Fuente: La Nación – La exhibición “Pintores de la historia” recorre hechos fundamentales en cuadros de Cándido López, Juan Manuel Blanes, Pedro Subercaseaux y Pedro Figari, entre otros artistas
De una vez y para siempre, son sucesos que marcaron la historia de nuestra nación y, también, nuestro imaginario social. Eso es lo que se puede encontrar en las piezas que integran la muestra Pintores de la historia, en el Museo Histórico Nacional, ubicado en Parque Lezama, que incluye obras de algunos de los artistas más importantes del acervo y que integra el guion permanente de la colección.
En las últimas décadas del siglo XIX, una serie de artistas comenzó a pintar escenas de la historia argentina. “Son cuadros que parecen fotos de época pero que, en realidad, fueron pintados cien años después”, señala Gabriel Di Meglio, director del MHN. Es que en Buenos Aires en 1810 no había artistas, ya que no existían escuelas donde formarse y aprender la profesión. “Pintores buenos no había, fueron apareciendo con el tiempo, pero no pintaban escenas del pasado”, dice Di Meglio.
Habrá que esperar hasta fines del siglo XIX y principios del XX, cuando empieza a consolidarse el Estado Nación y comienza a tener un lugar central el modo en que se narra el pasado. “Eso se da con la generación del ochenta y muy escasamente antes”, señala la historiadora del arte María José Herrera. Fue un momento clave en el que empezaron a construirse edificios públicos que necesitaron de esas imágenes de la historia. “No existía en Buenos Aires el consumo de arte, sino que solo se coleccionaban imágenes religiosas”, apunta Herrera.
Es por esa razón que acontecimientos centrales como la Revolución de Mayo, la declaración de la Independencia en Tucumán o el cruce de los Andes no fueron pintados en el momento en que se concretaron. Las obras que luego se realizaron por pedido del Museo Histórico o del Estado estaban destinadas muchas veces a integrar libros, billetes y material educativo. Con esas pinturas, se buscaba transmitir valores patrióticos, brindar discursos épicos para una nueva nación, resaltar las virtudes de los héroes del pasado y fortalecer la identidad nacional.
El Museo Histórico encargó pinturas que luego se volverían clave, como El Cabildo abierto del 22 de mayo de 1810, de Pedro Subercaseaux, un cuadro de gran formato que el artista fue componiendo mediante diálogo epistolar con Adolfo Carranza, fundador del Museo Histórico Nacional. Subercaseaux vivía en Chile. Carranza le decía qué personajes quería que estuvieran.
Un dato ilustra cómo fue la metodología de la composición: “Mariano Moreno en ese Cabildo no habló, pero como Carranza era muy admirador de Moreno lo ubicó abajo, a la derecha, pese a que no sabemos qué hizo Moreno ese día”, señala Di Meglio.
Hay otra imagen delCabildo abierto del 22 de mayo de 1810: es un boceto en óleo sobre tela del gran pintor uruguayo Juan Manuel Blanes, quien se documentaba con textos de la época y consultaba a historiadores. Este boceto del Cabildo abierto no llegó a convertirse en una gran pintura posiblemente por falta de financiamiento.
Se exhibe también La capitulación de Salta, de Augusto Ballerini, artista argentino formado en Europa, quien en esta obra puso el eje en la victoria del ejército de Manuel Belgrano en la batalla de Salta. Tras la gloriosa batalla, se acordó que las tropas del rey entregaran todas sus armas, municiones, banderas y material militar y que juraran no volver a luchar contra los ejércitos patrios. A cambio, Belgrano les garantizó la integridad y la libertad, decisión que suscitó críticas. La pintura muestra el abrazo entre Belgrano y Pío Tristán, el general enemigo.
Los últimos momentos de Manuel Dorrego,de Fausto Eliseo Coppini, plasma el angustiante tiempo previo al fusilamiento de Dorrego por orden de Juan Lavalle. Para hacer esa pintura, Coppini se basó en las memorias de Gregorio Araoz de Lamadrid, compadre de Dorrego, que en la representación pictórica le da un abrazo de despedida al prócer. En primer plano se ve al Padre Castañer, que “suministra los auxilios espirituales”, y el banco donde sentarán al condenado a muerte. En segundo plano, el pelotón de fusilamiento.
