La PSA y la Aduana desarticularon una operación de tráfico de bienes culturales

Fuente: Argentina ~ La Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), fuerza que depende del Ministerio de Seguridad de la Nación que encabeza Sabina Frederic, como consecuencia de un trabajo conjunto con la Dirección General de Aduanas (DGA), secuestró varios objetos de valor histórico, entre ellos cuadros, mapas, manuscritos, monedas antiguas y de oro, tras una importante investigación que derivó en nueve allanamientos realizados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en Pilar, provincia de Buenos Aires.

La investigación comenzó hace más de cuatro meses cuando el Comité Argentino de Lucha contra el Tráfico Ilícito de Bienes Culturales, del que forma parte la Aduana, recibió la notificación desde Perú por la sustracción del material histórico “Libro de Arrieros de los 3 Cañaverales de Pachachaca, Mollemolle y Santa Ana pertenecientes a esta Real Superintendencia de Temporalidades de esta Ciudad del Cuzco y su Obispado que da principio en 1° de mayo de 1772 hasta 30 de abril de 1773”, perteneciente al Archivo Regional del Cuzco.

Durante la pesquisa, personal de la PSA y de la Aduana lograron identificar a los presuntos responsables a través de sigilosas tareas investigativas y escuchas. Se pudo comprobar que los sospechosos participaban de la compraventa internacional y acopio de obras de arte, manuscritos históricos, mapas de época y libros antiguos de gran valor patrimonial y cultural. A la vez, detectaron la existencia de diversas propiedades vinculadas a estas personas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en Pilar, provincia de Buenos Aires y en el exterior: Uruguay, Inglaterra e Islas Vírgenes Británicas.

Al respecto, el titular de la PSA, José Glinski destacó: “La profunda labor de campo y el análisis de los investigadores de la fuerza permitieron establecer conexiones que fueron echando luz hacia estos resultados. El entrenamiento y la capacitación constantes son importantes para contar con agentes actualizados y actualizadas para desarticular organizaciones dedicadas al tráfico ilícito de bienes culturales y colaborar con la seguridad del patrimonio cultural de los países”.

Por su parte, la titular de la Dirección General de Aduanas, Silvia Traverso, sostuvo: “Las investigaciones desde Aduana se centraron sobre la hipótesis de tráfico ilícito transnacional de bienes culturales y culminaron con la denuncia penal. El trabajo coordinado con otras dependencias del Estado, como el Ministerio de Cultura y el de Seguridad, fue clave para este resultado”.

Inmediatamente a la recepción de la denuncia desde Perú, la DGA denunció el hecho, lo que dio inicio al proceso de investigación. Poco tiempo después, se encontró el libro en un sitio web especializado en la comercialización de “libros raros” y antiguos, mapas, grabados, libros de viajeros y científicos, con sede en Buenos Aires.

La pesquisa avanzó con las tareas de campo de la PSA y con la selección de determinadas piezas ofrecidas a la venta en el sitio web investigado y, junto con el personal de la DGA y funcionarias y funcionarios del Ministerio de Cultura, se avanzó en la hipótesis del tráfico ilícito transnacional de bienes culturales, ya que los elementos en cuestión podían ser parte del patrimonio cultural de Perú y Paraguay. Ante ello se impulsaron requerimientos internacionales de información dirigidos a las autoridades en la materia de ambos países.

Frente a esta situación, la Justicia Nacional en lo Penal Económico dispuso el inmediato allanamiento de los domicilios en los lugares antes mencionados. Allí se incautaron cuadros, mapas, monedas antiguas, monedas de oro, divisas, cinco relojes de alta gama, manuscritos, barras de oro, dos autos de alta gama, además de teléfonos celulares, computadoras, tarjetas, pasaportes y carpetas con material para la causa.

En la investigación también participaron distintas áreas de la Administración Federal de Ingresos Públicos y de la Unidad de Información Financiera (UFI) para avanzar en la línea de los flujos financieros y la capacidad económica de las personas investigadas. Intervino el Juzgado Nacional en lo Penal Económico N°02, a cargo de Pablo Yadarola.

El rosarino Norberto Puzzolo recibió el premio nacional a la trayectoria artística

Fuente: La Capital ~ El premio nacional a la Trayectoria Artística reconoce a cuatro mujeres y cuatro varones todos ellos artistas vivos. Cada uno de ellos donará una obra significativa de su producción al Estado nacional, que pasará a integrar el patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes, y serán reconocidos con el mayor galardón y una pensión vitalicia que se les concederá una vez cumplida la edad jubilatoria.

Puzzolo nació en Rosario, en 1948. Se formó, desde los 15 años, con los maestros Juan Grela y Anselmo Piccoli. Su recorrido se inicia en los 60, con una participación activa en el desarrollo de la vanguardia argentina, manifestado en muestras como: «Estructuras Primarias II» (1967), «Rosario 67» (1967), «OPNI» (1967), «El Arte por el Aire» (1968).

Fue el primero de los expositores del «Ciclo de Arte Experimental», organizado por el Grupo de Vanguardia de Rosario con el auspicio del Instituto Di Tella, en 1968. En este marco, protagonizó varias de las manifestaciones colectivas de la vanguardia rosarina y fue uno de los realizadores activos de Tucumán Arde, obra emblemática de 1968 que mereció numerosos comentarios de críticos e historiadores nacionales y extranjeros.

