Fuente: Arte-Online ~ Artistas en contrapunto en la Casa de Córdoba
En la Galería de Arte Francisco Vidal de la Casa de la Provincia de Córdoba en Buenos Aires presentan obras de dos artistas en diálogo: Mariano Barrera, y Roberto Scafidi, con curaduría de Patricia Rizzo.
Mariano Barrera: Sentido devocional
El artista trabaja bajo el influjo y la fascinación de la diversidad matemática, en su producción se encuentran indagaciones geométricas diversas, como la síntesis de la figura de un cubo que se va plegando. La contemplación permite pensar en ejercicios proyectuales y referencias arquitectónicas, como diferentes planos que se de-construyen según el punto de vista del observador. En una primera mirada la apreciación visual puede dar una respuesta simplificadora, piezas y objetos geométricos monocromos que presentan dobladuras, cortes precisos y pliegues. La técnica consiste en biselado en paspartóu.
Efectivamente, muchas de las piezas se basan en el doblado preciso y direccionado de superficies planas de las que Mariano no agrega ni extrae materia. No hay faltantes, no se retira ningún fragmento del plano. Recortar es sinónimo de quitar, es entonces corte y no recorte. No hay gesto, ni huella personal, sólo indagación en las figuras infinitas.
Líneas diagonales y rectas, campos bien definidos, la neutralidad del color que ofrece el papel, contrastes y el vacío como un plano más. El doblado es uno de los mecanismos por el cual se generan las formas. Finalmente, el resultado es tridimensional y las obras se encuentran a medio camino entre objeto, pintura y escultura. Basadas en un único material, adquieren diversidad de tonalidades al recibir luz y el efecto de las sombras; éstas son concebidas como una idea que encuentra belleza en la incorporación de la oscuridad.
Hay cierta reivindicación hacia el trabajo artesanal de parte del artista y un sentido devocional al ascetismo de la geometría y las ideas primarias.
La idea de repetición aparece como un factor constante en su producción; como en el índice de crecimiento de las hojas vegetales o la piel de los reptiles, se encuentran secuencias matemáticas de Fibonacci, la progresión numérica que se encuentra en la naturaleza.
El sentido principal de esas representaciones de delicada visualidad -a veces apenas intervenidas- es lo que no se ve, el reverso inmaterial de lo que están constituidas las formas, algunas muy simples e incluso en algún caso con un dejo de precariedad. En la propuesta de experiencia perceptual y entre el abordaje a las formas y la espacialidad se encuentra muy presente la pretensión áurica de la geometría:el universo contenido en pocas líneas. Luces y sombras como opuestos complementarios, en una indagación conceptual entre lo visible y lo oculto.
Roberto Scafidi: Puertas de percepción
Rectas, paralelas u oblicuas, colores vibrantes e infinidad de tonalidades. Espacios donde una forma contiene a la otra y la siguiente a otra y así en sucesiones interminables que forman mapas o vistas cenitales. Sus líneas pueden reproducir planos o ciudades, vistas aéreas, circuitos y laberintos; podría pensarse también en ritmos y entre ellos podrían ser representaciones de las coordenadas de una pieza de jazz. También podrían no remitir a nada de eso, o ser muchos fragmentos de un orden posible.
Pueden intentarse análisis diversos pero lo cierto es que se encuentra un equilibrio manifiesto en su particular visualidad geométrica, una identidad reconocible en la relación recíproca que establece entre las partes, a veces con un eje que no siempre es central y otras en composiciones concéntricas que van cambiando la distancia entre los trazos. Es claro que aun en sus obras de pequeño formato los entramados contienen, aunque sea en parte de la pieza, un sentido enrevesado; en ellos espectros saturados conviven con suaves pasteles en construcciones esquemáticas que parecen seguir lógicas diversas.
Se adivina un trabajo paciente, una gozosa devoción en su hacer. En apariencia cada trazo pareciera muy estudiado en relación a los precedentes y todo pareciera encajar, armonioso y disciplinado. Scafidi se reconoce un observador racional del ordenamiento de la naturaleza y dice partir inicialmente, desde la emocionalidad. Sus obras surgen básicamente de manera instintiva ya que no hay demasiado plan previo. Según asegura, ordena o desordena en un devenir casi automático que fluye, como las tonalidades.
El observador es interpelado por estímulos múltiples, pero a pesar de la diversidad de los entramados es una asonancia que funciona, como cuando encajan las piezas de una escena dividida en fragmentos, un rompecabezas o un jeroglífico que concluye en acertijo.