Cierran Bellas Artes y el CCK, mientras Ciudad decide qué hacer con sus museos

Fuente: Clarín ~ Los museos nacionales cerrarán sus puertas hasta el 30 de este mes, en línea con las nuevas disposiciones gubernamentales orientadas a frenar la ola de contagios por coronavirus, que alcanza por estas horas cifras récord.

Así lo confirmaron a Clarín fuentes oficiales que, sin embargo, no aportaron mayores detalles al respecto. El Museo Nacional de Bellas Artes, el Centro Cultural Kirchner y el Museo Histórico Nacional confirmaron que no tendrán actividad durante abril.

En la cartera porteña, entre tanto, se esperaban definiciones en la tarde del jueves: tras la conferencia del Jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, el área de Prensa de Museos de la Ciudad explicó que «recién entre la tarde del jueves y el viernes» habría definiciones al respecto.

En algunos museos porteños creían que, con protocolos, podrían tener las puertas abiertas durante este fin de semana y plegarse al cierre desde el lunes.

«Se está viendo cómo impacta en la ciudad y cuando salen las resoluciones», explicaron desde Prensa de los Museos porteños al cierre de esta edición. Esperaban la publicación del DNU que establece las restricciones en el Boletín Oficial. Luego, dijeron, la Ciudad redactaría sus reglas y las daría a conocer.

Los privados, como Malba, esperan las resoluciones de la Ciudad de Buenos Aires.

Un problema global

La pandemia, que impactó fuerte en la la cultura en el año de la crisis sanitaria, golpéó especialmente a los museos, que atraviesan una situación «crítica», según definió en estas horas la Unesco.

Es un fenómeno global, pero que en países en desarrollo, como el nuestro, se revela de manera más evidente, con la imposibilidad de afrontar la dinámica de exhibiciones.

De acuerdo a las cifras que aporta el organismo -que incluye a 104.000 espacios examinados en su informe-, los museos del mundo registraron en este año de crisis una baja del 70 por ciento en las presencias y un descenso promedio de los ingresos del 40 al 60 por ciento respecto de los resultados de 2019, y más de 155 días promedio de clausura. La pandemia se abatió como un tsunami, sobre la cultura.

Ennuestro país, muchos de los principales museos y centros culturales son públicos y no dependen de la cantidad de público que los visite porque tienen un presupuesto asignado desde el Estado.

Sin embargo, este presupuesto corre peligro, en una economía donde lo primordial son los recursos asignados al cuidado de la salud.

Nadie. Una imagen del Museo del Louvre. Foto AFP
Nadie. Una imagen del Museo del Louvre. Foto AFP

Pese a las medidas de apoyo implementadas -campañas de sensibilización y el establecimiento de protocolos de seguridad reforzados- los subsidios públicos disminuyeron para casi la mitad de los museos a nivel mundial.

La situación es inquietante, según la Unesco, que refiere cómo los cierres prolongados, la fuerte baja de presencias y de ingresos están pesando en la organización del sector museístico.

En este marco, el organismo cultural de la ONU recomienda a los Estados que luchen por la implementación de una importante política digital para el inventario de las colecciones y que prevean medidas en favor de la educación, la investigación y la formación, una transformación que la Unesco se compromete a apoyar.

«El lugar que reservamos a los museos en las políticas para levantarnos de la pandemia dice mucho de los valores que llevamos adelante como sociedad», dijo la directora general, del organismo, Audrey Azoulay.

«En medio de la crisis, no debemos perder de vista este objetivo fundamental: el acceso a la cultura, la conservación de nuestro patrimonio común, en toda su diversidad.

Los Estados -agregó- tienen un papel vital que desempeñar en apoyar a los museos en estos tiempos difíciles, a través de una ambiciosa política cultural, no solo para garantizar la supervivencia, sino también para prepararlos para el futuro».

Nación abre la convocatoria al curso virtual y gratuito «Museos Accesibles»

Fuente: Sitio Andino ~ «Museos accesibles. Partir de lo posible» edición 2021, es el nombre de la formación profesional virtual y gratuita que lanzó el Ministerio de Cultura de la Nación para los equipos de trabajo de museos y espacios culturales de todo el país. 

Se trata de un curso que indaga en conceptos y desafíos concretos que enfrentan los museos para ser accesibles, inclusivos y centrados en las personas. La propuesta despliega un recorrido que se orienta a la búsqueda de la accesibilidad, de lo personal a lo institucional. Para ello trabaja a partir de un enfoque de derechos y diversidad en el espacio público.

Acerca interrogantes actuales, brinda herramientas y oportunidades de conversación con participantes de todo el país en torno a la gestión accesible, y propone ir más allá de las «medidas» de accesibilidad a las que un museo debería aspirar. Apunta, así, a adoptar de forma colectiva un permanente ajuste de para qué, cómo y con quiénes hacemos los museos.

Esta cuarta edición del curso, en contexto de pandemia de COVID-19 y distanciamiento social, incorpora nuevos contenidos y materiales para repensar qué significa ser museos accesibles en este momento inédito, en el que las certezas son pocas y los desafíos son muchos, detalla el Ministerio de Cultura desde su sitio web.

El mismo está dirigido a integrantes de los equipos de trabajo de museos y espacios culturales de todo el país, prioritariamente de gestión pública, con interés en la reflexión acerca de la accesibilidad desde un enfoque de derechos.

También podrán participar quienes formen parte de proyectos con orientación social, colectiva y comunitaria que tengan como objetivo ampliar el acceso de poblaciones diversas a las instituciones culturales.

 Sobre la modalidad de cursada y la certificación

A partir de un abordaje teórico-práctico y una cuidada propuesta pedagógica, el curso ofrece contenido inédito producido por especialistas locales del campo académico y acompañamiento personalizado por parte de un equipo tutorial referente en la temática.

Además, incluye recursos variados que permiten conocer de primera mano experiencias de museos e instituciones culturales de diferentes lugares del país, así como espacios de intercambio para potenciar el cruce de saberes y prácticas entre quienes participen del curso.

La propuesta tiene una duración de 6 semanas y requiere un promedio de 6 horas de trabajo semanal asincrónico. También contempla una serie de encuentros sincrónicos no obligatorios con referentes y especialistas. La cursada se realizará a través de la plataforma federal de capacitación virtual del Ministerio de Cultura, Aula Cultura, y se otorgarán certificados de aprobación y créditos de INAP.

¿Cómo participar?

Quienes quieran participar tienen que completar este formulario de preinscripción.

El curso cuenta con cupo limitado, determinado por el número de comisiones y la posibilidad de acompañamiento por parte del equipo tutorial.

Para la adjudicación de vacantes se priorizará la representatividad de todas las provincias del país y la pertenencia a instituciones culturales de gestión pública de diversos tipos y escalas, así como a proyectos que tengan orientación social, colectiva y comunitaria.

Preinscripción

Los y las interesadas pueden preinscribirse hasta el 20 de abril (inclusive). A partir del 4 de mayo se informará vía correo electrónico la asignación de las vacantes. El inicio del cursado será el 6 de mayo de 2021.

Viaje a la cabeza de un artista: así se hace una obra de arte

Fuente: Clarín ~ «¡Ese amarillo está muy chillón! Hay que apagarlo un poco, que sea más ocre, como el de la baranda del balancín. Ponele más violeta». Con medio cuerpo fuera de la ventana del sexto piso de un edificio de Banfield, Martín Ron, muralista, artista visual y, antes que nada, un hombre talentoso en el uso del rodillo, da indicaciones a su equipo de trabajo, Mariana Parra y Nicolás Dicianno.

Es un martes de mediados de enero, hace más de 30 grados, y estamos en Belgrano 1529, donde hace pocos días Martín, uno de los artistas argentinos más requeridos del planeta, empezó a pintar no sólo el mural más alto de su carrera que ya lleva dos décadas, sino uno de los más altos de la región.

Son 65 metros de la medianera de un edificio de 21 pisos, a media cuadra de Maipú, una de las zonas comerciales de esa localidad.

Llegó a esta pared, porque, antes, hace un año, pintó otra en la cuadra siguiente y, juego óptico mediante, fue elogiado y aplaudido por los que lo vieron en vivo o compartido en alguna red social. Ambos edificios son emprendimientos de Vidal Constructores y fue a su titular, Daniel Vidal, al que se le ocurrió sumar arte a las torres terminadas, después de haber quedado deslumbrado por los murales de Ron en Casa Amarilla.

Primero fue la pared de Belgrano 1646, con un mural de 50 metros de un nene que juega con un globo metalizado. Le siguió la de Belgrano 1529, con un mural de 65 metros, de una nena, amiga del primer nene, que apila ladrillitos de encastre, parada en puntitas de pie sobre un globo metalizado. Más adelante, cuando la construcción esté terminada, habrá una tercera medianera con un nuevo mural, lo que formará un tríptico de obras de Ron en la zona.

De principio a fin, para tener perspectiva de cómo marcha la obra, Martín debe subir a la terraza de un edificio vecino. Es Andrea, la que vive en el sexto piso desde el cual Ron da indicaciones a su equipo asomándose por la ventana, la que acepta prestar su llave, su contacto, su departamento para que los artistas puedan trabajar.

Da la casualidad que ella es estudiante de Bellas Artes y no-puedo-creer-tener-esta-vista-del-mural-desde-mi-ventana. Andrea todavía no sabe -pero ahora va spoiler– que el día en que el mural esté terminado a fines de febrero, cuando la última pátina de protección esté colocada «para que aguante más la intemperie», recibirá un regalo especial de parte de Martín: una brocha cariñosamente dedicada.