De emplear la cámara como una herramienta de documentación y denuncia, pasó a una producción fotográfica que fue adquiriendo rasgos particulares a lo largo de estos años. Entre sus obras, se destacan los retratos de artistas plásticos, la serie «Nunca más» (1984), sus autorretratos y naturalezas muertas fotografiadas, las fotos con papeles emulsionados y los «Cielos argentinos» presentados en 2003 en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Expuso en forma individual y colectiva en diversas galerías, instituciones y museos del país y el extranjero.

Sus obras figuran en instituciones y colecciones privadas de la Argentina y del exterior. El Museo Nacional de Bellas Artes le otorgó el premio Leonardo 2001 por su trayectoria, en 2002 recibió el Premio Konex diploma al mérito en fotografía y en 2008 el Premio «Ernesto B. Rodríguez» a la trayectoria de un fotógrafo de La Asociación Argentina de Críticos de Arte (AACA).

Por decisión personal, nunca envió sus obras para participar de premios ni salones.

Sus obras figuran en instituciones y colecciones, entre otras: Art Institute of Chicago, Colección Gabriel Cuallado (Valencia), MACBA (Barcelona), Thria Collection (Ginebra), Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires), Castagnino + MACRO y Museo de la Memoria, (Rosario), Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez (Santa Fe).

El premio

El premio nacional a la Trayectoria Artística se otorga cada año a ocho artistas de todo el país seleccionados por un jurado integrado por siete personas entre las que se encuentran dos representantes del Museo Nacional de Bellas Artes; un especialista en arte argentino de reconocida trayectoria, designada por el Ministerio de Cultura de la Nación, cuatro representantes de las asociaciones de promoción artística o cultural de la Argentina, y las escuelas e institutos de formación en artes que reúnan los requisitos legales para su funcionamiento.

De ganar el premio, cada artista deberá elegir la obra que donará y ésta será expuesta en el 109° Salón Nacional de Artes Visuales.

Este año, se premió a las artistas Anahí Cáceres, de Córdoba; Alicia Herrero y Dalila Puzzovio, de Buenos Aires; y Alina Neyman, de Salta. Entre los cuatro hombres premiados, además de Puzzolo, se encuentran Luis Pazos, de La Plata; y Afredo Prior y Leandro Katz, de Buenos Aires.

Caen las ventas de arte y se sobrevalora la autenticidad

Fuente:Clarín ~ El mercado de arte internacional atraviesa su peor recesión desde 2009, de acuerdo con el último informe publicado hace días por Art Basel, que muy sintéticamente se puede resumir en una frase: en 2020 las ventas de arte y antigüedades en el mundo se desplomaron un 22 por ciento respecto de 2019. Con ese único dato, cualquiera puede comprender en un instante la dramática situación del sector después de un año completo de cierre casi total y prácticamente sin ferias de arte presenciales.

Los cambios no suelen ser tan rápidos y, al menos por ahora, las expectativas de que la caída de las operaciones presenciales durante la pandemia fueran compensadas con el crecimiento de las plataformas online se quedaron en eso: expectativas. Es cierto: muchísimos habitués y recién llegados entraron en los meses recientes a las versiones online de las grandes ferias de arte de todo el mundo y recorrieron kilómetros de arte frente a una pantalla, sin levantarse del escritorio o del sillón. Pero para la mayoría fue curiosidad o entretenimiento durante el aislamiento. Las ventas online, supuestamente, se duplicaron respecto del año anterior, pero representaron no más de un cuarto de las ventas totales de arte en el mundo. De manera que el cambio radical de lo presencial a lo digital que algunos predijeron con optimismo sin límites no se produjo.

Sin embargo, casi simultáneamente con la publicación del informe de Art Basel, el mercado fue sacudido por una novedad completamente imprevisible: “Everydays: The First 5,000 Days”, una colección de dibujos y animaciones realizados durante 5.000 días consecutivos, obra completamente digital firmada por el estadounidense Beeple –seudónimo de Mike Winkelmann–, fue subastada por Christie’s en 69.3 millones de dólares. El tal Beeple se convirtió de la noche a la mañana en uno de los tres artistas vivos más caros del mundo, cualquiera sea el soporte. Poquísimos habían siquiera escuchado su nombre, pero el precio pagado por su obra es superado hasta hoy solo por piezas de Jeff Koons y David Hockney. Desde hace días, hay cientos de artículos en la prensa mundial intentando explicar de qué se trata su collage de imágenes. No tanto de qué se trata en términos artísticos, que en este caso no parecen tener mucho interés, sino en términos tecnológicos y de mercado. Desde 2007, Beeple posteó en su Instagram, una imagen por día que finalmente reunió en un collage que fue “convertido” en febrero en –atención– un token no fungible o NFT. Esto, dicen los que entienden, es una red segura de sistemas informáticos que registra la venta en un libro de contabilidad digital, conocida como blockchain, y que brinda a los compradores una prueba de autenticidad y propiedad. Es decir: lo central del asunto es la garantía de autenticidad y de que se trata de una pieza “única”. Puede haber otra exactamente igual, ya que es una imagen digital no material, pero no importa: la “auténtica” es el NFT.

Fotografía cedida por la casa de subastas Christie's del artista Mike Winkelmann, conocido como Beeple, un hombre feliz. Foto EFE/ Christie's.

Fotografía cedida por la casa de subastas Christie’s del artista Mike Winkelmann, conocido como Beeple, un hombre feliz. Foto EFE/ Christie’s.

