Fuente: Ámbito – El domingo pasado durante el cierre de la XIX edición de Buenos Aires Photo, que abandonó el palacete de la calle Basavilbaso y regresó a La Rural, los participantes celebraron con su director, Diego Costa Peuser, la excelencia de una feria poblada con obras cumbre y visitada por 12.600 personas. Resulta arriesgado asegurar que fue la mejor Feria de su trayectoria, sobre todo, cuando se advierte la notable ausencia de galerías extranjeras. A la venezolana Carmen Araujo la recibieron como una heroína, le preguntaban cómo se atrevió a viajar a Buenos Aires y desafiar la dificultad de realizar importaciones en dólares. “El ingreso de las galerías extranjeras es complicado”, sentenciaron. Araujo trajo obras de tres fotógrafos venezolanos y desde el exterior llegaron fotos de unos pocos uruguayos, chilenos, peruanos, bolivianos y estadounidenses que, junto a los argentinos, sumaron 215 expositores con más de 1.000 fotografías para contemplar y también para vender.
Se advirtió la ausencia de muchas galerías extranjeras, pero fue un encuentro impecable en calidad y diversidad.
La galería Vasari merece ser mencionada, no sólo porque estuvo en la primera edición de BAPhoto en 2005, cuando el mercado de la fotografía era prácticamente inexistente y Marina Pellegrini tenía que explicar por qué el precio de una foto vintage (copiada por el propio autor), es radicalmente superior al de las copias posteriores. Los compradores se contaban entonces con los dedos de una mano. Pero, con el tiempo, los visitantes de la Feria se volvieron eruditos, consumen la excelente bibliografía de las editoriales especializadas en el género y participan de las charlas y debates. Vasari presentó dos fotos de París tomadas con negativos vencidos por Alejandro Kuropatwa. Uno de estos “Vintage print”, con la imagen del paisaje lastimada por rayas que la atraviesan, fue adquirido para la Colección Amalia Amoedo. Del artista Oscar Bony, figura clave del arte contemporáneo argentino, el coleccionista Alec Oxenford compró en Smart Gallery tres piezas de la sorprendente serie erótica. Entretanto, Jean Louis Larivière eligió para su propia y flamante Fundación de Fotografía Latinoamericana, dos series de “Set (gorra/bolso/soga/guante)” sobre papel fibra de la artista rosarina Cecilia Lenardón, en la Galería Subsuelo. La fotografía emergente de CRUDO también conquistó al público con las seductoras imágenes abstractas de Yuyo Gardiol, directora del espacio. Los “Paisajes cercanos” de Gardiol son realmente cercanos. Ella fotografía su propia piel, utiliza la cámara de un celular y luego imprime las fotos sobre una seda que reproduce las tonalidades rosadas de la piel. La coleccionista Cecilia Remiro Valcarcel compró una serie de estas fotos. Informate más
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Esteban Pastorino fue el fotógrafo que descubrió la formidable arquitectura de Salamone que se levanta en la provincia de Buenos Aires. Y al encanto de las formas que oscilan entre el art déco y el arte nazi, Pastorino le agrega el de las copias que parecen dibujos en carbonilla. En Ungallery incorporaron la inteligencia artificial con la obra de Victoria García Valenzuela y un paisaje doblemente intervenido, con una geometría en medio de la llanura y un croma, una pantalla utilizada como fondo digital. Haciendo uso de la realidad aumentada, la obra se anima, cobra vida y las plantas crecen ante nuestros ojos.
De todos modos, el predominio de autores argentinos en esta Feria demostró que el grupo de extranjeros que llegó antes o durante la Segunda Guerra Mundial consolidó una escuela de la mirada y contribuyó a gestar la excelencia que se percibía este año. Los herederos parecen haber crecido. A la Argentina llegaron los alemanes Grete Stern, Annemarie Heinrich, Hans Mann e Ilse Mayer; el italiano Juan Di Sandro; el húngaro George Friedman, el ruso Anatole Saderman o el egipcio Sameer Makarius, entre otros. El artista elegido para ser homenajeado en esta edición fue el polaco Boleslaw Senderowicz (1922). El curador de la muestra, Francisco Medail, supo sacar el mejor partido de Senderowicz, fotógrafo de agencias publicitarias que trabajó en la revista “Claudia”, una publicación dedicada a las mujeres modernas de clase media. El fuerte de Senderowicz fue la moda. Sus glamorosas modelos llaman la atención posando en medio de un partido de fútbol con una estrecha pollera tubo y stilettos con tacos empinados. El contraste se repite en la imagen de la modelo sentada sobre la turbina de un avión, posando en un taller mecánico o en medio de la concurrida boletería de un hipódromo. “Las fotografías de Senderowicz tienen un hálito surreal. En ellas, las modelos nunca terminan de encajar con los escenarios en donde posan para la cámara. Como ha señalado el historiador Diego Guerra, ese desajuste entre modelos y espacios genera un efecto de extrañeza que no hace más que explicitar el artificio de la moda”, observa Medail. En la feria brillaban los colores de una inmensa foto mural con tres modelos frente a un puesto de frutas.
Luego, Buenos Aires Photo puso en evidencia las grandes figuras de la fotografía argentina, como Adriana Lestido con sus series dedicadas a las mujeres, Marcos López y un retrato estupendo, Facundo de Zuviría y los frentes de los edificios porteños, Santiago Porter y la belleza de los paisajes de la soledad más extrema, entre muchos otros.