Seis semanas después de plantar el diseño, pintar y probar colores –»manchar», como se dice en la jerga–, emprolijar detalles, laquear el trabajo y superar escollos climáticos y técnicos, el mural está terminado.

Pintar un mural de más de 60 metros en seis semanas es un buen tiempo. Pero Ron asegura que si el clima le hubiera permitido trabajar de corrido y a toda máquina, habría podido concretarlo ¡en cuatro semanas!

Algo que parece absolutamente descabellado para cualquiera de los mortales que pasamos por ahí y, a riesgo de provocarnos una contractura en el cuello, inclinamos la cabeza hacia arriba, prácticamente recostamos la nuca sobre la espalda, hacemos visera con la mano sobre los ojos, y miramos perplejos semejante obra. ¡¿Cómo hizo?!

Hay una relación directa entre los dos murales que Martín Ron pintó en Banfield con un año de diferencia. Una idea empujó a la otra: como en la cuadra siguiente al mural de la nena está el mural del nene, Ron pensó en hacer obras que dialogaran entre ellas.

A Ron le interesa la gestualidad de los más chicos, esa inocencia que transmiten en su forma de actuar. Algo que llevado a gran escala encuentra aún más interesante. De ahí el desafío, de ahí que decidió pintar niños.

Pero si hay algo que Martín hace siempre, siempre, antes de empezar un nuevo proyecto es acercarse a la pared en cuestión varias veces, durante varios días para ver qué le inspira el lugar. 

Faustino, el nene que quedó inmortalizado en otro mural de Martín Ron, en Banfield. Foto Enrique García Medina
Faustino, el nene que quedó inmortalizado en otro mural de Martín Ron, en Banfield. Foto Enrique García Medina

El nene de Belgrano 1646 se llama Faustino, ahora tiene 8 años, pero en el momento de quedar inmortalizado en esta medianera de Banfield tenía 7. Es hijo de una pareja de amigos de Martín Ron.

En 2018, la imagen de Faustino haciendo la vertical llegó a una medianera de un edificio de Moscú. El chico tuvo que practicar durante semanas y semanas esa pose para que la posición fuera real y no trucada en la foto que finalmente Martín usó como base.

Es que para hacer los diseños que más tarde serán murales, Ron se basa en fotografías que él mismo saca. En el caso de las obras de Banfield, fue una serie de fotos que tomó a fines de 2019, durante un asado en su casa de Boedo. Ron fotografió una y mil veces a Faustino y a su amiga Ailín (sobrina de la actual pareja del papá de Fausti), jugando al natural, sin premisas, sin poses.

Para el primer mural, el que pintó en febrero de 2020, se quedó con una foto de Faustino soplando un globo metalizado; para el segundo, que pintó en enero de 2021, con una de Ailín escribiendo en un pizarrón, en un momento en que todos estaban en un recreo de la sesión fotográfica. De reojo, Martín pescó ese momento en que los dos chicos escribían en un pizarrón. Ailín, en puntitas de pie, tratando de llegar a lo más alto, con los piecitos sucios, esa era la imagen que el artista buscaba.

Ailín, la nena que inspiró el mural de Martín Ron en Banfield. Foto Enrique García Medina
Ailín, la nena que inspiró el mural de Martín Ron en Banfield. Foto Enrique García Medina

Con las facilidades que da la tecnología, hizo las maquetas de forma digital –rara vez las imprime–, armó la cuadrícula que le permite plantar el diseño a gran escala y cambió, modificó e intervino a su gusto y conveniencia, y el pizarrón de la foto original pasó a ser una pared de ladrillitos de encastre, un guiño a la pared de ladrillos donde ahora vive la obra.

A Faustino le encanta verse en el mural. Dice que es famoso. Ailín, más tímida, apenas se reconoce en esa posición de espaldas. Aún no es del todo consciente de su imagen a gran escala en la pared de un edificio.

ron-mapa-banfield

Una semana antes de arrancar este mural el 5 de enero, Martín Ron debe ocuparse de la logística. Por ejemplo, contactar a la empresa que monta el balancín electrónico, esa especie de balcón que cuelga de los edificios, con el sostén que le da desde los extremos dos cables de acero y el impulso de un motor para subir y bajar. Se los suele usar para hacer diferentes trabajos que van de limpieza a pintura y en el caso del muralismo, la empresa debe evaluar el estado de situación, las necesidades, los días que estará colgado y ofrecer la mejor tecnología y seguridad.

Después, viene la parte social, por decirlo de algún modo. El desembarco en una pared que lo tendrá a él y a su equipo durante varias horas de muchos días seguidos, incluidos fines de semanas y feriados, necesita de generar ciertos lazos con la comunidad que lo rodea. Porque no es que va a trasladar las latas de pintura, ni los rodillos todos los días desde su taller de Caseros, sino que va a guardar todos los materiales en algún depósito o garage o departamento vacío que le presten el tiempo que dure la realización de la obra.

Martín Ron y su equipo de trabajo: Mariana Parra y Nicolás Dicianno. Foto Germán García Adrasti
Martín Ron y su equipo de trabajo: Mariana Parra y Nicolás Dicianno. Foto Germán García Adrasti

Después, sí, a colgarse de la pared. Uno de los primeros pasos para plantar el diseño consiste en delinear una cuadrícula o grilla de base que actúe de referencia a la hora de plantar el dibujo. Esto es, en el caso de la nena, por dónde va a pasar la mano, por dónde la cabeza, por dónde las piernas. Esa cuadrícula, que funciona como coordenada, ya no es una división de la pared en cuadrados, sino una pared toda garabateada en aerosol con dibujos alusivos al coronavirus –virus, bacterias, vacunas, repetidos de arriba a abajo–.

«El garabato con aerosol en la pared es visto como una irrupción violenta. Cuando hice el mural del nene, los vecinos no entendían y llamaban al constructor para avisarle que estábamos grafiteando la pared. El aerosol está estigmatizado como algo vandálico y llaman a la policía. En cambio, si te ven con un pincel, ya es otra cosa, le tienen respeto, lo ven como una herramienta de trabajo y hasta te ofrecen ayuda», sonríe Ron. 

Los garabatos en la pared funcionan como coordenadas para plantar el diseño. Foto Lucía Merle
Los garabatos en la pared funcionan como coordenadas para plantar el diseño. Foto Lucía Merle

Con la pared garabateada de arriba a abajo, trabajo que le lleva una mañana entera, Martín saca una foto vertical a la que, tecnología mediante, le superpone la imagen del diseño de la nena. De esa manera, tiene la guía por dónde pasará cada trazo. Trasladar el diseño a la pared le toma otros tres días de trabajo. 

Con el contorno de la nena dibujado en la pared, Ron hace «un sellado», es decir, coloca una primera mano de pintura sin pigmento, que es brillante y plástica, además de transparente, para que colorear sea más fácil y el pincel resbale más. Caso contrario, la superficie absorbe mucha pintura. Y a la figura de la nena, le da una mano de color rosa que le permita tener una referencia a la hora de hacer el fondo. 

Lo que sigue es empezar «a manchar», como le dicen en la jerga, es decir, a probar y calibrar colores para ver tonos, cómo queda, cómo se ve. «Aislados podés tener un montón de colores y después los juntás y no funcionan, los colores tienen que quedar armonizados, ni muy chillón, ni muy opaco», sentencia Ron. Por eso los prueba en una porción de la pared, antes de hacerlos extensivos a toda la superficie.

«Mi objetivo –explica– es que esté todo coloreado rápido para matar el blanco del fondo y para tener un panorama más claro de cómo funcionan los colores y ecualizarlos».

El mural, en una etapa intermedia. Foto Germán García Adrasti
El mural, en una etapa intermedia. Foto Germán García Adrasti

Se pinta, primero, a grosso modo, el fondo; después, la figura. Y después se emprolija. También se trabaja por partes, según una planificación diseñada de antemano: un día la parte de arriba, la cabeza; otro día los ladrillitos de encastre; otro día los pies.

El final no sólo consiste en emprolijar detalles y en darle capas de impermeabilizante (laca poliuretánica) para que se conserve durante más tiempo. También está en saber poner el punto final: dice Martín que siempre se puede mejorar o modificar algo, pero que hay que saber soltar la obra, que hay murales que quizás no vuelva a ver en su vida, pero que están ahí, para ser contemplados por los demás. «La obra –señala– está disociada del artista, porque no puedo enrollar la medianera y llevármela al living de mi casa. Está ahí para todos».

Desde hace tres años, cada vez que empieza a pintar un nuevo mural, Martín Ron tiene una cábala: escribir «Hola, mamá» en el boceto inicial plantado en la pared. Es una marca personal, como cuando dice “mucho biri biri” por mucho “blablá”, mucha conversación.

El «Hola, mamá» quedará tapado a medida que avance el mural. Lo escribió una vez en una obra que pintaba en 2018, en Moscú –el niño Faustino haciendo la vertical– para mandarle una foto a su mamá desde esa otra punta del planeta en donde estaba. Cada nuevo proyecto, desde entonces, tiene esa frase, escrita en aerosol y la posterior foto para que mamá Norma infle el pecho de orgullo.