Admito mi ignorancia acerca de los token no fungibles. Seguramente por eso –y no porque la obra de Beeple no tenga valor– sospecho que todo el asunto se trata, para decirlo de una manera aterciopelada, de un truco de márketing. Eficiente, pero truco al fin. Hay un señor muy pero muy rico, en estos días, que está realmente contento porque ha adquirido una obra auténtica y única. Y otros señores, no tan ricos, pero probablemente camino a serlo, que también están realmente contentos porque han vendido una obra auténtica y única en 69,3 millones de dólares. Y porque se les abre un camino hasta hace días insospechado para compensar las decadentes ventas de arte físico con ventas de obras que no tienen existencia física pero que son tanto o más vendibles que las otras.

Uno de los más sorprendidos es el mismo Beeple, el señor Mike Winkelmann, diseñador gráfico nacido hace 40 años en Missouri, con aspecto de nerd más que de artista, de apariencia más parecida a Bill Gates que a David Hockney. Hay en estos días en YouTube un extraordinario video en el que se ve a Winkelmann rodeado de su familia en su casa, siguiendo con incredulidad la subasta en la que “Everydays: The First 5,000 Days” sube minuto a minuto su cotización –alentada por vaya uno a saber qué idea de la autenticidad– hasta venderse por 69,3 millones de dólares. El hombre se ríe solo, salta del sillón, su cuerpo no puede contener su entusiasmo, su estado de éxtasis y felicidad. También se ríen los empleados de Christie’s. Finalmente, parece que lo digital sí está produciendo el cambio radical que la industria del arte mundial esperaba para sobrevivir a las restricciones de la presencialidad en la pandemia. Puede ser el comienzo de una revolución, si no en el mundo de lo artístico, sí en el del mercado. Aunque nunca se sabe hasta dónde pueden llegar los asuntos que se inician de manera tan incomprensible. Quizá también sea el inicio de un cambio sustancial en el mundo del arte. El comprador de la obra –se supo hace días– es el millonario indio Vignesh Sundaresan. La compró –dijo– para demostrar que “la gente de color también puede ser mecenas”.

Qué raro se ha vuelto el mundo.

Ya está online el catálogo completo del Louvre con 482.000 obras de arte: cómo acceder de forma gratuita

Fuente: Infobae ~ El Museo del Louvre, en París, Francia, presentó días atrás un nuevo sitio web que tiene una base de datos con su catálogo completo con 482.000 obras. Asimismo, cuenta con una recreación virtual para visitar la pinacoteca a distancia. Estos cambios se dan en el marco de la pandemia de COVID-19, que ha causado el cierre de sus puertas de acuerdo con las medidas tomadas por el gobierno francés para prevenir la propagación del virus.

El museo recibió 21 millones de visitantes en su sitio en 2020, una cifra récord que motivó el desarrollo de estos cambios. La web, disponible en francés, inglés, español y chino, cuenta además con una base de datos a la que se han añadido imágenes y descripciones de 482.000 obras, tres cuartas partes del total, con la que se quiere acercar el trabajo científico realizado con ellas.

Así, el museo más visitado del mundo, espera que personas del mundo académico, investigadores, visitantes y el público general puedan acceder con más facilidad a sus obras. Además, está disponible una reconstrucción digital en 3D que permite una visita interactiva a las salas.

El Louvre hoy mantiene sus puertas cerradas de acuerdo con las medidas tomadas por el gobierno francés para prevenir la propagación del virus. REUTERS/Christian Hartmann

El Louvre hoy mantiene sus puertas cerradas de acuerdo con las medidas tomadas por el gobierno francés para prevenir la propagación del virus. REUTERS/Christian Hartmann

El confinamiento ha tenido puntos beneficiosos. Hemos intentado abrir los espacios del Louvre, contar historias… Es una herramienta de democratización increíble y una puerta abierta al mundo”, destacó Dominique de Font-Réaulx, historiadora y conservadora del museo

La web ya está online, abierta a todo el público de forma gratuita. En el home del sitio se puede leer “Escape con el Louvre” y hay disponible una serie de contenidos que incluye artículos, podcasts, conciertos, una sección pensada para niños y familias (Louvre Kids) o experiencias virtuales.

Con el tiempo se subirán más contenidos para completar paulatinamente las obras, con el objetivo de integrar la totalidad de ellas. Además de la clausura impuesta por las autoridades entre mediados de marzo y principios de julio en 2020, el Louvre tuvo que volver a cerrar en octubre del año pasado y todavía no hay fecha de reapertura a la vista por las disposiciones gubernamentales que buscan frenar la fuerte expansión del coronavirus en Francia.

En 2020, el Louvre recibió un 72% menos de público (2,7 millones de visitantes frente a los 9,6 millones de 2019), con una pérdida de ingresos de 90 millones de euros.

Cómo ver las obras

El nuevo sitio web es louvre.fr y tiene varias formas de profundizar en las colecciones, haciendo búsquedas simples o avanzadas, entradas por departamento curatorial y álbumes temáticos. También tiene un mapa interactivo que ayuda a los visitantes a preparar o ampliar su visita y les permite explorar el museo, sala por sala. La base de datos será actualizada periódicamente por expertos de museos para seguir creciendo.

Asimismo, hace días ee pusieron en marcha dos nuevas herramientas digitales como collections.louvre.fr, una plataforma que por primera vez reúne todas las obras de arte del museo en un solo lugar. Para acceder a la base de datos de las colecciones se debe entrar en collections.louvre.fr

Esta base de datos ya contiene más de 482.000 entradas, incluidas obras del Louvre y del Musée National Eugène-Delacroix, esculturas de los jardines de las Tullerías y del Carrusel, y obras del ‘MNR’ ( Musées Nationaux Récupération, o recuperación de los museos nacionales) recuperados después de la Segunda Guerra Mundial y confiados al Louvre hasta que puedan ser devueltos a sus legítimos propietarios.

