Fuente: Ámbito ~ Obras de Adriana Bustos, Claudia del Río y Mónica Millán dan una perspectiva inigualable de un arte proveniente de las provincias.
El viernes pasado, en el Museo Moderno, se inauguró la exposición “Paisaje peregrino. Adriana Bustos, Claudia del Río y Mónica Millán”, curada por Carla Barbero con la asistencia de Ángeles Ascúa. El espectador disfruta en mayor o menor grado de una grata experiencia estética, de acuerdo a sus conocimientos o el deseo de adentrarse en el universo de un arte proveniente de las provincias. Al ingresar a la sala hay un inmenso dibujo al lápiz de la misionera Mónica Millán. El trazo es único, tiene la magia de una filigrana y al adentrarse en la obra, es posible descubrir el claroscuro de la línea, producto del dominio del pulso y de un virtuosismo excepcional. El tema es la selva, atravesada por una manada de ciervos. La rugosidad de los troncos se vuelve visible, mientras hay zonas donde se define la condición infinita de una espesura inconmensurable. Cerca de allí, como un frágil monumento que es una joya, se levanta “Jardín de la novia”. Desde las obras de la década del 90 hasta las de la actualidad, Millán siempre enfocó su mirada sofisticada en la naturaleza. Con el tiempo, la sensibilidad se agudiza y los afanes conceptuales también: sus últimos trabajos sobre telas de diversos colores y con sus preciosos bordados, se combinan y superponen como composiciones constructivistas.
En el medio de la sala, por su atractivo visual, se destaca el mapa “Imago Mundi V. Goldsilver” de Adriana Bustos, artista nacida en Bahía Blanca, radicada en Córdoba y reciente ganadora de la Residencia para Artistas FAARA en Punta del Este. La muestra explora sus investigaciones, la más notable es el descubrimiento de la ruta de las mulas que, en los tiempos del Virreinato, trasladaban el oro y la plata desde Potosí al puerto de Buenos Aires. El camino coincide exactamente con la ruta de quienes en el presente trasladan drogas. Las nuevas mulas, constituyen el 70% de la población carcelaria cordobesa. El formato de los mapas circulares imita las creaciones del siglo XV. Allí se vuelca la información, real y ficticia, y se ordena ópticamente el trabajo. Bustos señala: “Comenzó como un mapa mental para localizarme en el tiempo y en el espacio de mi propia producción”. Publicados en 1483, los mapas pueden haber orientado a Colon en sus viajes; figuran entre los primeros tratados de cosmogonía y proponen la tesis de una tierra redonda con dos polos. Bustos agrega que sus “Imago Mundi” son dispositivos visuales con información encriptada donde representa la geografía con sus mares y los ríos, entre otras imágenes construidas y encontradas. Hay un yaguareté junto a la versión de las “Tres gracias”, con una blanca entre dos indias, un sinfín de retratos de época, entre otros, de Cándido López, San Martín, Bartolomé Mitre y, sumadas a estos datos, las ideologías se desplazan a lo largo de la historia. De este modo, Bustos le pega una vuelta de tuerca muy personal al uso artístico de los mapas, se sirve de ellos para presentar una nueva lectura del mundo.
La rosarina Claudia del Río participa con obras muy diversas. Según aclara Carla Barbero, “dibujos, pinturas, textiles, esculturas y videos, realizados en los últimos treinta años y algunos especialmente para esta exposición”. La vida junto al río Paraná no pasa inadvertida en una serie de dibujos que ostentan el color del barro. Del Río describe el territorio donde vive. “La experiencia física del paisaje, el litoral como un espacio que cambia todo el tiempo gracias al agua, muchas veces con la aparición de formas que no tienen casi nombre. Claro que mi apellido es como una marca de agua, como la del papel”. Recuerda entonces al porteño Marcelo Pombo que curó en el Museo MACRO de Rosario la muestra “Nuevos artistas del litoral” que le resultó reveladora: “Un encuentro entre mi formación y mi deseo en ese presente”. Sobre los dibujos, observa: “El uso de un solo color hizo que el repertorio de formas pudiera ser amplio, pensando a la monotonía como una escuela. La primera vez que mostré estas pinturas, fue en la editorial Iván Rosado, con una instalación festiva, lamparitas y floreros”. Al tiempo se publicó el libro “Litoral y Coca Cola” que brinda el título a la serie. “En todo esto hay una referencia y compañía insoslayable. Tengo un papá químico que trabajó toda su vida en la industria cerámica, siendo chiquitas a mi hermana y a mí nos traía unos fabulosos panes de arcilla (extraída de acá nomás, las islas del Paraná); ella es arquitecta, yo artista”.
El Museo Moderno colmado de gente y de proyectos educativos, pone en evidencia que el público masivo ha descubierto y valora los tesoros del arte moderno y contemporáneo argentino. En las salas del Moderno se puede ver la extensa muestra de su colección permanente y varias temporarias. Los artistas contemporáneos que en estos últimos años ocupaban espacios no siempre accesibles al gran público, hoy cuentan con un Museo que aspira a legitimarlos y brindarles la más alta visibilidad.
Mañana a las 18 horas, en el marco del Ciclo de Arte Contemporáneo organizado por el Museo Moderno junto al Banco Supervielle, se podrá acceder a un encuentro virtual con Carla Barbero y Mónica Millán. (ID de reunión: 868 1093 5775/ Código de acceso: Arte