Fuente: Clarín ~ A la célebre acción de Marta Minujín con el artista, se suman las obras que museos porteños exhiben y atesoran.
Nueva York, 1985. “Me encontré con Andy Warhol en el bar Odeon, yo venía de Buenos Aires y como todo el mundo estaba loco con el dólar y con la deuda, entonces le dije: ‘Te quiero pagar la deuda argentina en choclos’. Él aceptó”. Así relata Marta Minujín el origen de lo que fue su acción El pago de la deuda externa con choclos, que es solo un capítulo de la devoción que el artista pop cosechó en estas tierras. La sesión tuvo lugar en The Factory: en el piso dispusieron las mazorcas, algunas pintadas con aerosol naranja, en el medio dos sillas. De estricto negro y sentados de espaldas, Minujín y Warhol iniciaron el acto de ofrecimiento y aceptación: la deuda queda saldada cuando ambos miran a cámara. Registró todo el fotógrafo Claudio Leiman. Luego salieron a repartir los choclos cerca del Empire State. Una serie de tres imágenes pertenece a la Colección Costantini y está exhibida al final del recorrido del museo.
«El pago de la deuda externa con choclos» (1985). La sesión de Minujín y Warhol tuvo lugar en The Factory. (Foto: Colección Costantini)
Un Warhol te recibe en un museo porteño. “Retrato de la señora Amalia Lacroze de Fortabat” (1980) es una de las joyas de la estupenda colección de la empresaria fallecida en 2012 que custodia un edificio en Puerto Madero. Los rumores dicen que se acercó al piso de la Quinta Avenida, en Nueva York, donde funcionaba el estudio, y posó para la serie polaroids con dos motivos, algunos de frente y otros de 3/4 perfil, que luego devinieron serigrafías. “Me da la sensación, por lo que sabemos de Warhol, que él no retrataba a cualquiera sino que elegía”, reconoce en diálogo con Ñ Germán Barraza, director artístico de la Colección Fortabat. Amalita es la única argentina y una de dos mujeres latinoamericanas que aparecen en los archivos de Warhol, donde se atesoran todas las polaroids.
Difícil precisar cuántas piezas tiene en total la serie. La versión con el fondo celeste bandera exhibida se reencontró el año pasado, para el Centenario de Amalita, con otras cuatro que están en manos de sus herederos y fueron cedidas para una breve exposición homenaje, de solo un mes, que reunió a los retratos que diferentes artistas hicieron de la empresaria, desde Mondongo, Federico Klemm, Carlos Alonso, Juan Lascano a Edgardo Giménez. En 2006, la galería Kasmin de Nueva York puso a la venta uno en Art Basel Miami Beach, cuando parte del acervo de la fundación del artista salió a la venta. “Es una de las joyas que tenemos –señala Barraza– por el valor económico y simbólico de tenerla en la Argentina, que a la vez marca la importancia de ella como coleccionista”. La obra de un metro cuadrado está asegurada en 450.000 mil dólares, aunque el precio de mercado suele ascender.
Una de las cuatro serigrafías de Amalia Fortabat.
Por su retrato pop, Lacroze habría pagado unos 25.000 dólares, y 5.000 dólares adicionales por cada copia posterior, por encargo, según cuenta la investigación de Marina Abiuso y Soledad Vallejos en el libro Amalita. La Biografia (Sudamericana, 2013). Allí cuentan que según Pat Hackett, amiga de Warhol, el retratado debía posar mientras él tomaba unas sesenta fotos polaroid de las cuales se elegían cuatro para ser trasladadas a acetato por un impresor de serigrafías. Así se sumó a la galería de personajes que incluye a Elizabeth Taylor, Marilyn Monroe y Mao Tse Tung.
La Fundación Federico Jorge Klemm –que el 25 de abril habríá cumplido 80 años–– es otro de los reductos de Warhol del Sur. “Federico compraba en galerías y en remates de Sotheby’s y Christie’s, que le dan un sello de genuinidad”, explica a Ñ Cintia Mezza, del staff de la fundación. Algunos de estas piezas provenían de la colección Feinsilber, mientras que un conjunto de los lotes de papel formó parte de Portfolio Pop, una exclusiva serie de carpetas que en los 60 reunió trabajos de diferentes artistas del movimiento, financiados por una tabacalera. De limitadísima edición, hay cinco en todo el mundo, uno de ellos está en el Centro Pompidou de París; otro en Buenos Aires, y llegó a manos de Klemm en 1995, donado por un coleccionista que buscaba se encontrara con otros con la misma firma.
Flowers Warhol
La presencia de 9 warhols es importante en la colección de 700 ítems. La imagen de Jacqueline Kennedy aparece en tres obras, dos de ellas pertenecían a la colección Feinsilber y habían llegado a la Argentina para participar de la muestra 11 artistas pop: La nueva imagen, inaugurada en el Di Tella el 13 de mayo de 1966. Fueron donadas por su heredera en el 87 a Klemm. Y en 1992, Federico sumó otra Jacky proveniente de una subasta. Completan este acervo sudamericano una serigrafía de la serie Flowers, una de las sillas eléctricas de los 70, una copia de las cuatro Marilyns multicolor, un zapato con cristales de diamante y una de la serie La última cena, de 1986. El de Klemm es uno de los conjuntos más destacados de Warhol en toda América latina. Aquí tuvo su muestra individual cuando la fundación era galería y decoró las paredes de la vivienda de su coleccionista hasta que en el 95 devino fundación.