Fuente: Télam ~ Muchos críticos y especialistas en arte han intentado dilucidar este enigma, pero solo la ciencia parece más próxima a resolverlo, ahora con una revelación inquietante: la sonrisa de la dama retratada en el cuadro podría ser una ilusión alentada por el cerebro.
La sonrisa más icónica del mundo, la que aflora en los labios de La Gioconda -la célebre obra que el artista italiano Leonardo Da Vinci creó a principios del siglo XVI-, podría no ser un gesto de alegría o placer sino una ilusión óptica generada por el cerebro, según una investigación de la Universidad de Amsterdam que pretende poner fin a una incógnita que se ha agigantado a través del tiempo.
¿Está sonriendo la misteriosa mujer que año tras año magnetiza a las multitudes que se acercan al Museo del Louvre en París solo para saciar la curiosidad o el fetichismo que despierta su leyenda? Muchos críticos y especialistas en arte han intentado dilucidar este enigma, pero solo la ciencia parece más próxima a resolverlo, ahora con una revelación inquietante: la sonrisa de la dama retratada en el cuadro podría ser una ilusión alentada por el cerebro.
De acuerdo con un estudio encabezado por neurocientíficos de la Universidad de Amsterdam, la sonrisa de La Gioconda -o Mona Lisa- pintada por da Vinci entre 1513 y 1519 existe, aunque no es perceptible a simple vista. Los expertos pudieron encontrar que la mujer de la pintura –Lisa Gherardini, esposa de Francesco Bartolomeo de Giocondo– muestra un 83% de felicidad en su rostro. Y también detectaron otras emociones: 9% de disgusto, 6% de temor y 2% de enfado.
Los investigadores analizaron la obra renacentista a partir de un programa digital de reconocimiento emocional que reproduce el ciclo de percepción del cerebro identificando cambios en las expresiones neutras de las personas e interpretándolos de acuerdo a las emociones que conoce. Una vez identificada la emoción, el cerebro crea una ilusión que ayuda a confirmar una interpretación, según consigna la BBC.
En el caso de La Gioconda, su sonrisa aparece oculta o apenas esbozada, pero aún así quien la contempla interpreta que ensaya una mueca de felicidad, acaso porque reúne otras características afines a la expresión de alegría, como el ensanchamiento de sus fosas nasales o la formación de arrugas debajo de los ojos. De ese modo, al advertir estos cambios a través de la visión, la mente emite un veredicto final, aún sin la necesidad de ver una sonrisa bien definida.
Una de las conclusiones del estudio es que el cerebro humano ha evolucionado para captar cualquier cambio en la expresión facial, por mínimo que sea. Así, el ser humano es superior a la máquina y logra detectar rasgos emocionales aunque se oculten bajo una expresión neutra, una habilidad social distintiva.
Desde el principio de su creación, los renacentistas quedaron sorprendidos por aquella cautivadora sonrisa pero fue recién en el siglo XIX que el poeta y dramaturgo Théophile Gautier empezó a plantear esta cuestión. Tiempo después, el psicoanalista austríaco Sigmund Freud conjeturaba que la mueca de felicidad era una reminiscencia de su madre, de la cual Da Vinci se separó tempranamente.
En paralelo a esta investigación, circula otro argumento original para justificar la percepción de la «tentativa» de sonrisa en la obra del creador renacentista: tras años de investigación científica, el científico desarrolló una técnica en la que construía expresiones sutiles gracias a la aplicación de finas capas de pigmento diluido.
Con esta técnica, conocida como sfumato, el pintor generó un rostro cuya sonrisa no era perceptible para la visión central, pero que emitía señales de reconocimiento capturadas a través de la visión periférica. Estas señales, por lo regular distribuidas en zonas borrosas de sus pinturas, también causan que el cerebro se enfoque en la cara de su objeto y no en el paisaje que figura en su fondo.
Da Vinci desarrolló esta técnica durante sus últimos años, a partir de 1513, y conservó la pintura hasta su muerte, como si fuera su laboratorio: a lo largo de los años experimentó nuevas formas de graduar las sombras, a veces con sus dedos, y así logró que su Gioconda sonriera de forma escurridiza. De alguna forma, la obra y su artífice envejecieron juntos. Hoy, al unísono, siguen intrigando al mundo.
Fuente: NoticiasNet ~ Se trata de Marcos Bravo, un hombre que es soldador, pero que descubrió que a través de esa profesión tiene la capacidad de hacer arte.
En una cárcel de Cipolletti se vive una situación especial por una historia de resiliencia que emociona y que invita a pensar que hay otros caminos. Allí está preso Marcos Bravo, un hombre que es soldador y que decidió empezar a reencauzar su vida para cuando salga de ahí, como escultor.
En el penal empezó a dedicarse al reciclaje de piezas mecánicas para luego reconstruir esculturas. El nivel de su trabajo es tal, que tiene permiso para comercializar sus obras en el país. Sin embargo, para cuando esté libre, sueña con ir a Europa y poder exponer en Francia.
Incluso, estas obras de arte están expuestas en el Complejo Cultural Cipolletti y se pueden ir a visitar de manera gratuita. Se trata de una muestra alucinante, en la que la belleza está a la vista de todo aquel que quiera apreciarla.
“Todo comenzó por una iniciativa mía, para poder volver a insertar las habilidades que tenía”, comentó Bravo en una nota con Noticias 10, programa del canal local, y agregó: “Lo del reciclaje comenzó como un juego, pero la gente empezó a ver cosas buenas y me decían que tenía que mostrarlo”.
Sobre sus inicios en este mundo artístico remarcó: “Hago de todo, pero empecé con animales autóctonos de nuestra provincia. Después fui fusionando algunas obras vinculadas a la literatura”.
Una de las cuestiones a tener en cuenta es que trabaja desde el reciclado, por lo que se tiene que arreglar con lo que tiene. Sin embargo, eso no es un impedimento para crear: “Me sumerjo en el mundo de la imaginación y ahí parto desde las piezas que puedo llegar a tener”.
“Espero que todo esto pueda servir para que también se pueda trabajar con los demás internos. Meter la parte de la cultura del trabajo y luego la del arte, que es muy esencial en el ser humano para poder sanar y dar oportunidades de trabajo para otros pibes”, finalizó.
