Fuente: Clarín – Se encienden las luces de la sala y se hace presente un cuerpo de pinturas, una al lado de la otra, como si se tratara de un continuum etéreo y liviano. Las contemplo hipnotizada de la misma manera que observo el ir y venir del mar mientras trato de recordar cuando fue la última vez que estuve relajada. En Sustracciones se respira una sensación de profunda calma que se contrasta con la vorágine de la ciudad que hay que atravesar para llegar a la galería Calvaresi, un edificio único en pleno corazón de San Telmo.
La muestra de Paola Vega cuenta con la curaduría de Sonia Becce, una decisión que la artista tomó después de meditar durante mucho tiempo, convencida de que encontraría a la persona indicada para acompañarla durante este proceso tan personal. No estaba equivocada. Fue así como Becce se convirtió en testigo de su minucioso proceso de creación. Además, como le gusta conocer a las personas detrás de las obras, también contribuyó con un texto que a modo de entrevista navega con soltura por diferentes momentos claves en la vida de Paola, desde sus primeros años en Bahía Blanca, su ciudad natal, cuando allá por los 90 no era fácil encontrar espacios de representación, maestros y lugares donde aprender.Sin título, 2024. Óleo sobre papel entelado.
Por entonces no tenía ni idea de lo que era el arte contemporáneo hasta que un día, cuando hacía su habitual recorrido desde la Facultad hacia su casa, pasó por delante del Museo de Arte Contemporáneo de Bahía Blanca, que había sido pintado de amarillo. Entonces estaba dirigido por Andrés Duprat (actual director de Museo Nacional de Bellas Artes) que había comenzado su gestión con apenas veintiséis años y traía “la novedad” de la escena cultura porteña a los bahienses, aunque no todos lo entendieran ni lo aceptaran. Sin embargo, para Paola fue un despertar que no tendría vuelta atrás. “Un día encontré ese edificio por el que había pasado tantas veces pintado de amarillo huevo, lo que me llevó a entrar para encontrarme con un universo que me deslumbró. Fue un flechazo, como enamorarse” explica.
Así fue como descubrió la obra de Elba Bairon, Cristina Schiavi, Fabiana Imola y Jorge Gumier Maier, entre otros, todos artistas que se volverían sus amigos y colegas. La Paola de esos años pintaba sobre cartones que recolectaba desarmando cajas que encontraba por su casa cuando eran pocos los recursos económicos para comprar pinturas y bastidores. Trabajaba con lo que tenía a mano, prestando atención a la pulsión orgánica que crecía en su interior y le decía que este era el camino que debía seguir. Eventualmente, Paola Vega se transformaría en una artista de oficio, una gran investigadora y enamorada de la materia que no tiene miedo a empujar los límites. “En esta nueva etapa hay una búsqueda del grado cero en la pintura” afirma.Sin título, 2024. Óleo sobre papel entelado.
Descubrimiento de la transparencia
Paola se mueve sin prisa pero sin pausa. Como explica Sonia Becce, sus transiciones son lentísimas y aunque en su producción no existen los cambios abruptos, estas últimas obras son el resultado de algo que hace tiempo deseaba. Contienen capas y capas de pintura y muchas idas y vueltas entre una y otra, ya que como tiene que esperar a que el óleo se seque después de cada pasada, Paola aprendió a trabajar a la par y entender al mismo tiempo lo que cada una necesita para perfeccionar las “variaciones y pulsos” necesarios.
Incluso antes de que la muestra comenzara a materializarse, la intención inicial de Paola era crear pinturas transparentes, prácticamente blancas (aunque no del todo, algo que cree que algún día logrará) para materializar aquello que no vemos en una pintura y que se encuentra detrás para que la misma exista. “Cuando creas una obra hay algo que hace que sea, algo casi imposible de explicar en palabras. Por eso me interesaba traer esa intimidad imperceptible al frente”.Sin título, 2024. Óleo sobre papel entelado.
Otra cosa que también cambió es su proceso de trabajo que se ha vuelto más meditativo y la lleva a respetar las pausas y crear con una concentración absoluta, como si todo lo que está a su alrededor se desvaneciera. “En esta ocasión sentí que el tiempo era mucho más profundo. Más allá de que soy consciente de que existen factores propios de la técnica que influyen en esta sensación, como que hago varias obras a la vez para lograr la anhelada transparencia, esta vez todo se intensificó”.
Hay cualidades y pequeños aspectos que se repiten, algo que la artista afirma que sucede ya que navegar entre las telas es como estar sumergida en una misma canción. A medida que avanza comienza a notar estos detalles, así como el efecto “halo”; una bruma que se posa sobre las pinturas y crea imágenes borrosas que sólo se advierten después de acostumbrar al ojo. “En el tránsito, en el ida y vuelta, se ve algo, pero ¿qué es? Paola dice: “Al final no es nada” sostiene Sonia de manera hermosa y poética. Sin embargo me siento en la obligación de advertir que esa supuesta nada, más que eso, parece serlo todo”.
- Sustracciones – Paola Vega
- Lugar: Calvaresi, Defensa 1136
- Horario: mar a dom de 13 a 18
- Fecha: hasta el 11 de octubre
- Entrada: gratuita