Fuente: BAE ~ Se trata de un boceto perteneciente a su período azul, uno de los más conocidos por el público y aclamado en su carrera. Se estima que será vendido a 100 mil euros. Los mismos dibujos nunca antes vistos fueron pintados en 1903 mientras el famoso residía en Barcelona
El próximo 7 de octubre la casa de subastas «Surbana» oriunda de España pondrá a disposición del público algunos bocetos de «La comida del ciego«, una de las obras más aclamadas del pintor Pablo Picasso, la cual actualmente se exhibe en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
El dibujo pertenece a la etapa azul del famoso artista y se encuentra a la venta con un piso mínimo de 40.000 EUR y se estima que la subasta oficial sería alrededor de 100.000 EUR, ya que el artículo se encuentra firmado entre el icónico periodo de 1900 y 1903.
La misma obra de arte inédita muestra la figura de un hombre sentado y pintado con distintas tonalidades del celeste y el azul. La casa que posee la pintura afirmó que antes le pertenecía a una persona que aseguraba tener otra obra original de Picasso y ahora puede ser comprada tanto por instituciones públicas como privadas.
El experto Juan Carlos Bejarano contó al medio Europa Press más detalles sobre la pieza de colección en manos de «Surbana» e indicó que existen muy pocas pinturas de ese periodo del artista, por lo que toma mucho más valor al respecto.
«Se trata de una obra trascendental en la trayectoria del pintor malagueño», consideró sobre la pintura que fue hecha en agosto de 1903 en Tiana, Barcelona, lugar donde se alojaba en ese momento, según investigaciones hechas sobre el tema.
«El soporte era una tarjeta portal, un material reutilizado y humilde, muy acorde con la pobreza en la que se hallaba sumergio por aquellos años Picasso: solo quedaba verificar si la obra aparecia reproducida en el famoso y enciclopédico catálogo razonado de Zervos, y así fue», comentó Bejarano.
Fuente: La Nación ~ Quienes sean lectores de literatura gauchesca del siglo XX se habrán cruzado más de una vez con las ilustraciones, dibujos y viñetas (lápiz, tinta china, acuarelas y témperas) de Jorge Daniel Campos en tapas e interiores de libros. Fue un artista autodidacta y unos de los grandes de la cultura gaucha argentina, además de primo y amigo de Florencio Molina Campos (llegaron a firmar obras en conjunto).
Nació el 26 de marzo de 1900 en Buenos Aires, hijo de María Luisa Almagro y de Manuel Isidro Campos. Estudió en el Colegio El Salvador y en los campos familiares de General Madariaga se empapó de chico de las costumbres criollas. En 1940 se casó con Aixa Quiroga Pacheco.
Artista de gran observación y ojo clínico, fruto de su vida en el campo, desarrolló una técnica puntillosa de dibujo del estilo llamado “línea clara” (contornos muy delineados, rigurosos y precisos). Casi siempre retrataba motivos camperos con caballos criollos overos, pelaje de manchas negras y blancas que fue de su predilección. Sus trabajos los mostró muchas veces con su marca “JC” en el anca y también con la marca de su padre, conocida como “el huevo”.
Según el poeta, escritor y divulgador criollo platense Carlos Raúl Risso, el estilo de Jorge Campos se ubica en una línea intermedia entre el fino grotesco de Molina Campos y el detalle realista de Eleodoro Marenco, ambos contemporáneos.
Siendo autodidacta, la gran mayoría de sus trabajos tratan sobre hombres y animales vistos de perfil. Sus numerosos dibujos y viñetas son auténticos estudios morfológicos, llenos de detalles rigurosos de ropas, recados, aperos, paisajes y varios detalles criollos. Sus obras ilustraron el trabajo de escritores como: Godofredo Darieaux, Roberto Cunningham Graham, Gualberto Márquez (Charrúa), Justo P. Sáenz, Emilio Solanet.
Fue además (y como no podía ser de otra forma) un apasionado criador de caballos criollos overos negros en campos de Brandsen, Pedro Luro y de Vedia, siendo el primero a través de cruzas y estudios genéticos, en lograr el pedigree definitivo del overo negro, reconocido por la Asociación Argentina de Criadores de Caballo Criollos. Hombre de campo, supo enlazar (perdió un ojo al cortársele un lazo) y trabajar de a caballo. En esa actividad fue donde siguió desarrollando esa particular visión del cuerpo equino. Frecuentemente dibujaba sus propios pingos y hacía observaciones de los tipos físicos de cada uno.
Como ilustrador tuvo su época de reconocimiento, con una gran cantidad de exposiciones en diferentes galerías, pero parecería ser que siempre dibujó más para él que para forjar una carrera artística en sí misma. En 1965 ilustró el almanaque de Bayer Argentina, mientras su primo había hecho lo mismo con el de Alpargatas. Su última exposición fue el 22 de agosto de 1987 en el Museo Molina Campos de la localidad de Moreno, lugar que fuera el hogar de Florencio y de su mujer Elvira. Jorge Daniel Campos falleció en 1988.
En 2013, el museo “Las Lilas”, de San Antonio de Areco, hizo una muestra y catálogo sobre su obra llamado “Jorge Campos, parientes y amigos”. Curada por Marcos Bledel y con prólogo en el catálogo del pintor Rodolfo Ramos, esta muestra supuso una justa reivindicación y difusión hacia uno de los más grandes conocedores de la anatomía del caballo y fiel representante de la fisonomía del gaucho.
El museo “Las Lilas” cuenta asimismo con una excelente exposición permanente de pintura criolla, una sala de carruajes y muestras de artistas locales. Vaya mi reconocimiento a estas instituciones que rescatan y difunden el acervo cultural criollo. Jorge Daniel Campos, ocupa hoy, merecidamente, un lugar importante en el Olimpo de los grandes pintores y dibujantes costumbristas argentinos.
Fuente: Ámbito ~ La colección permite indagar el perfil del pintor, que se conecta con los mejores artistas del Río de la Plata.
El conjunto de arte rioplatense reunido por María Luisa Bemberg, destacada cineasta y precursora en la defensa de la mujer, cobró especial interés en estos días a partir de la muestra del pintor uruguayo Rafael Barradas que exhibe el Malba. Las pinturas de Barradas, difíciles de conseguir, dado que el Museo de Artes Visuales de Montevideo reúne alrededor de 500, casi todas las que pintó en su corta vida, son las estrellas que se exhiben en la sala María Luisa Bemberg del Museo Nacional de Bellas Artes.
