Fuente: Copyright Clarín by Mercedes Pérez Bergliaffa ~ Con una carrera de más de 70 años, el pintor formado en La Plata reaparece con medio centenar de trabajos que copan el museo porteño.
El pintor Lido Iacopetti plantea una particular forma de conocimiento y cosmovisión para desarrollar sus obras. Llama Pictocosmognosis a esa concepción del proceso artístico visual como creador y ordenador de un cosmos personal. Mucho de esto se expresa a través de numerosas obras en La nueva imaginación, su muestra actualmente en exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, Macba. “Entre los 14 y los 15 años comencé a estudiar dibujo y pintura para ilustrar mis cuentos y poesías”, detalla Iacopetti en diálogo con Ñ. “Por lo tanto, hace más de 70 años que pinto”.
Nacido en San Nicolás de los Arroyos en 1936, desde muy joven se radicó en la ciudad de La Plata, donde trabajó como vendedor callejero y obrero para costearse los estudios de Bellas Artes. Más tarde ejerció como preceptor y como profesor de Historia del Arte en el Colegio Nacional, que depende la universidad, y en el colegio Vergara. Durante los últimos años, Iacopetti vivió para ver una suerte de redescubrimiento de su figura en el sistema del arte, mientras su obra volvía al mercado nacional e internacional.
Una vida dedicada al arte. Lido Iacopetti nació en San Nicolás en 1936.
Por supuesto que ya había formado parte de este sistema. Entre 1964 y 1965 expuso en la porteña galería Lirolay, y en los 70 en Carmen Waugh. Sin embargo, en paralelo a estas movidas, el artista se había formulado un objetivo: llevar a cabo exposiciones en espacios infrecuentes, como verdulerías, plazas, la calle: desarrollar un arte popular. Iacopetti sostiene que este gesto –considerado tiempo después de afectada sofisticación– le costó entonces la marginación en ciertos círculos.
El artista explica lo costoso que fue defender su estética. “Mi postura, mi posición y filosofía tuvieron un costo para mi desarrollo social como pintor. Creo que fue porque abrí un camino distinto: no me acoplé a los movimientos de vanguardia extranjeros y me aparté de los salones y premios. Por el contrario, siempre miré hacia adentro, hacia América, hacia mi mundo interior”. Nunca recibió subsidios ni becas, aunque sí el apoyo de amigos, según explica. A partir del 65, cuando conoció a Teldy, su compañera, el apoyo fue inmenso ya que (como ellos mismos lo describen) “nos integramos en un solo espíritu”. “Nunca viví de la pintura sino para la pintura”, detalla Iacopetti. “El dinero entraba del trabajo extra que hacía. No fue mucho, pero fue suficiente para subsistir”.
Formas orgánicas, semejantes a células observadas a través de un microscopio, en las pinturas de Iacopetti.
Más de 50 trabajos del artista copan la planta baja del Macba. Pertenecen a diferentes series, producidas desde 1994 hasta la actualidad: son los trabajos que ilustran los almanaques que Iacopetti realizó durante 20 años, especialmente para acompañar almanaques benéficos, con el fin de recaudar fondos para Pro Infantia. “Estas imágenes responden a mi estilo, que llamo Nueva imaginación. Vengo desarrollándolo desde 1965; son pictografías connotativas. Poseen un significado subliminal, no racional”, explica el pintor. Formas orgánicas, coloridas, semejantes a células observadas a través de un microscopio (células andinas, células a veces vinculadas con la América profunda) hacen foco en un mundo nuevo: son el imaginario de un pintor que vuela la realidad a centenares de metros por encima de la Tierra, y a la vez –aunque suena a paradoja– muy por dentro de ella.
“El universo simbólico de Lido es muy original”, explica Daniel Sánchez, curador de la exposición y académico. “Despliega un mundo mágico con formas que, si bien podrían asociarse a ciertos artistas visuales de las vanguardias de comienzos del siglo XX –como Kandinsky, Klee, Miró, Chagall, o aún Gambartes en la Argentina–, realiza en cambio esa asociación desde una imaginación transformadora, desde una imagen que abre las puertas a la imaginación y despierta transformaciones, oportunidades”.
El curador explica que durante toda su vida como docente y como artista, Iacopetti entiende el oficio, la profesión del artista plástico, “el pintor a secas”, como una misión que puede hacer mejores a los seres humanos. “Iacopetti no solamente comunica sino que educa, comparte y promueve una mirada del mundo y un modo de actuar en él y con él”, agrega Sánchez, “siempre comprendiendo el proceso artístico como una dimensión simbólica del estar en el mundo, como diría Heidegger”.
Lido Iacopetti en el Macba.
“Sin presumir –detalla Iacopetti– considero que tengo una filosofía propia y una postura estética que me definen, entendiendo como filosofía simplemente el plantearse los grandes interrogantes de la existencia”.
Pero el artista quisiera agregar algo más: “Me gustaría poder expresar mi amor por la humanidad, por la vida, a pesar de todo y contra todos los que se oponen, destruyen o deterioran sus valores, basados en el amor, la libertad, la dignidad”, expresa. “Ya hace unos años edité mi Testamento estético, un escrito dirigido fundamentalmente a los jóvenes, en el que describo mi cultura creativa como bien opuesta a una cultura destructiva, violenta, negativa. Ante esta última, propongo una cultura del amor, de la vida, de la creación: es la que siempre he intentado expresar a través de mi obra”.
De regreso a las salas del Macba, dentro de una mesa de vidrio, diversos documentos y bocetos ratifican lo que el artista expresa. Como ocurre con “Ofrenda”, especie de anuncio de 1974 escrito en máquina de escribir. Reza: “Durante el mes de noviembre se ofrendará a toda institución popular (escuelas, bibliotecas, centros, etc.) que lo solicite, una Pictografía. En la misma dirección y mes, se obsequiará a toda persona que lo desee una Imigrafía. Esta nueva ofrenda forma parte de mi vocación por concretar un verdadero arte popular, un arte de todos, integrando totalmente mi obra con el Pueblo al cual pertenezco, tratando de expresar una imagen representativa de todos los que anhelan un mundo nuevo”. Son las palabras de un soñador: un artista de las utopías inmensas y las formas movedizas, diminutas.
La nueva imaginación – Lido Iacopetti
Lugar: Macba, Av. San Juan 328
Horario: lun a dom de 12 a 19 (martes cerrado)
Fecha: hasta el 21 de agosto
Entrada: $400 general