Fuente: La Nación ~ El universo plástico del gran arquitecto es eje de una nueva exposición en la galería Del Infinito donde se confirma su teoría del final del asombro.
¿Qué hay detrás de un perro con seis patas? ¿O de un obispo vivo, un confesionario y un obispo muerto? ¿Cómo era la mesa de trabajo del gran arquitecto? ¿Y el auditorio que imaginó para arteba? El universo plástico de Clorindo Testa es el eje de una nueva exposición que ya puede visitarse en la galería Del Infinito.
Testa, proyectos y otros juegoses un recorrido por diferentes períodos, formatos y materialidades. Pinturas, dibujos, esculturas, instalaciones y proyectos arquitectónicos ponen en relieve “la dinámica del juego, la experimentación y el concepto detrás de las obras del gran maestro”, quien formó parte de la historia de la galería.
Del Infinito presenta la muestra en colaboración con la Fundación Clorindo Testa, cuya misión reside en “divulgar la obra y el pensamiento” del artista fallecido en 2013, señala Julio Suaya, director de la entidad. “¡Cómo le hubiera divertido, cómo le hubiera gustado a Clorindo esta muestra!”, expresa Teresa Bortagaray de Testa, viuda del arquitecto y presidenta de la Fundación. “Las instalaciones, las maquetas, el Blanco plegado (acrílico de 1966). Hay dos dimensiones, pero también mucho en tres, y eso le hubiese divertido”, agrega la hija del creador, Joaquina Testa.
En la sala principal de la galería reciben al visitante obras del acervo de la Fundación en parte no exhibidas al público hasta el momento. Conviven varias piezas de arte conceptual, entre ellas Obispo muerto. Con papel, madera y pintura en aerosol, Testa dio forma en 1989 a un cuerpo yacente para reivindicar las omisiones que consideró relevantes del inventario dibujado por el Obispo Martínez Compañón en Perú. “Es la historia del obispo del Virreinato del Perú que a finales de 1700 mandó a España dibujos sobre las costumbres, la fauna, la flora, las vestimentas y lo que estaba sucediendo en el lugar. Clorindo sintió que al obispo le había faltado mostrar el sufrimiento humano y la esclavización detrás de todo eso y, a finales de 1900 (dos siglos después), reinterpreta ese hecho histórico, como solía hacer con muchas otras obras y, con sentido irónico, completa las láminas con lo que cree que el obispo pasó por alto y muestra la dominación que sufrió la población autóctona por parte de los colonizadores”, señala en nombre de la galería María Eugenia Bellini.
A pocos metros de la instalación, que se integra a una segunda pieza titulada Confesionario (obispo vivo), se ubica en la sala Jaula con perros, obra que invita a otras lecturas, realizada en 1997, y exhibida días atrás en arteba. Sobre la pieza, el propio artista llegó a mencionar: “Puse los tres perros, y uno de ellos tenía seis patas, pero nadie lo advirtió. Podés inferir de eso que, por más que la gente se vaya transformando y aparezcan cosas rarísimas, nadie va a tener ningún asombro. Todo se va a amoldar a ese tiempo”. Sobre este trabajo, Bellini profundiza: “Clorindo empieza a darse cuenta de la vorágine y de la velocidad con la que ciudad, los recursos tecnológicos y la sociedad avanzaban, y empieza a hacer piezas intentando pensar: ‘por qué un perro no va tener seis patas dentro de 20 años si el mundo está como está’. Lo mismo traslada a pinturas de cuerpos humanos con tres ojos y con otras deformaciones posible resultado del mismo accionar del hombre en el planeta. Él jugaba mucho con el ver si la gente notaba que el perro tenía seis patas y hacía como una estadística de a ver quién se daba cuenta”. Según su sondeo, la mayoría pasaba el detalle por alto. Implementando el mismo experimento, Del Infinito constató en arteba similares resultados.
El vuelo artístico de Testa también toma forma en la sala en una pieza con la que literalmente surcó los cielos: Barrilete, la cual ideó con motivo de una “remontada” que convocó a distintos creadores tiempo atrás en Puerto Madero. Los colores primarios de esta tela conviven en lo alto del espacio junto a las imponentes estructuras de sus Apuntalamientos. Los visitantes se encuentran así con estas clásicas construcciones arquitectónicas de madera que el autor pintó con acrílico y tiñó de simbolismo bajo el mensaje de apuntalar la cultura.
En una muestra dedicada a su figura en el Museo Nacional de Bellas Artes se exhibió hace unos años la estructura metálica de la misma serie, Apuntalamiento para un museo, de la cual devinieron los esqueletos en madera, enmarcados dentro de su juego constante entre las artes visuales y la arquitectura. “En Del Infinito queríamos mostrar distintos aspectos de su desarrollo como artista visual y sabíamos que íbamos a querer apuntalar toda la galería, ya que Clorindo fue parte importante de nuestra historia. Se requirió de seis días de montaje para adaptarlas a la sala”, señalan.
A pocos pasos, “la mesa donde pintaba Clorindo”, indica Julio Suaya, y señala otro rincón de la sala. Varias obras sobre papel recuerdan al inagotable “hacedor”, quien llegó a planear una puerta de acceso independiente para la galería, espacio donde fue protagonista de diversas muestras individuales y colectivas. También se exhibe un plano sobre el que el arquitecto había diagramado una exposición para este espacio. “Dos días antes de la inauguración, venía con un rollo de papel con todas las obras y con los broches, porque no quería su obra enmarcada -recuerda la directora de Del Infinito, Estela Gismero-. Una vez para una muestra trabajó con Enio Iommi con jóvenes que estudiaban arte en un colegio primario. La exposición se llamó Veinti-dos, 20 chicos y ellos. Después vinieron todos a la galería”, agrega sobre el creador de la Biblioteca Nacional, cuyas obras llegaron al MoMa, y enfatiza: ”Hay que volver a instalarlo como el gran artista que fue”.