Si bien el Malba le pidió en préstamo al MNBA varias obras para su extensa exposición, sólo llegaron tres, porque fueron donadas con cargo de exhibición y, de este modo, la colección Bemberg permite indagar el perfil de Barradas que se conecta con los artistas del Río de la Plata. A pesar de la diversidad estilística y las diferencias del carácter, hay un aire de familia entre “Fiesta de disfraz”, un Barradas de 1913 y “Deliberando”, una escena de Pedro Figari con figuras femeninas. El parentesco se vuelve más lejano al contemplar las líneas de la “Catedral constructiva” de Joaquín Torres García, las rectas de “Místicos” de Xul Solar, el cubismo de “Centro de mesa”, un sol de Emilio Pettoruti y “La dama del café” de Barradas. Luego, el ritmo del “Candombe de carnaval” de Figari, coincide con el del “Impromptu de Chopin” de Xul Solar. Las cualidades vibrantes del color, incluso los tonos tierras enrojecidos en la severidad cromática de Torres García, también hermanan a estas obras.
Cuentan que María Luisa Bemberg heredó de su padre, Otto Bemberg, una bella pintura del francés Alfred Sisley que donó al MNBA, mucho antes de ceder su arte rioplatense a la institución. Pero recién cuando llegó a sus manos la carta de un espectador del Museo que, sin conocerla, le agradecía la felicidad que le procuró la apacible belleza del Sisley, encontró el verdadero sentido de su donación. Su asesor, el arquitecto Eugenio Ottolenghi, recuerda que le llevó una pintura de Barradas y María Luisa se sentó a mirarla durante un largo rato. “Después me dijo que la sentía cercana, que ella misma se sentía rioplatense”, agrega Ottolenghi. La pintura, “The tango emoción de color. Escena de café. Multitud”, se encuentra hoy en el MNBA. A partir del encuentro con Barradas el conjunto rioplatense comenzó a crecer con obras cumbre, como el colorido y alegre “Arlequín” de Pettoruti o la serie completa de Xul Solar y Figari.
La salud de Bemberg flaqueaba en febrero de 1995. Su hija, Cristina Miguens, se encontraba con ella en el piso de la calle Levene y describe ese momento: “Estábamos las dos en el balcón terraza de su casa, frente al río, ella ya muy enferma de su cáncer. Un único testigo: la escultura de Alicia Penalba que se recortaba sobre el cielo porteño. A pocos pasos, en las paredes de su living, colgaban sus cuadros, minuciosamente elegidos durante varias décadas y que la envolvían y acompañaban en ese ambiente que era también su lugar de trabajo. Le pregunté si nunca había pensado en donar su ‘colección’, porque así los nombraba ella. Eran un todo, una unidad, no una sumatoria. Ante mi sorpresa me dijo que sí, que muchas veces, pero que no lo había hecho por nosotros, sus hijos, que éramos sus herederos y no quería privarnos de los cuadros, aunque significara ‘descuartizar’ su colección”. Sin dudarlo, Cristina Miguens tranquilizó a su madre y habló con sus tres hermanos.
Contra reloj, viendo que la salud de su madre empeoraba, iniciaron los trámites de donación. Finalmente, en silla de ruedas llegó a firmar el acta de donación en su casa, rodeada por la familia, unas pocas autoridades y algunos amigos. Así legalizó su último deseo. Le quedaban pocos días de vida, apenas dos semanas, pero esa tarde el ambiente era festivo. Magdalena Ruiz Guiñazú le preguntó entonces qué motivo impulsó su donación. Cuentan que sonriente, aunque con la voz entrecortada, respondió: “Para darle una alegría a mi país… Y a mí misma… Lo que no es poco”.
Pasarían diez años desde ese día, el plazo establecido por la donación “con cargo de exhibición”. La colección había permanecido oculta y, dado el tiempo transcurrido, los hermanos Miguens podían reclamar la titularidad. ¿Desidia burocrática? Tal vez. Pero la estrechez presupuestaria de esos años recién se superó cuando, sin dobleces, se planteó el problema. Y los herederos de María Luisa Bemberg decidieron financiar la sala 27 que alberga su arte. El Río de la Plata es un territorio fértil para el arte, dueño de una extensa tradición en el campo estético de las vanguardias. La muestra se completa con una formidable escultura de Penalba en el medio de la sala. Luego, escoltando el ingreso a la sala Bemberg se encuentra una bella y pensativa figura femenina de Norah Borges y, a su lado, las obras pertenecientes al MNBA de Xul Solar y Pettoruti. Tres artistas que se vuelven a reunir después de 95 años. Xul Solar, Borges y Pettoruti, expusieron juntos en Amigos del Arte para homenajear al futurista Marinetti, cuando llegó a la Argentina.
Fuente: Télam ~ La obra del renombrado artista malagueño fue localizada en el Museo Metropolitano de Arte (MET) de la ciudad de Nueva York, Estados Unidos. Será subastada el 7 de octubre en la ciudad de Barcelona, España.
Un dibujo original del pintor español Pablo Picasso (1881-1973) que había estado desaparecido por casi 100 años y fue localizado en el MET (Museo Metropolitano de Arte) de la ciudad de Nueva York, será subastado el 7 de octubre en Barcelona.
Se trata de uno de los dibujos preparatorios que el español realizó para su célebre obra «La comida del ciego», finalizada en 1903, que estaba actualmente exhibido en el Museo de Nueva York (Met). Es una de las escasas creaciones de la llamada etapa azul del artista, una de las más conocidas por el público.
La subasta, con precio de salida 40.000 euros que se estima que llegue a los 100.000 euros, estará a cargo de la casa barcelonesa Subarna.
«Cuando se trata de grandes nombres, por lo general y en un primer momento se suele desconfiar, ya que habitualmente se trata o de reproducciones o copias. Sin embargo, al verlo al natural, la primera impresión fue positiva, dada la seguridad del trazo y de la firma», dijo a la prensa el experto Juan Carlos Bejarano.
«Cuando se trata de grandes nombres, por lo general se suele desconfiar (…) Sin embargo, al verlo al natural, la primera impresión fue positiva, dada la seguridad del trazo y de la firma»Juan Carlos Bejarano
«Además, el soporte era una tarjeta postal, un material reutilizado y humilde, muy acorde con la pobreza en la que se hallaba sumergido por aquellos años Picasso: solo quedaba verificar si la obra aparecía reproducida en el famoso y enciclopédico catálogo razonado de Zervos, y así fue», agregó.
