«Es una locura convivir con estas obras, algo muy potente»: ¿cómo es por dentro la impresionante colección de arte de las oficinas de Balanz?

Fuente: Cronista – Es casi inconcebible lo que sucede en un edificio (donde trabajan 800 personas) de la avenida Corrientes: joyas casi imposible de ver, incluso en los museos más importantes de la región/¿Cómo empezaron (y por qué a crear) una colección así?/Los enormes artistas que «visten» sus paredes/Desde Nicola Costantino hasta arte japonés/¿Cómo se hace para visitarla?/¿Piensan algún día ser un espacio público?/Además: ¿cómo es trabajar – en el día a día – rodeados de un acervo tal?

Nos recibe Juliana Fontalva, manager y cuidadora de la colección Balanz, en uno de los edificios más imponentes de la Av. Corrientes. A pocos pasos de la locura del Microcentro porteño, se encuentra una de las colecciones de arte nacional e internacional más relevantes del país. En ella uno puede encontrar joyas casi imposibles de ver, incluso en los museos más importantes de la región.

Desde hace catorce años, Claudio Porcel e Isabel Pita hacen realidad un plan que empezó como una inversión y se transformó en un amor para toda la vida. La construcción de una colección con identidad que se encuentra en pleno crecimiento.

Recorrer las oficinas de Balanz incluye treparse a una pieza icónica del renombrado artista brasileño Ernesto Neto, rodear una de las mesas de Adrián Villar Rojas que formó parte de «The Theater of Disappearance» la instalación que creó específicamente para la terraza del MET de Nueva York, estar a unos pocos centímetros de Ana Mendieta o susurrarle al oído a una de las esculturas más valiosas de Pablo Suárez, que se presentó en su muestra retrospectiva en MALBA (prestada por Balanz), un acontecimiento que cambió la perspectiva de los casi 800 empleados que día a día conviven con estos deslumbrantes trabajos. ¿Qué implica ser coleccionista? ¿Por qué una empresa privada busca potenciar e incentivar al mercado del arte? ¿Dónde está el valor agregado de Balanz como una colección en constante movimiento? De esto y mucho más habló MALEVA con Juliana.

«Recorrer las oficinas de Balanz incluye treparse a una pieza icónica del renombrado artista brasileño Ernesto Neto, rodear una de las mesas de Adrián Villar Rojas que formó parte de «The Theater of Disappearance» la instalación que creó específicamente para la terraza del MET de Nueva York, estar a unos pocos centímetros de Ana Mendieta o susurrarle al oído a una de las esculturas más valiosas de Pablo Suárez, que se presentó en su muestra retrospectiva en MALBA…»

Estamos en un espacio poco habitual para una colección de arte, que no sólo tiene el deseo de adquirir obras, sino que se presenta como un proyecto abierto al público. ¿Qué es Balanz Capital? ¿Cómo nace la colección y cuáles fueron los deseos y objetivos en el inicio?

Balanz es un «full investment house», una empresa de capitales que acaba de cumplir veinte años y que colecciona arte desde hace catorce. Ese proceso arrancó cuando a la empresa empezó a tener más estabilidad económica y dos de los cuatro socios, Claudio Porcel e Isabel Pita, tenían el deseo de diversificar. Es así como deciden empezar a visitar talleres de artistas y ver cómo les iba con el arte como una forma de inversión. Siempre fueron muy honestos con respecto a la intención inicial que de a poco fue desapareciendo, porque ambos se metieron de lleno, aprendiendo, conectándose y enamorándose por el arte. El mercado de capitales tiene pocos puntos tangibles y por eso tener algo como una obra, que se materializa en algo físico y puntual, a ambos les gustaba mucho. Es una experiencia de inversión completamente diferente.

¿Y cómo sigue la historia? ¿En algún punto empezaron a relacionarse desde otro lugar con el arte?

Si, de a poco el arte les fue interesando desde un lugar personal y su mentalidad de coleccionistas se forjó cuando entendieron que la colección hablaba de ellos y de sus intereses. Cuando empezamos a mirar para atrás y hacer una gestión activa, se dieron cuenta que año a año los intereses se revertían y que coleccionar se había vuelto una profunda travesía. Es por eso que hoy en día la colección no tiene un objetivo económico, sino que el deseo es hacer una diferencia, apoyar la escena del arte y a artistas argentinos y de todas partes del mundo para dejar una marca.

A Balanz se la percibe como algo más que una colección, más bien como un proyecto integral muy activo y anclado en el presente. ¿Cómo nace el deseo de vincularse no sólo con el sistema del arte sino con el público y que herramientas piensan para conseguir ese objetivo?

La vinculación con el público es algo que empezamos a hacer hace cinco años y que tenía que ver con la propuesta que traje cuando empecé a trabajar. Antes que eso se hizo un desarrollo interno de archivo de documentación para entender lo que teníamos. Se armó una biblioteca y se transitó un camino muy introspectivo para poder dar ese paso mas allá y llevar a la colección hasta donde podemos, con herramientas como la pagina web, el libro e incluso nuestro Instagram, que son proyectos grandes que requieren mucho trabajo y que nos acercan a la gente. Siempre coqueteamos con la idea de tener un espacio propio, pero por ahora no creo que suceda, ya que para eso se necesitan tomar muchas decisiones. Además esta colección convive con los casi 800 empleados de Balanz, forma parte de nuestro entorno, entonces sacar a las obras de las oficinas sería sacarle su identidad.

¿Cómo fue la reacción de todas esas personas que no necesariamente tienen un vínculo fluido con el arte, cuando empezaron a llegar todas estas piezas, frente a la propuesta de tener que convivir con algo desconocido?

Me encanta responder estas preguntas. Yo no estaba en ese momento, pero estas historias siempre me las cuentan desde distintos puntos de vista. Las primeras obras que llegaron crearon una verdadera revolución. De hecho nos encontramos frente de un trabajo de Luis Fernando Benedit que fue la primera adquisición y que por entonces se sintió como una invasión. En muy pocos años se compraron obras a un ritmo muy acelerado y para la gente era una locura. Hay obras que les encantan y son muy queridas, así como hay otras que generan una carga muy potente y un clima especial, por ejemplo las obras de Nicola Constantino. que generan muchos interrogantes interesantes.

Imagino que no debe ser tan sencillo aprender a convivir con tanto arte, cuando en realidad los empleados no forman parte del procesos de decisión, algo muy distinto a como se suele comprar una obra con la que uno decide vivir en su espacio personal.

Claro, pero otra cosa que sucede y es muy interesante es el proceso de legitimación que sucede dentro de Balanz con algunas obras. Por ejemplo cuando prestamos una obra a un museo prestigioso o muestra importante, como sucedió con una de las obras de Pablo Suarez. El antes y el después de esos acontecimientos cambian por completo la percepción y la aceptación de esos trabajos porque es ahí cuando entienden que conviven con algo muy importante. Otra cosa que pasa es que la cotidianeidad hace que la relación con las obras cambie muchísimo. Nos pasó con un trabajo de Nicanor Araoz que generó mucho debate y que con el tiempo se fue apaciguando porque ellos investigaron que pasaba detrás de la obra y empezaron a mirarla con otros ojos.

¿Creás momentos en dónde los empleados conocen a los artistas para hacerle preguntas y acercarse a sus obras desde otro lugar?

No, a mí lo que me gusta al momento de incorporar una nueva obra es dejar que ellos especulen. No damos la información de una porque creo que el arte no es un conocimiento que te va a venir, sino que vos tenés que ir hacia él. Yo estudié y me formo constantemente, pero por sobre todo armo un pensamiento crítico y me formulo preguntas. Es por eso que los invito a hacer lo mismo. Dejo que saquen sus propias conclusiones sin servirles nada en bandeja. Acá lo que no vale es preguntar «¿que me quiere decir este artista?»

«A mí lo que me gusta al momento de incorporar una nueva obra es dejar que la gente que trabaja en las oficinas, especule. No damos la información de una porque creo que el arte no es un conocimiento que te va a venir, sino que vos tenés que ir hacia él…»

¿Y cómo es la convivencia entre ellos y las personas que vienen a conocer la colección?

A todos nos encanta porque legitima a la colección. Ofrecemos varias formas de acceder a una visita, ya sea a través de la web, donde cualquier se puede inscribir. Para esas personas ofrecemos un recorrido por semana y son grupos que se juntan con el deseo de conocernos. La otra es para grupos específicos como escuelas, talleres, universidades y residencias. Siempre decimos que esto no es un museo y que las obras no están inmersas en ese contexto. No necesitamos generar una situación de solemnidad, sino que si venís acá vas a entender que todas las piezas forman parte de un espacio que está vivo, activo y en el cual se trabaja.

¿Las primeras obras adquiridas eran de artistas argentinos o desde el comienzo el foco estaba puesto en el continente?

La compra de arte argentino fue una etapa larga y fundamental porque era lo que estaba al alcance y lo que más tenía que ver con la identidad de Balanz. Por ejemplo, con Benedit y las obras que se refieren al campo, porque tanto Claudio como Isabel tienen una afinidad muy cercana y se sentían identificados. Además lo que más les gustaba era ir a los talleres de los artistas y crear vínculos. Así es como se armaron relaciones y amistades con Mondongo, Matías Duville o Nicanor Araoz, así como con galeristas como Alberto Sendrós que siempre nos devuelve una opinión muy sincera. Luego, gracias a arteba y su programa de coleccionismo internacional, donde museos del exterior hacen adquisiciones en la feria, Balanz pudo acercarse al museo Tate, quienes adquirieron una obra de Marta Minujín. Desde entonces José Roca (curador del Departamento de arte latinoamericano) invitó a Claudio a formar parte de comité y eso abrió una caja de pandora y un estallido de posibilidades, conexiones y la oportunidad de acercarse a artistas, curadores e instituciones de todas partes, para entender nuevas perspectivas y formas de coleccionismo. Fue entonces que entró un núcleo de obras de Brasil, Cuba y Colombia muy importante.

«Siempre decimos que esto no es un museo y que las obras no están inmersas en ese contexto. No necesitamos generar una situación de solemnidad, sino que si venís acá vas a entender que todas las piezas forman parte de un espacio que está vivo, activo y en el cual se trabaja…»

¿Hay una obra que no puedas creer que forma parte de la colección? ¿Alguna que si pudieras te llevarías a casa?

Si, hay dos piezas de Andreas Gursky, un artista alemán que admiro mucho y me genera piel de gallina. También hay una obra de Takashi Murakami que es muy imponente y que lamentablemente no tenemos en las oficinas porque nos falta la pared, pero ya la vamos a tener.

¿Cómo hacen para estar activos permanentemente?

Es algo muy complicado, en especial post-pandemia, que fue un tiempo de introspección muy particular, al menos para nosotros como colección. El resultado de eso de hecho fue el libro. Mantenernos activos no es fácil, pero intento armar un cronograma con diferentes acciones, generalmente pensado alrededor de dos o tres momentos claves, como puede ser arteba. A partir de eso vamos armando contenidos exclusivos para nuestra web, así como también creamos eventos.

¿Qué quiere decir ser coleccionista y donde radica la mayor responsabilidad?

Cuando empecé a trabajar acá, Claudio e Isabel me dieron una pila de libros y me dijeron «tomate una semana para leer. Así vas a entender como nos definimos como colección». Eran libros de colecciones que ellos entendían como modelos de pensamiento. Entre ellos había uno de la coleccionista venezolana Tiqui Atencio que hablaba de esa responsabilidad y que para ser coleccionista uno no sólo tiene que comprar, sino exhibir, investigar, cuidar y generar contenidos y conocimiento. Creo que para Balanz, coleccionar es una forma de generar conocimiento a través de la alquimia de las obras y las preguntas que queremos transmitir, porque la verdad no la tiene nadie.

Me pregunto si acaso cuentan con un presupuesto definido año a año para la compra de obras y si eso fue mutando con el tiempo.

Al principio había un presupuesto de adquisición y se trabajaba alrededor de eso, pero luego se fue desvirtuando, ya que muchas veces aparecen oportunidades que no querés perderte. Hoy en día no hay un plan, pero si estamos muy interesados en adquirir a artistas jóvenes, nacionales e internacionales y por eso tenemos la mirada puesta en los programas de las galerías que nos gustan. Así es como adquirimos obras de Jazmín Kullock o El Pelele por ejemplo.

«Se viene una línea editorial que estamos armando y el segundo libro y que va a ser a ser muy especial porque va a ser un trabajo interdisciplinario con la literatura, que tenga que ver con la ficción. Por eso vamos a trabajar con un grupo de escritores que mechamos con los artistas…»

Otra de las novedades y uno de los proyectos más ambiciosos que lanzaron, fue la publicación de su primer libro. ¿Cómo fue esa experiencia? porque percibo que es algo muy especial para vos.

