Fuente: La Gaceta – Con una serie de imponentes pinturas, el artista argentino crea el nuevo realismo en el país, que retratará la década infame. Años después aparecerán Juanito Laguna y Ramona Montiel.
Pocas son las pinturas que han retratado de un modo tan profundo como simple la llamada “década infame” de los años 30, como lo fue “Desocupados” de Antonio Berni.
Cuando Karl Marx contaba que había aprendido más de historia en el arte que en los textos específicos, podría estar refiriéndose a estas pinturas y a las esculturas de los griegos del siglo V A.C.
El golpe de Estado que desplazó a Hipólito Yrigoyen en 1930 coincidió, además, con la gran depresión de 1929 en Estados Unidos.
Hace 90 años por este mes, precisamente, el artista rosarino terminaba de pintar ese trabajo y luego lo presentó al Salón Nacional XXV, que lo rechazó; en el mismo año fechó “Manifestación” aunque no la exhibió en ese período.
El creador había regresado de Europa en 1930 influenciado por el surrealismo, y en 1933 se conectó con el mexicano David Siqueiros con quien colaboró para “Ejercicio Plástico”, un enorme mural que fue realizado en 1933 en el sótano de una quinta del empresario Natalio Botana (también participaron Lino Enea Spilimbergo y Juan Carlos Castagnino, junto al escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro).
La mayoría de los historiadores coincide que esas obras marcan su pase al realismo social, en un momento en que en Rosario el artista fundó la Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos y adhirió al Partido Comunista.
“Desocupados” (un temple sobre arpillera de 218 x 300 cm) se sitúa en las barrancas del río Paraná, en la zona norte de la ciudad. “Es una obra sumamente sofisticada porque en la misma entran en diálogo diferentes espacios, formas de iluminación y tipos de pavimento sobre los que Berni sitúa grupos de personajes en su mayoría dormidos, a excepción de la madre con la niña del primer plano y alguno de los hombres; un recurso capaz de generar una inevitable situación de extrañamiento y suscitar la duda sobre si el escenario es real o soñado por los protagonistas; figuras melancólicas que alcanzan su expresión más consumada en la pensativa madre que parece pergeñar una situación superadora de las calamidades del presente”, describe el historiador Guillermo Fantoni.
Esa situación de ensoñación puede relacionarse igualmente con lo onírico del surrealismo, con esas figuras que hasta parecen fantasmagóricas.
Para el lector, hay que aclarar: la pintura al temple es la técnica pictórica más antigua que se conoce que el Renacimiento del Trecento con Giotto, revitalizó. Si se observa la obra de Giorgio De Chirico, creador según otros tantos historiadores de la pintura metafísica a principios del siglo XX; uno y otro dato están presentes en los planteos de Berni de los 30.
Fantoni puntualiza que en cuanto a las fuentes iconográficas, resulta interesante señalar la versión de los discípulos dormidos mientras “Jesús ora en el Huerto de los Olivos “realizadas por Duccio y Mantegna, donde los personajes se encuentran en un momento tan decisivo como el que experimentan los desocupados.
En la obra “Desocupados”, los cuerpos están aplastados, cansados, resignados, además de ser figuras melancólicas. Y sí, también derrotados.
Hay un contexto tratado a modo de lo que Berni había aprendido en Europa, de autores parisinos, pero también italianos, en lo que tiene que ver con la composición artísticas (la relación de las figuras entre ellas y el paisaje).
“Corría el año 31. Estaba haciendo estragos la crisis económica. La fila de desocupados estaba frente a la olla popular. El medio ofrecía un ambiente distinto del que yo terminaba de dejar en París. […] Entonces empecé a hacer las composiciones de contenido social: ‘Manifestación’ y ‘Desocupados’. Yo mismo era un desocupado”, cuenta el artista en una cita que da menciona el diario Ámbito Financiero.
Rebelión
Pero en “Manifestación”, por el contrario, hay una rebelión de obreros que porta el cartel “Paz y trabajo”, que puede aludir a obras como “La sopa de los pobres” de Reinaldo Giudici, “Sin pan y sin trabajo”, de Ernesto de la Cárcova o “La hora del almuerzo” de Pio Collivadino, otros tantos artistas que fueron protagonistas de la escena porteña en las primeras décadas del siglo XX (“Manifestación” fue objeto desde 2021 de una investigación en el Malba, en el que se advirtieron, tecnología mediante, nuevas imágenes y a través del análisis de radiografías y fotografías ultravioleta retoques, repintes, pentimentos y otras alteraciones sufridas por la pintura a lo largo de su historia material. La investigación permitió confirmar que la técnica al temple fue ejecutada con cola animal, y no con la tradicional emulsión al huevo. La pesquisa también habilitó sugerentes hipótesis sobre la existencia oculta, entre las capas pictóricas del lienzo-mural, de otra pancarta además de la que enuncia explícitamente las necesidades vitales de los trabajadores”, se indica en un texto del Malba).
