Fuente: Perfil – Tres fotógrafos cordobeses con la mirada puesta en distintas formas de observar una misma disciplina, hablan de un oficio que nació a finales de 1830 y que fue mutando con el paso del tiempo. De la fotografía con cámaras analógicas y digitales a la utilización de herramientas como el photoshop y el fenómeno de bots de Inteligencia Artificial –como DALL-e o Midjourney– puestas al servicio de la creación de imágenes.
Estaba llegando a su fin la década de 1830 cuando en Francia, Joseph Nicéphore Niépce logró la primera imagen grabada que no se desvaneció velozmente.
A esta primera imagen le siguieron nuevas técnicas: daguerrotipos, placas de emulsión y placas secas se fueron desarrollando en paralelo hacia finales de 1800.
En la década de 1880, cuando George Eastman fundó Kodak, la fotografía dejó de ser exclusivamente para profesionales y personas de alto poder adquisitivo. Hacia el fin de la década de 1970 y empezando los 80, aparecieron las cámaras compactas y para los 90 ya eran muchos los que fabricaban cámaras que almacenaban las imágenes de manera electrónica.
En diálogo con PERFIL CÓRDOBA, Nina Brasca, Carlos ‘Gato’ Ludueña y Guillermo Franco ahondan sobre el quehacer fotográfico y los alcances –o los nuevos rumbos– que marca la Inteligencia Artificial.
Voyeristas en el Buen Pastor. Nina Brasca tiene 21 años y pertenece a la generación posmilenial. Vinculada al arte desde muy pequeña (pintura, escritura, música y danza clásica) se encontró con la fotografía a los 13. “Hice un curso introductorio con María Buteler que duraría un par de meses y que terminaron siendo dos años. Analizábamos diferentes estéticas, al principio me gustaba mucho la fotografía nocturna. Soy fotógrafa de moda y los rostros es lo que más me gusta”.
Hoy, Brasca está en cuarto año de Comunicación Audiovisual lo que, afirma, le sirve mucho a la hora de crear: “Cuando creo, lo hago como una comunicadora audiovisual, además me enfoco mucho no sólo en la obra sino en el soporte, el recorrido visual y los materiales”.
La semana pasada inauguró en la fotogalería del Buen Pastor la exposición ‘Voyeristas’, en el que la artista visual y conceptual retoma el concepto de voyeurismo para analizar a los espectadores frente a las nuevas tecnologías.
Utilizando bots de IA para sus creaciones, se inspira en la cotidianidad y en mantener el ojo y el oído atentos a qué es lo que pide la sociedad, aunque siempre vuelve a los orígenes de la historia del arte para retomar lo viejo y crear lo nuevo.
Los bots –los más conocidos son DALL-e y Midjourney– son generadores de imágenes. Usando la aplicación Discord, el artista les va detallando lo que tiene en mente y mientras más detallada y conceptual, más precisa será la imagen. Es decir: a menor interferencia del bot, la imagen será más acorde a lo que uno está esperando. “Yo uso más Midjourney porque tiene una estética más dulce y graciosa. En cambio DALL-e, con la que estoy empezando a incursionar, es más bizarra y perturbadora”.
Así, sus obras entremezclan elementos que van desde la naturaleza muerta hasta objetos inspirados en animaciones (como la película Monsters, Inc.).
Sin embargo, para crear imágenes con IA (y llegar a buen puerto) es necesario tener conocimientos de fotografía y de historia: “Se trabaja mucho con referencias, por eso la Historia del Arte te sirve mucho. Tenés que describir tipo de luz, encuadre. Yo he trabajado algunas imágenes con la estética del Impresionismo”, afirma.
En la obra de Brasca, imaginación y realidad se intercalan, dando lugar a nuevas formas: “Estamos bombardeados con imágenes muy realistas de la sociedad, pero –al mismo tiempo– estamos cansados de ver el mundo tal cual es. Hay una vuelta a la fantasía, a la ciencia ficción, al surrealismo. Dalí decía que él se inspiraba durante los últimos segundos del sueño, antes de levantarse, y creo que hoy eso es lo que estamos buscando. Siento que la IA, por lo menos a dónde yo la llevo, va para ese lado”.
