La obra de León Ferrari, en un micrositio del Museo Nacional de Bellas Artes

Fuente: Ministerio de Cultura ~ A 101 años del nacimiento de uno de los más importantes artistas plásticos de la Argentina, la propuesta del Museo Nacional de Bellas Artes es acercar al público la destacada producción pictórica de Ferrari. Enterate en esta nota, todo lo que hay para ver y conocer.

Para celebrar el natalicio de uno de los artistas argentinos más importantes de la región, repasamos parte de su vida, sus logros y legado. Además, compartimos las distintas propuestas y actividades que realizará el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), a modo de homenaje, para seguir disfrutando de sus obras.

En septiembre de 2020, el Museo Nacional de Bellas Artes presentó “León Ferrari. Centenario en Bellas Artes”: una serie de acciones, propuestas virtuales y exhibiciones para celebrar los cien años del nacimiento del gran artista argentino León Ferrari.

En esta oportunidad, el MNBA presenta el nuevo micrositio sobre el artista argentino que reúne todo el material compartido, a modo de homenaje, en la página web del Museo.

Para quienes no conozcan la obra de Ferrari o quieran redescubrirla, se presenta una selección de medio centenar de imágenes de sus piezas más significativas, de formatos diversos y referidas a distintas épocas de su producción.

La civilización occidental y cristiana (1965). Una de las obras más emblemáticas de León Ferrari.

También se incluyen más de 30 testimonios audiovisuales de Noé Jitrik, Silvio Rodríguez, Ticio Escobar, Tamara Stuby, Nora Hochbaum, Fabián Lebenglik, Luis Felipé Noé, Diana Dowek, Regina Silveira, Luis Camnitzer, Eduardo Grüner, entre muchas otras personalidades del arte y la cultura convocadas para reflexionar sobre su pensamiento y su trayectoria artística.

En tanto, desde el micrositio, puede verse de forma gratuita Civilización. Un documental sobre León Ferrari: un film de Rubén Guzmán (2012) que recorre la trayectoria del artista plástico. Además, se pueden encontrar publicaciones digitales, como la serie “Nosotros no sabíamos”, en la que el artista recopiló artículos periodísticos sobre los crímenes de la última dictadura militar, que está disponible para su descarga.

Se publican asimismo textos en los que León Ferrari reflexiona sobre su propia obra –Contra el Juicio Final y Primera Carta al Papa es uno de ellos– y algunas de sus piezas de videoarte, como Casa Blanca y Lombrices; junto con diferentes miradas críticas sobre su trabajo, entre ellas, la de la escritora Tununa Mercado y la de historiador de arte Bengt Oldenburg.

A causa de la emergencia sanitaria producida por la pandemia del Covid-19, la exposición antológica “León Ferrari. Recurrencias”, con curaduría de Cecilia Rabossi y Andrés Duprat –inicialmente prevista prevista para abril de 2020– se presentará en el Museo Nacional de Bellas Artes en 2022.

Autopista del sur (1980).

¿Quién fue León Ferrari?

León Ferrari fue uno de los artistas argentinos más originales y relevantes de la historia reciente. El conjunto de su obra, su pensamiento y sus escritos lo revelan como un creador multifacético y, a la vez, como un hombre con una fuerte impronta política y gran compromiso y sensibilidad social. Reconocido entre los artistas contemporáneos más importantes del mundo, León Ferrari dedicó su vida a denunciar, con valentía, rigor y genio artístico, los daños y las consecuencias de las que han sido siempre sus mayores preocupaciones: la religión, las dictaduras, la intolerancia y la guerra.

Autodidacta, comenzó a trabajar en los años 50 con cerámica y tallas en madera, para incorporar luego diversos materiales y soportes. Posteriormente, dio inicio a las llamadas escrituras abstractas, obras que siguió realizando a lo largo de toda su carrera.

En 1965, produjo una de sus piezas más controvertidas: “La civilización occidental y cristiana”, una imagen de Cristo crucificado sobre un bombardero estadounidense, una potente denuncia de la relación existente entre religión, política y violencia en la cultura occidental.

A mediados de los años 70, Ferrari dejó la Argentina a causa de la dictadura militar y se radicó en San Pablo, Brasil, donde continuó sus experimentaciones vanguardistas en el campo de las artes visuales. Con el retorno de la democracia, en la década del 80, volvió al país y se instaló definitivamente en Buenos Aires.

Tanto en su exposición “Infiernos e idolatrías”, realizada en el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) durante el año 2000, como en su muestra retrospectiva de 2004, que tuvo lugar en el Centro Cultural Recoleta, recibió ataques de intolerantes ultracatólicos, que otorgaron una visibilidad inusual a su obra, hechos que generaron una intensa polémica acerca de los límites del arte.

Llevó a cabo exposiciones individuales y colectivas en los más importantes centros y eventos artísticos del mundo, como documenta de Kassel, Haus der Kulturen der Welt, (Berlín), Museo Ludwig (Colonia), Alemania; Pinacoteca do Estado, Bienal de San Pablo, Brasil; Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, España; Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Argentina; Smithsonian Institution, Washington D.C, Estados Unidos; Bienal de La Habana, Cuba, y Museo de Arte Carrillo Gil, México D.F, entre muchos otros. 

En 2007, recibió el León de Oro al mejor artista en la 52° Exposición Internacional de Arte Bienal de Venecia, Italia. En 2009, realizó una exposición en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York y, en 2010, fue invitado de honor en Les Rencontres d’Arles, Francia, ocasión en la que presentó una gran retrospectiva de su obra.

Entrevista a Liza Ferrari, artista plástica de Tartagal

Fuente: Cuarto Poder Salta ~ En el marco de la «Semana Mundial de la Lactancia Materna» (01 al 07 de agosto de este año), fueron seleccionados dos bocetos originales como resultado de una convocatoria municipal donde se animaba a los artistas visuales y plásticos la presentación de una idea de temática específica, parte de la campaña de concientización sobre la lactancia materna infantil. Los sitios geográficos para realizar los murales ganadores ya estaban determinados: puntos estratégicos y céntricos de Tartagal, con amplio tráfico. Uno de ellos, realizado por la artista Romina Chávez, en la intersección de calles Warnes y Gorriti, en el Hospital Juan Domingo Perón. El segundo, en una de las paredes del ingreso a la Terminal de Ómnibus de Tartagal, es obra de la artista y profesora Liza Adriana Ferrari. Su realización pictórica consta de una figura central: una mujer envuelta en los colores del poncho salteño, cabellos trenzados y amamantando a un niño pequeño; en los contornos externos, sobre un aura de rojos y amarillos solares -propios del subtrópico- se enlazan las banderas argentina y wiphala, entre flores de girasol, tallos verdes y enredaderas.

La convocatoria, impulsada por la Secretaría de Cultura y Turismo de Tartagal, la Comisión de Lactancia Materna del Hospital y la Dirección de Asuntos de la Mujer y la Diversidad, tenía como fecha límite el día 30 de julio para la presentación de bocetos originales, siendo el día sábado 7 de agosto la cita para el descubrimiento del primer mural. La elección estuvo a cargo de Elizabeth Escalante (de la Comisión de Lactancia Materna del Hospital), Carla Corderlo (Directora de Asuntos de la Mujer y la Diversidad) y Carina Zuleta (Secretaría de Cultura). El descubrimiento del segundo mural, en la Terminal de Ómnibus, tuvo lugar el día viernes 27 de agosto.

¿Qué te motivó a participar de esta convocatoria de una temática específica relacionada con la salud y lo social?

Siempre estoy atenta a todas las convocatorias que se dan, y son más de mi interés si están referidas a temáticas así. Creo que también, en este caso, lo tomé un poco personal, al ser sobre la mujer y algo tan importante como lo es la lactancia: al ser madre me pareció una linda manera de expresar lo que significó también tener a mis niños y la importancia que tuvo el momento de lactancia de ellos, y la conexión que generó esta acción con mi persona, que sin dudar es algo único e increíble. Fuera de mi experiencia personal, pienso que el arte también tiene que tener un trasfondo, un significado en sí para poder ser lo que es, y nada mejor que temáticas que nos competen a todos para poder plasmar y transmitir.

