Fuente: Puntal ~ Nacha Vollenweider y Martín Lanfranco transforman las viejas estructuras y las llenan de expresión y color. Junto a otros artistas intervienen este sector de la ciudad con sus obras. «El objetivo es revalorizar el arte urbano», sostienen, y que la gente lo haga propio.
Las viejas estructuras que aún quedan en pie de la exaceitera, casi al final de la calle Yrigoyen, dejan la oscuridad para convertirse en el lienzo en los que artistas urbanos plasman sus obras.
Así el arte de adueña de esos rincones y les imprime vida, y son las manos de jóvenes muralistas de la ciudad y de toda la provincia quienes se encargan de ello.
Martín Lanfranco, oriundo de Achiras; Nacha Vollenweider, de Río Cuarto, y otros tantos son parte de la intervención que se está realizando en este histórico lugar de la ciudad en un proyecto impulsado desde Fundación. Y lo hacen a través de esta técnica que ha posicionado a Córdoba como Capital del Muralismo, y sus artistas reconocidos en todo el mundo.
La presencia de los jóvenes también entusiasma a los vecinos que ven en su barrio una galería de arte a cielo abierto.
La iniciativa continuará y entre otros muralistas que participarán de la propuesta se menciona a Gastón Liberto y Sergio González, quienes también tienen numerosos trabajos de arte urbano en distintos puntos de la región.
Revalorizar el arte urbano
A unos 10 metros de altura y desafiando al viento que no da tregua, sobre la caja de una grúa, está Nacha Vollenweider. Un casco y en la mano el palo que dirige el rodillo impregnado con pintura que recorre las líneas del dibujo que realiza alrededor del tanque en toda su estructura abarca 201 metros cuadrados.
La joven es coordinadora de este proyecto y en la última semana le dio los últimos toques a su obra, que realizó junto a su colega Cho Bracamonte.
“El objetivo es llevar el arte a la gente que es además el objetivo de la pintura mural. Convocando a artistas sobre todo locales, algunos de Córdoba. Ésta es la primera etapa del proyecto y se eligió la manzana 48 para revalorizar la zona sur”.
Según estiman dicha actividad se extenderá durante todo el mes de noviembre. Detrás de esta tarea hay un equipo curatorial del que forman parte Marcelo Babini y Jimena Mateo.
“Es revalorizar el arte urbano, en Río Cuarto hay un montón y se está manifestando”, resaltó Nacha.
Cada artista tiene la libertad de imprimir sus ideas propias en las obras. Pero a su vez, tratando de tener en cuenta el lugar, la zona y la gente que lo habita.
Nacha Vollenweider intervino el tanque elevado de la manzana 48 de la exaceitera. El violeta y el amarillo son los colores predominantes en sus dibujos. “Este trabajo es más bien lúdico, personajes extraños, pero a su vez tiene esa cuestión más gráfica, más infantil, más en relación al espacio en juego que tiene la plaza”, detalló.
“Yo soy historietista, estudié con Gabriel Yabar. Él me enseñó el oficio de la historieta”, resalta. Pero su biografía también detalla que es licenciada en Pintura por la Universidad Nacional de Córdoba y magister en Arte, especializada en Ilustración y Diseño, por la Universidad de Ciencias Aplicadas de Hamburgo.
Así, a su pasión por la historieta le suma ahora la del arte urbano, y el muralismo en su máxima expresión.
“En 2021 ganamos con Carbonillas Projekt el premio muralismo Bancor. Con ellos expuse en el Museo Caraffa en una muestra colectiva que curó Dante Montich. El 23 de abril (pasado) pinté una fachada en Córdoba en el marco del programa ‘Arte de nuestra gente dirigido por José Lezcano´”, detalla Nacha.
Mientras se prepara para ascender con la grúa y continuar con su arte, Nacha destaca esta iniciativa municipal: “Es muy jugada. Apostar al arte callejero, al arte urbano es hacer que la gente lo haga propio”.
Libertad de elegir
Martín Lanfranco intervino una gran pared que fuera la estructura de un galón de la exaceitera, entre calles Isabel de Guevara e Yrigoyen.
Tatuador, pintor de caballete y muralista, este artista oriundo de Achiras ha dejado el sello de su arte urbano en numerosas poblaciones de la zona. Y hoy participa de este proyecto en Río Cuarto.
“Me invitó a participar Nacha y me cuenta del proyecto este que es la recuperación de la exaceitera con murales, y me prendí”, señala.
Su trabajo terminado abarca 17 metros de ancho y más de 8 metros de alto.
“Me llevo más o menos una semana hacerlo. Nos dieron la libertad de elegir la temática a plasmar en nuestro proyecto”.
Una mujer con una rana en la cabeza, y un joven de espaldas con una mochila repleta de flores es la obra de Lanfranco.
Al explicar en qué se inspiró detalló: “Lo denomino ‘Parece ser que la rana no va a convertirse en príncipe’. Traje a colación el viejo cuento de la princesa que le da un beso a la rana y la convierte en príncipe. En este caso no es lo que ocurre, y sobre la cabeza de la mujer se observa la rana”. Además un sello distintivo de sus trabajos son los íconos de redes sociales. “En este caso usé el de ‘like’ de instagram”.
Respecto del lugar que ha ganado el muralismo como expresión artística urbana, Martín sostiene: “Yo creo que el tema del muralismo y el arte en general va tomando otra dimensión. Me parece que se corta un poco con la famosa cuestión del arte romántico, se rompe con eso de romantizar el arte en sí. Desde mi perspectiva esa mirada es bastante elitista por un lado. Entonces con el arte del muralismo se trata de romper ciertas barreras y llegar al general de la gente, de la comunidad que en realidad termina construyendo las obras”.
Y agregó que “poner una obra en una arquitectura termina siendo una intervención, pero la gente que transcurre día a día, que habita los espacios, que va al trabajo, en realidad va construyendo el mismo mural. Entonces es otra forma de llegar a la gente. Y el arte se vuelve más permeable. De allí que tome esta dimensión.
Muchos de los murales realizados por Martín Lanfranco en la zona fueron noticia en Puntal. Así por ejemplo su homenaje a los trabajadores de la salud en plena pandemia, con una obra plasmada en Achiras, otro mural sobre los Bomberos Voluntarios, y trabajos en Sampacho y otras localidades.
“Yo tengo el privilegio de vivir del arte. Soy tatuador, muralista, soy pintor de caballete. Siempre digo que tuve las herramientas para llegar a vivir de esto, tengo esas posibilidades que mucha gente no tiene”, expone.
Y mientras contempla su obra y anhela que los vecinos de la zona y quienes recorran la exaceitera la hagan propia, ya se prepara para nuevos desafíos y viajes que dice es el alimento del alma.
Y el trabajo continúa en el predio de aquella histórica fábrica. Un grupo de obreros se encarga de pintar y hacer la base naranja en la que, en el transcurso de estos días, serán otros los artistas que llegarán para dar vuelo a la imaginación y ser parte de esta galería a cielo abierto.