El libro es mí bebé. Lo que me encanta y siento que lo diferencia es que queríamos salir del concepto de catálogo que no corresponde con lo que es una colección hoy en día y es una lectura injusta, ya que la colección está en contante movimiento y revolución, no es algo cerrado. Fue así como pensamos en un libro como «el inicio de una historia», una lectura accesible a todo público. Queríamos que se pudieran ver la trastienda de como pensamos y por eso hay historias de visitas a talleres y charlas con galeristas y artistas. En ese sentido logramos hacer algo cercano y la colaboraciones externas dejaron mucha información valiosa. Fue una oportunidad para abrirnos a nuevas lecturas e interpretaciones.

Por último te pregunto acerca de los próximo proyectos. ¿Qué se viene para Balanz?

Se viene una línea editorial que estamos armando y el segundo libro y que va a ser a ser muy especial porque va a ser un trabajo interdisciplinario con la literatura, que tenga que ver con la ficción. Por eso vamos a trabajar con un grupo de escritores que mechamos con los artistas que creemos están mejor representados, porque una de las cualidades de la colección es que algunos de ellos están coleccionados de manera muy profunda y potente.

Una muestra reúne 250 obras seleccionadas para el 110° Salón Nacional de Artes Visuales

Fuente: Clarín by Marina Sepúlveda – El Centro Cultural Borges y el Centro Cultural Kirchner inauguraron la exposición con las creaciones premiadas en la reciente edición centenaria del Salón.

El Centro Cultural Borges y el Centro Cultural Kirchner inauguraron la exposición de las 250 obras seleccionadas de la nueva edición del centenario Salón Nacional de Artes Visuales. Gentileza Prensa

El Centro Cultural Borges y el Centro Cultural Kirchner inauguraron la exposición de las 250 obras seleccionadas de la nueva edición del centenario Salón Nacional de Artes Visuales (SNAV), que podrá verse hasta febrero, ofreciendo un panorama «federal y diverso» de la escena artística argentina contemporánea que ya tiene su lista de galardonados por disciplina y los seis flamantes premios adquisición.

La premiación celebrada en el Centro Cultural Borges con presencia de artistas, jurados y del ministro de Cultura, Tristán Bauer, además de autoridades del Palacio Nacional de las Artes (Palais de Glace), vuelve a tener este año una gran muestra desdoblada entre el Borges y el Centro Cultural Kirchner, en el centro porteño y a pocas cuadras de distancia entre sí.

Esta vez, cinco salas del sexto piso del CCK y tres del segundo y tercer piso del Borges más la Plaza de las Artes, alojan las 250 obras seleccionadas entre las que se encuentran las premiadas, a diferencia de las 266 exhibidas el año pasado.

La muestra curada por Andrei Fernández, formada en Artes Plásticas en Tucumán y radicada en Salta –donde desarrolla su trabajo de gestión entre artístico, etnográfico y de gestión comunitaria–, está conformada en el CCK por núcleos como tecnologías para los vínculos, el poder de la fragilidad, ensamblajes humanos, representaciones o economías de la atención, mientras establece otro tipo de diálogo para las obras en el Borges.La muestra está conformada en el CCK por núcleos como tecnologías para los vínculos, el poder de la fragilidad, ensamblajes humanos, representaciones o economías de la atención. La muestra está conformada en el CCK por núcleos como tecnologías para los vínculos, el poder de la fragilidad, ensamblajes humanos, representaciones o economías de la atención.

«El transicionar del arte» es el título del texto curatorial que da cuenta de un intenso trabajo de dos meses que según la curadora reconoce «elementos comunes», al tiempo que cuestiona «¿cómo contamos nuestra historia del arte?».

Fernández destaca lo cambiante, la transformación y el ponerse en el lugar del otro como sujeto deseante porque «eso que llamamos arte no cesa su mutación y los relatos, como la memoria, siempre se pueden reinventar». Propone entonces «hospedar un amplio espectro de investigaciones y poéticas para re-conocer contornos y preguntas que esbozan un posible relato de lo que es el arte aquí, un aquí que se abre, que se expande».

Con un jurado transdisciplinario –integrado por Jazmín Adler, Graciela Borthwick, Berenice Gustavino, Lucía Stubrin, Pablo Ziccarello y Fernández– que galardonó a las mejores obras del conjunto por categorías, se otorgaron dos Premio Adquisición Presidencia de la Nación: uno a la primera mejor obra del SNAV 2021, que recayó por primera vez en un colectivo artístico, Mamba (Córdoba), autor de Retornar, volver para torcer; mientras que el de este año correspondió a Del placer a la pérdida de Milagro Tejerina (Tucumán).

Los otros premios adquisición a la segunda mejor obra fueron para Vestigios de Pablo Agustín Guiot (2021) y El aire entre nosotros tiene forma de hueso de Jimena Croceri (2022). Y como tercer puesto Dispositivo de dibujo interespecies de Virginia Buitrón (2021) y Templete de Agustín González Goytía (2022).Primer Premio Adquisición 2021: "Retornar, volver para torcer", del colectivo artístico, Mamba. Foto Prensa Primer Premio Adquisición 2021: «Retornar, volver para torcer», del colectivo artístico, Mamba. Foto Prensa

Sobre el Salón Nacional

El Salón creado en 1911 reparte un total de 8.360.000 de pesos distribuidos en 49 premios, y trae como novedad la vigencia del 5 por ciento de cupo de participación de personas no binarias y travestis-trans, que superó las expectativas con un 8,7 por ciento.

La iniciativa, que desde 2018 garantiza la paridad de género en la selección y premiación de obras, otorgó en esta oportunidad seis primeros premios adquisición que pasarán a formar parte del acervo público. A su vez, contempló el 50 por ciento de participación de personas que residen fuera de la Ciudad de Buenos Aires.

«Esta edición tiene una significación muy particular, no solo por los 110 años de historia, sino por las reformas que se han hecho en el reglamento del Salón, un proceso que comenzó con Plataforma Abierta a partir de una encuesta a toda la comunidad artística, conversaciones federales convocando a distintos actores de las escenas regionales del país en las que participaron artistas, gestores pero también representantes de la comunidad civil, grupos como Identidad Marrón o referentes de la comunidad travesti trans, entre otres sectores», explica Feda Baeza, directora del Palais de Glace.

Y sobre la elección de la curadora aclara: «Ese trabajo que Andrei hace para tomar y repensar esas prácticas estéticas y darles visibilidad de trabajar además en el territorio, de ser una persona que representa muy fuertemente el quehacer cultural del norte del país, fue lo que llevó a elegirla, a darles voz a todas esas producciones para imaginar un Salón que pueda cuestionarse la racialización, que pueda pensar las prácticas estéticas de otros grupos y por otro lado impulsar el proceso de federalización», indica Baeza, quien desde el inicio de su gestión en abril de 2020 viene realizando grandes cambios en la célebre institución.Los premiados de las obras adquisición con autoridades nacionales. Gentileza Los premiados de las obras adquisición con autoridades nacionales. Gentileza

Una amplia paleta temática y estilística que se refleja en una multitud de materialidades que dan cuenta de la complejidad de la escena contemporánea define la exposición, aunque no exenta de una cuota de humor, extrañeza bien queer hasta lo friki o remembranzas varias y nuevas interrogaciones conceptuales hechas cuerpo, agua, tierra, como reflejo de una historia.

Obras como la impactante Iván y el lobo de Nushi Muntaabski con sus venecitas y textiles que se extienden por paredes, colgantes, imágenes proyectadas o juegos geométricos donde reflejarse, así como hilos que construyen dibujos, escombros urbanos, una pared o una forma negra y globulosa pendientes del techo, instalaciones tecnológicas, o las infaltables pinturas, son una pequeña muestra de las nueve categorías que propone el Salón: pintura, dibujo, escultura, artes del fuego (ex-cerámica), gráfica (ex-grabado), textil, fotografía, instalaciones y medios alternativos, y la recién incorporada «Espacio no disciplinario».

Y sí, también están muy presentes los cuerpos y las transiciones con sus manifestaciones, sus huellas, como la primera adquisición Retornar, volver para torcer, una instalación con círculos de tejas musleras a ras del piso, fotografía y video como documento, resultante de una operación estética y sociopolítica que incursiona en lo afro y en la esclavitud para revitalizar la memoria colectiva latente.

Pero también la exposición trae como novedad la plasmación gráfica de «Plataforma abierta» donde se repiensa el SNAV con una línea de tiempo que se las trae en el Borges y se prolonga en el CCK.

Los premios no adquisición por categoría fueron en escultura para Mónica Sartori en primer lugar; Valeria Seoane y Nacho Unrrein en el segundo puesto; y Nicolás Bacal y María Alejandra Causa en el tercero, mientras que las menciones fueron para Eva Moro Cafiero, Yese Astarloa, Samantha Ferro, Santiago Carlomagno, Sebastián Claramonte y Estrella Estevez.Primer Premio Adquisición 2022: "Del placer a la pérdida de Milagro Tejerina" (Tucumán). Primer Premio Adquisición 2022: «Del placer a la pérdida de Milagro Tejerina» (Tucumán).

En la categoría instalaciones y medios alternativos el primero fue para Alejandro Gabriel, Faktor y Romina Soledad Baigorria en segundos lugares, Rodrigo Alcon Quintanilha y Franco Cerana en terceros puestos y recibieron menciones José Marcelo Luján Coca, Inés Szigety, Javier José Plano, Natalia Martínez, Catalina Sosa y Mariela Lucrecia Vita.

En gráfica, fue para Agustina Girardi, Ariana Osuna y Rocio Barzola, para primero, segundo y tercer puesto, con menciones a Daniel Merle, Lucy Pedro y Guadalupe Haedo.

En dibujo, Rosalba Cecilia Mirabella en primer lugar, Alfredo Agustín Frías y Marcos Matías Pinta en la segunda, y Jeremías Salgado y la historietista Julia Barata en el tercero; con menciones a Javier Ángel Ferrante, Germán González Holc, Javier Cabrera, Luciana Rondolini, Mauro Koliva y Ángeles Ceruti.

En pintura, el primer lugar se lo llevó Paranoia simétrica del último día de Rodolfo Walsh de Rodolfo Santiago Marqués; mientras que los segundos lugares fueron para Isabella Ferri Soria y Rocío Abril Carissimo yDiego Stagnaro en segundos lugares; los terceros puestos fueron para Mercedes Verónica Schamber, Nadia Gabriela Martinovich y Leonel Fernando Luna en tercer puesto; y menciones para Santiago Erausquin por Los pibes de Aviñón, María Cristina Santi, Marila Tarabay, Gisela Banzer y Majo Caporaletti.

Para artes del fuego Ailén Magalí Ibarra, Catalina Galdón, Luan Chin y las menciones a Susana Rocha, Fernanda Guevara, Julia Padilla y Sol Divi.

En Fotografía, primer premio para Miguel Ángel Welsh, los segundos para Hologramatic y Luciana Demichelis, los terceros para Juan Pablo Sánchez Noli y Florencia Blanco, y las menciones especiales para Ivana Salfity, Irina Werning, Nadia Analía Bautista, Agustín Sargiotto y Marcos Andrés Mendez.

Para textiles seleccionaron como primer lugar a Claudia Deisy Alarcón, Mónica Cristina Tabera y Jessica Morillo en segundo término, Nehuén Moyano Cortéz y María Alejandra Asensio en tercer lugar; y las menciones fueron para Libertad Aranguez, Sol Ríos, Daniela Castillo, Nilda Rosemberg y Tadeo Muleiro.

Y por último, en la novedosa espacio no disciplinario, el primer lugar fue para Romina Rosciano Fantino; María Zegna y Esteban Álvarez en segundos lugares; Celeste Onaindia y Maga González en el tercero; y las mencione fueron para Verónica Alejandra Meloni, Eric Javier Markowski, Gabi Nirino, Romina Davis, Luciana Paoletti y María Victoria Biagiola.

*Organizado por el Palacio Nacional de las Artes, dependiente Ministerio de Cultura de la Nación, las obras estarán expuestas del 7 de diciembre al 26 de febrero en el CCB (Viamonte 525, CABA) con 127 obras y en el CCK (Sarmiento 151, CABA) con 123, con entrada libre y gratuita, de miércoles a domingos de 14 a 20.

Télam

Sofía Bruner, la fotógrafa gastronómica top de la Patagonia: las claves de su arte

    Fuente: Rio Negro ~ Nacida y criada en Roca, Sofía Bruner vive ahora en Fernández Oro, aunque se define como 100% nómade. Su trabajo, fotografiar lo que todos desearíamos comer, la lleva a moverse entre cocinas de toda la región.

    Sofía Bruner (29) es una de las fotógrafas gastronómicas más preciada y demandada de la Patagonia. En los últimos años las coberturas de festivales y cocinas de los mejores chefs de la región la han consagrado como una profesional de excelencia. Las grandes marcas quieren que retraten sus productos.

