Fuente: Copyright Clarín Marina Artusa ~ Aunque la inauguración formal será este jueves, cuando Felipe VI y la reina Letizia de España recorran estos pasillos de la feria de arte más prestigiosa de España y una de las referentes en el mercado de la compra-venta de obras de arte a nivel global, ARCOmadrid ya entró en ebullición.
Este miércoles, cientos de coleccionistas, galeristas, artistas, apasionados por el arte y curiosos poblaron los pabellones 7 y 9 del centro de ferias de Ifema, en las afueras de Madrid, donde las 211 galerías de 36 países, nueve de las cuales son argentinas, exponen lo mejor de los artistas que representan.
A ellas se suma la sección Arts Libris, dedicado a las editoriales, fotolibros y publicaciones de arte donde este año Ñ, la revista cultural de Clarín, cuenta con un espacio propio para celebrar su edición número 1000, que se presentó en el Instituto Cervantes en noviembre, y las dos décadas que lleva descubriendo tendencias, buceando en las vanguardias y aportando nuevas perspectivas sobre los consagrados de la cultura. Los reyes saludan a la primera dama argentina, Fabiola Andrea Yáñez. EFE/ Juan Carlos Hidalgo
En esta edición de ARCOmadrid, las entrevistas programadas en el Speaker’s Corner cuentan con un ciclo de charlas organizadas por Revista Ñ en las que Matilde Sánchez, escritora y editora general de Ñ y de Cultura de Clarín, dialoga con algunos de los artistas argentinos presentes en la feria.
Este miércoles lo hizo con Tomás Saraceno y con Diego Bianchi, compatriotas cuyas obras llegaron a ARCOmadrid a través de galerías europeas.
“Su obra es construcciones en altura”, definió Sánchez a Saraceno, un artista tucumano que hoy está entre los argentinos que más cotizan a nivel mundial.
Su obra, meditada en el estudio montado en un ex polo industrial de Berlín donde vive, se luce en ARCO a través de las galerías Neugerriemschneider, de Berlín, y Piksummer, de Génova. El artista Tomás Saraceno dialogó con Matilde Sánchez en el marco de los conversatorios organizados por Revista Ñ en ARCOmadrid. Foto Clarín.
Sánchez destacó, como una de las marcas registradas del arte que despliega Saraceno, la inestabilidad. “Lo ideal sería desarticular esa conformidad, lo que muchas veces el mundo moderno nos lleva a catalogar con rigidez”, opinó el artista que admite tener debilidad por las nubes -Cloud Cities es una serie de instalaciones- y las arañas -que expuso en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires-.
El mes pasado estuvo en la Puna jujeña, recreando “un proyecto que hicimos en 2017, 2020 y ahora, en 2023”, contó durante la charla.
El proyecto, desmesurado y comprometido con la lucha ambiental, lo llevó al paraje de Alfarcito, en las Salinas Grandes, donde echó a volar, una vez más, uno de sus globos Aerocene que conquistan el cielo sin combustibles fósiles.
Esta vez, su performance denunció la extracción de litio, utilizado en las baterías de los celulares y en los autos eléctricos: “Para extraer una tonelada de litio se necesitan dos millones de litros de agua”, señaló en ARCO. Mariano Mayer argentino curador la Sección Latinoamericana ARCOmadird Adrián Bustamante socio galería Diego Obligado Primera Dama artista argentina Andrea Ostera el embajador nuestro país en España Ricardo Alfonsín y rosarina que lleva su nombre. Foto Clarín
En otro pasaje de la charla, Saraceno recordó a Gyula Kosice: “Lo convoqué a dar una charla en facultad de arquitectura -Saraceno se recibió de arquitecto-. Siempre me atrajo su concepción del espacio como ficcional y la función que le daba a los espacios”.
Matilde Sánchez señaló que la obra de Saraceno se inserta y se adapta a los contextos globales aunque, sin embargo, tiene raigambre en un territorio que es suelo argentino. Le preguntó cómo pensaba las nacionalidades o la pertenencia. Autoridades de Malba y de arteBA, presentes entre el público que escuchó los conversatorios realizados por Revista Ñ. Foto Clarín.
Saraceno, que el año pasado conquistó el exclusivo espacio The Shed de Nueva York con una muestra y acaricia el cielo de Barcelona con una instalación permanente en la cúpula de la Torre Gloriès, apeló entonces a su historia familiar: su nacimiento en 1973, el exilio su padres, que trabajaban en una cooperativa agraria, en Italia, y una infancia-adolescencia que lo llevó a cuestionarse su origen y su identidad: “Sufrí mucho en los mundiales -ironizó-. En Italia era el argentino y en Argentina era el italiano. Eso me llevó a preguntarme todo el tiempo de dónde soy”.
Hacer arte con lo que abunda
Ante una platea que incluyó a Teresa Bulgheroni, presidenta de Malba, y a Larisa Andreani y Eduardo Mallea, presidenta y vice de la Fundación arteBA, la editora de Revista Ñ había conversado antes con Diego Bianchi, otro artista argentino presente en ARCOmadrid y representado por la galería francesa Jocelyn Wolff.
“Entiendo que hay un orden que no conozco pero me cuesta llamarlo caos. Intento siempre encontrarle reglas o repeticiones. Intento que el caos no sea una entelequia en la que no se puede entrar”, comenzó a definir su ideario Bianchi, que expone actualmente su arte performativo en Maastricht, en los Países Bajos.
Matilde Sánchez le propuso ahondar en la materia prima de sus obras: “¿Usar deshechos es encontrar una solución al problema de los materiales?”, le preguntó.
“Suelo trabajar con lo que está alrededor, lo que abunda, lo que no se puede esquivar”, enumeró Bianchi, un artista que estudió diseño gráfico en Buenos Aires.
“Me parece demasiado ir a comprar óleos si hay cables, cajas alrededor mío. Necesito, para calmarme, incorporar esos materiales de deshecho a mi mundo, manipularlos”, agregó. El artista Diego Bianchi dialogó con la editora de la Revista Ñ, Matilde Sánchez, durante su paso por ARCOmadrid. Foto Clarín.
Cables, cargadores, plásticos, poliuretano. “Tengo muchos objetos en mi espacio de trabajo. Me cuesta desprenderme de las cosas -admitió Bianchi-. Trabajo sobre lo que me irrita, lo que me molesta. Mucho de mi trabajo es como una reacción a algo negativo del momento. Es una forma de reírme de eso, de burlarme.” A Bianchi le interesa, también, ver “cómo se mueve la gente”.
“Estoy atento a muchas cosas corporales y física”, dijo. Eso le permite, según contó, estar alerta y esperar “a que la obra aparezca”.
Bianchi coincidió con la asociación que Matilde Sánchez hizo de su obra al cine de David Cornenberg. “Sí, sobre todo, en la película Crímenes del futuro, donde hay performers que crean órganos”, admitió Bianchi.
El deterioro, el paso del tiempo en los objetos, en las personas, en las casas, son otros temas que lo cautivan.
“¿Qué es la belleza?”, le preguntó Sánchez.
“Creo en una idea de belleza que también pueda dar cuenta de algo horrible, que pueda camuflar o permitir algo que sea totalmente horrible -respondió Bianchi-. Es una negociación que establezco para que la belleza exista, pero que no sea belleza pura.” Fabiola Yáñez recorre la Feria Arco Madrid con Silvina Pirraglia y Mindy Lahitte Florencia Böhtlingk en Galería Hache. Foto Clarín
Madrid. Corresponsal