Fuente: La Nación – El museo inaugura sede en Escobar; con una inversión de US$12 millones, aloja las esculturas monumentales de Gabriel Chaile y una selección de obras de la colección permanente que necesitaban nuevo espacio de guardado.
“Caminar, la actividad más libre que conozco. Y si a caminar le sumamos la contemplación de obras de arte, la experiencia es imbatible”, dice María Gainza en el inicio de Paseos no obligatorios, el libro de edición limitada que el Malba le encargó a la escritora para acompañar el lanzamiento de su nueva sede en Escobar. Ubicada en el flamante pueblo Puertos, con varios barrios ya habitados y otros en desarrollo, donde en la actualidad viven unas cinco mil personas y la desarrolladora Consultatio proyecta que llegarán a sesenta mil, Malba Puertos es más que un museo en el sentido convencional. Es un proyecto cultural sustentado en tres ejes: naturaleza, arte y urbanismo. Solo la construcción del edificio transparente con paredes vidriadas y tres cuerpos requirió una inversión de siete millones de dólares. Y, tal como dijo Eduardo Costantini en el recorrido para prensa y artistas, sumando el valor de los terrenos, la inversión alcanzó los doce millones de dólares.
Con Malba Puertos, el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires expande sus fronteras y se propone crear comunidad: llevar el arte a un público que no tenía hasta ahora esta clase de ofertas culturales en ese sector de zona norte, a unos cincuenta minutos de auto desde el centro porteño (si el tránsito de Panamericana lo permite, claro).
Ese propósito, uno de los ejes del proyecto, se concretó con un circuito de obras site especific instaladas al aire libre. En realidad, no es un solo circuito, son tres y llevan los nombres de Bahía, Troncal y Reserva. Allí, se lucen 23 obras de artistas argentinos (esculturas e instalaciones), encargadas especialmente para interactuar con los habitantes, las visitas y el entorno donde fueron ubicadas. Así, por ejemplo, Bañistas, de Sebastián Mercado, sorprende a quienes caminan por la ribera de la laguna: son dos figuras de hierro enormes que parecen estar por sumergirse en el agua. Y El salto, de Hernán Marina, es un hombre colosal que está a punto de hacer un clavado perfecto para zambullirse en el lago. Ambas se encuentran en el circuito Bahía, que se sugiere recorrer a pie, entre el reflejo del agua y la gran variedad de vegetación que, en plena primavera, regala flores y perfumes.
Troncal está en la zona urbana, donde están los dos colegios de Puertos, los restaurantes y una librería. Para ese sector creó Mimi Laquidara un conjunto escultórico polideportivo, que es al mismo tiempo una obra de arte y un espacio de recreación para los vecinos. Sí, la mayoría de las piezas artísticas de los tres circuitos se pueden tocar y pisar; algunos ofrecen bancos y reposeras para sentarse al sol (como Moda playera, de Daniel Basso) y otros, como La paraeólica, de Irina Kirchuk (artista que fue convocada para seleccionar los proyectos de obra para el espacio público y ofició de guía durante la visita), juega con el viento con varias aspas pintadas de colores; está inspirada en las máquinas fabulosas de Da Vinci y Xul Solar.
El tercer circuito, la Reserva, es especial para recorrer a pie, con tiempo, protector solar y repelente. Termo y mate, también, por qué no. Es que puede llevar aproximadamente una hora de caminata ver desde la primera obra (Deja que hable el viento, de Daniel Joglar, una especie de móvil colgante instalado en el último piso de un mirador) hasta la última, Espejo espectro, de Carolina Fusilier. “No es estrictamente un gong, pero su forma y materialidad están ligadas a ese instrumento ancestral”, describe Gainza en el apartado del libro dedicado a esa extraña obra.
La autora de El nervio óptico escribió un texto breve, que funciona como ensayo, para cada pieza. A partir de este domingo, cuando Malba Puertos abra las puertas al público, con entrada gratuita, se podrán leer los textos desde el sitio web del nuevo museo. La versión impresa, que trae una serie de postales de las obras, estará en venta más adelante en la tienda del museo. También se puede acceder a los textos de Gainza a través del código QR que figura en la placa de cada obra, donde está el nombre de la pieza y de su creador, y un video donde el artista habla sobre su trabajo.
El circuito de arte público termina (o empieza) en el edificio del museo diseñado por el arquitecto español Juan Herreros, que durante la presentación a la prensa definió el sitio como un “no museo”, “un lugar abierto y cerrado, un espacio transparente que refleja la luz y la interacción con la reserva”.