    Permitir que “saboreemos por los ojos” es lo suyo, definitivamente.

    Nacida y criada en Roca vive ahora en Fernández Oro. “Aunque el 80% soy nómade”, aclara. Un día puede estar en Pehuenia, el siguiente en la cordillera rionegrina, otro en Las Grutas y terminar más tarde en Buenos Aires.

    Escucharla nos permitió saber más de este otro lado de la gastronomía, el de la fotografía, ese recurso artístico que permite que las creaciones de los cocineros termine siendo una experiencia integral fascinante para la gente.

    Cuál es su estilo. Qué le piden los gastronómicos. Cómo conecta con ellos. Cuánto más hay detrás de un plato (una historia, una estética, un propósito). De todo esto hablamos con ella, horas atrás.

    «Sebastián Mazzuchelli desde el primer día apostó por mi trabajo».

    P: ¿Pensás siempre que alguien puede salivar al ver las fotos tuyas de los platos que crean los cocineros de la región?

    No inicialmente, ¡creo que eso es lo que me sucede a mi! (se ríe). Va más desde el lugar de transmitir lo que a mí me sucede con la gastronomía y con las bebidas. Es mi mirada de ese mundo, me genera disfrute: los colores, las texturas, los aromas y las temperaturas.

    ¿Estás convencida de que también se come por los ojos?

    Sin lugar a dudas, lo visual es algo que puede conectar con el resto de los sentidos de una manera increíble. Puedo ver un plato y que me inspire un aroma, vapor y que me parezca sentir una temperatura, me lleve a un momento. Es una experiencia integral para mí, el comer y beber, así lo vivo. Hay un poco de ese “saborear por los ojos” que me llevo a querer transmitir lo que me pasa con la gastronomía. Conecto de una manera especial.

    «Me maravilla la producción que tenemos en la Patagonia».

    ¿Cómo se encara una foto en gastronomía?

    Hay parámetros técnicos, lineamientos en iluminación, encuadre y composición. Lo técnico en la la fotografía es como el esqueleto, desde donde se construye.
    Hay más… Entiendo y puedo conectar con la gastronomía porque la veo como un acto creativo que me genera admiración y satisfacción.
    Siempre digo que siento en la gastronomía un estado de gran concentración y entrega, que demanda una atención del 100%. Se entra en estado meditativo, es estar totalmente atento y entregado a lo que se está haciendo.Desde ahí es donde suceden las mejores cosas, y en mi experiencia, también las mejores fotos. Por eso me gusta acompañar lo que va sucediendo. Siendo una más. Las expresiones, los movimientos me gustan que sean genuinos, reales, que permitan después al otro conectar de forma real, con ese momento de creación. Me gusta que los cocineros y cocineras puedan trabajar como si yo no estuviera ahí, con esa soltura y libertad.

    «Juan Solorza, otro gran profesional fundante en mi carrera».


    Con los platos y con los productos es otra dinámica. ¿Qué queremos transmitir en base a cómo es la experiencia en el lugar que se presenta el plato? ¿qué iluminación? ¿que remita a una hora del día ó a una estación del año?. Si la podemos recrear, ¿cuál es el estilo?, los productos que se usan para el plato, ¿de dónde vienen? Porque detrás de un plato hay tanto. Hay productores, eje fundamental de la gastronomía, horas de pensar, de crear, dedicación, aciertos y errores.

    Me es importante conocer ese detrás de escena, que no está directamente en la foto del plato, pero vaya que sí. Y también en un plato ya hay una composición. El estilo del cocinero, colores que te invitan a usar un fondo o el otro, desde dónde tomar la foto, desde dónde se lucen más las texturas, los colores ó la profundidad.

    Lo mismo con los productos y las bebidas, ¿en qué contexto? ¿cómo conecta mejor el consumidor? No con el producto exclusivamente sino con el momento. Un vino tiene detrás una bodega, la tierra y los viñedos, sus historias. Buscar conectar la imagen con eso, también me parece bonito.

    Foto de Sofía Bruner.

    ¿La comida tiene que estar cruda o medio cruda para que salga mejor en la foto?

    Es cierto que cada carne, pescado, vegetal ó preparación tiene su punto ideal por definición, pero esa parte se la dejo a los expertos. Me gusta charlar de eso con los que hacen, para conocer qué hace la diferencia en el plato ó en el producto, ese factor diferencial. Y después es el recurso de la luz, desde dónde se proyecta, con qué intensidad y demás que permiten trasmitir texturas, colores, temperaturas, de una manera ideal. Bueno, la fotografía es eso, dibujar con luz.

    ¿Cómo te definirías profesionalmente?

    Solo puedo decir que hago mi actividad con mucho amor, aprendiendo constantemente de la experiencia, la interacción con los protagonistas, y desde ya, de referentes y colegas que disfruto y admiro. Independientemente de los años que pasen, que siga siendo así. Puedo decir que el mundo de la gastronomía y las bebidas es mi lugar, en el que siento la alegría de crear. Siempre digo que encontré mi tribu, un gran equipo y me siento muy agradecida por eso.

    ¿Cómo llegaste a este oficio?

    Por mi amor por la gastronomía desde muy chiquita. Siempre cocinaba, arriba de un banquito cuando no llegaba a la mesada. Y el disfrute total de la comida, siempre fue un mundo que me fascinaba. Pensé en dedicarme a la gastronomía. Tuve una experiencia en cocina de muy joven, pensaba en estudiar cocina. Desde entonces me genera mucha respeto y admiración, sé lo que implica estar detrás de una cocina. Supe por mucho tiempo que iba a volver a ese mundo, pero no desde el lugar que creía, la vida hace esas cosas. Y así fue.

    ¿Desde cuándo estás trabajando en esto?

    A los 20 años comencé a dedicarme a la fotografía, y la gastronomía era una parte de esa actividad, también en lo laboral, significativa. Quería mejorar y realmente compartir algo diferente, que causara ese impacto que a mí me causaba eso que veía, que tomaba y que comía. Hasta que un día tomé la decisión de dedicarme a la gastronomía y productos exclusivamente, y fue como si eso estuviera esperando. Y comenzó un viaje, metafórica y literalmente, en el que soy muy feliz haciendo.

    ¿Cómo fue la evolución de tu trabajo, tu crecimiento?

    De esto tengo una mirada muy especial. Han sido claves varias cosas. Hacer lo que se ama es intraducible. Luego la manera, ser disciplinada, constante y paciente en ese camino que uno cree y quiere, dando dirección a esa creatividad, formándose. Una parte muy valiosa es hacer equipo con personas del mundo de la gastronomía que admiro, con quienes el crecimiento que genera proyecto tras proyecto, es exponencial. Se construye con un movimiento que pone en cada nuevo proyecto un desafío que invita a evolucionar. Es un crecimiento que integra la actividad y lo personal. Hay en la sinergia de hacer equipo una clave para el crecimiento. Eso para mi es muy importante.

    ¿Qué pedidos expresos te hacen los cocineros cuando vas a fotografiar un plato?

    Mayormente tengo libertad y confían en mi criterio. Pero es muy importante la charla previa. Hay lineamientos sobre los cuales se trabaja. Las charlas acerca de lo que el otro quiere transmitir, son pilares fundamentales para definir el estilo y todo los parámetros para lograrlo.

    ¿Cuál es tu mayor desafío al fotografiar la producción de un cocinero o cocinera?

    Lo genuino, que lo que transmitamos sea la mejor versión de la realidad. Que el otro al verlo quiera visitar el lugar de ese cocinero, probar ese cóctel, ese vino, ese plato. Que quiera tener esa experiencia que se transmite desde lo visual. Que el solo hecho de la imagen sea una invitación, una experiencia, que hable por sí sola.

    ¿Qué referentes tenés en esta profesión tuya?

    Lo genial de la era en la que vivimos es que podemos ver el arte de fotógrafos gastronómicos de todo el mundo, eso ha sido muy valioso. Hay mucha gente talentosa de la cual disfrutar, compartir y aprender. Voy a comentar una muy linda experiencia con un referente de nuestro país y de Latinoamérica, con quien me capacité. Tuve una hermosa experiencia, la de crear en su estudio, Sebastián Israelit.

    Completé esta idea que tenía, de que en lo artístico, la calidad humana, el amor con la que se realiza la actividad, con transparencia y entrega, nos lleva a lugares lindos. Pude ver una persona con amor por la actividad, eso es muy inspirador.

    «Taté y Hernán, de Gina, generosos conmigo desde los primeros pasos que dí en esta profesión».

    Admiro mucho su trabajo, es fascinante, pero aún más lo que le pasa a él con la actividad. Finalmente, esos “grandes lugares” son los que nos hacen sentir que estamos en el camino correcto, el poder hacer con gusto y disfrutando lo que se hace con el paso del tiempo. En cualquier tramo del camino que nos encontremos, me resultó maravilloso.

    Los más y los menos de este trabajo tuyo

    Es un mundo de apasionados. Descubrí que en nuestra región, y en toda la Patagonia, tenemos referentes con una preparación, fuerza y entrega enorme. Por sus lugares, por sus productos. También los he visto trabajar en eventos gastronómicos con meses de preparación, para darle a la gastronomía el lugar que merece, eso es de gran valor. Verlo desde adentro es imponente, la dedicación es muchísima. Tienen claro el papel de comunicadores. En un plato se comunica muchísimo. Sobre todo, productos.

    En la Patagonia tenemos una diversidad de productos y productores enorme, a los que reconocerles el valor como consumidores es esencial. Por todo lo que eso implica y el impacto que tiene a nivel social, cultural y económico. Destaco a las mujeres, cada vez más presentes, también en el mundo de las bebidas en nuestra región. Hay mujeres muy talentosas e inspiradoras con las que tengo el gusto de crear.

    ¿Tus desafíos?

    Continuar compartiendo y acompañando el mundo de la gastronomía y las bebidas con el mismo gusto y satisfacción que hasta hoy. Que el mundo de la gastronomía esté cada vez más conectado y con proyectos fuertes como ya está sucediendo. Que los patagónicos como consumidores estemos cada vez más conectados con nuestra gastronomía, con los productos, que son muchos y de excelencia.

    Todas las fotos que ilustran esta entrevista son de Sofía Bruner.

    Lo genial de la era en la que vivimos es que podemos ver el arte de fotógrafos gastronómicos de todo el mundo, eso ha sido muy valioso. Hay mucha gente talentosa de la cual disfrutar, compartir y aprender.Sofía Bruner, patagónica, fotógrafa de gastronomía

    Es muy valioso hacer equipo con personas del mundo de la gastronomía que admiro, con quienes el crecimiento que genera proyecto tras proyecto, es exponencial. Se construye con un movimiento que pone en cada nuevo proyecto un desafío que invita a evolucionar. Es un crecimiento que integra la actividad y lo personal.Sofía Bruner, consagrada estilista en gastronomía

    Alejandro Marmo: «Me emociona el arte cuando llega, cuando sirve»

    Fuente: Página12 ~ Música y arte social se conjugan en encuentros mensuales en los cuales, desde esta semana, puede verse una «Hebe iluminada» junto a otras obras.

    Un viento suave ronronea entre la vegetación que custodia la Ruta 8, ahí donde el terreno se desmarca de la velocidad hacia los barrios bajos, los que crecen alrededor del parque industrial de Pilar, el más grande de Latinoamérica. En la calma de un sábado a la noche, a la altura de Fátima asoma un edificio iluminado de colores. Adentro, una escenografía multimedia conjuga trabajo y arte para recibir al visitante: es el taller museo del artista plástico Alejandro Marmo. Escenario ideal para el encuentro que, una vez por mes, convoca a vecinos y artistas a un espectáculo singular, cobijado bajo las figuras iluminadas de Leonardo Favio, San Martín, o la más reciente: «Hebe», lista para ser instalada próximamente en la ciudad. 

    La invitación a esta cita es sugestiva. Dice “De arte no entiendo nada”. Propone una tertulia alrededor de “un micrófono y 49 sillas”. Pero no es un karaoke. Es un show de artistas que rotan cada mes -para deleite de quienes llegan al taller-, organizado por el Grupo Octubre y la Fundación Arte en las Fábricas, que preside el artista reconocido por sus «personajes históricos” exhibidos en espacios públicos.

    Pueden cantar Adriana Varela o Carolina Peleretti, Los Charros o Nico Matioli. La música teje su red entre las simbólicas obras de Marmo. Las que remiten inmediatamente, a las dos Evitas que “le cambiaron la cara a la ciudad”, como dicen los porteños. Fueron colocadas en 2011 sobre las fachadas norte y sur del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. En plena Avenida 9 de Julio. Le siguieron otras obras sobre ese boulevard: Padre Mugica, Arturo Jauretche. La apuesta fue: «Ganar la 9 de Julio para nuestros próceres”, explica Marmo a Página/12, con entusiasmo. Y se define: “soy punk”.

