La colección del empresario Alejandro Ikonicoff se exhibe y se vende en una muestra atípica

Fuente: Clarín – El efecto Marie Kondo se posó de manera tardía sobre los coleccionistas porteños. Primero fue Gustavo Bruzzone, custodio de un importantísimo acervo de obra de la década del 90, que sacó a remate el año pasado parte de su colección, la que incluía joyitas que se convirtieron en piezas obligatorias en cualquier muestra retrospectiva de la época. Ahora es Alejandro Ikonicoff, quien continuó con el legado Bruzzone pero enfocado en la primera década del 2000, quien le llevó a la galerista Nora Fisch sus tesoros para exhibirlos y luego sacarlos a la venta.

En los tres pisos de la galería, la curadora Alejandra Aguado consiguió, a partir del deseo de Ikonicoff de desprenderse de parte de su acervo, la primera muestra de relevancia compuesta por obras realizadas durante los primeros años del siglo.

En Obras y documentos de los 2000 se conjugan obras tempranas de artistas que hoy llevan el arte argentino a los lugares más importantes de la escena mundial con trabajo de otros que habían tenido su etapa emergente en los 90, cuando Bruzzone comenzó a coleccionarlos, y para la época que Ikonicoff los adquirió se consgraban como artistas contemporáneos.Vista de la sala de Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. En Galería Nora Fisch. Foto: gentileza Galería Nora Fisch.Vista de la sala de Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. En Galería Nora Fisch. Foto: gentileza Galería Nora Fisch.

Del rock al arte

Ikonicoff es un empresario textil que cambió los recitales de rock por las galerías de arte. Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico, a quienes estaba unido por un vínculo familiar, tomaron su mano y lo introdujeron en el mundillo del arte emergente que contra crisis económica, índices de pobreza récord, desempleo y futuro incierto en el país lo acercaron a los circuitos emergentes de arte en el post 2001.

La de Ikonicoff es la historia de quien estuvo en el lugar indicado en el momento indicado: la galería / centro cultura Belleza y Felicidad. Fue cuestión de tiempo que se convirtiera en habitué presencia asegurada en otros espacios que latían fuerte, como Espacio Giesso, hotel Boquitas Pintadas, las galerías Ruth Benzacar, Dabbah Torrejón, Daniel Abate (el galerista devino en la actualidad en Director General de Cultura del Senado de la Nación por su fuerte vínculo con Victoria Villarruel), Alberto Sendrós, Foster Catena, Jardín oculto y Appetite.Vista de la sala de Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. En Galería Nora Fisch. Foto: gentileza Galería Nora Fisch.Vista de la sala de Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. En Galería Nora Fisch. Foto: gentileza Galería Nora Fisch.

El empresario se involucró personalmente con la movida artística de entonces y adquirió una cantidad importante de obras que surgían de proyectos gestionados por los propios artistas. Eran épocas donde se mezclaban los vínculos afectivos y se improvisaban los medios de pago.

Una obra podía salir tanto un valor en pesos, en dólares, como un pasaje para asistir a una beca o el pago del taller del artista por una determinada cantidad de meses. En la poscrisis todo valía para capear la urgencia, incluso resignarse a la precariedad.

La curadora sostiene que en este periodo los artistas “conectaron profundamente con la realidad materia de su contexto”. Su realidad y contexto era una Argentina desmembrada por la crisis económica y con pocas redes de contención. El plan social recién emergería en la segunda mitad de la década; en la primera, solo quedaba resistir.

Los artistas aguantaron a base de vínculos, transformando los lugares comunes “en algo novedoso y seductor” –de aquí que muchas obras y proyectos remitan al paisaje urbano– y apelando al “absurdo, el humor, la melancolía, lo estrafalario y la belleza”.Vista de la sala de Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. En Galería Nora Fisch. Foto: gentileza Galería Nora Fisch.Vista de la sala de Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. En Galería Nora Fisch. Foto: gentileza Galería Nora Fisch.

La estética ‘trash’, el impulso rebelde, el conceptualismo juguetón, la idea de autenticidad emocional fueron algunos de los elementos distintivos de esos años”, escribe la curadora.

Ojo estratégico o azar

Fue ojo estratégico o azar, Ikonicoff se hizo de obras cuyos autores luego se convertirían en los artistas argentinos que hoy circulan por ferias, galerías y bienales del exterior. Ikonicoff compró trabajos de las primeras muestras de Luciana Lamothe –su obra se exhibe hoy en el Pabellón argentino de la Bienal de Venecia– Eduardo Navarro y Diego Bianchi.Obra de Max Gomez Canle "La Montagne" (2007)  en la muestra Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. Foto: gentileza prensa Galería Nora Fisch.Obra de Max Gomez Canle «La Montagne» (2007) en la muestra Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. Foto: gentileza prensa Galería Nora Fisch.

A ellos la exhibición les dedica muestras cápsulas en el primer piso de la galería con obra temprana donde se destacan los dibujos digitales de Bianchi, que luego sería reconocido por sus irónicas y filosas instalaciones.

Los nombres que acumuló la colección en formato obra temprana son sorprendentes: Fernanda Laguna, Adrián Villar Rojas, Mariela Scafati, Leopoldo Estol, Javier Barilaro, Marcelo Galindo, Deborah Pruden, Cecilia Szalkowicz, Miguel Mitlag, Rosana Schoijett, Juliana Iriart y Dani Umpi, Max Gomez Canle, entre otros.Obra de Eduardo Navarro en la muestra Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. Foto: gentileza prensa Galería Nora Fisch.Obra de Eduardo Navarro en la muestra Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. Foto: gentileza prensa Galería Nora Fisch.

De Iriart se destaca la instalación “Paisaje Ámbar”, que no se había vuelto a reconstruir desde la primera vez que se presentó en 2006 en la galería Appetite y a la cual se le dedica una sala especial. Hay que sentarse, sacarse el agotamiento visual de la vida diaria, y descubrir en un espejo colocado en el otro extremo de la sala la luna que asoma a través de las nubes.

La muestra es además la vidriera para la venta de las obras de Ikonicoff. Al igual que Bruzzone, el empresario busca desprenderse de parte de su colección basada en un periodo histórico. Ambos habían atiborrado de arte sus hogares y oficinas y era hora de que circulen y le dejen el lugar a nuevos descubrimientos.

Nora Fisch ideó un formato de comercialización atípico para el empresario textil: las obras tienen un precio de base durante una subasta que se extiende durante los dos meses que dura la exhibición.

https://d53c753d56dc4b8c5efdc5a6e509c1e8.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-40/html/container.htmlObra de Miguel Mitlag, Sin titulo de la serie U´ltimas falsificaciones (2005),  en la muestra Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. Foto: gentileza prensa Galería Nora Fisch.Obra de Miguel Mitlag, Sin titulo de la serie U´ltimas falsificaciones (2005), en la muestra Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. Foto: gentileza prensa Galería Nora Fisch.

En tiempos recientes las instituciones artísticas han dedicado una multiplicidad de muestras a la producción de los años 90; se han escrito decenas de libros, papers, tesis, redescubierto carreras artísticas y concebido sobradas curadurías. Había por lo bajo algo de agotamiento en el público asiduo a muestras. Obras y documentos de los 2000 puede funcionar como puntapié para explorar nuevas etapas. Bienvenida sea la propuesta.

Obras y documentos de los 2000. Colección Alejandro Ikonicoff. En Galería Nora Fisch (Av. San Juan 701), martes a sábado de 14 a 19. Hasta el 20 de julio con entrada gratis.

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