La firma que aparece en la reproducción de Zervos era falsa, lo que motivó a que más tarde, hacia finales de los años 1950 o principios de los 1960, el propio Picasso la firmara. Una prueba de que se trata del mismo dibujo es que aún se puede observar el desgastado trazo de aquella primera rúbrica, cerca de la más reciente y auténtica.
Según la casa de subastas, esta es la primera vez que la obra se muestra al público en color y con la firma autógrafa del artista malagueño.
Hay estudios que revelaron que se trata de una obra vinculada con la ciudad de Barcelona, que fue realizada en agosto de 1903 en Tiana (Barcelona), donde Picasso se alojaba en la casa de la familia Reventós.
Fuente: Ámbito ~ Una muestra revela secretos de la Gioconda del Prado, melliza de la famosa obra que exhibe el Louvre.
El Museo Nacional del Prado, en Madrid, presenta a partir de mañana la primera exposición monográfica dedicada a «La Gioconda del Prado», obra melliza a la del Louvre, descubierta hace diez años, que fue pintada en el mismo taller y en la misma época en que Leonardo da Vinci se dedicaba a retratar a la mujer de extraña sonrisa, un caballete junto al otro.
«Leonardo y la copia de Mona Lisa. Nuevos planteamientos sobre la práctica del taller vinciano» se titula la exposición que reúne un selecto conjunto de obras pintadas por discípulos y seguidores de Leonardo da Vinci, con la intención de ahondar en las copias y versiones hechas en aquella «bottega», que el público podrá visitar en el museo español hasta el 23 de enero, en la sala D del edificio Jerónimos.
Curada por Ana González Mozo, y realizada en colaboración con el Museo del Louvre, el Laboratorio de Arqueología Molecular de la Universidad de la Sorbona y la National Gallery de Londres -entre otras instituciones-, la muestra revela al público los resultados de los últimos estudios dedicados al círculo más cercano al artista. Al mismo tiempo, busca reflexionar sobre los métodos de enseñanza y de producción de pinturas en el marco de los talleres italianos durante la transición del siglo XV al XVI.
El Museo del Prado tiene la copia más antigua conocida de la Mona Lisa, o Gioconda, el retrato de una mujer joven que Leonardo da Vinci comenzó a pintar en 1503 y continuó reelaborando hasta su muerte en 1519.
«Sabemos que fue pintado por un alumno de Leonardo, trabajando junto al maestro en el estudio durante parte del tiempo que estuvo pintando el original», explicaron desde el museo madrileño, sobre la obra melliza de la que poco se conocía hasta el año 2011.
En la Mona Lisa del Prado, la figura estaba sobre un fondo negro que no ofrecía muchas pistas. Sin embargo, durante el estudio realizado antes de su limpieza se descubrió que se trataba de un repintado añadido siglos después que ocultaba un maravilloso paisaje similar al original de Leonardo.
Además, el reflectograma infrarrojo mostró que los cambios en la obra del Prado siguieron las modificaciones que Leonardo hizo en su pintura con el objetivo de alcanzar la perfección, lo que permite asegurar que el cuadro «convivió en Milán con el gran genio y su obra maestra», indicaron desde la institución.
La nueva propuesta curatorial profundiza también sobre la figura poco convencional de Leonardo como maestro y otros temas del Renacimiento: la importancia de la idea, el concepto de original, la función y los tipos de copias y derivados de los prototipos creados por los grandes maestros. En algunos casos, fueron ejecutadas siguiendo instrucciones del maestro, por lo que Leonardo que podía ver así cómo funcionaban sus ideas cuando eran ejecutadas por otros.
Las pinturas expuestas, que tienen su origen en dibujos y pinturas del artista, ayudan a comprender cómo el bagaje teórico de Leonardo fue asimilado por sus discípulos y contribuyen a dar sentido a muchas de las ideas y observaciones reflejadas en sus notas.
El mayor interés de este retrato paralelo -además de ser la copia más temprana de la Mona Lisa conocida hasta el momento- es que fueron realizadas al mismo tiempo: desde el dibujo preparatorio y hasta casi los últimos estadios se repite el proceso creativo del original. Las dimensiones de ambas figuras son idénticas y fueron quizá calcadas partiendo del mismo cartón.
Durante muchos años, los expertos del museo madrileño creyeron que la obra que guardaban en su depósito había sido pintada por algún artista flamenco u holandés y era considerada como una más de las muchas versiones existentes del célebre cuadro homónimo, aunque en este caso se destaca la ausencia del característico ‘sfumato’ leonardesco.
Sin embargo, la Mona Lisa del Prado, realizada en óleo sobre tabla de madera de nogal, es de un autor anónimo, aun no identificado, aunque fue realizada por un miembro del taller de Leonardo, próximo a Salai o a Francesco Melzi, los alumnos más cercanos al maestro y que tenían acceso directo a sus dibujos de paisaje.
Fuente: Radio Mitre ~ Charlando con el pase de Radio Mitre, Milo Lockett habló sobre sus trabajos y la importancia de que el arte sea masiva y popular.
Este lunes en el pase de Radio Mitre, Diego y Alfredo Leuco hablaron con el artista plástico Milo Lockett.
En el comienzo del pase, Alfredo reveló que tiene una obra del artista y contó cómo la consiguió: “Tengo un Milo Lockett en mi casa, el empresario Emilio Quesada lo ganó en una subasta en la cena de Margarita Barrientos y me lo regaló a mi después. La tengo colgada en el living de mi casa y cada vez que entro te tengo presente”.
“Siempre me sumo a distintas causas, conozca o no a la gente. No soy un acumulador, mi obra va rotando todo el tiempo. Siempre que uno pueda, yo voy a dar mi pintura”, expresó el artista.
En línea con esto, habló sobre su presencia en los distintos eventos y la diferencia con otros artistas: “A veces planteo que está bueno que otros también colaboren, abrís un camino. Todos los artistas no producimos de la misma manera, yo trabajo muchas horas todos los días, tengo ayudantes y una producción diferente a otros.”
Además, destacó que no es apegado a lo material y que eso lo ayuda a que su obra aparezca en varios lugares y eventos. “Una vez que mi obra está en el taller, necesito que circule. No soy apegado a lo material”, manifestó.
Al ser consultado por lo que aprendió en su casa durante su crianza, destacó el labor de sus padres: “En mi casa aprendí mucho, son gente muy honesta. Me enseñaron a tener valores, a cumplir, a tener palabra. Muchas cosas que quiero que mis hijos también tengan”.
Siguiendo con ese tema, Milo Lockett contó que está viviendo en Buenos Aires y contó los orígenes de su familia: “Desde 2011 estoy instalado en Buenos Aires, ahora en Tigre. Los Lockett son irlandeses, gente muy pobre que entraron por Uruguay y se fueron para Chaco. Gente muy rústica, de mucho trabajo, así salieron mis padres y así salimos nosotros”.