Además de incursionar en la IA y crear imágenes en 15 minutos promedio, la artista sigue sacando fotos: “Nunca voy a dejar mi cámara. Aunque use ésto a mi favor la cámara es otra herramienta. Pero siento que hay que reflejar a la sociedad con artefactos de la actualidad. Creo que una cámara digital y la IA son las nuevas tecnologías para reflejar el mundo de estos días”.
SURREALISMO DIGITAL. En Brasca, imaginación y realidad se intercalan, dando lugar a nuevas formas.
La fotografía, testimonio de una época. Carlos ‘Gato’ Ludueña empezó a trabajar en la década de 1980 con cámaras analógicas y fotografías en blanco y negro. Una época en la que el laboratorio completaba el hecho de fotografiar y convertía el proceso de revelado en un acto de magia: en un cuarto de luz rojiza y tenue, un papel en blanco sumergido en una cubeta empezaba a mostrar poco a poco una imagen. “Yo quería estudiar cine pero la dictadura me lo impidió, así que incursioné en la fotografía”, cuenta.
Obligado por un mercado cambiante, tuvo que pasar de lo analógico a lo digital, aunque reconoce que el impacto no fue tan brutal. “Lo que cambió fue que ya no revelabas un rollo y te ibas al laboratorio sino que terminabas la edición en una computadora con Photoshop”, dice.
Hoy, el también profesor de La Metro afirma que lo que lo guía en la docencia es la poesía de la imagen: “Eso es lo que me gusta buscar y tratar de enseñar. Para mí, fotografiar es tomar un recorte de una escena de la vida real en un tiempo específico, a través de una herramienta, que es la cámara de fotos. Mientras que con IA, es sentarse en una computadora y hacer una obra a través de bots. Allí no hay vivencia, no hay nervios, deseo, ansiedad, goce de lograr lo que quería”, refiere.
En este sentido, indica que un fotógrafo es un testigo de época. “El estar ahí se acerca bastante a una cuestión filosófica. Yo he estado en todas mis fotos, en el lugar, respirando esa atmósfera, recortando lo que yo quería de la vida real”.
Sin embargo Ludueña no se para en la vereda contraria a las creaciones con IA. “Creo que se pueden hacer cosas maravillosas. ¿Si experimentaría con IA? No, porque me gusta el sabor de la fotografía y todo lo que implica. Es como decía Lou Reed cuando le preguntaban cómo hacía para seguir escribiendo poesía y él decía que era ‘caminando las calles’. Bueno, yo siento algo parecido. De todos modos entiendo que s un fenómeno muy atractivo”.
LOS AMANTES. Fotografía de Carlos Ludueña, inspirada en el cuadro realizado por René Magritte en 1926.
Allí sus pequeños ojos. Guillermo Franco se reconoce como un fotógrafo urbano de pura cepa. En su trabajo, privilegia el momento del acto fotográfico más que el resultado que arrojan luego esas imágenes tomadas mientras recorre las calles de nuestra ciudad.
Mirar, buscar, encontrar y apretar el botón de la cámara es lo que le da sentido a su obra. Todo su corpus fotográfico ha sido producido con cámara analógica, que “prolonga la magia del acto fotográfico porque no podés ver en el instante si la foto es buena o mala. En ese momento son todas maravillosas”, dice.
Frente a las nuevas herramientas de Inteligencia Artificial, Franco retoma una frase de John Berger escrita en 1978 en su libro ‘Para entender la fotografía’: “¿Qué hacía las veces de fotografía antes de la invención de la cámara fotográfica? La respuesta que uno espera es: el grabado, el dibujo, la pintura. Pero la respuesta más reveladora sería: la memoria. Lo que hacen las fotografías allí fuera, en el espacio exterior a nosotros, se realizaba anteriormente en la interioridad del pensamiento”.
De vuelta al presente, el fotógrafo urbano parafrasea a Berger y se pregunta: “¿Qué hacía las veces de Inteligencia Artificial antes de disponerse sus actuales generadores de imágenes?” Y responde: “No lo tengo claro, pero sospecho que… ¡la imaginación! Lo que hacen las nuevas representaciones que hoy entusiasman y/o asustan a los ‘viejos’ fotógrafos (analógicos y digitales) anidaba antes en sus propias fantasías”.
ALLÍ MIS PEQUEÑOS OJOS. Instantáneas de la calle, del fotógrafo Guillermo Franco.