Fuente: Clarín Cultura by March Mazzei– Inés Katzenstein, curadora de Memorias escogidas, detalla la la exposición de la que participan los conceptualistas Leandro Katz y David Lamelas, junto a los jóvenes Adrián Villar Rojas y Analía Saban, entre 40 artistas de la región.
La transformación social que atravesamos, la crisis ambiental, la cuestión indígena y la revisión de las narrativas lineales de progreso no son solo temas de agenda del arte contemporáneo global. Aparecen en obras y proyectos como una preocupación que los artistas latinoamericanos están investigando desde la década del 80. Sobre estas historias que revisan las narrativas coloniales que nos contaron como la Historia, está construida la gran exposición Chosen Memories: Contemporary Latin American Art from the Patricia Phelps de Cisneros Gift and Beyond, que inaugura el domingo 30 de abril en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York.
Desde 2018, Inés Katzenstein es curadora de arte latinoamericano del MoMA.
Entre 40 artistas de la región, son cuatro los los artistas argentinos que participan, Leandro Katz, David Lamelas, Adrián Villar Rojas y Analía Sabán. “Aunque las nacionalidades y las generaciones son determinantes en esta exposición, sino más bien las conexiones entre las obras”, señaló Inés Katzenstein a Clarín Cultura. También argentina, Katzenstein es curadora de Arte Latinoamericano del museo neoyorquino y directora del Instituto de Investigación Patricia Phelps de Cisneros para el estudio del arte de América Latina, y está a cargo de la muestra junto con Julia Detchon.
Chosen Memories… está organizada en tres grandes núcleos temáticos: en Returns (Retornos) los artistas reformulan imágenes el paisaje latinoamericano; mientras que en Reverbarations (Reverberaciones), se vinculan obras que revisan patrimonios culturales olvidados o subestimados; y finamente Kinship (parentescos) se centra en las historias heredadas o elegidas, alrededor de la idea de memoria crítica.
La exposición reúne muchas de las obras donadas al museo por la Colección Participa Phelps de Cisneros, una gran contribución al acervo latinoamericano del museo. De la misma donación surgió en 2019 Sur Moderno, Journeys of Abstraction –curada por Katzenstein junto a María Amalia García–, centrada arte moderno y geométrico de Venezuela, Brasil, Uruguay y Argentina. El arte de esta región es una de las estrellas de la temporada, y se podrá visitar hasta el 9 de septiembre en el tercer piso del MoMA.
MoMA David Lamelas
-¿Qué es lo más novedoso de esta exposición para el público de museos de una ciudad como Nueva York? ¿Se trata de obras emblemáticas? ¿Hay una apelación a la historia de dominación de los países centrales?
-Casi todo será nuevo para el público norteamericano. Si bien algunos de los artistas que participan de la muestra son más reconocidos que otros internacionalmente, la mayoría son desconocidos para el público general, y son todas obras que casi no se han visto en Estados Unidos. En ese sentido creo que será una buena sorpresa. El enfoque de la exposición –que revisa los modos en que artistas de distintas generaciones toman al pasado como fuente y material de trabajo para pensar el presente– también espero que sea revelador, sobre todo porque permitió poner en diálogo obras de contextos geográficos e históricos muy distintos.
-¿Podrías decir que hay un interés renovado, o incluso inédito, de las instituciones como el MoMA en este abordaje del arte de América Latina? Sobre todo teniendo en cuenta episodios de derribo de monumentos y la experiencia del fenómeno Black Lives Matter.
-Desde su fundación, el MoMA ha sido una institución pionera en su interés y su compromiso con el arte latinoamericano. Una exposición monográfica de Diego Rivera fue la segunda exposición individual que hizo MoMA, en 1931, después de Matisse. Y a partir de entonces creó una de las colecciones de arte de América Latina más importantes del mundo. La llegada de la donación de Patty Cisneros al museo en 2018 fue un gran hito en una historia de largo aliento, que entre otras múltiples iniciativas, nos permite hacer la exposición que estamos inaugurando esta semana, y hacer investigación de fondo sobre temas centrales al arte latinoamericano, desde el Instituto Cisneros.
Sobre Black Lives Matter y el derribo de monumentos, son situaciones culturales y políticas fundamentales que definen la agenda actual. Forman parte de un movimiento de transformación social que tiene a la inclusividad social como eje, y que por supuesto es parte importante de las prioridades del museo.
El tapiz de Analía Sabán, nueva adquisición del MoMA, usa técnica artesanales de telar e hilos de cobre para crear un motivo de circuitos de los componentes de computadoras.
-En este momento en Buenos Aires, una exposición enorme en Proa revisa el mito de El Dorado, y allí cerca otra artista argentina, Adriana Bustos, inauguró América, sobre la historia del extractivismo, económico y cultural. Parece una confluencia de atractivo simultáneo para artistas y curadores poniendo el foco en el fenómeno global de la llamada «Conquista», ¿lo ves de esa manera?
