Fuente: Cronista – Conversamos con el joven artista nacido en Lanús que la rompe afuera gracias a sus trabajos para The New York Times, Microsoft, Apple o Zara, por solo mencionar algunos/Pop up de tres días en la galería Praxis pensado por la curadora Vic Tolomei/El ritmo – que le encanta -, de Argentina, la ambición de Los Ángeles y dos mundos que no conectan/Además: «solo me molesta cuando la obra queda chica…»
«Me gusta que mi obra le llegue a un montón de gente», le reconoce a MALEVA el artista plástico e ilustrador argentino Sebastián Curi, radicado en Los Ángeles desde hace varios años, pero que en estos días está de paso por Buenos Aires, exhibiendo algunas de sus últimas obras en un pop up en la galería Praxis, del barrio de Retiro.
Todo empezó hace unos meses cuando Curi publicó una historia en su Instagram contando que venía a Buenos Aires y que le gustaría exponer. Inmediatamente Vic Tolomei, curadora de la exposición, se comunicó con el artista y empezaron a cranear el proyecto. «En Praxis me dijeron que les gustaba la idea pero que la galería estaba toda ocupada, entonces ahí se me ocurrió que estaba bueno intervenir la trastienda, me dieron el visto bueno y empezamos a trabajar. Si se fijan la expo no tiene carácter, ni tratamiento de muestra», cuenta Tolomei.
En la exposición, que se puede ver hasta el 24 de mayo, se exhiben distintos prints, pinturas y canvas del artista nacido en Lanús con gran éxito en todo el mundo gracias a sus trabajos para The New York Times, Microsoft, Apple o Zara, por solo mencionar algunos.
«Me encanta volver al país, amo el ritmo, la gente, la comida, la sobremesa. El argentino tiene algo de ´hagamos algo, como sea, pero hagámosló´, se trabaja más a pulmón y yo conecto con eso, en cambio en Los Ángeles estoy acostumbrado a trabajar con otra estructura», afirma Curi, que para esta ocasión decidió realizar dos obras desde cero: «en vez de enviarle algo que ya tenía hecho, pensé que estaba bueno mandar algo nuevo, acorde al tamaño del lugar».
Las más grandes marcas te eligen para sus diseños. ¿Qué es lo que más te seduce de lo masivo?
La mayoría de las cosas que hago tienen que ver con la accesibilidad. Yo vengo de un lugar popular y creo que eso está implícito en mi obra. Por ejemplo, que haya arrancado haciendo reproducciones va en contra, generalmente es al revés. Me gusta moverme por todos lados y que mi arte llegue a un montón de gente. Por ejemplo, hoy estamos en este barrio que es re cheto, pero sin embargo alguien puede ir al Centro Cultural Recoleta, gratis, y llevarse mi poster sin poner un peso. Uno tiene que ir a ese lugar en donde está la gente y tratar de generar algo interesante.
¿Por eso mismo aceptaste trabajar con marcas tan masivas como Zara o Apple?
Sí, claro. A mí no me jode colaborar con marcas, siempre y cuando me den espacio para crear y respeten mi obra. Hoy en día no podés escaparle tanto al sistema, me aparece que desde adentro se pueden generar cosas muy copadas. Por ejemplo, Zara hizo millones de remeras que se vendieron en todo el mundo. Todavía en Instagram me siguen etiquetando personas con mis ilustraciones de países que quizás de otra forma no hubiera llegado, como algunos lugares de África o hasta Mongolia.
¿Cómo te llevás con tu obra en distintos dispositivos? ¿Te gusta adaptarla?
Sí, me re cabe adaptarla. Yo vengo de las agencias, así que ya lo tengo incorporado. Por ejemplo, cuando vino Zara estuvo bueno porque respetaron la obra. Pero es cierto que muchas veces uno no puedo controlarla, imaginate que Zara o Apple lo aplican a millones de personas, y obvio que no va estar estandarizado. Yo puedo mostrarla como quiero acá o en mi Instagram, pero después cuando se vende a una marca, ya viaja sola.
¿Te molesta cuando ves a tu obra exhibida en un lugar para el que no fue pensada?
Me molesta cuando mi obra queda chica. A veces hago algo, lo aplico y queda buenísimo. Después viene Apple, la adapta y cambia, o la aplican en otros lugares en donde quizás yo no la había imaginado. El espacio habla un montón de la obra, pero muchas veces no puedo controlarlo.
Decís que el mercado de Los Ángeles tiene otra estructura ¿Te sirvió haberte curtido acá?
Si obvio, todo tiene algo positivo. Pero allá en Los Ángeles me di cuenta que la potencia es otra, tienen una economía que es muy pujante y que no se puede comparar con la de acá. Es fértil para hacer lo que yo hago. En cambio acá me parece insostenible.
¿Hablás de tu palo o también pasa en otras industrias?
Me refiero a todas las disciplinas artísticas y culturales. Allá la gente que va con un objetivo generalmente lo logra, obvio que los objetivos pueden ser distintos pero hay mercado para todo. Allá hay una ambición muy grande que no noté en otras ciudades.
¿No te puede jugar en contra a veces que haya tanta oferta cultural?
Sí, puede ser. Quizás presento el proyecto más ambicioso de mi vida en una galería y ese día a pocas cuadras Kendrick Lamar presenta un álbum y listo, perdiste. Se va toda la atención ahí.
¿Te resulta fácil conectar Los Ángeles con Buenos Aires?
No, para mí son dos mundos que no conectan.
Sin embargo hiciste el mural y varias obras para el Centro Cultural Recoleta.
Bueno, trato que conecten (risas). Me parece que en Argentina pasan un montón de cosas re copadas, pero no deja de estar muy lejos del mapa en general. Cuando encaro proyectos hacia el mundo parado desde Argentina se me terminan cayendo, en cambio, cuando las encaro desde allá llegan de otra forma. Yo amo el Centro Cultural Recoleta, por ejemplo, pero me resulta muy difícil explicarle a un yankee cómo funciona en comparación con el MOMA o el Guggenheim.