“Yo soy un artista que eligió ser un artista popular, me pareció que la pintura tenía que estar cerca de la gente. Un rey y un mendigo pueden mirar el mismo cuadro y coincidir en el gusto artístico”, definió sobre la importancia de la masividad del arte y su alcance.
Fuente: La Nación ~ El autor e ilustrador publicó dos libros nuevos: un volumen de colección que reúne noventa retratos de personalidades del mundo y un álbum para chicos y grandes con un mensaje muy especial
Pablo Bernasconi acaba de publicar dos libros nuevos y pronto saldrá uno más, que será muy especial porque tiene que ver con una experiencia personal. Mientras tanto, el autor e ilustrador ya presenta en sus redes sociales imágenes de Para mover el mundo (Fondo de Cultura Económica) y Retratos (Catapulta), un volumen de colección que reúne el material de los dos tomos anteriores, además de otros personajes que retrató en los últimos años con su particular estilo.
Retratos tiene más de 220 páginas y una bellísima edición de lujo con una tapa que representa una obra de arte, un “detalle” que lo convierte en un libro objeto. Allí aparecen María Antonieta, Salvador Dalí, Steve Jobs, Gabriel García Márquez, Caetano Veloso, William Shakespeare, Janis Joplin, Madonna y Diego Maradona, entre otras figuras de todo el mundo y de distintas disciplinas.
En diálogo con LA NACION, desde Bariloche, donde vive y trabaja, Bernasconi explica: “Retratos 1 salió en el 2008 y Retratos 2, en el 2014 publicados por Edhasa. Esta edición de Catapulta no sólo reúne las dos anteriores, sino que también añade una nueva selección de retratos que hice en los últimos años. Personajes clásicos e icónicos que quería añadir, como Frida Kahlo, Pablo Picasso o Karl Marx y, también, algunos más contemporáneos como Donald Trump o Vladimir Putin, además de muchos otros. Esta edición es, efectivamente, más lujosa, grande y voluminosa, con ciertos detalles como las citas en español y en su idioma original, un bello texto inicial de María Paula Zacharías, además de continuos retoques que agregué para mejorar cada personaje. Yo mismo veo una evolución entre los primeros retratos publicados hace más de quince años, y los últimos. Creo que como proyecto integral y para concebir mejor la idea, era necesario un libro que reuniera todo”.
Así, las 90 ilustraciones seleccionadas son una excelente muestra del trabajo del autor de Finales y El infinito, entre muchos otros libros para distintos públicos. Cada retrato, creado con la técnica del collage artesanal y digital, está acompañado de una frase. La de Maradona, por ejemplo, dice: “En la clínica hay uno que se cree Napoleón; otro, San Martín; y a mí no me creen que soy Maradona”.
¿Qué une cada cita a cada retrato, más allá de la autoría de esas palabras? “Los retratos son construcciones metafóricas, repletas de guiños y pistas que el lector puede deducir. Dentro de esa construcción metafórica, me pareció prudente añadir las propias palabras del retratado, como para completar el círculo de pistas y, sobre todo, para darle a cada uno y una la posibilidad de hablar de ellos mismos. El hecho de que esta edición contenga además las citas en su idioma original (ruso, chino, árabe, alemán, entre otros) añade un punto de proximidad mucho más precisa”, dice Bernasconi.
En el prólogo “La poesía no miente”, Zacharías escribe: “Al contrario de los artistas que cultivan la libre interpretación de su obra (esa manía por las impresiones arbitrarias que puedan suscitar sus obras), Bernasconi quiere que su idea se entienda. ‘No juego al capricho’, dice. Busca ser fiel al personaje y desde los juegos semánticos, desde un costado tangencial, generar en el otro el goce del descubrimiento. Propicia la búsqueda detectivesca, con aprecio a la inteligencia del otro. Hay un diálogo entre el autor y el lector en cada pieza. Un minué de inteligencias”.
Cuando se le pregunta con qué criterio elige los personajes para ilustrar, el artista responde: “Todos los personajes son íconos de algo. No son sólo celebridades o personas famosas, sino también símbolos de algún concepto que quise reflejar: de la literatura, del cine, del arte, del deporte, de la política. En general, si uno presta atención, no se repiten personajes que simbolicen lo mismo, sino que apelan a ópticas diferentes para contar cada uno su historia. Lo importante de este tipo de retratos es expandir la percepción física que tenemos de las personas para observar de cerca su relevancia conceptual y humana. Es lo que me atrae de este tipo de imágenes: confiar en la inteligencia del otro”.
Entre sus favoritos se destacan los que le llevaron más trabajo: “Supongo que algunos retratos, los que más me costaron, terminaron siendo los que más me gustan. Y mi conclusión es que tiene que ver con la carga afectiva que puse en ellos. El Principito, Edgar Allan Poe, Franz Kafka y las Abuelas de Plaza de Mayo fueron, por ejemplo, personajes que tardé mucho en hacer, donde puse mayor cuidado, tiempo y cariño, y los resultados a mi forma de ver son diferentes, o al menos destacables”, asegura.
Por esas cosas de la casualidad, la publicación de Retratos coincidió con la de Para mover el mundo, un libro con una estética más infantil, pero con un mensaje bien profundo. ¿Hay entre los dos una “idea” de fondo que los une: algo así como “Retratos de personajes necesarios para mover el mundo”? “Retratos se imprimió en China y demoró mucho más de lo que creíamos en salir aquí y, por eso, los dos libros se superpusieron un poco. Sin embargo, es cierto que muchos de los personajes tienen mucho que ver con lo bueno que ha generado la mente humana, pero también con lo malo. No olvidemos que retraté a Donald Trump….”, responde con humor.
Según Bernasconi, Para mover el mundo es “un libro que claramente podrían leer los chicos, pero no diría que es exclusivo material para la niñez. La impronta y la intención del libro intenta justamente unir la mayor cantidad de franjas etarias, para poder consensuar cuál es el compromiso que entre todos tomamos ante los cambios que necesita el mundo. Creo que el aporte de una mirada de niño es esencial para poder disparar cierto estado de conciencia que hoy busca el adulto”.
El álbum está estructurado a partir de las letras de la frase que le da título: paciencia, abundancia, rumbo, ambición son las primeras palabras ilustradas, unidas por un personaje (una nena) que tira de un ovillo. Según el autor, la idea inicial partió “de una analogía de Arquímedes que dice: ‘Denme un punto de apoyo y moveré el mundo’, para explicar de forma extrema el poder potencial de una de las primeras aplicaciones de la mecánica, la palanca”.