Es que contar con un nuevo y más grande sitio de guardado de la colección permanente del Malba fue el disparador original de este proyecto, que nació en 2019 y que en un primer momento iba a alojar solo el colosal conjunto de piezas creadas por el artista tucumano Gabriel Chaile, que Costantini compró en la Bienal de Venecia en 2022 y luego fue creciendo hasta convertirse en este megaproyecto cultural. Finalmente, las cinco piezas monumentales de Chaile que representan a los integrantes de la familia del artista tienen una sala propia en Malba Puertos (el Pabellón Chaile) y forman parte de la colección permanente. Ahora y hasta el 2 de marzo de 2025, integran la muestra La vida que explota, que pone en diálogo esas creaciones de Chaile con las obras textiles de la artista wichi Claudia Alarcón y el colectivo de tejedoras Silät, bajo la curaduría de Andrei Fernández.
En los otros dos cuerpos del edificio está la sala de exposiciones temporales y la reserva técnica abierta al público. “Es el primer museo de Latinoamérica que abre su reserva al público”, dijo Costantini a LA NACION. Todavía en proceso de traslado de buena parte del acervo del Malba, hoy allí se exhibe la muestra Acto reflejo, de Amadeo Azar, que creó una serie de acuarelas que relacionan algunas obras de la Colección Malba con la flora y fauna autóctonas de la zona. Hay a la vista una selección de esculturas y objetos y, todo el detrás de escena del guardado: paneles corredizos, planeras con originales, cuadros colgados en las paredes. Allí se organizarán actividades educativas para distintas edades, como adelantó Eleonora Jaureguiberry, coordinadora general de la nueva sede.
En la sala del Lago, el dúo Mondongo (presente en la recorrida) sorprende con doce obras de gran tamaño construidas con pedazos de troncos, raíces y otros elementos naturales que representan paisajes y forman una instalación titulada Argentina (paisajes), 2009-13. Forman un recorrido en diálogo con doce pinturas de Luis Ouvrard (Rosario, 1899-1988) realizadas entre 1966 y 1986. Curada por Alejandra Aguado, Ensayos naturales I es el primer capítulo de esta exposición de Mondongo, que se podrá ver hasta el 8 de diciembre. Luego, llegará el capítulo dos del dúo integrado por Juliana Laffitte y Manuel Mendanha.
Pero eso no es todo, amigos. Al aire libre, entre árboles recién plantados que prometen sombra, está la Sala del Bosque. Allí, las curadoras Cinthia Kazez y Lucila García de Onrubia presentan Mueble escultura, una investigación de piezas a mitad de camino entre obras de arte y objetos de uso cotidiano como mesas, bancos y otras obras sorprendentes.
“Caminar en contemplación es una actividad que no funciona con escépticos. Es necesario una pizca de credulidad, creer en el poder del arte y la potencia de la naturaleza”, observa Gainza en el libro-guía. Y tiene razón.
Para agendar
Malba Puertos queda en Puertos, nuevo pueblo de Escobar ubicado a la altura del km 45 de la Panamericana. El ingreso a Puertos es libre; solo requiere la presentación del DNI en el puesto de seguridad.
A partir de este domingo, el nuevo museo abrirá de martes a domingos de 12 a 19, con entrada gratuita. Más información en el sitio https://www.malbapuertos.org.ar/, que estará disponible desde el domingo.
Festejo por los 23 años
Este sábado, Malba cumple 23 años y lo festeja durante el fin de semana en su edificio de Avenida Figueroa Alcorta 3415 y, también, en su nueva sede de Escobar, Malba Puertos. El sábado, en Barrio Parque, se realizarán talleres para disfrutar en familia, con estaciones de creación a partir de la exposición Gyula Kosice. Intergaláctico y las obras de la Colección Malba, y una biblioteca musical para leer y compartir cuentos, libros e historietas para niños y niñas. Sabor a durazno –un espectáculo de narración y música– pondrá a los libros en el centro de la escena, para chicos de 0 a 5 años. Como cierre de la jornada, a las 18.30, tendrá lugar una nueva edición con invitados sorpresa de “Música a cielo abierto”, ciclo que desde 2018 convoca a artistas destacados de la escena indie y electrónica regional. Todo con entrada gratuita.
El lunes 23, a las 18.30, cierran las celebraciones de Malba con la conferencia “Leonora Carrington y Remedios Varo. Colaboraciones mágicas”, a cargo de la historiadora mexicana Tere Arcq. En su charla, explorará la colaboración entre Leonora Carrington y Remedios Varo, poniendo un énfasis especial en las obras de ambas pertenecientes a la Colección Malba.