Fuente: Clarín – A todo trapo y para todos los gustos, el arte se apropia del Centro cultural Borges con Experiencias Contemporáneas de Arte Argentino, la flamante puesta desembarcada desde el Palais de Glace –cuya sede está en reforma desde hace años y que solo funciona como reserva en sus oficinas de la Manzana de las Luces–. La expo genera emociones al instante mismo de ingresar al universo propuesto, una amplia sala con el festín sensitivo de las 75 obras exhibidas. Colma todos los rincones disponibles. Las hay tiernas, osadas, intrigantes, polémicas, de estilos clásicos o vanguardistas, en todas las dimensiones posibles. La heterogeneidad de las piezas reunidas es el factor dominante: todas ellas pertenecen a la centenaria colección del Palais de Glace, que otorga el Salón Nacional, el más alto premio del país, y que cuenta con un acervo voluminoso.
La creación más antigua data de 1910-15, es Torso de hombre, de autoría desconocida. De 1943, y con la firma de Onofrio Pacenza, Paisaje de Barracas. En el resto predominan las obras adquiridas en los últimos 80 años de premios del Salón Nacional de Artes Visuales (SNAV), el certamen artístico más antiguo del país. Una minoría de obras son donaciones.Autorretrato, fotoperformance de Nicola Costantino. Una maternidad con porcino (arriba, a la izq.).
La exhibición condensa el recorrido y carácter multidisciplinario del SNAV, en un despliegue coral en el que las cerámicas, esculturas, textiles, pinturas, grabados, dibujos y fotografías convergen articulando nuevos sentidos.
Con 263 m² en la Sala Bon Marché, la expo resulta inmersiva en sentido literal. Las obras se distribuyen por todos los lugares de la enorme sala e invitan al público a vincularse con las piezas con una cercanía inusual. “Para esta muestra fue fundamental indagar en el concepto de experiencia; y, al tratar sobre esta categoría, fue primordial pensar la noción de espectador» –cuenta a Ñ Danila Desirée Nieto, del equipo curatorial del Palais–. “A menudo las instalaciones artísticas ocupan toda una sala, que el visitante debe recorrer para abarcarla plenamente. Es por ello que buscamos constituir una experiencia completa, en la que el espectador abandona el lugar pasivo de mero observador y se convierte en protagonista” .Sin título, escultura de Vilma Villaverde.
La pared principal está colmada de obras. Parece buscar el estilo expositivo típico del siglo XIX, sin espacio vacío. Si el muro estuviera pintado de un color vivo, evocaría la sala “Guerrico” del Museo Nacional de Bellas Artes, y por lo tanto, los salones franceses e ingleses decimonónicos. Los cuadros –varios, de gran tamaño– incluyen Autorretrato (2007), fotoperformance de Nicola Costantino, quien sostiene un cerdo en su falda alterando radicalmente el género pictórico de la maternidad. En otra foto, aunque sin título, un perro salta y parece sonreír en la imagen de Hugo Aveta. Los acompañan «Totempicololo» (acrílico sobre tela, 1993), de Kenneth Kemble; Sonido memorial, trama humana (tinta y laca sobre papel, 2015), de Carolina Antoniadis. En Tomorrow (2001), de Fernando “Coco” Bedoya, asoman rostros de políticos –algunos, nefastos, vistiendo uniforme militar–: cada uno lleva la frase “Argentina país del mañana”.
Solitaria, como escombros hecha de yesos y ladrillos refractarios, es la creación horizontal de la gran escultora Elba Bairon. Sobresale desde otra parte el Jarrón con figuras (1966) por Rodolfo Eduardo Curcio, junto a una pieza de Juan Pablo Marturano con montañas talladas sobre una placa en granito rojo. Cercanos, en cuatro atriles bajos, más cuadros; uno con el aguafuerte Sonatas y destrucciones. Sombras que crecen y alas que tiemblan… (1962), de Liliana Porter.
Dentro de una columna surge una pecera: la originalidad brilla en la instalación, de Isabel Chedufau. Junto a ella, dos desnudos: una pintura sin fecha de Miguel Victorica; la otra, una “toma directa” en blanco y negro (1986), donde Alicia Sanguinetti captura el cuerpo femenino de espaldas, cuya similitud visual en la pose remite a las formas del test de Rorschach. «Figuras en el patio» (lápiz color sobre papel, 1955) de la eximia Aída Carballo.