La cábala: escribir "Hola mamá", que esta vez, después de un año pandémico sin pintar fue "Volví mamá". Foto Lucía Merle
La cábala: escribir «Hola mamá», que esta vez, después de un año pandémico sin pintar fue «Volví mamá». Foto Lucía Merle

2020, no obstante, fue un año particular, fue el año de la pandemia y el confinamiento. Para Ron, artista de exteriores, fue el año en que casi no pudo pintar. Llegó a terminar el mural del nene en marzo, justo antes de que se anunciara la cuarentena obligatoria. Volver a agarrar una brocha casi un año más tarde, en enero, volver a subirse a un balancín, volver a ensuciarse las manos de pintura, tuvo un sabor especial para el artista, que en lugar de escribir “Hola, mamá” como tantas veces, puso «Volví, mamá». Volví al ruedo, volví a pintar. Salí de la jaula.

Técnica

250 litros de pintura hidroesmalte se quedan en este mural. Martín Ron pinta con pincel y brocha, hace vieja escuela y no grafiti contemporáneo. Dicho de otra manera: no usa aerosol. Se acostumbró a la técnica del óleo, con veladuras (una técnica que consiste en aplicar una capa de pintura muy diluida sobre una pared ya pintada), pero dominando la escala gigante.

250 litros de pintura requiere el mural de la nena. Foto Germán García Adrasti
250 litros de pintura requiere el mural de la nena. Foto Germán García Adrasti

Reemplaza los pincelitos de cuadros chicos por brochas grandes y rodillos. Un mural se trabaja capa por capa: primero planta un color de manera rústica y después va pintando una mano tras otra hasta modelar la forma y conseguir volumen. Muchas capas de buena calidad le garantizan a la obra una larga vida útil. Eso y la laqueada del final para que se conserve durante más tiempo.

ron-ficha-tecnica

Estilo

Sus obras a gran escala se caracterizan por el estilo hiperrealista, con el uso de colores fuertes, texturas y elementos de la vida cotidiana. Trabaja con la técnica de 3D, dándole más realismo a su obra. Uno de sus sellos personales es el uso de la cuadrícula que está presente en varios de sus murales. Tiene algunos trabajos sobre lienzo –es algo que hace para sí mismo, sin presión y para experimentar–, pero lo que verdaderamente le gusta es el muralismo, porque es un desafío, porque le da adrenalina, porque cada pared es única e irrepetible. 

Su estilo es el hiperrealismo. Foto Germán García Adrasti
Su estilo es el hiperrealismo. Foto Germán García Adrasti

Pros

Pintar esta medianera en pleno verano no fue tan terrible, porque Ron y su equipo pudieron trabajar mayormente a la sombra, gracias a la orientación de la pared. Un muro sin sol y de gran tamaño, explica Martín, son dos condiciones ideales para el artista.

Acá, por los puntos de vista que tendrán los peatones, no está previsto ningún truco óptico, como sí en cambio lo está en el mural del nene: una especie de distorsión, llamada anamorfosis, que favorece algunos puntos de vista en detrimento de otros.

Además, como la pandemia no le permite agendar otros compromisos a largo plazo, no tenía plazos que cumplir. En los festivales, siempre corre contrarreloj para dejar el mural terminado, pase lo que pase, porque no lo puede dejar a la mitad. Acá, en cambio, nadie lo apuró.

El cariño de los vecinos, mientras Martín Ron hacía el mural. Foto Germán García Adrasti
El cariño de los vecinos, mientras Martín Ron hacía el mural. Foto Germán García Adrasti

Si se mira en detalle, se verá que la medianera tiene ventanitas en todos los pisos. No es una pared completamente lisa. ¿Si algún vecino se enojó por encontrarse con el artista al otro lado de la ventana? No. Al contrario, le ofrecieron ayuda, agua mineral, medialunas, café y los más chicos hasta dibujaron mensajes de apoyo que dejaron pegados en el vidrio. Así vale la pena colgarse.

Y después estuvo Andrea, la vecina del sexto piso, que vive a dos edificios de distancia del mural en cuestión y que, generosamente, prestó su ventana, su llave y la terraza del edificio para que Martín pudiera observar, con algo de distancia y altura, el rumbo de la obra. Su ayuda es invaluable.

Desde la casa de Andrea, una vecina del edificio de al lado al del mural, Martín Ron pudo tener perspectiva de cómo iba la obra y dar indicaciones. Foto Lucía Merle
Desde la casa de Andrea, una vecina del edificio de al lado al del mural, Martín Ron pudo tener perspectiva de cómo iba la obra y dar indicaciones. Foto Lucía Merle

Contras

Para empezar este mural, que seis semanas después estará finalizado, hubo algunos traspiés, aunque nada graves. Primero, falló el balancín y hubo que esperar la reparación por parte de la empresa que monta la estructura que cuelga a los artistas durante el tiempo que les lleve concretar la obra. El coronavirus y los protocolos, como en todos lados, demoraron la gestión.

La espera vale la pena y es absolutamente necesaria. Así de importante es el balancín, esa especie de balcón que pende de los edificios para pintar o limpiar las paredes y cuya seguridad no puede fallar bajo ningún punto de vista.

Manos a la obra. Martín Ron, rodillo en mano, pintando el mural. Foto Germán García Adrasti

Martín y su equipo trabajan con doble arnés de seguridad, casco y la llamada «línea de vida», colgada de forma independiente al balancín por si acaso hubiera un desperfecto quedar colgado del edificio, algo que hasta ahora nunca le sucedió. ¿Si tiene vértigo? Martín asegura que sí, que el miedo nunca se va del todo y que eso, en algún punto, le da adrenalina. Y que colgarse de un balancín, vaya y pase, pero lo verdaderamente vertiginoso es pintar desde una grúa, porque se mueve muchísimo más.

Al balancín se sumó el clima. Enero y febrero tuvieron numerosos días de lluvia; o días en los que parecía que iba a llover y al final no llovió; o días en que parecía que no iba a llover y al final llovió.

El clima condiciona en todo momento la tarea del muralista de exteriores: una jornada de trabajo en un mural no es algo que se pueda resolver en pocas horas.

El artista Martín Ron hace murales desde hace 20 años. Foto Germán García Adrasti
El artista Martín Ron hace murales desde hace 20 años. Foto Germán García Adrasti

Hay que cargar la camioneta de latas de pintura, rodillos y materiales de recambio, llegar al lugar a 25 kilómetros de casa, cargar el balancín (funciona de abajo hacia arriba), ponerse el arnés y colgarse de la pared. Todo eso lleva tiempo.

Si no fuera porque esta medianera tiene orientación oeste, lo que significa sombra casi todo el día hasta al atardecer cuando apenas recibe un poco de luz y calor, habría sido imposible pintar esta pared al rayo del sol, en pleno verano bonaerense.

Y después, claro, está el viento. Si hay mucho viento, el balancín se mueve. Mucho. Y rebota y golpea contra la pared. Pensar que colgados más cerca del piso es más seguro es completamente errado. Cuanto más abajo, más largo es el cable que llega de la terraza y mayor es el balanceo. Si hay viento, mejor quedarse pintando los detalles de más arriba. Y si hay mucho viento, mejor ni pintar, mejor suspender la jornada.

Lo que se dice, gajes del oficio de muralista.

Martín Ron es un artista visual y muralista argentino, nacido el 13 de marzo de 1981, en la localidad de Caseros, al oeste de la provincia de Buenos Aires. Hijo de Guillermo y Norma, y hermano de Guillermo y Federico, ambos más chicos que él, ninguno de sus familiares se dedica ni al muralismo ni al arte.

Porque agarró lápices de colores antes que juguetes, diestro de mano, de chico lo mandaron a hacer dibujo en un taller a dos cuadras de su casa. Por su ductilidad y talento, rápidamente se convirtió en el favorito de la clase de Plástica y también el encargado de pintar las escenografías de los actos en la escuela Nuestra Señora de la Merced, de Caseros: una escarapela, una bandera, un Cabildo.

No dudaron en la escuela en pedirle que pintara el jardín de infantes. Martín cursaba el secundario y aceptó: lo hizo durante el horario escolar con sus amigos, algo así como sus «asistentes». Las del jardín fueron las primeras grandes paredes que pintó.

Con la plata que ganó, se pagó el viaje de egresados a Bariloche. Así, mientras pensaba qué quería ser cuando fuera grande, empezó a darse cuenta de que eso de andar coloreando muros era algo que le encantaba hacer.

Pero terminó el secundario y se anotó en Ciencias Económicas, un poco porque su mamá Norma es contadora, otro poco porque le decían que una carrera dura le garantizaba el futuro y otro poquito porque estudiar Bellas Artes en el 2001 no era un lujo que se pudiera dar. Llegó a hacer tres años antes de dejar.

Lo que nunca dejó de lado fueron las brochas y las latas de pintura. A la par de la cursada y de un trabajo contable con su mamá, él siguió dibujando paredes, adiestrando la mano.

“Empecé a hacer murales por la adrenalina que me daba salir a la calle a pintar un dibujo, volver al otro día y observar cómo reaccionaba la gente”, recuerda Ron, de 40 años recién cumplidos.

Y aunque era consciente de que su arte  a veces era efímero (porque el muro volvía a ser pintado encima o era demolido), ese salir a cazar paredes le despertó la pasión: primero el mural como hobby; más tarde, como profesión.

Cerca de su casa, en el Municipio de Tres de Febrero, fue el encargado de «embellecer» las paredes de las casas de la zona. La ecuación era sencilla: vecinos que cedían paredes algo despintadas para que Ron y su equipo plasmaran su arte y mejoraran la estética del lugar. Segundo gran antecedente.

