Fuente: La Nación ~ Con María Negroni a cargo de las palabras inaugurales, el primer día del festival ofreció lecturas compartidas, talleres, un recorrido por la muestra “Tercer Ojo” de Malba y una “eco performance”.
Con palabras inaugurales a cargo de María Negroni, en el auditorio colmado de Malba, empezó esta noche el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FILBA), que este año tiene como invitada especial a la estadounidense Laurie Anderson. Participaron del acto, Eugenia Zicavo, que presentó a Negroni, y Pablo Braun, presidente de Fundación Filba, que subió al escenario con una planta. Ante la sorpresa de los presentes, explicó: “Queremos que todos se llevan una planta a su casa como un gesto simbólico, como un granito de arena” para alertar sobre el problema del medio ambiente.
En su conferencia, “Historia natural del deseo: 6 fragmentos a favor de lo indócil”, que se transmitió en vivo por el canal de YouTube de Malba, Negroni recorrió escenas del cine, del arte, del universo de la ficción y de la poesía con referencias a la vida y la obra de artistas, cineastas, poetas, narradores. “Como el deseo, la poesía es díscola por naturaleza. No se deja encuadrar, gobernar, restringir. Se niega a la madurez. Hace que estalle la diferencia en el centro mismo de lo homogéneo. Entre la ley y el desacato, elige siempre el desacato. Quizá esto explique por qué es tan difícil, de leer y de escribir. En ella, todo se trastoca: la emoción piensa, la sintaxis se emociona, la obsesión se hace forma, la forma defiende la soledad en que estamos, y el silencio alcanza el difícil estatuto de la palabra muda”, escribió en uno de los seis puntos en los que fragmentó su discurso.
Más adelante, en la “parada” tres, “El discreto encanto de los activismos”, planteó: “Toqué el tema en El corazón del daño. La poesía pertenece a la política de un modo singular. Esa pertenencia consiste en sostener una no pertenencia. ¿Y en qué consiste esa no pertenencia? En producir un cortocircuito entre el sentido y las palabras, para que el ruido de lo convencional, siempre repetitivo y asfixiante, pueda ser puesto en silencio. La poesía es un inutensilio, escribió Paulo Leminski. El neologismo es un hallazgo y una provocación. La poesía, tiene razón Leminski, se niega a servir para algo. Aparte de eso, es una casa o un aula o un cofre que aspira a la inadhesión, a mostrar lo incompleto, lo fuera de lugar de nuestra condición en el mundo. Eso, en sí, ya es altamente volátil. No conozco mejor antídoto contra el autoritarismo”.
Más temprano, Julia Armfield, Giovanna Rivero, Dolores Reyes, Marina Mariasch y Diego Zúñiga, moderados por Zicavo, participaron de “Manifiestos”, “una declaración de intenciones, una hoja de ruta, una convicción que busca seguidores”. Cada uno reveló sus “pequeñas luchas cotidianas” con la literatura y la vida en general. Zúñiga, por ejemplo, reivindicó el resentimiento como una vía para otorgar un “resentido” a determinadas acciones o pensamientos, “como un ejercicio de memoria”. Mariasch, por su parte, aseguró: “Creo en la marcha, en las cosas que están en marcha, en lo que se hace sobre la marcha”.
El primer día se completó con la eco performance “Ruge el bosque”, en el marco del Foro Traducción expandida: activismo y práctica de co-creación literaria. Muchos siguieron la presentación con la planta de regalo en la mano.