En una sala complementaria, maquetas, planos y bocetos con su trazo inconfundible dan fe de proyectos presentados a concursos y clasificados como “rechazados”. Firmados en gran parte también por los discípulos del maestro y arquitectos de su estudio, Oscar Lorente y Juan Fontana, son ejemplos del hecho estético presente en sus construcciones. “Además de una planta o de un corte se detecta algo plástico que va más allá de la exactitud del plano arquitectónico, es la forma en la que él interpretaba la arquitectura, desde su creatividad como artista visual y viceversa”, reflexiona Bellini. Entre los proyectos que no fueron, se ven las maquetas y dibujos en tinta del edificio Loma Negra (Torre Fortabat), del Fira de Barcelona, de una vivienda ecológica de recursos renovables presentada al primer Concurso Nacional de Casas Sustentables en 2009, de una planificación urbana para Nordelta de 1998 y de un auditorio para arteba esbozado en 2013 como una colorida nave de volúmenes múltiples. “Hacía el ejercicio de presentarse a todos los concursos posibles, siempre estaba rodeado de arquitectos y de estudiantes jóvenes, y en ese formar equipo era que le gustaba trabajar”, señalan en la galería.
Una maqueta de una obra sí ejecutada destaca, sin embargo, en la mesa. Es la casa de la Fundación Andreani, primera obra póstuma del arquitecto, hoy en funcionamiento en La Boca como centro de arte. Junto a la exhibición de sus piezas artísticas y de la arquitectura reducida en escala de estas recreaciones, el homenaje a Testa parece no detenerse. En paralelo a la exposición en Del Infinito (Avenida Presidente Manuel Quintana 325), el próximo 10 de diciembre, el ex Banco de Londres, su obra monumental del centro porteño, será sede de un nuevo festejo: el 98 aniversario del nacimiento del artista y arquitecto.
Para agendar
Testa, proyectos y otros juegos. Galería Del Infinito, Avenida Presidente Manuel Quintana 325. Hasta el 31 de enero.
Fuente: La Nación ~ Tras la pausa impuesta por la pandemia, volvieron híbridas para confirmar que no hay nada como el encuentro presencial
Una “bomba”. Eso anticipó que sería la celebración de los treinta años de arteba Marta Minujín, la artista más popular de la Argentina. No se equivocó. El encuentro presencial que terminó el domingo último en La Boca representó un clímax festivo tras las duras pruebas impuestas por la pandemia, que desafiaron incluso hasta a los más resilientes.
“Esta edición va a ser fantástica, porque la gente está desesperada por vivir en arte”, sostuvo el día de la inauguración “la reina del pop”, después de un año maratónico de grandes obras en el que también sufrió la pérdida de su compañero de toda la vida. Se abrazó luego con Luis Felipe Noé, otro gran artista que también se refugió en el trabajo para sobrellevar una de las cuarentenas más extensas del planeta. “El arte nos protege, ¡es muy bueno que estemos vivos!”, le dijo a su amigo y colega, mientras le recordaba la época en que cuidaba a su hija en París, hace más de medio siglo.
El mismo día en Arenas Studios fue recibido con aplausos Jacobo Fiterman, uno de los fundadores de la organización sin fines de lucro que impulsa una de las ferias más importantes de América Latina. Fue él quien la presidía cuando debió atravesar la crisis de 2001, en la que también coincidieron el caos local y la incertidumbre global tras la caída de las Torres Gemelas.
La imagen sonriente de los tres fue el símbolo que se necesitaba: la demostración de que todo pasa. “Estamos felices con el resultado de la feria arteba 2021. Va a quedar en la historia como la feria del reencuentro y el fortalecimiento de la escena del arte argentino contemporáneo”, dijo Larisa Andreani, actual presidenta de arteba, como balance de una edición memorable que ofreció por primera vez actividades gratuitas al aire libre para garantizar una edición “inclusiva, arriesgada y atractiva”. A tono con la nueva era, incluyó además un cambio estratégico de sede y un programa especial en una flamante plataforma online. “El mundo cambió, y las necesidades son muy diferentes”, observó Andreani, al confirmar que reinventarse es posible y necesario.
Los galeristas respondieron a su vez con mayor flexibilidad a la hora de financiar los pagos, y algunos incluso aceptaron criptomonedas.
Los galeristas respondieron a su vez con mayor flexibilidad a la hora de financiar los pagos, y algunos incluso aceptaron criptomonedas. “Hay una fuerte reactivación del mercado, probablemente provocada por la vuelta a una cierta normalidad, con mucha conciencia del arte como resguardo de valor”, señaló Pablo de Sousa, presidente de la cámara de galerías Meridiano. Destacó también el creciente interés de nuevos clientes, más jóvenes de los habituales.
Esta reactivación había comenzado semanas antes en BAphoto, la primera feria presencial poscuarentena en Buenos Aires, que reunió a las galerías internacionales en su sitio web y cerró con un aplauso en su nueva sede de Casa Basavilbaso. “Las ferias son dinamizadoras, entusiasman a la gente –observó su director, Diego Costa Peuser–. El mundo del arte no es sólo ver la obra, es también el encuentro”.
Un encuentro a veces provocador, como el que propuso en BAphoto Isla Flotante. De alto contenido erótico, las fotografías de Valentín Demarco mostraban juguetes sexuales tallados por él mismo en plata, con los ornamentos tradicionales de su Olavarría natal, incrustados en cuerpos desnudos. Esa osada apropiación de un símbolo de lo gauchesco, que desató el año pasado un fuerte debate en un encuentro nacional de orfebres, cobrará una nueva forma en la próxima edición de Art Basel Miami, en la que Jorge Mara participará con fotografías de Ellen Auerbach, Grete Stern y Horacio Coppola.
Isla Flotante, en tanto, le dedicará un stand entero a un millar de dijes cincelados en bronce por el joven artista, que representan imágenes tan variadas como un Playmobil, el logo de Facebook o la polémica banana con cinta vendida en la misma feria hace dos años por Maurizio Cattelan. Mientras la obra titulada Comediante volvía entonces a polarizar a la escena global en el antiguo debate sobre lo que puede considerarse “arte”, también muchos se preguntaban por lo bajo si el apretado calendario global de ferias no había llegado a un punto de saturación.
Entonces llegó la pandemia.