Y agrega: “Hace mucho tiempo vengo jugando con la idea de trasladar ese principio, esa herramienta, a un experimento social, vinculando por supuesto el punto de apoyo con la ayuda, la solidaridad, la confianza en el otro. Este libro sugiere a partir del acrónimo, 16 maneras de comenzar a mover el mundo. Por supuesto, es una lista acotada y personal, pero no deja de ser un comienzo. Creo que la voluntad de expresar que las propuestas son más importantes que quienes las lleven adelante se refleja en cada página. No por nada comienza con una frase de Noam Chomsky: ‘No deberíamos estar buscando héroes. Deberíamos estar buscando buenas ideas’.”
¿Qué otras palabras y acciones harían falta para mover el mundo tal como está hoy? “Se me ocurren muchas más, porque de cada acción se despliegan nuevas necesidades. Quizá podría añadir originalidad, empatía, entendimiento, urgencia… Lo que intenta también el libro y, eso va a ser tarea en las casas y en las escuelas, es que los lectores puedan sumar palabras que consideren primordiales. El mundo las necesita”.
Fuente: Ámbito ~ Las nueve obras que desde ahora forman parte del patrimonio francés contribuyen a mantener al Museo Picasso de París como el mayor depositario de la obra del pintor malagueño, con más de 5.000 piezas
Nueve obras del pintor español Pablo Picasso (1881-1973), entre las que destacan un retrato de su padre realizado en 1895 y una pintura en blanco y negro creada después de su emblemáticó «Guernica», fueron donadas hoy a Francia por su hija Maya, lo que significa la tercera donación de cuadros de parte de la heredera desde la creación del Museo Picasso en París.
Las nueve obras que desde ahora forman parte del patrimonio francés contribuyen a mantener al Museo Picasso de París como el mayor depositario de la obra del pintor malagueño, con más de 5.000 piezas, de las cuales 300 son pinturas, y 200.000 documentos y objetos.
La ministra de Cultura de Francia, Roselyne Bachelot, definió a la donación como «excepcional» y destacó que se trata de la primera desde 1990, según indicó la agencia de noticias AFP que informó que «la donación sirve para que los herederos de la familia Picasso eviten importantes cargas fiscales por temas de sucesión».
En una ceremonia que incluyó la presencia de autoridades nacionales, Diana y Olivier, los hijos de Maya Ruiz Picasso (86 años), hija de Picasso y de Marie-Thérèse Walter, leyeron una carta de su madre en la que destacaba que «Francia fue la elección de mi padre, y yo nunca he pensado en irme a otro lugar».
La donación incluye la obra «Don José Ruiz», un cuadro que data de 1895 y donde el joven Picasso pintó a su papá de perfil con una delicada paleta de marrones; la obra mixta de óleo y carbonilla, «Estudio para una intérprete de mandolina» de 1932; y el «Retrato de Émilie Marguerite Walter (Mémé)» de 1939, en la que el artista pintó a su suegra, la abuela de Maya y madre sueca de Marie-Thérèse.
Pero entre las obras más destacadas de esta serie figura «Niño con piruleta sentado debajo de una silla» de 1938. Se trata de un retrato en blanco y negro, cubista, que recuerda plenamente a los personajes acorralados del «Guernica», que había impactado un año antes.
El lote de nueve obras se compone, también, de dos curiosidades: por un lado, la escultura «La Venus del Gas», de 1945, en la que el artista tomó un quemador de gas, lo enderezó, le puso un pedestal de madera y transformó el objeto en una diosa, y por el otro, el óleo titulado «El Bobo» (1959), donde Picasso se apropió de la figura del enano de corte, característico de la obra de Diego Velázquez, con un personaje que ríe con botella y sartén en mano.
Picasso también estaba enormemente interesado por la pintura de el país que lo recibió y por ese motivo, su hija Maya, decidió donar un cuaderno de dibujos sobre el cuadro «Almuerzo sobre la Hierba» del francés Edouard Manet (1863).
La donación de obras con autoría de Picasso se completa con «Cabeza de hombre», de 1971, mientras que la novena pieza entregada a Francia no es una obra del artista sino una obra prehistórica que lo acompañó toda su vida desde que la compró en la primera década del siglo XX: una estatuilla Tiki de las Islas Marquesas.
Fuente: La Nación ~ Tenía 19 años cuando comenzó a ser modelo vivo para diferentes artistas. Durante dos décadas, continuó solo con Juan Lascano. El vínculo quedó plasmado en más de 700 obras
“Qué buena pose, Tere”, le dice el pintor Juan Lascano a su amiga Teresa Arijón, como si se acordara en un suspiro que esa mujer posó desnuda para él durante 20 años. Ella está sentada junto a la ventana, en un noveno piso repleto de cuadros y vasijas con pinceles. No está posando, solo conversa, pero el ojo del pintor parece haber detectado algo preciso, difícil de explicar, que escapa al resto de los mortales. Arijón es poeta y traductora; acaba de publicar el libro La mujer desnuda, en el que cuenta su experiencia como modelo vivo desde los 19 años e investiga a mujeres retratadas a lo largo de la historia del arte. Casi en sintonía, Lascano está exponiendo sus nuevos cuadros en Galería Zurbarán, que incluye el último retrato que pintó de Teresa, en diciembre de 2020. En un encuentro con LA NACION revista, la escritora y el pintor se exponen mutuamente.
Con una rotring negra, Teresa escribió su número de teléfono (37-1684) en un cartoncito blanco y lo pegó en una pizarra del edificio de la Asociación Estímulo de Bellas Artes, sobre la avenida Córdoba. Hasta entonces, se había dedicado a vender best-sellers puerta a puerta, pero una amiga –de nombre Alba– le recomendó “el trabajo ideal”. A partir de ese momento, a la par de sus estudios de teatro, se dedicó a posar para pintores. Y fue su sustento económico durante la década del 80. “Desde los 19 o 20 años iba con mi bicicleta por toda la ciudad, del Bajo Belgrano a La Boca; llegaba a hacer tres sesiones distintas en un día, de tres horas cada una”, se acuerda.