    La noche

    Al entrar al taller, las esculturas de Evita y Maradona cruzan miradas con Rosas, con Artigas, Favio, Gilda, Rodrigo Bueno. Los rostros delineados en acero llaman desde las paredes. Entre las mesas, La Virgen de Luján realizada con descarte de trenes y el Cristo Obrero, se agigantan entre una original colección de autos antiguos: todos “modelo nacional”.

    “El arte que surge de la industria del deshecho nos revincula con el poder hacer”, sostiene el artista, revalorizando el mensaje de su obra, la que realiza con participación de obreros, desempleados o activos, y personas en distintas situaciones de exclusión. El camino transforma. En el inicio está la decisión de convertir “el rezago de las fabricas desmanteladas de los ’90, en el conurbano bonaerense, en arte». La redención en la belleza. Al fin, eso es el arte, en su función social, reflexiona Marmo en su taller, mientras Adrián Colombo comienza a probar sonido para los boleros de la velada.

    Las imágenes religiosas expresan el gesto humanitario sobre el cual Marmo -autodidacta, nacido en Tres de Febrero- construyó no solo arte religioso, desde ya, sino una filosofía que recupera desde el arte “la dignidad del trabajo”. Una versión sinfónica de “Me amas y me dejas” comienza a sonar y el artista explica el motivo de la convocatoria: “Uno debe alimentarse de lo humano. Y abrirse a una situación social implica adaptarse a lo que uno genera”, admite. Así nació este espacio cultural en su taller-fábrica. Marmo decidió tender manteles y compartir el pan con quienes ya lo conocen y con quienes llegan guiados por sus obras.

    La obra

    La presencia escénica de Alejandro Marmo en la performance creativa de la Argentina ya hizo historia. Lo saben quienes ven a Evita iluminada en la Ciudad de Buenos Aires, o al Maradona en Rosario. “Este lugar tiene que servir para generar proyectos de trabajo”, afirma sobre el taller. La prédica se materializa en “espacios productivos de trabajo”: el corte, el ensamble. Es así desde que comenzó a crear sus míticos personajes, con la colaboración de obreros desempleados, en los años ’90. 

    En los pisos superiores del edificio se puede visitar el taller propiamente dicho. También los salones que alojan cientos de siluetas de rostros conocidos: San Martín, Belgrano, el santificado padre Brochero. Y en un espacio especial, desde esta semana, la magnificiente «Hebe iluminada». 

    La iconografía popular define la obra de Marmo. Los desclasados del sistema conviven entre abrazos, con los héroes de la argentinidad: Favio, Maradona, Charly García, Tita Merello, la silueta de las Islas Malvinas, incluso la del paraguas de Rucci que protegió a Perón en Ezeiza en 1972. La filosofía del descarte les da visibilidad, porque solo se completa el circuito creativo cuando la obra llega al espacio público. Y el proceso perdura ahí en la interacción permanente con el público, espectador, el simple transeúnte. Desde esta perspectiva, es una obra viva la de Marmo.

    Y cómo ocurre en plazas y avenidas, museos y edificios de la Argentina, y de otros países como Italia, Japón o Dominicana, en la sala se produce la magia cuando comienza la música y surge el baile, al amparo de La Virgen del descarte. Muy cerca, centellea la figura de Rafaela Carrà. La noche es joven. Dentro de los autos antiguos juegan los niños. 

    «Me emociona el arte cuando llega, cuando sirve» enfatiza Marmo. Palabras como: servir, transformar, descarte y arte; se conjugan cuando habla. En los comienzos “la transformación era apostar a la Argentina” repasa. Hoy, la Argentina está “contada desde una red social de hierro. Eso habla del lugar de donde soy, y de lo que uno puede ser y hacer, transformando” reflexiona. Marmo indaga, busca y transformar «el relato de la marginalidad”. Por eso solo la exposición pública de la obra completa el proceso creativo. Y sabe ubicarlas, con rigor: una Virgen del descarte, en el Vaticano, no es menor “porque interpela –afirma–, no solo a la propia iglesia sino a toda la sociedad”.

    La historia

    La sensibilidad en el trabajo social lo acercó a Jorge Bergoglio cuando el arzobispo todavía no era el Papa Francisco, claro. Hoy su Virgen de Luján, hecha con deshechos, es patrimonio del Museo Vaticano, como su Cristo Obrero. “Acá tenemos esta Virgen, que es hermana de la que está en el Vaticano y también el Cristo” señala. Las esculturas, enormes, también parecen bailar entre la banda y los automóviles. Y bendecir esta “vuelta al trabajo, desde el desecho”, la que propone Marmo.

    En la escena, Yrigoyen y Frondizi están cerca de Rafaela Carrá y del Siam Di Tella «argentino» subraya el artista. Su imaginario abreva «en la Argentina post industrial y en lo productivo”. Desde ahí afirma que “hay que construir un sentido nacional, emocional». «Por eso estos autos, porque todos se fabricaron en la Argentina: el Siam Di Tella, la Coupe 7000 de Fiat, la Coupe 1600, el Citroen 13CV”, enumera.

    La capacidad transformadora del arte “no elitista» se convirtió en su decisión de vida cuando se encontró en una profunda crisis, en la herrería de su padre. Solo. Tenía 22 años. Del padre y de su madre armenia, que vivieron la guerra, cuenta, hereda el estoicismo que deviene en el punk. Y la ternura: su obra El abrazo expresa la emocionalidad de quien absorbió la desolación. Habla de “sublimar la melancolía» de sus ancestros para explicar el camino que se inició en esa herrería de Villa Bosch. Allí está la usina creativa desde la que diseña tanto la famosa serie de personajes “iluminados” como las Vírgenes o los Abrazos: “Te metés adentro de las situaciones que expresan las obras, de los dolores y del padecimiento insoportable, pero eso te da también una potencia tremenda. Eso es transformador» sostiene.

    Obra flamante 

    “Hebe iluminada»

    La Hebe iluminada de Alejandro Marmo estará en la Ciudad de Buenos Aires. La pieza, terminada el mes pasado, se encuentra en el taller del artista para ser instalada próximamente.“Con Hebe me pasaron dos cosas: su figura me cautivó en los últimos años, más allá de lo que significa la causa de las Madres, que es para mí la agenda más trascendente de los últimos tiempos, como país. Me cautivó porque fue una figura punk. Frente a tanta perversidad, tanta hipocresía y tanta traición, Hebe abrió el cielo a una rebeldía incesante. Es absolutamente inspiradora para mantener la llama de la rebeldía”, puntualiza. “Por otro lado –continúa–, me hacía acordar a mi madre, armenia, peleadora, que no se cansó hasta el final. Ella partió hace 13 años y Hebe me conectaba con la lucha por la causa armenia, que es la del genocidio armenio y que tiene un espejo en la causa de las Madres, tan nacional”.

    El argentino que lleva a Qatar esculturas de Maradona y Messi hechas con metales recuperados

    Fuente: La Nación ~ Julián Provenzano exhibirá enormes obras creadas con desperdicios; es el único latinoamericano invitado la exposición internacional de arte chatarra.

    Después del Mundial de Fútbol, esculturas del pergaminense Julián Provenzano (1984) viajarán a Qatar para participar de una exposición internacional de “arte chatarra”. En diálogo con LA NACION, el artista -que se define como curioso y autodidacta- cuenta que en 2021 lo invitaron a asistir a la segunda exhibición de Scrap Art en Doha, y que en principio se iba a desarrollar durante el campeonato deportivo. Con esa perspectiva, planeó su propio seleccionado de esculturas.

    El escultor Julián Provenzano y una de sus obras de "scrap art"
    El escultor Julián Provenzano y una de sus obras de «scrap art»Gentileza

    “Ya que tenía tiempo, decidí llevar a cabo dos proyectos ambiciosos: una escultura de Lionel Messi y otra de Diego Maradona. ¿Qué más representativo de la Argentina?”, se pregunta. Para estas dos obras implementó técnicas de fundido y recuperación de metales como el bronce y el aluminio. “Eran totalmente nuevas para mí -agrega-. Y el modelaje de rostros y el estudio de la anatomía particular de cada uno”. Sin duda, el deportista argentino preferido por pintores, fotógrafos, muralistas y escultores es Maradona.

    De cuerpo completo y con pelota, un Messi de chatarra desembarca en la capital de Qatar
    De cuerpo completo y con pelota, un Messi de chatarra desembarca en la capital de QatarGentileza

    En 2019, Provenzano había participado de la primera exposición de “arte chatarra” en Doha con diez esculturas. “Se hace una selección de obras anterior al envío -explica-. En este momento tengo unas veinte para llevar, incluidas las de Messi y Maradona. Las ven y seleccionan. Debido a la enorme oferta de espectáculos en Qatar que hay ahora, estamos esperando la fecha concreta del evento; sigue en pie la propuesta, pero se complicó con el Mundial”. A los países megarricos les podrán sobrar recursos pero la capacidad organizativa no abunda en ninguna región del planeta.

    Maradona pudo alzar la copa del mundo
    Maradona pudo alzar la copa del mundoGentileza

    “Tenía unos ocho años cuando acompañaba a mi padre a trabajar en el campo -recuerda Provenzano-. Amaba descubrir rincones abandonados, llenos de chatarra y artefactos sin uso hacía mucho tiempo, a los que miraba maravillado y sorprendido, al ver que, tal cosa, tan hermosa para mí, ya no tuviera ningún uso. Solo poder admirarla la hacía valiosa”.

    Algunas esculturas de Provenzano están hechas de miles de piezas
    Algunas esculturas de Provenzano están hechas de miles de piezasGentileza

    En 2015 hizo su primera escultura. “Mientras más me interesaba por algo, más quería saber de otra cosa -recapitula-. Pasé por varios aprendizajes: dibujo, pintura, trabajos en madera, mecánica y metales, y restauración de objetos. Hasta que en algún momento aprendí a soldar. Con la soldadora podía crear algo nuevo, no solo pintar o dibujar, sino que además lo podía hacer en tres dimensiones, y podía reutilizar esas piezas que de pequeño veía con tanto asombro. Todas mis obras, cada vez más, tratan de atrapar una belleza esencial, de lograr una sensación de movimiento para escapar de la rigidez de los materiales que la componen”.

    -¿Cómo fue tu experiencia en Qatar en 2019?

    -Fue muy positiva en todo sentido. Fueron muy hospitalarios. Ni siquiera tenía un prejuicio armado porque Qatar era algo desconocido en ese entonces; no sabía ni dónde estaba en el mapa. Ahora, con todo el tema del Mundial, y es lo que ellos querían, todo el mundo lo conoce. No sabía bien adónde iba y tenía un poco de miedo e incertidumbre. El lugar es hermoso y la gente es muy amable y educada. Existe un prejuicio sobre la sociedad qatarí que dista mucho de la realidad. Obviamente, hay mucho dinero y están muy avanzados, aunque su cultura es muy contradictoria con la de Occidente.

    -¿La exposición en Doha de la que participarás por segunda vez es una especie de “mundial” de obras hechas con chatarra?

    -El evento de Doha, en 2019, fue la primera exposición a nivel mundial de arte chatarra. Nunca se había llevado a cabo algo similar. Se convocó a treinta artistas de diferentes países y cada uno pudo llevar unos mil kilos de arte. Fue un orgullo representar a nuestro país con mis esculturas y además ser el único latino invitado; fue una experiencia única y enriquecedora, en la que pude conocer a referentes del Scrap Art a nivel mundial, como John Lopez, Dotun Popoola y Alan Williams. Este año también tuve el honor de ser invitado a Ankara, Turquía, a participar junto a otros nueve artistas de Valuable Scraps, en donde pudimos realizar obras de arte en vivo en un periodo de veinte días, en el marco del cuidado del medio ambiente y la sustentabilidad. Estas obras quedaron en exposición permanente en la sede la Orquesta Sinfónica de Turquía, en Ankara.

    El artista pergaminense también pinta sus obras
    El artista pergaminense también pinta sus obrasGentileza

    -Además de las esculturas de Messi y Maradona, ¿qué otras obras viajarán a Qatar y qué expectativas tenés?

    -Tengo varias obras disponibles, como la de un caballo árabe en tamaño real y una réplica del David de seiscientos kilos, pero previamente al viaje ellos hacen una preselección. Es decir que cada artista muestra todo lo que puede llevar y ellos eligen. ¿Expectativas? ¡Qué mejor que participar del único y más grande evento de Scarp Art del mundo, representando a la Argentina, y con una escultura de Messi y otra del Diego!

    ¿Con qué materiales trabajás y de dónde los sacás?