La primera en cancelar su encuentro presencial de 2020 en Hong Kong fue Art Basel; luego siguieron las demás, como en un dominó. Para mantener los compromisos hubo todo tipo de propuestas virtuales, incluso con recorridos 360° por pasillos que recreaban el espacio físico, y se anunció que el futuro sería “híbrido”: en parte presencial y en parte virtual.
Si bien las ferias se adaptaron con velocidad a ese formato, el éxito de ventas registrado en las últimas semanas demostró que no hay nada como el encuentro físico. Entre galeristas, artistas, curadores y coleccionistas, pero también con las obras. Como la banana reinventada, que ya no parece un chiste sino una medalla de la victoria.
Google homenajeó con su doodle este viernes al pintor holandés Johannes Vermeer, considerado uno de los más importantes del arte barroco. Vivió entre 1632 y 1675, durante la llamada Edad de Oro neerlandesa, en la cual las Provincias Unidas de los Países Bajos experimentaron un extraordinario florecimiento político, económico y cultural.
Nació en Delft, Países Bajos. Los historiadores creen que primero aspiró a ser un pintor histórico. Al día de hoy, sólo se conocen 35 cuadros de su autoría pero se cree que hay muchas más obras por descubrir ya que pintaba para mecenas, por encargo, más que para el mercado de arte.
En la década de 1650, Vermeer comenzó a pintar interiores sutilmente iluminados con una simbología intrincada, un estilo que se distinguía por los motivos tradicionales holandeses que se convirtieron en su sello distintivo. Una de sus obras más reconocidas es «La niña del pendiente de perla» (1665), que actualmente se exhibe en el museo Mauritshuis en La Haya, Países Bajos.
Google eligió el 12 de noviembre para homenajearlo ya que en 1995 se inauguró una exposición homónima en la Galería Nacional de Arte de Washington DC, con 21 de sus 35 obras existentes.
El doodle hace referencia a «La alegoría de la pintura» (1666-1668) y en el medio, «Mujer escribiendo una carta, con su criada» (1670-1671). En 1979, una radiografía reveló un Cupido oculto en «Niña leyendo una carta en una ventana abierta» (1657-1659), a la que se hace referencia a la derecha del doodle.
Fuente: Clarín ~ Las opciones, por suerte, abruman. Hay obras y hay espacios dedicados a figuras de las letras y de otras artes que ya son símbolos de la Ciudad de Buenos Aires: desde el Jardín de los Poetas del Rosedal de Palermo (1914), con homenajes a Borges, Shakespeare, Cervantes, Dante Alighieri y Gabriel García Márquez, a pocos metros de unos 8.000 rosales, hasta Caminito, “la sonrisa de colores” de La Boca, al lado del Riachuelo.
Sólo las huellas de Borges en Capital son inabarcables. Está su obra sobre la Ciudad (“es, en la deshabitada noche cierta esquina del Once/ en la que Macedonio Fernández, que ha muerto,/ sigue/ explicándome que la muerte es una falacia” , por ejemplo, del poema “Buenos Aires”, en “Elogio de la sombra”, 1969). Y se pueden considerar desde menciones de la casa de los abuelos, en la calle Tucumán 840, donde él nació y de la que ya no queda nada en pie, hasta el armado de su biblioteca en la Fundación Internacional que creó su viuda María Kodama (en Anchorena 1660), pasando por la Biblioteca Nacional (sede México 546) que presidió entre 1955 y 1973.
Pero hay otros rincones porteños, menos conocidos o con historias aún “secretas”, que vale la pena explorar. Desde la casa del joven Cortázar en Agronomía (donde lo homenajean con una placa y con rayuelas dibujadas en la plaza) hasta los vitrales del Teatro Colón -joya porteña inabarcable-, creados en Francia en 1907,donde se pueden rastrear pinceladas con el estilo del pintor Vincent Van Gogh.
En esta nota se destacan once espacios de “Buenos Aires, la reina de las artes”. Una selección arbitraria y necesariamente incompleta, para arrancar.
El “pudor” perdido de Lola Mora
Los desnudos “escandalosos” de la Fuente de las Nereidas
Lola Mora había empezado a crear las nereidas en Italia en 1903, con mármol de Carrara y otras piedras. Se debe haber ilusionado con ver esas figuras sensuales, vigorosas, con las suficientes imperfecciones como para hacer sospechar sobre cuánto hay ahí de real, expuestas en Plaza de Mayo. Pero no quisieron instalar una obra capaz de incomodar así cerca de la Catedral. El hecho de que la escultura evocara un motivo clásico -las nereidas-, esculpido con destreza, no bastó para opacar el erotismo que podía sugerir. Lola terminó pidiendo incluso perdón por ofender el “pudor”.
Antes tuvo que explicar. “Traigo algunos trozos, como ser una cabeza, una mano, etc., para que me vean trabajar en público, a fin de echar por tierra ciertas calumniosas versiones que me mortifican”. Dolores Mora de la Vega (1866-1936), Lola Mora, trataba así de probar, en una entrevista, que esta maravilla de escultura era creación de ella.
La Fuente de las Nereidas muestra el nacimiento de Venus, rodeada por nereidas (para los antiguos griegos, ninfas protectoras de marineros) y por tritones. Con su combinación de naturalismo y armonía de ecos renacentistas y exuberancia barroca, seduce en Tristán Achával Rodríguez al 1400, Costanera Sur Pero en la Ciudad de Buenos Aires de 1918, a la que llegó desde Roma, desarmada en bloques que pesaban unas 37 toneladas, perturbó -también y con escándalo- porque representaba desnudos y porque su autora era mujer.
Caminito, el potrero en una “calle alegre”
Un tango, esculturas y más arte para darle color a La Boca
El pintor Benito Quinquela Martín (1890-1977) resumió: “Un buen día se me ocurrió convertir a ese potrero en una calle alegre”. Inaugurado el 18 de octubre de 1959, Caminito, en La Boca, se llama así por el tango homónimo que musicalizó Juan de Dios Filiberto y que se estrenó en 1926. Y el propio Quinquela impulsó la instalación de esculturas y otras obras, entre ellas, el homenaje a este músico que creó Luis Perlotti.
