Fuente: La Nación ~ Con parte de la colección del Museo Arqueológico Nacional de Taranto se contará desde mañana la historia de la única colonia espartana en el Mediterráneo, considerada “la París del mundo antiguo”.
De uno de los museos arqueológicos más antiguos e importantes de Italia, llegan al Bellas Artes sesenta tesoros de más de 2500 años. Piezas de períodos del arte y la historia que es necesario viajar para conocerlas porque no existen en la región. La visita de esta exposición de parte del acervo del Museo Arqueológico Nacional de Taranto (MArTA) es importante por eso, y también por la belleza que tiene para mostrar, germen de la civilización occidental.
Taranto fue en la antigüedad algo así como la París del mundo antiguo: un centro difusor de modas, tendencias y cultura. Era una de las grandes capitales del Mediterráneo en el período grecorromano. En 1887 fue creado un museo para salvaguardar el rico patrimonio arqueológico local, cuando las excavaciones para la construcción de la nueva Taranto sacaron a la luz los restos de la antigua ciudad, fundada en el año 701 a. C.
A través de sus colecciones hoy es posible reconstruir los aspectos más representativos de su historia, única colonia griega (espartana) en la región italiana de Apulia, y de las distintas civilizaciones antiguas que la habitaron antes de su llegada.
Ese es el relato que se cuenta en las piezas escogidas para la muestra Tesoros del Museo Arqueológico Nacional de Taranto. Griegos y otras civilizaciones antiguas del Sur de Italia, que se presenta desde este miércoles en la sala 33 del primer piso del MNBA, curada por la directora del museo italiano, Eva Degl’Innocenti y el investigador Lorenzo Mancini, con el apoyo de la Embajada de Italia en Argentina y el Istituto Italiano di Cultura de Buenos Aires (IICBA). La integran vasijas de cerámica, estatuillas, yelmos, monedas, joyas de oro, piezas de orfebrería y objetos vinculados con el culto a los muertos, la guerra y el ritual del teatro, creadas entre los siglos VIII a. C. y II a. C.
Son solo sesenta entre las 150.000 piezas que guarda el museo italiano, uno de los más importantes de Europa en su tipo, que dan cuenta de 20.000 años de historia, entre el Paleolítico y el Medioevo. En exposición permanente hay 7000. “Elegimos piezas que pudieran contar el contexto arqueológico, las más bellas. Esta muestra no es un simple préstamo. Es una curaduría especial para este lugar, para relatar la historia de esta colonia espartana donde conviven poblaciones indígenas con los griegos y producen obras maravillosas”, dice Degl’Innocenti.
En una copa de cerámica decorada con una hilera de atunes en círculo alrededor de una roseta se tomaba vino en Esparta en el 580 antes de Cristo. Es la Copa del Pintor de los Peces y fue encontrada en Taranto en una tumba en 1909. Ahora está en una vitrina en el segundo piso del museo de Avenida Del Libertador, atravesando el tiempo y el espacio. Convive bien con las piezas de las culturas precolombinas de América, que se exhiben un piso más abajo: vasijas de la cultura Condorhuasi del NOA, que rondan entre los 200 a. C. y los 200 d. C. Muchas más similitudes tienen con las ollas y cántaros de las culturas aborígenes previas a la invasión helenística. El mismo barro horneado, similares motivos geométricos y una función en la vida cotidiana los hermana. Venerables vestigios de civilizaciones del pasado.
La arcilla de Taranto es blanca y maleable. En algunas piezas, como un ánfora corintia, se nota que han sido restauradas por el equipo del museo; incluso tiene partes agregadas como un rompecabezas al que se extraviaron piezas. No todos los objetos han tenido el mismo derrotero sedentario, desde la salida de su reposo de siglos en excavación arqueológica hasta el museo. Dos ánforas fueron extraídas furtivamente, sacadas del país de contrabando, puestas a la venta y adquiridas por los museos estadounidenses Jean Paul Getty, Metropolitan de Nueva York y los de bellas artes de Cleveland y Boston. “Las compraron sabiendo que eran robadas, así que las tuvieron de devolver a comienzos de los 2000″, explica Degl’Innocenti. Está entonces de regreso el Loutrophòros (jarrón de forma alargada) con figuras rojas de producción apuliana datado entre el 320 y 310 a. C, devuelto a Taranto por el Museum of Fine Arts de Boston y ahora en exhibición en Buenos Aires. Un largo camino, Loutrophòros.
Banquetes, Olimpíadas, guerras: todo se refleja en los dibujos de las ánforas. El trabajo en orfebrería en oro también es destacado, como se ve en una diadema y en un par de aros que en un altorrelieve una Andrómeda lleva puestos. Hay un yelmo que llama la atención por su tamaño. “La población era más pequeña que la de ahora”, explica Degl’Innocenti. Tampoco faltan los héroes y mitos, de Andrómeda a Hércules, de la archifamosa Venus al particular Taras que da nombre a la ciudad, un héroe hijo de Poseidón, dios del mar, y de una ninfa local, una divinidad de los manantiales llamada Satyria. No falta Edipo, representado en clave satírica en una jarra del 360-350 a.C.
Objeto curioso es una conchilla porta cosméticos con cierre y asas de plata. También es interesante el molde de una figura femenina con una antorcha: las esculturas también se producían en serie. La principal fuente de información sobre la religión de la Taranto griega está conformada por los miles de estatuillas de terracota, producidas con el uso de matrices entre los siglos VI y IV a.C.
“En el museo tenemos una sola obra de Grecia – dice Andrés Duprat, director del Bellas Artes–. Este es el tipo de muestra que acerca cosas que no podemos ver en nuestro continente. Es interesante para profesionales, estudiantes, artistas y para el público. Hay una sinergia entre las obras de cerámica de las poblaciones indígenas de esa región y la nuestra, que guardamos en una nueva sala, de seis siglos a. C.”.
“Italia tiene en este momento una presencia destacada en Buenos Aires, con dos muestras: la exposición en el Museo Nacional de Arte Decorativo, que reúne piezas icónicas del diseño italiano, y ésta. Una continuidad desde el siglo 800 a.C. hasta hoy, con Italia como productora de objetos, e incluso podría remontarse la historia del diseño, como conjunto de cosas funcionales para satisfacer necesidades materiales, pero también espirituales. Lo bello y útil”, dice Donatella Cannova, directora del IICBA. El Istituto también colaboró para la exposición la Afrodita de Capua del arqueológico de Nápoles−escultura de la diosa griega realizada en el imperio de Adriano (117-138 d.C.)– que se vio en el hall del Bellas Artes. “Nos interesa vincularnos con otros museos, tanto con exposiciones como con intercambios de expertos o restauradores”, dice Duprat. Y aclara: “Esto es arte decorativo o aplicado. Pero en este contexto del museo lo ves escindido, como el mingitorio de Duchamp: fuera de su uso, son obras de arte”.
Agenda: Tesoros del Museo Arqueológico Nacional de Taranto, desde mañana hasta el 5 de marzo de 2023 en la sala 33 del primer piso, de martes a viernes, de 11 a 20, y los sábados y domingos, de 10 a 20, con entrada libre y gratuita, en el Museo Nacional de Bellas Artes, Av. del Libertador 1473. El miércoles a las 18, la curadora de la muestra y directora del MArTA, Eva Degl’Innocenti, ofrecerá la conferencia “El Museo Arqueológico Nacional de Taranto: el legado de una antigua capital del Mediterráneo y el desafío del futuro”.