Así, por primera vez en la historia, toda la colección del Louvre está disponible en línea, ya sea que las obras se exhiban en el museo, estén en préstamo a largo plazo en otras instituciones francesas o estén almacenadas.

El sitio se puede visitar en smartphones, tablets y computadoras, pero está diseñado principalmente para su uso en celulares, dado el uso generalizado de dispositivos móviles en la actualidad.

El arte de hacer negocios con falsificaciones

Fuente: Clarín ~ Los artistas más ilustres hicieron historia, alrededor de sus obras se mueven cifras estratosféricas. Pero unos pocos, que nunca dispusieron de aquel virtuosismo, se las ingeniaron –con estafas o falsificaciones– para mover otras cifras que impresionan. Un reciente documental (“Made you look”) que difundió Netflix y otra película (“El último Vermeer”) vuelven a colocar en primer plano el tema de las estafas en el arte. En una nota reciente en Ñ, March Mazzei nos ilustraba sobre algunos de estos falsificadores famosos, como el alemán Wolfgang Beltracchi: en 2010, después de más de tres décadas de fechorías, cayó definitivamente preso, tras colocar más de un millar de pinturas que atribuía a nombres como Ernst, Leger o Pechstein. O el húngaro Elmyr de Mory, en quien se inspiró Orson Wells para su “F for Sale”: se suicidó en 1976 tras falsificar obras de gigantes del último siglo como Picasso, Matisse, Modigliani o Degas. También cita a Robert J.C.Driessen, cuyas ventas de esculturas falsamente atribuidas a Giacometti llegaron a los 8 millones de dólares.

El documental en Netflix refiere a una estafa aún más organizada y mucho mayor, por la cual desde la galería neoyorquina Knoedler se movieron 80 millones de dólares en la venta de obras falsas de artistas tan representativos como Pollock o Rothko. Una de aquellas obras titulada “The Silver Pollock” llegó a subastarse en 17 millones de dólares. Según el documental, todo comenzó a partir de un inmigrante chino, el artista Pei-Shen Qian, quien vendía sus obras en las calles hasta que instaló un atelier en su propio garaje. Por el contacto con dos emprendedores de arte, llegó a aquella galería, propiedad del banquero Michael Hammer. Y el chino, mimetizado en Pollock, Rothko y tantos más, inició el recorrido por el mundo del arte falso. Entre 1994 y 2008, cuando finalmente el FBI los detectó y los llevó a los tribunales, engañaron a coleccionistas, rematadores y público. Hasta David Anfam, el mayor autenticador de la obra original de Rothko, no había detectado el fraude. Y el propio hijo del artista, Christopher, había calificado como “magnífica” a la reproducción de las obras.

Este caso remite de inmediato al del holandés Han van Meegeren, magistral interpretación de Guy Pearce en la mencionada película. Fue, tal vez, el caso de falsificación más curioso y explosivo en la historia del arte. Van Meegeren se “mimetizó” en Vermeer y llegó a engañar a los jerarcas nazis durante la ocupación, en la Segunda Guerra Mundial. Estuvo a punto de terminar en la horca por “alta traición” y cuando reveló sus engaños, los jueces holandeses lo perdonaron.

En 1913, van Meegeren dejó sus estudios en Arquitectura para dedicarse a su pasión, la pintura, inspirada en los grandes maestros del siglo XVII. Después de algunas críticas aceptables, su segunda exposición fue un fiasco: “Posee todas las virtudes… excepto la originalidad”, escribió un crítico. Entonces se decidió: ya que no podía ser un artista “auténtico”, iba a convertirse en otro, y a disfrutarlo. En aquella época recién comenzaba a recuperarse la figura de Johannes Vermeer, el notable pintor holandés (1632-1675), de quien apenas se conservan 36 obras. Van Meegeren no quería imitar a Vermeer sino “ser Vermeer”. Y vaya sí lo hizo: acopió los mismos pigmentos, fabricó los mismos pinceles, utilizó su misma técnica y, para completar el fraude, ideó un sistema por el cual los cuadros mostraran el mismo desgaste que hubieran sufrido a lo largo de tres siglos.

La primera “obra” fue “Cena de Emaús”, que hizo autenticar por el mayor especialista en Vermeer (Abraham Bredius) y venderla a la Sociedad Rembrandt en una cifra que a la conversión actual equivale a 4,5 millones de euros. Se compró una mansión en Niza, el comienzo de su imperio inmobiliario: cuando lo detuvieron una década después, al final de la Guerra, acumulaba más de 50 propiedades –entre su país y la Costa Azul- y un club nocturno, y su fortuna se calculaba en 20 millones de dólares.

Su mayor “fraude” fue el cuadro “Cristo entre los adúlteros”, que las tropas aliadas descubrieron entre las seis mil del expolio nazi, escondidas en la Mina de Altaussee (otra película, con George Clooney describe este episodio). Cuando los investigadores holandeses encontraron al comerciante que negociaba con el jefe nazi Hermann Göering –quien pagó 6,5 millones de euros actuales por ese cuadro- aquel remitió a Van Meegeren. Y este fue capturado de inmediato.

La justicia holandesa lo procesó por “destrucción del patrimonio nacional”, pensando que había entregado o vendido cuadros auténticos a los invasores. Iban a condenarlo a muerte pero, en el juicio, Van Meegeren reveló que había falsificado los cuadros: entre julio y septiembre de 1945 pintó “Jesús entre los doctores” delante de un fotógrafo, un experto en arte, un carcelero y tres oficiales de Justicia. Le cambiaron la condena –le dieron un año por “falsificación”, que no llegó a cumplir, murió de un síncope.