Víctor Fernández, vecino, pintor, director del Museo de Bellas Artes Quinquela Martín y autor del libro ”Una sombra ya nunca serás”, dedicado -justamente- a la historia de Caminito, señala: “En tiempos de un vertiginoso crecimiento urbano, mientras la arquitectura de Buenos Aires en clave gris se asimilaba a las principales capitales europeas, La Boca tomaba distancia”. Y se organizaba una tensión:“’Lo popular’, caótico, estridente, simple y colorido versus ‘lo culto’, ordenado, limpio, refinado, neutro”.
Quinquela, el chico huérfano adoptado por un carbonero y por su mujer que se convirtió en famoso pintor de barcos de tonos de fuego y hombrecitos encorvados plasmados como manchas negras, lo llamaba también “la sonrisa de colores” al lado del Riachuelo
Una vuelta al parque Lezama, con Sabato y María Elena Walsh
Sobre héroes, tumbas y el Vals Municipal
“Melancólicamente lo imaginaba en aquel viejo parque, con la luz crepuscular demorándose sobre las modestas estatuas, sobre los pensativos leones de bronce, sobre los senderos cubiertos de hojas blandamente muertas. A esa hora en la que comienzan a oírse los pequeños murmullos, en las que los grandes ruidos se van retirando, como se apagan las conversaciones demasiado fuertes en la habitación de un moribundo.”
El fragmento no podría faltar en una vuelta literaria por el Parque Lezama. Y tampoco podrían faltar Martín y Alejandra, los protagonistas de esa obra, “Sobre héroes y tumbas”, de Ernesto Sabato (1911-2011).
Además, el Lezama (1896) se puede visitar, igual que otras zonas emblemáticas de la Ciudad, evocando los versos de “Vals Municipal”, de la enorme María Elena Walsh (1930-2011): Buenos Aires “es un sol de Quinquela Martín/ Y es soñar con el mar desde el río/ Es la noche de Villa Piolín/ Que nos llena de culpa y de frío/ Es la guerra y la demolición/ Arransando paredes y calles/ Es París en el teatro Colón/ Y en los libros de Plaza Lavalle (…) Y también es morirse de amor/ Un otoño en el Parque Lezama”
Tras los pasos del Principito
Las escaleras al sexto piso de la Galería Güemes
Entre columnas de mármol y locales decorados, con curvas elegantes y rectas con gracia, por el Pasaje Roverano (1918), ubicado en Avenida Mayo al 500, en el Microcentro porteño, anduvo el autor de “El Principito”, el francés Antoine de Saint-Exupéry.
En la década de 1930, subía por las escaleras de ese lugar para buscar cartas en la Compañía Aérea Nacional y llevarlas con su monoplano a la Patagonia.
Saint-Exupéry vivió en el piso sexto de la Galería Güemes, en la peatonal Florida al 100, entre 1929 y 1931.
De peña en el Tortoni
El impulso de Quinquela, la presencia de Borges
En el Café Tortoni, uno de los café más antiguos de la Ciudad (1858 y después reformas), funcionó entre 1926 y 1943 la peña que impulsó el pintor Benito Quinquela Martín.
Se dice que fue hasta Borges, a quien se lo recuerda con una escultura junto a su gran amigo Adolfo Bioy Casares en otro bar histórico, La Biela (nacido en 1850), del que el autor de «La invención de Morel» era vecino.
En el Tortoni, de 1962 a 1974, se organizó, por ejemplo, la peña de «El escarabajo de oro», con Abelardo Castillo y Humberto Constantini como referentes. En Avenida de Mayo 829.
Las esquinas de Cortázar
El café, la galería y el barrio
“La marquesa salió a las cinco –pensó Carlos López–. «¿Dónde diablos he leído eso?» Era en el London de Perú y Avenida; eran las cinco y diez. ¿La marquesa salió a las cinco? López movió la cabeza para desechar el recuerdo incompleto, y…”, dice “Los premios” (1960), que Cortázar escribió y ambientó en el bar London, creado a fines del XIX y reformado, en Avenida de Mayo 593.
Y Cortázar escribió además sobre el barrio Rawson, de Agronomía: un triángulo residencial, diseñado en 1934 por la Comisión de Casas Baratas y devenido luego en oasis coqueto, ubicado entre las calles Tinogasta, Zamudio y San Martín. “Por Tinogasta y Zamudio bajó Clara taconeando distintamente, saboreando un sol de noviembre roto por islas de sombra que le tiraban a su paso los árboles de Agronomía. En la esquina de Avenida San Martín y Nogoyá, mientras esperaba el ómnibus 168, oyó una batalla de gorriones…”, se lee en el relato “Ómnibus”, de “Bestiario” (1951).
Allí, en un departamento del tercer piso del edificio de Artigas 3246, frente a la plazoleta Carlos de la Púa, Cortázar vivió parte de su juventud: entre 1934 y 1951, antes de partir a París. Una placa sobria -todo es murmullo en la zona, salvo por los pájaros- lo recuerda, igual que los gatos (sus “guardianes”, decía el escritor) y las rayuelas pintadas en la plazoleta
Todos los demonios del Barolo
De la Divina Comedia a la logia de los Templarios
Palacio con oficinas, el Barolo es un emblema de la Avenida de Mayo (al 1370). Lo diseñó el arquitecto italiano Mario Palanti entre 1919 y 1923 por encargo de su compatriota y empresario textil Luis Barolo. Se valió de tradiciones occidentales –mármol de Carrara y la pasión neogótica por las alturas– y orientales –las curvas del templo indio Rajarani Bhubaneshvar, siglo XII, en la cúpula–, con novedades de aquellos años, como el hormigón. Para algunos investigadores, Palanti se basó además en la Divina Comedia de Dante Alighieri (1265-1321). Es que hay coincidencias entre el edificio y ese gran poema: 100 metros de altura, 100 cantos de la Divina Comedia. 22 pisos, 22 estrofas en ciertos cantos. 11 balcones, 11 estrofas en otros cantos…
Se cuenta que el Dante, Palanti y Barolo eran miembros de una logia, ‘Fede Santa’, vinculada a los Templarios. Y que por eso, y por temor a lo que pudiera pasar con los restos del Dante si se desataba una guerra –Palanti venía de pelear en la Primera Mundial y volvería a Europa a apoyar, desde otro lugar, al fascista Mussolini–, decidieron que, llegado el caso, se convirtiera en mausoleo del poeta.
