Fuente: Télam ~ En «El ojo interminable» se presentan obras diversas de estos ocho artistas que integran el taller de arte de la empresa social, como se autodefine este proyecto impulsado y gestionado desde el 2001 hasta el año pasado por Patricia Merkin.
Situado en el corazón de San Telmo, el taller es parte de ese espacio de sostén y contención social para aquellos que quedaron por fuera del sistema y tienen con la venta de la revista Hecho en Buenos Aires la posibilidad de su reinserción social y oportunidad laboral.
«El ojo Interminable» se inspira en el título de un texto de Yogurto, nombre artístico de Eduardo Álvarez (1951).
Los artistas Alberto Díaz, César Ferreira, Jorge de Mendonça Gaziba «El Colo», Helvio Rivero y Hornos, Zulema Razzotti, Fabián Tanferno, Wilson Yogurto y Zulma Villafañe, del taller de arte de Hecho en Buenos Aires (HBA), llegan por primera vez al Museo de Arte Moderno de Buenos Aires con la muestra «El ojo interminable», que se puede ver a partir de hoy en el barrio de San Telmo.
Cada obra de esta muestra colectiva «El ojo interminable. Ocho artistas del taller de arte Hecho en Buenos Aires» es parte del imaginario personal que se instala en un pasillo amplio del primer piso del museo, pasando una columna con una obra de Diana Aisenberg -madrina del espacio y amiga de la fundadora de HBA- y se bifurca en otro pasillo con algunas pinturas del esquivo Yogurto, una suerte de faro en el taller que dirige el artista Américo Gadpen -quien fue alumno de Enio Iommi- y en el que participa la profesora de bellas artes Dora Ventosa.
«El ojo Interminable» es el título de un texto de Yogurto, nombre artístico de Eduardo Álvarez (1951), que dice: «El ojo que a mi me ve/ se llama el Interminable./Si no se ve ni se siente/ lo más seguro es que hable».
«Es de una poesía de Wilson, inspirada en el taller mismo, porque la percepción de Wilson alcanza a ver la síntesis ultra conceptual, y esto nos enmarca por esta cosa de lo interminable», explica Gadpen, y agrega sobre este genio con un carácter muy particular que «también es nuestra guía como profesores de arte e impulsor porque él está mucho más allá de lo que nosotros le podemos enseñar».
En lo colectivo de la exposición se presentan obras diversas de estos ocho artistas que integran el taller de arte de la empresa social, como se autodefine este proyecto impulsado y gestionado desde el 2001 hasta el año pasado por Patricia Merkin (1960-2020).
La curaduría de la muestra es de Victoria Noorthoorn, directora del museo, con colaboración de Gadpen, director de Hecho en Buenos Aires, y de Jorge Ponzone, del equipo de patrimonio del museo.
Colores, formas, geometrías, ojos que miran de frente o miran a otros ojos como los de Razzotti y Villafañe; rostros que son retrato, naturalezas varias, mujeres varias, cuerpos sostenidos por una mesa de Rivero y Hornos, o libros intervenidos entre alquimias y otros saberes de Yogurto. O simplemente una guitarra, un cuaderno en blanco sobre una mesa de Ferreira; una ciudad con sus geometrías acotadas, en contrapunto con lo rural expandido de El Colo; y por supuesto, lo social, lo popular, que recupera las marchas -incluso a las Madres de Plaza de Mayo, aunque esta no está expuesta-, el bombo así como el bandoneón.
Díaz pinta y expresa en una de sus obras, un taxi en una avenida porteña entre grandes edificios con un cartel de Coca-ine con letras blancas y fondo rojo, que dibujan un claroscuro de vida.
Los artistas son parte del taller de arte de Hecho en Buenos Aires, y en general llegaron con distintas necesidades y fueron aceptados en la empresa social que se dedica a generar recursos de inserción social -con la venta de la revista y su almacén-, y ayuda a las personas en situación de alta vulnerabilidad o de calle.
El taller de arte es la tercera pata de HBA y funciona hace unos 15 años, constituyéndose como un lugar de creación artística y una pausa de lo cotidiano. Cada uno de estos ocho artistas, casi sin experiencia artística por fuera del taller, tiene un estilo propio y una forma de percibir y expresarse particular.
Sobre las obras, el propio Gadpen destaca: «Todos estamos deslumbrados por la obra, ese es el impulso que nos da esta capacidad de trabajo».
«Nosotros solamente necesitamos llegar al estado creativo, después la obra no nos importa; que esté pensando frente a la obra con el lápiz en la mano es lo que nos importa como empresa social primero, después esto es magia (sobre la exposición). La magia es magia. Pero la capacidad de trabajo, ahí es donde nosotros trabajamos», concluye Américo.