Mientras él seguía pensado qué quería ser cuando fuera grande, lo seguían invitando a pintar murales. «¡¿Cómo me voy a dedicar a esto?!», se preguntaba. El camino del muralismo estaba ahí, invitándolo. Sólo había que animarse a transitarlo.

Por fortuna, siguió una corazonada y se animó.

Lo que siguió es una exitosa carrera de muralismo, que lo llevó a pintar más de 300 paredes en todos los rincones del planeta, desde Nueva York a Moscú, desde Malasia a Australia, y a convertirse en uno de los 10 mejores muralistas del mundo. Y, claro, también, en un orgullo argentino.

Son numerosas las intervenciones de Martín Ron en las paredes argentinas.

Primero fue una acción de «embellecimiento urbano» en el partido de Tres de Febrero. Con un equipo de trabajo, pintó paredes despintadas que los vecinos cedían para mejorar. También ahí pintó al escritor Ernesto Sabato, en donde hoy funciona su casa-museo. En Capital, en 2013, estampó un mural de 412 metros cuadrados en un edificio de cuatro pisos de Villa Urquiza: El cuento de los loros lo tituló.

También es autor de una serie de murales de «ídolos populares»: Carlos Tevez en Fuerte Apache; la Coca Sarli, la Mona Jiménez, Diego Maradona. Ron dejó su arte en varias estaciones de subte, como la de Plaza Miserere, Medrano y Plaza de Mayo. Por los cien años de la línea A, pintó una formación completa con cien personajes de la historia argentina como Julio Cortázar, Mercedes Sosa, Carlos Tevez, Juan Manuel Fangio y Luis Alberto Spinetta, entre otros.

"El cuento de los loros", en Holmberg y Rivera, Villa Urquiza. Foto Ariel Grinberg/ Archivo
«El cuento de los loros», en Holmberg y Rivera, Villa Urquiza. Foto Ariel Grinberg/ Archivo

También intervino la línea B logrando un efecto óptico cuando el subte toma velocidad. Y en la línea H, hizo los retratos de la cantante y actriz Tita Merello y del músico Ángel Villoldo. Le dio color y vida al bajo autopista del Acceso Oeste y Perito Moreno, en el límite entre Liniers y Ciudadela.

En 2018, pintó «El Muro de la Memoria», un mural de 12 metros de ancho por 30 de alto, para honrar a las víctimas del atentado a la AMIA: lo hizo en dos columnas que quedaron de la mutual de la calle Pasteur 633.

"El Muro de la Memoria", en Pasteur 633, homenaje a las víctimas del atentado a la Amia. Foto Mario Quinteros/ Archivo
«El Muro de la Memoria», en Pasteur 633, homenaje a las víctimas del atentado a la Amia. Foto Mario Quinteros/ Archivo

Un año más tarde, el homenaje llegó a las paredes del Hospital de Clínicas, ubicado en la avenida Córdoba al 2300. Es un tríptico de murales que pueden verse por la calle Uriburu en los tres cuerpos que forman parte del gran hospital, que recibió el homenaje por parte de la AMIA por haber atendido cerca de 300 heridos aquel 18 de julio de 1994. El mural de Martín Ron es el del medio y rinde tributo a los trabajadores de la salud.

Entre otros de sus murales más conocidos, están el de la tortuga en 3D que sale de una pared (ya demolida) en Barracas y el de una anciana en el frente del bar Desarmadero en Palermo, en Gorriti y Armenia.

Sus murales en el resto del mundo

No solo en Argentina hay obras de Martín Ron. Admirador de Eric Grohe -destacado muralista estadounidense-, el argentino tiene una decena de murales en todo el mundo: ha pintado en ciudades como Londres, Tallin, Penang (Malasia), Bristol, Miami, Tenerife, Bremen, Glauchau (Alemania), Nueva York, Tumby Bay (Australia), Moscú.

Participó del festival Rock Werchter en Bélgica, donde pintó una torre armada con viejos contenedores, una obra de gran tamaño con un retrato de un hombre que sostiene en su boca una rama en la que está apoyado un colorido loro.

Tuvo una muestra individual en la galería Mead Carney, de Londres. Y tiene tres murales en Inglaterra: en la clásica cervecería Old Thruman’s Brewery en Colbert Place; en el edificio Number 90 en Hackney Wick -una imagen hiperrealista titulada «Machaco»- y el tercer mural en Bristol, bajo el nombre «Andrómeda». Ese mismo año pintó un gran mural titulado «Mudra» en Tallin, Estonia. También pintó un enorme mural hiperrealista con tres tortugas marinas en efecto 3D en la ciudad de Penang, Malasia, donde las tortugas dejan sus huevos en las playas de esa ciudad.

Un día de 2016, Carlos Tevez lo llamó a Martín Ron: «Quiero que pintes un mural del Fuerte Apache en mi casa», le pidió. Ron, hincha de Boca, fan del futbolista, creador del Carlitos que ensalza un muro en Fuerte Apache, aceptó. De alguna manera, lo que inició Ron con aquel mural de Carlitos en el barrio natal del jugador se repitió de forma inversa y terminó con un mural de Fuerte Apache en el gimnasio personal de la casa de Tevez, un lugar de entrenamiento y motivación.

Cuando Ron pintó el Carlitos en Fuerte Apache, en una pared que da a un potrero –la ubicación no es inocente–, lo pensó como un símbolo de superación y de inspiración para los chicos que vivían y viven en el lugar, los que sueñan con ser como Tevez.

El mural de Carlitos Tevez en Fuerte Apache. Foto Fernando de la Orden/ Archivo
El mural de Carlitos Tevez en Fuerte Apache. Foto Fernando de la Orden/ Archivo

No se sabía de la existencia del Fuerte Apache en el gimnasio de la casa del jugador de Boca hasta que el propio futbolista lo dio a conocer a fines del año pasado. Recién ahí, Ron se animó a subir a sus redes imágenes de aquel trabajo que solo se conocía en el círculo íntimo.

No fue, sin embargo, el único mural que pintó en la casa del actual Diez de Boca en La Horqueta. En la pared de un pasillo curvo del subsuelo, Ron estampó a fuerza de color y talento la carrera deportiva de Tevez: Carlitos en Boca, Carlitos en el Manchester United, Carlitos en el Manchester City, Carlitos en Corinthians, Carlitos en el West Ham, Carlitos en la Juventus… Solo falta su paso por China.

Lo que viene: el mural «récord»

El 1° de Mayo, Martín Ron se colgará nuevamente y será récord.

Arrancará a pintar un mural en plena avenida Corrientes. Será en la medianera de la torre Lex Tower, en Corrientes 1454, entre Uruguay y Paraná, mano derecha, y constituirá todo un récord para el país y la región por su altura: un mural de 100 metros de alto, a tres cuadras del Obelisco. 

Aunque todavía no tiene el diseño, Martín Ron adelantó a Clarín que para esta obra usará la técnica pictórica de «trompe-l’œil» (trampa para el ojo), que busca engañar a la vista jugando con el entorno y con efectos ópticos de sombra y perspectiva: siguiendo con la temática de dibujar niños, simulará unos chicos jugando en las ventanas. 

Lex Tower, en avenida Corrientes al 1400. Sobre esa franja lateral de 100 metros, Martín Ron realizará el mural más alto del país y la región. Arranca en mayo.
Lex Tower, en avenida Corrientes al 1400. Sobre esa franja lateral de 100 metros, Martín Ron realizará el mural más alto del país y la región. Arranca en mayo.

Día del Beso. Diez obras de arte para volver a enamorarse

Fuente: La Nación ~Escribe Gabriela Mistral en su poema más famoso que hay besos de amor, besos que se dan con la mirada o con la memoria, besos silenciosos, nobles, enigmáticos, sinceros, prohibidos, verdaderos, que arrebatan los sentidos, misteriosos, problemáticos, trágicos, perfumados, tibios, sublimes, ingenuos, puros, traicioneros y cobardes, salvajes… Hay besos que producen desvaríos / de amorosa pasión ardiente y loca, /tú los conoces bien son besos míos / inventados por mí, para tu boca. Besos de toda esta infinita taxonomía se encuentran en la historia del arte, pintados, esculpidos, fotografiados o dibujados como epítomes del amor.

El almanaque indica que hoy la efeméride es el Día del Beso y la ocasión amerita sumergirse en imágenes que llevan a revivir memorias, concretar deseos o añorar los que nunca se dieron, que son los que más duelen, dice una canción.

En el Museo Nacional de Bellas Artes hay una copia de un mármol que no puede estar frío: es El Beso de Auguste Rodin, una escultura tamaño natural donde un hombre besa a una mujer, y se pierde en su boca. Los amantes son Paolo y Francesca, dos personajes de La Divina Comedia, de Dante. La verdad de esta obra está en los detalles, como en los dedos de él que se hunden en la carne de los muslos de ella y nos dejan pensando que no pueden ser de yeso. La pieza fue regalo al país del propio artista francés, en 1908.