A los 30, después de un viaje iniciático a Río de Janeiro, a donde llegó con una mochila, una máquina de escribir portátil y una lista de poetas que quería contactar, decidió que iba a enfocarse en su oficio de traductora e incubar a la futura poeta. También comprendió que quería seguir posando únicamente para Juan. Él quiso lo mismo: pintarla solo a ella. Y así fue entre 1990 y 2005, año en que Lascano se fue a vivir a Bariloche. Esa relación artística, de la que nacieron más de 700 obras, entre óleos, acuarelas y dibujos, devino una amistad entrañable. Teresa viajó al sur dos veces para visitar a su amigo. Recién en la segunda, en diciembre de 2020, se animó a posar nuevamente para él después de 15 años.
-¿Qué se acuerdan de la primera sesión?
-Juan Lascano: En la primera sesión dibujé más que pinté, porque no la conocía. Supongo que habré hecho bocetos. Pero el primer trabajo importante al óleo que hice con ella fue un cuadro bastante grande, que era una espalda. Teresa estaba con un paño blanco, sobre un fondo negro. Había sobre la mesa una caja de la que asomaba un caracol y un reloj al lado que marcaba las 7.30. Y el cuadro, justamente, se llamaba 7.30.
-Teresa Arijón: Perdón, pero es 8.30.
-Juan: Bueno, una hora más tarde [se ríen]. ¿A partir de ahí cuánto tiempo posaste para mí?
Teresa: Veinte años, con intermitencias, porque yo viajaba a Brasil y vos también tenías viajes.
-¿Por qué decidiste quedarte solo con él?
-Teresa: Me gustaba mucho lo que hacía y nos hicimos grandes amigos.
-Juan: Además tengo buen café… [se ríen].
El libro que escribió Arijón, Mujeres pintadas (Lumen), intercala su experiencia personal con toques de ficción y una investigación exhaustiva sobre mujeres que posaron para artistas a lo largo de la historia: reinas, lolitas, prostitutas, bailarinas, musas por azar, de Kiki de Montparnasse (en las fotografías de Man Ray) a Victorine Meurent, la modelo preferida de Manet en la década de 1860; desde Henrietta Moraes, que inspiró a Bacon y Lucian Freud, hasta la piel de Cleopatra o la sonrisa de la Gioconda (aunque nada asegura que realmente estuviera sonriendo). Según cita la autora, a mediados de la primera década de nuestro siglo se aplicó a la Mona Lisa un software especializado en medir emociones para determinar el estado de ánimo de la modelo. Los resultados fueron: 83% feliz, 9% disgustada, 6% temerosa y 2% enojada. Esos datos y anécdotas curiosas se mechan a lo largo del libro.
“Ser el eje de las miradas. Estar parada sobre una plataforma en el centro del taller. Que los novatos tomen medidas con centímetro en vez de hacerlo a ojo, estirando el pulgar a la altura de la nariz. Que el frío del centímetro te erice la piel y tensiones los músculos para disimular la turbación. Que tracen líneas o hagan cruces con marcador negro de tu escápula a tu abdomen, del abdomen al abductor, del hombro al codo: un mojón, un vínculo”, escribe acerca de su vivencia.
Al leer esas líneas, la imagen de la autora se desdobla: parece todo lo frágil que sugiere la desnudez durante la soledad de la pose, pero transmite también una potencia no tan sutil. Se imagina uno a la heroína en bicicleta, cruzando la ciudad para desnudarse frente a uno y otro pintor. Colgar la ropa, atender las indicaciones del artista, tomar distancia, amurallarse, domar el miedo, asumir la “impostada cualidad de una esfinge”, como ella misma dice.
En el medio del viaje artístico, la juventud en los 80: las tardes en los cafés y librerías de la calle Corrientes, a la salida del Conservatorio de Arte Dramático; las noches en el Pernambuco, paladear la loca vanguardia de un joven Sergio de Loof (“el hechicero de mi tribu, el genio que enlazaba”). “Yo iba mucho a un restaurante que se llamaba El Diamante, de Alfredo Visciglio; Sergio estaba atrás de la barra y era el alma de la fiesta; yo aprovechaba para estar callada y verlo hacer sus cosas”, cuenta. Flotando en el aire, el gran mandato deloofiano: “Quiero crear un arte y una moda hermosa para pobres y feos”.
Usted sí que sabe desnudarse
En el libro se aborda la cuestión del cuerpo desnudo en el arte, desde el punto de vista del savoir faire, un “saber desnudarse”, definido por Arijón como “un acto soberano, íntimo, anterior al desnudo”. El disparador de estas reflexiones es un comentario que el director de una obra de teatro le hace a Teresa después de una función en la que ella se muestra desnuda por primera vez en un escenario. “El director faltó al tuteo y dijo: usted sí que sabe desnudarse”.
-En el libro aparece la diferencia entre la mujer desnuda y la mujer desnudada. ¿Pueden explicarla? ¿Vos como modelo (y escritora) y Juan como pintor?
-Teresa: Es como si me pidieras que explicara un poema. Es muy difícil. Creo que aludí al momento de desnudarte y poder plantarte, que es como anterior a estar desnudo.
-¿Una voluntad?
-Teresa: Casi una naturalidad, te diría, una manera de entregarte. Es saber desnudarte.
-Juan: Es una cuestión de interpretación personal porque no se ve en la obra. Yo admiro a una enorme cantidad de pintores de desnudos de todas las épocas y me resulta muy difícil decir si la mujer está desnudada o desnuda. Tiene mucho que ver con la cara y la mirada de la modelo. Para mí la desnudez es un acto de una naturalidad absoluta. Lo que siempre busco en las poses es que la modelo esté como si estuviera absolutamente sola, en un acto de naturalidad total. Como que no la está mirando alguien, aunque curiosamente la estoy mirando yo.
-Teresa: John Berger dice que en la historia de la pintura hay unos pocos desnudos a los que no se les aplica la categoría de desnudo, que son los de las mujeres amadas por los pintores.
-Juan: ¿Que las mujeres amadas no estén desnudas? Lo veo muy traído de los pelos.
-Teresa: A mí me gusta.
Las cosas que no habría que pintar
Hacia el final del libro, Arijón cuenta la vez que asistió a la inauguración de una muestra, en donde la “sala de los desnudos” tenía solo cuadros de ella. Sin quererlo (o un poco queriendo), escuchó el diálogo de dos señoras y una frase captada al azar: “Hay cosas que no habría que pintar”. En ese momento, llegó Juan Lascano, autor de los cuadros, y las señoras lo felicitaron. Pero no se perdieron la oportunidad de reclamarle: “Usted, que siempre nos deja tan bien paradas… ¿podría explicarme por qué se le ocurrió pintar esto?”. La respuesta del pintor fue perfecta: “Yo pinto lo que veo”.
-¿Qué era realmente lo que les molestaba?
