Fuente: La Nación ~ Mientras las ferias se vuelven híbridas y los viajes se limitan por la pandemia, el medio dirigido por Diego Costa Peuser continúa apostando al potencial de lo virtual para promover el arte latinoamericano en el mundo
Un amplio panorama del creciente alcance que tiene hoy el arte latinoamericano en el mundo: eso es lo que se encuentra al entrar en la renovada plataforma online de Arte al Día, medio dedicado desde hace más de cuatro décadas a la promoción global de la producción artística de la región, que continúa adaptándose a los desafíos impuestos por esta nueva era virtual.
En un momento en que las ferias se vuelven híbridas y los viajes se limitan por la pandemia, el sitio artealdia.com apuesta a la variedad de formatos, contenidos y disciplinas para hacer más visible la esforzada tarea de artistas, galerías, instituciones y curadores latinoamericanos.
Interdisciplinario, interactivo y en constante actualización, este archivo único de reseñas, entrevistas, perfiles y noticias que reflejan el desarrollo de la escena artística regional en el último medio siglo se complementa con material audiovisual y un servicio de alertas de convocatorias a premios, concursos y residencias. En la nueva sección OpenFiles, por ejemplo, los artistas comparten en primera persona el “detrás de escena” de su producción, con detalles y anécdotas sobre sus obras.
“Queremos promover la creación artística, además de difundirla. Por eso trabajamos en una plataforma interactiva que sirva de guía para los artistas, curadores e investigadores que buscan ampliar sus horizontes y desarrollarse profesionalmente en nuevos ambientes”, cuentaDiego Costa Peusermientras comparte por Zoom las novedades de una página que busca informar sin aburrir, al presentar de forma ágil contenidos de calidad. Nacido en Buenos Aires en 1964 y radicado en Estados Unidos desde el comienzo del nuevo milenio, el director de Arte al Día busca ahora llegar a nuevas audiencias con el lenguaje digital y una creciente presencia en redes sociales a través de las cuentas @artealdia.
Claro que, además, cuenta con un capital único: la base de datos de 48.000 personas que fue construyendo a lo largo de más de veinte años de participar en ferias de arte de todo el mundo. La revista en formato papel, que se presentaba con stand propio, llegó a sus 150 ediciones y se vendía en librerías de distintos países, incluida la prestigiosa cadena estadounidense Barnes & Noble. “Eso ayudó mucho a dar visibilidad, pero los costos de distribución y logística eran muy grandes”, explicó Costa Peuser.
Así que, si bien el sitio onlinenació hace 15 años, hace dos se cerró el ciclo del papel de la revista y se ampliaron los contenidos, ahora potenciados. Con acceso gratuito, newsletters quincenales con contenido bilingüe y un sólido equipo internacional de colaboradores que cubre la actualidad en América y Europa, atrae por día entre 1200 y 1800 lectores de todo el planeta.
“No es poco para nuestro nicho”, señala orgulloso Costa Peuser. Y sabe de lo que habla: comenzó ayudando a su padre a vender publicidad para la revista cuando tenía apenas 17 años, y llegó a dirigir ferias de arte y fotografía en Buenos Aires (BAphoto), Lima (PArC), Nueva York, Miami y Londres (Pinta). Ahora planea otra en Basilea, durante la Art Week que coincide con Art Basel, además de Pinta Sud, una serie de activaciones con artistas internacionales en galerías paraguayas.
“Estoy muy comprometido con el arte. Busco nuevas experiencias porque he visto mucho y siento que cuando algo me sorprende, también va a sorprender al otro”, observa, entusiasmado porque finalmente la tan deseada “nueva normalidad” postpandemia se consolida en Estados Unidos gracias a la vacunación masiva. Con la energía ya puesta en la producción de Pinta Miami en diciembre próximo, Costa Peuser asegura que “la gente está con muchas ganas de volver a lo presencial”.
Para comprobarlo, basta ver algunas de las noticias que publica en estos días artealdia.com: el artista brasileñoErnesto Neto transformará desde fin de mes una sala del Museo de Bellas Artes de Houston en una pasarela suspendida con una de las obras tejidas a crochet más grandes que haya hecho hasta el momento; el MoMA exhibe en Nueva York una muestra de fotografía modernista brasileña y el High Line de Manhattan presenta El cerebro musical, exposición colectiva cuyo título se inspira en un cuento del escritor argentino César Aira.
Así, mientras el arte latinoamericano continúe ganando espacios, la plataforma de Arte al Día seguirá creciendo. Sumar una agenda de muestras en galerías e integrar en el mismo sitio la producción de todas las ferias dirigidas por Costa Peuser será el próximo desafío de los programadores, en esta nueva era destinada a cruzar todos los límites.
Fuente: Infobae ~ Laurence des Cars, especialista en arte moderno que preside el también parisino Museo de Orsay, asumirá la dirección del museo más importante de Europa en septiembre
La historiadora de arte Laurence des Cars remplazará a partir del 1 de septiembre próximo a Jean-Luc Martinez al frente del Museo Louvre, lo que la convertirá en la primera mujer en dirigir el museo más importante de Europa, informó el Ministerio de Cultura de Francia.
Especialista en historia de arte del siglo XIX y principios del XX y conservadora de patrimonio, como directora del Louvre des Cars tendrá la misión de “reafirmar la vocación universal del primer museo del mundo a partir del “diálogo” entre el arte antiguo y el mundo contemporáneo, adelanta el Ministerio de Cultura de Francia en un comunicado de prensa.