Le baiser (El beso)
Autor: Rodin, René François Auguste
(Francia, París, 1840 - Francia, Meudon (Hauts-de-Seine), 1917)
Origen: Donación René Francois Auguste Rodin, 1908
Le baiser (El beso) Autor: Rodin, René François Auguste (Francia, París, 1840 – Francia, Meudon (Hauts-de-Seine), 1917) Origen: Donación René Francois Auguste Rodin, 1908Museo Nacional de Bellas Artes – https://www.bellasartes.gob.ar/coleccion/obra/3659/

Una de las fotos más perfectas de un beso es también de un francés, Robert Doisneau. Parte de un reportaje que le había encargado la revista Life, pasó a la historia como Le baiser de l’hôtel de ville (El beso). Treinta años más tarde, el autor confesó que este emblema de esperanza de la posguerra fue en realidad una toma armada. Sigue siendo un ícono, de todas formas.

"El Beso", de Robert Doisneau, en la portada del libro sobre el fotógrafo editado por Taschen
«El Beso», de Robert Doisneau, en la portada del libro sobre el fotógrafo editado por Taschen

De la misma época es la famosa fotografía de Alfred Eisenstaedt que retrata a un marinero estadounidense besando a una enfermera durante las celebraciones del Día de la Victoria sobre Japón en Times Square, el 14 de agosto de 1945. Los protagonistas quedaron en el anonimato hasta que a fines de 1970 Edith Shain se reconoció en la ya devenida postal de una época. Recién en 2007 supo que el hombre que la sorprendió a la salida del subte y la besó por única vez en su vida aquel día fue el marino Glenn Edward McDuffie. Nunca se volvieron a ver.

El beso de Times Square fue tomado por Alfred Eisenstaedt para un reportaje sobre el fin de la guerra
El beso de Times Square fue tomado por Alfred Eisenstaedt para un reportaje sobre el fin de la guerraArchivo

Uno de los reyes del pop art, Roy Lichtenstein, realizó una serie a besos inspirados en el cómics. Con colores primarios y composición hecha a mano mediante de puntos –como si hubiese sido impresa de manera industrial–, el artista se apropiaba de la estética de la historieta. Hoy es material de pósters, remeras, tazas y señaladores, como esta que cuelga de la pared de un living porteño: reproducción de Kiss V, de 1964.

Pop: besos, lágrimas y colores primarios en una reproducción de "The Kiss V", de Roy Lichtenstein
Pop: besos, lágrimas y colores primarios en una reproducción de «The Kiss V», de Roy Lichtenstein

En el siglo XIX, Henri de Tolousse-Lautrec retrata la vida en los prostíbulos. Esta pintura es En la cama: el beso,y lleva al óleo el reposo a la vez erótico y amoroso de dos trabajadoras sexuales del 6 rue des Moulins. Esta obra es una de las 16 pinturas que le encargó en 1892 el propietario del prostíbulo de la rue d’Ambroise para decorar el salón principal.

Una de las pinturas de Toulouse Lautrec sobre la vida en los prostíbulos, 1892
Una de las pinturas de Toulouse Lautrec sobre la vida en los prostíbulos, 1892http://www.henritoulouselautrec.org/in-bed-the-kiss/

En el Belvedere de Viena está El Beso de Gustave Klimt, un óleo con laminillas de oro y estaño sobre lienzo de 180 x 180 centímetros, realizado entre 1907 y 1908. El museo lo compró ese mismo año, la primera vez que el artista lo mostró. Es tan emblemática que en Austria se acuñó con esta imagen una moneda de cien euros. Es considerada un tesoro nacional. Se cree que los amantes son el pintor y su pareja, la diseñadora de moda Emilie Flöge. También podría ser Adele Bloch-Bauer: hay una muy buena película que cuenta la historia de su retrato.

El Beso de Gustave Klimt, un óleo con laminillas de oro y estaño, es un clásico de la historia del arte y emblema de Austria: fue acuñado en una moneda conmemorativa de cien euros
El Beso de Gustave Klimt, un óleo con laminillas de oro y estaño, es un clásico de la historia del arte y emblema de Austria: fue acuñado en una moneda conmemorativa de cien euroshttps://sammlung.belvedere.at/objects/6678/der-kuss-liebespaar?

Este beso es perturbador: René Magritte, genio del surrealismo, pintó la serie Los amantes con cuatro variaciones, en 1928: un hombre y una mujer con la identidad oculta. Son recurrentes en su obra las cabezas tapadas y tiene que ver con un trauma muy tremendo: cuando era adolescente vio cómo sacaban el cadáver de su madre del río Sambre con la camisa mojada, enrollada en la cabeza y ocultándole la cara. Se había suicidado.

"The Lovers II", de 1928, de Magritte, se puede reinterpretar hoy en días de pandemia
«The Lovers II», de 1928, de Magritte, se puede reinterpretar hoy en días de pandemiahttps://www.moma.org/collection/works/79933

Pablo Picasso ha pintado muchos besos, pero nunca tantos como los que dio: en su vida estuvo enamorado de ocho mujeres y besó a muchísimas más. No siempre las hizo feliz. “El amor es el mejor tónico de la vida”, dijo el artista. El beso es una de las obras maestras de Picasso que atesora el museo del artista en París. Fue pintado en 1969, apenas cuatro años antes de su muerte, cuando el artista ya tenía 88 años. Estaba entonces enamorado de Jacqueline Roque, en Vallauris.

Un Picasso de 1969, pintado apenas cuatro años antes de su muerte, cuando ya tenía 88 años
Un Picasso de 1969, pintado apenas cuatro años antes de su muerte, cuando ya tenía 88 años

Dos obras argentinas y poco conocidas podrían sumarse a esta selección universal e icónica. Una se vio en el Museo Sívori durante la retrospectiva de exposición Mariette Lydis, Transicionar lo surreal. Se trata de uno de sus dibujos eróticos de esta dibujante, grabadora, litógrafa y pintora autodidacta, nacida en Viena y radicada en Buenos Aires, que adquirió notoriedad en Europa en el período de entreguerras. Un beso apasionado, en un dibujo casi secreto.

Reproducción de una obra de Mariette Lydis que se expuso en el Museo Sívori en una muestra de 2019
Reproducción de una obra de Mariette Lydis que se expuso en el Museo Sívori en una muestra de 2019

La última es una fotografía de Pablo Pintor, que rinde homenaje al beso de Doisneau, pero en una obra en construcción en la ciudad de Buenos Aires. Hasta hace poco estuvo exhibida en su muestra Transeúnte, en FOLA. Personajes que retrata sin permiso, en su constante búsqueda de personajes.

"Secreto en la Obra", de Pablo Pintor, que hasta hace pocas semanas se exhibía en la Fototeca Latinoamericana Fola
«Secreto en la Obra», de Pablo Pintor, que hasta hace pocas semanas se exhibía en la Fototeca Latinoamericana FolaPablo Pintor

El color negro articula una notable exposición

Fuente: Ámbito ~ Laura San Martín, directora de ODA Oficina de Arte, señala en el texto que acompaña “Oda al negro” que la muestra busca suprimir el detalle, realzar la armonía, descubrir la sensibilidad pura en la forma pese a que el color negro la libera de todo dramatismo.

La semana pasada, en esta página, se habló de una muestra en la que el blanco y el negro son protagonistas. En una rara coincidencia, la elección de este cromatismo se deba quizás al intenso ruido exterior al que estamos sometidos, la sobrecarga de información en tiempos tan conflictivos, por lo que la elección responde a un repliegue interior, una búsqueda de lo esencial, sin alardes ni piruetas de colores. La arquitectura de la luminosa galería se presta para entablar un diálogo con las obras de los artistas convocados, rodeados por el silencio.

Osvaldo Decastelli es un artista conocido por haberle dado status artístico al cartón corrugado. Lo ha dotado de dignidad desde sus primeras esculturas y objetos hasta llegar al hueso, de origen orgánico, de este material. Con placas radiográficas que revelan su interior, logra un sutil juego geométrico. María Torcello es una escultora autodidacta que cultivó lazos con escultores como Jorge Michel y Jorge Gamarra. Tallado y pulido, la forma y el espacio vacío están en la esencia de su búsqueda de la pureza de la forma. Utiliza el Shou Sugi Ban, técnica japonesa del quemado de la madera, dotando a sus obras de un color negro intenso.

Rocío Copolla (1965-2020). Una semilla, un fruto, crines de caballo, telas de araña, materiales maleables con las que construye en el aire una escultura blanda, transparente. Su método era entretejer ideas y así van surgiendo estos “dibujos” en el espacio, impredecibles, formas orgánicas que se expanden y van creciendo casi de manera salvaje, etéreas. Adriana Kogoi deja huellas sobre un entramado en el que se descubre el intenso trabajo de raspar, pintar, volver a raspar. Son gestos que intentan ocultar recuerdos, vivencias o, por el contrario, dejar constancia de todo lo vivido a la manera de un palimpsesto donde puede seguir escribiendo su historia.

Es probable que una frase del trompetista Miles Davis, “Para mí, en la música y en la vida, todo es estilo”, esté en la base del extraordinario retrato suyo que presenta Felix San Martín. También captó el aire reconcentrado, la mirada penetrante y aguda del irlandés Samuel Beckett, que era capaz de pasar una hora frente a una sola pintura, observarla hasta en sus más mínimos detalles. Otro retrato para destacar es el de Patti Smith, a la que instaló en ese mundo dual de oscuridad y luz en el que vivimos los seres humanos.