¿Cómo fue el proceso creativo de tu mural? (desde la presentación del boceto original hasta la realización en una pared a gran escala)

Bueno, al ver la convocatoria inmediatamente pensé que debía participar, una de mis metas siempre fue intentar dejar una huella en la ciudad que me vio nacer y crecer, entonces ya motivada con esa idea me puse a estudiar la temática. Me tomó todo un día pensar el diseño y plasmarlo, ya que me enteré de la convocatoria un poco sobre el límite de tiempo, fue un poco apresurado. Después de dos bocetos fallidos, terminé entregando el que creía que se acercaba más a lo que quería expresar, no quería solo mostrar la lactancia en sí, sino también incluir lo cultural y mi toque personal como en cada obra que compongo. A la hora de plasmarlo en el muro no fue dificultoso, pero todos los componentes del resultado final en su inicio no estaban allí, como la bandera de la diversidad cultural y la argentina, fueron pensados en el proceso del boceto y, al final, el encuadrado (que tampoco lo tenía estipulado, pero en el proceso lo fui pensando para darle una mejor presentación). Soy muy minuciosa con lo que hago y realmente no pedí ayuda para realizarlo, es una cuestión personal, pero sí me acompañaron una amiga y ex alumna -Andrea y Alejandro- que fueron claves a la hora de realizar la wiphala, que fue lo más complicado del trabajo. También se acercaron un par de compañeros artistas ayudándome con sus perspectivas y dándome consejos que fueron muy útiles para el desarrollo del muro. Las chicas de la Dirección de Asuntos de la Mujer y Diversidad y los administradores de la terminal estuvieron atentos todo el tiempo por si necesitaba algo. Fue una semana entera llevando el ritmo del sol. Tengo que destacar que sin la ayuda de mi familia no podría haber hecho esto, ya que ellos se encargaron de mis niños mientras yo realizaba el muro.

¿Cuáles son los desafíos a la hora de trabajar el arte visual en espacios públicos?

El desafío más importante para mí fue no perder la concentración, suelo escuchar música para concentrarme mientras pinto, en este caso era un poco complicado porque al ser un lugar tan concurrido, la gente paraba y me hacía preguntas sobre mi trabajo, entonces al retomar me costaba volver a concentrarme en lo que estaba haciendo. Pero lejos de eso, disfruté el proceso y la experiencia, no es el primer muro que realizo, pero sí el primero que hago sola.

¿Cómo consideras que conviven el arte y los espacios urbanos, cómo crees que tu mural pasa a formar parte de la terminal?

En todos los lugares que visité siempre admiré los murales que me encontraba en el camino, le dan un toque distinto a cada sitio al que pertenecen: como que les cambia la vibra. El arte, aparte de expresar también existe para embellecer, y al estar en un sitio donde mucha gente va y viene, creo que causa un impacto en quienes recién están conociendo nuestra ciudad, considero que es una bella forma de mostrarle a la gente de afuera lo hermoso de nuestra ciudad y que el arte forma parte de nosotros. Lo único que me angustió en un momento fue encontrarme el cuarto día con una de las esquinas del muro manchado con hojas de coca, eso me mostró una parte que no había tenido en cuenta antes, y es que aquí antes no se le daba la importancia y relevancia al arte como lo está siendo en este ultimo tiempo, y quiero ser parte de este «renacimiento» -o como le digo yo, «florecimiento»- de la cultura artística de Tartagal, para poder aprender a apreciar y a cuidar mejor lo que es nuestro. Valorar al arte no como un hobby, como muchos lo ven, sino como un trabajo digno y una forma de vivir.

¿Cuáles son tus búsquedas artísticas en la actualidad?

Estoy trabajando en series de cuadros con temáticas de la zona, mi inclinación es más bien naturalista y rozando el realismo, así que trabajo mucho en ello, no hay nada más satisfactorio para un artista que poder hacer su trabajo y que la gente logre captar esa esencia. Estoy muy comprometida en hacer llegar a cada rincón del país lo que significa Tartagal y sus alrededores para mí. Constantemente estoy capacitándome e intercambiando saberes con mis colegas de todas partes del mundo, estudio mucho el color porque es mi fuente de inspiración. Mis metas personales son muchas, ya di mi primer paso: dejar una huella aquí, y para mí eso ya es muchísimo. También estoy trabajando en 3 bocetos más como modelos para otros murales que me encargaron, además de las series de cuadros pinto muñecos en 3D y trabajos por encargo. Para cerrar, quería agradecer a todos los que confían en mi trabajo, a mi familia: mi mamá, mi sobrina, que siempre están para darme una mano con mis pequeños y para acompañarme en mis noches de desvelo para que yo sólo me concentre en trabajar. Al municipio y la Secretaría de Cultura, por brindar oportunidades a los artistas de mostrarse, a la directora de Asuntos de la Mujer y los directivos del Hospital, por su justa selección en los bocetos y por la calidez con la que nos recibieron a mí y a mi trabajo, y a mis hijos que son el motor de todo esto.

Marta Minujín instala un nido de hornero gigante en el centro porteño

Fuente: La Nación ~ Sin sus característicos anteojos, vestida con jean y camisa floreada, las manos sobre la cintura y una amplia sonrisa. Así se ve a Marta Minujín en una foto tomada hace 45 años en Machu Picchu. “El centro metafísico de Latinoamérica”, como lo definiría después a

LA NACION la artista, que entonces se detuvo donde sentía más energía para extraer decenas de kilos de tierra. Con dos valijas llenas de esa materia prima para su obra regresó a Buenos Aires, donde construyó un nido de hornero gigante, similar al que pronto se exhibirá en el CCK.

Convocada para participar de la muestra colectiva Simbiología, curada por Valeria González, Minujín recreó una vez más aquella instalación, que tuvo otras versiones exhibidas en el Museo Nacional de Bellas Artes en 1999 –perteneciente a Colección Fortabat–, en la galería Herlitzka+faria, en arteba 2014 y en Site Santa Fe (Nuevo México, Estados Unidos, 2016). Claro que esta vez no tendrá el componente performático de aquella versión de 1976, titulada Comunicando con tierra y exhibida en el Centro de Arte y Comunicación (CAYC) y en La Rural, que incluía un intercambio de tierra internacional.

La instalación original, de 2,30 metros de diámetro por 2,5 de alto, estaba realizada con una mezcla de tierra peruana y argentina, exhibía tres videos en su interior y se acompañaba con bolsas de la tierra importada. Una vez terminada la muestra, estas últimas fueron enviadas a colegas de otros países, con la consigna de que la mezclaran con tierra del lugar y volvieran a enviarla a Buenos Aires, para que a su vez Minujín la llevara de vuelta a Machu Picchu.

“Lo permitió el director del Museo de Arqueología de Cuzco; era otro mundo, ahora está todo más cuidado”, observa Minujín, y agrega: “Con la pandemia, que no te dejan pasar ni el correo, no voy a estar mandando tierra… ¡Sería un delirio!”.

De Manchester a Nueva York

Este año, la artista más popular de la Argentina se vio forzada a crear a distancia un monumental Big Ben recostado sobre los Piccadilly Gardens de Manchester, tras haber presentado en el Museo Nacional de Bellas Artes una obra creada en plena cuarentena e inaugurado en la Fundación Santander Implosión!, un proyecto site specific que incluye una experiencia inmersiva. En octubre viajará a Estados Unidos para la presentación del Minucode en una sala propia del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA), que compró esa pieza histórica en 2019.

Los protocolos, sin embargo, siguen imponiendo sus reglas. Si bien el nido del CCK es un 30% más grande que la obra original, no permitirá que el público se sienta como en su casa. No encontrará sillas para ver Hornero, el breve y único video que se proyectará adentro, que registra a Minujín saliendo de la obra de 1976. Esa pieza se trasladó desde el CAYC hasta la tradicional Exposición Rural, donde se exhibió en el pabellón de ovinos y luego fue destruida por una aplanadora.

Los otros dos videos que cobijó el nido en distintas épocas se exhibirán ahora por motivos sanitarios en las paredes de la sala 604: filmados en Súper 8 por Claudio Caldini, Autogeografía y Autogeografía (con máscaras) –presentes respectivamente en las colecciones del Malba y del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía– muestran cómo la tierra es arrojada sobre el cuerpo semidesnudo de Minujín.

“¿Hábitat del futuro?”, se preguntaba la artista al presentar el nido en La Rural, según demostrará el material de archivo que acompañará la obra. Será una entre más de 170 realizadas por un centenar de colegas, que desde mediados de septiembre hasta marzo integrarán la exposición Simbiología: prácticas artísticas en un planeta en emergencia.

“Empezamos a trabajar en este proyecto antes de la pandemia”, señala a LA NACION Valeria González, que además de haber dirigido el equipo curatorial es secretaria de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura de la Nación. “Simbiología es una palabra inventada, una cruza de simbología –muy usada en el arte– y simbiosis, en alusión a la unión entre lo humano y lo no humano”, agrega sobre el espíritu de esta muestra, que también incluirá obras de artistas como Tomás Saraceno, Adrián Villar Rojas, Luis Fernando Benedit y Víctor Grippo.

