Fuente: La Nación – A los 82 años, con un espíritu similar al de Mick Jagger, la artista que integró la generación dorada del Di Tella protagoniza una muestra que incluye erotismo y diseños que conquistaron la escena internacional
“Esta es una parte mía que la Argentina no conoce”, dice Delia Cancela, parada en la galería Herlitzka & Co frente a sus obras más íntimas: dibujos nunca antes exhibidos que representan a los hombres de su vida, amigos y exparejas, y a ella misma en una escena de alto contenido erótico. Con su inconfundible cabellera naranja, a pocas semanas de cumplir 83 años, la artista que integró la generación dorada del Di Tella conserva la actitud de una estrella de rock.
“Yo tengo una cosa asexuada, de alguna manera. Mi mirada siempre estuvo despojada de las clasificaciones”, agrega vestida con un conjunto de pantalón y chaleco a cuadros, del que cuelga un prendedor con forma de corazón. Ya en los años 60 imponía su propio estilo: usaba por ejemplo con camisa un traje negro que había encargado a un sastre. O diseños similares a los dibujos que se pueden ver en su muestra Catwalk, junto con el registro de un desfile realizado en el teatro Le Palace en 1979.
Una década antes, cuando llegó a Nueva York con Pablo Mesejean, los groovies y los hippies los paraban en la calle para expresarles su admiración. Era llamativo el look “a la inglesa” que lucían con su pareja, socio además en la marca de ropa que llevó el nombre de ambos, hoy representada en la colección del británico Victoria & Albert Museum. Ella llevaba el pelo corto y unas largas tiras de pelo que le colgaban, como los ortodoxos; usaba vestidos muy amplios, confeccionados con telas antiguas, jeans abajo y zapatos con tacos, pintados a mano.
“Se nos abrieron las puertas enseguida”, recuerda sobre aquella etapa en la que comenzaron a colaborar con la revista Vogue y sus supermodelos. En Nueva York, sin embargo, también encontraron un ambiente “muy violento” después de haber dejado la opresiva escena porteña. Recién en Londres, a partir de 1970, Cancela sintió “la libertad de crear sin tener miedo”.
En la Vogue inglesa los recibió una joven pelirroja que “enloqueció” con sus dibujos; era nada menos que Grace Coddington, una exmodelo que luego se convertiría en directora creativa de la edición estadounidense de la revista. “La primera tapa fue una producción en la que creamos una naturaleza sobre una modelo con nuestros propios accesorios, algo que entonces no se hacía -observa-. Continuamos el trabajo con el cuerpo que ya habíamos hecho acá”.
En 1965, el dúo Cancela-Mesejean debutó en la galería Lirolay con la muestra Love & Life: una fiesta “de efecto psicodélico sin ácido” -según recuerda Fernando García en el libro El Di Tella– a la que se entraba con anteojos con lentes de colores, y que incluía imágenes de flores, nubes y astronautas.
“Nosotros amamos los días de sol, las plantas, los Rolling Stones, las medias blancas, rosas y plateadas, a Sonny y a Cher, a Rita Tushingham y a Bob Dylan –escribieron al año siguiente en su famoso manifiesto, publicado en el catálogo del Premio Di Tella-. Las pieles, Saint Laurent y el young savage look, las canciones de moda, el campo, el celeste y el rosa, las camisas con flores, las camisas con rayas, que nos saquen fotos, los pelos, Alicia en el país de las maravillas, los cuerpos tostados, las gorras de color, las caras blancas y los finales felices, el mar, bailar, las revistas, el cine, la Cibellina. Ringo y Antoine, las nubes, el negro, las ropas brillantes, las baby-girls, las boy-girls, los girl-boys y los boys-boy”.
También en el Di Tella presentaron en 1968 Ropa con riesgo, su primera colección, a modo de performance en una institución de arte. Entre las modelos que circulaban entre el público vestidas con sedas y algodones pintados se contaban una sobrina de Delia, de once años, y la bailarina Marcia Moretto. “Era un riesgo usar esa ropa en Buenos Aires -recuerda Delia-, en la Argentina era un escándalo”.
Ningún escándalo provocaron en Europa; todo lo contrario. Su carrera internacional incluyó trabajos para otras grandes revistas de moda como Harper’s Bazaar, Marie Claire y Nova. Llegaron a París a mediados de los años 70, casi después de haber vivido en la capital francesa gracias a una beca del Premio Braque. Allí también se sintieron como en casa, y sorprendieron con grandes bolsas de plástico a modo de carteras.
“Antes no se filmaban los backstages, esto era completamente nuevo”, observa Cancela mientras avanza la filmación en la que se ve a las modelos cambiarse frente a la cámara y peinándose solas. También aparecen ella y Pablo, distribuyendo accesorios y dando instrucciones de acuerdo con lo que ella había bosquejado. Los originales de esos dibujos, que incluyen los nombres de las modelos que lucirían cada diseño –como Mercedes Robirosa, hermana de Josefina, e Inès de la Fressange-, se exhiben en la muestra como registro de la performance.
“La música en nosotros era muy, pero muy importante”, asegura en referencia a los ritmos que sonaban mientras ellas avanzaban por la pasarela: canciones interpretadas por Pérez Prado, Maysa, Eartha Kitt, Itzhak Perlman y Nat Adderley. “La moda y el arte son manifestaciones. Pero cuando trabajo, está todo vinculado. Hay gente en la moda que ha trabajado como artistas, como Balenciagao Rei Kawakubo”, agrega la mujer que llegó a colaborar con grandes casas europeas como Kenzo y Hermès, y posó en 2015 con traje y corbata para una campaña de la marca de ropa Bolivia.
Ya separados como pareja, Delia y Pablo siguieron convivieron hasta 1980 con su amigo Jaime en una casa muy grande, en el Boulevard Saint Germain. De la relación con una pareja holandesa nació su hija, Celeste Leeuwenburg, en febrero de 1986. Pablo falleció el 26 de marzo de ese mismo año, y a los pocos meses Delia se separó del padre de Celeste. Ya de regreso en la Argentina, a comienzos del nuevo milenio, perdió casi toda su obra en un incendio y con ese trauma la capacidad de llorar.
La vida le daría una revancha en 2018, cuando fue reconocida con el Premio a la Trayectoria otorgado por la Secretaría de Cultura de la Nación, y protagonizó una retrospectiva en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Ahora baila frente a la cámara junto a una de sus obras mientras se dispone a viajar a París para inaugurar otra muestra, con la que seguramente continuará sumando fans.