El gran fotógrafo argentino Diego Ortiz Mugica, reconocido internacionalmente por retratar la belleza de áreas protegidas, paisajes neblinosos, ríos, glaciares, situaciones con personajes, en místicos blancos, negros y grises, presenta su serie “Básicos”, en la que hace alarde de un extraordinario contraste de luz y sombras en objetos que parecen encerrados en envases de vidrio. Rosana Schoijett, artista de vasta trayectoria cuyas fotografías dan lugar a múltiples interpretaciones, presenta perfiles, siluetas, como si fueran retratos en negativo que remiten a esas imágenes enigmáticas, que se conservaban celosamente en camafeos.

El asombroso caso de “Salvator Mundi”: nuevas revelaciones sobre el cuadro más caro del mundo

Fuente: La Nación ~ Desde 2018, el Estado francés sabe que Salvator Mundi, el cuadro más caro de la historia, comprado por el príncipe heredero de Arabia Saudita, no fue pintado por Leonardo da Vinci. Tras dos años de investigación, un documental que será difundido mañana en la televisión francesa revela los detalles de una increíble aventura.

Mohamed Ben Salmane, príncipe heredero de Arabia Saudita, es conocido por no tener límites para muchas cosas. Pero, sobre todo, por no mirar cuánto gasta. En 2015 compró en Francia la propiedad más cara del mundo, el castillo high tech de Louveciennes, en las afueras de París, por 275 millones de euros. También compró un gigantesco yate, el “Serene”, que no es el más caro del mundo, pero cuesta 458 millones de dólares.

Uno de sus allegados califica esa obsesión de “compras de prestigio”. Por eso, en 2017, pocos meses después de haber llegado al poder, MBS -como lo llaman todos- adquirió anónimamente el Salvator Mundi, una pintura de Jesús presentada en Nueva York por Christie’s como una obra de Leonardo da Vinci.

La venta quedó en la memoria porque el príncipe, oculto detrás de una serie de intermediarios, aumentaba la apuesta de a 20 millones, hasta llegar a la escandalosa suma de 450 millones de dólares y convirtiendo así a ese cuadro en la obra más cara de la historia vendida en una subasta.

Poco se sabe del Salvator Mundi. Se cree que figuró en la colección de arte del rey Carlos I de Inglaterra, antes de ser subastado en Londres a fines del siglo XVIII. La pintura resurgió a comienzos del siglo XX en la colección de un lord amateur de arte, sir Francis Cook. En 1958, un estadounidense visitó Londres y lo compró por 45 dólares.

Siempre fue presentado como la copia tardía de una pintura de Boltraffio, discípulo de Da Vinci. Treinta años más tarde lo heredó un cierto Basil Hendry Sr., industrial de Baton Rouge, Luisiana, donde quedó colgado en una escalera hasta su muerte, incluso cuando una empleada de Christie’s, enviada a evaluar los objetos de arte, le pasó al lado comentando con indiferencia “It’s not for me” (no es para mí).

Tras el remate crecieron las dudas de los especialistas por la autenticidad de la obra atribuida a Leonardo
Tras el remate crecieron las dudas de los especialistas por la autenticidad de la obra atribuida a Leonardo

Salvator Mundi será mañana el tema de un documental del realizador Antoine Vitkine, El asombroso caso del último Da Vinci. Fruto de una investigación de dos años, revela los detalles de una historia increíble.

En 2005, un modesto marchand d’art, Robert Simon, descubrió el cuadro en Luisiana y lo compró por 1.175 dólares. Amante del arte italiano, reconoció de inmediato la composición y el tema de la obra. El Salvator Mundi, que con su mano derecha bendice y en su mano izquierda sosteniendo un globo, era una representación muy común en el Renacimiento. Tiziano, El Greco, Dürer lo pintaron, al igual que varios asistentes de Da Vinci. El atelier del inimitable maestro italiano produjo numerosos estudios preparatorios, tantos, que muchos especialistas han especulado sobre la existencia de un modelo, realizado por el propio Da Vinci.

Sin atreverse a pensar en Da Vinci, Simon estaba seguro de su antigüedad. Por eso lo confió a su amiga Dianne Modestini, conocida restauradora norteamericana que retiró el barniz y los agregados para acceder a la imagen original o, al menos, a lo que quedaba. Tras dos años de trabajo, Modestini tuvo la certeza de que se trataba de un auténtico Da Vinci y convenció a Simon de que era el propietario de una obra invalorable. Desde entonces, a pesar de las constantes dudas sobre su autenticidad, esa imagen, dos veces sagrada -por su tema y por su autor- haría perder la razón a quienes la miraban, llevando a un príncipe saudita, víctima de vaya uno a saber qué fiebre, a comprarla diez años después convencido de estar comprando la historia.

¿Gesto diplomático agresivo de un soberano apenas llegado al poder que quiere impresionar al mundo con su magnificencia? En todo caso, pocos días después, el deseado anonimato estalló en pedazos cuando dos periódicos norteamericanos revelaron la identidad del comprador. Presionado por su entorno por numerosas razones de política interna, negando siempre ser el propietario, MBS lo confió rápidamente al Louvre de Abu Dhabi, que programó una exposición para 2018. Pero a las críticas se sumaron las crecientes dudas de especialistas de arte sobre su autenticidad. Para muchos, el príncipe había pagado 450 millones de dólares por algo que no valía gran cosa.

“Para ellos, no era el monarca dominador capaz de comprarse los tesoros del Viejo Continente. Era un inculto, un vulgar, que se había hecho engañar como un simple nuevo rico”, explica Vitkine.

Pero el cuadro tenía un certificado importante: en 2010, la National Gallery de Londres había decidido exponer la obra presentándola como The lost Leonardo (el Leonardo perdido) y describiéndola como autógrafa, reconocida así por la comunidad de expertos. La verdad estaba lejos de ser esa: de los cinco expertos internacionales que la habían estudiado en la capital británica, solo uno, Martin Kemp, profesor emérito de Oxford y célebre “leonardista” había dado su aprobación.

En 2013, el Salvator Mundi fue comprado por 127,5 millones de dólares por el oligarca ruso Dimitri Rybolovlev, instalado en Mónaco. En 2017, furioso al descubrir por la prensa que el cuadro no valía más de unos 80 millones, decidió ponerlo en venta. Christie’s se hizo cargo en Nueva York y para ello lo presentó como “enteramente pintado por Leonardo” con el nombre The last Leonardo (El último Leonardo).

Un año más tarde, MBS fue recibido en París por el presidente Emmanuel Macron para firmar acuerdos comerciales por un valor de entre 15.000 y 18.000 millones de euros. Según fuentes francesas, el Salvator Mundi figuraba en las discusiones. Los sauditas pidieron a Francia hacer un peritaje en el más absoluto secreto. Fue así como el cuadro llegó en junio al C2RMF, el mejor laboratorio del mundo destinado al análisis de obras de arte, situado en el subsuelo del Museo del Louvre.

“La pintura permaneció tres meses en el Louvre, pasando por todas las máquinas, radiografías y análisis imaginables”, afirma uno de los expertos de la institución a Vitkine. En septiembre cayó el veredicto: “Leonardo solo contribuyó en la realización de la obra. No hay duda posible. Solo los sauditas fueron informados”, asegura Chris Dercon, presidente de la Reunión de Museos Nacionales de Francia.

Pocos días después, Salvator Mundi desaparecía de la circulación. Para MBS, la única forma de evitar la humillación mundial sería exponerlo en la gigantesca muestra por los 500 años de Leonardo que el Louvre preparaba para 2019. Pero las exigencias del príncipe tomarían a todos por sorpresa: “Su pedido era claro: exponer el cuadro junto a La Gioconda y presentarlo como un Da Vinci 100% . Una solicitud desmesurada, acompañada de todo tipo de promesas, que hubiera significado blanquear 450 millones de dólares”, relata una fuente en el documental.

Poco antes de la inauguración de la exposición, mientras el mundo entero se preguntaba si el Salvator Mundi vendría a París o no, el expediente aterrizó en el despacho de Emmanuel Macron quien decidió no aceptar las exigencias sauditas y dejar que el Louvre y el ministerio de Cultura fijaran sus condiciones.

MBS terminó negándose a prestar la obra, que nunca más apareció. Hay quienes dicen que se encuentra a bordo del “Serene”, otros que duerme en la caja fuerte de un banco o de un puerto franco. Como sea, la pintura no vale hoy más de una veintena de millones de dólares y pocos son los que se atreven a afirmar la autoría de Leonardo.

Hasta el mismo Martin Kemp reconoce que tal vez fue “demasiado afirmativo”. “Aunque, si me equivoqué, no provoqué la muerte de nadie. Alguien perdió mucho dinero, es verdad. Pero, en fin…”, sonríe en el filme, demasiado enamorado de Leonardo como para tener pena de ese príncipe árabe incapaz de comprender las sutilezas del mercado del arte.

Celebrarán en el mundo el día del arte

Fuente: AIM ~ El Día Mundial del Arte es una celebración internacional de las artes, la cual fue declarada por la Asociación Internacional del Arte (IAA, por sus siglas en inglés) con el fin de promover conciencia de la actividad creativa en todo el mundo, registró AIM. La fecha se eligió en honor al día del nacimiento de Leonardo da Vinci.

Una propuesta fue presentada en la décimo séptima Asamblea General de la Asociación Internacional de Arte en Guadalajara para declarar el 15 de Abril como el Día Mundial del Arte, con su primera celebración la cual tuvo lugar en el 2012.