De acuerdo con lo informado por medios internacionales, con este desembarco, una mujer asumirá por primera vez la dirección del museo parisino creado en 1793, considerado el más emblemático y valioso de Europa. Actualmente, Des Cars dirige el Museo de Orsay y lo hará hasta asumir su nuevo cargo con la intención de apoyar el proceso de reapertura.Laurence des Cars, hasta ahora responsable del Museo de Orsay en París (Francia), será la primera presidenta del Louvre, el museo más grande del mundo.(EFE/ Orsay/Jeremy Garamond)
“Laurence des Cars deberá escribir una nueva página de la historia del mayor museo del mundo. El Louvre debe reinventarse en este mundo poscrisis, convertirse más que nunca en un lugar de contemplación y de reflexión abierto a todos”, dijo la ministra de Cultura, Roselyne Bachelot, según consignó la agencia de noticias francesa AFP.
Según destacaron desde la cartera de Cultura de Francia, en esa institución generó una profunda renovación a partir de “un programa de exposiciones, espectáculos en vivo y un nuevo enfoque de las obras, abierto a todos los públicos y a los artistas”.
De este modo, el mayor museo de Europa cambiará el perfil de su director, dado que la nueva directora proviene del mundo de las artes visuales y el patrimonio, mientras que el actual director, Jean-Luc Martinez, es historiador y arqueólogo especialista en antigüedades griegas. Luc Martinez dirige el Louvre desde 2013 y su mandato destacó por su esfuerzo en incorporar nuevos públicos. De hecho, en 2019, antes de la pandemia, el museo superó los 10 millones de visitas, alcanzando así su récord mundial.
Si bien la información del anuncio circuló en medios internacionales, la confirmación del nombramiento fue finalmente comunicada hoy por el Ministerio de Cultura de Francia, ya que la decisión final sobre la designación de los directores de los grandes museos públicos corresponde al presidente del país galo, Emmanuel Macron.
Fuente: Diario Uno ~ El laboratorio de restauración funcionará en el Museo Municipal de Arte Moderno. Además de la sala de exposiciones funcionará la biblioteca y un archivo de investigación
Desde septiembre, la ciudad no sólo abrirá las puertas del remozado Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza (MMAMM). Lo que poseerán los mendocinos y mendocinas será un espacio dedicado al arte y a la cultura que trasciende la mera exposición de las obras para su contemplación.
El Espacio Cultural Plaza Independencia (ECPI) abarcará distintos espacios, pero sobre todo, se abrirá con nuevos objetivos y metas. Una de las más importantes es la conservación y restauración de la colección propia del museo, que alcanza las 1.800 obras. Para esto, el nuevo MMAMM poseerá un laboratorio de restauración (o restauro), un departamento dedicado a la puesta en valor de las obras para las generaciones futuras.
El equipo del MMAMM poniendo a punto los detalles para la reinauguración
El laboratorio, área que se encuentra bajo la dirección de la restauradora Cristina Sonego, es “el orgullo” del equipo del Espacio Cultural Plaza Independencia, que coordina Daniel Rueda y del que también participa Enrique Testaseca, el director del MMAMM.
Diario UNO dialogó con los hacedores de este proyecto único en el interior del país, que se está equipando con todas las condiciones y bajo reglamentaciones estándares a nivel mundial. Esto permitirá realizar el diagnóstico, clasificación, restauración y conservación de las obras, con los criterios que le abrirán al MMAMM la participación en los circuitos museográficos internacionales.
El abc del laboratorio de arte
Al ingresar al nuevo MMAMM por la remozada sala de arte, que ha ganado más de 200 m2 de espacio para exposiciones, la búsqueda del ingreso a la zona de restauro se realiza bajo totales preconceptos: la idea es que se encontrará a un grupo de gente con delantales completamente cubiertos de manchas de barnices y pinturas y que el olor a trementina invadirá el ambiente, desafiando los barbijos.
Pues no.
El área de restauraciónes lo más parecido a unlaboratorio médico que se pueda percibir en un museo: un ambiente acético, de luz blanca, con aparatos que bien podría manipular un técnico químico o un radiólogo. En la entrada, un grupo de mujeres de guardapolvo blanco, hacen pensar si una no se equivocó de lugar.
El equipo de restauradoras del MMAMM en el laboratorio, que de a poco se está equipando con la tecnología adecuada para poner a punto la colección del museo
En realidad, justamente, se trata de un sitio ligado a la química, y en el que las obras de arte son consideradas “pacientes”, que necesitan un diagnóstico y un tratamiento.
Este proyecto, surgió de la cabeza y voluntad de Cristina Sonego, que se especializó en restauración en Italia, y que piensa en esta disciplina, como una forma de trabajar por las generaciones futuras, a quienes se les legarán las obras, si se realiza este proceso de restauro y conservación. Con ella trabajan la arquitecta Mariela Hug, y la técnica Claudia Parisi. Sin embargo, en el equipo recuerdan a Claudia Aldeco, una cuarta integrante que falleció el año pasado y en la memoria de quien desearon poner en marcha la iniciativa.
Rueda y Sonego cuentan cómo fue el paso de un simple taller a un laboratorio de restauro. Explican que, en primer lugar, se pensó como un concepto, pero para arrancar, fue necesario comprar equipamiento.
“En el interior del país no se conoce un laboratorio de restauro con este equipamiento, es básico para la disciplina de la restauración, pero implica todo un cambio de concepto. Aún falta que lleguen elementos, como la mesa de trabajo, pero nos va a permitir no solamente trabajar con las obras de la colección del museo, sino con obras externas y a futuro poder hacer proyectos de investigación, invitar a profesionales especializados en un área específica, para poder desarrollar esa disciplina” (Cristina Sonego)
Foto: Martin Pravata/ Diario UNO
Esos aparatos son una campana de extracción de gases o de humo, que permite no contaminar el laboratorio de restauro ni el museo, porque en diversos trabajos se utilizan combinaciones de químicos, por esto al mezclar o preparar estas soluciones se evaporan gases que contaminan el ambiente
Además, se adquirió una campana manga, que es la que uno coloca sobre la pintura para poder trabajar de manera apropiada.