Vermeer, el verdadero, estaba muy lejos de todo esto. Muy pocas de sus maravillosas obras pudieron conservarse, entre ellas “La dama de la perla”, ahora en un museo de La Haya. Y apenas tres llegaron al circuito comercial.

El bitcoin sale al rescate del mercado del arte

Fuente: La Nación ~ El arte digital vive un nuevo impulso acompañando nuevas herramientas de pago

Otra vuelta de tuerca en un año dominado por la incertidumbre. Fue noticia y traerá cola la llegada de un nuevo jugador al mercado de arte: Beeple, artista digital de precio récord. Su verdadero nombre es Mike Winkelmann (39) un autodidacta de Charleston que venía produciendo (y vendiendo) imágenes digitales y creando “conciertos visuales” para Justin Bieber y Katy Perry, saltó a la fama el 11 de marzo, cuando Christie’s on line remató Every days, the first 5000 days, por 69.3 millones de dólares. El número impacta. También impacta considerar este “archivo” una obra de arte y saber que Beeple es el tercer artista vivo más caro de la historia después de Jeff Koons y David Hockney. Parece que fue ayer cuando la banca saltó por la venta de Los Girasoles, de Van Gogh, en pocos menos de US$40 millones.

Obra única e irrepetible, pintada en el siglo XIX por un artista genial e incomprendido, ese cuadro tenía su par en un museo y era, obviamente, objeto de deseo precedido de tremenda campaña de marketing. Compró la Yasuda Company que gracias a Van Gogh se hizo famosa y vendió más seguros que nunca en su historia. Fue en 1987 noticia de tapa y campana de largada del supermercado de arte. Imparable escalada de precios hasta los 450 millones del Salvator Mundi de Leonardo, pagados por un príncipe árabe en 2017. Enigmático cuadro, enigmático comprador. El artífice de esta venta fue Loïc Gouzer, un suizo de carrera brillante en Christie’s que se retiró en 2019 para hacer sus propios negocios guiado por dos aliados: la intuición y el ojo. Amigo de Leo Di Caprio, comparte con el actor la preocupación por el futuro del planeta y el cuidado del medio ambiente en la fundación Oceana. Gouzer promovió las subastas curadas y mezcló en una misma venta a Leonardo con Warhol para potenciar a ambos. A nadie se le hubiera ocurrido unir el renacimiento con el pop. Ahora asocia el récord de Beeeple con las criptomonedas, porque Christie’s aceptó el pago en criptomonedas por parte de Metakovan, fundador de Metapurse, empresa ligada a creación de data y garantías para proyectos virtuales. Rápido en las asociaciones, el suizo le puso precio en bitcoins al Salvator Mundi de Leonardo.

Detrás de la noticia aparece un mundo nuevo. Beeple logra vender una obra de arte no física porque vende la imagen con un NFT (Non fungible token), certificado digital de autenticidad.

Al hacerlo, la obra de Beeple es el activo digital más caro que se haya vendido con un certificado de autenticidad. Esta venta marca un punto de inflexión para el mercado de criptoactivos y muestra el camino para proteger las marcas y las obras de la copia no autorizada. Para ponerlo en criollo: los NFT incorporan tecnología similar al bitcoin, la moneda digital, aunque con una diferencia clave: mientras que un bitcoin es intercambiable con otro bitcoin, cada NFT sirve como garantía de autenticidad para el activo digital que etiqueta. Cualquiera sea. De hecho, el fundador de Twitter, Jack Dorsey, convirtió semanas atrás su primer tuit en un NFT.

El comprador de la obra de Beeple Todos los días: los primeros cinco mil días, recibió la imagen digital con su token único, que transmitirá la propiedad del artista a su nuevo propietario.

Este mismo token se registrará en un libro de contabilidad digital conocido como blockchain, que guardará los datos de la obra y de su propietario para transferirlos en caso de futuras ventas. De la misma manera que en la cotización de una obra de arte resulta clave la provenance, saber de donde viene, seguirle el rastro, el NFT de esta imagen de US$69,3 millones estará contenida en el blockchain como certificación inviolable.

La obra tuvo 353 ofertas durante el lapso de 15 días, vista de lejos es un collage con 5000 imágenes, creadas por Beeple durante 13 años, una por día, referidas a situaciones cotidianas, noticias o hechos que llamaron la atención. Un lenguaje visual semejante al de un video juego, donde el usuario puede pararse en cada imagen y expandirla haciendo zoom a su voluntad.

Con más de 2 millones de seguidores en Instagram, Beeple cree que su experiencia (y su éxito millonario) puede alentar a los artistas tradicionales a explorar el universo digital.

Detrás de la escena hay quienes piensan que la NFT, las obras digitales y las criptomonedas forman parte de un universo interconectado donde la posibilidad de encontrar “garantías” para elementos no físicos puede habilitar un futuro en expansión. Solo crecerá si logra convocar artistas consagrados, galerías de las ligas mayores y curadores reconocidos.

El Bellas Artes exhibirá «Pandemia», la obra más reciente de Marta Minujín

Fuente: Télam ~ En tiempos de crisis sanitaria e incertidumbre Marta Minujín creó «Pandemia», un lienzo en el que durante varios meses fue pegando pequeñas tiras de tela pintada, configurando escalas cromáticas entre el negro y el blanco, una obra que se exhibirá en el Museo Nacional de Bellas Artes a partir del próximo jueves y que la artista dedica a sus seguidores de Instagram.

