Fuente: ámbito – Diálogo con la prestigiosa escultora, una de las mayores representantes del arte público en nuestro país, que prepara dos muestras en el distrito Brickell de Miami y otra en Girona (España)
“A cualquier artista le gusta que su obra se vea y no que esté encerrada entre cuatro paredes”, dice a este diario la escultora María Boneo, una de nuestras mayores representantes de arte público, aquel que puede verse en la calle, en plazas, en el interior de un edificio. “El arte debe salir del museo. A mí me gusta que una obra se pueda ver desde un avión, o al paso de un tren. Que le salga al encuentro al contemplador. Mis obras están concebidas para espacios enormes, lugares en los que se pueda entrar, interactuar. Creo que ese es el ideal del escultor.”
La historia de Boneo es tan singular como sus creaciones: cosmopolita, también a ella el mundo le salió al encuentro. Nació en Belgrado, entonces Yugoslavia, de padre diplomático y madre profesora de filosofía y cine. Luego, de muy niña, se trasladó a Bruselas, desde donde la familia (cuatro hermanas) regresó y se radicó definitivamente en Buenos Aires, donde su padre murió a temprana edad.
Se formó en la Escuela Nacional de Bellas Artes de nuestro país; en Statuaria Arte, Carrara, Italia, y en talleres de reconocidos escultores como Leo Vinci, Aurelio Macchi, Miguel Ángel Bengochea y Beatriz Soto García. “Hay”, acotamos en el diálogo “una semiología de fondo: aquello que el espectador elige ir a ver cuando va al museo, o a la galería, y aquello que se le aparece sin proponérselo, porque está en un espacio público”.
“Ese público que va al museo o a la galería forma parte de una cultura”, responde. “Y, reconozcámoslo, muchas veces va más al museo cuando viaja que en su propio país. Para que ese público concurra aquí al museo tiene que existir una motivación específica que lo impulse. Por ejemplo, los fanáticos de Anish Kapoor —y lo menciono porque es un artista que me encanta— irán a ver una muestra de él como la que se hizo acá, o, más popularmente, concurrirán a una muestra de Dalí porque es el clásico que ‘hay que ver’. Hay mucho de mandato cultural”.
“Es cierto”, continuamos “que visitar museos en el exterior forma parte de la atracción turística. Van al Louvre y salen agotados porque quieren recorrerlo todo en unas horas. Cumplen con ese superyó cultural.”
“Exacto, no es un deseo real”, sigue Boneo. “Yo busco que la obra pública sea invitante, ya sea porque el espectador pueda interactuar con ella, como por ejemplo con un espejo, una transparencia, una luz, o una obra que llame a entrar porque intriga saber qué hay dentro. Eso no quita que, desde un punto de vista clásico, funcione la emoción, que conmueva una mano, un gesto, una vena. Pero a mí me interesa la interacción, ya sea un chico que se tira por un tobogán que es a la vez una escultura, o contemplar la Floralis Genérica de Recoleta. O la música: uno entra en una obra y un sensor, gracias a la tecnología actual, inicia una música, o el sonido de la lluvia. Para mí eso es muy importante. Algo que vaya más allá de la percepción visual, pero primero esa percepción debe invitar a entrar.”
Entre las obras más destacadas de Boneo se encuentra las esculturas ubicadas en la Torre Bouchard Plaza, en el barrio de San Nicolás, en Buenos Aires, “Acero grande” (2015) y “Veintinueve” (2017) [Foto 1].
En 2022, se instaló “En Punto” en el Edificio Chacofi, una torre de oficinas que se encuentra frente a la Plaza Roma, sobre la Avenida Leandro N. Alem, con la colaboración de arquitectos como Julieta Figueroa y Gabriel Gatti Beize. “La obra simboliza la necesidad de poner un punto final para luego continuar”, acota Boneo.
“¿Cómo se gestan sus obras? “Primero desde un boceto”, responde. “Un boceto que ya me hace imaginar la obra en grande, y luego partiéndola. Al partirla sé que puedo entrar [Foto 2: “En Punto” en su etapa de realización]. Me las empiezo a imaginar con espejos, reflejando al espectador. Nacen de adentro hacia afuera, como un nido. Imagino también los materiales, ya que cada obra los requiere distintos. Si es para la exposición pública el problema es que los materiales son muy costosos… claro, en la imaginación, o en una maqueta, todo es más sencillo.”
Los materiales, valga la redundancia, trascienden el plano material. “Mis creaciones”, explica “son fruto de una relación dinámica con los insumos. El mármol es frío y tiene en su polvo propiedades casi curativas, mientras que la madera es cálida y desprende su perfume con cada intervención de un escoplo y un martillo. El metal requiere un trabajo previo de modelado en arcilla que luego se completa al calor de la fusión. El encuentro de la herramienta con los elementos me genera adrenalina; es la música de la talla, el sonido de la creación.”