-Teresa: Las mujeres estaban muy ofendidas. Quizás lo que querían preguntar era: “si la podés pintar con todo bien o podés omitir esto de la ley de gravedad, ¿por qué no lo omitís?” [el cuadro en cuestión la mostraba a ella inclinada sobre un banquito, con el busto colgando por efecto de la posición del cuerpo].
Juan: ¿Ah por ese lado era? ¿Porque las lolas colgaban?… Yo pensé que venía por el lado del pudor. En Bariloche tengo cuadros que son bastante explícitos, pintados con otras modelos. Y a veces me preguntan: “¿para qué pintás eso?” Cuando te dicen “eso” es obvio que se refieren al sexo. Y yo les respondo: es el cuerpo de las mujeres: son así, están hechas de esa manera, ¿por que no las voy a pintar?
-Teresa: En aquella época vos siempre decías que el vello público “era un problema”.
-Juan: Comercialmente, hay una ley de Nacho Gutiérrez Zaldívar, muy divertida, que dice: “si se ven pelitos, el cuadro no se vende”. Ahora hay muchas mujeres depiladas así que eso ya no corre. La sociedad argentina en ese sentido es sumamente pacata.
-¿Por qué pintaste a Teresa durante tantos años? ¿Qué había en ella que te cautivaba?
-Juan: Lo que Teresa tiene especial es el color. Su piel… es perfecta. Hay colores que yo los identifico con el marfil. Y la piel de ella es un poco marfileña, como un blanco amarillento, medio cremoso.
-Cuando la volviste a pintar en diciembre del año pasado, después de 15 años, ¿qué había cambiado?
-Juan: Sentí lo mismo que antes. Esa piel no se había modificado, ese color. Se modificó la estructura de un cuerpo con más años. Si fuera por mí ,seguiría pintando con Teresa.
-¿Y vos querrías, Teresa?
-Teresa: Puedo seguir…
Lascano se fue a vivir a Bariloche en 2005 y Arijón lo fue a visitar recién en 2019, antes de que empezara la pandemia. Llevaba bajo el brazo los primeros apuntes de este libro. “Tenía la secreta esperanza de que tal vez posara para él, pero no pasó”, recuerda. Por algún motivo, él tampoco se lo ofreció. Años atrás, Lascano le había propuesto hacer una sesión, pero ella se excusó: “Soy vieja para posar”. El pintor tampoco insistió.
-¿Te sigue pesando eso de “estar vieja para posar”?
-Teresa: Me pesa el paso de los años, como a la mayoría de la gente. No el tema de la piel, quizás la tonicidad.
-Juan: Conociéndote, diría que si te pinto un cuadro hoy no te gustarías tanto a vos misma como te gustabas antes…
Lo bueno de la historia es que ambos tuvieron la oportunidad de sacarse las ganas: en diciembre del año pasado se dio, una vez más, la ceremonia entre modelo y pintor. El testimonio es el óleo de una mujer desnuda de espaldas. El nombre del cuadro: Teresa.
-¿Se podrá ver en la muestra en Zurbarán? [N. de la R.: Esta entrevista se hizo la tercera semana de agosto, antes de la inauguración]
-Juan: No lo habíamos pensado, pero claro que sí. ¿Teresa, qué opinás?
El cuadro en cuestión se puede apreciar en la muestra de Lascano en Zurbarán, que dura hasta principios de octubre. Quienes tengan a Teresa frente a sus ojos quizás entiendan de un modo especial estas palabras de la modelo escritora: “Salir desnuda de un baño y cruzar un pasillo. Asomar la cabeza, siempre primero la cabeza, desde una cortina raída de pana púrpura. Posar detrás de un biombo de papel opaco. Ser lo que no sos: una proyección, un sueño, una sombra china”.
Fuente: Infobae ~ Tanto en la Parroquia Santa Ana de Glew como en el Templo Nuestra Señora del Líbano de Villa Lynch se puede disfrutar obras artísticas de un nivel superlativo. Imágenes e historia de estas gemas muchas veces desconocidas
La Republica Argentina posee a lo largo y ancho de su territorio templos de diversas confesiones religiosas que poseen una arquitectura admirable. Nos hablan de un pasado y de personas que trabajaron con mucho entusiasmo y esmero, buscando lo mejor para crear un espacio donde celebrar su fe, esto fue unido a la creación de pueblos y ciudades en los cuales depositaron su visión de futuro.
Intentaremos, desde esta columna, dar un simple pantallazo de algunos de estos tesoros de nuestras regiones muchos desconocidos y olvidados y que quizá, con nuestros afanes y preocupaciones cotidianas, muchas veces pasamos por delante de sus puertas y no nos percatamos que frente a nosotros se encuentra parte de la historia y el arte de nuestra región.
Provincia de Buenos Aires: la gran mayoría de los argentinos ha oído hablar de Raúl Soldi. Nació en Buenos Aires el 27 de marzo de 1905 y falleció el 21 de abril de 1994. Pintor de la cúpula del Teatro Colón de Buenos Aires, del templo de San Isidro de la ciudad de Buenos Aires y de muchas obras más. Su fama llego a trascender las fronteras a punto tal que en la basílica de la Anunciación en la ciudad de Nazareth se encuentra un mural en el cual se trata el milagro de la Virgen de Luján y representa, en dicho templo, a nuestro país, también los museos vaticanos incorporaron en 1987 una obra suya titulada “La Virgen y el Niño”. Con esta última suman dos los cuadros de Soldi que posee dicho museo, su otra obra se titula “Santa Ana y la Virgen Niña”. Pero acá trataremos sobre el pequeño templo de santa Ana, en la localidad de Glew. Lo que conocemos hoy como “Glew” se llamaba “Cambaceres”.Soldi pintó su obra con la ayuda del Padre Jerónimo Kadlec, un cura checo llegado a Glew
La Sra. Vicenta del Castillo de Calvo, notó que en el incipiente poblado no había un templo por tanto ella donó dinero para la construcción del mismo. La Sra. Vicenta morirá sin ver la obra concluida y tomará la posta de la conclusión del mismo el Sr. Nicanor Ezeiza. La iglesia recibirá la atención pastoral del Pbro. Joaquín Cúfari y la capilla se anexó a la vicaría de Ministro Rivadabia, luego será erigida como parroquia. Es una construcción simple, de cañón corrido con seis lunetos entre cada arco, pequeño nártex y espadaña con dos campanas y su fachada es de estilo neo-gótico muy simple.
