Fuente: Télam ~ Los directores del MoMa de Nueva York, el Prado de Madrid, Galería Uffizi de Florencia o el Louvre de París y otrasinstituciones manifestaron su preocupación por esa tendencia de acción para denunciar los efectos del cambio climático sobre el planeta.
Más de 90 directores de museos del mundo, como el MoMa de Nueva York, el Prado de Madrid, Galería Uffizi de Florencia o el Louvre de París, rechazaron los ataques a obras de artes como forma de protesta contra la crisis climática y señalaron que los activistas «subestiman la fragilidad de esas obras irremplazables de patrimonio cultural mundial», en un comunicado difundido por el Consejo Internacional de Museos (ICOM).
Desde la conmoción internacional que generó el ataque a «La Gioconda» a mediados de este año cuando un hombre en silla de ruedas lanzó una tortazo a la obra de Da Vinci y alegaba que lo hacía para visibilizar la gravedad de la crisis climática porque «hay gente que está destrozando el planeta», los ataques contra piezas de arte como forma de manifestación y protesta pública crecieron en escalada: Van Gogh, Vermeer, Monet, Goya, y la más reciente: las famosísimas pinturas de latas de sopa Campbell de Andy Warhol en la Galería Nacional de Australia.
Si bien todavía no se han registrado daños reales en las obras (sí en el marco del cuadro de Van Gogh), más de 90 directores de museos del mundo, principalmente de Estados Unidos y Europa, firmaron y circularon un escueto comunicado de dos párrafos dando cuenta de su preocupación por esta nueva tendencia de protesta que toman a los museos y sus obras como herramienta política para visibilizar y denunciar la crisis climática e instalar el tema en la agencia social.
Cuando se pegaron al famoso cuadro de Vermeer «La joven de la perla», uno de los activistas dijo frente al público presente: «¿Cómo te sientes al ver algo tan bonito y valioso siendo aparentemente destrozado ante tus ojos? Nos sentimos indignados. Este cuadro está protegido por un cristal. Está bien, pero la gente vulnerable alrededor del planeta no está protegida. El futuro de nuestros hijos no está protegido. Las personas en extrema pobreza tienen que elegir entre calentarse o comer, y no están protegidos».
Este tipo de protestas, que además tienen el agregado de la viralización pública en redes sociales, toma como objetivo obras de arte muy conocidas, hasta ahora siempre protegidas detrás de cristales, que de pronto se ven manchadas con sopa de tomate, pegamento, puré de papa o tortazos.
Sin embargo los responsables de los museos advierten que hay una subestimación del ocasional daño que pueden infligirles: «Los activistas responsables subestiman la fragilidad de estas obras irreemplazables de patrimonio cultural mundial, que deben ser conservadas».
En tal sentido rechazan ese tipo de protestas y sostienen que la «peligrosidad» de los hechos los conmueve profundamente. «Los museos son lugares en los cuales las personas con diferentes fundamentos pueden entrar en un dialogo y con ello hacen posible el discurso social», señalan en el comunicado, al que adhieren directores de museos y fue difundido por el Consejo Internacional de Museos.
Entre los firmantes figuran Evelio Acevedo, director del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid; Elina Anttila, directora del Museo Nacional de Finlandia, Helsinki; Richard Armstrong, director, Museo y Fundación Solomon R. Guggenheim, Nueva York; László Baán, a cargo del Museo de Bellas Artes – Galería Nacional Húngara, Budapest; Severine Berger, directora, Musée de l’Annonciade, Saint-Tropez; Laurence des Cars, presidente del Museo Louvre de París, entre muchos otros.