Van Gogh: nuevas investigaciones desafían la teoría del suicidio y se fortalece la hipótesis del asesinato

Fuente: TN – El padre de la pintura moderna, el holandés Vincent Van Gogh, fue un hombre atormentado. Vendió un solo cuadro en su vida, se cortó una oreja y se quitó la vida a los 37 años. Pero la muerte romántica, largamente instalada, fue puesta en discusión en el último tiempo. El misterio permanece.

En El asedio de lo real, la magnífica exposición de Carlos Alonso que pudo verse hasta fines de febrero en Arthaus, se expuso, prestada por la Colección Fortabat, una de sus obras más famosas —hizo varias— sobre Vincent Van Gogh. Es esa en la que el artista de Arles nos mira con una venda sobre su cabeza y la oreja cortada parece flotar a su lado, junto a una navaja. Del otro lado, lo que flota es el humo de la pipa que está fumando, como si nada. Se llama La Oreja, y es de 1972.

El holandés marcó la obra de Alonso, que también lo pintó con un arma de fuego. Navaja, revólver: los elementos que siguen alimentando teorías acerca de la muerte de uno de los genios más venerados, y falsificados, de la historia del arte. Nutriendo el renovado misterio: ¿y si su muerte fue también una falsificación?

Mientras, Van Gogh es foco de varias muestras interactivas y multitudinarias que hoy dan vueltas por el mundo. Esas en las que la tecnología permite “entrar” en su pintura y su vida terrible se reconvierte en una especie de parque temático ATP. Todo mientras se consolida la teoría de que su muerte romántica a los 37 años —su suicidio—, pudo haber sido en realidad un asesinato. Investigaciones académicas, el libro de dos premios Pulitzer, y el arma que habría terminado con su vida salieron a flote, en los últimos años, para cambiar el rumbo de la corriente instalada en torno de la muerte por mano propia.

La Oreja (1972), del maestro Carlos Alonso, admirador de Van Gogh. (Foto: Gentileza Colección Fortabat)
La Oreja (1972), del maestro Carlos Alonso, admirador de Van Gogh. (Foto: Gentileza Colección Fortabat)

Fue en 2019 cuando un comprador anónimo pagó cerca de 150 mil dólares por el revólver Lefaucheux en un remate. El arma que había encontrado en 1960 un agricultor de los campos donde se supone que Van Gogh decidió terminar con su vida. Calibre 7 mm, como la bala encontrada en el cuerpo del pintor. Se supuso que había estado enterrada entre 50 y 80 años. Van Gogh murió el 29 de julio de 1890. Es una pena que el arma más famosa de la historia del arte no pueda hablar, pues más allá de que los peritos dictaminaron que podía coincidir en los tiempos, no hay prueba alguna de que haya sido la que le provocó la muerte.

Fueron Steven Naifeh y Gregory White los que se llevaron el Pulitzer por Van Gogh. La vida. La biografía más completa y definitiva sobre el artista, que refuta la hipótesis del suicidio, históricamente instalada. El libro se publicó en 1994 y sembró la semilla del debate por lo que, a pesar de su título, afirmaba sobre su muerte. “Sería extremadamente difícil pegarse un tiro en el lado izquierdo con la mano izquierda”, afirmó un experto mundial en armas de fuego, el doctor Vincent Di Maio. Sobre todo teniendo en cuenta que el autor de Los Girasoles era diestro. Además, Van Gogh agonizó por una herida en el abdomen, una zona rara para pegarse un tiro.

El revolver que Vincent Van Gogh habría usado para suicidarse el 27 de julio de 1890. Fue subastado en 2019 y un comprado pagó US$182.000. (Foto: Francois Guillot / AFP)
El revolver que Vincent Van Gogh habría usado para suicidarse el 27 de julio de 1890. Fue subastado en 2019 y un comprado pagó US$182.000. (Foto: Francois Guillot / AFP)

Otro que aportó a la teoría del asesinato fue el doctor Irving Kaufman Arenberg, autor de Killing Vincent: the man, the myth and the murder. Allí afirma que el pintor fue asesinado con un arma blanca por el doctor Gachet. Un nombre célebre para los conocedores de la obra de Van Gogh, pues su retrato al óleo, con la mirada triste más famosa de la pintura, es una obra maestra que se vendió en 1990 por el récord de 82.5 millones de dólares. El comprador fue el japonés Ryoei Saito, que la convirtió así en la obra más cara hasta entonces, y aunque hay otra versión de ese retrato innovador, donada al Museo d’Orsay por los descendientes de Gachet. Cuando Saito murió, en 1996, el paradero del cuadro quedó envuelto en un misterio, pero esa es otra historia.

Van Gogh pintó a Gachet durante sus últimos meses de vida. Se habían hecho amigos a partir de que el médico, que también era protector y mecenas de otros artistas, como Cezanne, comenzó a tratarlo por sus problemas nerviosos y su depresión. Gachet, médico y psiquiatra, también era artista; firmaba sus obras con seudónimo. Suyo es otro cuadro famoso, un dibujo: Van Gogh en su lecho de muerte. El médico trató a Vincent después de su internación en un hospital psiquiátrico, y a pedido de su hermano Theo.

El doctor Paul Gachet. Una de las pinturas más célebres de Van Gogh que marcó un récord al venderse por más de 82 millones de dólares. (Foto: Stephane de Sakutin / AFP)
El doctor Paul Gachet. Una de las pinturas más célebres de Van Gogh que marcó un récord al venderse por más de 82 millones de dólares. (Foto: Stephane de Sakutin / AFP)

Pero la muerte del pintor a las pocas semanas de tratamiento, sumadas a la publicación de sus cartas a Theo en las que le comentaba que Gachet estaba tan o más enfermo de los nervios que él, convirtieron a su benefactor en una figura polémica para la historia. Claro que Vincent era un paciente difícil, y aquella una época de desconocimiento sobre la salud mental: son numerosos los datos acerca de los tratamientos que intentaron otros médicos, sin mayor éxito, para paliar su aguda “melancolía” del padre del arte moderno.

Otra versión apunta a un joven llamado René Secrétan como el posible autor —accidental— del disparo mortal. “Era un joven de 16 años que vacacionaba en Arles, quien posó para algunos de sus cuadros y cuya principal distracción era burlarse de Van Gogh —dice Claribel Terré Morell, autora del podcast Traidores del arte—. Lo sometía a bromas como la de poner pimienta en los pinceles que este solía llevar a su boca, salar su té o meter una serpiente en su caja de pinturas, también forma parte de leyendas. Esta teoría salió de John Rewald, quien en la década de 1930 entrevistó a los lugareños y escuchó decirlo. Pero Secrétan nunca lo admitió”. Vicent se habría encontrado con Secrétan y sus amigos en su último paseo por el campo. ¿Hubo motivos para el crimen o fue un disparo accidental? Las versiones apuntan a lo segundo.

Se supone que, a pesar del tratamiento con Gachet, para el que se había instalado al pueblito rural Auvers-sur-Oise unos dos meses atrás, Van Gogh estaba en plena crisis. Había salido de una internación, se alojaba en la hostería Ravoux y seguía una rutina: visita al campo por las mañanas, donde pintaba lo que veía, y trabajo en su habitación por la tarde. Fueron los dueños del alojamiento los que se preocuparon cuando no volvió, ya caída la noche veraniega del 27 de julio de 1890. Cuando por fin llegó lo hizo herido, perdiendo sangre. Habría alcanzado a decirles que había intentado matarse. Agonizó durante treinta horas y pronunció, para su hermano Theo, sus famosas últimas palabras: “la tristeza durará para siempre”.

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