A este equipamiento se sumó un armario ignífugo, que es la guarda reglamentaria para los químicos y disolventes, y además, un equipo de climatización para la sala de guarda, con todos los requerimientos necesarios para poder guardar, proteger y conservar la colección.
De esta manera, el taller se transformó en laboratorio de restauro, al adquirir todos estos equipamientos que son los que se utilizan de rigor.
“El taller no tenía las condiciones, pero así y todo había sido pionero en la provincia, una idea iniciada por Cristina y con un equipo de restauro que ella misma formó. Hoy la decisión política no es solo la compra de equipamiento, sino la proyección a largo plazo, porque hay que trabajar sobre las colecciones” (Daniel Rueda, director del Espacio Cultural Plaza independencia)
100 obras restauradas
El primer objetivo que se planteó el equipo de restauración, aún antes de convertirse en laboratorio, fue el de poner a punto 100 obras de la colección del museo para reinaugurar el espacio.
El trabajo comenzó en 2019, y se eligieron obras emblemáticas, de Antonio Berni, Lino Spilimbergo, Leonidas Gambartes, Roberto Azzoni, Carlos Alonso y Benito Quinquela Martín, entre otros.
“La razón de ser de un museo es su colección y desde ahí se disparan los objetivos y misiones: restauro, pedagogía y producción” (Cristina Sonego)
Sonego explicó que, si bien ya se venía trabajando en la conservación, restauración e investigación de la colección, la tarea coyuntural fue abocarse a las cien obras de la exposición inaugural, entre papel, pintura y escultura, que contarán con un guión museográfico.
Foto: Martin Pravata/ Diario UNO
Un trabajo de “hormigas”
Daniel Rueda, director del Espacio Cultural Plaza Independencia y Enrique Testaseca, director del MMAMM, en la sala, próxima a reinaugurar
Para determinar qué obras necesitan una restauración y conservación urgente, y cuáles pueden esperar, lo que se realiza es todo un trabajo previo de registro, catalogación y diagnóstico de las obras, al que los entrevistados se refirieron como un verdadero “trabajo de hormigas”.
Sonego explicó que este trabajo se realiza desde distintas áreas. Es decir que en el momento de registrar una obra, debe por diversos exámenes para determinar el estado en el que se encuentra: bueno, regular o malo (códigos verde, amarillo y rojo, respectivamente)
Esto se realiza en base a criterios internaciones, para que, en un futuro, pueda cumplir con estándares y entrar en red con los otros museos del mundo. Los pasos mencionados permiten saber a qué temperatura y humedad conservar las obras, determinar qué obras tienen mayor urgencia de restauración y conservación y cuáles tienen un “código verde”, y pueden permanecer sin este tratamiento inmediato.
“Las obras que están en regular o mal estado (códigos amarillo y rojo) no se pueden exponer hasta tanto no pasen por el laboratorio de restauro. Como tampoco se pueden intercambiar con otro museo, pero para tener el detalle de toda esta información, hay que realizar este “trabajo de hormiga”, previo, que es lo que está haciendo el equipo del MMAMM antes de la reinauguración” (Enrique Testaseca, director del MMAMM)
Foto: Martin Pravata/ Diario UNO
Foto: Martin Pravata/ Diario UNO
Los por qué de la restauración
La directora del laboratorio de restauro explicó cuáles son las causas por las que es necesario restaurar una obra.
Básicamente, hay dos grandes grupos de causas que pueden poner en peligro a una obra: las exógenas, todo lo externo que rodea una obra, lo que también incluye la seguridad, la manipulación, el vandalismo, la inadecuada climatización y humedad, o contaminantes aéreos y rayos UV. Por otra parte, se encuentran las endógenas: factores, patologías o efectos concomitantes, que pueden tener un bien. Uno de ellos puede ser la antigüedad, aunque no se la considera una patología agresiva.
La nueva entrada del remozado MMAMM, que ha ganado en espacio y condiciones para la restauración y conservación de las obras de su colección
Una de las razones de ser de la restauración es que es una disciplina que permite atender y hacer que muchas obras históricas de siglos puedan existir. Porque el rigor del restaurador es restaurar para las generaciones futuras: uno restaura y conserva para los que vienen”
La idea del laboratorio de restauro es que se sienten las bases, por primera vez en la historia de Mendoza, para poder recibir profesionales que vengan a dar cursos y a formar en un aspecto específico de la restauración.
El área de restauración es nueva, antes se contrataba gente externa para realizar trabajos de restauración específicos, pero no se encargaban de la colección, este trabajo se ha hecho por primera vez. Es un proyecto de conservación que data desde el 2006.
Foto: Martin Pravata/ Diario UNO
Cómo se incrementó la colección del MMAMM
La colección del MMAMM supera las 1.200 obras de arte, más las tres nuevas colecciones que hemos recibido, ya que gestionamos una donación de la Fundación del Interior. Incrementamos con esto el patrimonio de obras de arte del museo casi en un 50%, es decir que actualmente, la colección del MMAMM llega a las 1800 obras-
Esto fue un gran logro de equipo. El museo desde su fundación, hace más de 50 años, no había sido revisado, como proyecto institucional. Hemos hecho este trabajo también.
“Hemos hecho mucho trabajo interno y silencioso, que es lo que no se ve. Sin embargo, estamos trabajando en base a un proyecto, con objetivos y por esto sabemos hacia donde queremos ir. Lo que queremos es devolver el museo a la comunidad” (D. Rueda)
Durante mucho tiempo se quiso donar pero no estaban dadas las condiciones parar recibir esta donación. El museo ahora está en condiciones para recibir esta donación.