Por otro lado, refiere que no es necesario ser vendedor para acercarse al taller y que este año ampliaron el espacio de arte para gente que no es vendedora ni tiene necesidad, pero quieren participar.
«Me emociono y pinto, y pinto», relata Razzotti, quien llegó a HBA después de su esposo para trabajar con la venta de la revista y se metió de lleno en el taller de arte. «La pintura es jugar también», expresa la artista a quien Gadpen llama «nuestra estrella» por su capacidad de trabajo como vendedora y artista.
«Me llama a las 10 de la noche para que le diga que me parece una obra para que cuando se despierte o se desvele pueda tenerlo resuelto en su cabeza, y eso se ve en la obra», dice Gadpen.
Para el director de HBA, «el capital de una empresa social es la capacidad de trabajo y eso lo aplicamos tanto al que va a vender la revista y en todos los talleres formativos que tenemos. y con esa misma llave: capacidad de trabajo. Más allá de que nos importa haber llegado a este espacio como un sumun, está todo lo pequeñito que son los granitos de las migas que quedan debajo de la mesa, que también es parte de nuestro trabajo».
La curaduría de la muestra es de Victoria Noorthoorn, directora del museo.
Desde el museo se acercaron al taller de arte de HBA y el interés en las obras de Razzotti, y de allí surgió la invitación por parte de Noorthoorn de realizar esta primera muestra -concretada en casi dos meses- que se enmarca en el proyecto institucional KM1 de este año. Para la directora del Moderno, esto constituye un «acercamiento del museo al entorno del barrio», y es una continuidad del proyecto Comunidades que realizan desde 2013.
«Victoria hablaba de esta manera de trabajar con la comunidad KM1 que están planteando. Nosotros lo hemos hecho desde el principio, entonces, esta manera de encontrarnos con el mismo trabajo, del ala institucional del estado y nosotros que somos del borde pero con la misma metodología de trabajo, verlo unido ahora, esta fusión acá está, es esto (la muestra), impecable», expresó Gadpen durante la inauguración en la que se homenajeó la memoria de Merkin.
En esta oportunidad, el museo, dependiente del ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, incorpora a la empresa social al espacio del patio de los días domingos para comercializar sus productos: la revista y lo que ofrecen en el almacén «A comer que se acaba el mundo», donde también funciona una sala permanente de arte.
HBA ofrece desde hace 21 años una oportunidad de inserción laboral a personas en situación de vulnerabilidad por medio de la venta de la revista, y ARTE-HBA es el espacio territorial-artístico destinado a la formación y acompañamiento de personas vulnerables con talentos invisibilizados.
Situado en el corazón de San Telmo, el taller es parte de ese espacio de sostén y contención social para aquellos que quedaron por fuera del sistema y tienen con la venta de la revista Hecho en Buenos Aires la posibilidad de su reinserción social y oportunidad laboral.
A su vez, entre los servicios sociales y formativos que despliega HBA está el taller de arte que funciona cerca del museo, en Avenida San Juan 21 los jueves por la tarde.
«La idea del taller es generar un espacio amplio y diverso, donde todas y todos puedan encontrar un rinconcito, un rato, para poder expresar alguna cosa de su vida. No hay planes a largo plazo. Es un poco como la vida, qué hacemos con lo que tenemos y el resto lo hace la sensibilidad de las personas que están, porque parece que afuera del taller todo es duro y difícil y en el taller todo es posible», explica Ventosa, a cargo de las clases del taller. Y agrega: «Siempre hay cosas maravillosas, pequeños descubrimientos que son enormes logros».
En las obras expuestas se afirma esa necesidad creativa, el espacio de introspección necesaria que se sustrae de las necesidades cotidianas y se concentra en la creación de una obra necesaria, con deseos y mirada propia.
A su vez, cada una condensa urgencias, sinceridad, inquietudes y relatos que estallan la convicción del poder transformador del arte «como vehículo de integración social y transformación», postulado por HBA entre otros.
En el taller, los artistas y vendedores -aunque no todos los son- despliegan momentos de libertad. Como antecedente expositivo, este año, el taller de arte HBA había exhibido sus trabajos en la galería Para vos Norma mía que gestiona la artista y gestora cultural Fernanda Laguna en el barrio de Villa Crespo, y que tuvo como vínculo a Aisenberg.
La exhibición estará disponible hasta el 28 de febrero y se puede visitar en Avenida San Juan 350 (CABA), con reserva previa en museomoderno.org (la entrada general es de 50 pesos), los lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19 y sábados, domingos y feriados de 11 a 20.