Fuente: Perfil ~ Fue cárcel, convento, huerta, asilo de ancianos e incluso jardín botánico hasta convertirse en la plataforma de lanzamiento de varios artistas argentinos que no encontraban otro espacio para darse a conocer. Por esta usina del arte joven y rebelde pasaron Yoko Ono, David Bowie, Gustavo Ceratti y Charlie García, entre muchos más.
El 1 de diciembre de 1980 se inauguró el Centro Cultural Recoleta, llamado originalmente Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires. Situado en Junín 1930, barrio de Recoleta, ocupa una de las construcciones más antiguas de la ciudad de Buenos Aires. Actualmente, funciona como un espacio para la cultura y el arte donde se desarrollan distintos tipos de actividades relacionadas a la música, la pintura, el diseño y el arte en general.
El Centro Cultural Recoleta fue convento, huerta, asilo de ancianos, jardín botánico, escuela de agricultura y cuartel. Hoy es un icono de reivindicación para los artistas jóvenes que, durante los últimos años de la dictadura militar, habían creado espacios clandestinos y construyeron una cultura underground transgresora.
El Centro Cultural Recoleta fue uno de los primeros Centros oficiales en incluir en sus salas estas expresiones artísticas logrando darle más visibilidad a las nuevas generaciones.
De Recoleta al centro
Construido en 1732, en terrenos donados por Don Fernando de Valdez e Inclán y su esposa, Doña Guerrera y Hurtado, el Centro Cultural Recoleta fue diseñado por los arquitectos Juan Kraus y Juan Wolf. El italiano Andrea Bianchi intervino en la construcción de la fachada y el acabado de los interiores.
En 1822, tras la reforma del orden eclesiástico, lo que era un convento pasó a manos del Estado. Para 1859, mientras funcionaba allí un asilo, el arquitecto Juan Antonio Buschiazzo agregó nuevos pabellones.
En 1948, fue declarado Monumento Histórico Nacional para promover su conservación.
Finalmente, en 1978 y luego de que el edificio haya pasado por largos y diversos cambios, se proyectó el Centro Cultural. Fue entonces que los arquitectos Jacques Bedel, Luis Benedit y Clorindo Testallevaron acabo las reformas necesarias respetando la estructura original.
Actualmente, el Centro Cultural Recoleta cuenta con 27 salas de exposición, un microcine, un anfiteatro y un auditorio donde se desarrollan numerosas actividades que van desde exposiciones de artes plásticas, recitales, conciertos, presentaciones literarias y obras teatrales. También cuenta con un área de formación que ofrece cursos y talleres, y un laboratorio de investigación y producción musical equipado con tecnología de avanzada.
Centro del arte y la cultura
El Centro Cultural Recoleta, logró influir en los inicios de grandes artistas. En varias ocasiones, sus carreras fueron impulsadas por la exposición que les daba este espacio cultural.
Casos como el de Liliana Maresca, artista emblemática de la escena de las artes visuales, Ana Gallardo, la artista que manifiesta la violencia en el arte, Duilio Pierri, gran pintor argentino, y Luis “Búlgaro” Freisztav, escultor autodidacta, son tan solo algunos de los nombres de quienes encontraron aquí un espacio.
Asimismo, en esta sede, se presentaron importantes obras que marcaron la historia del arte tanto nacional como internacional. La escultura El pibe Bazooka de Pablo Suárez, que reveló el submundo porno-gay de fines de los 80, Naturaleza de la naturaleza, de Luis Felipe Noé y Mitominas I, coordinada por Monique Altschul, exhibida en 1988, que canalizaba los discursos de reivindicación de las mujeres.
Para los 90 el Centro Cultural Recoleta se convirtió en el epicentro de grandes artistas internacionales, ya que fue sede de las ediciones de ArteBA entre 1991 y 1997. En 1997, David Bowie se presentó en vivo en la mítica capilla del Recoleta y cantó Always Crashing The Same Car, Can´t Read y The Superman acompañado por una guitarra de doce cuerdas en un breve concierto acústico.
En 1998, Yoko Ono, pareja del ex-Beatle John Lennon, arribó con su muestra En Trance, en la que cien ataúdes se ubicaban en un enorme galpón y del interior de cada uno de ellos crecía un árbol. Durante la muestra, Charly García y Gustavo Ceratti se acercaron a saludar a Yoko Ono en un encuentro inolvidable para el archivo del Centro Cultural.
Sin duda, el Centro Cultural Recoleta a lo largo de los años se ha convertido, más allá de un lugar para ver arte, en un espacio de inspiración, hecho para descubrir, crear, investigar, pensar y sentir. Una gran fábrica cultural del arte argentino, en suma.