Fuente: La Nación ~ En el contraluz de la memoria, la muestra que llevó a Tutankamón a Nueva York dialoga con el amor paterno
Imaginemos un cuarto oscuro y una vela en el centro. Al encenderla seguramente veamos la esfera de luz que se forma a su alrededor. One-foot candleen inglés define cantidad de luz: la medida de la potencia luminosa emitida por la fuente (en nuestro ejemplo, esa vela del centro de la habitación) a una distancia de un pie. Mi padre tenía una obsesión con la luz y recuerdo que de muy chiquita me hizo el experimento. “¿Ves? Eso es one-foot candle. En el cine se usaba esto.” Y uno podía ver claramente el círculo de luz que se formaba alrededor de la vela.
Era de tarde y estaba nevando en Nueva York. Vista a la distancia parece la escena de alguna película, tanto que le modifiqué el color al recuerdo y tiene tonos Polaroid o aquellos de los revelados seventies: la ropa de mi madre tiene esos colores; el Montgomery de mi padre con sus enormes botones de hueso, lo mismo. No sé si el color aparece tras el revelado o si las fotos se decoloraban con el tiempo, guardadas en cajas en el placard: cuando uno se acordaba de sacarlas habían pasado treinta años.
La gran nevada en Nueva York había obligado al avión a sobrevolar el aeropuerto por varias horas antes de aterrizar. Había carros de bomberos en la pista y todo estaba tan desbordado que conductores particulares sacaban gente de los aeropuertos.
Mi madre recuerda ese viaje como “el año en el que te perdiste dos veces”. A modo de broma le digo que a mis siete años, para mí es “el año que me perdieron dos veces en Nueva York”. La que recuerdo de las dos es en un ascensor, agarrada a un tapado que hubiese jurado que era el de mi madre. Cuando miré hacia arriba, me había equivocado de tapado y de madre. Una versión precoz de Mi pobre angelito: sin casa en los suburbios pero con una Argentina en plena plata dulce.
Estábamos llegando tarde y el Museo Metropolitano iba a cerrar en pocas horas. Era una carrera contrarreloj. Mi ansiedad por ver la muestra de Tutankamón era tal que subimos la escalinata de piedra corriendo, pagamos el precio sugerido, nos abrochamos esos botoncitos con la M mayúscula en tipografía con serif que se llama razonablemente The Met Serif y seguimos a toda velocidad por los pasillos. Más de ocho millones de personas vieron aquella muestra prestada por Egipto durante los años que estuvo ahí. Le aportó a la ciudad 111 millones de dólares en hotelería, turismo, actividad gastronómica, compras y transporte. Hasta los propios organizadores se sorprendieron ante la fascinación neoyorquina por el joven faraón, las momias que lo acompañaban y su abundante ajuar.
El faraón era apenas un adolescente cuando murió y su máscara mortuoria en oro con el conjuro protector escrito en jeroglíficos por detrás de sus hombros, lejos de disimular la muerte, hablaba directamente de eso.
Un crítico de la muestra dijo algo así como “La sorprendente pureza del arte niega la muerte y disolución a su alrededor”. A mis pocos años hubiese podido contradecirlo fácilmente. Parte de mi propia fascinación tenía que ver justamente con saber que dentro de esos sarcófagos había cuerpos momificados de lo que alguna vez habían sido personas. El faraón era apenas un adolescente cuando murió y su máscara mortuoria en oro con el conjuro protector escrito en jeroglíficos por detrás de sus hombros, lejos de disimular la muerte, hablaba directamente de eso. Imposible no pensar en lo que sintió Howard Cartercuando desató el nudo que abría las puertas e iluminó con un farol la antesala de la tumba sellada por más de 3000 años donde estaban, según sus propias palabras, todas esas “cosas maravillosas” que acompañarían a Tutankamón a la siguiente vida. Yo solo pensaba en lo que yacía debajo de las capas de oro y madera de ese sarcófago. Hubiese querido levantar la tapa y ver las vendas. Muda, asustada, en respetuoso silencio. No entendía que ya entendía lo frágil que era la vida.
Con muchos años de Parkinson encima, antes de perder completamente la conciencia y apenas unos quince días antes de morir, mi padre armó una valija de escape. No era una valija propiamente dicha, sino un maletín metálico en el que originalmente venían piezas de una cámara de filmación Arriflex, la única disponible en la Argentina en los ochenta, que usó para dirigir infinidad de cortos publicitarios. En ese maletín con combinación de seguridad guardó un pasaporte vencido, envases plásticos para rollos de fotografía, una foto mía, varios lápices y un fotómetro. Supongo que en su cabeza eso era todo lo que creía necesario para su último viaje: recuerdos de su hija, algo para dibujar, documentación que garantizase la entrada a la otra vida y, como siempre, un aparato que le permitiera medir la luz.
Fuente: La Nación ~ Durante toda esta semana habrá charlas, exhibiciones y talleres organizados por los museos porteños y nacionales en homenaje a la Revolución de Mayo; historia y entretenimiento
Los museos porteños y nacionales celebran la Revolución de Mayo durante toda la semana con un programa de actividades virtuales en sus plataformas digitales y las redes sociales. Además de charlas y exhibiciones, el Museo Histórico Nacional ofrece contenido sobre los acontecimientos destacados de la Semana de Mayo dirigido a alumnos de nivel inicial, primario y secundario.
Especial para los más chicos
Una visita animada: Lola recorre los hitos de la Semana de Mayo. En tres videos, que se pueden ver en el canal de Youtube Museos BA y la web Vivamos Cultura, el personaje animado analiza obras y objetos vinculados a la Revolución de Mayo que pertenecen al Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio de Saavedra.
Arte hispanoamericano
En el blanco: El poder de la imagen en el arte hispanoamericano, clase de Florencia Fullana, del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco. Hoy, a las 17, con inscripción previa en el sitio Museos BA.
