Fuente: Clarín ~ Una muestra en Mara-La Ruche reúne lo que compartían y los intereses plásticos personales de sus miembros. La crítica María José Herrera reconstruye la experiencia de la galería Bonino, en los 50 y 60.
Mucho se ha hablado sobre la importancia de la abstracción en la Argentina, y de la influencia que han tenido sus pioneros en la obra de los artistas contemporáneos que todavía la practican. Poco, en cambio, de los que, como Sarah Grilo, Jorge Fernández Muro, Miguel Ocampo, Kazuya Sakai y Clorindo Testa, exploraron hacia fines de los años cincuenta una “no figuración” más libre –lírica le dicen–, alejada de los rígidos mandatos de las vanguardias geométricas, que diez años antes habían establecido en la escena local movimientos como Arte Concreto Invención.
El grupo de los 5, la muestra que ahora puede verse en galería Jorge Mara-La Ruche, resulta entonces una ocasión perfecta para ver algunas de las piezas más exquisitas de aquellos cinco líricos de la pintura argentina, al mismo tiempo que ponerle imagen a un momento clave dentro de la historia del arte local; aquel que nace con estas obras pioneras –las que se alejaron de la geometría de la generación anterior– para llevar a los artistas venideros –la generación informalista de Greco y Kenneth Kemble– hasta el borde de la pintura, y del objeto.
Sutilezas de la abstracción. “Six Days”, de Sarah Grilo, óleo sobre tela, NY, 1964. 63 x 53 cm.
Pero bastará con echar un vistazo a golpe de ojo por el espacio de Mara para advertir que en el grupo de los cinco cada uno posee una impronta propia, y se mueve entre intereses plásticos bien personales. Es Jorge Romero Brest quien, algo paradójicamente, los define para la posteridad con ese nombre, al organizarles una exposición en 1960 en el Museo Nacional de Bellas Artes. “En verdad no forman estos pintores lo que se estaba acostumbrado a llamar un grupo hasta hace algún tiempo. Tan es así que no cabe posibilidad de bautizarlo, pues cada uno sigue su trayectoria propia, respondiendo a una voluntad acendrada de ser personal”.
Ahora en la galería cada artista tiene su propio espacio, y sus obras construyen atmósferas muy singulares. Los grandes lienzos de Sakai son oscuros, y dejan advertir el paso que este artista dará después hacia el informalismo. En sus telas la pintura es espesa, materia densa en la que las formas parecen estar todavía en estado embrionario. Sobre esa suerte de miasma de óleo, algunos trazos refieren vagamente a los ideogramas de la escritura japonesa. Suaves y contundentes, son más un rastro, una huella, un sablazo que el artista hedió a la tela para que naciera la obra.
El cuadrado blanco soobre fondo blanco de Clorindo Testa, acrílico sobre tela, blanco plegado, 100×100, 1966.
En el otro extremo están los exquisitos gofrados que Jorge Fernández Muro realizó inspirado en las calles de Nueva York. Fascinado con las retículas metálicas que cubrían las alcantarillas, el artista traslada esa textura a sus obras, a través de la técnica surrealista del frotage. Así emergen al papel las pequeñas tramas de circulitos que Fernández Muro después imprime en sus gofrados. Cálidos e imperfectos, esos círculos están lejos de la geometría, y el hecho de que el artista haya elegido el grabado para trabajarlos (transfiriéndolos por presión al papel) permite que sigan transmitiendo algo de aquella vitalidad de las calles, donde Fernández Muro los había advertido por vez primera.
Por las cinco obras sobre papel de Ocampo el verde se sostiene y como sin querer, viaja. Es hermoso descubrirlo en medio de otros tonos más oscuros, apagándose en cada pieza para volver a encenderse en la que sigue. El papel añejo deja ver el paso del tiempo y confiere a las obras una impronta verdadera: en un mundo donde la vejez despierta pánico y se disimula, las pinturas que realizó Ocampo se abren al diálogo con los bordes amarronados de su suporte, pequeños drippings a lo Pollock, que las vuelven, todavía, más bellas.
Y un dripping de Miguel Ocampo. Sin titulo, 1965, técnica mixta sobre papel, 65×50 cm.
Podría decirse que es también un cuadrado blanco sobre fondo blanco (como el que había pintado en Rusia Kásimir Malévich) el que pintó Testa y puede verse en esta sala. Alejado de aquel blanco prístino con que Malevich interrogaba la representación pictórica a comienzos del siglo XX, el cuadrado de Clorindo es arrugado y está algo derruido, como si la historia (del arte) le hubiera pasado por encima: ahí donde Malévich pedía silencio, Clorindo le hace mostrar al lienzo la hilacha. Sin dudas la abstracción de Testa resulta la más conceptual entre todas las del grupo.
Los pequeños lienzos de Grilo tienen una gracia lúdica que no se encuentra en la obra de sus otros compañeros de grupo. Quizás por eso la muestra guarda para ellos un lugar especial. Sus verdes, azules y rojos reverberan con una luz traslúcida, no muy habituales en el manejo del óleo. De todos, es quien conserva (en estas obras, al menos) más filiación con las formas geométricas. Con esa dulzura que le imprime a la libertad el juego, sus figuras parecen estar sacudiéndose suavemente la geometría de encima.
En una suerte de guiño a sus propios colegas de otro tiempo, Mara decidió acompañar esta muestra con un texto donde el investigador Juan Cruz Andrada destaca el papel de la galería Bonino (espacio fundamental de la Buenos Aires de esa época) en el nacimiento y desarrollo de estos artistas: “Los archivos –escribe Andrada– muestran un constante intercambio de cartas en las que se tratan temas tan diversos como la transferencia de dinero por la venta de alguna obra, felicitaciones por algún acontecimiento artístico importante, hasta saludos de navidad. A lo largo del siglo XX las galerías de arte como Bonino fueron espacios vivos cuyo objetivo trascendía la simple venta de obra. Eran espacios de sociabilidad, de debate, de exploración, donde se ayudaba a motorizar y consolidar la carrera de los artistas, como los aquí expuestos, que hoy se consideran maestros indiscutidos”.
Grupo de los 5 -VV.AA.
Lugar: Jorge Mara-La Ruche, Paraná 1133.
Horario: lunes a viernes de 15 a 19.
Fecha: hasta el 31 de mayo.
Entrada: gratuita.