Fuente: El Destape – La inminente publicación del libro «Golpe en el museo», que ahonda en el robo de obras de arte más grande de la Argentina, ocurrido en 1980 en el Museo de Bellas Artes, permite repasar algunos de los más resonantes atracos al arte de la historia mundial, que incluyen desde la recientemente agredida Gioconda, de Leonardo da Vinci, hasta «El grito» del noruego Evard Munch.
Escrito por el periodista chubutense Imanol Subiela Salvo y editado por Planeta, el volumen «Golpe en el museo», que lleva por subtítulo «La historia del robo de obras de arte más grande de la Argentina durante la última dictadura militar», indaga en lo ocurrido en territorio argentino la madrugada del 26 de diciembre de 1980, cuando un grupo de ladrones vació la sala donde estaba la colección Mercedes Santamarina en el Museo Nacional de Bellas Artes.
Aquel botín, valuado en veinte millones de dólares, incluyó siete objetos de porcelana y jade, y dieciséis pinturas impresionistas de autores como Matisse, Renoir, Gauguin, Cézanne y también de Lebourg. El caso nunca fue resuelto.
Tal como detalla Subiela, el golpe al museo se mantuvo rodeado de un misterio de película, asombroso y oscuro, que incluyó la recuperación de tres obras, muchísimo tiempo después, por parte del juez Norberto Oyarbide.
Sin dudas, el robo más grande de arte en la Argentina invita a pensar en otros resonantes casos de la historia a nivel internacional, una temática que siempre genera fascinación entre entendidos y neófitos, y que incluso ha sido abordada en la ficción, como es el caso de la popular serie francesa «Lupin» (Netflix), que sigue la vida de un ladrón e incluye además numerosas escenas filmadas dentro del Museo del Louvre.
Si hubiera que pensar en un ranking de robos resonantes en la historia del arte, en el primer puesto se podría incluir «La Gioconda» o «Mona Lisa» de Leonardo da Vinci, un hurto que ideó un rosarino y que perpetró un carpintero italiano Vicente Perugia.
Tal vez la más famosa, y también la más romántica leyenda asociada a Leonardo, por su sensacional trama de engaños y astucia es aquella protagonizada por un argentino oriundo de Rosario, llamado Eduardo de Valfierno, en un episodio que pasó a la posteridad como ‘El día que robaron La Gioconda’.
Se trata de una de las más famosas y costosas obras de la historia, que, como no está a la venta, posee un valor material intangible, sin embargo, algunos especialistas han estimado su valor entre 50 y 700 millones de dólares.
El 21 de agosto de 1911, el humilde carpintero Vincenzo Peruggia tomó -por encargo de Valfierno- el retrato de Lisa Gherardini, esposa de Francesco del Giocondo, del museo parisino, lo colocó debajo de su abrigo y desapareció.
Entre tanto, Valfierno mandó a realizar seis copias exactas por un virtuoso e ignoto pintor. Luego, sólo debía lograr que el robo apareciera en los diarios. Con la noticia ya diseminada, vendió las copias a seis coleccionistas diferentes asegurando a cada uno, y por separado, que estaban comprando la auténtica creación del maestro florentino.
La historia señala que el argentino jamás pasó a retirar la obra por la casa del carpintero italiano, ya que su negocio era vender las falsas Giocondas. Este astuto embaucador no dejó cabos sueltos: ninguno de los compradores de presumible poca ética jamás podría denunciarlo, o quedarían ellos también involucrados en el ilícito.
Dos años más tarde, el autor material, el carpintero intentó vender la obra y por supuesto fue capturado, la obra volvió a Francia y él, a la cárcel.
El argentino se afincó en Estados Unidos sin dejar muchos más rastros. En su vejez, confesó el origen de su fortuna a un amigo y periodista estadounidense a quien le brindó datos, fechas y nombres del golpe maestro, con la condición de que la historia sea revelada luego de su muerte, que ocurrió en 1931.
La historia, tan magnética, inspiró al periodista argentino Martín Caparrós para su novela «Valfierno», en la que imagina y ficcionaliza los detalles de la vida de un hombre que no soporta morir sin que el mundo sepa de su audacia.
Otro caso rutilante es aquel que incluyó el mayor monto robado de la historia: nada menos que 600 millones de dólares en obras. El 18 de marzo de 1990, dos hombres vestidos como policías entraron en el Museo Isabella Stewart Gardner en Boston, ataron a dos guardias de seguridad y se llevaron 13 obras del lugar.
A pesar de la atención mediática que recibió el caso y la recompensa de 10 millones de dólares, las obras nunca fueron recuperadas. Entre ellas, «El concierto» de Vermeer, dos pinturas de Rembrandt, otra de Manet y cinco dibujos de Edgar Degas, tal como detalla un artículo publicado en el diario español El debate.
Muchos han calificado como «de película de acción» el robo al Museo Nacional de Estocolmo en el año 2000, como si los autores se hubieran inspirado en Hollywood. Primero, dos coches-bomba explotaron cerca al museo, para así distraer a la policía. Luego, tres hombres armados amenazaron a los guardias del museo y una vez dentro, se llevaron tres obras. Escaparon en una lancha que tenían esperándolos en un canal cercano. Las obras robadas fueron «El joven parisino» de Renoir y dos de Rembrandt, «Conversación» y «Autorretrato». En 2005, en Los Ángeles, el FBI recuperó las obras, un botín valuado en 55 millones de dólares.
Una de las obras más famosas e influyentes de la historia mundial, «El grito» de Munch, un popular emoji, la máscara tenebrosa de la película «Scream», y un emblema del expresionismo alemán, que simboliza la angustia y el drama de la humanidad, fue robada de la Galería Nacional de Oslo en 1994 y luego de ser recuperada, fue robada otra vez, en 2004, en el mismo museo.
La primera vez del robo, los ladrones dejaron una nota: «Gracias por la mala seguridad». Luego de ser recuperada y exhibida otra vez, la pieza -valuada entre 50 y 60 millones de dólares- fue robada a punta de pistola, por hombres enmascarados, frente al público asombrado que visitaba el museo, que también se llevaron otra pieza del mismo autor. Un tercer cómplice esperaba afuera en un automóvil. Más tarde, los marcos de los cuadros fueron encontrados tirados en la calle por la policía.
En 2006, finalmente, la policía noruega anunció que había recuperado las dos obras, pero nunca ofreció información detallada acerca de cómo sucedió el hallazgo.
Con información de Télam