Té con historias
Edición especial del ciclo organizado por el Museo de la Historia del Traje con Rosana Leonardi y Marcelo Marino como invitados. La charla “Una moda para la patria” se transmitirá en vivo el martes 25 a las 17 por la cuenta @museodeltrajeba.
Mujeres protagonistas del pasado nacional
“Matrias”, un ciclo que propone otra mirada sobre las fechas patrias, invita a repensar el rol de las mujeres en la historia. Son charlas virtuales en formato video didáctico, a cargo de Emilia Zavaleta. En la primera, el martes 25, se hablará de Manuela Pedraza, Juana Azurduy y Mariquita Sánchez de Thompson, entre otras. Se proyectará el corto Las Rosas, dirigido por Isidro Escalante, ambientado en Buenos Aires en 1833.
Exhibición virtual
Se inaugura la exposición virtual del Certamen de croquis y bocetos escultóricos sobre la Semana de Mayo organizado por el Museo de Esculturas Luis Perlotti por el canal de Youtube Museos BA y la web Vivamos Cultura.
Revolución e Independencia
Charla a cargo de Valentina Ayrolo (La Rioja), Oscar Cantero (Misiones) y Sara Mata (Salta), en el marco del ciclo “Provincias y Nación”. El miércoles 26, a las 17.30, transmisión por Facebook Live del Museo Histórico Nacional.
Ser argentino
Empieza el ciclo “Identidad, símbolos e íconos. El artista decodificador de la historia”, organizado por el Museo de Arte Popular José Hernández. El pintor Esteban Díaz Mathé descubrirá la magia del realismo en el retrato y registro de nuestros paisanos en la charla “Ser argentino, una mirada”. El miércoles 26, a las 18, en la web Vivamos Cultura.
Las cartas de Manuelita
En el ciclo Camino al Centenario continúa la serie de conversatorios virtuales por el canal de Youtube Museos BA sobre las colecciones del Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio de Saavedra en el año de su centenario. El jueves 27, a las 19, tendrá lugar la charla “Las cartas de Manuelita”, con Lidia González y Daniel Paredes.
El impacto de la Revolución de Mayo en Malvinas
El Museo Malvinas e islas del Atlántico Sur organiza un diálogo entre Marcelo G. Kohen (profesor de Derecho Internacional en el Instituto de Altos Estudios Internacionales y del Desarrollo de Ginebra) y Facundo D. Rodríguez (abogado especialista en derecho internacional y docente de Derecho Internacional) sobre el impacto de la Revolución de Mayo y la Declaración de la Independencia en nuestra soberanía sobre las islas. Viernes 28, a las 18, vía la web del museo.
Fuente: La Nación ~ La digitalización y la posibilidad de recorrer museos con una alta resolución de las imágenes implican el peligro de que las obras se atomicen y pierdan su magia
La distancia entre el observador y la obra de arte no es algo inesencial a la experiencia estética. Nunca lo fue. El cambio es que ahora ya no nos referimos simplemente a las evoluciones de un visitante ante un cuadro en el museo. La tecnología y la virtualidad, cuya multiplicación terminó de gatillar la pandemia con sus cuarentenas, redujo esa distancia casi a la anulación. Hizo incluso más que anularla, la traspasó, de modo que vemos detalles que el ojo por sí solo no vería nunca, y que ni siquiera el artista pudo ver.
Podríamos, como simple ejemplo, mencionar una anécdota personal. Cuando grabábamos el programa Técnica Mixta que se emitía por LN+, había una pantalla que ocupaba entera una de las paredes del estudio. Sobre esa pantalla se veía, gigante, la obra del artista entrevistado. No debe de haber habido uno solo que no quedara asombrado, un asombro que orillaba el pudor. Uno se sentía como si hubiera violado la intimidad, como si en casa ajena se revisaran los cajones de la mesa de luz. Ninguno había visto su propio trabajo con semejante magnificación, lo que constituye una especie de paradoja: la mayor materialidad de la pintura se advierte por vías inmateriales.
Podría ocurrir que terminemos conociendo mejor lo que acordamos en llamar “realidad” por la vía de lo que acordamos llamar “virtualidad”. Los museos que abrieron sus puertas digitalmente (son la mayoría) y Google Arts & Culture nos obligaron a hacer de necesidad virtud. Resulta entonces que, con la posibilidad de magnificar una pintura, terminamos conociéndola con más detalle que si estuviéramos en el museo mismo. Podríamos preguntarnos en qué consiste conocer una obra, aunque más no sea en el simple aspecto del conocimiento que nos depara la observación. ¿Es esta atención casi microscópica que hace del detalle, de una pincelada, una totalidad distinta? ¿O es la cercanía, ese “aquí y ahora” de la obra de arte de la que habló Walter Benjamin? La contemplación estética no trafica con la curiosidad del impertinente. No hay una respuesta, o más probablemente la respuesta comporte una conjunción antes que una disyunción.
Consideremos dos casos. Podemos observar infinidad de reproducciones digitales de Chemin sous bois, en été, de Camille Pissarro, y sin embargo nunca la habremos visto de veras hasta que estemos delante de él en el Musée d’orsay. El artista dejó un efecto en la tela que no existe fuera de ella. Los artistas habría retrocedido ya horrorizados antes os rayos X y la reflectografía infrarroja, que permiten estudiar las versiones preliminares. El pentimento no estaba destinado a ser visto por terceros, del mismo modo que quien se arrepiente lo hace para sí y no comunica el objeto de su arrepentimiento. También aquí debería regir el secreto de confesión. Los microscopios digitales en 3D dan una vuelta de tuerca a este dilema (¿ver o no ver?). Uno de ellos, el Hirox Europe, se aplicó a La joven de la perla, de Vermeer. Se alcanza una resolución de 10,118 megapíxeles, o 10.12 gigapíxeles. La pintura se convierte en un paisaje con accidente geográficos desconocidos. El impasto, esa pincelada “cargada”, perseguía volumen, y parte del interés de ese volumen era que se advirtiera acaso no como un brutal bajorrelieve, que es lo pasaría si le aplicáramos el aumento de una lupa. Otro pintor, Mark Tobey, solía repetir que la misión principal del artista consistía en encontrar lo abstracto en la naturaleza. La tecnología aísla los abstracto en la figuración.
