Fuente: BAE – A 80 años de su muerte, el artista noruego sigue vigente en exposiciones y películas que lo tienen como protagonista.
Inspirador de emociones compartidas como los emoticones creados a partir de su célebre cuadro «El grito», el gran pintor noruego Edvard Munch mantiene invicta su presencia tan universal como los temas reflejados en sus pinturas y grabados sobre el amor, la angustia y la melancolía que siguen convocando miradas y relecturas a 80 años de su fallecimiento.
«La naturaleza no es solo lo visible para el ojo, también son las imágenes interiores del alma», decía Munch, que nació el 12 de diciembre de 1863 en Løten, y falleció de neumonía el 23 de enero de 1944.
Museos exclusivos, muestras permanentes y temporales, inmersivas, películasy la presencia de sus obras en grandes colecciones, marcan un derrotero que habilita mitos e historias sobre dolores existenciales como marco de una obra que más allá de lo expresivo permea los ciclos tan humanos de la vida y la muerte. Aunque, también lo permanente y la vitalidad de los colores, como manifiesta la pintura «El sol», colgada en el salón de actos de la Universidad de Oslo.
Luces y sombras, color y movimiento y la vida desde el dolor al amor pasando por el sexo y la soledad, la depresión, la angustia, la ansiedad, el alcoholismo y la genialidad, conforman su amplia paleta temática. A caballo entre dos siglos y figura bisagra entre el pujante e industrializador del XIX y un revolucionario y cambiante siglo XX, su mirada atenta sobre el mundo se convirtió en símbolo del sentir finisecular, y junto a Vincent van Gogh, se los señala como pioneros del expresionismo alemán.
Mundialmente conocido por «El grito» que representa a un hombre gritando con las manos en los costados del rostro, el conocimiento sobre Munch parece detenerse en la obra maestra pintada a los 30 años sin contemplar los años posteriores de trabajo ni la complejidad de la obra.
La versión inaugural de «El grito» (1893) fue expuesta en Alemania, y en una de las cuatro versiones que realizó siendo la última de 1910, cuando escribió en lápiz sobre el cielo rojo: «Sólo podría haber sido pintado por un loco». Para la versión de 1895 realizada en pasteles y vendida en 2012 por casi 120 millones de dólares -la única en manos privadas- Munch escribió en el marco con pintura de color rojo sangre el poema que lo había inspirado un año antes durante un paseo con amigos en las colinas de Oslo, con la puesta de sol y un cielo rojo como la sangre que lo dejaron «temblando de angustia» y sintiendo «que un inmenso grito infinito recorría la naturaleza».
Con el tiempo, el cuadro «se convirtió en el símbolo de la angustia universal», y según Peter Olsen, descendiente del que fuera amigo y mecenas de Munch, quien vendió el cuadro, «muestra el momento escalofriante en el que el hombre se da cuenta de su impacto sobre la naturaleza y los cambios irreversibles que ha provocado».
Muestras, cine y subastas
Bajo el título «Goya y Munch: Profecías modernas», hasta mediados de febrero el Museo Munch de Oslo presentará una muestra colectiva titulada «Edvard Munch Horizons». Continuará con otra que explorará la relación del pintor con la naturaleza y el cosmos. En tanto, el Museo De Reede en Bélgica se dedica por estos días al arte gráfico de Francisco Goya, Félicien Rops y Munch.
Pero también el cine lo recuerda como en la noruega «Munch» (2022) dirigida por Henrik M. Dahlsbakken, que retrata cuatro períodos de la vida del genial artista y se detiene en los conflictos y deseos que lo impulsan.
Munch es también muy convocante en las subastas: más allá de ese gran récord de 2012 para de «El grito» realizado en pasteles, en 2016 se subastó la pintura «Las chicas del puente» alcanzando los US$54,4 millones, cuando previamente había sido vendida por US$7,7 millones en 1996 y por 30,8 millones en 2008 . Ahora, una nueva subasta tendrá lugar en Sotheby’s de Londres el 1 de marzo cuando se ponga a la venta la pintura «Dance on the Beach» realizada entre 1906 y 1907, por la que estiman alcanzar entre US$15 y 25 millones.