Berni no quedó conforme con el rechazo de “Desocupados” y luego participó con “Figura o “Mujer del sweater rojo” (hoy en la colección Malba); la obra ganadora de ese certamen fue “La Venus criolla”, de Emilio Centurión, que estuvo ajena a las críticas en el marco del retorno al orden después de la ruptura de las vanguardias, cuenta María Florencia Galesio, jefa del área de Investigación y Curaduría del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA).
Estaba claro que el salón no permitiría expresiones que de uno u otro modo cuestionasen al régimen de la década infame.
“Chacareros” y “Medianoche en el mundo” forman parte de este período. La primera también fue pintada en arpillera y estuvo colgada en el Salón de Lectura de la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires hasta 2005, año en que un análisis minucioso reveló que la tela estaba en peligro.
“‘Chacareros’ corresponde al momento en que Berni se convierte en un artista comprometido con su tiempo, en un estilo que da testimonio de una época cargada de tensiones políticas y sociales”, explicó Néstor Barrio, quien detalla: “Del mismo período son ‘Desocupación’ y ‘Manifestación’, ‘Medianoche en el mundo’, trabajos en las que impera el carácter de la pintura mural, donde cada uno de los tipos humanos adquieren la categoría de retratos, como una suma de individuos concretos”.
Cuando se leen las fichas históricas del período se establece que la arpillera provenía de telas que se utilizan en la industria azucarera. Y la investigación de la pintura “Chacareros” da cuenta que se utilizaron seis bolsas de azúcar de 70 kg, que fueron cosidas entre sí y preparadas para su nueva faena. Cinco de ellas fueron de ingenios de Tucumán y la restante de Jujuy, como puede leerse en los sellos impresos de 1934. “Queda claro, entonces, que la elección de la arpillera no fue una anécdota o un capricho, sino la búsqueda consciente de un recurso expresivo. Este espíritu de experimentación con técnicas y materiales no tradicionales se verifica a lo largo de toda la carrera artística de Berni, baste recordar el extraordinario aporte a las técnicas del grabado en las series de los gofrados, como así también sus collages de la serie de Juanito Laguna en la década del 60, donde combinó materiales del más diverso origen”, describe Barrio.
Mutando
Autores como Marcelo Pacheco dan cuenta que Berni era un intelectual que participaba en tertulias artísticas y políticas, donde se definían los temas de cada época. “Se sumó a exposiciones contra la guerra de Vietnam o ponía en sus obras elementos antieclesiásticos. Era un artista jugado hasta en lo estilístico: durante 60 años fue mutando su lenguaje, manteniéndolo personal pero al mismo tiempo mirando con mucha atención y tomando lo que quería de cualquier lado. Hay que tener muy buena cintura para poder mantener esa multiplicidad de voces reconocibles como una, pero que varía constantemente en su presentación”, indica el curador y teórico argentino.
A fines de los 50 aparecieron sus personajes Juanito Laguna y Ramona Montiel. Y casi simultáneamente, series emblemáticas como “Jujuy” y “Santiago del Estero”, donde retrata la vida campesina y la migración a las grandes urbes. Allí surgen arquetipos como el propio Juanito, un niño que son todos los niños pobres de mundo, y Ramona, la prostituta.
Cuando comenzó la etapa de Juanito Laguna y la utilización de chatarra en sus obras, ¿se considera que Berni mantuvo su calidad artística? “En 1961 presentó la serie del personaje Juanito Laguna en la Galería Witcomb. La calidad siempre la mantuvo: fue un gran investigador y experimentador de las posibilidades expresivas de la materia, que utilizaba los materiales para acentuar el contenido de las obras”, cuenta la especialista del Museo de Bellas Artes.
Actualidad
La casualidad histórica -o no- hizo que los 90 años de estas obras tan significativas social y políticamente en relación a la década infame, se presenten en una situación similar, casi, en este país.
Javier Milei asumió elegido por la mayoría de los argentinos (no es una dictadura) pero sus decisiones profundizaron esa desocupación y estado de pobreza que ya el kirchnerismo había establecido; así como la vigencia de las libertades democráticas.
Los números de la inflación, de desempleo, de la caída de la construcción y de otras ramas vitales de la economía son más que cifras en una pobreza estructural.
No como en 1934, pero Berni podría ubicar sus personajes en las calles del conurbano bonarense, pero también en cualquier espacio del país… no le faltaría territorio alguno.
En Tucumán, ¿por qué no?