En ese contexto, Minujín se revelará una vez más como pionera. “Es la primera vez que un evento de arte y naturaleza se incluye en la Exposición Rural –escribía en 1976–. Es así que el arte cumple aquí una función ilustrativa, al recrear en escala humana algo que existió siempre, antes que las ciudades argentinas, y que inspiró el tradicional rancho de barro”.

“¿Hábitat del futuro?”, se preguntaba la artista al mostrar el nido en la Rural

Malba: 20 años de fiesta vanguardista

Fuente: Clarín ~ En septiembre, Malba cumple dos décadas y se prepara para celebrar. Su máxima responsable artística desde que fue designada curadora en Jefe, María Amalia “Marita” García, tiene a cargo las exposiciones. Una girará sobre el pintor uruguayo Rafael Barradas. Hombre flecha, que alude al núcleo de la colección que dio nacimiento al museo, y dos expos más de fotografía latinoamericana en lo que resta del año: Magdalena Schwartz y las vedettes del porteño Foto Estudio Luisita.

Un regalo al Museo, para el que se recaudaron fondos extra, será develado en el acto público ese mismo 20 de septiembre, día del aniversario. Se trata de una gran obra que se incorpora. Y además de algún brindis al aire libre que está sin confirmar, habrá un homenaje al más popular de los artistas del acervo, Antonio Berni. A 40 años de su muerte, una plataforma virtual recopilará toda la documentación sobre su emblemática obra “ Manifestación”, sobre la que se realizará un estudio material a cargo de expertos, entre otros contenidos. Sobre la programación y su aporte al museo desde la impronta de la investigación, y recuperando el rito del encuentro físico, García habló con Ñ.

-La exposición de Rafael Barradas abre para los 20 años del Museo, ¿en qué sentido se vinculan ambos eventos?

-La muestra es una coproducción de Malba con el Museo de Artes Visuales de Montevideo, con curaduría de Enrique Aguerre, su director. Se centra en el período más vanguardista de Barradas. Arranca en 1913, con su periplo europeo, y cierra en el 23, luego de que ya se desarrollaron todos estos “ismos” barradianos, como el vibracionismo. Y justamente la vanguardia rioplatense de los años 20 es un núcleo desde el comienzo de la colección de Eduardo Costantini. De los uruguayos, Torres García, Figari, y Barradas; de los argentinos Petorutti y Xul Solar, artistas que le dan su perfil de arte latinoamericano modernista, un sentido que el Malba abraza. Y una referencia muy específica es la muestra Artistas rioplatenses en Europa (2002) en Malba, con todos estos creadores y poetas latinoamericanos protagonistas de los desarrollos vanguardistas europeos. A casi 20 años, vuelven a revisarse algunas de las preguntas iniciales.

La obra de Rafael Barradas abre las celebraciones por los 20 años de Malba.
La obra de Rafael Barradas abre las celebraciones por los 20 años de Malba.

-¿Y qué más hay de las celebraciones?

-La idea es que sea todo un ciclo de festejos hasta fin de año. Estamos pensando acciones en Plaza Perú, aún no confirmadas; pero el 4 de noviembre inauguran otras dos muestras. Una, de la fotógrafa Magdalena Schwartz, una producción del Instituto Moreira Salles, de Brasil, con curaduría de Gonzalo Aguilar y Samuel Titán. Las metamorfosis se titula la serie que ella hace con transformistas y travestis en San Pablo, no desde el lugar reivindicatorio de hoy sino como una investigación sobre la ambigüedad de género. La otra es Foto Estudio Luisita; este emprendimiento de las hermanas Luisa y Chela Escarria, dos señoras muy ajustadas a la norma que retratan el universo del teatro de revistas. Está la fantasía total versus la realidad del hacer.

– ¿Alguna pista del regalo especial?

-Se trata de una gran adquisición, regalo a Malba del Comité de Adquisiciones. Ya está la wishlist del Comité artístico y falta la votación final. Específicamente para estos 20 años, se pensó en hacer un gran gesto, en lugar de compras fragmentarias, y para esto Teresa Bulgheroni llevó adelante una gran campaña de recaudación extra.

Dzi Croquettes Benê Lacerda (circa 1974), retrato de la serie "Las metamorfosis", de Magdalena Schwartz.
Dzi Croquettes Benê Lacerda (circa 1974), retrato de la serie «Las metamorfosis», de Magdalena Schwartz.

-Y esto sucede a pocas semanas de las compras que anunció Eduardo Costantini, por 25 millones de dólares.

-Estamos muy contentos, aunque se trata de su colección personal y de compras durante la pandemia, porque las va a prestar y ya estamos pensando posibilidades de muestras…

-Además de las exposiciones temporales, están a tu cargo las publicaciones, los proyectos virtuales y el área de investigación. ¿Cuál es tu proyecto teniendo en cuenta tu perfil de investigadora?

-Como provengo del ámbito de la investigación, me interesa desarrollar un proyecto propio que tiene que ver con la idea de lo moderno vernáculo. Me refiero a la posibilidad de mostrar o exhibir estas piezas que incorporan los lenguajes internacionales del arte pero siempre a través de una matriz local, vernácula, entendida desde culturas antiguas americanas hasta las producciones aborígenes contemporáneas y la cultura popular urbana, con una lectura más compleja. Por ejemplo, Alberto Greco, pionero de la performance, y su vínculo con el tango. A la vez que hacía incorporaciones vinculadas con la vanguardia internacional, su lectura del existencialismo finalmente era un existencialismo tanguero. Como comunidad internacional estamos en lugares cada vez más sofisticados, con lecturas más finas y específicas. En esta línea, estudié bastante la revista Hábitat, de Lina Bo Bardi, y allí ves cómo en una revista claramente moderna, ella está incorporando todo el tiempo los exvotos del Nordeste, los modos de hacer arquitectura de la gente del Amazonas. Estas producciones vernáculas tienen una síntesis formal y una honestidad material que los deja muy cerca del lenguaje moderno. Se maravillaban porque no pretendían ser más, porque tenían esta clara síntesis que hasta la propia Lina lo comparaba con Picasso.

-Otro ejemplo, en tu clase magistral sobre el nuevo guión del museo, en 2020, que vinculaba el arte concreto con las carrozas del carnaval.

-En este caso lo bueno estuvo en que siempre se leía desde la abstracción internacional: bueno, y acá llegaba Rothfuss y hacía el marco recortado. En ese caso tuvo que ver con el estudio material de las piezas; analizaba algunos tablados que eran recortes geométricos con colores, Me gustaba pensar que era este pasaje de la fiesta del carnaval a la fiesta vanguardista.

-¿Creés que esta lectura vernácula aporta a la ampliación de los públicos del museo?

-Sí, claramente y de poder salir de estas lecturas siempre desde la alta cultura, sobre todo el arte moderno, que tiene un enmarque tan fuerte en esta idea de alta cultura. Y sí, ojalá den mucha más accesibilidad a distintos públicos. En relación a la investigación, me interesa subrayar dos cosas. Por un lado, el planteo sobre moderno vernáculo es un proyecto complejo que lo entiendo solo realizado con otras instituciones y en un diálogo fluido con artistas y colegas historiadores. Entonces pienso mucho en la idea de coloquios previos a las exposiciones como modos de complejizar lecturas. Y por otro, que la exposición no sea una investigación sino que siempre esté este aspecto de la percepción de la muestra, que te divierta estar, que te dan ganas de recorrerla, que te lleva en algún sentido a una fiesta también: aportar esta transformación o esa vida, esas ganas, que básicamente hacen la diferencia entre ir a un museo y verlo en la pantalla.

Personal manipula una de las obras emblemáticas de la colección, “Manifestación”, de Berni.
Personal manipula una de las obras emblemáticas de la colección, “Manifestación”, de Berni.

-La virtualidad se desarrolló mucho en los museos en 2020 y Malba se destacó: ¿cuáles son los proyectos a futuro?

-Hablamos de lo adquirido y de lo que no se vuelve tras la pandemia. Me parece que justamente está el museo online, por la posibilidad que da en el contacto internacional y local federal, las interrelaciones. El museo ya desarrolló dos súper proyectos, Hable con ella y La historia como rumor, desarrollados por Gabriela Rangel, la directora a quien le tocó afrontar el momento más difícil de la pandemia.

-¿Se viene Berni digital?