Pandemia es un cuadro de 260 x 210 cm realizado durante el aislamiento obligatorio desde mayo de 2020 hasta marzo: «Amigos ya cerca del fin, Pandemiaaaa 11 meses 5 horas por día y fueron pegadas 22.600 tiritas de tela pintada y luego cortada y pegada», dice la artista en su cuenta de Instagram.

Pandemia

Minujín (Buenos Aires, 1943) realizó «un trabajo obsesivo, preciosista y riguroso para elaborar esta obra», y durante varias horas al día pegó sobre el lienzo «22.600 tiras con pequeños cuadrados en blanco, negro y siete tonos de gris», informa el museo.

Para ello «pintó pequeñas telas constituidas por líneas paralelas negras, blancas y grises» que luego cortó generando «una trama de cuadraditos de no más de 2 o 3 milímetros de lado».

El nombre de la obra es un reflejo de lo que se vive aún hoy día. Acostumbrada a usar «miles de colores» -según contó a Télam en una entrevista de julio del año pasado- esta obra es «la única que va a terminar siendo negra, todo influenciado por lo que pasa, por la situación».

También decía: «Me desespera cuando se me terminan las tiritas que hago. Primero pintás la tela y después se corta en tiras, finitas», y «cuando se me acaba la tela me enloquezco». Las tiras fueron pegadas sin un plan previo, aunque le demandó más de los cinco meses planificados en un principio.

Este cuadro «negro» que la artista dedica a sus seguidores de Instagram (@martaminujin), a los que agradece por el acompañamiento, tiene escrito en el reverso del bastidor la historia de su proceso. En grandes letras se lee «Vivir en arte», entre otras anotaciones.

«Les dedico esta obra a todos mis seguidores de Instagram, realmente me han acompañado, como todos que nos acompañamos en las redes», expresa Minujín en uno de sus mensajes. Y en un video que compila el tiempo transcurrido dice: «La obra negra, pandemia, covid-19, encierro, encierro, encierro, pero con arte todo es fantástico».

Concebida como una obra en proceso también se exhibe un video que documenta el trabajo. «El montaje de ‘Pandemia’ en el hall de ingreso al Museo incluye una proyección con movimiento de esa misma trama sobre la tela, lo que produce un efecto cinético sutil que potencia su magnetismo», adelanta Andrés Duprat, director del Museo Nacional de Bellas Artes.

La obra de Minujín integra las colecciones más importantes del mundo y fue precursora de muchas de las prácticas artísticas de la vanguardia de los años 60. Fue autora de happenings como «La Menesunda» y «Simultaneidad en Simultaneidad»; ganó siete becas, entre ellas la Guggenheim; y entre sus obras de gran tamaño se destacan «El Partenón de libros prohibidos» (1983) reconstruida en 2017 en la Documenta Kassel (Alemania), el Obelisco acostado (1978), el Pan Dulce (1979), o el Lobo marino de Mar del Plata (2014).

En 2019 recibió el Premio Nacional a la Trayectoria Artística que otorga el Salón Nacional de Artes Visuales.

La obra podrá verse en el hall central del museo, hasta el 27 de junio, con entrada gratuita, previa reserva de turno en www.bellasartes.gob.ar.

La embajada argentina en Italia emplazará una escultura de Maradona en Nápoles

Fuente: Télam ~ El embajador argentino en Italia, Roberto Carlés, anunció que «próximamente» se instalará en Nápoles, en el Sur del país, una escultura en homenaje a Diego Maradona hecha por el artista Alejandro Marmo, al participar del acto de entrega de nacionalidad argentina al hijo del astro, Diego Jr.

«A cuatro meses de que nuestro barrilete cósmico llegara a lo más alto, es una alegría que optes por la nacionalidad argentina, algo que hubiera llenado de orgullo a tu padre», le dijo Carlés a Diego Jr. durante el acto de este jueves en el consulado general en Roma, del que también participaron el canciller Felipe Solá y la consul general Ana Tito.

«En este día tan especial quiero anunciar también que próximamente instalaremos en Nápoles una escultura del artista argentino Alejandro Marmo, en homenaje a Diego», reveló Carlés frente a Diego Jr., nacido en la ciudad ícono del Sur italiano hace 34 años.

Según Carlés, la escultura «una iniciativa de la Embajada de la República Argentina en Italia y del artista, con el apoyo de varios intendentes de ciudades argentinas».

Marmo, autor entre otras obras clásicas de la icónica gigantografía de Evita sobre la 9 de Julio de la Ciudad de Buenos Aires, es un colaborador asiduo de los Museos Vaticanos, al punto que entre sus obras emplazadas en el Viejo Continente tiene una Virgen de Luján y un Cristo Obrero en medio de los Jardines Vaticanos.

Subastaron por 13 millones de euros un cuadro atípico de Van Gogh

Fuente: Telam ~ «Escena callejera en Montmartre», uno de los pocos lienzos del pintor holandés Vincent Van Gogh que se encontraba hasta ahora en manos privadas y que se desmarca del estilo más difundido de su obra, fue vendido por 13 millones de euros (15,3 millones de dólares) durante una doble subasta de la casa Sotheby’s, en la que un retrato de Picasso alcanzó 12,8 millones de dólares.

