Fuente: Ámbito – En su nueva muestra en el Palacio Duhau, «El círculo y la sombra», la artista vuelve a exhibir la vitalidad a través de una geometría expansiva que no deja de seducir al visitante.
El crítico de arte Gabriel Palumbo (1966- 2023) se refirió a la obra de Genoveva Fernández, en la que actuó como curador de “El tiempo y la proximidad”, muestra anterior en Cott Gallery, con estas palabras: “su obra es orgánica, hay un juego de permanencia y escape que impone el movimiento, lo que confirma su experiencia vital”. La artista actualmente realiza su nueva muestra en el Paseo de las Artes Duhau titulada “El círculo y la sombra”.
La vitalidad en sus obras siempre quedó demostrada al crear flores gigantes en blanco y negro; también su desparpajo al mostrar figuras exuberantes, mitad vestidas, mitad desnudas, con melenas sexy enruladas, cuando exhibía en Elsi del Río.
¿Qué hace ya desde hace algunos años? En el texto escrito por la artista señala que “busca una geometría expansiva compuesta por tramas y motivos ornamentales que se caracterizan por signos que se repiten, tendiendo a cubrir la totalidad de las superficies”.
A propósito de la palabra ornamental y de talante geométrico también la usamos en un comentario sobre su obra al asociarla al movimiento social y estético “Arts & Crafts”, creado a fines del siglo XIX por el escritor, pintor, diseñador inglés William Morris (1834-1896), que rescataba lo artesanal ya que Fernández atesora restos de pinturas en frasquitos perfectamente etiquetados con los que fabrica sus colores que son blanco, negro, gris, plateados, ocres.
Colores que le van a una geometría de rigor extremo, plena de curvas, con círculos en blanco y negro, un poco a la manera de Manuel Espinosa en algún momento de su quehacer, quien escribió: “la pintura , liberada por la invenciones mecánicas de la necesidad de la copia, se encuentra hoy en mejores condiciones que nunca para atender sus valores propios, este es el sentido que reviste, en general, el arte no representativo, que no es alejamiento del hombre o desinterés de sus problemas esenciales, sino por el contrario, afirmación de su poderío mental y técnico”. Concepto válido para todas las nuevas generaciones de artistas que han adoptado esta disciplina.
¿Y por qué no remitir a Vasarely en su período blanco y negro entre 1951 y 1963? Se destacan sus dibujos realizados a mano alzada, en los que usa tapitas, o cualquier otra forma redondeada, una de sus constantes, lo que explica la cantidad de círculos negros o blancos. Con esta exposición queda demostrada, una vez más, su destreza y su madurez pictórica.
(Hasta el 20 de octubre. Av. Alvear 1661 Paseo de las Artes del Palacio Duhau.)