Fuente: Página12 ~ La creación del pintor Antonio Alice es un óleo sobre lienzo de 240 centímetros de alto por 400 centímetros de ancho. Recrea la agonía del prócer rodeado de sus principales colaboradores.
El 8 de febrero se conmemoró el 237º aniversario del natalicio del general Martín Miguel de Güemes y uno de los actos para homenajearlo fue la exposición de la pintura restaurada «La Muerte de Güemes», del artista Antonio Alice. El trabajo de recuperación comenzó en junio de 2021, y estuvo a cargo del equipo de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural de Salta, a través del Programa de Conservación y Restauración dirigido por Gabriela Doña.
Hubo que realizar un intenso trabajo debido al mal estado en que se encontraba la obra. «La Muerte de Güemes» es un óleo sobre lienzo de 240 centímetros de alto por 400 centímetros de ancho y recrea los momentos finales de vida del prócer. Data de 1910 y se presentó en la Exposición Internacional de Arte en el marco del Centenario de la Revolución de Mayo en Buenos Aires, siendo galardonado con la medalla de oro y actualmente forma parte del patrimonio de la Legislatura provincial.
En dialogó con Salta/12 Doña contó detalles de la labor para recuperar la obra, teniendo en cuenta dos características: el estado en el que se encontraba y la gran dimensión del lienzo. «Eso llevó sus complicaciones, pero aún así fue un trabajo interesante», indicó. Además de su directora, el equipo estuvo integrado por Marines Zoricich, Ángela Ruso y Macarena Flores, que colaboraron en la logística. Mientras que Gabriela Colque Pupi y Matías Ramírez se abocaron a la restauración propiamente. Equipo de trabajo.
Este proyecto de restauración venía siendo pensado y trabajado desde hace varios años, pero recién pudo concretarse el año pasado gracias a la gestión de Roberto Ashur, subsecretario de Patrimonio Cultural de la Secretaría de Cultura la provincia, quien se comunicó con el presidente del Senado, el vicegobernador Antonio Marocco, para que esa Cámara dé el apoyo logístico a los trabajos. Así, una de las primeras medidas fue trasladarlo desde el recinto de sesiones a la presidencia del Senado, el lugar elegido para la restauración, de modo de evitar movimientos innecesarios de la obra.
Doña dijo esta decisión fue vital, puesto que «el estado de conservación era bastante crítico», al punto que se estaba perdiendo gran parte de la pintura original.
Una vez que tuvieron un lugar fijo de trabajo, avanzaron con las siguientes etapas, la compra de materiales y el montado del taller en la Legislatura. Luego, se confeccionó la historia clínica de la obra, en la que se analizó una serie de desprendimientos de la capa pictórica, debido a problemas de humedad y además se verificó la existencia de otras intervenciones anteriores de las cuales no había registros. «No se sabía con exactitud qué tipo de intervenciones se realizaron, y por eso es importante documentar el registro de cada obra», explicó la directora.
A ese análisis también se sumó la humedad que presentaba y una membrana pegada por detrás que provocó la creación de un microclima que propició el crecimiento de hongos en la parte reversa de la obra.
Luego de los estudios, se buscó saber en qué estado se encontraba el soporte de la tela y con ello, qué tipo de intervención se debía realizar. De allí, surgió la necesidad de consolidar nuevamente la capa pictórica y volver a adherir pintura al soporte, lo que resultó «un trabajo delicado por las grandes dimensiones de la obra y la manipulación del cuadro».
Antes se limpió la obra, hubo que remover un barniz oxidado que causaba la pérdida de nitidez de los dibujos. También se removieron despintes que estaban provocando manchas, para luego recién volver a rellenar los espacios y lograr la integración de la pintura en todo el lienzo.
Doña comentó que cada trabajo siempre se lleva adelante con materiales reversibles para que se pueda volver a trabajar sobre el cuadro, en caso de ser necesario. Sin embargo, eso no sucedió con La Muerte de Güemes, pues verificaron que «las intervenciones anteriores fueron con otros criterios».
Debido a estas cuestiones, Doña opinó que es necesario trabajar en conservaciones preventivas, lo que involucra capacitar a las personas que se encuentran alrededor de la obra, ya que es importante que «se sepa cómo pueden prevenir los deterioros ya que ellos están presentes en el lugar».
El cuadro volverá al recinto el 1 de marzo durante la apertura del período ordinario de sesiones, y si bien la obra ya fue entregada, el objetivo es continuar su monitoreo cuando las actividades en el Palacio Legislativo se retomen con normalidad y vuelvan las dinámicas habituales, es decir, con más personas presentes. «Habrá que poder chequear las temperaturas, qué sucede cuando se prende el aire acondicionado o el tema de goteras», detalló la directora.
Esta es la segunda vez que el equipo encara un trabajo de tamaña magnitud ya que en 2010 restauró la obra «La Batalla de Salta», de Aristene Papi.
Doña anunció que aprovechando que tienen montado un taller en la Legislatura provincial, continuarán con un registro y análisis del estado de cada una de las obras que están en el edificio.