“El proceso de creación es espontáneo y a veces lleno de errores e improvisaciones que resuelvo sobre la marcha”, continúa. “Cada componente tiene su propia característica y decide el camino a seguir; es un diálogo constante entre la talla y yo. Las reglas flexibles son mis favoritas, me guían en lo cóncavo y convexo, mientras que el cincel deja huella, marcando la historia en cada obra.”
Riesgos del arte público
La exposición pública siempre entrañó riesgos. “Por supuesto, desde siempre, y no hablemos ya de la vandalización sino también de los desastres naturales. Hace un ratito mencionábamos a la Floralis, que con las tormentas del año pasado quedó dañada. Ese es otro problema: una obra puede contar con los apoyos público y privado necesarios para su instalación, ¿y después? ¿Quién se hace cargo de su mantenimiento? ¿Quién es el responsable? Yo paso por Figueroa Alcorta y lloro, es una pena ver cómo ha quedado la Floralis.”
Acerca de esta forma de exponer el arte, Boneo indica: “El desafío que tengo como artista para los próximos años es poder participar en Argentina, Europa y Estados Unidos en obra pública. Considero que los espacios públicos en nuestro país no están tan desarrollados para recibir el arte de talentosos artistas como los que tenemos. Las dificultades para ello son claras y el arte no ocupa la importancia que debería en nuestro país.”
Integrante del Collective 62, espacio y colectivo artístico de mujeres en Miami, Boneo participará próximamente de dos muestras en esa ciudad. “Serán en el Brickell Center”, dice a este diario” “Coinciden con la realización del Art Basel. Culturalmente, Miami es una ciudad que explotó, en especial después de la pandemia: como han bajado tantos los impuestos, son muchos los neoyorquinos que se fueron hacia allí. Estoy trabajando mucho en Miami pese a que la residencia la voy a mantener acá, donde tengo mis afectos, mis cosas. Pero a veces hace falta salir para tomar otros aires, otras facilidades. La obtención de los materiales allá es mucho más sencilla. Pintar una obra en Miami cuesta menos que hacerla acá. También haré una muestra en Girona, España”.
Le preguntamos qué diferencias existen en lo que respecta al arte público entre nuestro país y otros. “Muchas, desgraciadamente. En los Estados Unidos, por ejemplo, todo se hace más fácil. Se allana el camino, se pueden desgravar impuestos. Y ojo que no estoy hablando de obras en plazas o la vía pública sino en edificios privados, es lo más común. En los edificios hay obras, tanto pinturas como esculturas. Es un placer, caminar, ver, comparar; un edificio compite con el otro por la calidad de sus obras. El distrito Brickell del que hablé es maravilloso. Uno mira hacia arriba y ve frisos, colores, formas.”
Boneo, ante otra pregunta, señala también la incidencia positiva que ha tenido en los últimos años el llamado “arte callejero”, que consagró a artistas como Banksy, cuya identidad sigue siendo un enigma. “Es maravilloso. En los Estados Unidos se lo respeta como un gran creador. Hay hasta calles cerradas para exponer el arte callejero. Recordemos también a otro maestro como fue Basquiat.”
Lo femenino
La figura femenina es un tema central en el trabajo de la artista. “Crecí en un entorno femenino, con cuatro hermanas y una madre feminista. Este ambiente me impregnó de un profundo respeto y admiración por la mujer, que se refleja en mis esculturas. Alexander Archipenko fue mi gran inspirador; su obra ‘Mujer Peinándose’ me llevó a comenzar con ‘Mis Mujeres’, trabajos que caracterizan la fuerza y la intuición femeninas.
El paso, como en otros artistas, fue de lo figurativo a lo abstracto. “La figura de lo femenino es casi permanente en mi trabajo y esta temática impregna mi obra, en expresiones figurativas y más tarde abstractas. Muchas de mis mujeres están quebradas y en su materia conviven diferentes texturas. Sus partes rugosas muestran el rastro de la talla, de las herramientas que marcaron sus cuerpos. Sus partes más suaves son huella de la lija, del trabajo fuerte. Así somos nosotras, sabemos resurgir porque dentro nuestro conviven la fuerza con la fragilidad”.
“A lo largo de los años fui conociendo a mis mujeres”, completa. “Ya no son tan frágiles; aunque no perdamos esa inocencia, ahora son mujeres fuertes. Desde la figuración transité hacia la abstracción y comprendí que, entre los espacios cóncavos y convexos de la materia, la forma ya existe. Mi obra reciente evoca lo más íntimo de la mujer, el clítoris, la profundidad máxima, el clímax. Llegar allí es como entrar en el útero y volver al origen, donde nos formamos y donde nacemos. Un espacio vacío que se llena, se vacía y se vuelve a llenar; el lugar fértil para que algo crezca”.