    -Siempre me gustó armar cosas con diferentes materiales recuperados. Un poco por curiosidad y otro poco por necesidad, aprendí a soldar. También tenía algunos fierros y repuestos metálicos en mi taller. Siempre me pareció que estas piezas tienen una belleza particular, incluso el óxido que las cubre lo tiene, por lo que decidí unirlas, soldarlas y probar. Así creé mis primeras esculturas, pequeñas y sencillas. Generalmente uso metal, desperdicios metálicos, aunque nunca descarto el uso de otras cosas como goma, plástico, vidrio. De hecho, espero incorporar en mis obras plásticos y juguetes viejos. De muchos talleres me traen materiales, y también amigos y familiares, que saben que todo es útil para mí.

    -¿Hay obras tuyas en museos locales e internacionales?

    -En la actualidad hay obras mías en Qatar, Estados Unidos, España y Colombia, en colecciones privadas, y también hay obras en exposiciones permanentes abiertas al público en Turquía y en mi ciudad natal, en el Archivo y Museo Histórico Municipal de Pergamino.

    -¿Cuántas piezas tienen las esculturas de caballos y toros y las de jugadores de fútbol?

    -Cada obra en tamaño natural tiene en promedio unas mil piezas, aunque esto suele variar según el tipo de obra y la textura que quiera lograr, por ejemplo el pelo de un león o un perro o la camiseta de Messi. Son cosas distintas. A lo largo de estos años he hecho muchos tipos de obras diferentes, comencé con autos y motos, que suele ser más sencillo; luego animales, generalmente en movimiento, lo que aporta mayor complejidad. Y después hice cuerpos humanos o la metamorfosis entre humano y animal y también obras abstractas. Siempre me gusta innovar y probar técnicas y herramientas diferentes. No hay límites en lo que se puede hacer y los materiales que se pueden utilizar.

    -¿Cuál es tu formación como artista y qué objetivos te guían a la hora de hacer las obras?

    -No tengo formación artística; estudié contabilidad, y antes de eso computación. Solo trato de transmitir lo que tengo en la cabeza y de mantenerme lo más libre posible para poder crear. Me guía la intuición y la pasión por lo que hago; crear algo nuevo y bello a partir de materiales que no sirven más o que a simple vista parecen inertes me parece maravilloso.

    -¿Qué opinaron tus familiares y amigos ante este giro imprevisto en tu vida, de contador a artista?

    -Sabía que la profesión de contador no iba a ser mi destino; hace cuatro o cinco años no ejerzo más. Todos, incluso yo, fuimos un poco escépticos a creer que se puede hacer lo que uno ama y vivir de eso. Es un poco irreal pero es posible, no hay que bajar los brazos. Nunca hubiera pensado ni de lejos que iba a estar inmerso en el mundo del arte y menos haciendo esculturas en Turquía o Qatar. Siempre tuve el apoyo incondicional de mi familia y amigos, eso te ayuda a seguir adelante.

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    -¿Cómo hacés la “terminación” de las esculturas?

    -Suele variar de obra en obra; algunas van pintadas, otras laqueadas, otras prefiero que solo se oxiden y añejen. Cada una tiene su atractivo. Depende de lo que se quiera transmitir. En general me gusta mantener el óxido y los colores originales de las piezas: de esa manera mantienen su esencia original. Actualmente estoy preparando muestras, pequeñas o grandes, en diferentes lugares. Además de eso, siempre se pueden ver mis obras en el taller y en mi cuenta de Instagram, @julianandresprovenzano.

    Gabriel Chaile: “No tener memoria activa un montón de desequilibrios”

    Fuente: El ojo del arte ~ El joven artista tucumano fue una de las revelaciones de la Bienal de Venecia de 2022. Sus esculturas concebidas como retratos de su constelación familiar ya han sido adquiridas por el coleccionista Eduardo Costantini y por el flamante espacio ArtHaus.

    A pesar de haber llegado hace unas horas de Portugal y de no parar de trabajar en Mamá luchona, monumental pieza en adobe con 300 huevos incrustados, que participó en la Trienal del New Museum y que se emplazará en el centro cultural Arthaus (Bartolomé Mitre 434), Gabriel Chaile no abandona la calidez y la empatía que lo caracteriza. 

    Nacido en Tucumán en 1985 y con una carrera brillante que lo llevó a hacer pie con éxito en la feria Art Basel y en exposiciones en Londres, Berlín y Nueva York, Chaile convirtió el pan amasado, hecho en horno de barro con formas vinculadas a las culturas autóctonas, y compartido con desconocidos, en gesto artístico. Es el único artista argentino que ha sido convocado por Cecilia Alemani para la muestra central de la 59ª Bienal de Venecia. Participa con cinco descomunales esculturas hechas con adobe que representan a miembros de su familia y que ocuparon un lugar destacado en la muestra central de la mayor bienal del mundo. Eduardo Costantini compró el grupo escultórico para su colección personal y serán exhibidas en noviembre en el Malba

    –A Venecia llevaste piezas que representan a tu familia y, además, fuiste con tu madre y con tu hermano. ¿Cómo fue el viaje?

    -Mi familia sigue paso a paso mi trabajo y todos mis movimientos. Para Venecia estaba la posibilidad de que destinara un presupuesto, de lo que yo ya venía ganando con otras obras, para que ellos vinieran. Me parecía necesario, y ellos también querían. Y lo hicimos. Siempre es muy necesario cuando te pasa algo que para vos tiene sentido el acompañamiento de la gente que te quiere. Es importantísimo. Paseamos mucho, yo menos que mis familiares porque estaba muy ocupado. Ellos se fueron a Roma y a Milán. 

    –¿Cómo surgió Mamá luchona?

    –Antes, en la Galería Municipal de Oporto, cuando me invitó Chus Martínez y Felipa Ramos para participar en una exposición, hice una escultura de siete metros de alto que se llamaba La luchona. Esa fue la primera. Después me invitaron a la Trienal del New Museum para otro proyecto y ahí surgió esta, que se llama Mamá luchona. Surgió como parte de esa serie. Quería que esta tuviera algo particular: que alguien pueda venir, mirar y decir: “Mi mamá luchona”. Me interesaba que quien se pare ahí sienta esa cercanía. La luchona era un concepto, una generalidad. Esta es mucho más íntima: la hice más gorda, más redonda, con la cara más tierna. Quería que tuviera esa calma y, al mismo tiempo, esa cantidad de huevos que son como potenciales semillas, hijos, seres. 

    –Es proveedora.

    –Sí.

    –¿Tu madre cómo era?

    –Fue madre soltera por mucho tiempo. Bueno, iba y venía por conflictos familiares, que te separás y volvés. Es una luchona, una luchadora.

    –¿Y tu padre?

    –Yo me crié con mis dos padres, pero todo este imaginario de la inconstancia y de los conflictos familiares existía. En mi trabajo, yo siempre voy de lo particular a lo general. Las mamás luchonas son madres pobres a las que les gusta disfrutar la vida, que tienen hijos y que tratan de reinventarse con lo que pueden y con el saber que tienen. Están ahí resistiendo las críticas, resistiendo los conflictos. Todos los problemas que hay en la pobreza en nuestro país generan ese concepto que es totalmente peyorativo: mamá luchona. Se usa como un insulto. A mí me interesó poner en otro lugar el término: entenderlo, como esto que vos decís, como proveedora. Como alguien que tiene la capacidad de transmitir conocimientos a otros seres. Y esos seres van construyendo cosas a su tiempo y a su modo, pero hay algo que define eso: son estas mujeres que están luchándola día a día. Obviamente, tiene referencias  biográficas muy específicas, pero también las veo como un rasgo general. Eso no sucede solamente en mi familia, en mi casa, sino en el ámbito de la pobreza.

    –¿Dónde escuchaste el término?

    –En el barrio, y cuando daba clases en Soldati. También se usa mucho para las adolescentes que van a la escuela y tienen un bebé. Todos le dicen: “Eh, la luchona…”. Es un término que se usa en toda Latinoamérica, y de hecho hay canciones de cumbia que hablan sobre la mamá luchona. Yo quise darle otro sentido.

    –¿Cómo fue la educación que recibiste? ¿Son ocho hermanos?

    –Sí, yo soy el menor. Recibí una educación protestante. Mi modo de conocer rasgos burgueses fue por la educación protestante. Como por ejemplo un baño con inodoro: es algo que no toda la gente tiene. O, por ejemplo, uno imagina que toda la gente cena, pero hay mucha gente que no sabe qué es la cena hasta que es adulta. Son cosas puntuales que si vos no salís de esos contextos, no te das cuenta de la diferencia. Te lo digo porque yo viví muchas de esas cosas y porque trabajé dando clases y me daba cuenta conociendo la casa de los alumnos. 

    –¿La educación protestante te sirvió para darte cuenta de eso?

    –Me sirvió para darme cuenta de que había otra forma de vivir.

    –¿Por el dogma protestante?

    –No por el dogma, sino por la infraestructura arquitectónica. Cuando iba a la iglesia era todo bonito: un baño bien puesto, la arquitectura. Había toda una diferencia de organización de las cosas. Eso mentalmente te transforma bastante: te hace dar cuenta claramente de que en el mundo hay desigualdad. Imaginate para un niño darse cuenta de eso. Y también de que quizás hay posibilidades de construcción, de modificación. La educación cristiana protestante me sirvió sobre todo para pensar eso. Para pensar la posibilidad de que uno puede modificar las cosas del contexto, en este caso a través de la religión. Los barrios populares tienen la atracción de muchas cosas: los destinos pueden ser muchos. Mi familia, al insistir con una educación cristiana –esta es una interpretación mía— imagino que pensaba en la garantía de una educación digna, con buenos valores por lo menos. Y por eso las religiones están tan presentes en los barrios populares. Yo valoro mucho la educación protestante. Y en la escuela era muy destacado en plástica: mis maestras les decían a mis padres que tenían que seguir incentivándome para que entrara en la escuela de arte. Y en la iglesia yo era el que hacía todos los dibujos y diseños. Eran ámbitos que me permitían desarrollarme a mi manera porque no tenía pasteles o cosas sofisticadas para hacer arte, pero con lo que había se hacía. 

    –El protestantismo valora mucho el trabajo, la ética del trabajo. 

    –Sí, sí. Eso es muy increíble. Y también toda la cuestión del liderazgo, la mayordomía: en cualquier tarea que hagas, llegar a ser una figura destacada. Realmente hacer las cosas bien y destacar. Esa educación yo la tuve muy marcada y es una educación que valoro. 

    –¿La ingeniería de la necesidad y la genealogía de la forma son conceptos que vos creaste? 

    –Sí. Son cosas que existen, solamente les puse ese nombre. La ingeniería de la necesidad es básicamente cómo resolver un problema urgente con las cosas que tenés al alcance. Nace a partir de lo que tengo, pensando en lo que me falta. Y la genealogía de la forma fue más que nada un descubrimiento: me di cuenta de que, por ejemplo, los hornos de barro eran algo fundamental en mi familia y en la economía de mi familia. Y había muchas otras familias que también tenían como economía principal hacer pan. Vivíamos en la misma zona. Los hornos para todo este grupo de familias eran importantes. Siempre me preguntaba de dónde venía ese conocimiento, quién les había enseñado a hacer hornos y, además, quién les había enseñado a hacer pan: el pan del norte, un bollo, redondo. Pensaba de dónde vienen esos conocimientos y parecía que nadie lo sabía porque no hay nada escrito sobre eso, sino que una madre se lo enseña a otra; un padre a otro. Y yo pensé que todas esas cosas dentro de mi imaginario en realidad tenían que ver con poblaciones indígenas que fueron diezmadas, les arrebataron el idioma, los separaron de sus hijos, y los hombres fueron matados en la guerra. Estos indígenas se convirtieron en los pobres que se ubican en la periferia de las ciudades en busca de posibilidades y llevaron un conocimiento. El único conocimiento era ese: sobrevivir. Fue algo de lo que me fui dando cuenta a medida que iba conociendo diferentes ciudades, las periferias de las ciudades. Casualmente muchos se dedicaban a esta actividad, sin saber de dónde venía ese conocimiento. La mayoría de esas poblaciones eran del color de mi piel, con lo cual algún rasgo indígena debieron haber tenido. Por eso se les dice peyorativamente negros villeros. Para mí hay algo ahí completamente olvidado. Eso es la genealogía de la forma: la conexión con un pasado que en realidad no sabemos cómo es y que nos fue arrebatado por nuestros próceres.

    –¿Es la misma lógica de las esculturas que hacés como si pertenecieran a una cultura que nunca existió?