-Ahora tenemos un proyecto desarrollado entre las áreas de comunicación y curaduría, en relación a “La manifestación”, de Berni, a 40 años de su muerte. Sabemos a través de un estudio de las redes sociales del Museo, entre 2012 y hoy, que el primer posteo que llegó a los 10 mil likes fue con Berni y “Manifestación”. Tiene algo muy especial para los argentinos y es una pieza emblemática del Malba. Entonces nos interesaba hacer un sitio donde se pudiera desplegar la obra en su totalidad y sintetizar toda la documentación en relación a la obra, a las fotografías tomadas por Berni, a las fotos periodísticas y materiales de prensa, pero a su vez también cartas, para dotar a la pieza de todo su aparato crítico y documental. También habrá entrevistas a especialistas, historiadores del arte, pero también personajes de la cultura y vinculados con la figura de Berni para dar cuenta de la obra y del momento, de estos años 30 del compromiso político. Y una cosa súper interesante que hasta ahora no se hizo es un análisis material de la obra, con el equipo de conservación de Malba y la UNSAM. El proyecto va a durar casi un año y la idea es ir subiendo esta información paulatinamente a que se vaya produciendo.

-El recorte de presupuesto, la dificultad del traslado de personas y obras plantean dos modelos extremos de muestras: blockbuster o remix de la propia colección. ¿Qué pensás?

-El recorte de presupuesto es una mirada más del museo público. En ese sentido, Malba acompaña los vaivenes mundiales como cualquier institución, pero siempre ha tenido otros márgenes. La mirada a lo local y a lo regional está y va a seguir, pero hay algo relativo a la esencia de Malba, que es el arte latinoamericano. Y esa especificidad la vamos a seguir protegiendo. Avalamos esta centralidad del arte de latinoamericano, pero esto no quiere decir que deba tratarse de muestras “tanque”.

-¿Y cómo concebís esta especificidad del arte latinoamericano?

-Malba tiene una muy buena proyección de lo moderno y lo contemporáneo en relación al arte latinoamericano, pero estaría bueno indagar, abrir un poco esa escena de lo latinoamericano. Y en eso pienso en dos momentos: en el arte colonial y en el siglo XIX. Y pienso de qué manera, por ejemplo, estas piezas devocionales y místicas del arte colonial están interpelando a los artistas hoy, cuando la religiosidad forma parte de sus modos de hacer. Y en esos retratos heroicos o burgueses, cuánto de esa terminación, de ese tipo de construcción de la imagen más tosca o poco limitada a veces en sus procedimientos ilusionistas, cuánto de eso hoy no es devoción para los artistas contemporáneos. Poder pensar lo latinoamericano más allá de lo moderno sería algo muy vivificante.

Marta Minujin, la artista de ideas demoledoras que no tiene límites

Fuente: TN ~ Marta Minujin es inteligente y mordaz. Cada una de sus obras contiene una idea demoledora: trabaja desde siempre con colchones -reales, imaginarios, inventados por ella- porque pasamos la mitad de nuestras vidas en ellos. Si bien los instaló en el Instituto Di Tella con La Menesunda, hoy presenta otros 54 colchones en su muestra Implosión, junto con una pieza de arte inmersivo: un cubo con una obra proyectada por seis proyectores que giran y una música especial, de donde la gente, según ella, “después de tres minutos sale trastornada”.

Todas sus obras tienen como base una idea formidable. Es famosa su tendencia a satirizar o “acostar” los principales íconos de cada país. La serie se llama La Caída de los Mitos Universales. El primero fue el Obelisco de pan dulce que presentó en la Bienal de San Pablo; luego hizo la Torre Eiffel de pan baguette (acostada) en París; La Torre de Pan de James Joyce en Dublín; Carlos Gardel de Fuego en Medellín; la Estatua de la Libertad con hamburguesas; y los Leones Marinos de Mar del Plata con alfajores, aunque a estos no los acostó.

Celebró la llegada de la democracia en 1983 con un Partenón de Libros, que años más tarde volvió a construir esta vez en una Torre de Babel con libros que habían sido prohibidos. En una suerte de instalación le propuso a Andy Warhol pagar la deuda externa con mazorcas de maíz y en dos ocasiones cortó la avenida 9 de Julio: la Operación perfume, en 1987, con palomas que perfumaron la zona durante 24 horas, y Rayuelarte, en 2009, como un homenaje a Julio Cortázar, cuando llenó las calles con rayuelas que permitían a la gente jugar.

En la actualidad dirige por teléfono -pandemia mediante- otra pieza de la serie de los Mitos Urbanos. Esta vez es el Big Ben acostado, pero instalado en Manchester y no en Londres, como una forma de provocación. El Big Ben, de 48 metros de altura, en este caso de largo, está cubierto de libros políticos: el público puede recorrerlo por dentro mientras el sonido reproduce el clamor de las manifestaciones populares. Y como en piezas anteriores, la gente también pueden llevarse algún ejemplar.

La pandemia la encerró pero no la paralizó. “Si no trabajo me muero”, declaró. Durante todo el 2020, desde el minuto uno del aislamiento Minujin comenzó una obra de 2 metros por 2,60 en la que día a día, mes a mes, fue pegando sobre un lienzo blanco 26.000 tiritas mínimas de paño teñido, blancas, negras y diversos tonos de gris. El video sobre su construcción no solo muestra la paciencia, la minuciosidad y la pericia del trabajo, también logra por momentos transmitir en forma perturbadora la naturaleza última del virus.

Este año inició una nueva obra del mismo estilo, pero esta vez en azules, dedicada a los médicos, enfermeros y en el general el territorio de la salud. Minujin es una artista de talento superlativo, con gran sentido del humor y un exquisito buen gusto personal. A ella solo le interesa el arte que según dice no tiene sexo y mucho menos edad.

Se presentan muestras de Julián Althabe y Martín Legón en galerías de arte de Buenos Aires

Fuente: Grupo La Provincia ~ La galería de arte Roldan Moderno presenta hasta el 17 de septiembre la muestra «Julián Althabe. La cuarta dimensión», que recupera el legado y visión del artista, mientras que en Barro, ubicada en el barrio de La Boca, se presenta hasta octubre, «Árboles profundamente artificiales», del artista Martín Legón.

Muestra homenaje: «Julián Althabe. La cuarta dimensión»

En la Galería Roldan Moderno se exhibe «Julián Althabe. La cuarta dimensión», hasta el 17 de septiembre de 2021 con acceso gratuito y reserva previa.

La muestra reúne la producción cúlmine del artista, teórico y docente Julián Althabe (1911-1975), protagonista de la abstracción geométrica y del cinetismo óptico, que fue también uno de los artistas que abrió el camino a los nuevos lenguajes de la escultura abstracta y la tecnología del acrílico en la historia del arte argentino.

Influenciado por los rusos Antoine Pevsner y Naum Gabo, representantes de la escultura constructivista y pioneros del arte cinético, la obra de Althabe se diferencia de al integrar poesía, ciencia y mística.

En esta oportunidad, se presentan diez esculturas de las décadas del 60 y 70: cajas de acrílico transparente de variadas formas atravesadas por hilos de nylon coloreados, que capitalizan las investigaciones del artista sobre su Teoría de la doble visión (cuarta dimensión) que desarrolló en su labor artística pictórica y escultórica.

«Aquí nace mi urgencia: agregarle a la vida espiritual, que indudablemente tiene el concretismo, la vida sensible, que es propia del arte; dar la imagen sensible de lo tridimensional o, dicho de otro modo, hallar en lo tridimensional el equivalente del dibujo tradicional, con lo que intento expresar tan fuerte y precisamente el espacio que pueda sugerir la cuarta dimensión», decía Althabe.

«Cada escultura permite acceder a un universo de líneas múltiples y dinámicas, hay una semejanza poética con la teoría de las supercuerdas que explica la estructura general del cosmos; cada obra es como la representación a escala de un universo dinámico e inconmensurable, la foto de una película eterna», dice Julio Sánchez en su texto curatorial.

A su vez, explican que «Althabe hizo visible en arte lo que la ciencia no podría representar sino tan solo definir con ecuaciones abstractas».

Su preocupación siempre fue el espacio, la sensación espacial y «con el objetivo de ir más allá de su mera representación, desarrolló una profunda búsqueda y exploración artística que lo llevaron de la pintura figurativa hacia las experiencias escultóricas abstractas».

El artista indagó en torno a los fenómenos visuales y sus correspondencias plásticas estimulado por los avances científicos de su época y consagró su vida a la investigación artística visual. Además representó a la Argentina en varias ediciones de la Bienal de San Pablo (1953, 1957 y 1959) y tuvo una retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (1979).

Sus obras forman parte de colecciones del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba),el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Blanton Museum of Art de Austin (Texas, Estados Unidos) y de destacadas colecciones privadas.https://d-3929900353070534026.ampproject.net/2108192119000/frame.html

Esta muestra se puede visitar en Roldan Moderno (Juncal 743, CABA), de lunes a viernes de 11 a 18 con cita previa en galeria@roldan.cc, o en el teléfono +54 11 4394 0830.

