Fuente: La Nación ~ Colegas, amigos y discípulos del humorista gráfico lo recuerdan con dibujos en medios y en redes sociales; #10añosinCaloi y #HomenajeaCaloi son los hashtags para seguir el homenaje durante todo el día.
“Hola, pá”, saluda un personaje con un aire a Tute a otro muy parecido a Caloi parado al lado de Clemente. En una leyenda al pie del cuadro se lee: “Diez años sin decirlo”. Así, con esa frase sencilla que condensa varios sentimientos y esas palabras que uno no vuelve a pronunciar, el autor de Batu rinde homenaje a su padre en su tira de LA NACION. Hoy se cumplen diez años de la muerte del humorista gráfico y sus amigos y colegas lo recuerdan con viñetas y dibujos en medios y en redes. La contratapa de Espectáculos del diario está dedicada al creador de Clemente.
Carlos Loiseau, conocido aquí y en el exterior como Caloi, nació el 9 de noviembre de 1948 en Salta y murió el 8 de mayo de 2012 en Buenos Aires. Tenía 63 años. Pocos días antes se había estrenado en cine la película de animación Anima Buenos Aires, proyecto impulsado y producido por su compañera de más de veinticinco años de vida, María Verónica Ramírez. Enfermo de cáncer, ya estaba muy grave y no pudo asistir a la función.
La primera decisión de la familia había sido organizar un velatorio íntimo. Pero, finalmente, resolvieron hacerlo público porque no paraban de recibir mensajes de admiradores, lectores, colegas que querían despedirlo. “Alguien me preguntó ‘cuándo es la despedida de tu papá, nuestro Caloi’. Eso nos llevó a cambiar de idea y velarlo en el Congreso”, recuerda Tute en diálogo con LA NACION. Así fue cómo el autor de personajes que forman parte de la cultura nacional como la Mulatona, el Clementosaurio y el famoso hincha de Camerún fue velado en el Salón de los Pasos Perdidos hasta la mañana del 9 de mayo. Uno de los amigos que estuvo presente fue el maestro Quino.
“Como no me gusta la solemnidad, busqué hacer algo sencillo: entonces escribí un ‘Hola, pá’, y agregué ese textito (‘Diez años sin decirlo’) porque es lo que uno ya no vuelve a decir nunca más. Y en ese detalle hay mucho. Ese saludito que es tan cotidiano cuando uno tiene a la persona, cuando ya no está se siente un montón”, explica Tute, que en 2019 publicó Diario de un hijo (Sudamericana), una especie de autobiografía dibujada en la que refleja la relación que mantuvo con Caloi desde su nacimiento hasta la muerte del padre.
“Uno se va haciendo grande y, en lugar de esquivar los lugares comunes, va revisando y, en algunos casos, reivindicándolos. Y uno de ellos es eso que uno ha escuchado tantas veces: que los muertos no se van, se quedan dentro de uno. Parece una idea trillada; sin embargo, hoy, después de diez años de la partida de mi viejo, puedo asegurar que es así. Finalmente, el sueño no es esperar que cicatrice una herida sino aprender a convivir con ella, con ese agujero, con esa ausencia”, agregó Tute.
“Hoy no llovió ni salió el sol / no hubo diarios ni historias de amor / Nadie cantó ni parpadeó / lo que era hielo de hielo quedó / Quedó tu olor sobre el mantel / en las flores, en cada pincel / No sé qué hacer, en qué creer / Hoy me duele la risa de ayer / Sin querer te encontré entre la gente / caminando por calles ajenas / Me acerqué y te miré, pero no eras / No me hago a la idea de no verte más”: así empieza “Sin querer”, una letra que escribió Tute dedicada a su padre. Con la voz de Lisandro Aristimuño, se puede escuchar en el disco Canciones dibujadas, de 2018.
“Duermo y tal vez al despertar / como un detalle me vuelvas a hablar / Se oye chillar la cancel / las despedidas me vienen a ver. Debo aprender a continuar / con tu huella en un cielo estelar / y al dibujar en el papel / es mi mano tu mano también”, dice la canción más adelante.
Tute cita una frase para intentar explicar algo difícil de describir con palabras: “Poco a poco, uno va incorporando esa ausencia. Lo que escribí en la canción tiene que ver con esa sensación: ‘Al dibujar es mi mano tu mano también’. Por supuesto que extraño a mi viejo, extraño las charlas, tomarnos un vino, las largas sobremesas. Pero no queda otra. Y lo que queda, la mejor posibilidad, es incorporarlo dentro de uno. Eduardo Galeano nos enseñó que recordar etimológicamente significa ‘volver a pasar por el corazón’ y eso fue justo lo que me pasó mientras hacía Diario de un hijo: volví a pasar por el corazón todos los momentos compartidos con mi viejo”.
