas acá en miami que tienen a Ringo Bonavena. Tengo murales en la calle con chicas de Argentina que yo conozco.
Mi obra se empieza a hibridar un poco con algunas cosas de acá. Inevitablemente estás viviendo acá y empezás a generar tus relaciones, intereses, y también toda nuestra cultura popular argentina está marcada por la americana, desde la música, la propuesta estética, la visual, la indumentaria.
Ya llegamos acá bastante influidos de la propuesta de acá. Uno después mantiene siempre las cosas que uno trae adentro. Mi propuesta de hacer algo pop siempre fue bastante genuina porque es lo que me gusta, lo que vivo, lo que veo y consumo.