Pablo Reinoso: «La silla es el primer objeto de diseño de la humanidad»

Fuente: El Ojo del Arte ~ Sus trabajos, marcados por el diseño y la arquitectura, se caracterizan por cuestionar y jugar con los límites de la imposibilidad, tomando caminos imprevistos y desconcertantes, con ciertos toques de ironía.

Nació en Buenos Aires pero trabaja y vive en París desde 1978. Su producción goza de gran reconocimiento internacional, realizó exposiciones individuales y colectivas en España, Francia, Argentina, Colombia, Brasil, Dinamarca, Bélgica y Japón. Fue discípulo de Jorge Michel y durante mucho tiempo trabajó especialmente la madera. Influenciado por su abuelo, Pablo Reinoso se interesó en la ebanistería desde muy joven. En París desarrolló una intensa carrera de escultor y luego de una experiencia profesional como director artístico y como diseñador de reconocidas marcas, comenzó a crear sus famosas series de esculturas utilizando sillas Thonet y bancos de plástico industriales. En estas piezas reflexiona sobre la funcionalidad de los objetos y ensaya un retorno de los materiales a su origen natural. Poco a poco fue volcándose a las formas orgánicas con acentuados perfiles curvilíneos. A partir de la silla Thonet, un destacado ícono del diseño industrial, creó Thoneteando en 2005, una serie con variaciones de la silla Thonet intervenidas, y Prêt-à-Thonet en 2006, otra con sillas para vestir. “Lo que antes había sido madera, piedra o bronce, ahora es silla”, analiza. Posteriormente el artista tomó bancos públicos de diseño anónimo como punto de partida para su reflexión, presentando así bancos que ya habiendo cumplido su función de muebles, se convierten nuevamente en ramas que pueden brotar, crecer y trepar con una lógica vegetal. Estos trabajos los llamó a partir del 2006 Spaghetti, momento en el cual comenzaron a proliferar y encontrar su lugar en espacios más diversos. 

Visitamos su casa y su taller en París donde pudimos ver cómo vive y charlar con él:

–¿Qué objetos te rodean en la cotidianeidad?

–Mi casa está llena de objetos míos y de otros, cosas que hice como la escultura en madera que está en aquel rincón, que representa el fuego o las ramas con prótesis de metal que cuelgan en la biblioteca y tratan de suplir las partes que los humanos fuimos destruyendo. También unas pinturas en tinta china que hice con pincel representando el movimiento y lámparas que diseñé en el 2010 para una empresa japonesa con formas onduladas constituidas por módulos que permiten ser desarmados y articulados de la forma que se quiera. Las obras de los artistas argentinos con las que convivo son Antonio Berni, un pequeño De la Vega y más contemporáneos Max Gómez Canle y Flavia Da Rin. También colecciono otros objetos como un personaje en terracota de la cultura Noh y un caballito hindú del siglo XVIII de barro cocido.  

–Además sos un gran coleccionista de sillas.

–Sí, por ejemplo en este rincón podemos ver unas sillas materas argentinas que entretejí juntas y más allá un sillón que realicé hace muchos años con su apoya pies, que dialogan con dos que están enfrente, que son del conocidísimo diseñador Frank Lloyd Wright. Tienen la misma ergonomía, pero con distintos materiales.

–¿Por qué te interesás en las sillas Thonet, en anular su función para transformarlas en objetos de arte?

–Por varias razones me fui apropiando de estas sillas, en primer lugar, es estética, porque me gusta el objeto, pero también es el primer objeto de diseño de la humanidad. Esas sillas cuando las hacían los Thonet tenían varias formas y a partir de esas formas podían combinar muchísimos modelos, tantos que a fin del siglo XIX había más de 2000 modelos a partir de piezas muy similares, fue la primera vez que se pudo comprar en serie. En mi taller podemos ver varios trabajos con estas sillas, donde anulo su función como un grupo de sillas en una reunión que no te podes sentar, o en otro caso otra espejada, una encima de la otra. También en otro grupo deshilaché las tiras con las que se cosen el asiento que caen en forma de pelo y las coloqué juntas componiendo una especie de familia.

–Contiguo a tu casa se encuentra tu taller, ¿qué piezas atesorás ahí en este momento?

