Fuente: Copyright Clarín by Mara Resio ~ Es Maximiliano Bagnasco, que se hizo famoso por sus pinturas de Maradona. Su nueva obra está en la esquina de Darwin y Gorriti.
Cuando la Selección argentina de fútbol ganó el Mundial de Qatar, a más de 13.000 kilómetros, en Buenos Aires el artista Maximiliano Bagnasco (41) no salió a la calle a festejar porque quería ver las imágenes de los jugadores para elegir la que iba a pintar.
«Supe que tenía que pintar a Messi, con el bisht, levantando por primera vez la Copa del Mundo apenas lo vi, porque se diferenciaba de los otros mundiales. Es indiscutible que Messi ganó el Mundial de Qatar 2022″, cuenta Bagnasco en diálogo con Clarín.
El artista porteño, nacido en Saavedra, reconoce que recibió todo tipo de comentarios. «Hay gente a la que no le gustó porque no se ve la remera blanca y celeste», sostiene. Es que el bisht, una capa semitransparente fabricada con algodón de Japón e hilo de oro alemán, fue protagonista también de ese momento.
En territorio asiático, esta prenda se utiliza para rendir homenaje y demostrar aprecio a una persona de alto estatus. Su valor ronda los 2.000 dólares y hasta el abogado y miembro del parlamento de Omán, Ahmed Al Barwani, ofreció un millón de dólares por la capa.
Esa imagen de Messi con el bisht fue tan importante para Qatar que después de que Maxi empezó el mural el martes 20 de diciembre, no paró de recibir mensajes desde ese país. Además, lo entrevistaron de medios de allá y un jeque lo sorprendió poniéndole una capa que le trajo de regalo junto a un turbante.
«Me gustaría hacerle más cositas al mural, pero no se cuándo voy a poder. Por ahora queda así. Lo podría haber terminado el jueves pero se retrasó, porque fue mucha prensa de todo el mundo», dice. Este viernes logró agregar unos detalles.
Ya lo felicitaron miembros de la AFA y por ahora no habló con los jugadores. Confiesa que todavía se sorprende por el gran reconocimiento que le dan personas que «veía en la tele, miembros de bandas importantes y famosos».
La locación que eligió Maxi para el mural fue la esquina de Darwin y Gorriti, en Palermo Hollywood. El dueño de un corralón de materiales se la ofreció y ya aparece como «esquina Messi» en Google Maps. En ese mismo lugar, en marzo pasado, había pintado a una mujer ucraniana herida durante el conflicto bélico con Rusia junto a la frase «No a la guerra».
Maxi Bagnasco cuando hizo una pintura contra la guerra en Ucrania. Foto Juan Manuel Foglia
Un mural soñado desde antes de ganar el Mundial
«Este año me preguntaban sobre el Mundial y un posible mural. Por lo que habia pasado en la Copa América, todos los argentinos sabíamos que íbamos a ganar, por eso me volví de Miami para ver la final acá y poder pintar», explica.
Maxi comunica a través de sus murales. Los que hace porque quiere, los financia él, que paga desde los materiales hasta el equipo que lo ayuda. Su fama mundial explotó desde el primer mural que hizo de Diego Maradona. Lo empezó el día que falleció, el 25 de noviembre de 2020. Desde entonces, puede elegir qué trabajos hacer.
Maxi Bagnasco frente a uno de los murales que pintó de Diego Maradona, en el Patio de los Lecheros. Foto Germán García Adrasti
«No me paran de llegar mensajes, tengo tantos desde que hice el mural de Messi que todavía no puedo contestar. Debo ordenar la agenda y solo tomar lo que me interesa y me suma como artista», reconoce. Cree que los próximos trabajos serán abocados más a la Scaloneta y al capitán argentino.
Futuros clientes ya le mostraron imágenes de Messi y Maradona con la Copa para que las pinte. «Diego siempre está presente para los argentinos, pero yo no quería pintar al 10 con Maradona para evitar las comparaciones. Son los mejores jugadores del mundo, pero diferentes», sostiene.
Lo contratan para pintar murales y cuadros, y eso lo llevó a trabajar en Rusia, Kosovo, Estados Unidos e Italia. En la ciudad italiana de Pompeya hizo un mural de 12 metros de alto por 5 de ancho de Maradona joven, rezando y con la remera de la Selección. Maxi Bagnasco frente al enorme mural de Maradona que hizo en Canning. Foto Luis Robayo / AFP
«Vivo solo cerca de mi taller, que está en Villa Crespo. No tengo animales ni plantas. Preparé mi mundo para pintar y viajar. Tengo mi vida adaptada a mi arte», dice el muralista que empezó a dibujar a los 9 años.
Cuando sus padres se dieron cuenta de su interés por el dibujo lo llevaron a un taller de pintura de su barrio, Saavedra, al que él califica como un lugar lleno de arte. «A los 9 reproducía pinturas de Van Gogh y llegué a ganar un concurso. Después se publicaron mis dibujos en el diario de la zona. Fui a escuelas de dibujo conocidas, como la de Garaycochea, y sumado a eso, mis papás siempre me incentivaron«, explica sobre su largo recorrido profesional.
El mural de Lionel Messi en Palermo
No sabe si soñó alguna vez con el éxito que tiene. Lo único que siempre tuvo en claro es que quería dibujar y se exigió para aprender más. Maxi dice que al principio dibujaba caricaturas y no pensó que iba a hacer murales. Se fue dando mientras hacía lo que le gustaba: «Siempre fui cambiando en el ámbito del arte», asegura.
Y reconoce: «Cada vez que hice algo me iba muy bien, como cuando daba clases presenciales y venían a estudiar personas del extranjero. O cuando armé el curso de Domestika (un portal de cursos ofrecidos por creativos) que se tradujo a seis idiomas. Ahora los murales superaron mis expectativas«.
La pasión, la constancia y luchar por su sueño lo impulsaron a este artista argentino a lograr sus metas. Y al igual que Messi, empezó desde muy chico a trazar quién quería ser y qué quería hacer.
NS