Muestra individual de Martín Legón

Martín Legón (Buenos Aires, 1978) presenta en la exposición individual «Árboles profundamente artificiales» en la galería Barro del barrio de La Boca, un nuevo ensayo visual que traza relaciones con sus otras puestas desde hace más de una década.

La muestra puede leerse, según los organizadores, «como una instalación cubista, donde su objeto de estudio -la sociedad argentina y sus condiciones actuales de posibilidad- es facetado para entregar sus caras replegadas en un mismo tiempo», y además «crece como un poema largo» con sus cruces internos, idas y vueltas, rimas y alteraciones que se repiten y abren la complejidad de su sentido ante el recorrido del espectador por la sala.

Legón trabaja con distintos soportes para sus obras tales como instalaciones, dibujos, pinturas, video, fotografías y colecciones de fotos que recupera y utiliza como herramientas para reflexionar sobre el capitalismo y sus disrupciones desde sus collages.

En su producción enlaza de forma poética textos y citas sociológicas, literarias y de la historia del arte, y yuxtapone «un montaje de atracciones cinematográfico», sobre temas como las estructuras de trabajo, producción de imágenes y el rol del artista en la sociedad actual.

Esta exhibición se puede visitar en Caboto 531 (CABA), hasta el 2 de octubre, con cita previa en https://www.barro.cc (Télam)

Arte urbano argentino, una potencia que se reconfigura de la mano del mainstream y las crisis

Fuente: Télam ~ Sobre la evolución de ese movimiento que en Argentina no alcanza los 25 años (empezó a fines de los 90 de la mano de los fanzines y la cultura punk del hazlo tu mismo) hablan con Télam artistas que estuvieron en ese primer momento. Pioneros y referentes que hoy no llegan a los 50 años, como Julián Manzelli, miembro del disruptivo grupo DOMA. Chu, «de Chulian, Chuliani o Chuliano», como le decían sus amigos de skate, hoy instalado en España.

Con una escena diversa y potente, el arte urbano argentino vive un auge, amplificado por la flexibilización de restricciones en una pandemia que durante dos años vino enajenando el espacio público, y ahora, con la promesa del retorno a las calles, ese movimiento, uno de los más peculiares en el arte de las últimas décadas, sigue generando propuestas de fuerte proyección internacional e involucra en su trama, inicialmente contracultural, al mainstream público y privado de la mano de artistas como Pum Pum, Chu, Fio Silva, Martín Ron, Ale Giorgga y el Tano Verón.

Sobre la evolución de ese movimiento que en Argentina no alcanza los 25 años (empezó a fines de los 90 de la mano de los fanzines y la cultura punk del hazlo tu mismo) hablan con Télam artistas que estuvieron en ese primer momento. Pioneros y referentes que hoy no llegan a los 50 años, como Julián Manzelli, miembro del disruptivo grupo DOMA. Chu, «de Chulian, Chuliani o Chuliano», como le decían sus amigos de skate, hoy instalado en España. Y Ron, vecino de Almagro, considerado uno de los 10 mejores muralistas del mundo, que hace muy poco terminó un mural de 13 pisos en San Nicolás, con eje en la crisis ambiental.

Desde Polonia donde está trabajando, suma su mirada Pum Pum, Jimena, una de las muralistas más reconocidas del street art, que esconde su cara y tiene unas pintadas reconocibles de la China hasta La Boca, con figuras aniñadas tipo kawaii (lindo en japonés) o animé, preferentemente femeninas, hechas en una paleta estridente y detallista. O el Tano Verón, diferente de la especie porque hace pegatinas y murales donde predomina la palabra. Diseñador gráfico, busca impacto con frases simples que puedan cambiarle el día a quien las lea, como el “Metele ficha a sus sueños” que en cartelería de estética cumbiera poblaba las calles de pre pandemia y ahora vende online.

Giorgga es otro distinto. Hace paste-up, todo lo referido al soporte papel, algo que 10 años atrás casi no existía, y cocreó Movimiento Petrushaus, proyecto que ahora se exhibe el porteño Espacio de Arte Osde dentro de la muestra «Artistas trabajando», nacido para «gestar una revolución en un terreno poco explorado y tomar al espacio público como fuente de información y campo de batalla». Fio Silva, la más joven de esta camada de consultados, es autora de murales que podrían ser tatuajes: leopardos, grullas, flora y fauna exuberante que son marca registrada. Con 30 años y oriunda de Villa Tesei, pintar en la calle le dio un sentido. Dice que nunca pensó en usar seudónimo o ponerse un tag, una firma grafitera.

Todos coinciden en que el arte urbano local «está en una», en que surgen actores nuevos súper interesantes y en su gran proyección internacional. «Somos potencia junto a Brasil. Argentina tiene una mirada muy personal, muy latina y muy aceptada en el mundo», dice Verón y Giorgga acota: «Brasil, España y Estados Unidos nos miran». Diferencias conceptuales surgen en torno al fuerte interés que sobre éste pesa desde las instituciones públicas y las firmas privadas, y algunas otras distancias se establecen en torno al escenario en que este sucede. La pandemia y su explotación comercial demostró, para algunos, que puede hacerse y exhibirse indoor (puertas adentro) o de manera virtual y que sigue siendo street art.

¿Cómo describir la situación del arte urbano, hoy, en Argentina? «Más allá que los fundamentalistas del muro, está sucediendo que muchos han evolucionado y se han desarrollado en otras áreas de mayor profundidad conceptual con un intenso trabajo de estudio, experimentando con nuevos materiales y técnicas que llaman la atención y acompañan el trabajo en la calle», explica Chu.

Esos artistas, agrega Ron, «se vuelcan al arte urbano por todo lo que implica trabajar en la calle, porque aporta energía, adrenalina y porque es una salida laboral. Hay mucha oferta en el mercado de la mano del sector público, porque se dieron cuenta de que cambia el humor de la gente y que genera un agregado cultural enorme en las ciudades, y también de las empresas, que entienden que un mural en la calle es una herramienta de comunicación poderosa».

Pero si bien «hay un apoyo grande a la intervención urbana sobre muros y cada vez más gente lo entiende y lo incorpora, en sus casas, ceden sus paredes, sus frentes, la mayoría lo celebra. Lo interesante es pensar por qué nos molestan ciertas expresiones artísticas callejeras como el graffiti y no una propaganda gigantesca de cualquier cosa», advierte Fio Silva.

Podríamos hacernos otras preguntas, sostiene, como «por qué los municipios, entidades públicas y privadas invierten dinero en pintar grandes muros en ciertos barrios…por qué ahora rentan esquinas de Palermo o San Telmo para pintar ‘tranquiles'».

«Apoyo tener trabajo y visibilidad, profesionalizarnos, pero muchas veces esos murales aparecen como maquillaje en barrios donde existen necesidades más urgentes, o forman parte de planes de urbanización sólo en épocas electivas. Sería bueno que el trabajo sea más estable y diverso, y tendrían que existir más convocatorias y proyectos estables donde se valore el trabajo sobre el interés económico o político», dispara Fio Silva.

La pandemia les significó angustia, parate, replegarse en los talleres para reinventarse pero también resignificación de ese espacio público que habitan con su arte. Una pausa que a algunos, como Giorgga, «forzó e impulsó a establecer nuevos contactos a través de redes sociales y a desarrollar proyectos que hoy en día, pasado el temblor, se están plasmando».

-Chu: Vivo y me nutro del espacio público y su cancelación al principio fue un shock. Después transmuté esa frustración en el estudio y ahora siento fue una experiencia super prolifera que nos llevó a valorar más este movimiento, feliz de estar un poco recuperando espacios y con muchas ganas de pintar».

-Pum Pum: El tiempo nuevo de pandemia fue fructífero a la fuerza, me sirvió mucho para generar nuevas cosas. El ámbito urbano fue el más cercenado, la sociabilidad se cortó, todo estaba observado como desde un panóptico, significó un cambio radical para nuestro trabajo y sigue siendo un tiempo indefinido aunque muchas cosas vuelven a cierta normalidad.

-Fio Silva: Fueron muchos meses de no poder salir a pintar. Si hoy veo un mural que me conmueve siento que tiene más valor que antes. Pintar en la calle siempre es necesario, pero después de una pandemia hay que salir a pintar más, a sacarnos de encima lo feo de estos tiempos y a transformarlo en algo que pueda compartirse y haga sentido.

-Télam: ¿Cómo modificó la concepción de ese arte una actualidad signada por las tecnologías digitales y la inmaterialidad de las pantallas, además de una una crisis sanitaria que tuvo como signo el aislamiento y la desertificación del espacio público?

