Fuente: ámbito – “La materia infinita” es el nombre de la exposición consagrada a la obra
del artista nacido en Suiza, y que se radicó en la Argentina durante la guerra.
“La materia infinita” se exhibe en el Museo de Arte Tigre (MAT), donde es imprescindible llegar para no perderse la muestra homenaje a Pablo Edelstein. Con la curaduría de Laura Casanovas y Gabriela Vicente Irrázabal se ha organizado una selección dividida en núcleos temáticos y técnicas en las que se puede apreciar el oficio de escultor y su calidad como ceramista.
Graciela Arbolave, directora general y artística del MAT recuerda en su texto introductorio las visitas a su taller de la mano de su padre, situada en una casona donde estaba también el atelier de Emilio Pettoruti, el de Juana Heras Velasco, donde además se congregaban maestros y alumnos de la Escuela Libre de Artes Plásticas “Altamira”. También recuerda la profunda amistad entre Edelstein y Lucio Fontana con quien mantuvo una extensa correspondencia a lo largo de su vida así como con Santiago Cogorno. Cuatro salas están dedicadas a esta muestra antológica que incluye más de 70 obras entre esculturas, dibujos, pinturas en tinta, lápiz, pastel y acuarela.
Nacido en Suiza en 1917 y fallecido en Buenos Aires en 2010, Edelstein cursó estudios secundarios en Viena y su madre lo llevaba a visitar los principales museos. Estudió agronomía y ya establecido en Buenos Aires a partir de 1944 se dedicó a tareas agropecuarias sin dejar de estudiar pintura y dibujo. Sus maestros fueron Jorge Larco, Raúl Soldi, Jorge Romero Brest, Laerte Baldini.
Fue también un gran deportista, hizo cumbre en el Fitz Roy, de allí su conocimiento de la musculatura cuando modelaba las figuras humanas en movimiento.
Pero no solamente la figura humana sino la tauromaquia, entre ellos, Toro engranaje”, “Toro misionero” con recursos muy variados, contundentes, ya sea en relieves, pintados, en chapas, formas fragmentadas con toda la fuerza emblemática que se le atribuye desde que era considerado como un símbolo del cielo y del padre, flores, paisajes, bustos, osados y eróticos desnudos, cabezas, bodegones, la geometría y la abstracción ya que Edelstein abarcaba todas las disciplinas.
Reacio a megaexposiciones, una de las razones de su amor por la cerámica era que “esta tiene la modestia de emocionar con sencillez, la cerámica cuenta al hombre lo sagrado, lo cotidiano, lo comercial. Las ánforas no sólo transportaron el aceite, los cereales, cuentan historias”.
Amaba modelar figuras en cerámica, su tipo preferido era el chamotte, arcilla calcinada, triturada o molde. Son notables sus cabezas o bustos de sus contemporáneos, escritores, escultores, críticos , pintores, generalmente sin esmaltar porque buscaba la cualidad táctil y visual de la terracota. En una de las salas están las cabezas de Romero Brest, Luis Seoane; una obra de 1987, Jorge Luis Borges dialogando con Baruch de Spinoza, el famoso filósofo judío nacido en Amsterdam en 1632 por quien Borges sentía admiración, Berni, Líbero Badii con su clásica boina.
Hay testimonios como el de Lydia Zubizarreta que fue su alumna durante más de 10 años “aprendí el sentido del arte con él”, contagiaba su entusiasmo y recuerda que solía decir “que el momento del disfrute era el hacer”, así como explicaba movimientos como Dada, el Pop porque “las reglas están para romperlas”.
Lo recordamos por su mirada diáfana, su cultura, su gran sensibilidad su caballerosidad y su interés por lo trascendente.
Como legado no buscó el éxito personal, ni la fama, ni los premios a pesar de haber logrado muchos en vida, entre ellos, el Konex en 1992. Fue uno de los impulsores para que la disciplina cerámica fuera incorporada a partir de 1976 en el Salón Nacional de Artes Visuales.
Recordamos otra faceta de Pablo Edelstein en ocasión de una muestra en el Centro Cultural Recoleta en 2007 , curaduría de Raúl Santana. Inspirado en la cinta de Moebius realizó en chapa, bronce y acero inoxidable formas ondulantes, ingrávidas y entre ellas, destacamos “La flor de la amistad” y “Tréboles de la suerte”, esta última emplazada en la explanada que da al río.
Sus obras pueden verse en el Museo Fader (Mendoza), en el patio de la Fundación Favaloro, hay un mural de microcerámicos en el edificio de José Hernández y Arribeños.
Con motivo de esta muestra se ha publicado un excelente libro bilingüe , castellano-inglés, textos de María Paula Zacharías, Laura Casanovas y Gabriela Vicente Irrázabal profusamente ilustrado con fotografías de Alberto Natán, Jesús Giraud y Alexis Edelstein, 328 páginas, India Ediciones.
(MAT. Paseo Victorica 972, Tigre. Miércoles a viernes de 13 a 18. Sábados, domingos y feriados de 12 a 18. Clausura el 17 de marzo de 2024).