En recorridas guiadas desde el “infierno”, es decir, la entrada, hasta el “paraíso”, el faro, los guías de Palacio Barolo Tours señalan que las flores de los mosaicos de la planta baja podrían ser “círculos de bronce que representan el fuego” y la cuadrícula en blanco y negro del piso en torno a los ascensores, una alusión “al bien y al mal en clave masónica”.
Berni y el mundo en una cúpula
El arte que sale del museo a la calle
El sol; la vida que se planta con forma de desnudo femenino, de pie, altiva, y la muerte como sombra inevitable. El hombre, su trabajo y el descanso. La naturaleza ruda. Y un abrazo. Antonio Berni pintó todo eso bajo el título de El amor o Germinación de la tierra, en 1946, en la cúpula central de las Galerías Pacífico, junto a otros artistas también geniales.
Eran el maestro Lino E. Spilimbergo, quien pintó hombres que desafían montañas y océanos en El dominio de las fuerzas de la naturaleza. También, Juan Carlos Castagnino, quien en La vida doméstica, puso a reinar armonía y felicidad. Manuel Colmeiro, quien evocó el Génesis de la Biblia y a su Galicia natal con imágenes del mar. Y Demetrio Urruchúa, quien aludió a La Fraternidad.
Así este edificio, construido para ser Le Bon Marché de Buenos Aires, con ecos lejanos de la Galería Vittorio Emanuele de Milán –en las bóvedas vidriadas–, ganó belleza y prestigio. Y aquellos inmensos pintores “sociales” obtuvieron un espacio para sacar el arte del museo a la calle. La obra, de 450 m2, es un hito del muralismo local.
La casa de Victoria Ocampo que “afeó al barrio”
Racionalismo en uno de los palacios de la Ciudad
Austera, esta casa es pionera del racionalismo en la Ciudad. La construyó en 1928 el arquitecto Alejandro Bustillo (1889-1932), sobre la base de la obra del pope de esa vanguardia, Le Corbusier (1887-1965). La encargó Victoria Ocampo (1890-1979), escritora, traductora y creadora de la revista Sur, puente entre intelectuales locales y del exterior. Y en los años 30, se convirtió en sede de la redacción de Sur, en la que colaboraron Borges, Ortega y Gasset y Octavio Paz, entre otras figuras. En 2005 abrió la Casa de la Cultura del Fondo Nacional de las Artes.
Está en Rufino Elizalde 2850, cerca de las callecitas arboladas que diseñó Carlos Thays en 1912 –circulares, fuera de la cuadrícula que rige en casi toda Capital- y entre buena parte de los palacios de “Buenos Aires, la París Latinoamericana” (muchos devenidos en museos y embajadas).
La casa todavía llama la atención por la apariencia sobria (y luminosa). Así que en aquellos años “Victoria tuvo que soportar la oposición del vecindario, que la acusó de afear el barrio”, apuntan en Proyecto Villa Ocampo, dedicado a preservar su legado, con participación de la Unesco y otras entidades.
Las musas de Apolo en un vitral de 8 gajos y flores del Colón
Las luces que brillan entre tantas joyas
Todo el Teatro Colón (1908) es una joya. Y entre sus “luces”, más o menos secretas, están sus vitrales. Fueron creados en la Casa Gaudin de Francia, en 1907, con vidrio artesanal, y su restauración fue realizada durante la puesta en valor de la institución entre 2003 y 2010. Se puede leer “Gaudin” en las obras que se exhiben camino al Salón Dorado.
Cuesta elegir qué destacar. Un vitral imponente, de unos 4 metros de diámetro, corona el hall central del Teatro. Se abre en ocho gajos y, entre flores, expone figuras femeninas de aires neoclásicos que bailan, tocan instrumentos musicales o llevan plumas para escribir. Representan a musas de Apolo, el dios de las artes de los griegos antiguos.
La carta, el ajedrez y el rincón de Duchamp en el Congreso
Nueve meses intensos con relatos de Buenos Aires
En la calle Alsina 1743 vivió el francés Marcel Duchamp (1887-1968), padre del arte contemporáneo, una de las figuras más importantes de la disciplina en siglo XX. Fue durante 9 meses, entre 1918 y 1919. Allí Duchamp, célebre por la exhibición de un mingitorio (“La Fuente”, 1917) y otros ready made (objetos de uso cotidiano presentados como obras), trabajó en “El gran vidrio” (1923), otra de sus piezas más recordadas. Y ahí se obsesionó con el ajedrez.
Ahora es 12 de noviembre de 1918. Hace un par de meses que Duchamp se instaló en la Ciudad y escribe en una carta (recuperada en el catálogo de su exposición en la Fundación Proa en 2008): “La vida es menos cara que en Nueva York. La comida es sorprendente y sana (…). En el fondo estoy feliz de haber encontrado esta vida nueva y diferente. Me siento como si hubiera vuelto al campo, donde uno trabaja con alegría”.
Poco antes, el 26 de octubre de 1918, le había contado al pintor Jean Crotti: “Empecé un pequeño vidrio para experimentar con un efecto que trasladaré al gran vidrio cuando regrese a N.Y. Por mi parte, no tengo intenciones de exponer aquí. Vi a algunos pintores. Nada interesante, sólo una especie de somnolencia…”
Fuente: La Nación ~ Talentos locales ganan terreno en una de las grandes capitales creativas del mundo, gracias a la iniciativa de un galerista sin sede propia que exhibe sus obras en diversos espacios.
Un penthouse de un edificio de lujo diseñado porZaha Hadid, un local comercial del Design District, un restaurant, las paredes externas de un museo. Gracias a la dinámica efímera de las muestras “Pop Up”, el arte argentino está conquistando nuevos espacios en Miami.