Superando las disciplinas
Eugenia González –otra de las curadoras de la muestra– explica: “El Premio Salón Nacional de Artes Visuales abarca nueve disciplinas: artes del fuego, dibujo, fotografía, escultura, instalaciones y medios alternativos, gráfica, pintura, arte textil y espacio no disciplinario. Este esquema se basa en una idea de compartimentación disciplinar del arte. Sin embargo, desde hace años, también se entiende al arte como una práctica que atraviesa las estructuras y lenguajes de las diversas disciplinas, superando la maestría sobre una técnica específica o incluyéndolas. En ese sentido, la construcción de esta exposición nos pareció una buena manera de congeniar ambas posturas en debate. Permite exhibir piezas de todas las disciplinas, donde es posible apreciar cada una de ellas y cómo se afectan entre sí».
Como una contorsionista en pose circense, emerge una figura femenina: porta mingitorios reales por glúteos, pechos al aire y sus piernas en v como un –imposible– doble développé de ballet, su autora Vilma Villaverde (chamote esmaltado, sin título ni fecha) mereció el 1° premio del IV Salón Nacional de Arte Cerámico, 1979. Al centro del espacio, todo tipo de creaciones escultóricas de gran o mediano porte: sobresale un nadador desde Vértigo (cerámica, 2001), de Adriana Cerviño; la dulce y bella Maternidad (yeso, 1958), de Antonio Devoto; la vertical Galaxia en torbellino (tejido en red con pintura, 2015), de Susana Bredt; la pareja Acróbatas (bronce, 1958), de Ferruccio Polacco –Premio a Extranjeros edición del año 58-; y Negrita (2012), de Ernesto Arellano, una figura multicolor semejante a a una muñeca descomunal, con una mano de garfio.
El montaje se quiere disruptivo. Nieto señala que se hallan obras “muy poco exhibidas” junto a “lecturas novedosas” desde la curaduría, “ante piezas históricas, dispuestas a partir de un montaje instalativo que produce encuentros y disonancias. Frente a esa dialéctica, las obras se potencian y se resaltan diferencias y similitudes que anteriormente no habían sido investigadas”.
Más al fondo, El futuro de la humanidad no está en el guerrero sino en el libro/ Libro IV (2016), de Myriam Jawerbaum compuesto de materiales diversos, incluso ventanillas de autos vandalizados recogidas de la calle y papel artesanal.Negrita, de Ernesto Arellano, 2012.
Mariposas posadas sobre varias estructuras integran Dulce feromona (alfarería, gres y porcelana; serie Primavera, sin fecha), de Carlos Leporace, que fue el Gran Premio Adquisición de 2007.
La gestión actual del Palais
Se aprecia en esta ambiciosa muestra la firma de un equipo que viene de estrenarse para la dirección actual en la institución con entusiasmo, y pese a sus vaivenes inciertos. Así, María Paula Zingoni –hoy responsable del Palais de Glace– remarca la profesionalidad del quinteto encargado de la curaduría, que integra distintas áreas del organismo. “Aquí acentuamos la fuerza del conjunto. Nuestra invitación es a recorrer la muestra como una gran obra coral, en la que cada pieza potencia la totalidad. La propuesta es abordar el arte argentino con una mirada poliédrica, donde cada pieza no se concibe aislada sino formando las distintas caras de un mismo prisma”, enfatiza.
El equipo del Palais de Glace a cargo de la curaduría incluye además a Cecilia Martínez, Carlos Badillo y Nora Lobo. “La exhibición es una oportunidad valiosa para mostrar la riqueza del acervo institucional. Se exhiben obras sin ningún tipo de jerarquía, de diferentes disciplinas, lo que permite al visitante ir hilvanando una trama de lo que hoy llamamos arte argentino”, resume su directora.
Nieto, describe: “La noción de instalación remite a una práctica artística cuya materialidad principal es el espacio y el tiempo; por lo tanto: un aquí y ahora. Puede estar compuesta por objetos de la vida cotidiana o por piezas diseñadas y creadas por un artista. No se trata de una mera agrupación de objetos individuales, sino de esa interacción entre sí y con su contexto”. Sugiere, al recorrerla “prestar atención a los vínculos que se crean entre las distintas piezas en el espacio; es decir, a las nuevas lecturas que se presentan en la cercanía de obras que en un principio parecen disímiles en tiempo, forma, tema y técnica pero que, en su disposición coral, amplían los universos de significación”.
“Más que un guión, pensaría en la idea de un ejercicio curatorial, una forma más elástica que se ve afectada constantemente. En el montaje, te encontrás con la obra física. La contingencia del proceso del arte se ve en los materiales, cuando te enfrentás a la obra y deja de ser una imagen abstracta de representación para convertirse en realidad”, sostiene González.
Entrada: libre y gratuita
Experiencias Contemporáneas de Arte Argentino
Lugar: Viamonte 525, 2º piso, CABA
Horario: mié a dom, 14 a 20
Fecha: hasta el 1 de septiembre