-T.V:
Ahora hay cierta búsqueda en torno a los NFT (token no fungibles) y la realidad aumentada. En pandemia hice obras de realidad aumentada en colaboración, para desarrollar en los espacios y departamentos de la gente. Fue una buena experiencia aprovechar ese entorno de aislamiento y Covid y entender que el arte callejero se podía hacer indoor.

-Martín Ron: Soy de la vieja escuela, una de las primeras generaciones que se dedicó a la práctica mural o arte urbano cuando nadie lo conocía. No viniendo del palo del grafiti, siempre elegí la calle para pintar. Mi motivación principal y mi búsqueda tiene que ver con el factor sorpresa. Lejos de las redes sociales como objetivo principal para hacer trascender la obra, pinto en la calle para generar un impacto positivo en quienes se la cruzan.

Esa es toda mi motivación y energía, trato de construir un relato, una propuesta pictórica que acompañe el día a día de la gente y que transforme en positivo el espacio público, que considero es el soporte y el lugar donde el mural se debe desarrollar, en las calles, que son grises y necesitan artistas que no solo modifiquen el paisaje sino el estado de ánimo de la gente.

-F.S: Las tecnologías digitales pueden ser un complemento con la actividad de pintar e intervenir el espacio público. Podés trabajar bocetos, escalas, compartir procesos, publicar los trabajos que haces en tu barrio, pero en momentos de crisis, urgencia sanitaria, pérdidas y después un aislamiento intenso necesitamos salir de esa pantalla y buscar alivios a nuestro contexto. Si bien se necesitan muchas cosas, entre ellas hacer y sentir algo que esté conectado con una raíz, no es lo mismo ver un mural en una foto de Instagram que ir caminando y encontrarte una pintura, una frase, que algo te hace mover, que provoca algo más.

-T: ¿Qué valor adquiere el muro en ese contexto?

-A.G:
Dentro de esta especie de nueva normalidad todo lo vinculado al espacio público en relación con el ciudadano queda de alguna manera potenciado, especialmente en torno a la idea de cercanía: el vecino que antes tenía una rutina, hoy tiene otra más vinculada adonde vive y empieza a valorar y a conectarse más de cerca con la práctica de los artistas urbanos que están por su casa. Además, la pandemia forzó repensar la espacio urbano desde lo institucional: cómo brindar herramientas y formas nuevas de acercarse a sus públicos.

Recuperan madera de árboles caídos, la esculpen con fuego y crean obras de arte funcionales

Fuente: La Nación ~ Eduardo Blaquier estudió unos años diseño industrial, comenzó a tallar madera por hobby y terminó siendo su profesión. En 2006 empezó a quemar madera en busca de una manera más sencilla de pulir este material y comenzó a hacer esculturas. Hoy se dedica a realizar obras con los restos que dejan los incendios y es uno de los integrantes de Selva Negra. En este proyecto tiene un socio, Hernán Cibils, que se define como creador de marcas y emprendedor por naturaleza.

Hernán Cibils y Eduardo Blaquier, dueños de Selva Negra, el emprendimiento con el que realizan obras de arte funcionales a partir de madera de árboles caídos y una técnica escultórica con fuego.
Hernán Cibils y Eduardo Blaquier, dueños de Selva Negra, el emprendimiento con el que realizan obras de arte funcionales a partir de madera de árboles caídos y una técnica escultórica con fuego.Inés Clusellas

Selva Negra se basa en recuperar la madera de árboles muertos y transformarla en objetos escultóricos funcionales, con la técnica de esculpir con el fuego. Producen en serie, pero el fuego logra todas piezas únicas. Y cada tanto surgen esas piezas realmente imposibles de replicar.

“Esas son las que más nos gustan. Por ejemplo, este año hicimos una mesa ovalada gigante, sostenida por dos tocones, los cuales estuvimos quemando lentamente por doce días. Hubo una tarde que, sin querer, no los apagamos bien y quedaron prendidos… llegamos a la mañana siguiente y estábamos asombrados de las formas que habían quedado”, relatan los artistas.

Eduardo Blaquier haciendo pruebas en el taller.
Eduardo Blaquier haciendo pruebas en el taller.Inés Clusellas
Lijando al agua, emprolijando lo más posible la veta para que quede suave al tacto.
Lijando al agua, emprolijando lo más posible la veta para que quede suave al tacto.Inés Clusellas

Las ideas suelen partir de la necesidad de alguien, aunque muchas veces nacen antes, cuando ven las formas de los árboles. Es entonces cuando comienza el verdadero proceso de creación. “Nos gusta fantasear con las formas que van quedando en nuestra memoria; después solo hay que encontrarle el dueño”.

Utilizan en general olmo, eucalipto y roble. O cualquier otro árbol de madera dura o semidura que haya muerto y que encuentren.

Hernán quemando una tapa de mesa del revés para dejarla negra uniforme.
Hernán quemando una tapa de mesa del revés para dejarla negra uniforme.Inés Clusellas

«Tenemos una búsqueda por traer e incorporar formas orgánicas en una sociedad donde todo es tan cuadrado. El aporte de lo orgánico lo equilibra un poco, al menos.»

Hernán Cibils y Eduardo Blaquier

Sillón "Rino", realizado a partir de un tronco, uno de los emblemas de la marca.
Sillón «Rino», realizado a partir de un tronco, uno de los emblemas de la marca.Inés Clusellas

También se animaron con pecán y alcanfor. “Salimos a recorrer partes de la provincia, cargamos la madera en un tráiler que tenemos y la traemos para nuestro taller en Del Viso. La trabajamos, la cortamos y posteriormente la quemamos”.

En la mayoría de los casos trabajan a pedido, sobre piezas que ya han hecho y que están dentro de su catálogo, pero adaptándose a las necesidades del cliente. Lo que más realizan son mesas de comedor, mesas ratonas, banquetas, bancos, mesas de apoyo. Hoy también están desarrollando una línea de objetos más pequeños, como tablas de asado, cucharones y ceniceros. Realizan las piezas a mano e invierten su tiempo en lijarlas y pulirlas, para que no solo se disfruten con la vista, sino también con el tacto.

“Raspillando” el carbón, proceso que se hace antes del lijado.
“Raspillando” el carbón, proceso que se hace antes del lijado.Inés Clusellas

«Creemos que si hay algo que todos tenemos en común es que el fuego nos hipnotiza y nos atrapa, nos gusta el olor del humo, el calor, la luz que da… hasta su ruido nos cautiva, podemos pasarnos horas mirándolo y es allí donde se esculpen las mejores formas.»

Hernán Cibils y Eduardo Blaquier

Taburetes de bar con la firma de Selva Negra.
Taburetes de bar con la firma de Selva Negra.Inés Clusellas

Son innovadores y creativos. Sus muebles son obras de arte que potencian cualquier ambiente o jardín. Recuperar y transformar la madera de árboles caídos les resulta un gran atractivo, pero aun más atractivo es ver cómo el fuego esculpe las formas caprichosamente. “Nos apasiona trabajar con madera y fuego, esa es nuestra verdadera identidad”.

Con 104 años sigue pintando. La artista argentina Ides Kihlen repasa su fascinante vida en su piso de Recoleta

Fuente: La Nación ~ Su caso es único. No existe otro igual en la historia del arte argentino. A pesar de haberse formado con grandes maestros, como Vicente Puig, Kenneth Kemble y Juan Batlle Planas, y haber pintado toda su vida, Ides Kihlen mantuvo su obra en silencio hasta el año 2000, cuando tuvo su primera muestra, con 83 años. “No se me ocurría exponer. Pintaba y los cuadros quedaban en casa, guardados en los placares”, dijo una vez esta mujer excepcional, que llegó al mundo el 10 de julio de 1917, en Santa Fe, cuando Europa estaba en el clímax de su primera Gran Guerra.

Hija de un exitoso empresario sueco que se instaló con una fábrica de tanino a orillas del río Paraná a principios del siglo XX, Ides mostró interés por el arte y la música con tan sólo 4 años. “En mi casa de soltera tenía un piano y mis pinturas en el altillo. Ahí me había hecho un lugar para estar sola. Me traían la comida en una bandeja. El arte siempre fue una gran compañía”, recordó en alguna otra entrevista la artista plástica, que se formó como pintora en la Escuela Nacional de Artes Decorativas de Buenos Aires y como pianista en el Conservatorio Nacional de Música.