Con un precio de base que había sido estimado entre 5 y 8 millones de euros (5,9 y 9,4 millones de dólares), la obra fue pintada por el artista en 1887, durante su corta estancia en París, un período en el que coincidió con algunos de los principales pintores de la época, como Gauguin, Pissarro o Toulouse-Lautrec, contactos que marcaron una fuerte evolución en su pintura hacia el postimpresionismo y el expresionismo.

Es la primera vez que el lienzo, que permite intuir el giro de Van Gogh hacia el impresionismo al reforzar el carácter de los colores, aparece en público desde que fue adquirida por una familia francesa hace un siglo y cuya identidad permaneció oculta, informó la agencia AFP.

Hasta recientemente, solo se tenía conocimiento de la pintura a través de fotografías en blanco y negro contenidas en catálogos.

«La venta de este magnífico lienzo en un ambiente eléctrico forma parte de estos momentos mágicos que se pueden vivir en una casa de subastas», aseguraron en un comunicado responsables de Sotheby’s, que organizó esta subasta de obras impresionistas y modernas.

Lo primero que surge al ver imágenes del cuadro es que no parece pintado por Van Gogh. No contiene estrellas parpadeando sobre un fondo azul, ni girasoles luminosos. Y de no saber quién es el autor, puede pasar por uno de los muchos paisajes de Montmartre pintados a finales del XIX cuando los pintores colonizan esta colina, hoy dominada por el Sacré Coeur.

En la escena, se aprecia a una pareja paseando y a dos niños jugando, con el «Moulin à poivre» de fondo, un emblemático molino de viento convertido en sala de baile en la época.

La concreción de la obra se remonta a marzo de 1886, cuando Van Gogh llega sin avisar a París y se instala en casa de su hermano Théo, que trabaja en una galería de arte. Un par de meses después, ambos se mudan al 54,rue de Lepic, entonces frontera informal entre el Montmartre urbano y el rural. «Es un apartamento bastante grande con una vista magnífica sobre la ciudad y las colinas. Con los efectos de las variaciones del cielo, hay para muchos cuadros», escribe Théo en una carta.

Sobre la imagen del cuadro, la directora de Arte Impresionista de Sotheby’s, Aurélie Vandevoorde, indicó a la agencia AFP que en aquella época la parisina colina de Montmartre tenía dos partes: «una más urbanizada, con los conocidos cabarets, y una más rural, con huertos, molinos, cobertizos… Esa es la parte que retrató Van Gogh».

El pintor neerlandés «prefirió mostrar una escena bucólica antes que un retrato de las salas de baile o los cabarets del barrio», añadió Fabien Mirabaud, el encargado de la subasta.

El experto aseguró en conferencia de prensa que el cuadro habría quedado en manos de Théo, que luego pasó por algunos intermediarios desconocidos «y que antes de 1920 ya estaba en manos de la familia que lo ha poseído desde entonces».

Sotheby’s llevó a cabo hoy esta doble venta en París y Londres, donde se subastó por otro lado un retrato de Pablo Picasso de la fotógrafa Dora Maar, de 1941.

La obra, en la que el artista español representa a su amante sentada en un sillón, fue adjudicada a un coleccionista asiático por 9,39 millones de libras esterlinas (12,8 millones de dólares), tras haber sido estimada entre 6,5 y 8,5 millones de libras.

Valorado en la misma horquilla de precios, un tríptico de tonos primaverales del británico David Hockney, uno de los artistas vivos más cotizados del mundo, se vendió por 7,32 millones de libras (10 millones de dólares).

Pero la sorpresa de esta subasta fue el óleo «Embrace of the beach», del noruego Edvard Munch, vendida igualmente a un coleccionista asiático, por 16,2 millones de libras (22,2 millones de dólares).

El responsable nazi Hermann Göring habría colgado esta obra en su despacho, si bien el autor de «El Grito» figuró entre los artistas prohibidos por el régimen del III Reich.

En total, la subasta de París adjudicó lotes por un valor total de 36,9 millones de euros (43,5 millones de dólares) y la de Londres recaudó 97,4 millones de libras (133,5 millones de dólares), según Sotheby’s.

Netflix estrenó creativo documental sobre si la falsificación es arte o delito

Fuente: El ciudadano Web ~ El estreno de Made You Look, un documental que reconstruye el mayor caso de fraude del mercado de arte en toda la historia de Estados Unidos, reactualiza por estos días la problemática sobre la falsificación de las obras con nuevos debates que perforan la noción de delito para generar reflexiones en torno al valor de la autenticidad, una categoría fijada por el mercado que se contrapone con las apreciaciones de distintas tradiciones sobre la creación y el artista.

La falsificación de obras de arte representa un desafío y un problema para expertos, intermediarios y coleccionistas, que buscan preservar su inversión en una obra legítima. En el mundo occidental, la obra de arte es dotada de unicidad e idolatrada, exhibida, admirada.

Esta tradición surgió con la modernidad, desgranada con la impronta de los museos desde el siglo XVIII y una burguesía que reemplaza de a poco a la aristocracia y la Iglesia, donde el arte es concebido como un objeto “único” que se valoriza en el tiempo, a la vez una inversión y una muestra de estatus: en definitiva un objeto en una vitrina.

La copia como aprendizaje y destreza

La contraparte cultural mercantil de esta perspectiva se da en la tradición cultural china, para la cual la copia no es falsificación sino parte de un aprendizaje y destreza del artista que reproduce otra obra, la “copia”, y cuando supera al maestro se vuelve él mismo uno. Para que existan falsificaciones de obras de arte tiene que haber un hacedor.