    –Sí. Desde el arte, yo trato de imaginarme cómo fue ese espacio vacío. Por ejemplo, para muchas familias quizás es muy fácil rastrear su genealogía y entender de dónde vienen muchos conocimientos, rasgos de personalidad de un grupo familiar. Hoy, por ejemplo, me querían hacer una entrevista y me pidieron fotos de la infancia. Y yo les dije: “No tengo ninguna foto de la infancia porque no teníamos cámara”. Y no sólo a mí me pasó eso: un montón de gente no tenía cámara. No sé si sabías que cuando hay inundaciones o crecidas de ríos, los bomberos lo primero que hacen es rescatar a las personas y conservar las fotos. Es un protocolo: es algo fundamental porque está vinculado a la memoria de esas personas. No tener memoria es algo muy fuerte porque no te da anclaje. Me acuerdo cuando estudiaba historia, a los trece años, en la primera clase la profesora nos dijo: “Es muy importante esta materia porque les va a dar certezas sobre el presente”. Si no conocemos la historia no podemos tener comprensión del presente: siempre me quedó marcado eso. Pensaba que había cosas que no sabía de mi familia. Y sé que hay otras personas que tampoco saben qué pasó con ese espacio vacío. Al mismo tiempo estas poblaciones no casualmente tienen problemas de violencia de género, de violencia doméstica, de delincuencia. Al no tener memoria eso activa un montón de desequilibrios. Entonces, ¿quién arrebató esa memoria? Esa memoria yo la encuentro en esas cerámicas en las que me inspiro: hago esos pueblos imaginarios, que de alguna manera tienen un costado político que es este. Y para mí es importante porque Argentina, en ese sentido, es muy difícil pensarla por fuera de lo blanca que se define a sí misma.

    Ambientalistas al ataque de las obras de arte. ¿Qué opinan artistas, críticos e intelectuales argentinos?

    Fuente: La Nación ~ En la seguidilla de acciones, que se viralizan en las redes sociales y la prensa mundial, los activistas plantean una opción: el arte o la vida; es “una locura” o una “tontería sin sentido”, creen algunos; otros, más conciliadores

    Mientras continúan los ataques de jóvenes ambientalistas a obras de arte exhibidas en museos europeos en reclamo de medidas de los gobiernos y las empresas para frenar los efectos indeseados del cambio climático, varios artistas, críticos e intelectuales de la Argentina comienzan a expresarse al respecto. No es improbable que este activismo ambiental (financiado por organizaciones primermundistas) se propague en instituciones artísticas de otros continentes.

    En la seguidilla de acciones, y gracias a la viralización en redes sociales y la prensa mundial, los ambientalistas radicalizados plantean una opción: el arte o la vida. Pero ¿por qué no ambos?

    Dos manifestantes de Just Stop Oil arrojaron sopa enlatada a “Los girasoles” de Vincent Van Gogh en la National Gallery de Londres el 14 de octubre
    Dos manifestantes de Just Stop Oil arrojaron sopa enlatada a “Los girasoles” de Vincent Van Gogh en la National Gallery de Londres el 14 de octubre

    La “vandalización” de los activistas -las comillas son oportunas porque (hasta ahora) las obras de arte no han sido dañadas- se asemeja a una performance que toma elementos de la historia del arte, como cuando las dos adolescentes integrantes de Just Stop Oil arrojaron sopa enlatada sobre una pintura de Vincent van Gogh, en la National Gallery de Londres, en clara alusión a las obras en serie de Andy Warhol de las latas de sopa Campbell. En cambio, el reciente atentado de los activistas finlandeses de la agrupación Última Generación, que arrojaron un líquido negro que simbolizaba el petróleo a una obra de Gustav Klimt, en el Leopold Museum de Viena, tiene más afinidad con el expresionismo de un Jackson Pollock.

    En diálogo con LA NACION, artistas, teóricos, críticos y periodistas especializados se manifestaron sobre los activistas ecológicos que utilizan el arte para reclamar mejores condiciones de vida en el planeta.

    Luis Felipe “Yuyo” Noé (artista)

    “Una cosa es una causa justa y fundamental como la lucha a favor de la conservación del medio ambiente, y otra cosa son los medios para publicitarla. Eso de tirar comida sobre obras fundamentales para la historia del arte es una tontería sin sentido y contraproducente porque produce reacciones en contra”.

    Marta Minujín (artista)

    “Me parece una locura, y es algo inútil, porque las cosas van a seguir igual. Y aparte no sé por qué se les ocurrió atacar las obras; mejor que se la agarren con los monumentos nacionales, pero no con el arte. No me gusta nada, ni me parece interesante”.

    "Naturaleza y cultura son anverso y reverso de un mismo imperativo, el de la preservación de todas las formas de la vida", reflexiona José Emilio Burucúa
    «Naturaleza y cultura son anverso y reverso de un mismo imperativo, el de la preservación de todas las formas de la vida», reflexiona José Emilio BurucúaPatricio Pidal/AFV

    José Emilio Burucúa (historiador del arte)

    “Es difícil explicar una acción tan absurda. A menos que se haga a sabiendas de que no tiene efectos destructivos. Pero tal cosa no es segura. De modo que volvemos al absurdo. Naturaleza y cultura son anverso y reverso de un mismo imperativo, el de la preservación de todas las formas de la vida, y esa es una responsabilidad exclusivamente humana a fin de cuentas”.

    Claudia del Río (artista)

    “Amo este nuevo concepto de los derechos subjetivos de la naturaleza, que son los derechos jurídicos. Banco al ambientalismo, son posiciones extremas, pero podemos vivir sin esas obras maestras, sin embargo la vida en Rosario con el humo y herbicidas, etcétera, etcétera, nos mata acá ypone de rodillas aún más al continente americano. La justicia ambiental debe legislarse como un derecho de la naturaleza”.

    Andrés Duprat (director del Museo Nacional de Bellas Artes)

    “Si bien los principales museos poseen múltiples herramientasde seguridad, como cámaras, alarmas y guardianes de sala, los ataques repentinos contra obras de arte, como los perpetrados recientemente en Londres, Viena y Madrid, son muy difíciles de anticipar y prevenir por la misma naturaleza de su acción. Por fortuna, en nuestro país ese tipo de acciones y atentados no son frecuentes.

    Los atentados recientes son en general eficaces en su concepción práctica, salvo el de El grito de Edvard Munch en el museo de Oslo que pudo evitarse, pero fallidos en su concepción simbólica. Los aciertos prácticos son varios, comenzando por la elección del lugar: los museos más famosos y visitados del mundo. A la vez, los activistas eligen obras icónicas, populares y valiosísimas, de autores célebres y conocidos por el gran público a lo largo de la historia del arte. Con esas dos elecciones, se garantizan prensa mundial.

    El último ataque ambientalista, anteayer, fue contra una pintura de Gustav Klimt en el Museo Leopold en Viena, Austria. La pintura está cubierta con un cristal y no resultó dañada
    El último ataque ambientalista, anteayer, fue contra una pintura de Gustav Klimt en el Museo Leopold en Viena, Austria. La pintura está cubierta con un cristal y no resultó dañada

    La acción repentina de arrojar líquidos sobre las pinturas permite llevar a cabo el plan sin que los guardias tengan tiempo de reaccionar. Los activistas adhieren luego sus manos a la pared o al marco de la obra con un pegamento instantáneo, para evitar ser expulsados de la sala y contar con el tiempo necesario para manifestar sus consignas y completar su protesta. La acción contempla la reacción de los visitantes y ocasionales testigos, quienes forman parte del plan sin saberlo, al cumplir con la documentación y la viralización necesaria del episodio.

    La gran falla o debilidad de estos atentados es conceptual, ya que lo que pretenden discutir o denunciar se ve absolutamente eclipsado por la impactante lectura simbólica de las acciones. Y claramente nadie podría articular el simulacro de dañar una obra de arte con una protesta en defensa del medioambiente o con una crítica al orden mundial. El medio contradice y destruye el mensaje, pues se pretende poner en discusión el orden mundial con aquello que lo sustenta, es decir, los medios de comunicación.

    ¿Qué interrogación suscita la posibilidad de destrucción del arte y de qué manera los medios capturan esto? ¿Qué representan hoy esas grandes obras de notables artistas, como Van Gogh, Klimt, Goya o Vermeer exhibidas en colecciones de museos que pudieran ser susceptibles a la impugnación a través de un atentado?

    La relación metafórica no funciona. El símbolo que se pretende impugnar no remite inmediatamente a la destrucción del planeta, ni al hambre en el mundo ni a nada que se le parezca. Como herramienta política las acciones son fallidas, y la prueba es que la opinión pública habla cada vez más de las vandalizaciones de las obras y menos de las consignas propuestas por los activistas”.

    A favor y en contra: Claudia del Río, Azul Blaseotto y Karina El Azem
    A favor y en contra: Claudia del Río, Azul Blaseotto y Karina El AzemArchivo

    Karina El Azem (artista)

    “El presente nos está llamando a una acción madura, consciente y responsable para solucionar problemas tanto de índole ecológica como social y cultural que son urgentes. El arte, la creatividad, el pensamiento son herramientas de la pulsión de la vida. Claramente, la dicotomía arte versus naturaleza no solo es inválida sino además manipulada por la máquina de idiotización en busca de likes. La palabra ‘activista’ no contiene acciones de este tipo, debería manifestarse en acciones positivas y constructivas. Además de la violencia de estos, que seguramente pasarán pronto de moda, agregan una enorme preocupación. ¿Qué medidas tomarán los museos? ¿Más vidrios, más custodios? ¿Más distancia que la que ya el monstruo de la banalización nos amenaza? Nada bueno puede salir de estos actos estúpidos, prepotentes y narcisistas.

    "En su ignorancia, estos jóvenes no se dan cuenta de que están reproduciendo metodologías de los peores autoritarismos de la historia de la humanidad", dice Darío Lopérfido
    «En su ignorancia, estos jóvenes no se dan cuenta de que están reproduciendo metodologías de los peores autoritarismos de la historia de la humanidad», dice Darío LopérfidoArchivo

    Darío Lopérfido (gestor cultural)

    “Es un acto profundamente idiota, porque está generando el efecto contrario al buscado. El repudio en el mundo es tan grande por lo que están haciendo que violan la principal norma de comunicación, que es centrarse en lo que se quiere comunicar. Ellos pretenden alertar sobre la emergencia climática pero comunican que arruinan obras de arte. Y además, es profundamente autoritario. Está es la moda de los activistas en general: es lo menos cercano a la reflexión y el estudio que requiere un tema como el climático, que uno tiende a pensar que debe estar en manos de especialistas y no de niños financiados por organizaciones internacionales. Ya se ha visto lo que pasó con las protestas por la energía nuclear, contra la que se luchó tanto y hoy es considerada una energía limpia. Estos activistas fanáticos hicieron campaña contra las centrales nucleares y ahora estas fuentes de energía son consideradas energía limpia por la Unión Europea. Los países que levantaron las centrales las están volviendo a usar. Mientras, les entregaron la soberanía energética a un autócrata como Putin que les vendió gas y con el dinero que ganó compra armas para asesinar a ucranianos. Y deberían saber que los que siempre atacaron obras de arte fueron los autoritarios, los nazis, los fascistas, los estalinistas. En su ignorancia, estos jóvenes no se dan cuenta de que están reproduciendo metodologías de los peores autoritarismos de la historia de la humanidad”.

    Andrés Waissman (artista)

    “No creo que los activistas obtengan otro resultado más que visibilidad momentánea. Está claro que estamos en una especie de negacionismo universal en cuanto al tema del planeta. Esto debiera afectar al mundo de la cultura y la intelectualidad que son, como en tantas cosas, quienes debieran estar alertando sobre lo que los activistas denuncian. Esto es una consecuencia de la falta de compromiso de los países, los gobiernos y, sobre todo, los políticos de atacar con seriedad el tema ambiental. Como artista pienso que agredieron estas obras con productos que no dañan demasiado, lo que habla bien de ellos”.

    Mariana Iglesias (periodista especializada en cultura)

    “En primer lugar, rescato la necesidad de hacer un llamado de atención sobre la problemática ambientalista. Estoy de acuerdo en que si no tomamos medidas concretas, no tendremos arte para admirar pues tampoco habrá planeta para habitar. Sin embargo, lo primero que me genera enterarme de un nuevo ataque es una profunda antipatía, por la forma violenta de atacar otro elemento digno de cuidado. Los museos son entidades que buscan preservar y tienen una función de acercamiento y aprendizaje. Es hora de que los ambientalistas utilicen esas herramientas para enseñarnos y darnos a conocer cuál es el eje de su denuncia y cómo podemos ser parte de la solución”.

    Andrea Giunta (historiadora del arte)

    “En términos generales, me parece una acción que no conduce a los fines que persigue. Por supuesto que tirarle tomate o puré a una obra con vidrio, que no sale dañada, no es un hecho al que le dé mayor trascendencia. Hay quienes dicen, incluso, que son actos de promoción de los museos. Prefiero no pensar en forma conspirativa. Pero el tema que plantean sí me parece extraordinariamente urgente. No sé cómo el arte puede contribuir a que todos tomemos conciencia del desastre que esta sucediendo con el planeta producto del desmonte, el fracking, la minería a cielo abierto y con métodos de extracción que contaminan el agua o la destrucción de los humedales, para mencionar tan solo algunas cosas. Estos hechos me parecen mas serios y mucho más urgentes que una lata de tomate en un cuadro con vidrio. No se si el arte, sino todos tendríamos que preguntarnos cada día como impedir que el colapso del planeta se intensifique”.