Está confinada desde abril de 2020 con sus perros, Xul, un Yorkshire Terrier, y Bebé, un Shih Tzu. “Me gustaría salir a pasear con ellos como hacía antes. A mis perros además les encanta mi música”, cuenta.
Está confinada desde abril de 2020 con sus perros, Xul, un Yorkshire Terrier, y Bebé, un Shih Tzu. “Me gustaría salir a pasear con ellos como hacía antes. A mis perros además les encanta mi música”, cuenta.

En la época de su juventud, no estaba bien visto que las mujeres tuvieran otros intereses más allá del hogar, pero tanto nuestra entrevistada como su hermana menor, Esther, completaron los estudios universitarios alentadas por su padre, un ingeniero que las llevó de Santa Fe al Chaco y de ahí a Corrientes, y su madre, una ama de casa de origen suizo. “Mis padres eran de avanzada. Tenían una mentalidad abierta y querían que mi hermana y yo tuviéramos carreras con títulos nacionales”, le cuenta a ¡HOLA! Argentina Ides, que hace un mes cumplió los 104.

–¿Qué es lo mejor de tener su edad?

–Aprender todos los días.

–¿Y lo peor?

–Que muchas personas a las que quise ya no están. Poder hablar con una persona viéndola en la pantalla es una maravilla, pero el mundo ha cambiado tanto que ya no lo conozco.

–¿Cómo es haber sido testigo de un siglo de historia?

–Es impresionante, pero lo que más me alegra es haber vivido para ver a las mujeres tomar un rol protagónico, ver cómo ahora tienen las mismas oportunidades que los hombres. Yo tuve la suerte de poder hacer mi carrera, pero no era fácil para las mujeres en ese entonces.

–Claro, porque cuando usted se formó, el arte, la música y todos los campos del saber estaban dominados por los hombres.

–Me tocaron excelentes compañeros, como Antonio de Raco (un prestigioso pianista que murió en 2010) y muchos otros. Nunca me sentí incómoda. Por suerte, pude hacer lo que quise, en mi familia había espacio para eso. Y siempre pinté para mí hasta que, a los 80 y pico, un galerista vio mis obras por casualidad y me convenció de exponerlas por primera vez. Cuando uno trabaja con amor, las cosas lindas siempre llegan.

Ides se formó como pintora en la Escuela Nacional de Artes Decorativas de Buenos Aires y como pianista en el Conservatorio Nacional de Música. Los críticos, de hecho, destacan la relación que hay entre los colores y la música en sus obras.
Ides se formó como pintora en la Escuela Nacional de Artes Decorativas de Buenos Aires y como pianista en el Conservatorio Nacional de Música. Los críticos, de hecho, destacan la relación que hay entre los colores y la música en sus obras.
Un retrato a los 19, cuando estudiaba pintura con Vicente Puig, Kenneth Kemble y Juan Batlle Planas y compartía clases de música con el reconocido pianista Antonio de Raco.
Un retrato a los 19, cuando estudiaba pintura con Vicente Puig, Kenneth Kemble y Juan Batlle Planas y compartía clases de música con el reconocido pianista Antonio de Raco.

UN “BOOM” DEMORADO

En su primera muestra, una retrospectiva que se organizó contrarreloj para ArteBA, Ides vendió todo. Tenía dos cosas a su favor: un cuerpo de obra sólido, nunca antes visto, y una historia increíble por detrás. Nadie entendía, en esa edición de la feria en la que se dio a conocer, cómo era posible que una mujer con ese nivel de talento no hubiera querido mostrar ni una sola pintura en tantos años. “Nunca me interesó figurar. Me gusta trabajar sola, encerrarme y pintar”, sentenció años después, cuando ya era dueña de un nombre en el circuito local del arte.

“Es una artista muy particular, que atravesó el siglo XX. Su obra se caracteriza por las composiciones geométricas y el uso del collage. Tiene mucha relación con la música: en sus pinturas hay sinestesias, los colores representan sonidos y las composiciones son rítmicas”, explicó en su momento la curadora Laura Hakel, a cargo de una de las varias exposiciones con las que se celebraron los cien años de la artista en Buenos Aires.

–¿Qué está pintando ahora?

–Para mí pintar es una alegría. Lo hago todos los días. En los últimos tiempos hacía cuadros grandes, ahora estoy haciendo varios cuadros juntos, me gusta mucho pintar de a pares.

–¿Cómo es un día típico?

–Todos mis días comienzan temprano en el taller. Por la mañana me dedico a mi arte y después del almuerzo toco el piano. Me gustan Scriabin, Liszt, Chopin, Debussy, Bach y muchos otros.

–¿Qué le permite el arte?

–Me protege. Es mi mundo, me permite jugar, me mantiene viva, le da sentido a mi vida.

Nació el 10 de julio de 1917, en Santa Fe, cuando Europa estaba en el clímax de su primera Gran Guerra. Hija de un empresario sueco que desembarcó a orillas del Paraná con su fábrica de tanino, pasó gran parte de su infancia en Santa Fe, Corrientes y Chaco.
Nació el 10 de julio de 1917, en Santa Fe, cuando Europa estaba en el clímax de su primera Gran Guerra. Hija de un empresario sueco que desembarcó a orillas del Paraná con su fábrica de tanino, pasó gran parte de su infancia en Santa Fe, Corrientes y Chaco.
Junto a su hermana Esther (murió en 2013), en un paseo en bicicleta en Punta del Este. “Nuestros padres tenían una mentalidad abierta y querían que mi hermana y yo tuviéramos carreras con títulos nacionales”, recuerda Ides.
Junto a su hermana Esther (murió en 2013), en un paseo en bicicleta en Punta del Este. “Nuestros padres tenían una mentalidad abierta y querían que mi hermana y yo tuviéramos carreras con títulos nacionales”, recuerda Ides.

CREAR EN PANDEMIA

Instalada desde hace más de sesenta años en el mismo departamento de la avenida Alvear, Ides atravesó el confinamiento acompañada por sus hijas, Ingrid y Silvia, y sus perros: Xul, un Yorkshire Terrier que le debe su nombre al pintor argentino Xul Solar, y Bebé, un Shih Tzu.

–¿Cómo vive el encierro?

–Mi rutina no cambió mucho. En ese sentido, no me afectó tanto la pandemia. Lo que sí me impactó fue ver la tristeza de lo que sucede, la cantidad de vidas perdidas. Eso sí tuvo un impacto en mi obra.

–¿Extraña salir?

–Me gustaría salir a pasear con mis perros como hacía antes, pero mientras pueda seguir pintando y tocando el piano, soy feliz. A mis perros además les encanta mi música.

–¿Vivió alguna otra crisis sanitaria como la que causó el Covid-19?

–Ha habido muchas pestes, pero no recuerdo ninguna tan tremenda como esta. Cuando yo era chica había tifus en el Chaco. Mi padre paró la fábrica y se puso a producir hielo para que se curara la gente que vivía en el Impenetrable.

–¿Recibió la vacuna?

–Todavía no. Como nunca en la vida tomé remedios, mis hijas tenían miedo de que me diera alguna reacción adversa. Consultaron con varios médicos y todos dijeron que debía dármela igual. Creo que vacunarse es una responsabilidad con la sociedad.

–La pandemia nos enfrentó con la muerte. ¿Piensa en el final?

–No. Mi cabeza está siempre ocupada pensando nuevas ideas, nuevas obras. No hay que preocuparse por lo que aún no sucedió.

–¿Cómo le gustaría que la recordaran?

–A través de mis cuadros y de mi música, porque le dediqué toda mi vida al arte. Que la gente disfrute de mis obras es una de mis mayores satisfacciones.

–Cuando piensa en el pasado, ¿qué extraña?

–A la gente que quise y que ya no está. El mundo era más tranquilo antes, no había tanta pobreza y miseria.

Posa con una escultura de sí misma que le dedicó un gran amigo, Fernando Pugliese (murió hace unos meses de Covid), y que formó parte de su última exposición, en 2020.
Posa con una escultura de sí misma que le dedicó un gran amigo, Fernando Pugliese (murió hace unos meses de Covid), y que formó parte de su última exposición, en 2020.

UNA MUJER AFORTUNADA

Su matrimonio con Luis González Monteagudo, su primer y único marido, fue un paréntesis que duró diecisiete años y le dio dos hijas. De aquellos años, Ides recuerda el aburrimiento y lo incompatible que era la vida de casada con sus dos pasiones.

“Siempre fui muy independiente”, dice sin tapujos. Claro que tener un padre rico y muy generoso ayudó a que la artista pudiera seguir dedicándose a lo suyo, sin la presión de tener que salir a trabajar para mantenerse.

–¿Qué hay de la maternidad? ¿La disfrutó?

–Me hizo muy feliz. Tengo dos hijas y una nieta (se llama Marcela y vive en Estados Unidos) maravillosas.