Semanas atrás, una exposición de ese tipo se montó en un penthouse del piso 51 del One Thousand Museum, edificio de condominios de lujo diseñado por el estudio de Hadid, con habitantes famosos como David Beckham. Fue impulsada por Tomás Redrado, hijo del economista Martín Redrado y director de la galería homónima, sin sede propia hasta el año próximo. Mientras tanto planea lanzar su propia plataforma de NFTen el Pérez Art Museum Miami (PAMM) durante la semana de Art Basel, cuando Miami se convierte por unos días en la capital global del arte.
Ante decenas de invitados y con el auspicio de Sotheby’s International Realtypresentó como los Young Argentinian Artists –en alusión a los célebres Young British Artists impulsados por la Galería Saatchi en la década de 1990- a Agustina Chalupowicz, Santiago Paredes, Francoise Thevenet y Martín Touzón, que acaba de participar con sus esculturas en la Semana del Arte porteña.
Sus obras se exhibieron junto con las de otros argentinos como Marta Minujín, Cynthia Cohen, Diego Bianchi y Luciano Garbati. En diálogo a su vez con otros internacionales como Andy Warhol, Jean-Michel Basquiat y Carlos Cruz Diez, representados por las galerías Marion y Rudolf Budja.
Otra similar está prevista para 2022, pero por ahora Redrado está abocado a lo que ocurrirá en paralelo a Art Basel. “Vamos a lanzar nuestra plataforma NFT el 3 de diciembre en el PAMM –adelantó a LA NACION-. En un evento de 300 personas invitadas por los organizadores más influyentes del sector financiero cripto de Miami, vamos a usar dos paredes externas del museo para proyectar NFTs de Paredes, Frenetik Void, Julián Brangoldy Milton Sanz”.
En forma paralela exhibirá una escultura lumínica de Touzón en The Arsenale, en el Design District, y piezas de Paredes en el restaurant Wayku, durante una fiesta organizada para esa semana intensa.
Fuente: La Capital ~ La artista Agostina Mauro inmortalizó la imagen del rosarino besando la Copa América en Brasil en una pintura que le llevó personalmente al predio de la AFA.
Una pintura. «Para mí esa imagen no es sólo Messi besando la Copa, sino el reflejo de un sentimiento colectivo de alegría y felicidad», graficó Agostina Mauro.
El capitán del seleccionado argentino, Lionel Messi, fue homenajeado por una artista con un cuadro hiperrealista realizado en óleo sobre lino, entregado por la autora en el predio de la AFA en Ezeiza, durante la previa del clásico rioplatense con Uruguay por las Eliminatorias Sudamericanas del Mundial Qatar 2022.
La obra, en la que se retrata casi como en una fotografía el momento en que la Pulga levantó la Copa América este año en Brasil, fue realizada por Agostina Mauro, de 26 años, la misma artista que le entregó en mano una de sus pinturas al papa Francisco en Roma y que llevó a cabo el mural más grande del país en San Vicente como homenaje a los héroes de la pandemia.
«Hacía mucho que soñaba con pintar a Messi y darle una obra, pero no sabía cómo llegar a él. Todo se fue dando en el último tiempo, cuando tuve la posibilidad de pintar para una persona allegada al mundo del fútbol, que me contactó con la AFA», contó la joven.
Horas antes de que la selección parta rumbo a Montevideo, donde este viernes jugará ante Uruguay, la mujer entregó su trabajo a las autoridades de la AFA.
«Como Messi está en una burbuja sanitaria estricta, el presidente de la AFA, Claudio Tapia, se lo entregó en mano a Lio», dijo Agostina. A la vez, reconoció que el rosarino es su ídolo «desde siempre» y apuntó que «más allá de lo que representa futbolísticamente, creo es un ejemplo de que se pueden lograr grandes sueños».
Agostina –icenciada y profesora en artes visuales con orientación en pintura (Facultad de Bellas Artes de la UNLP)– se especializa en la técnica hiperrealista y llevó a cabo el cuadro en menos de un mes.PUBLICIDAD
«Fue en tiempo récord, ya que suelo tardar más tiempo en pintar un cuadro hiperrealista. Hubo semanas en las que trabajé como 15 horas por día para llegar a tiempo a concluirlo», señaló a esta agencia.
La obra representa el momento de la premiación tras el triunfo de la Copa América, lo que la artista describió como «un momento de suma felicidad para todos en medio de la oscura pandemia».
«Para mí esa imagen no es sólo Messi besando la Copa, sino el reflejo de un sentimiento colectivo de alegría y felicidad», graficó Mauro e indicó que ama «ver los partidos de la selección y sentir esa emoción de que estamos todos unidos jugando juntos».
Sostuvo, en ese sentido, que le emociona ver al jugador de PSG en la cancha porque «es un ídolo mundial» y añadió que la llena de felicidad «que hoy tenga en sus manos una de mis obras».
En ese marco, la arista plástica aseguró que cuando la pintura estaba casi concluida, publicó en sus redes sociales que estaba terminando una obra para Messi e invitó a los vecinos de San Vicente a despedir el cuadro en la plaza central de ese municipio del Gran Buenos Aires.
«A pesar del frío fueron un montón de personas con banderas argentinas que aman a Messi como yo», explicó la joven y destacó que «una multitud despidió la obra con banderas argentinas al grito de Messi Messi Messi».
Son las mismas personas que se ilusionan con que el ídolo sume en Qatar 2022 el único título que le falta a su vitrina.
Fuente: Buenos Aires ~ Durante una semana, el arte contemporáneo fue protagonista en los barrios porteños. Participaron más de 15.000 personas. Galería de imágenes.
El Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, junto al área de Artes Visuales, invitaron a los vecinos, vecinas y turistas a explorar todas las formas del arte contemporáneo a través de la segunda edición de la Semana del Arte que finalizó el domingo.
Este año, el evento llegó con un amplio programa de muestras y obras de arte para disfrutar en espacios públicos y también en 37 instituciones culturales que fueron parte del evento, con una agenda con actividades para todos los gustos. Obras de arte en espacios no convencionales, charlas, performances, inauguraciones, presentaciones musicales, proyecciones en pantallas y más hicieron de la Semana del Arte un evento que potencia la agenda de arte contemporáneo argentino.
Las diez obras de arte se emplazaron en distintos puntos de la Ciudad.