“Ser feliz no es tan fácil como antes / cuando el cielo era azul y un instante / duraban las penas en el corazón / Hoy ya no sé qué duele más / si tu ausencia o empezar a olvidar”, dicen los versos finales escritos por Tute.
Un maestro y un pionero
Creador y conductor del programa de televisión Caloi en su tinta, dedicado a la divulgación del cine de animación e historietas de todo el mundo, que se emitió durante veinte años a partir de la década de1990, empezó a dibujar a Clemente en la década de 1970. La tira se publicó durante casi 40 años en el diario Clarín. En 1982, Clemente llegó a la televisión (en el mundial de ese año se hizo famoso el hincha de Camerún) y en 2004 fue declarado Patrimonio cultural de la ciudad. Al igual que Mafalda, la popularidad de Clemente llevó al personaje a aparecer en una serie especial de estampillas del Correo Argentino. También como Mafalda, tiene una estatua en Buenos Aires. Pero, además, tiene otra en Adrogué, donde vivió Caloi durante muchos años.
Entre otros reconocimientos, el dibujante fue nombrado Personalidad destacada de la cultura y Ciudadano ilustre de Buenos Aires. En 2012, la Fundación Konex lo distinguió con el Premio Konex de Platino en la disciplina Humor e Historieta, que se entregó poco después de su muerte.
Caloi en su tinta fue un programa único no solo porque no existía nada igual por entonces (un “detalle”: todavía no había internet donde hoy podemos encontrar de todo) sino porque los trabajos presentados por Caloi eran grandes obras de arte del género que marcaron a varias generaciones de artistas en una disciplina por entonces recién emergente: la animación de autor. Además de encontrarlo en YouTube, el programa se exhibe en la actualidad en universidades y talleres de cine.
“Tiren papelitos, muchachos”, le dice Clemente a una banda de pingüinos en la viñeta homenaje que dibujó Liniers. El autor de Macanudo recuerda con mucho cariño y agradecimiento a Caloi, quien junto con Quino y Fontanarrosa forman la “santa” trinidad de los humoristas gráficos. “Dibujé la escena de los papelitos porque es como le gustaba festejar a Caloi. No llegué a ser amigo, pero me invitó un par de veces a comer a su casa y compartimos cenas con otros dibujantes. Siempre fue muy generoso conmigo. Un gran tipo. Me pasó lo mismo con Fontanarrosa: no podía creer que conocí a alguien que admiraba tanto”, comentó a LA NACION.
En el muro de Facebook de ADA (Asociación de Dibujantes Argentinos) aparece la convocatoria a los colegas para recordarlo con dibujos: “Se cumplen 10 años sin Caloi y para homenajearlo como corresponde ¡entre dibujantes! proponemos que compartan ese día sus dibujos en las redes utilizando los hashtags #10añosinCaloi y #HomenajeaCaloi”. Todo el material que circule por estos días aparecerá luego en la próxima edición de la revista digital Sacapuntas de la asociación, que el martes 10 presentará en la Feria del Libro la segunda Semana de las Artes Gráficas y Audiovisuales y entregará los Premios ADA 2021 a ilustradores votados por sus colegas.
En 1987, el Centro Cultural Recoleta organizó una retrospectiva de la obra de Caloi. Titulada Veinte años no es nada, fue visitada por más de cien mil personas. En 2004, cuando Clemente cumplió 30 años, el Palais de Glace presentó una muestra integral dedicada al personaje, que se llamó, justamente, “Clemente 30 pirulos”.
Las tiras diarias y la página dominical de Caloi en la revista Viva fueron compiladas en varios libros, publicados por Ediciones de la Flor en las décadas de 1980 y 1990 con títulos como Humor de amores, Mi Buenos Aires querido, Con todo el humor del alma y Todo es cultura. Después de su muerte, Planeta publicó la colección Universo Caloi, integrada por seis libros: Humor sagrado, Sin palabras, El absurdo de Caloi, Los buenos aires, Los buenos oficios y Por humor al arte.
Anima Buenos Aires, el proyecto audiovisual que compartió con Ramírez y otros colegas, fue premiado en el Festival Internacional de Cine de La Habana, el Festival Internacional de Cine de Animación de Holanda y el Festival Internacional de Cine de Animación de Budapest, entre otros.
“Todo lo que construimos (una familia ensamblada y una obra artística compartida) fue producto de un encuentro y un amor muy fuerte que se convirtió en una construcción permanente y una forma de vida”, comentó Ramírez, también artista plástica. “Recorrimos un camino personal y laboral que fue, en definitiva, un mismo camino”, remarcó: una construcción que continuó después de la muerte de “El Negro”, como le decían los amigos, con la publicación de Universo Caloi y Todo Clemente.
Diez años después, en la casona de la calle Defensa donde vivió y trabajó Caloi todavía se conserva su estudio intacto: están sus discos, sus libros, sus archivos, los lápices y las tintas con las que trabajaba.