Raúl Soldi llegará a conocer el pequeño pueblo gracias al comentario que le realiza una amiga que había comprado unos terrenos en dicho lugar. Soldi al llegar al poblado y ver el templo con sus blancas y desnudas paredes habla con el cura párroco, el Rdo. Padre Jerónimo Kadlec, un franciscano checo, y se ofrece a pintar algunos frescos en sus muros. El Padre Jerónimo se entusiasma al punto tal que será ayudante en dicha labor. Así poco a poco y luego de veintitrés veranos la obra llegará a su fin.Otra imagen de la Parroquia Santa Ana
Todo el pueblo se vio reflejado en esos muros, hasta las gallinas y los perritos que entraban al templo. El cura párroco, la joven que cantaba en las misas dominicales y el Rdo. Padre Domingo que solía venir los domingos y tocaba el órgano del templo están también representados en el coro de la iglesia. El mismo Raúl Soldi escribió respecto a la obra realizada en la iglesia: “He querido dejar, a mi manera, un documento unido al poema bíblico. Vendrá el asfalto a arrasar con huertos, molinos y carruajes; pero supongo que todas estas vidas y estos objetos quedaran documentados en los muros de la capilla… (el padre) Jerónimo me pagaba por cada mural que concluía con una gallina y una docena de huevos frescos. Fueron los veranos más felices de mi vida. Ansiaba que llegara el siguiente para seguir trabajando en la capilla.”La bellísima capilla de Nuestra Señora del Líbano, en Villa Lynch, con pinturas de Manuel Schembri
Pero más cercana a la ciudad de Buenos Aires, a solo trescientos metros de la avenida Gral. Paz el en partido de Gral. San Martin, en el barrio de Villa Lynch, también hay otro templo de similares característica que las de Glew aunque, desafortunadamente, sin ser tan conocida. Estamos hablando del templo parroquial de Ntra. Sra. del Líbano. Este templo pertenece a la orden maronita de la Bienaventurada Virgen María, es decir que es de rito maronita y también se oficia en ella el rito latino. La iglesia maronita es una de las 24 iglesias que conforman la Iglesia católica. Este templo fue declarado monumento histórico artístico de la provincia de Buenos Aires por ley 13.313; se podría decir que es el punto en torno al cual comenzó a crecer el barrio de Villa Lynch. Fue construido gracias al tesón y empeño del Rdo. P. Manuel Ashkar, que surgió en medio de quintas y campos. La persona del Rdo. P. Manuel Ashkar merece unas líneas. Nació en 1880 en el pueblo de Beit-Shabeb, Líbano y fue bautizado con el nombre de Francisco Julián. A los quince años ingresará en la Orden Maronita de la Beata Virgen y a realizar sus votos cambiará su nombre por el de Manuel.
Al concluir sus estudios fue destinado a Roma e ingresó en la facultad de la Propaganda Fide. Terminados sus estudios volvió en 1912 al Líbano donde fue nombrado director y profesor del colegio de la orden. Llegó a la Argentina acompañado por el P. Simón Fahed el 8 de julio 1920 y fue autorizado a ejercer su ministerio sacerdotal en las Arquidiócesis de Buenos Aires, Santa Fe y La Plata. Viendo la necesidad que poseían los inmigrantes libaneses maronitas que llegaban a la Argentina, solicita a la orden el permiso para permanecer y fundar una misión para los fieles de dicho rito. Una vez concedido el permiso del padre general de la orden Gabriel Al-Chemali, comienza su labor, en la periferia de la ciudad de Buenos Aires, en un lugar de campo y quintas el cual hoy conocemos como Villa Lynch. El 11 de septiembre de 1932 se coloca la “piedra fundamental del templo”. Él trabajaba como un obrero más en la construcción del templo, haciendo la mezcla, levantando ladrillos, revocando, pintando. Mucha gente le conocía como el “Padre Albañil” o “El chivo” por su larga barba blanca. Es más, la iglesia se conocía como “La iglesia del chivo”. La construcción del primer templo también tuvo sus benefactores, como ser: el matrimonio compuesto por Don Alfio y Doña Gracia Leanza y el Sr. Montebruno, General J. Rocco y su Señora Maria F. Zavalía y otros.Los vitrales de Nuestra Señora del Líbano relatan el Vía Crucis
El Padre Manuel, viendo que muchos no sabían leer tuvo la idea que plasmar el catecismo en las paredes del templo. Pero ¿quién podría realizar esta labor? Y esta labor recaerá en manos del pintor Manuel Schembri, italiano de origen siciliano. Este pintor autodidacta, recreará todo lo que el padre Manuel le irá refiriendo en torno a las verdades de la fe. Para poder enseñar el catecismo y así, poco a poco, todo el templo (al igual que el de santa Ana de Gelw) quedará lleno de pinturas que el lugar de frescos son maderas pintadas y amuradas a la pared. Manuel Schembri, recibía como pago alguna gallina, verduras frescas de las quintas vecinas o vino. La obra tardará en concluirse quince años.
El templo posee tres obras de gran valor artístico. único en la región: la Virgen María con el Niño Jesús de madera traída desde Austria de la región del Tirol y realizada a mano por Christian Mahlknecht en St. Ulrich-Gröden; el comulgatorio de mármol que pertenecía a la antigua iglesia de san Nicolás de Bari, demolida para dar paso a la construcción de la Av. 9 de julio, lugar que hoy ocupa el obelisco y la donación del gobierno Francia y la estatua de la “Virgen María orante” de 3 metros, en bronce, obra del escultor francés Albert Ernest Carrier-Belleuse. Única copia de la estatua ubicada en la plaza de la Paz a la entrada del cementerio general de Santiago de Chile en recuerdo por las víctimas del incendio de la iglesia de la Compañía de Jesús el 8 de diciembre de 1873, en la cual murieron más de mil personas.
Ambos templos uno de la iglesia latina y otro oriental, son auténticas joyas del arte pictórico de la región bonaerense. Ambos son patrimonio de todos los argentinos y por tanto debemos protegerlos y cuidarlos, sin importar a que culto o religión pertenecemos, son las raíces y la memoria de nuestra región. Deben ser conocidos y visitados y que sean lugares que pueden atraer no solo a los cristianos sino a todos los que les interesa el arte y la cultura. Los municipios deben ponerlos en sus grillas culturales y está en el deber de las autoridades tanto municipales como eclesiásticas hacer conocer, promover y proteger estos patrimonios los cuales en muchas oportunidades solo cuentan la ayuda de los feligreses.
Abrir chat
1
🎨 Te sumas a Artewapp?
🎨 Info Arte
🎨 Te Gustaría sumarte a Artewapp sin cargo? y/o Tenes alguna otra duda?