Fuente: TN – Con distribución masiva, lanzó “Arquitectura del ser/Arquitectura horizontal” en el hotel de Puerto Madero que lleva su nombre y que está por cumplir veinte años.
Todos tenemos la posibilidad de generar nuestra realidad. La vida es un presente inmenso que se mueve con nosotros. La fragilidad es necesaria para construirnos. No son frases de un coach ontológico, ni de Paulo Coelho ni de un gurú de la autoayuda. Las suelta el empresario argentino Alan Faena, con la mirada conmovida bajo el ala de su sombrero blanco.
En el año en que su proyecto de Puerto Madero, con el hotel que lleva su nombre a la cabeza, cumple veinte años, y se embarca en una aventura similar en Nueva York, Faena se hizo una pausa para presentar Arquitectura horizontal/Arquitectura del ser. El libro en el que decidió compartir reflexiones sobre lo que ha ido aprendiendo por el camino. Textos breves, ilustraciones, frases profundas y un clima íntimo para que esas ideas, firmadas por una figura del jet set habitué de las revistas, lleguen al gran público, con distribución en puestos de diarios. Le seguirá un próximo “Arquitectura vertical”, según anunció.
En la presentación del libro habló con entusiasmo sobre el amor de la familia y de los amigos, y la construcción de los sueños. El tono, por momentos, parecía casi una confesión. Hizo un repaso por la muerte de su padre, Víctor, la pronta llegada al mundo de su hija y los ciclos de una vida que lo vio inventarse y reinventarse. Recordó también el trabajo duro que lo llevó a su primer éxito con la marca Via Vai y reflexionó sobre la transformación de barrios y entornos, en su Buenos Aires querido, en Miami y ahora en New York.
Al contrario de la frase hecha, Faena cree que la obra interesa menos por sí misma que por aquello que hace con nosotros. “Uno piensa que hace la obra, pero en realidad la obra lo hace a uno. Por eso hablo de Arquitectura del ser. La obra, lo que la gente ve, este edificio, no es lo importante. Se trata en realidad de construirse a uno mismo, es pura acción de vivir”, explica a TN.
Para muchos puede resultar sorprendente escuchar a un hombre de éxito hablar de caídas, críticas y debilidad. Sin embargo, Faena le dedica tiempo y páginas a reflexionar sobre el impacto de la incertidumbre. “La debilidad tiene igual importancia que la fortaleza”, dice, y aclara que no se trata, para nada, de lecciones.
“El lugar de debilidad es más interesante porque te conecta más con la gente. Yo no siento ningún triunfo. Sigo con ganas de inventar, conquistar y empezar siempre de cero. Ese es el único lugar al que llegué: ser más humilde y estar más conectado con el otro. Es algo posible, porque todos tuvimos un lugar de paz, un árbol, una abuela amorosa”, sostiene.
Faena comparte cuestiones movilizantes. La gente lo abraza y se alegra de verlo. Hay un afecto genuino que siempre circula a su alrededor, y echa por tierra cualquier supuesta distancia de la celebridad o el poder, del tipo que sea. Lejos de eso, el “arquitecto del ser” irradia esa dulzura campechana y recibe muestras de cariño como cosecha de su apertura y generosidad. Ese tipo de cosas simples, que el dinero no puede comprar, y de las que ahora tiene ganas de hablar. “Tal vez a alguna persona le sirvan estas páginas”, escribe en el preámbulo. “Ya sea para continuar con su modo de vivir o simplemente para afirmarse en las diferencias”.