En esta edición, más de 15.000 personas visitaron las diez obras que se emplazaron en distintos puntos de la Ciudad: desde público que fue especialmente a ver las obras hasta transeúntes que se encontraron con las instalaciones de forma casual e interactuaron con ellas.
“Esta edición de Semana del Arte llevó diversas propuestas de arte contemporáneo a todos los barrios de la Ciudad. El arte en el espacio público busca interpelar al transeúnte y generar nuevas audiencias. En esta oportunidad a través de experiencias y formatos innovadores. Al mismo tiempo, la SDA impulsa el protagonismo del arte argentino», explicó el ministro de cultura de la ciudad, Enrique Avogadro.
“Esta edición de Semana del Arte llevó diversas propuestas de arte contemporáneo a todos los barrios de la Ciudad» (Enrique Avogadro, Ministro de Cultura)
Desde el domingo 31 de octubre al 7 de noviembre, las diez obras seleccionadas en la convocatoria SDA por Carlos Huffmann, Sonia Becce y Juan Pablo Vacas, intervinieron la Ciudad: estas fueron “Encarta 2000” de Josefina Alen, una instalación de cinco pinturas sobre papel de diario que estuvo en el Espacio Virrey Liniers; “Grandes tesoros de la memoria VOL. 1”, instalación sonora de Joaquín Aras en el Teatro General San Martín; “Mundo disperso” de Leo Cavalcante en el Espacio Virrey Liniers; “Escaleras hablantes” de Ely DD, en la Casa de la Cultura; “Vestido público”, una instalación textil de Nina Kunan en Parque Lezama; “Un tiempo de duda” (2018) de Martín Touzón en Plaza Recoleta; el mural textil “Orden de requechos entre luciérnagas y cigarros o Paisaje informalista” de Lucrecia Lionti en el Teatro General San Martín; “Sacrificio”, una performance de Antonio Villa en colaboración con Susi Villa en el Teatro de la Ribera, El Moderno y en la estación de subte Central Obelisco; “Algunos hongos nacen en silencio”, instalación sonora de Schanton / Ros en los jardines del Museo de Arte Español Enrique Larreta; y la escultura “Cúmulo 1” (2019) de Luis Terán, que estuvo en la Usina del Arte y se quedará allí hasta diciembre.
Más de 15.000 personas visitaron las diez obras.
Cada uno de los artistas de esta edición activó su obra de diversas maneras: desde charlas individuales o conversaciones -fue el caso de Martín Touzón, que en diálogo con la periodista Laura Isola, indagó sobre su puesta de esculturas con forma de globo en el Paseo Chabuca Granda-, mientras que otros optaron por hacerlo con presentaciones performáticas -como sucedió con la instalación de Schanton / Ros, donde lxs artistas Fernando Noy, Gabriela Bejerman y La Leandra, recitaron versos de la poetisa uruguaya Marosa Di Giorgio alrededor de los jardines del Museo Larreta-. Las instituciones participantes también activaron sus agendas de diferentes maneras en el marco de Semana del Arte, con más de 60 actividades, haciendo que SDA se convirtiera en una fiesta del arte contemporáneo.
A diferencia de la edición de SDA 2019, en la que todas las piezas se ubicaron en Plaza Seeber, en esta oportunidad, las obras fueron posicionadas en diversos puntos de la Ciudad ampliando la diversidad de públicos y experiencias con las obras. De ese modo, los barrios porteños y sus caminantes diarios, también intervinieron. “No sólo interactuó cierto público con mis obras, sino que todos se apropiaron de alguna forma e hicieron de ellas lo que quisieron. Algunos se sentaron a charlar, a esperar a alguien ahí, o las usaron como algo recreativo”, contó Touzón sobre los diferentes vínculos que resultaron entre el amplio público de la Ciudad, y sus esculturas en el medio del parque.
Hubo, incluso, una playlist temática de SDA 21, con canciones elegidas por los artistas para explorar cada una de las obras y musicalizar sus recorridos por las muestras y actividades a lo largo del evento. Cada una de las obras instaladas contó con un QR para dirigir al público a la web de Vivamos Cultura, para que pudieran conocer cada detalle y sumergirse de lleno en la programación.
La Semana del Arte es una exhibición pública de múltiples locaciones que propone explorar la Ciudad y encontrarse con el arte contemporáneo local de maneras no convencionales y alcanzando a nuevas audiencias. Además, cuenta con una agenda cultural de la mano de la feria arteBA y la programación de más de treinta y cinco instituciones culturales durante la semana de su realización. Para su desarrollo, Semana del Arte contó con seis aliados estratégicos: Fundación arteba, Meridiano, red Quincho, El Moderno, Distrito de las Artes y Arte Al Día, y 37 instituciones que participaron -el doble en comparación a SDA 19-.
Fuente: Ámbito ~ Son obras de la artista que pertenecen a sus famosas series «Colchones» y «Perfiles».
Tras el desembarco de Marta Minujín en el MoMA de Nueva York con su videoinstalación «El Minucode» -la pieza que creó en 1968 y fue elegida por un equipo de curadores para ser exhibida los próximos dos años- se subastan en Argentina, y de forma online, algunas obras de la artista que pertenecen a sus famosas series «Colchones» y «Perfiles».
La Martamanía en torno a la figura icónica de la artista como referente del pop local en el escenario latinoamericano, quien recientemente tomó mucho más vuelo con la proyección internacional en el MoMA, pone a disposición de coleccionistas obras realizadas en distintos soportes: cuadros hechos con técnicas mixta y esculturas a partir de poliéster, que forman parte de sus series «Colchones» y «Perfiles»
Las obras se ofrecen en el marco de la subasta «Grandes maestros del arte contemporáneo», a la que se puede acceder hasta el 21 de noviembre a través del link https://witcombsubastas.com.ar, el sitio web de las Galerías Witcomb que organiza y destaca la venta online como una tendencia instalada por la pandemia que llegó para quedarse tanto en el país como en el plano internacional.
Además de Minujín, se pueden adquirir obras de Juan Carlos Castagnino, Antonio Berni, Benito Quinquela Martín, Milo Lockett, César Paternosto, Guillermo Roux, Carlos Alonso, Liliana Porter y Julio Le Parc, entre muchos otros artistas locales.
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