–Cuando repasa su vida, ¿cuáles son sus recuerdos más preciados?

–Los momentos que pasé con mi familia y con mis queridos maestros de pintura, Puig, Kemble y Batlle Planas, y con De Raco, mi gran amigo del Conservatorio.

–Cuando se va a dormir, ¿por qué agradece?

–Tuve la enorme suerte de encontrar mi vocación de muy joven y poder dedicarle la vida. Tengo una familia que me acompaña, me apoya, y hoy me ayuda a difundir mi obra.

–¿Tiene cuentas pendientes?

–No siento que me haya faltado nada. Me siento muy afortunada, no podría pedirle más a la vida.

–¿Hasta cuándo planea seguir?

–Hasta los 200 tal vez… [Sonríe].

Si bien sigue haciendo sus clásicos collages, hace tiempo ya que no trabaja arrodillada en el piso.
Si bien sigue haciendo sus clásicos collages, hace tiempo ya que no trabaja arrodillada en el piso.

La artista argentina Ad Minoliti exhibirá su arte feminista y queer en Inglaterra

Fuente: Télam ~ «Mi trabajo busca una geometría no binaria usando las teorías queer y feministas como herramientas de deconstrucción de la tradición pictórica y de los prejuicios de la historia del arte que mantienen el sistema actual, no solo en la industria, sino también en la educación artística y las instituciones», dice a Télam la artista. 

Con sus collages, la artista resignifica la tradición de abstracción geométrica y se expide sobre el componente misógino o sexista de la historia del arte
La Tate de Londres anunció el calendario de exposiciones más destacadas para 2022 entre las que incluyó la muestra «Biosfera Peluche», de la argentina Ad Minoliti, una artista joven que con sus collages resignifica la tradición de abstracción geométrica y se expide sobre el componente misógino o sexista de la historia del arte, y que en esta ocasión presentará en la sede Tate St. Ives una serie de obras que dan cuenta de universos alternativos influidos por el pensamiento feminista y queer.

Se trata de la misma exposición que se puede ver actualmente en el Baltic Centre for Contemporary Art en Newcastle, también en el Reino Unido, y que se trasladará del 28 de mayo al 30 de octubre de 2022 a la Galería Nacional de arte británico y arte moderno de Inglaterra, compuesta por cuatro museos, en este caso a la sede con espectacular vista a la playa de Porthmeor y al océano Atlántico.

Además, parte del museo inglés se transformará en un aula activa para el proyecto en curso de Minoliti bautizado «La Escuela Feminista de Pintura», una instalación, obra site-specific y espacio activo que busca modificar el modo en que se enseña la teoría y la práctica artística, que revisa los géneros tradicionales de la pintura y que se vio en octubre de 2019 en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, como parte de la colorida exposición «Museo Peluche».

«Mi trabajo busca una geometría no binaria usando las teorías queer y feministas como herramientas de deconstrucción de la tradición pictórica y de los prejuicios de la historia del arte que mantienen el sistema actual, no solo en la industria, sino también en la educación artística y las instituciones», dice a Télam la artista Ad Minoliti (Buenos Aires, 1980) invitada a exhibir en 2019 en la Bienal de Venecia, bajo el lema «May You Live in Interesting Times».

En su idioma original, «Biosphere Plush» es la primera exposición individual de Minoliti en el Reino Unido, un despliegue de formas geométricas de colores vibrantes, estridentes, a través de murales, pinturas y objetos, con reminiscencias al Arte Madí y abstracto, pero que pone en primer plano imágenes por fuera de los patrones culturales tradicionales: un derroche lúdico, sensible, amoroso. O dicho de otro modo: todo aquello que fue negado por la modernidad artística.

Ad Minoliti (Buenos Aires, 1980) fue invitada a exhibir en 2019 en la Bienal de Venecia, bajo el lema "May You Live in Interesting Times".Ad Minoliti (Buenos Aires, 1980) fue invitada a exhibir en 2019 en la Bienal de Venecia, bajo el lema «May You Live in Interesting Times».
La muestra es concebida como una «especulación crítica» a lo que fue en el año 1984 el extraño experimento científico de confinamiento llamado Biosfera 2, una suerte de ensayo utópico que terminó con sus participantes al borde de la muerte por el hambre y la falta de oxígeno: un experimento lanzado en el desierto de Arizona, financiado por el magnate del petróleo Ed Bass, creado para estudiar si los humanos podían crear y mantener la vida en un entorno artificial como las estaciones espaciales.

El equipo de B2 «intentó -con el consiguiente fracaso- aislar a ocho personas (todas ellas estadounidenses blancas y una europea) durante dos años, un ejemplo perfecto de que la carrera espacial es una empresa colonizadora extractivista, que favorece los intereses de los ya poderosos -incluidas las grandes instituciones económicas y militares- y agrava los procesos perjudiciales preexistentes, como las guerras, la desigualdad económica y la degradación medioambiental», en palabras de la curadora de la muestra, Irene Aristizábal.

"Biosphere Plush" es la primera exposición individual de Minoliti en el Reino Unido.«Biosphere Plush» es la primera exposición individual de Minoliti en el Reino Unido.
«Biosfera Peluche» -realizada en colaboración con el Centre de Création Contemporaine Olivier Debré, Tours, de Francia, donde Minoliti presentará una exposición individual en octubre próximo- pretende trabajar en la dirección opuesta a Biosfera 2, por lo que su entorno ha sido concebido como un centro comunitario abierto a todos, que ofrece un espacio para la educación y la fantasía feminista interseccional.

– Télam: ¿Cómo surgió esta invitación a exponer en Tate St Ives, y cómo recibiste la noticia?

– Ad Minoliti:
La curadora en jefe Irene Aristizábal, de la muestra Biosfera Peluche en Baltic UK, me contó que estaban en conversación para llevar la muestra a otros espacios y luego me confirmaron que se lleva el mismo proyecto de Baltic allá. Es una buena noticia, sí, más en la pandemia.

– T: ¿Cómo resumirías las principales preocupaciones que atraviesan tu obra?

– AM:
Me gusta como Irene, la curadora define este proyecto en particular. En general mi trabajo, busca una geometría no binaria usando las teorías queer y feministas como herramientas de deconstrucción de la tradición pictórica y de los prejuicios de la historia del arte que mantienen el sistema actual, no solo en la industria, pero también en la educación artística, y las instituciones.

– T: ¿Cuándo y de qué manera el pensamiento feminista se hizo presente en tu trabajo?

– AM:
Desde 2008, más concretamente pude acceder a otro tipo de contenidos que no circulaban en la escuela de arte desde ya, y tampoco en otros lugares galerías, ferias, museos, donde feminismo era mala palabra o innombrable. Todavía vemos como ahora que artistas feministas son atacadas por fascistas en las redes y con la difusión de medios masivos, el panorama intelectual sigue siendo muy reaccionario. Pero gracias a las publicaciones independientes, fanzines, investigadores, teoricxs y/o activistas como Nicolas Cuello, Laura Contrera, Lucas DiSalvo, entre muches otres, editoriales como Profundo Ediciones, Viciosa Editora, que generan ferias y difusión que crece día a día, gracias a esta resistencia y estos circuitos que también se da por fuera de las instituciones, es que pude entender aquello que sentía que estaba mal y no tenía las palabras para identificar, como modos sistemáticos de expulsión.

Su obra da cuenta de universos alternativos influidos por el pensamiento feminista y queer.Su obra da cuenta de universos alternativos influidos por el pensamiento feminista y queer.

– T: ¿Cómo concebís La Escuela Feminista de Pintura?

– AM:
La Escuela Feminista de Pintura es una instalación mural que se activa con clases de distintas colaboraciones. Y van cuatro ediciones de este proyecto (Kadist San Francisco 2018, MAMBA 2019, Gwangju Biennale 2021, Baltic 2021), la quinta será en Francia en el Centre de Création Contemporaine Olivier Debré a partir de noviembre de este año y la edición en St Ives será la sexta. Es un formato que se adapta a los sitios específicos de cada espacio: físicamente como murales, armando bibliotecas que acompañan y adaptándose al programa local de colaboradores.

– T: ¿Cuáles son tus principales cuestionamientos al modo en que se enseña la teoría y la práctica artística, tanto desde el diseño del espacio como desde el contenido de sus clases?

– AM:
Mi proyecto se basa directamente en el Método Diana Aisenberg junto con la experiencia interdisciplinaria que fomentó el Centro de Investigaciones Artísticas, con fuerte critica a los medios tradicionales de las escuelas y universidades que negocian con la educación en bases competitivas y elitistas, cuando las artes visuales para mí son el mejor espacio para la colaboración y experimentación de prácticas de diversos campos.