Fuente: La Nación ~ En el menú del Festival Internacional de Buenos Aires hay propuestas que sorprenden al público y lo desafían a participar en espacios no convencionales como un museo, un bar y la calle.
Dos cabinas telefónicas están ubicadas en esquinas opuestas del hall central del Malba. En cada una entra un espectador; se le indica que atienda el teléfono y diga solo lo que lee en la pantalla al frente suyo. Se cierra la puerta de la cabina y empieza el diálogo entre los dos participantes. “¡Feliz cumpleaños! [la pantalla le ordena que cante] Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas, que los cumplas, que los cumplas feliz”. Obedece y canta, aunque todavía no sabe a quién le habla. En unos minutos descubrirá que está encarnando el personaje de una mujer en plena batalla judicial con su ex marido y que su madre -desde la voz de la otra cabina- está internada en un geriátrico y ha perdido la memoria.
Red Phone es una experiencia interactiva creada por Boca del Lupo, una compañía de teatro de Vancouver. La obra “arroja” al público a una situación guionada por algunos de los dramaturgos más geniales del mundo, utilizando la intimidad de una llamada telefónica y la tecnología de un teleprompter. Que los cumpas feliz, escrito por María y Paula Marull es uno de los ocho textos que se presentan en esta edición.
“Creo que a la gente le gusta la privacidad de meterse en la piel de los personajes sin la dimensión performática, solo con la voz”, dice a LA NACION Sherry J. Yoon, directora de la compañía Boca de Lupo y creadora de la obra. “La cabina genera un momento de intimidad. El único que puede escuchar es el otro participante. Es algo que hacés para vos y para nadie más. Cuando estás adentro de la cabina no hay tiempo de procesar nada. Tenés que seguir el ritmo de la conversación tal como aparece en la pantalla. Recién cuando cortás el teléfono podés pensar”.
La obra fue creada en 2016. Durante la pandemia las cabinas viajaron a diferentes ciudades al interior de Canadá. “Sabemos que no reemplaza al teatro, pero captura algo de la experiencia teatral: la performance, la conexión, la emoción… Como las salas estaban cerradas, poníamos las cabinas afuera o en bares”, recuerda Sherry J. Yoon. “Esta es la primera vez que Red Phone sale de Canadá. En cada comunidad que visitamos proponemos que elijan a un artista. La idea es que escriba sabiendo que no lo leerán actores sino personas del público general”.
Que los cumplas feliz funciona como una sátira de la felicidad, del cumpleaños como un paso más hacia la decrepitud y el final de la vida, y de la difícil tarea de ser padres de nuestros padres. Pero no todas las obras apelan a la autocompasión. ¿Qué puedo hacer?, de Gabriel Calderón, pone al espectador en la piel de un fanático religioso. El diálogo teje con sutileza una negociación violenta que no revela su potencia hasta el final.
“Vi la propuesta y vine sin saber bien de qué se trataba. Intento ir a todas las actividades de FIBA”, dice Martina Barragán, estudiante de actuación a quien Red Phone “le encantó”. Otros llegan a las cabinas de casualidad, de camino a las exposiciones del Malba, como Daniella e Isabel Martín, dos hermanas chilenas .“Yo lloré ahí dentro, nos tocó una historia triste. Me metí en lo que ocurría y reaccioné”, contó Daniella. Isabella también se sintió inmersa en la experiencia: “El texto decía que tenía una piedra en la mano y terminé mirándome la mano aunque sabía que no la tenía. Lo mismo en una parte en la que comenzó a llover…”.
La RAE define a la inmersión como “la acción de introducirse en un ámbito real o imaginario, en particular en el conocimiento de una lengua determinada”. Así, los artistas intentan introducir a los espectador en su lenguaje. Para lograrlo, hace algunos años se empezó a recurrir a la “tecnología inmersiva”. A través de música e imágenes se busca disolver los límites físicos con la obra (en Buenos Aires actualmente se están presentando dos muestras inmersivas: una de Van Gogh y otra de Frida Kahlo). Aunque esta enorme inversión logra popularizar el arte, atrayendo a un público ajeno al circuito cultural, a veces, por el exceso de estímulos termina generando un efecto adverso: aturde y apabulla.
Red Phone logra derrumbar la frontera entre el artista y el público; unifica los momentos de producción y consumo del arte. Para esto solo necesita dos cabinas telefónicas hechas a mano, el texto y un teleprompter.
Para agendar
Red Phone se puede visitar en el Malba (Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415) todos los días hasta el domingo 5 de marzo (con excepción del martes 28 de febrero, que el museo está cerrado) a las 12, 14 y 16 h. Es gratis y no requiere reserva online. Al llegar, es necesario anotarse en una lista y que se cierra una vez agotada la capacidad.
El FIBA ofrece otras actividad que no son estrictamente obras de teatro en salas. UMWEGE-Desvíos es una creación, del dramaturgo alemán Aljoscha Begrich, invita a cuatro artistas de Alemania y Argentina a desarrollar desvíos que lleven al público en cuatro direcciones (norte, sur, este y oeste) para descubrir algo desconocido, siempre partiendo de El Cultural San Martín (Sarmiento 1551). Las salidas están programadas en fechas distintas. En la página de vivamoscultura se pueden consultar los horarios. Hay que reservar las entradas online.
De la mejor manera, con autoría y dirección de Jorge Eiro, Federico Liss y David Rubisntein, es una obra que tiene lugar en el bar Rodney (Rodney 400). Hay funciones mañana, pasado mañana, el martes 28, el jueves 2 y viernes 3 de marzo a las 20. Como todas las actividades del festival es gratis, pero requiere inscripción online.
Confesiones de un árbol es una obra sonora ideada por la estadounidense Erin Mee, con la voz en español de Vera Czemerinski. Aseguran que es la primera pieza en el mundo contada completamente desde el punto de vista de un árbol. Una propuesta para conectar con la naturaleza en Zelaya (Zelaya 3134), el miércoles 1°, a las 13, 14 y 15 h y el viernes 3 a las 17, 18 y 19 h. Las entradas se reservan online en Vivamos cultura.