Los falsificadores de arte también son artistas que no desarrollan un estilo propio sino el de otro, aunque en algunos casos su trabajo mejore el original. ¿Quién establece los valores de una obra o y de los artistas en el mercado? ¿Cómo hace un artista para copiar la obra de otro? En el mercado occidental, la ley de la oferta y la demanda plantea el juego de los falsos y verdaderos.

Estas dimensiones se ven reflejadas en Made You Look: una historia real sobre arte falsificado (2020), el documental de Berry Avrich que acaba de estrenar Netflix. El film interroga a los actores de una de las estafas más importantes del mercado artístico de los últimos años: la venta de más de 60 obras falsas que llevaban la firma de artistas como Jackson Pollock, Mark Rothko y otros por un monto de 80.7 millones de dólares por parte de Knoedler Gallery, una galería de arte de Nueva York.

El film reconstruye lo que ocurre cuando una mujer llamada Glafira Rosales busca a Anna Freedman, la directora de la galería, para ofrecerle una colección de obras falsas adquirida en 2011 por millones de dólares, que luego vende a particulares y a algunos de los museos más importantes del mundo. Además de habitar culpabilidades, desconocimientos y estafas diversas, el audiovisual también descubre las razones de los coleccionistas, un público pequeño y de mucho poder adquisitivo.

La falsificación estuvo a cargo del artista chino Pei Shen Quien, cuya habilidad lo lleva a reproducir el trazo de pintores como los “maestros” del expresionismo abstracto estadounidense.

La falsificación como delito económico en un mercado espurio

“Los estudios sobre la falsificación es un tema pendiente en todo el mundo porque se lo transforma en un tema policial. La conclusión termina siendo: si es falso, entonces que vaya preso. Pero en realidad es un tema social, que tiene muchas aristas éticas, históricas, de prestigio, de mercado, y no se reduce a si es culpable o inocente.

Este tipo de delitos y situaciones son complicadas de estudiar para la justicia”, destaca el investigador y arquitecto Daniel Schavelzon. “Todos nosotros arrastramos una idea de lo que debería ser el arte que es una herencia del siglo XIX.

Es una forma de ver el arte que a su vez viene del Renacimiento, donde hay un arte que es auténtico y un arte que es falso”, sostiene Schavelzon, que en su libro <Arte y falsificación en América Latina< desmitifica la autenticidad de obras de distintas latitudes.

“El tema de la ficción como verdadera es un problema de la modernidad, y es socialmente correcto. La ficción en el arte no es un tema que esté bien procesado porque hay un mercado fantástico alrededor”, precisa.

Parte de esos dilemas son los que explora la crítica de arte y escritora María Gainza en su novela <La luz negra<, donde una narradora sigue os pasos de una falsificadora de cuadros. “Si una falsificación es lo buena para engañar a los expertos, entonces es lo suficientemente buena para darnos placer”, explicó Gainza cuando en 2018 se publicó su novela.

Y aclaró: “El valor del original es un tema de mercado. Tan abiertamente de mercado que es obsceno. Una falsificación es un delito económico en un mercado que también tiene mucho de espurio.

Schavelzon respalda con cifras las apreciaciones de la escritora. “La cruda realidad es que tenemos que presuponer que el 50 por ciento del arte en el mundo es falso. Es decir, no lo hizo quien se dice que lo hizo. Hay diversos niveles. Una cosa es la Galería Nacional de Londres y otra es un galerista que trata de vender para ganarse el mango y para el cual el principio que regula ese mercado es «todo lo que puede pasar por auténtico lo es, y todo lo que no lo parece no»”.

Lo “falso” en todos los terrenos de la vida

En su libro Shanzhai. El arte de la falsificación y la deconstrucción en China, el filósofo coreano-alemán Byung-Chul Han explora el concepto de apropiación y de copia en China y contrapone los sentidos de originalidad y lee el valor de una obra desde su tradición específica. “La creencia en la inmutabilidad y permanencia de la sustancia responde a la subjetividad moral y la objetividad normativa occidentales”, sostiene.

Y explica: “el pensamiento chino desde sus comienzos es deconstructivo ya que rompe con el ser y la esencia”, afirma. “Shanzhai”, dice, es un neologismo para el término “fake” (falso), presente en “todos los terrenos de la vida”.

“Hay gente, artistas, que tienen una capacidad asombrosa de ver obra de otros y reproducirla. Una de las formas del peritaje de una obra es asumir que el falsificador no crea, no tiene capacidad creativa, sino mimética de copiar, reproducir –explica Schavelzon–. El falsificador delante de un cuadro ve cómo se usaba el pincel, –algo que mira el perito– y es “el que tiene la capacidad de verlo y reproducirlo”.

La huella del pintor

¿Qué pasa cuando un museo pone la falsificación en vez del original? “Para mí que soy de la vieja generación es una barbaridad, una locura. Lo que hay que hacer es generar las condiciones para que el museo tenga la seguridad adecuada. Si se puede exhibir la Gioconda o las obras de Miguel Ángel no hace falta poner una reproducción”, asegura el arquitecto.

“La gran época de los falsificadores fue el siglo XIX, todavía en el arte los productos químicos se hacían artesanalmente, existía esa relación manual con los materiales, era fácil conseguir papeles antiguos y telas sobre la cual pintar. Hoy en día es más complicado. Hay registro de las huellas digitales que quedaron en las pinturas, por ejemplo de Leonardo Da Vinci. A los cuadros de Rembrandt se los pudo clasificar así: con los que tenían o no su huella digital, suponiendo que esa fuera la huella del pintor porque era la que estaba en más cuadros”, concluye.