Otras de las obras incluidas en la muestra es Batalla de Chacabuco, también del artista chileno Subercaseaux, quien plasmó el triunfo revolucionario sobre los realistas de Chile con la figura de José de San Martín heroico y montando un caballo blanco (como se solía representar a las figuras heroicas en Europa), imagen que luego se volvió icónica. El caballo blanco de San Martín, que es un recurso estético que no está documentado, se volvió un símbolo recurrente en libros, manuales, láminas escolares y en el imaginario social. Según señala Di Meglio, representa la luz, resalta la figura de San Martín como héroe y le da el carácter de iluminado.
En cambio, en La revista de Rancagua, Blanes pintó una escena en la que imaginó a San Martín en Rancagua (Chile) pasando revista al batallón 8, integrado por soldados de ascendencia africana. En lugar de representarlo con un caballo blanco, lo hizo en uno marrón que lleva un collar de estrellas y cuya cabezada también tiene pequeñas estrellas plateadas. Desde el museo señalan que esta obra de Blanes se ocupa de un episodio clave en la trayectoria de San Martín: tras la caída del gobierno central de las Provincias Unidas, el general renunció a su cargo, pero sus oficiales, reunidos en Rancagua, decidieron por unanimidad su continuidad.
De Cándido López, de quien el museo tiene 32 obras, se pueden ver once joyas. En Abra del otro lado de Santa Lucía, López revela con paleta cautivante su maestría para narrar la guerra de la Triple Alianza, en la que luchó al tiempo que realizaba bocetos y anotaciones de los enfrentamientos y de la vida cotidiana. Pero, tras la batalla de Curupaytí, en la que una granada estalló en su mano derecha, debió abandonar la guerra. Durante años entrenó su mano izquierda para poder deleitarnos con estas pinturas que denominó cuadros históricos, y que son documento artístico preciado.
En La noche del 20 de mayo de 1810 en casa de don Nicolás Rodríguez Peña, el italiano Guillermo Da Re buscó representar en una obra de 1909 un episodio tomado de las memorias de Martín Rodríguez. Allí se narra que el 20 de mayo Cornelio Saavedra, jefe de los patricios, prometió su apoyo contra el virrey Cisneros, quien se vio obligado a aceptar la convocatoria a un cabildo abierto ante la crisis que se vivía en España. Por la noche, los revolucionarios se juntaron en la casa de Rodríguez Peña para festejar.
Una temática central de los expresivos óleos del uruguayo Pedro Figari fueron las clases populares rioplatenses de la primera mitad del siglo XIX. Él las pintó más tarde, entre finales de ese siglo y principios del siguiente. EnBaile de negros. Carnaval en la época de Rosas recrea una escena de candombe en un carnaval porteño durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Se ven hombres y mujeres con trajes de colores vivos que llevan estandartes rojos, símbolo de identidad federal y apoyo al gobernador. El carnaval solo se festejó en los primeros años del gobierno de Rosas, ya que el Restaurador lo prohibió en 1844.
Damas Patricias constituidas en Sociedad Patriótica en casa de Escalada, del artista argentino José Gerompini, conmemora a algunas mujeres de la elite de Buenos Aires que a mediados de 1812 se organizaron y donaron recursos con el objetivo de comprar fusiles para la lucha revolucionaria. Adolfo Carranza, primer director del Museo Histórico Nacional, llamó a estas mujeres “Patricias Argentinas” y puso énfasis en la necesidad de homenajearlas. Algunos rostros y vestidos de la pintura están tomados de retratos en miniatura que se conservan en este museo. Entre las representadas están Mariquita Sánchez y las hermanas María Eugenia y Remedios de Escalada.
Para el fin de semana largo
Pintores de la historia se puede visitar de miércoles a domingos, de 11 a 19; los sábados, las puertas del museo cierran a las 21.
Hoy a las 11.30: el Museo Histórico Nacional (Defensa 1600) ofrece una visita guiada por la muestra Tiempo de Revolución, que reúne objetos e imágenes del crucial período que va de 1808 a 1824 en el Río de la Plata. A las 15,30, habrá un recorrido por Pasión de Multitudes, exposición sobre la historia del fútbol argentino desde sus inicios hasta la actualidad.
Mañana, a las 11.30 y a las 15.30, se repite la visita por Tiempo de Revolución ya las 14 y a las 17, se podrá conocer la reserva del museo en un recorrido especial por uno de los depósitos de patrimonio del Museo Histórico Nacional. Además de descubrir objetos de la colección que no están exhibidos en las salas, se podrá conocer el detrás de escena de las tareas de guarda de patrimonio. “Reserva visitable” se realizará también el martes 20 a las 14 y 17. Todo con entrada gratuita. La programación completa se puede consultar en este enlace.