Esta propuesta fue patrocinada por Bedri Baykam de Turquía y co-firmado por Rosa Maria Burillo Velasco de México, Anne Pourny deFrancia, Liu Dawei de China, Christos Symeonides de Chipre, Anders Liden de Suecia, Kan Irie de Japón, Pavel Kral de Eslovaquia, Dev Chooramun de Mauricio, y Hilde Rognskog de Noruega. Dicha propuesta fue aceptada por unanimidad por la Asamblea General.

La fecha se eligió en honor al día del nacimiento de Leonardo da Vinci. Da Vinci fue seleccionado como un símbolo mundial de paz, libertad de expresión, tolerancia, fraternidad y multiculturalismo, así como el arte también es importante en otros campos.

Celebraciones pasadas
El primer Día Mundial del Arte el 15 de abril de 2012, se vio apoyado por todos los comités nacionales de la IAA y 150 artistas, incluyendo entre ellos a los de Francia, Suecia, Eslovaquia, Sudáfrica, Chipre y Venezuela, pero la intención del evento es universal. Los eventos variaron en cuanto a los horarios especiales de los museos, conferencias y más. Por ejemplo, Venezuela celebra exposiciones de arte al aire libre con pinturas, esculturas, grabados, video y más, así como también con una demostración de cocina Florentina en honor a Da Vinci.

Más eventos fueron celebrados en el 2013 en todo el mundo incluyendo el Mbombela museo municipal de arte en Sudáfrica. Sin embargo, hubo polémica en las celebraciones de Suecia cuando el ministro sueco de Cultura Lena Adelsohn Liljeroth, cortó en los genitales de un pastel que representaba a una mujer negra africana. El acto estaba destinado como una declaración en contra de la mutilación genital pero muchos asistentes percibieron la representación como racista.

El Día Mundial del Arte también ha contado con el apoyo en línea, especialmente por el Proyecto de Arte de Google.

Más sobre la elección de la fecha
La fecha se eligió en honor al día del nacimiento de Leonardo da Vinci. Da Vinci fue seleccionado como un símbolo mundial de paz, libertad de expresión, tolerancia, fraternidad y multiculturalismo, así como el arte también es importante en otros campos.

No había un acuerdo del planeta para definir esta fecha como una celebración universal, pero en el año 2012 más de 150 artistas de diferentes países promovieron reconocerla por ser el nacimiento de Leonardo Da Vinci.

Cada 15 de abril celebramos el día mundial del arte, su celebración si se quiere es reciente, y apenas se comenzó a realizar en el año 2012.

Aunque la Organización de las Naciones Unidas no ha estipulado la fecha como una celebración universal, una propuesta presentada en la décimo séptima Asamblea General de la Asociación Internacional de Artistas Plásticos, celebrada en Guadalajara México, fue apoyada por más de 150 artistas del planeta.

Esta asociación trabaja con la Unesco. Artistas plásticos criollos representan al país en conjunto con otros de 13 países de la región, quienes formaron parte fundamental de la primera celebración, y desde entonces contribuyen con la misma.

Leonardo da Vinci
Leonardo da Vinci fue un pintor florentino. Notable polímata del Renacimiento italiano (a la vez anatomista, arquitecto, artista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta yurbanista) nació en Vinci el 15 de abril de 1452 y falleció en Amboise el 2 de mayo de 1519, a los 67 años, acompañado de su fiel Francesco Melzi, a quien legó sus proyectos, diseños y pinturas.

Tras pasar su infancia en su ciudad natal, Leonardo estudió con el célebre pintor florentino Andrea de Verrocchio.
Sus primeros trabajos de importancia fueron creados en Milán al servicio del duque Ludovico Sforza.
Trabajó a continuación en Roma, Bolonia y Venecia, y pasó los últimos años de su vida en Francia, por invitación del rey Francisco I.
La Gioconda (La Joconde en francés), también conocida como La Mona Lisa, es una obra pictórica del italiano Leonardo da Vinci.
Frecuentemente descrito como un arquetipo y símbolo del hombre del Renacimiento, genio universal, además de filósofo humanista cuya curiosidad infinita solo puede ser equiparable a su capacidad inventiva, Leonardo da Vinci es considerado como uno de los más grandes pintores de todos los tiempos y, probablemente, es la persona con el mayor número de talentos en múltiples disciplinas que jamás ha existido.
Como ingeniero e inventor, Leonardo desarrolló ideas muy adelantadas a su tiempo, tales como el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil. Muy pocos de sus proyectos llegaron a construirse (entre ellos la máquina para medir el límite elástico de un cable), puesto que la mayoría no eran realizables durante esa época. Como científico, Leonardo da Vinci hizo progresar mucho el conocimiento en las áreas de anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica.
Su asociación histórica más famosa es la pintura, siendo dos de sus obras más célebres, La Gioconda y La Última Cena, copiadas y parodiadas en varias ocasiones, al igual que su dibujo del Hombre de Vitruvio, que llegaría a ser retomado en numerosos trabajos derivados.
No obstante, únicamente se conocen unas veinte de sus obras, debido principalmente a sus constantes (y a veces desastrosos) experimentos con nuevas técnicas y a su inconstancia crónica.
Este reducido número de creaciones, junto con sus cuadernos que contienen dibujos, diagramas científicos y reflexiones sobre la naturaleza de la pintura, constituyen un legado para las sucesivas generaciones de artistas, llegando a ser igualado únicamente por Miguel Ángel.
El arte (del latín ars) es el concepto que engloba todas las creaciones realizadas por el ser humano para expresar una visión sensible acerca del mundo, ya sea real o imaginario. Mediante recursos plásticos, lingüísticos o sonoros, el arte permite expresar ideas, emociones, percepciones y sensaciones.

Qué es el arte
La historia indica que, con la aparición del Homo Sapiens, el arte tuvo una función ritual y mágico-religiosa, que fue cambiando con el correr del tiempo. De todas formas, la definición de arte varía de acuerdo a la época y a la cultura.
Con el Renacimiento italiano, a fines del siglo XV, comienza a distinguirse entre la artesanía y las bellas artes. El artesano es aquel que se dedica a producir obras múltiples, mientras que el artista es creador de obras únicas.
Precisamente es en el Renacimiento Italiano donde encontramos una de las etapas más importantes de la Historia del Arte tanto por los magníficos artistas que en ella trabajaron como por las sorprendentes obras que los mismos acometieron y que hoy son alabadas en todo el mundo.
Así, por ejemplo, tendríamos que destacar a figuras de la talla de Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Donatello, Tiziano o Rafael. Y en cuanto a trabajos destacaríamos, por ejemplo, “La Gioconda”, “La Capilla Sixtina”, “Gattamelata”, “Venus de Urbino” y “Los desposorios de la Virgen” respectivamente.
La clasificación utilizada en la Grecia antigua incluía seis disciplinas dentro del arte: la arquitectura, la danza, la escultura, la música, la pintura y la poesía (literatura). Más adelante, comenzó a incluirse al cine como el séptimo arte. También hay quienes nombran a la fotografía como el octavo arte (aunque suele alegarse que se trata de una extensión de la pintura) y a la historieta como el noveno (sus detractores indican que es, en realidad, un puente entre la pintura y el cine). La televisión, la moda, la publicidad y los videojuegos son otras disciplinas que, en ocasiones, son consideradas como artísticas.
En este sentido, hay que destacar que la Unesco se dedica a catalogar a aquellas obras y monumentos artísticos que tienen un valor incalculable y una belleza inigualable. En este caso podríamos hablar, por ejemplo, de la Mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada, la Catedral de Sevilla o el Yacimiento Arqueológico de Atapuerca.
Sin embargo, en todo el mundo existen monumentos que reciben esta misma catalogación. Entre los mismos se encuentran el Templo Tiwanaku en Bolivia, las Iglesias de Chiloé en Chile, el centro histórico de Lima o el Castillo de San Pedro de la Roca en Santiago de Cuba.
Y todo ello sin olvidarnos tampoco de los Palacios Reales de Abomey en Benín, el Chichén Itza en México, la Estatua de la Libertad de Estados Unidos, las necrópolis de Egipto, la Iglesia de la Natividad en Palestina o el Castillo de Durham en Reino Unido.
Con el paso del tiempo, las creaciones artísticas suelen sufrir importantes deterioros. Por eso, el conjunto de procesos dedicados a la preservación de estos bienes culturales para el futuro es conocido como conservación y restauración de obras de arte.
Además de todo lo expuesto tenemos que subrayar que el término arte también se utiliza para hacer referencia a la maña o a la astucia que tiene una persona para realizar una tarea concreta.

Importancia del arte
El arte es una de las formas más evolucionadas de la expresión humana. A través de ella el hombre puede expresar su visión personal sobre aquello que le aqueja, le interesa o simplemente le parece bello, por medio de recursos plásticos, sonoros o lingüísticos.
Entre las muchas ventajas que ha detectado la ciencia sobre la práctica del arte desde edad temprana, las más importantes son:
Desarrolla una sensibilidad que le permite a la persona desarrollar un código de ética muy sólido.
Ayuda al aumento de la concentración.
Permite el desarrollo de estructuras de pensamiento mucho más complejas.
Fomenta el desarrollo de la creatividad tanto individual como grupal.
Promueve la tolerancia.
Aumenta la confianza y el auto concepto del individuo.

La creación grupal, el nuevo paradigma en el mundo del arte

Fuente: La Nación ~ Este es el lugar donde se reúne el consejo. No hay cabecera: todos iguales, incluso el rey. Ese es el corazón de Camelot”, explica Arturo, el monarca de la leyenda interpretado por Sean Connery, al joven Lancelot que encarna Richard Gere en El primer caballero. Mientras escucha a su mentor, este último se detiene en la frase tallada sobre la célebre mesa redonda: “Sirviéndonos los unos a los otros, nos liberamos”.