–Sobre una pared lateral se encuentra una superficie que ocupa aproximadamente dos metros de largo por tres de ancho donde se extienden los respirantes que están realizados a partir de telas de zepelines y tienen en el centro unos ventiladores. La acción que se produce imita el movimiento de los pulmones. Los dejo funcionando siempre. En un rincón en esa misma pared se encuentra una obra de los 80, que consiste en un reloj de arena realizado en fundición de bronce, con una estructura tubular que deja caer suavemente la arena sobre un cuenco que la recoge. En la pared de al lado, encontramos un marco rectangular de madera trabajado artesanalmente. En un extremo inferior y otro superior brotan los “spaguettis”. Los de arriba se proyectan ascendiendo como plantas que se estiran hacia arriba para alcanzar la luz. Mientras que las que bajan lo hacen por gravedad, caen lánguidas. Estas son las tensiones que se trabajan en este marco.

–Sos un gran estudioso de los proyectos que encarás para hacer este trabajo, ¿estuviste observando cómo se comporta la naturaleza?

–En los últimos veinte años me interesé mucho en la capacidad de sobrevivencia que tiene el mundo vegetal. Te voy a contar una anécdota que me inspiró en mi búsqueda como artista. En el año 1995 hubo una huelga de camiones en París en la que bloquearon todas las rutas y duró casi dos meses. Un día abrieron una autoruta y pasé, de repente me di cuenta que no había otros autos más que el mío, pero no estaba solo, sino que había ciervos, castores, muchos pájaros y desde el asfalto brotaban plantas por todos lados. Me resultó increíble que en tan poco tiempo un lugar tan transitado fue nuevamente conquistado por la naturaleza. En ese entonces reflexioné, mucho antes que ocurriera la pandemia, si no molestamos más al planeta, la naturaleza puede recuperar algo de lo que le sacamos. 

–¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?

–Todos los objetos que me rodean siempre terminan en el asador, o me resultan inspiradores para pensar una idea o los uso. Los objetos siempre cuentan una historia y esa historia me interesa, hay algo antropológico. Cuando uno descubre una silla del pasado también descubre cómo funcionaba esa civilización, por ejemplo, un cacharro precolombino te habla de cómo era esa cultura.

–¿Cómo fue tu intervención en el Château Chambord, en el valle del río Loira, una exhibición con obras históricas y otras construidas especialmente para el lugar que finalizó en septiembre de este año?

–Ese fue un desafío grande y difícil porque era un espacio muy particular y complejo, además había varias hectáreas de parque donde realizamos varias instalaciones, pusimos obras adentro y afuera del castillo. 

–¿Por qué solés hablar en plural?

–Uso mucho el plural a pesar de ser obras personales porque siempre hay otras personas alrededor, gente con la que trabajamos, con la que producimos, con la que transportamos, con quienes exponemos, curadores que te invitan.

–Contanos sobre el equipo con el que trabajás.

–Mi equipo está conformado por un grupo pequeño en el que participa uno de mis hijos (Rodrigo), que también es artista. Además de ocuparse de toda la producción fotográfica y fílmica de mi obra, también sigue de cerca la producción, está al día de todo lo que sucede. Después tengo un mini equipo de personas que se ocupan de lo administrativo. Además, cuento con una chica que escribe muy bien y ella se ocupa de los textos. Otro de mis hijos, que es economista, es el que controla las cuentas, este aspecto es fundamental para desarrollar el trabajo. Después vienen las galerías con las que interactúo y la gente de producción. Por lo general con las personas con las que trabajo nos vinculamos por mucho tiempo, algunas me acompañan desde hace veinte o treinta años. 

–¿Cuáles serán tus próximas muestras?

–Ahora viene una exhibición en la que voy a usar los espacios internos de un museo, que se va a hacer en Holanda, pero no te puedo contar más. Durante el verano voy a preparar otra muestra en Punta del Este junto a mi amigo y galerista Renos Xippas, que tiene un hermoso espacio allí donde han pasado otros artistas argentinos como Pablo Siquier o Eduardo Stupia. Además, esta exhibición es una buena oportunidad para escapar del invierno europeo.

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