Paisajes del sonido
En diciembre de año pasado, el director Gustavo Dudamel presentó en Españasymphony, que, con anteojos de realidad virtual, combina la imagen real filmada en 360 grados en el escenario con la Mahler Chamber Orchestra y el taller de un lutier con la imagen generada computadora y otros efectos visuales animados. El espectador puede estar en el podio del director o, de manera más extravagante, en el interior de un violín. Son pasatiempos turísticos, y nada hay como el turismo para privar al mundo y a sus cosas de todo enigma y de todo secreto. Ya los primeros planos de las óperas filmadas (recordemos que la ópera está concebida para verse y escucharse a distancia) nos había mostrado la desgraciada lluvia de saliva de los cantantes.
Claro que todo esto es menos nuevo de lo que parece. En su maravilloso libro de conversaciones con Claudio Arrau, Joseph Horowitz registra un diálogo muy significativo. A propósito de los tiempos idos de Teresa Carreño y Ferruccio Busoni, le pregunta al pianista si en esa época las notas falsas perturbaban al público y la crítica tanto como ahora. “No –responde Arrau–. Lo creían propio del genio. Ése era el derecho del genio.” Interlocutor inteligente, Horowitz va más allá: “Las grabaciones son, sin duda, una razón por la que ya no aceptamos las notas falsas tan fácilmente como antes”. “Sí, creo que ésa es probablemente la causa principal –confirma Arrau–. Y, luego, también está ese tonto perfeccionismo que la gente suele apreciar demasiado”.
El breve diálogo apunta al corazón del problema. La misma tecnología que nos permite volver una y otra vez a Wilhelm Kempff o Edwin Fischer, la misma que hizo posible la utópica filosofía del estudio de grabación de Glenn Gould, la que nos permite un descubrimiento permanente en las lecturas del propio Arrau, esa misma tecnología procreó también toda una idea de la perfección fundada en la eficacia. El acierto empezó desde entonces a consistir en no equivocarse antes que en la interpretación en un sentido fuerte.
Pero la mayor intimidad con una música, con cualquiera que sea, consiste en tocarla, aunque sea mal. Tocar el piano es una actividad menos civilizada que escuchar un disco de piano; escuchar un disco de piano es una actividad menos civilizada que asistir a un recital de piano. En este sentido, es un poco más íntima y menos imperativa que la audición en la butaca. No por nada justamente Gould, devoto de la tecnología, pensaba que, frente a un disco, cada uno de nosotros era también un poco compositor: regula intensidades, atenúa colores. Es decir, toma decisiones musicales; modestas, cierto, pero decisiones al fin. Un poco como cuando decidimos dejar en paños menores a una pintura. Estas contemplaciones virtuales nos dejan en un lugar bastante subsidiario: el de compositores de entrecasa y el de mirones.
Fuente: La Nación ~ Estudiantes presos en el conurbano participaron en la creación de la escultura flotante, a partir de las consignas compartidas por el artista tucumano Tomás Saraceno y su equipo
Bolsas de basura recicladas en el conurbano bonaerense, convertidas en una escultura flotante gracias al trabajo en equipo que involucró a un grupo de estudiantes presos, y exhibidas en la Bienal de Arquitectura de Venecia como piezas vitales de un “Museo Aero Solar”. Eso lograron el artista tucumano Tomás Saraceno y parte de la creciente comunidad global que acompaña su proyecto Aeroceno, en la búsqueda de crear una nueva era libre de fronteras y de combustibles fósiles.
“¿Cómo viviremos juntos?”, fue la pregunta propuesta por el arquitecto libanés Hashim Sarkis como tema de esta 17a edición de la bienal que inaugura mañana, prevista para 2020 y postergada por la pandemia. Saraceno ya tenía su respuesta. Invitado también a participar de la Bienal de Arte de 2019, este arquitecto egresado de la UBA y radicado en Berlín ofreció un ejemplo de lo que es posible con escasos recursos, trabajo colaborativo y visión de futuro.Ads by
La idea de crear el Museo Aero Solar Reconquista, a partir de las consignas compartidas por Saraceno y su equipo en el sitio aerocene.org, nació de un grupo de titiriteros y artistas visuales que integraban la materia “Laboratorio inflable” del Instituto de Artes de la Universidad Nacional de San Martín (Unsam). Para construirlo convocaron a personas expuestas a situaciones de vulnerabilidad social en la contaminada “zona del Río Reconquista”, en la localidad bonaerense de José León Suárez.
Muchos de ellos eran presos que estudian en el Centro Universitario San Martín, dentro del Complejo Penitenciario Norte. Junto con sociólogos, antropólogos, artistas de circo, bailarines, documentalistas, filósofos y arquitectos, entre otros, trabajaron con bolsas rescatadas de los residuos que llegan desde Buenos Aires a la cercana Cooperativa de reciclaje urbano Bella Flor.
“Elegimos expresarnos a partir de lo que habitualmente se considera residuos, desde lo que es despreciado, desde lo que no manifiesta a primera vista la posibilidad de convertirse en un objeto artístico”, explica Carlos Almeida, docente de la materia y coordinador general del proyecto.
