Fuente: La Nación ~ Una pintura tridimensional del artista argentino ingresó al acervo del Museo de Arte Moderno de Nueva York. La obra fue donada por un coleccionista estadounidense que la había comprado en la feria Arco en 2017.
“David Wojnarowicz, BA, 1984″, una pintura tridimensional del argentino Luis Frangella (1944-1990), ingresó este mes en la colección permanente del MoMA, uno de los museos más influyentes y visitados del mundo. La obra que refleja la estética del East Village neoyorquino de los primeros 80 fue ejecutada en materiales urgentes durante uno de los viajes que el artista hacía a Buenos Aires: acrílico sobre cartón corrugado y madera. Símbolo del regreso a la pintura tras años acompasados por el conceptualismo, los materiales reflejan el carácter underground de la obra de Frangella así como una maestría capaz de abarcar en una pincelada el nervio del expresionismo abstracto aplicado a un género clásico como el retrato.
La obra fue donada al museo por el coleccionista estadounidense Michael J. Ettner, quien la había adquirido en la feria Arco cuando Argentina fue país invitado en 2017 y estuvo exhibida en 2022 en la muestra “Greater New York” en MoMA P.S.1, una sala satélite del museo neoyorquino. Su incorporación fue considerada desde entonces a través del Comité del Departamento de Pintura y Escultura y se efectivizó en las últimas semanas. Inés Katzenstein, desde New York, y la galería porteña Cosmocosa que trabaja el acervo del artista confirmaron ayer el ingreso de Frangella en el MoMA.
Katzenstein, curadora argentina de Arte Latinoamericano que se sumó al staff del museo en 2019, fue quien sugirió la incorporación de esta obra de 64 x 47 x 23 centímetros a una colección en la que brillan obras de Berni, Marta Minujín, Liliana Porter, León Ferrari, Alberto Greco y Guillermo Kuitca, entre otros artistas argentinos. “En términos históricos, la incorporación de esta pieza permite expandir la historia de los artistas que trabajaban en el East Village de New York en la década del 80, y específicamente, internacionalizar ese relato. Además, siendo que es un retrato de Wojnarowicz, permite ir hilando vínculos de amistad y colaboración que son especialmente importantes para artistas gay y extranjeros. Por otro lado, en esta obra convergen las investigaciones sobre tridimensionalidad que Frangella venía trabajando desde los 70, con pintura expresionista y materiales de descarte de una forma única”, señaló Katzenstein a LA NACION.
David Wojnarowicz, el rostro que ocupa la superficie de este cuadro que se aventura al observador, fue pareja de Frangella y también parte de la escena que tuvo su hito global en leyendas como Basquiat y Keith Harring. Viajaron juntos a Buenos Aires en 1984 para montar una muestra en el CAyC (Centro de Arte y Comunicación) de Jorge Glusberg (“Desde New York. 37 pintores del East Village”), donde se vieron obras de la nueva escena de Manhattan en el momento en que Buenos Aires atravesaba su fase underground.
Tanto Frangella (en la Galería del Retiro) como Wojnarowicz (de nuevo en el CAyC) realizaron muestras individuales y contaminaron y se dejaron contaminar por la estética de Buenos Aires de mediados de los 80. Restos de cartelería publicitaria arrancados de la calle fueron a parar a pinturas-collage de Wojnarowicz, que también ejecutó una impresionante escultura-objeto sobre una osamenta de vaca tapizada de australes. Frangella, en tanto, se involucraría en la escena under al punto de realizar grandes murales de papel para Cemento, la discoteca inaugurada por Omar Chabán y Katja Alemann en 1985.
Antes, en otra de sus ocasionales visitas, había demudado a los habitués del mítico Café Einstein pintando y destruyendo una obra en vivo en el mismo escenario donde tocaban Los Twist y Sumo. El ojo del arte se volvió sobre Wojnarowicz en los últimos diez años y el carácter multidisciplinario de su obra que abarcaba fotografía y música se reflejó en la gran retrospectiva que le dedicó el Whitney Museum en 2018.
El interés internacional sobre Frangella fue en paralelo ingresando primero a la colección del Whitney y ahora a la del MoMA. En Buenos Aires, en tanto, está representado solo en la colección de Bellas Artes con dos obras: “Torso” (1982) y un dibujo que ganó el premio De Ridder en 1976 y fue rescatado por el historiador José Emilio Burucúa para su muestra “Ninfas, serpientes, constelaciones. La teoría artística de Aby Warburg” en 2019.
Es que el rastro argentino de Frangella fue fugaz, un relámpago en la noche tal como los brochazos que animan la máscara (así llamaba a este tipo de obras) de Wojnarowicz. Sin participar de la escena local aterrizó en Estados Unidos en 1971 y se incorporó como becario al MIT de Massachusetts donde le tocó realizar una proyección en Lecture on the weather, una obra de John Cage estrenada en 1976.
Ese cruce con una de las figuras más influyentes de la vanguardia de posguerra fue determinante en su concepción artística y en su pintura que explotó con su llegada a New York en 1979. La identificación de Frangella con la escena del East Village fue determinante para que el MoMA lo sumara a “Greater New York”. Como lo pone Katzenstein: “En 2020 formé parte del equipo curatorial de esta muestra que se organiza cada cinco años para dar cuenta del arte de la ciudad. En ese marco, decidimos mostrar un grupo considerable de artistas que vivieron en New York en distintos momentos históricos sin el merecido reconocimiento. En P.S.1 se vió una selección importante de obras de Frangella, incluyendo este retrato”.
La noticia vuelve a unir al pintor y a su modelo, también artista y entonces pareja. La epidemia del SIDA barrió con los dos. Frangella se fue en 1990 y Wojnarowicz, diez años menor, le siguió en 1992. Pero es eternidad pura lo que resplandece en esta máscara de cartón corrugado: de Cemento al MoMA.
Para agendar
La muestra “Luis Frangella: Trascendencia y Despedida 1985-1987″, con pinturas del artista, se puede ver en la galería Cosmocosa (Montevideo 1430). De lunes a viernes de 14 a 19, hasta el 30 de agosto.
Sorprendente atracción mística
Me atrajo el soporte de intencionalidad mágica e intrascendentemente cotidiana como el cartón recogido en las calles de Buenos Aires