    "Hay quienes dicen que son actos de promoción de los museos. Prefiero no pensar en forma conspirativa. Pero el tema que plantean sí me parece extraordinariamente urgente", sostiene Andrea Giunta
    «Hay quienes dicen que son actos de promoción de los museos. Prefiero no pensar en forma conspirativa. Pero el tema que plantean sí me parece extraordinariamente urgente», sostiene Andrea GiuntaGentileza Malba

    Hernán Borisonik (doctor en Ciencias Sociales)

    “Me pareció llamativa la lista de obras sobre las que se usaron como blanco de los ataques. Son todas parte del canon indiscutible de la Modernidad europea, es decir, una cosmovisión mucho más centrada en el carbón que en el petróleo (que es lo que quieren que se deje de usar). Por otro lado, es interesante el gesto de agredir piezas que están protegidas por cristales, buscando más ampliar la notoriedad y la conciencia sobre el cambio climático que realmente arruinando los cuadros. Sin duda, la cuestión que estos grupos quieren poner de manifiesto son de absoluta importancia. Resta ver si sus acciones tienen algún efecto positivo”.

    Rodrigo Túnica (artista)

    “Creo que es un intento desesperado por mantener el debate vigente mientras se continúa naturalizando la situación de crisis y su irreversibilidad. A nivel estratégico es efectivo porque permite trascender las redes y ocupar, aunque sea unos instantes, los diarios, la tele y las radios. Lamentablemente, el hecho es lo que perdura y no así las causas que lo motivaron. Personalmente trabajo para visibilizar y expandir las alternativas de producción regenerativa, que es básicamente generar producción y desarrollo con procesos con impacto positivo en el ambiente que ayudan a crear mayor biodiversidad”.

    Azul Blaseotto (artista)

    “Me caen bastante simpáticas estas acciones. Porque sacuden el sopor de la mirada cómoda y domesticada de generaciones que creen que el valor cultural debe conservarse en los museos. Mientras que se miran, conservan y valorizan determinados objetos, la vida misma se extingue ante nuestros ojos: los fuegos queman los bosques, la desertificación seca los ríos, humanos y no humanos perecen o migran si pueden, adonde son rechazados o cuanto más, enjaulados; los hielos continentales se derriten, las montañas se derrumban, el humo sofoca… ¿y qué? ¿La propuesta es ir al museo con aire acondicionado? Esas acciones están dirigidas a sacudir las mentes atoradas, las obras no corren peligro ya que están todas bajo vidrio. Lo que buscan es hacer reflexionar a las capas ‘educadas’ para generar algún tipo de reacción ante el suicidio por goteo”.

    Elda Cerrato: «Sin una práctica, nada da resultado»

    Fuente: El Ojo del Arte ~ Su excepcional corpus de obra le mereció una adeudada muestra antológica en el Museo Moderno. Con una trayectoria que abarca también el ámbito académico, Cerrato conversa sobre Gurdjieff, sincronismo, bioquímica y ovnis.

    Elda Cerrato nació en Asti, Italia, en 1930. Llegó a la Argentina siendo una niña. Se formó en bioquímica, y asistía a un taller de arte al mismo tiempo. Terminada la carrera, optó por el arte, una pasión de toda su vida. En 1960, emigró a Caracas con su compañero, el músico Luis Zubillaga. En sus primeras exposiciones individuales, en Venezuela, hacía collages con papeles de diferentes grados de absorción y pigmentos de Windsor y Newton utilizando recursos aleatorios. «En una etapa posterior, las Cosmovisiones, las obras tenían algunos títulos que un crítico de Tucumán atribuyó a mis estudios de bioquímica», señala Cerrato.

    Sus búsquedas espirituales son una constante desde su adolescencia. «Estaban encaminadas a tratar de contestarme preguntas tales como qué soy yo, qué es todo este universo». Fue decisivo su encuentro con las ideas de la Escuela del Cuarto Camino de George Gurdjieff. En Tucumán, creó la extensa serie de la epopeya del ser β (beta), a partir de varias experiencias como cosmovisiones alternativas, la poesía surrealista y los mundos de la ciencia ficción, el I Ching, los cuentos de Gurdjieff y la aparición en Tucumán de platos voladores.

    A finales de la década del sesenta, entra en su etapa más conceptual. En 1970, dirige el cortometraje de animación Algunos segmentos, filmado en 16 mm con auspicio del CAyC, a partir de sus pinturas y dibujos. Busca nuevos formatos y canales de comunicación. En las obras siguientes las referencias al contexto político se vuelven más explícitas. Un año después del golpe de Estado de 1976, Cerrato vuelve a establecerse con su familia en Caracas. Allí presenta en 1980 su exposición Para una imagen del hombre. Permaneció en Caracas hasta 1983, donde también llevó adelante su labor docente y académica en la Escuela de Arte del Departamento de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela.

    Desde 1962 ha participado en numerosas exposiciones colectivas e individuales en Europa, Asia y América. En marzo de 2021 el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires le dedicó una muestra antológica, El día maravilloso de los Pueblos.

    Por décadas, realizó actividades docentes, académicas y de investigación en universidades y escuelas de arte del país y del exterior, por ejemplo, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo en la Universidad de Buenos Aires. Desde 1964, junto con su producción artística, realiza publicaciones, cortometrajes y audiciones de radio, y participa en conferencias y congresos del país y del exterior.

    A los noventa y un años, es profesora Titular Consulta en el Departamento de Artes e investigadora del Instituto de Historia del Arte Argentino y Latinoamericano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y miembro evaluador externo de otras universidades de Argentina y Uruguay. 

    –Estás ahora sentada en tu mesa de trabajo: ¿qué tenés delante tuyo?

    –Una ventana. Varias cosas amontonadas en un lado. Las instrucciones de la computadora nueva. Un listado de trabajos míos de investigación que tienen que subir a la web, unos textos que estoy viendo y abajo de todo eso, y protegido por un papel, un dibujo en el que estoy trabajando últimamente con tinta china, que pienso pasar a una tela muy linda con una imprimación y completarlo ahí.

    –¿Qué formas tiene?

    –¡Es mi currículum! Yo trabajo con mapas en mis obras desde los años setenta. Ahora estoy dibujando con tinta china líneas en tamaño muy pequeño, un centímetro o dos de lado, sucesos, cosas, viviendas en las que viví. Empecé antes del accidente.

    –¿Qué te pasó? 

    –Hace dos años me caí y me fracturé la cadera. En mi casa y estudio hubo que hacer todo un revuelo. Tardé meses en poder volver a subir la escalera. Tuve que dejar este dibujo inconcluso con el accidente y ahora lo retomé, junto con otros proyectos. En esta mesa grande frente a la ventana hay bocetos, dibujos, a veces pinturas, reflexiones, textos… Al lado tengo otra mesa con pinceles, óleos, acrílicos, barnices, pigmentos. Hay otra mesa más con la computadora y otra más. 

    –¿En qué más estás trabajando?

    –En un proyecto llamado Family Reunion, que se verá en el Museo de Arte Moderno de Shanghai. Estuve haciendo limpieza de afiches, catálogos y otras pilas de cosas. Y en eso, me encontré con un paquete enorme de fotos familiares. Pensé en seleccionar algunas y tirar el resto. Le comenté a mi hijo, que vive en Shanghai y acaba de tener el premio al mejor film experimental del 60 Ann Arbor Film Festival. Entre los dos estuvimos rastreando características interesantes de nuestra familia y con la ayuda del teórico Zairong Xiang estuvimos viendo el tema del transdualismo. El proyecto es una instalación audiovisual. 

    –La muestra antológica del Museo de Arte Moderno, con más de sesenta años de trabajo, habrá sido una gran tarea de revisión y orden, también.

    –Ese fue un gran trabajo de la curadora, Carla Barbero, y de Marcos Krämer. Vinieron todas las semanas a dialogar, grabar, revisar obras. Pronto va a salir un libro con textos de ellos, que me dieron buenas ideas respecto de mi obra. 

    –¿Por ejemplo?

    –Ana Longoni hizo un texto hace cerca de quince años, Esoterismo, peronización y anticipación en la obra de Elda Cerrato, que yo puse en el libro y que se acaba de publicar también en el libro Tercer oído. Relatos descentrados de una vanguardia de Longoni: me gustó mucho la idea de anticipación. El último texto de Claudio Iglesias, Elda Cerrato, espíritu sideral, tiene una serie de reflexiones donde conecta ciertas características de mi trabajo con el aspecto ideológico y se pregunta la relación entre la búsqueda de la imagen y ciertas proyecciones que están en títulos de obras, con las búsquedas formales, y cómo eso podría entroncar con un aspecto acentuadamente ideológico. Me abrieron perspectivas.

    –La muestra fue tu primera antológica, una puesta en valor de tu trabajo.

    –Hubo varios intentos antes, conversaciones con otras salas importantes. Pero esta fue una ocurrencia que le agradezco a Victoria Noorthoorn, que a boca de jarro en una mesa grande de un café interrumpió el diálogo y me dijo: «Vas a hacer una muestra en el museo». Y así fue. Tuvimos encontronazos e historias, pero la muestra salió. Se empeñaron mucho en la curaduría. Hubiera necesitado más espacio. Me quedaron varias obras que creo que las voy a mostrar pronto.

    –Quizá llega un poco demorada. ¿Crees que a tus colegas varones les costó menos alcanzar estos lugares de visibilidad?

    –En el siglo pasado hicimos militancia por esto, con asambleas, reuniones, protestas por esta cuestión. Desde los años setenta estamos en esta lucha. Había una gran mayoría que no había tomado consciencia de esto, era mucho más patriarcal la sociedad en ese momento. Me interesaba mostrar la obra, pero ir escalando no. La primera galería que tuve en Buenos Aires fue la de Álvaro Castagnino. Lo quería muchísimo, pero no teníamos demasiado éxito en las ventas. Ahí todavía pesaba el ser mujer. Los escultores eran todos varones. Ahora estoy con Herlitzka Faria, y les debo la revalorización de mi obra de los sesenta y setenta, que yo tenía medio arrinconada. Ahora la cultura adoptó a las mujeres y a los jóvenes, pero nosotras en el siglo pasado decíamos: «Nosotras todavía no somos lo suficientemente viejas como para que nos reconozcan…».

    –¿La universidad fue tu segunda casa?

    –La docencia siempre fue mi fuente de ingresos. De todos los otros trabajos posibles que tuve, que hubiera preferido no necesitar ninguno, la docencia era el que menos me molestaba. Hice audiciones de radio en Radio Municipal y Radio Nacional en Buenos Aires, y durante los cuatro años en Tucumán, armé uno de los primeros programas de televisión en los sesenta con esculturas de Juan Carlos Iramain. En los setenta estaba en la Facultad de Arquitectura como ayudante y ganaba una miseria. Una vez me gasté todo el sueldo en una llamada telefónica a Venezuela, a donde pensábamos irnos.

    –¿Cómo llegaste al arte?

    –Siempre me interesó la pintura, el dibujo. En Italia, donde fui tres grados de escuela primaria antes de venir por la Guerra, tuve maestras que me estimularon. Desde joven asistí a talleres. Siempre tuve un problema, que era tratar de contestarme a mí misma qué era todo ese universo que me rodeaba, qué era yo. Por eso, cuando terminé el bachillerato fui a estudiar bioquímica, para conocer el misterio de los seres vivos. Ahí, pasé seis años en la Facultad de Medicina. Estaba por empezar la tesis, cuando le dije a un profesor que estaba buscando resolver este misterio y él me respondió: «Elda, usted no lo va encontrar acá». Entonces le di prioridad a mis trabajos en el arte. Coincidió con mi encuentro con mi pareja, Luis Zubillaga, compositor. Él estaba en la misma que yo. Tenía en sus manos un libro de un maestro ruso George Gurdjieff, y empecé a leer ese tipo de libros. 

    –En Tucumán fue tu encuentro con los ovnis.