Por grupos se fueron armando pliegos de tela plástica de 50 metros cuadrados. “Cada jornada de trabajo duraba aproximadamente tres horas –recuerda Almeida- y concluía con el juego de elevar el pliego recién construido entre todos, embolsar aire y al bajar construir una ‘burbuja’ donde todos quedábamos adentro. Ahí se cantó, se dijeron poesías, se rio y se jugó libremente. Tanto el Museo terminado como estas instancias previas de juego son espacios de habitabilidad efímera, atmósferas de encuentro, esferas de aire”.
Lograron así crear una tela de 300 metros cuadrados, sobre la cual dejaron sus testimonios. La primera vez que la inflaron, hace dos años bajo una carpa de circo en el campus de la Unsam, se dictó en su interior una clase de Antropología cultural. Luego llegó el primer montaje público y al aire libre en un playón del campus, en el marco del I Congreso Internacional de Arte y Ciencia “Los cielos” organizado por la universidad. Los siguientes fueron en una cancha de rugby ubicada en el interior del complejo penitenciario, y en un galpón donde el museo se convirtió en aula para el dictado de una clase de filosofía. Ahora, se exhibe en Venecia hasta el 21 de noviembre.
“Se llama museo porque durante su construcción la gente es invitada a escribir, a dejar sus dibujos y sus pensamientos sobre las bolsas. Es una plataforma de expresión que luego se habita al ensamblarse en un gigantesco globo”, señaló a LA NACION Joaquín Ezcurra, coordinador de Aerocene Argentina.
Según Almeida, este proyecto demuestra que “lo pequeño, lo oprimido, lo deprimido individual y socialmente puede transformarse y generar una sensación de expansión cuando logra tomar aire de manera comunitaria. Nos gusta la metáfora del museo aplastado cuando se acomoda sobre el piso previo al montaje, en relación al museo lleno de aire, expandido, vital y en movimiento”.
Fuente: Télam ~ La lluvia que y el cielo encapotado no consiguieron quitar luminosidad al inmenso subsuelo, al que hay que ingresar por Paseo Colón al 100, detrás de la Plaza de Mayo, para la celebración de la década del Museo. Hace diez años, el 24 de mayo de 2011, abría sus puertas por primera vez para todo público, el Museo Casa Rosada, un espacio de cinco mil metros cuadrados recuperado, remodelado y restaurado en lo que antiguamente fue la Aduana Taylor, un patrimonio de 12 mil piezas que narran la historia argentina a través de objetos únicos: mates, vajillas, bandas presidenciales o automóviles desde un Cadillac que perteneció a Perón hasta un antiguo carruaje.
La lluvia que arrecia y el cielo encapotado no consiguen quitar luminosidad al inmenso subsuelo, al que hay que ingresar por Paseo Colón al 100, detrás de la Plaza de Mayo, para descender las escaleras y quedar justo debajo de este techo vidriado, balconeado por el contrafrente de la Casa Rosada, cuyo diseño realizado por el arquitecto italiano Francesco Tamburini mira al por entonces prometedor y pujante puerto de Buenos Aires.
Vista general del Museo de Casa Rosada. Se trata del Patio de Maniobras de la ex Aduana Taylor. Allí se visualiza la muestra Retratos Presidenciales, recientemente inaugurada. Además de albergar el famoso mural «Ejercicio plástico», del mexicano David Alfaro Siqueiros, se conservan en este museo 18 de los arcos de ladrillo a la vista que resistieron a aquella aduana Taylor, donde se despliegan cerca de «300 objetos de los 12 mil que conforman el total del patrimonio, donado por ex presidentes, familiares o incluso figuras como Antonio Carrizo, quien legó una serie increíble de afiches peronistas», cuenta a Télam la curadora Adriana Mare durante una recorrida por el lugar.
Las actividades en la web y en las redes sociales para seguir en contacto con el público- a la espera de poder reabrir sus puertas, cuando las medidas sanitarias lo permitan- hacen las veces de espacio celebratorio, a la vez que permite dar a conocer la colección tan heterogénea como encantadora, política e histórica, de los objetos que allí se albergan.
«Con los cambios implementados y en especial con la gigantografía del frente de la Aduana Taylor buscamos que el visitante del Museo pueda experimentar y vivir nuestra historia. Sentir la emoción de revivir ese sitio histórico. Como se recordará, la ex Aduana Taylor que fue símbolo del poder económico y político de Buenos Aires fue derribada para la construcción del Puerto. Solo resistió a su demolición un sector del ala oeste que hoy integra el nuevo Museo junto al patio de maniobras y los restos del fuerte de Buenos Aires”, explica la directora del museo Andrea Rabolini.
Cada uno de esos arcos -testigos habituales de actos oficiales así como juras y asunción de miembros del Gabinete- desarrollan un período de la historia de los hombres y las mujeres que fueron Jefes de Estados, a través de disímiles objetos, bastones, bandas presidenciales, carruajes, el sillón presidencial utilizado durante el mandato de Santiago Derqui, un escritorio que perteneció a Domingo Faustino Sarmiento, un bombín y bastón de Hipólito Yrigoyen, una fuente de porcelana china que perteneció a Bernardino Rivadavia y un neceser de viaje utilizado por Julio Argentino Roca.
Pero también hay mates de porcelana con la inscripción de la celebración por el Centenario de la Nación, vajilla como platos y tazas de Nicolás Avellaneda, la urna de cuando se sancionó la Ley Sáenz Peña, cascos de soldados de Malvinas, y desde un Rolex hasta una lapicera de oro Bulgari.
El itinerario incluye además curiosidades, como una suerte de tacitas con tapa que la reina Victoria de Inglaterra le regaló a Nicolás Avellaneda. ¿Para qué sirve? «Nadie lo sabe», señala Mare, a punto de que la investigación por tratar de entender su función siguió hasta que descubrieron que el museo Victoria and Albert de Londres, inmenso edificio dedicado a la historia del diseño, las artes decorativas y a las bellas artes, exhibe el mismo objeto junto a un signo de interrogación.