-La revisión crítica del pasado colonial es uno de los ejes fundamentales de la discusión política y cultural actual. Esas cuestiones están presentes en la exposición, sobre todo en la sección llamada Retornos, que muestra obras en las que los artistas deciden investigar situaciones específicas que tienen que ver con la colonialidad y la historia de las representaciones de paisaje en América Latina. Pero lo interesante es que no estamos planteando este tema solamente como un tema de agenda actual, sino como una preocupación que los artistas están investigando desde la década del 80. Un ejemplo de esta sección es la obra El Paso del Quindío I, de José Alejandro Restrepo, uno de los pioneros del videoarte en Colombia, en la que el artista, en 1992, literalmente sigue los pasos de uno de los exploradores europeos más importantes de la historia, Alexander von Humboldt, por una zona específica de los Andes colombianos. Su idea es sumar su punto de vista y su representación a una larga historia de representaciones foráneas de ese paisaje.
-La exposición se caracteriza por un cuestionamiento a estas narrativas coloniales a través del arte contemporáneo. ¿Considerás que es un denominador común de los artistas de la región?
-El cuestionamiento a las narrativas lineales de progreso (tanto en lo social como en el arte) es un denominador común de muchas de las obras expuestas en Chosen Memories. Son obras que discuten la noción moderna de la historia como desarrollo hacia adelante, y más bien buscan abrir nuevas preguntas y nuevos posicionamientos frente al presente a través de un compromiso muy específico, emocional y político, con el pasado. Estas perspectivas se vinculan a movimientos culturales mayores como la crisis ambiental global, y en conexión con ella, con el surgimiento de distintos movimientos políticos y raciales (centralmente, la cuestión indígena) que están produciendo planteamientos radicales sobre cómo imaginar el futuro y cómo transitar el presente. Estas perspectivas son transversales, e incluso globales diría, pero por supuesto tienen especificidades en cada contexto artístico.
«Quindío Way», del artista colombiano José Alejandro Restrepo. Foto: EFE.
-¿En qué consiste la presentación de Leandro Katz, como parte de las actividades de la exposición?
-Invitamos al artista argentino Leandro Katz a hablar de The Catherwood Project, una serie fotográfica en la que el artista decidió, en los años ochenta, visitar distintos sitios arqueológicos en la península de Yucatán, que en 1840 habían sido representados y popularizados a través de litografías por el explorador y arquitecto inglés Frederick Catherwood. Katz va a cada una de esas ruinas Mayas y las fotografía exactamente como más de cien años antes lo había hecho Catherwood. En muchas de esas fotos, se ve el monumento maya y la mano del artista sosteniendo el libro de Catherwood. La estrategia es simple pero las resonancias son múltiples: hay una voluntad de aunar distintos tiempos en una sola imagen pero también de reapropiarse de esas imágenes.
En la conferencia que Leandro dará en MoMA, partirá de esta obra para hablar sobre un grupo de otras obras que él hizo en esos años acerca de la cuestión patrimonial maya en relación a cuestiones de extractivismo y valor. Todas sus obras de esos años parten de un interés sobre las relaciones entre patrimonio, arqueología y colonialidad, que se expanden a temas de lenguaje. Katz vivió durante casi toda su vida en Nueva York, así que hay una generación de artistas que conocen bien su trabajo. Sin embargo, creemos que esta exposición es una ocasión excelente para amplificar sus proyectos, tan relevantes para las discusiones actuales, con nuevos públicos.
«Terra Nova» de la artista dominicana Firela Báez está en diálogo con la del argentino Adrián Villar Rojas. Foto: EFE
-En la muestra se incluyen también obras de los argentinos David Lamelas, Adrián Villar Rojas y Analía Saban. ¿De qué obras se trata y qué tipos de diálogos entablan?
-Las obras de arte no tienen un sentido unívoco; responden a intenciones pero también a contextos de exposición y lectura que las vuelve abiertas y expansivas. Así que en esta muestra cada una de las obras está pensada en resonancia con otras obras, y es así, en forma relacional y espacial, más que desde el discurso, se generan distintos contextos de interpretación. De David Lamelas mostraremos una foto que documenta su performance de 1970, Time. De Katz, fotos del ya referido Catherwood Project, en diálogo con otras obras que apuntan a producir distintas fricciones con la historia del paisaje y los legados culturales en la región. Adrián Villar Rojas está presente con una escultura que es parte de su serie los Teatros de Saturno, y que dialoga con otras obras que refieren a antiguas cartografías, como una pintura de la artista dominicana Firelei Baez y una foto del venezolano Claudio Perna.
Por último, incluimos una obra que adquirimos recientemente de la argentina radicada en Los Angeles Analía Sabán, un enorme textil de cobre y lino, en el que confluyen, a nivel de la materialidad y la técnica, la estructura de los tejidos de telar con los sistemas operativos de las computadoras. Algunas de estas obras fueron donadas por la colección Cisneros, otras son préstamos y otras nuevas adquisiciones del museo. Así que como ves, en esta exposición ni las nacionalidades, ni las generaciones a las que pertenecen los artistas son determinantes. No es una muestra sobre contextos específicos. Mi trabajo consistió en producir conexiones entre las obras, teniendo los ejes de la exposición –historias de la colonialidad, reverberaciones culturales y redes de parentesco– como disparadores.
Estar en contacto con el arte, en forma parmanente, evita sobre todo estar desinformado. Esta bellísima nota lo refleja. Muy agradecida.