Disponible en Netflix, a un cuarto de siglo de su estreno y a días de la muerte del actor inglés, la película dejaba así un mensaje póstumo del hombre que le dio a James Bond su rostro más conocido. Una síntesis de lo que se estaba gestando a puertas cerradas, en plena pandemia, mientras las reuniones cotidianas por Zoom hacían del damero de rostros un ícono del nuevo paradigma: el que reemplaza la competencia por la colaboración, puesto en práctica desde hace décadas en el mundo del arte.

“Los artistas anticipamos cosas que todavía no son cuantificables”, advertía hace cinco años a LA NACION Tomás Saraceno, tucumano radicado en Berlín, mientras impulsaba con un equipo interdisciplinario su proyecto de convertir a la Argentina en un país pionero en vuelos libres de combustibles fósiles.

La búsqueda de soluciones a problemas ambientales inspira a muchos “artivistas” que aportan su talento para lograr una transformación política y social. Como el danés Olafur Eliasson, también radicado en la capital alemana. En esa ciudad pionera en generar conciencia sobre formas de vida más sustentables, trabaja en crear “espacios sensibles a lo individual y a lo colectivo” con artesanos, técnicos, arquitectos, historiadores de arte, cineastas, ingenieros.

Eliasson en su estudio, bajo la lluvia de una nube virtual
Eliasson en su estudio, bajo la lluvia de una nube virtualGentileza Olafur Eliasson

Comprometidos y cosmopolitas, Saraceno y Eliasson se cuentan entre los convocados para participar de Back to Earth (“Volver a la Tierra”), ciclo destinado a celebrar los cincuenta años de las británicas Serpentine Galleries con la mirada puesta en el futuro: a través de campañas ecológicas promovidas por decenas de expertos en distintas disciplinas. “¿Qué tipo de investigaciones y recursos compartidos, y prácticas de trabajo colaborativas se necesitan para dar respuestas complejas a problemas complejos?”, se pregunta una de las instituciones artísticas más prestigiosas del mundo, que impulsa desde 2014 iniciativas relacionadas con la preservación del medioambiente.

“¿Para qué sirve el arte? ¿Frente al dolor, hay algo que el arte pueda hacer?” Esas preguntas procura responder con acciones concretas Vergel, una ONG que pone la creatividad al servicio de la salud y la educación. Todo comenzó en 2006, cuando la artista Catalina León se presentó como voluntaria en el Hospice San Camilo para acompañar adultos en el final de su vida. Luego se incorporó al equipo de cuidados paliativos del Hospital Gutiérrez, sumó a varios colegas y así nació el programa Pintando en el Hospital, para niños y adolescentes internados.

En el otro extremo del ciclo vital se concentra Ana Gallardo: la instancia próxima a la muerte es uno de los ejes centrales de su trabajo, casi siempre colectivo. Desde hace más de una década está abocada al proyecto Un lugar para vivir cuando seamos viejos, que consiste en aprender hobbies y oficios; sueña además con la creación de una “escuela de envejecer”, en la cual puedan compartir esas actividades.

El interés por los vínculos que se tejen al aprender conocimientos que atraviesan generaciones de boca en boca inspira también la obra de Gabriel Baggio, artista que creció observando cómo su abuelo fabricaba utensilios de madera para que su abuela amasara las pastas.

“Belleza y felicidad” se leía en letras doradas sobre la vidriera de un local de Almagro, que funcionó como abrigo poético de artistas durante los primeros años del nuevo milenio. Aquel mítico espacio creado por Cecilia Pavón y Fernanda Laguna fue transformado en Belleza y Felicidad Fiorito, un proyecto social y educativo que funciona desde 2003 en Villa Fiorito. La pandemia profundizó ese rol: se crearon alianzas con otras organizaciones para ampliar el comedor y la información sobre higiene y violencia de género.

El trabajo de Laguna fue citado entre los proyectos artísticos difundidos el año pasado desde las plataformas virtuales del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, cuando la pandemia obligó a cerrar sus puertas. Las reabrió con sus espacios comunes intervenidos por otro emprendimiento grupal liderado por Diana Aisenberg, artista confiada en que “todo lo que está suspendido por obra del trabajo colectivo, es refugio”.

“Estos acercamientos a distintos modos de observar y actuar junto a las comunidades -señaló el Moderno- parecen confirmar que, en el camino hacia la vida colectiva que planeamos, el arte es una de las mejores formas de forjar lazos duraderos sobre la base de nuevas sensibilidades, diálogos profundos y fantasías de nuevos mundos posibles”.

Destruyen obra de arte de medio millón de dólares creyendo que era arte participativo

Fuente: Crónica ~ Una obra sin nombre del artista estadounidense JonOne, expuesta en el museo Lotte World Mall de  SeúlCorea del Sur, y valorada en medio millón de dólares, fue destrozada por una pareja que creyó que se trataba de arte participativo.

La obra, sin título, supera los 425.000 euros. Se trata de un graffiti que mide 7 metros por 2,4 y JonOne la pintó en 2016 en una actuación en vivo en el Lotte World Mall de Seúl

La obra de arte está valuada en 500 mil dólares.

Lo que pareció una colaboración para los involucrados, terminó siendo un acto de vandalismo y su paseo y diversión terminó y finalizaron la noche tras las rejas.

Según medios asiáticos el malentendido se debe a que la obra se expone en el museo de Séul con los botes de pintura y las brochas que el artista utilizó, justo debajo y eso los pudo hacer creer que ameritaba su participación.

Las cámaras de seguridad del museo muestran el momento en el que la pareja empieza a darle brochazos verdes al cuadro, tan campantes, sin mostrar preocupación alguna por estar cometiendo un delito, sin que nadie se diera cuenta, a pesar de que el museo estaba abierto. 

A la hora del cierre, los galeristas se encontraron el cuadro, valorado en más de 425.000 euros, «retocado» con los brochazos.

«Llamamos inmediatamente a la policía y se llevaron el bote de pintura y la brocha como pruebas»,  detalló Kang Wok, director de la exposición «Street Noise».

«Confesaron que pensaban que estaba permitido pintar sobre la obra, y que fue un error. Estamos viendo con el artista qué hacer al respecto», comentó el director de la exposición.

Como resultado, el museo decidió instalar unos carteles en los que pone «prohibido tocar» para disuadir al resto de visitantes que dar rienda suelta a su creatividad.

Los elementos que provocaron la confusión de la pareja.

Homenajean al artista Fernando Fader con muestras y charlas en el aniversario de su nacimiento

Fuente: Télam ~ El Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú – Casa de Fader, ubicado en la localidad mendocina de Luján de Cuyo, preparó una serie de actividades que se desarrollarán durante abril.

Con motivo del aniversario 139 del natalicio del pintor Fernando Fader, el Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú – Casa de Fader, ubicado en la localidad mendocina de Luján de Cuyo, preparó una serie de actividades que se desarrollarán durante abril y que comenzaron con «Muros con destino», una muestra realizada por artistas visuales de esa provincia.

Se trata de una exposición compuesta por murales sobre bloques de fibrocemento, inspirados en la obra de Fader que podrá visitarse durante todo el mes y que cuenta con la participación de Carlos Escoriza, Germán Álvarez, Lucía Coria, Guillermo d’Anna y Leo Pedra, informaron fuentes de la cartera cultural de la provincia.

Los homenajes continuarán el próximo domingo 11 de abril, a las 18, con un espectáculo musical de Alma de Soul, y la participación de artistas como Eugenia Ferrer, Quique Nomberto y Charly Núñez y el miércoles 14 con una charla sobre la historia de la colección de arte del Museo Fader, a cargo del licenciado en historia del arte Pablo Chiavazza, que realizará un recorrido histórico sobre la colección de arte de más de 1.500 obras con la que cuenta la institución.

El domingo 18, entre las 16 y las 18, la charla guiada sobre la restauración en el museo estará a cargo de Cristina Sonego, quien fue la responsable de restauración de los murales y la casona familiar Guiñazú. Mientras que el miércoles 21 a las 18, se cerrará el ciclo con Chiavazza exponiendo sobre la vida de Fernando Fader en una actividad virtual.

Las inscripciones para estas tres ultimas actividades se realizan a través de museofadermendoza@gmail.com.

El Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú-Casa Fader, concebido para una función activa como cátedra de arte, cuenta con colecciones originales de importantes artistas provinciales, nacionales y con reproducciones de cuadros y esculturas del arte universal. Lleva el nombre del artista plástico Fernando Fader,- nacido el 11 de abril de 1882 en Burdeos, Francia- quien pintó los murales del hall y de la piscina interna.

La casona donde funciona fue donada por Narcisa Araujo de Guiñazú en 1945 y transformada con una original concepción de museo-parque, trazado geométrico de cipreses que forman salas al aire libre para la exposición de esculturas.

Abrió finalmente sus puertas al público en 1951 y como señal del reconocimiento oficial por su valor, en 1998 se declararon bienes del patrimonio de la Provincia de Mendoza el edificio del museo, su parque y la obra de Fader.

En 2019, luego de estar cerrado siete años, y tras una exhaustiva restauración y puesta en valor, el emblemático espacio de arte reabrió sus puertas al público.