Un ataché de viaje, con 42 piezas de hueso, plata y cuero, que perteneció a Julio Roca, relojes de bolsillo, tapas de álbum talladas con oro, afiches, litografías, caricaturas, pinturas, broches de oro también conforman el acervo de este museo que en tiempos pre pandémicos solía recibir unos 300 mil visitantes al año.
«Siempre nos preguntan cuál es el objeto más importante de nuestra colección. Es imposible responder a eso pero siempre los traemos hasta aquí -revela Mare llegando justo al final del recorrido, mientras señala las bandas presidenciales- Son el regalo que el pueblo le hace a cada presidente», explica la curadora.
Este espacio dedicado a narrar el perfil político y personal de los hombres y mujeres que ocuparon la Jefatura de Estado comenzará de manera virtual las celebraciones que planea extender a lo presencial con la exposición temporal «Retratos presidenciales», que incluye tanto pinturas al óleo como fotografías íntimas.
La muestra va de los primeros retratos al óleo que inmortalizaron a los jefes de estado hasta las fotografías de estudio que antiguamente se realizaban en las casas más exclusivas de la calle Florida, para llegar a las contemporáneas imágenes del fotógrafo presidencial Víctor Bugge -que parecieran flotar en el medio del salón- desde Carlos Menem junto a los Rolling Stones hasta Fernando de la Rúa posando junto a una estatua de Sarmiento haciendo exactamente el mismo gesto «pensativo».
El Archivo General de la Nación cedió en préstamo un conjunto de fotografías históricas de la antigua Casa Witcomb, tradicional estudio porteño, de retratos presidenciales, exhibidos como parte de la muestra, muy cerca de una inmensa pintura al óleo que muestra a Perón y Evita de la artista Numa Ayrinhac.
Es parte de la muestra temporaria el sillón presidencial de Derqui -quien ejerció entre 1861 y 1862-, un mueble de estilo victoriano realizado en madera de jacarandá y tallado con el escudo de la confederación, que rompe el mito de «el primer sillón de Rivadavia» ya que el sillón presidencial más antiguo perteneció a Derqui.
Es imposible hablar del museo sin nombrar el famoso Cadillac presidencial, comprado por Perón en 1955, un automóvil con caja automática, un motor v8 y que puede desarrollar una velocidad de hasta 170 kilómetros por hora, que el expresidente no logró usar por el golpe de Estado del 55.
El museo conserva también, debajo de ladrillos de vidrio colocados en algunas partes del piso, los objetos hallados durante las excavaciones arqueológicas que se realizaron en este complejo histórico de la ciudad.
Y desde ya, la nave insignia de esta institución, y uno de los principales atractivos, es el «Ejercicio plástico» del mexicano David Alfaro Siqueiros, una pieza cumbre del arte latinoamericano, pintada en 1933 en un sótano privado, con la ayuda de Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino y Enrique Lázaro: una pieza que atravesó un arduo periplo en su camino de recuperación y restauración hasta su actual exhibición.
Rabolini recuerda que cuando este museo se creó, en mayo de 1957, dependió de la Casa Militar: «Recién en 1991 empezó a formar parte de la Secretaría General de la Presidencia, que hoy conduce Julio Vitobello».
«Prácticamente abandonado por los diferentes gobiernos constitucionales fue durante la gestión de Néstor Kirchner que se comenzó a hablar de una restauración de este espacio con la puesta en valor de la vieja Aduana Taylor, su patio de maniobras y los restos del Fuerte Buenos Aires. Una nueva obra que logró concretar la presidenta, Cristina Fernández, inaugurándolo el 24 de mayo del 2011. En la misma dirección el actual presidente, Alberto Fernández, ratifica día a día su compromiso en la preservación de este patrimonio histórico para todas y todos los argentinos«, concluyó.
Fuente: Automundo ~ En el marco del Gran Premio de Mónaco de Fórmula 1, que se disputa este fin de semana en el callejero de Montecarlo, Alpine y el artista plástico argentino Felipe Pantone presentaron el resultado de una nueva colaboración en la que el Alpine A110, fue utilizado como lienzo.
Antes de abordar este proyecto, Felipe pasó largas horas estudiando la marca, su historia y, por supuesto, conduciendo un A110 para sentir la personalidad única del coupé deportivo francés.
El resultado es una interpretación moderna, dinámica y elegante del deportivo. Las líneas gráficas siguen su forma y dan una impresión de velocidad incluso cuando el automóvil está parado. También cuenta con sus colores característicos, el blanco y el negro.
El trabajo de pintura en la carrocería, realizado íntegramente a mano por el artista, representa varias semanas de trabajo. Felipe Pantone le puso su impronta a tres A110 que serán puestos a la venta. Cada uno de ellos contará con sutiles variaciones gráficas para convertirlos en una pieza única.
“Mi idea con respecto al trabajo en el A110 es evocar una sensación de ultradinamismo. La velocidad visual es algo que he estado investigando durante años y que siento que realmente se combina en este automóvil, enfatizando su diseño brillante con un aspecto tecnológico rápido”, afirmó Pantone, que nació en Buenos Aires y se crió en el sur de España.
Los Alpine A110 intervenidos por Felipe Pantone se basan en un A110S, la versión más potente de la gama que desarrolla 292 caballos de fuerza.
Aprobadas para la circulación por carretera, estas obras de arte únicas están dirigidas más a los coleccionistas y amantes de los objetos bellos que a los aficionados a las pistas.
Cada uno de los tres A110 estará a la venta a un precio de 125.000 euros impuestos incluidos.
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