    –Fue un período, que continuó cuando volvimos a Buenos Aires, entre 1964 y 1968.  Había platos voladores, que eran un hecho misterioso. Nosotros vimos uno, que salió en el diario, en el borde del río Salí. Vivíamos en Horco Molle, unas treinta casitas con huerta que tenía la universidad para los profesores al borde de la colina. Había sido un proyecto de Perón para hacer un geriátrico. Una noche de noviembre, estábamos viendo la televisión y mi pareja se acercó a la ventana y empezó a llamarnos a los gritos. Era un plato volador, lo llegamos a ver. Aparecían seguido, la gente lo sabía. La chica que me ayuda en casa –ya había nacido nuestro hijo, Luciano– nos decía que no eran ánimas ni satélites. Una luz muy fuerte, a una velocidad enorme. Esa zona es una vía de paso entre dos puntos de poca fricción en la atmósfera, que están en Mendoza y Tucumán. Los chicos que iban a estudiar de una provincia a la otra solían verlos en la ruta, igual que los camiones. Más de una vez contaban que se paraban los motores, aparecían estas cosas, y después volvían a andar y seguían camino. 

    –En tus estudios de biología, de filosofía, el arte, los ovnis… ¿encontraste la respuesta a aquella pregunta sobre el misterio de la vida?

    –No. Y sigo buscándola. Se me amplió el panorama del no. Conozco más mis capacidades, ciertas posibilidades de anticipación o de sincronismo (trabajé con las técnicas de Jung también). Son incentivos para suponer que uno tiene capacidades que en realidad no tiene. Lo veo en la física teórica. Muchas explicaciones y religiones son atenuantes de que la vida se acaba y se acabó. No pasa más nada. Llegué a leer textos teóricos de otros artistas que se hicieron preguntas parecidas. Buscar teóricamente tampoco da resultado. Da autosatisfacción comprobar que lo que vos intuías hay otros que también, y tienen alguna pequeña respuesta. Sin una práctica, nada da resultado. La búsqueda mental es una masturbación.

    –¿Qué sería el arte?

    –Una presencia del cuerpo, algo emocional. Una vez en la facultad de Arquitectura, donde yo era ayudante, un profesor me preguntó: «En relación con sus trabajos artísticos, ¿qué tiene que ver todo lo que vemos en semiótica?». Y yo le respondí: «Mire, no mucho más que lo que me causa la lectura del diario a la mañana». No era cierto del todo. Ahí aprendí una estructuración del pensamiento. La cuestión artística uno la vive, no te hacés preguntas. No me gusta hablar de arte, se hacen tantas elucubraciones. ¿Por qué lo hago? Porque me gusta.

    De artista a artista: María de los Ángeles Crovetto (PARTE 2)

    Fuente: Argentina.gob ~ De artista a artista: María de los Ángeles Crovetto (PARTE 2)

    En esta última entrega Pablo Valentino profundiza sobre la vida y obra abarcando sus proyectos actuales, el amor por el muralismo y “lo que viene” en su carrera artística.

    5 – PV: Coméntame un poco sobre tu vagón de tren intervenido. ¿Cómo surgió ese proyecto?
    AC: “Es el segundo vagón que intervengo en la formación del Tren Social y Sanitario Dr. Ramón Carrillo, del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, en la DINATE (Secretaría de Abordaje Integral). El primero fue sobre género, en un vagón que se aboca a atender esas problemáticas por pueblos y ciudades donde el tren va en todo el territorio federal y este último que supongo es ese al que haces referencia, fue pensado en conjunto con diversos actores que intervienen en el funcionamiento del vagón cultural; un vagón donde suceden muchas actividades dependientes del Ministerio de Cultura: Biblioteca Nacional, del Congreso y el INCAA. La idea era darle un aspecto distintivo del resto de los vagones, así que con esa finalidad es que se decidió intervenirlo, adaptando la imagen a realizar a las posibilidades del soporte, que eran complejas”.

    6 – PV: Tenés una gran serie de murales interesantes ¿Cómo se gestó toda esa obra?
    AC: “Yo diría que tengo mucho murales hechos nomás…yo diría que los murales irrumpieron en mi vida, o algo así. Se gestaron de diversas maneras a lo largo del tiempo, con distintas aristas de lo que implica un mural. En algunos momentos fueron experiencias territoriales desde un enfoque comunitario, con un fuerte anclaje en el arte como inclusión, justicia social. Por otro lado realice muchos otros que fueron directamente murales militantes, con una identidad y un mensaje político como finalidad, otros fueron encargos específicos donde quizá tuve tiempo para desarrollar más algunos planteos, y otros tantísimos en Ezeiza que están vinculados con la construcción de un discurso mural comunitario, participativo, en escuelas públicas del distrito, de cara a la sociedad. Podríamos decir que las Escuelas construyen su identidad visual de cara a la sociedad, y yo hago el trabajo de traducir esas ideas en sus paredes”.

    7 – PV: Tuviste la oportunidad de intervenir en un terreno natural arcilloso en una playa de San Juan, realizando una imponente escultura, contáme como sucedió eso.
    AC: “Cinco años sin irme de vacaciones y me fui al desierto sanjuanino, quizá de los poquísimos lugares donde puedo suspender el tiempo, el mundo, lo cotidiano. Digo desierto, pero como bello contraste hay un Dique bellísimo a los pies de la pre-cordillera. Un lugar donde siempre vuelvo a lo largo de los años…Rodeo. Y el viento allí es algo realmente especial, es un viento escultor realmente, las formas que erosiona son impactantes. También es un viento que te empuja, por eso volás estando sentada y de paso te hace el favor de no asfixiarte del calor. Me considero fanática y admiradora absoluta del viento. Y entonces, estando sentada, sabiendo hace años que todas esas formas eran arcilla cocida al sol, resquebrajada como en todo buen desierto, vi una forma de mujer. Un amigo lugareño me prestó herramientas, cuchillos de todo tipo, y con un baldecito como una niña jugué a hacer lo que llamé La mujer del viento, en vez de castillos de arena. Y fue hermoso. Primero porque tenía una alegría imparable de descubrir esa mujer que había visto, y luego mucho amor sentí al ver como esa arcilla que humedecí para dar forma, de golpe se secaba y hacía de su rostro un desierto con arrugas, quebraduras que quedan ahí suspendidas, quietas. Y quedó allí, sabiendo que era muy posible que al subir el nivel del agua de deshielo en el dique, se vuelva lecho barroso, y se deshaga o se vuelva a ser lo que siempre fue, maravilloso barro”.

    8 – PV: ¿Cuáles son tus técnicas o herramientas artísticas preferidas?
    AC: “No sé si puedo elegir tan a la ligera. Realmente…”

    9 – PV: ¿Cómo te llevas con tu Rol de docente? ¿Qué experiencia te deja esa actividad?
    AC: “Me llevo bien cuando puedo encontrar ese enriquecimiento mutuo con lo que nos disponemos a transmitir, y que luego es capaz de transformarse en nuevos conocimientos, que siempre, siempre edifican. Pero sobre todo me gusta cuando también en esas instancias suceden actos creativos, preguntas desconcertantes, respuestas abiertas. He dado clases prácticas de taller y teóricas, en todas las edades y niveles, cada instancia tiene su particularidad: la belleza estremecedora y libre del acto creativo de lxs niñxs, el dolor y conflicto comunicativo de lxs adolescentes, el ímpetu devorador de ingresantes en ámbito universitario, la búsqueda de los próximos a egresar, la creación en adultos mayores también es una instancia interesante para acompañar, quizá porque hay una búsqueda inevitable en la memoria. También me resultó increíble la experiencia como instructora de arte terapia en población infantil en riesgo, con todas las complejidades que pueden padecer niñxs en situación de vulnerabilidad. El arte conecta a los seres humanos de tantísimos lugares, ¿no?

    10 – PV: ¿Cómo observas el rol de la mujer hoy en día en el circuito de pintura Argentina?
    AC: “Quizá no sea la más indicada para hablar del rol de la mujer específicamente en el circuito, porque no me gusta hablar de ámbitos que no frecuento. Sí, pienso que hay un trabajo enorme que aún queda por hacer, varios caminos a recorrer, donde la mujer quizá ha logrado en algunas instancias cuestiones de paridad, pero todos los días aun nos tenemos que arremangar más para podernos desarrollar en ámbitos, incluso en el arte, muy reservados a los hombres”.

    11 – PV: ¿Cómo te gestionas con el aspecto comercial de tu arte?
    AC: “Sencillamente, me autogestiono, no tengo nadie que comercialice nada. Sólo se ponen en contacto conmigo”.

    12 – PV: ¿Cómo seguís planeando tu futuro inmediato? ¿Proyectos?
    AC: “No…No…Imposible jajaaja, mi futuro inmediato es terminar el monumento a DIEGO MARADONA próximo a inaugurar. Seguramente el mayor honor que pueda tener en la vida, los que sobre todo construimos cultura popular. Ese es todo mi horizonte, y luego, ya el tiempo me va a avisar…tiempo al tiempo decía mi abuela.”
    ¡Los esperamos en la próxima entrega de “De artista a artista”!

    Obras de arte que mantienen vivas las tradiciones

    Fuente: La Nación – Se inauguró en la Universidad Católica Argentina (UCA) una muestra de pinturas costumbristas del artista Francisco Madero Marenco.

    El 10 de este mes se celebró el Día de la Tradición, fecha conmemorativa del nacimiento de José Hernández, autor del inmortal Martin Fierro: gaucho cantor, hombre de honor y cultor de valores, libre como el pájaro del cielo. Es la fecha donde se celebran las tradiciones gauchescas de una patria que se hizo de a caballo, es la fecha donde celebramos nuestra propia identidad.

    Durante el siglo XIX, llegaron al Río de la Plata los pintores viajeros provenientes de Europa quienes, interesados en el paisaje y los hábitos de la región, los volcaron en sus telas. Sus obras registran escenas urbanas y rurales, en particular la Pampa infinita, sus habitantes -estancieros, gauchos y paisanas-, la forma de vida, los ranchos y las pulperías. Como dato llamativo, retrataban al gaucho habitante de las Pampas con rasgos beduinos, considerando que en ese entonces su modelo de exotismo, rasgo con que los identificaban, provenía del norte de África.

    El tema del gaucho fue fuente de inspiración de destacados artistas a lo largo de los años. Desde los pintorescos personajes idealizados por el uruguayo Juan Manuel Blanes, “el pintor de la Patria”, a los legendarios almanaques de Florencio Molina Campos, quien visibilizó con un toque de humor e ironía a los trabajadores rurales y las costumbres de los paisanos, o las obras y los libros con ilustraciones gauchescas de Eleodoro Marenco, entre ellos el Martin Fierro, La Cautiva y Excursión a los Indios Ranqueles. La figura del gaucho, un conocedor de los secretos de la tierra, quedó inmortalizada.

    En el marco de esta celebración, y a 150 años de la publicación del poema gauchesco, el Pabellón de las Bellas Artes de la Pontificia Universidad Católica Argentina, inauguró la exposición “Tiempos idos”, una selección de pinturas costumbristas, realizadas por Francisco Madero Marenco, nieto de Eleodoro Marenco, cuyo talento para retratar al gaucho y al hombre de a caballo, fue sin duda heredado por este conocedor del ámbito rural y de la cultura gaucha.

    Francisco Madero Marenco pinta la historia del gaucho argentino en el período de 1800 a 1950, tiempos de fortines y de malones, de indios con poncho y lanza y gauchos vestidos con botas de potro y espuelas nazarenas, pañuelo de seda al cuello, chaqueta, sombrero redondo, calzones y chiripás. Busca reivindicar la imagen del gaucho argentino y las tradiciones. Desde su rincón, su lugar de trabajo, su taller, pero sobre todo sus largas horas dedicadas a la investigación y al oficio de pintar, recrea escenas que el mismo se imagina y pudieron haber ocurrido, con conmovedor atractivo para el espectador.

    Los rasgos curtidos del capataz de tropa, del arriero sanjuanino, del indio pehuenche que va siguiendo rastros en la cordillera; el semblante severo, parco y expresivo del gaucho delante del corral de palo a pique, que luce su rastra y cabo de rebenque de plata, con su rancho de adobe, techo de paja y un ombú casi seco por el invierno de fondo, invitan a escuchar sus cuentos legendarios, en una matera y delante del fogón.

    Madero Marenco tuvo acceso a través de los libros de su abuelo, a las historias de los viajeros y la vida cotidiana rural rioplatense en el siglo XIX antes mencionado, sobre todo a la vida del gaucho, fuente de inspiración para su obra. El artista representa en su pintura el norte argentino, la Patagonia, la pre cordillera mendocina y la inmensidad de las pampas. Transmite una atmósfera serena, el silencio de esas extensiones y de la naturaleza. En ella se pueden admirar los pastizales y los increíbles matices del amanecer o el atardecer.

    Francisco Madero Marenco nos invita a reflexionar sobre nuestros orígenes en la figura del gaucho, un arquetipo del ser nacional cuyo legado forma nuestra identidad cultural. Él rescata distintas épocas de nuestra crónica, que plasma con maestría sobre la tela, en obras que nos interpelan a pensar en nuestro pasado y en nuestro presente.

    La autora es directora del pabellón de las Bellas Artes de la Pontificia Universidad Católica Argentina